Las guerras de Antíoco I Sóter (280-261 a. C.). Rey del Imperio Seléucida

Es el año 323 a. C. En la ciudad de Babilonia el conquistador del Imperio Aqueménida expira su último aliento. Alejandro Magno había muerto tras una vida de legendarias campañas militares, pero no dejaba un heredero claro para un imperio que se extendía desde Grecia hasta el norte de la India (1).

Comenzaron así las Guerras de los Diádocos (323-280 a. C.) una serie de titánicos conflictos que desangraron el Mediterráneo oriental durante cuarenta años y que, de seguro, iban a hacerlo por muchos años más. De esta gran conflagración surgieron tres grandes dinastías: los Antigónidas en Macedonia, Los Ptolomeo en Egipto y los Seléucidas en Asia (2).

El mundo helenístico en el ascenso de Antíoco I (280 a.C.)
El Imperio Seléucida de Antíoco I Sóter en 280 a. C. Wikimedia Commons.

Fue esta última la que se adueñó de la porción más grande del antiguo imperio alejandrino. Su fundador, Seleuco I Nicator (354-280 a. C.) se había asegurado por la lanza un imperio que se extendía desde Anatolia hasta el actual Afganistán (3). Un imperio extenso y diverso que a la muerte de Seleuco [4] su hijo, Antíoco I, deberá defender con todas sus fuerzas.

Ptolomeo II Filadelfos, un vecino peligroso

Si Seleuco se había hecho con el control de buena parte de Asia, Ptolomeo I había hecho lo propio con Egipto, país privilegiado desde donde había extendido su influencia a Cirene, Chipre y Celesiria. Durante las Guerras de los Diádocos Ptolomeo hubo de afrontar varias invasiones desde Asia y empeñó sus esfuerzos en proteger Egipto de tales amenazas (5). Esta preocupación fue heredada por su hijo Ptolomeo II, quién gobernaba desde el 285 a. C. y estaba dispuesto a eliminar la amenaza que el Imperio Seléucida de Antíoco I suponía para su propia dinastía (6).

El enfrentamiento entre Ptolomeo II y Antíoco I fue conocido como la Primera Guerra Siria (278-271 a. C.), conflicto dividido en dos fases que a veces se considera como conflictos separados, siendo el primero de todos la Guerra de Caria (278-276 a. C.) (7) y la Primera Guerra Siria (274-271 a. C.) (8).

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El objetivo ptolemaico era expulsar a Antíoco I de la costa del Mediterráneo oriental. Primero, porque en esta región había abundante cantidad de madera para la construcción de barcos de guerra y, segundo, porque el mar era la principal vía de comunicaciones con la Grecia continental, territorio del que llegaban la mayor parte de colonos grecomacedonios que nutrían los ejércitos de Antíoco I (9).

El conflicto está pobremente documentado en las fuentes supervivientes, pero a su conclusión Ptolomeo II había privado a Antíoco de casi toda salida al Egeo en Anatolia a excepción de la Tróade, mientras que Antíoco I había sido capaz de frenar la ofensiva ptolemaica en Siria conquistando incluso la estratégica ciudad de Damasco (10), piedra angular para avanzar hacia el norte de Siria o hacia Mesopotamia.

Persas, anatolios, griegos y gálatas. El avispero de Asia Menor

Al tiempo que Ptolomeo lanzaba sus ataques contra los territorios de Antíoco en el Mediterráneo, el prematuro asesinato del rey Seleuco había desatado una gran crisis en Asia Menor que ya se vislumbraba desde las primeras guerras de los Diádocos y que acabó por estallar durante el reinado de Antíoco I Sóter (11).

Asia Menor en el año 281 a. C. Wikimedia Commons.
Asia Menor en el año 281 a. C. Wikimedia Commons.

Anatolia es una península de difícil geografía con una gran variedad de culturas. A las póleis griegas de la costa se añadían los reinos autóctonos encabezados por familias de la nobleza persa o tracia que desde la muerte de Alejandro Magno buscaron desligarse del poder macedonio (12).

