Quién les iba a decir a los persas, pueblo tribal de origen indoeuropeo, que tras asentarse a orillas del Golfo Pérsico (aproximadamente en el siglo VIII a. C.), fundarían la dinastía aqueménida y conseguirían extender sus dominios desde los mares Negro y Mediterráneo hasta casi la India.
Comienza la dinastía aqueménida
Esta casa real o como queráis llamarla, debe su nombre a Aquemenes, un jefe tribal que condujo a los suyos hasta su territorio definitivo, Parsumash. De este señor se sabe poco, la verdad. Lo que sí se conoce es que le sucedió su hijo Teispes y a él, el suyo: Ciro I. Este último estuvo sometido a la aun potente y despiadada Asiria, a la que no solo envió tributos, también a su primogénito como rehén. Aunque a Asiria le quedaba poco (1).
Matrimonio de conveniencia: Media y Persia
Pero volvamos a lo nuestro. Tras fallecer Ciro I, uno de sus vástagos, Cambises I, ocupó el trono. Al nuevo rey se le ocurrió la feliz idea de casar a su hijo con la hija de Astiages, monarca de la vecina Media (2). Para atar lazos y limar asperezas, vaya, que siendo parientes no nos vamos a pegar.
El abuelo medo, Astiages, no sabía dónde se metía. Ocupado en ampliar sus territorios y reformar el país, dicen las lenguas viperinas que era un poco golfo. Esto parece que no gustaba mucho a sus conciudadanos. Vamos, a los nobles, el pueblo como siempre a verlas venir.
Ciro II y el Imperio Persa
Del matrimonio concertado nació un chiquillo, Ciro II, apodado el Grande. Al parecer, Astiages no sentía mucho cariño por su nieto persa e intentó eliminarlo. Abuelo ¡no sabes con quién te juegas los cuartos! Ciro lo derrotaría en la capital meda, Ecbatana, apoyado por nobles de la propia Media, cansados del estilo de vida del abuelito. Se hacía así el persa con un buen territorio, que iría aumentando hacia el norte, donde ya empezarían las fricciones con los griegos. No contento aún, conquista Babilonia (3).
Pasagarda, la capital de Ciro II
En Pasagarda, capital del Imperio, Ciro II construiría su gran palacio. Situado sobre una plataforma elevada y con grandes bloques de piedra, lo más sobresaliente es la gran sala hipóstila (4), muy típica en las construcciones persas y que servía de sala de audiencias: la apadana. En esa ciudad tendría también su última morada: una construcción en piedra, rectangular con el tejado a dos aguas, situada sobre una plataforma escalonada. Ciro la ocuparía en el 530 a. de C. tras morir en combate.
Cambises II se va a Egipto
Ciro II había tenido dos hijos, Cambises II y Bardiyas. El primero le sucedió y, además, dio matarile a su hermano, de lo que casi nadie se enteró. También tuvo éxito en la conquista de Egipto, iniciando allí la dinastía XXVII. Pero en su ausencia, un listo llamado Gaumata, se hizo pasar por el difunto Bardiyas y fue reconocido como rey en Persia. Cambises hizo las maletas y salió echando leches de Egipto rumbo a casa, pero falleció en el viaje. ¡Menudo lío!
Un nuevo rey para la dinastía aqueménida
Menos mal que estaba disponible Dario I, que manda al falso Bardiyas al otro barrio y, con él a otros aspirantes al trono. Convirtiéndose en monarca persa en el año 522 a. de C. y dividiendo el reino en satrapías o provincias. En Susa, la antigua capital de Elam, construye un fastuoso palacio cuya apadana estaba rodeada de jardines. También funda una nueva capital, Persépolis. Venga lujo y despilfarro.
Pero su reinado no estuvo exento de problemas. Con la sublevación las ciudades griegas de Jonia, se da el pistoletazo de salida a las Guerras Médicas (5). También se le suben a las barbas los egipcios. Cuando Darío I fallece comienza la cuesta abajo del Imperio Persa.
El principio del fin
Con Jerjes I se recrudecen los enfrentamientos con las Polis griegas. Consigue reprimir a los babilonios y funde la estatua de oro de su dios Marduk convirtiéndola en lingotes. Morirá asesinado, lo mismo que su hijo y sucesor Darío. En su lugar, sube al trono Artajerjes I, con el que finalizarán los enfrentamientos con los griegos (Paz de Calias).
Fue sucedido por Jerjes II, quien duró 15 días en el trono, siendo asesinado por uno de sus hermanastros y éste, a su vez, por otro de ellos, que se convertiría en Darío II. ¡Venga asesinatos! Los cuchillos volaban. Luego vendrán tres Artajerjes más, hasta el cuarto. Son reinados llenos de sublevaciones y revueltas. Al menos Artajerjes III consigue instaurar la Dinastía XXXI en Egipto, algo es algo. Pero ¡cuidado! en esa época está surgiendo una nueva potencia, la Macedonia de Filipo II. La dinastía aqueménida peligra.
El final de la dinastía aqueménida
El final del Imperio aqueménida llega con Darío III, coetáneo de Alejandro Magno, heredero de Filipo II. Alejandro haría huir al persa en un par de ocasiones con el rabo entre las piernas. Finalmente, Darío III sería asesinado en el 339 a. C. por uno de sus sátrapas, que quiso ser Artajerjes V, pero el macedonio tomaría posesión de Persia y no le dejó. Al Magno no le duraría mucho la fiesta, pero eso es otra historia.
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