La batalla de las Puertas Persas, o de la Puerta de Persia es, casi con toda certeza, una de las batallas menos conocidas de Alejandro Magno en su conquista del imperio Aqueménida (entre el 334 y el 323 a.C.). Sin embargo, está considerada como el desafío más serio con el que se enfrentó, durante la conquista de imperio persa.
La mayoría conoce, sin duda, la historia del puñado de espartanos, acompañados de otro puñado de griegos de diferentes polis, que frenó durante tres días al ejército persa de Jerjes (1), el rey de reyes, en las Termópilas, durante el verano del 480 a.C. También, resultan muy conocidas las casi increíbles hazañas del ejercito greco-macedonio, que, siglo y medio más tarde, logró derrotar a los persas en las batallas del río Gránico (334 a.C.). También en Issos (333 a.C.) y en Gaugamela (331 a.C.). Pero, en esta ocasión, es en la batalla de las Puertas Persas donde vamos a centrar nuestra atención.
Las campañas de Alejandro Magno en Persia
Tras afianzar su dominio sobre la península anatólica y las costas orientales mediterráneas (actuales Siria, Líbano, Israel, Palestina y Egipto), el divinizado Alejandro consideró que debía continuar con la ocupación del imperio aqueménida. Para ello, optó por dirigir su ejército hacia el mismo corazón del imperio. Y utilizó la Gran Calzada o Gran Camino Real (2), que conectaba Sardes (3) y las regiones del extremo occidental con las capitales y regiones más orientales: Persépolis (4) y Pasargadae (5). Debía darse prisa, ya que tenía noticias de que Darío III, el emperador persa, estaba reclutando tropas y construyendo un nuevo ejército en Ecbatana (6).
El plan persa
Ariobarzanes (7), sátrapa (8) de la provincia de Persia/Farsis, recibió la misión de retrasar en la medida de lo posible el avance macedonio. Debía ganar el tiempo suficiente para que se terminara de formar un nuevo gran ejército persa.
Contaba con una tropa relativamente escasa (9) y la ventaja de conocer al detalle el terreno que los macedonios debían atravesar. Había pocas rutas viables para atravesar los montes Zagros en invierno. Y todas ellas eran extremadamente peligrosas. La más evidente y directa, atravesaba las conocidas Puertas Persas. Y, precisamente, una batalla en las Puertas Persas podría darle ventaja.
Entre los comandantes persas había, al menos que sepamos, una mujer (10): Youtab. Era hermana de Ariobarzanes. Ella luchó codo con codo junto a su hermano en la batalla, corriendo su misma suerte (11).
Hacia la batalla de las Puertas Persas
Una inesperada nueva ventaja sobrevino a los persas, al dividirse el ejército macedonio en dos agrupaciones, tras la conquista de Susa (12). Parmenión (13), llevó una mitad por el Camino Real. Mientras, el propio Alejandro tomaba la ruta más directa hacia Farsis, directamente hacia el angosto paso de montaña conocido como las Puertas Persas.
A pesar de su veteranía, Alejandro pecó de soberbia creyendo que no encontraría fuerzas enemigas durante su marcha. Suponía que todos los soldados persas disponibles se estaban encaminando en aquellos momentos hacia Ecbatana. Así pues, decidió obviar incluso la más elemental de las precauciones. Así, cayó de cabeza en la emboscada preparada por Ariobarzanes.
Las Puertas Persas
El valle que precede a las Puertas Persas es muy amplio. Esto, permitió al reducido ejército macedonio (14) penetrar en las zonas montañosas a toda marcha. Los persas ocuparon posiciones justo tras una curva del camino, en un punto en donde se estrecha considerablemente. Así, dejaron un hueco de un par de metros de ancho.
En cuanto las tropas macedónicas se adentraron por el desfiladero, los persas atacaron con furia, sorprendiéndolos. Los griegos, incapaces de avanzar o retroceder, sufrieron un duro castigo y una considerable cantidad de bajas. Finalmente, gracias a la sangre fría y la dirección del propio Alejandro, se pudo ejecutar una retirada ordenada. Si bien, abandonando a los caídos (15). Esta maniobra supuso la salvación del resto del ejército griego.