Rápidamente se formó una alianza entre las monarquías de Bitinia, Ponto, las póleis del mar Negro y Antígono II, rey de Macedonia. Esta alianza tuvo como objetivo apartar a Antíoco I del Helesponto y socavar la autoridad seléucida en la península. Objetivo que se consiguió en el 278 a. C. cuando Antíoco I acordó la paz con Antígono II renunciando a reclamar las conquistas que su padre había alcanzado en Europa (13).

Guerreros gálatas. Obra de Angus Macbride.
Guerreros gálatas. Obra de Angus Macbride.

Por último, en el 278 a. C. llegó a la península una banda de guerreros celtas conocidos como los gálatas (14). Contratados por los reyes de Bitinia para servir como mercenarios, pronto se dedicaron al saqueo de la región, amenazando a las ciudades griegas de la costa. Sólo la intervención de Antíoco I puso un freno temporal a sus tropelías y, tras derrotarlos en la batalla de los elefantes (276 a. C.), los asentó en el norte de Frigia, que pasó a llamarse Galacia (15). Las póleis griegas saludaron a Antíoco I como Sóter, es decir, Salvador.

¿Tú también, Eumenes?

Uno de los factores que habían frenado el deterioro del poder seléucida en Asia Menor fue la lealtad de Pérgamo a la causa de Antíoco I. Filetero, quién comandaba la fortaleza de Pérgamo, se mantuvo fiel y protegió la región de la Tróade y el camino a Sardes en nombre de Antíoco (16). Además, recuperó el cadáver de Seleuco, le envió las cenizas a Antíoco I y acuñó moneda en nombre del primero.

El reino atálida de Eumenes I (263-241 a. C.)
El reino atálida de Eumenes I (263-241 a. C.)

Su sucesor, Eumenes, decidió no continuar con esta política y le declaró la guerra a Antíoco en el 264 a. C. derrotando a las fuerzas seléucidas en batalla cerca de la ciudad de Sardes, tradicional centro del poder político en la región. En esa misma ciudad, Antíoco I Sóter murió en el 261 a. C. tras un reinado en el campo de batalla (17).

El legado del Antíoco I, un reinado en el campo de batalla

Durante este artículo hemos hablado de las guerras que ocuparon la totalidad del reinado de Antíoco I Sóter. Sin embargo, resultaría injusto reducir la visión del soberano a la de un caudillo militar. Además de soldado tenaz, Antíoco I fue un importante fundador de ciudades. Como soberano de las satrapías superiores (294-280 a. C.) fundó y refundó numerosísimos asentamientos en Bactria, Sogdiana y Mesopotamia para la protección del comercio y las fronteras del imperio en el flanco oriental (18). Participó en los ritos de las sociedades de su imperio y extendió la cultura helenística por Asia. Con su esfuerzo en el campo de batalla consiguió mantener una vía de acceso al Mediterráneo para el Imperio Seléucida, dando así un poderoso impulso a la cultura helenística en el continente asiático.



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Referencias y bibliografía

REFERENCIAS

(1) El sistema sucesorio de la dinastía argéada no contemplaba la figura del heredero como una institución. Es decir, el nuevo rey no tenía por qué ser el descendiente del soberano precedente, aunque la mayoría de las ocasiones fuera así. El nuevo soberano debía ser elegido por la asamblea macedonia, que no era otra cosa que el ejército. (Preáux, C, [1984], pp. 5-9); Bosworth, A, B, [2002], pp. 254-258; Antela Bernárdez, B, [2009], pp. 162-165.

(2) Sobre las Guerras de los Diádocos las principales fuentes literarias de interés son: Diodoro Sículo, Biblioteca Histórica, (XIX-XX); Justino, Epítome de las historias filípicas Pompeyo Trogo, (XIII-XVII); Apiano, La guerra Siria, (LII-LXIII) y Plutarco, Vidas de Demetrio y Eumenes. También resulta de interés consultar las crónicas babilonias del periodo de los Diádocos disponibles en la página web www. Livius.org.

(3) Apiano, La Guerra Siria, (LV).

