Erotismo, belleza y líos amorosos. De no ser porque estaríamos hablando de los amantes de Cleopatra, quizás podríamos -y con razón- confundirnos con una telenovela. A lo largo de los siglos han surgido historias de amor y odio, de las cuales, la mayoría se nos han transmitido por medio de obras de teatro o películas. Sin lugar a dudas, la de la reina de Egipto y su habilidad para seducir y volver locos de amor a dos hombres -aunque no con un mismo destino- como Julio César y Marco Antonio, es una de las más significativas.
La reina que se casaba con sus hermanos
La dinastía ptolemaica (1) dominaba la región de Egipto. Esta dinastía, que se encontraba en decadencia gracias a sus gobernantes, coincidió con la expansión romana por el Mediterráneo. Como a Roma no le interesaba conquistar la región africana (2), optaron por considerarla amiga y aliada suya. Ya se sabe, más vale malo conocido que bueno por conocer.
Cuando Cleopatra llega al poder, Egipto ya era una marioneta de Roma. Es aquí cuando empieza el grueso de la historia. El padre de Cleopatra buscó el apoyo en Roma, primero con Pompeyo y luego con César (3). Era fundamental contar con este apoyo por la importancia que tenía la propia República. Tras su muerte, y como era su voluntad (4), sus hijos Cleopatra y Ptolomeo le suceden.
¿Qué pasa normalmente entre hermanos? Pues que se llevan a matar, y nunca mejor dicho, ya que ambos hermanos lucharon entre sí. César llegó a Egipto tras perseguir a Pompeyo. ¿Recordáis cuando el padre de Cleopatra fue en busca de apoyo en Roma? Pues el mismo Pompeyo pretendía el apoyo de sus amigos para refugiarse. Pero finalmente sería asesinado por el círculo de amistad de Ptolomeo, provocando el malestar de César por esto (5).
Cleopatra quería aprovechar este malestar, y reunirse con César. ¿Cómo lo haría? A través de una alfombra, sí, habéis leído bien. Básicamente como si de un paquete de Correos se tratara… Cleopatra estaba dentro de la alfombra. ¡Qué regalo «tan» inesperado!, habría pensando César. El motivo era claro, quería pasar desapercibida y no encontró una manera más peculiar que esta. No solo conseguiría captar la atención de César, sino que a través de su belleza y su labia le haría cambiar de parecer.
César, el primero de los amantes romanos de Cleopatra
El encuentro supuso el comienzo de una relación política y amorosa. A pesar de que César en un principio pensó en un gobierno entre los dos hermanos, la manera por la que murió Pompeyo y la conversación con Cleopatra cambió su opinión, apoyando a esta solamente. César con 52 años y Cleopatra con 21 primaveras, ¡mira que despierto el pájaro este! Total, que acabó siendo uno de los amantes de Cleopatra, o ella de él…
Este apoyo se tradujo en darle tropas para que en la llamada Guerra alejandrina, Cleopatra resultara vencedora. Como en todos estos casos, el que pierde aparece misteriosamente muerto y aquí Ptolomeo murió ahogado. A pesar de que Cleopatra resultó vencedora, esto tuvo una repercusión negativa para Egipto, pues suponía que Roma tuviera tropas asentadas de manera permanente. Pobres egipcios, los engaña todo el mundo…
La reina en la república
De esta manera, Cleopatra se casaría con su otro hermano, Ptolomeo (también, no eran muy imaginativos en la familia), así que ella tenía todo el poder (6). A partir de este momento, la reina ya empezaba a plantearse como aumentar su poder mediante aprovechando que era amante de César. Esta relación amorosa era eso, una relación de amor, pero ambos podrían beneficiarse del otro. Como en casi toda relación formal, el nacimiento del hijo no tardaría en llegar: Cesarión.
El siguiente paso en la relación fue, como no, “vivir” juntos. A pesar de que Cleopatra pasó dos años en Roma, durante gran parte del tiempo no pudo estar con él, dado las campañas que tenía que realizar. César reconoció a su hijo y los «lujos que se gastaba en Roma» (7), los asuntos de la reina eran el cotilleo del día. El final de la relación se vio como en una trágica historia de amor de Shakespeare, con la muerte de su amado César y el regreso a Egipto, siendo la única y última vez que la reina visitaría Roma.
Os podéis imaginar el revuelo que se montaría con la muerte de César (8) y las ansias de venganza. Octavio (9) y sobre todo Marco Antonio, reclamarían la venganza. Cleopatra, ya en Egipto, se posicionaría a favor de los amigos de César, pues intuía que estos iban a salir victoriosos.
A rey muerto, rey puesto. El siguiente entre los amantes de Cleopatra
Marco Antonio y Cleopatra se vieron por primera para hablar sobre unos «asuntillos» de Oriente (10). ¿Recordáis el encuentro entre César y Cleopatra por primera vez? Pues esta vez iba a ser a lo grande, ya que se presentó ante él en una barca, y con una indumentaria con todo tipo de detalles. (11) Es aquí cuando comienza un nuevo amor que lleva a Marco Antonio a se otro más en la lista de amantes de Cleopatra, aunque el plan de ella era hacer que viera que Egipto podría ser la zona con mayor desarrollo del mundo.
Marco Antonio disfrutaba de Alejandría, tanto es así que se quedó durante más tiempo del previsto. Claro, todo esto despertó inquietudes en Roma y tuvo que volver para responder a una serie de acusaciones. Al mismo tiempo que contraía matrimonio en Roma con Octavia (12), tuvo dos hijos con Cleopatra.
Marco Antonio tenía que retomar los «asuntillos de Oriente», así que volvió a establecer contacto con Cleopatra. Ella quería retomar también la independencia de Egipto e intentar que su hijo Cesarión tuviera algo de enchufe en Egipto y si podía ser, en Roma. En este encuentro, se acordaron las Donaciones de Alejandría (13). Y aprovechando el encuentro, nació su último hijo, Ptolomeo Fidadelfo.
Roma no paga a traidores
Aún con el apoyo de Egipto, Marco Antonio no consiguió grandes logros militares, y esto hizo que Octavio aprovechara la situación para proclamar a su rival como traidor de Roma. La visión de los romanos de Cleopatra no mejoró, y se le acusó también de querer dominar la República Romana.
El hecho de que Marco Antonio se separa de Octavia, y que Octavio no apoyara a este, supuso una inminente guerra civil que daría lugar a un enfrentamiento entre ambos (14). A pesar de que querían acabar con los enemigos de César, uno de los dos tendría el poder de lo que en un futuro muy cercano sería el Imperio.
Esta trágica historia de amor acabó con una muerte digna: el suicidio de Marco Antonio y el de ella, tras ser capturada por Octavio y escapar para dar fin a su vida con el veneno de una serpiente.
El fin de su vida supuso el cierre a este triángulo amoroso de amantes de Cleopatra. Primero con el hombre que tuvo a sus pies Roma, Julio César, y después con Marco Antonio, el cual creyó que podría continuar con su legado. Y pese a todo esto, no hay que olvidar el deseo de la reina por tener un Estado libre ajeno a la presencia romana.
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