Pese a este innegable éxito inicial, Ariobarzanes sabía que la batalla no había acabado aún.
Alejandro Magno Vs Ariobarzanes: ¿Tablas?
Resultaba tentador intentar aprovechar la ventaja obtenida y avanzar sobre los macedonios en retirada. Sin embargo, Ariobarzanes sabía que sus tropas no eran rival para los veteranos de Alejandro en un terreno llano. Además, contaba con que Alejandro, una vez reorganizara a sus tropas, reintentara pasar por las Puertas Persas nuevamente o decidiera tomar otra ruta.
Alejandro estaba en una situación insostenible. No podía dirigir sus tropas ni hacia el norte ni hacia el sur. Así que no le quedaba otro remedio que rendirse, una vez terminados sus suministros. O tratar de forzar nuevamente el paso.
Parecía que esta vez la estrella de Alejandro podía apagarse, ya que había dado finalmente un paso en falso, que podría serle fatal.
Traición y solución de la situación en la batalla de las Puertas Persas
La situación se mantuvo durante un mes. Los macedonios estaban inmovilizados. Lanzaban ataques sobre las posiciones persas, pero sin lograr romper sus defensas. El número de bajas, obviamente, aumentaba. Las Puertas Persas no se abrían ante Alejandro en aquella batalla.
Tampoco había noticias de las tropas de Parmenión. Aunque las fuentes no lo aclaran, parece razonable pensar que Ariobarzanes dispusiera de otro ejército, bastante más numeroso, para interferir el movimiento de Parmenión. En circunstancias normales, sus tropas tendrían que haber invertido no más de 3 semanas para llegar a Persépolis desde Susa. Pero precisaron de bastante más tiempo, lo que hace suponer una fuerte resistencia.
Finalmente (16), Alejandro tuvo noticias de un paso lateral desguarnecido. Así que envió allí rápidamente un fuerte contingente de tropas, para rodear a los persas en un ataque en pinza. Las Puertas Persas habían cedido…
Aunque se desconocen las cifras exactas, muchos historiadores afirman que este enfrentamiento le costó a Alejandro sus mayores pérdidas durante toda la campaña de conquista del imperio persa.
Tras la batalla de las Puertas Persas
El relato de los hechos posteriores resulta confuso. Hay autores que afirman que tanto Ariobarzanes como el resto de persas supervivientes quedaron atrapados. Y, en lugar de rendirse, escogieron cargar directamente contra las líneas macedonias. Así, fueron masacrados. Por el contrario, otros afirman que un pequeño grupo de persas logró escapar en dirección a Persépolis (17). Al llegar, se encontraron con que la guarnición de la ciudad, temerosa de las represalias griegas, mantenía las puertas de la ciudad cerradas para ellos. Así, los victoriosos macedonios los masacraron al pie de las murallas. Persépolis se rindió a Alejandro sin lucha.
La derrota de estas fuerzas persas supuso eliminar el último obstáculo militar entre Alejandro y Persépolis. La caída de Persépolis puso en manos de Alejandro el inmenso tesoro real (18). Antes de continuar su marcha hacia el este, en busca del enfrentamiento final contra Darío III, y a pesar de haberse rendido sin lucha, Alejandro permitió a sus tropas saquear Persépolis (19).
Pese al tiempo obtenido por Ariobarzanes y su sacrificio en la batalla de las Puertas Persas, Darío III no logró reunir un ejército suficiente en Ecbatana con el que enfrentarse a Alejandro. Por ello, optó por continuar huyendo hacia Bactra (20), perseguido de cerca por el ejército macedonio. Terminó siendo traicionado por un grupo de sus propios sátrapas. Estos lo asesinaron a mediados de julio de 330 a. C., coronando a Bessos, uno de ellos, como Artajerjes V. Si bien al año siguiente (21) cayó en manos de Alejandro. Lo torturaron y ejecutaron (22) a la manera persa, por el asesinato de su soberano.
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