(4) Tras pasar a Europa con su ejército Seleuco fue asesinado por Ptolomeo Ceraunos, hijo de Ptolomeo I en el destierro y futuro rey de Macedonia, aunque por poco tiempo. (Apiano, [XIII, 61-64]).

(5) Durante las Guerras de los Diádocos Ptolomeo I hubo de afrontar invasiones e intentos de invasiones por parte de Pérdicas y Antígono Monoftalmos. (Vanoyeke, V, [2000], pp. 27/49-50).

(6) El reinado de Ptolomeo II Filadelfos llevó al Imperio Ptolemaico a su apogeo en una constante pugna en el Mediterráneo oriental y el Egeo contra Seléucidas y Antigónidas durante buena parte del siglo III a. C. (Vanoyeke, V, [2000], 82-87).

(7) La diferencia historiográfica atiende a la diferencia de escenarios, aunque hay que entender la Guerra de Caria como un conflicto dentro de la Primera Guerra Siria. (Grimal, P, [2002], pp. 123-125).

(8) Lozano Velilla, A, (1993), pp. 88-89.

(9) El ejército seléucida era muy heterogéneo a nivel étnico, aunque las fuerzas permanentes se componían, salvo algunas excepciones, de colonos grecomacedonios y sus descendientes (Kochva, B, B, [1976], p. 20).

(10) Kosmin, P, J, (2018), pp. 305-306.

(11) Durante las campañas de Alejandro Magno, las regiones del norte, el centro y el oriente anatólico habían quedado al margen de las maniobras del ejército macedonio, aunque reducidas a un sometimiento nominal. Tal fue así que tras la muerte de Alejandro los Diádocos ordenaron a Eumenes someter a obediencia a la satrapía de Capadocia (Plutarco, Vida de Eumenes, III). Entre el 316 y el 301 a. C. la región pasó a estar controlada por Antígono Monoftalmos, vencedor de Eumenes, hasta un nuevo reparto entre Lisímaco y Seleuco tras la batalla de Ipsos del 301 a. C. Toda la península quedó bajo el dominio nominal de Seleuco tras la batalla de Corupedio del 281 a. C., aunque su asesinato en Europa constató la frágil soberanía que los macedonios habían ejercido sobre la región (Apiano, La Guerra Siria, XI/XIII).

(12) Pachón Barragán, M, (2017), pp. 56-58.

(13) Justino, Epítome, (XXIV, 8).

(14) Los gálatas habían invadido Macedonia y derrotado a las fuerzas del rey Ptolomeo Ceraunos en el 280 a. C. Este trágico evento abrió las puertas de Grecia a los gálatas, quiénes en los dos años siguientes fueron una gran amenaza para el mundo griego. No fue hasta el 278 a. C. que griegos y macedonios comenzaron a rechazar a los invasores hacia Tracia (Grimal, P, [2002], p. 123; Lozano Velilla, A, [1993], pp. 88-89.).

(15) Apiano, La Guerra Siria, (LXII); Justino, Epítome, (XXV, 8-11).

(16) La decisión de Filetero ha dividido a los académicos en dos posiciones. Por un lado, aquellos que defienden que la lealtad de Filetero hacia los Seléucidas era sincera, puesto que Seleuco le había renovado como comandante de la fortaleza de Pérgamo después de la derrota de su antiguo señor, el rey Lisímaco, en la batalla de Corupedio del 281 a. C.

Por otro lado, hay quiénes defienden que la lealtad de Filetero fue interesada y que lo que realmente buscaba era extender su influencia entre los numerosos colonos grecomacedonios que habitaban entre las rutas de Pérgamo a Sardes en un momento en que el poder seléucida en Anatolia se derrumbaba y Antíoco era incapaz de intervenir directamente debido a una rebelión en Siria. En lo que refiere al autor de este artículo, encuentra esta segunda hipótesis más acertada que la primera, pues la política de Filetero sentó las bases para la posterior rebelión de Eumenes. (Bielfelt, R, [2019], pp. 173-180).

(17) Grimal, P, (2002), pp. 130-131.

(18) Para saber más sobre los primeros años del Imperio Seléucida en la frontera más oriental se anima a la consulta de Kosmin, P, J, (2014), pp. 30-76 y Aledo Martínez, J, L, (2020), pp. 51-58.


BIBLIOGRAFÍA

  • Aledo Martínez, J, L, (2020), Los elefantes en la guerra helenística (Siria seléucida y Egipto ptolemaico) y Cartago, Signifer Libros, Madrid-Salamanca.
  • Antela Bernárdez, B, (2009), “Sucesión y victoria. Una aproximación a la guerra helenística” en Revista Gerión, 27, nº 1.
  • Apiano, Sobre Siria, Gredos, (1980), Madrid. Traducción de Antonio Sancho Royo.
  • Bielfeldt, R, (2019), “Pergamun and Sardis: Models of Neighborliness” en Berlin, A, M; Kosmin, P, J, (Coord.), Spear-won Land: Sardis from the King’s Peace to the Peace of Apamea, Wisconsin University Press, pp. 165-190.
  • Bosworth, A, B, (2002), The Legacy of Alexander: Politics, Warfare and Propaganda under the Successors, Oxford University Press, New York.
  • “Crónica de los Diádocos” (BCHP 3), Livius.org, [en línea].(1 de diciembre de 2023) Disponible en: https://www.livius.org/sources/content/mesopotamian-chronicles-content/bchp-3-diadochi-chronicle/  
  • Diodoro Sículo, Biblioteca Histórica, (XVIII-XX), Gredos, (2014), Madrid. Traducción de Juan Pablo Sánchez.
  • Grimal, P, (2002), El helenismo y el auge de Roma. El mundo mediterráneo en la edad antigua (II), siglo veintiuno, Madrid.
  • Justino, Epítome de las historias filípicas Pompeyo Trogo, Gredos, (1995), Madrid. Traducción de José Castro Sánchez.
  • Kochva, B, B, (1976), The Seleucid Army: Organization and Tactics in the Great Campaings, Cambridge University Press, Tel Aviv.
  • Kosmin, P, J, (2018), “Damascus: From the fall of Persia to the Roman conquest” en Jokarirnata, J; Galani, S, J, (Ed.) Dead Sea Discoveries, Vol. 25, nº 3, The Damascus Document, pp. 219-318.
  • Kosmin, P, J, (2014), The Land of the Elephant Kings: Space, Territory and Ideology in the Seleucid Empire, Harvard University Press, Cambridge-London.
  • Pachón Barragán, M, (2017), “Las monarquías helenísticas en Anatolia. Entre el mundo griego y el oriental” en Polis: Revista de ideas y formas políticas de la Antigüedad, nº 29, pp. 55-68.
  • Plutarco, Vida de Demetrio, Gredos, (2009), Madrid. Traducción de Juan Pablo Sánchez Hernández y Marta González González.
  • Plutarco, Vida de Eumenes, Gredos, (2007), Madrid. Traducción de Jorge Bergua Cavero, Salvador Bueno Morillo y Juan Manuel Guzmán Hermida.
  • Preáux, C, (1984), El mundo helenístico: Grecia y Oriente, desde la muerte de Alejandro a la conquista de Grecia por Roma (323-146 a. C.), (I), Editorial Labor, Barcelona.
  • Lozano Velilla, A, (1993), El mundo helenístico, Editorial Síntesis, Madrid.
  • Vanoyeke, V, (2000), Los Ptolomeos. Últimos faraones de Egipto. Desde Alejandro Magno hasta Cleopatra, Alderabán, Madrid.
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José Ricardo Núñez Pérez
Graduado en Historia por la Universitat de València con una estancia Erasmus en la Università della Sapienza di Roma. Máster en Historia y Ciencias de la Antigüedad por las universidades Autónoma y Complutense de Madrid. Máster en Formación del Profesorado de Secundaria con especialidad en Geografía e Historia por la UNIR. Fundador y administrador del proyecto de divulgación 'Helenismo y Roma' en Instagram, YouTube y Facebook.