Calladita estás más guapa. Literatura y distopía de ser mujer I: la Grecia Clásica

Si pensamos en la Grecia Antigua, nos vienen a la cabeza cosas como democracia, filosofía o tragedias que nada tienen que envidiar a las telenovelas mejicanas. También, los más frikis, pensaríamos en 300 o en el Hércules de Disney y el sarcasmo de Hades. En esos héroes o semidioses, que se enfrentan a su destino y salvan ciudades, después de machacarse en el gimnasio. Pero, ¿y la mujer griega? ¿Dónde están ellas? Bueno, la literatura ya se encargó de marcar algunas pautas para dejar bien claro su lugar. O dentro de casa, o depravadas alejadas del mundo civilizado.

Misoginia desde las altas esferas del Olimpo, la mujer en la Grecia Antigua

Ante la duda, en la mitología clásica cualquier «ser» puede ser hijo de Zeus. Y es que desde que el dios del trueno se coronó como el mandamás del Olimpo, después de salvar a sus hermanos de Crono (1) y vencer a los Titanes (2), se dedicó a tirarse a todo lo que se movía.

Hera, la esposa celosa: el primer topicazo de mujer griega

Hera, esposa y hermana de Zeus, se pasó la vida intentando que no le pusiera los cuernos. Para ello, hizo de todo; incluso puso al gigante Argos, con sus cien ojos, para vigilar (3). Pero lo que más popular la hacía, eran sus cabreos contra las amantes e hijos del dios. Ellos eran los que pagaban el pato. La diosa Leto (4), la princesa Semele (5) o incluso Heracles (6) son algunos de los que sufrieron en sus carnes los castigos más gore de la diosa.

Y es que a Hera, la diosa protectora del matrimonio, la pintaban como la más cruel del panteón olímpico. Pese a sus numerosos santuarios (como el templo de Hera en Agrigento, S. V. a. c., o el Hereo de Samos, del S. VIII a. c.) quedó para la posteridad su peor cara: siempre pendiente de vigilar a su marido y violenta contra otras mujeres. Diosa del matrimonio sí, pero también imagen de esposas celosas.

Afrodita, la belleza seductora… el «putón verbenero» de toda la vida

Con el nacimiento de Atenea, niña bonita de Zeus, que se sacó de la cabeza (7), Hera quiso darle un zasca y tener ella sola un niño. Así, tuvo a Hefesto, feo y cojo, pero casado con la belleza personificada: Afrodita, caprichosa y frívola (8). Ésta no tenía reparos en engañarle con otros (9) y acabar con cualquier chica que dijera ser más guapa que ella (10). Vivía por y para sus antojos, sin importar lo demás. Con estos apuntes de mitología, desde que los principales dioses griegos se mudaron al monte Olimpo, el retrato que se pintó de la mujer en Grecia fue el de ser vanidosa y creída.

Hera y Afrodita dos ejemplos de mujer griega
Las Diosas Hera y Afrodita (copias romanas en mármol, siglo II).

Sin comerlo ni beberlo…

A algunas la mala fama les vino de rebote. Un días estás en casa tranquila y al siguiente has condenado a la Humanidad, como le pasó a Pandora (11). O provocas una guerra como Helena (12). O te conviertes en un monstruo, como le pasó a Medusa. Todo por piques entre dioses.

Pandora, la primera mujer griega: ¡la culpable de todos los males!

Pandora fue creada a posta por Zeus. Éste se había enfurruñado y dejado de respirar, porque el titán Prometeo le quitó el fuego para dáselo a los hombres. Por ello, Zeus creó una mujer e hizo que todos los dioses le dieran un don. Después, se la entregó a Epimeteo, el hermano del titán, junto con una caja sorpresa. Pandora, la primera mujer del mundo y llena de curiosidad, abrió la caja para saber qué había y terminó liándola. Y es que de ella se empezaron a escapar los males del mundo por todas partes.

Helena, el bellezón que provocó una guerra

En cuanto a Helena, su belleza la hizo famosa en toda Grecia. Cuando el príncipe Paris eligió a Afrodita como la diosa más bella, esta le prometió a Helena como esposa. Durante una visita a Esparta y en un descuido de Menelao, esposo de Helena, Paris se la llevó a Troya. Desencadenando una guerra en la que tanto griegos como troyanos maldijeron a la joven y la culparon de lo que pasaba. Aunque la Helena de la Ilíada, de Homero, reniega muchas veces de Paris, llegando a discutir con Afrodita porque no quiere saber nada de él. Pero la Historia solo la dejó como la chica guapa, la mujer griega que llevó al mundo a una guerra.

Pandora y Helena, dos mujeres de la Grecia Antigua
Pandora, con su caja (Charles-Amable Lenoir, 1902) y la presumida Helena (Evelyn de Morgan, 1898).

Medusa, una mujer violada convertida en un monstruo

Medusa, la única mortal de las temibles gorgonas (13), pasó de pelo pantene a uno más encrespado y con serpientes. Se dedicaba a convertir en piedra a todo aquel que la mirara. Tras matarla, Perseo cuenta que era una mujer griega muy bella a la que Poseidón violó en un templo de Minerva, y como venganza, la diosa la convirtió en monstruo (14). El héroe, con ayuda de la diosa que le dio unas sandalias aladas y un casco para hacerle invisible, consiguió matarla y le dio la cabeza a Minerva. Ésta la puso en su escudo, como símbolo de protección. Medusa no solo fue víctima de una violación -la excusa de Poseidón es que era guapa-; lo fue también de una diosa, como castigo por lo que le habían hecho. 

Perseo con la cabeza de Medusa. Cellini. 1554. Fuente: La Guía de Historia del Arte.

Hechiceras y peligrosas

El tópico de que las mujeres somos unas brujas viene de lejos. La literatura griega antigua ya se encargó de crear este estereotipo femenino, y de perpetuarlo hasta la posteridad.

Circe, una bruja en toda regla

Homero nos cuenta en el poema de la Odisea todas las aventuras que vivió el héroe Odiseo, desde que sale de Troya hasta que tuvo a bien llegar a su casa. Entre todas las cosas que le pasan, está su hazaña la isla de Eea (15). Allí, habla de una mansión en mitad del bosque, rodeada de leones y lobos (16). Circe, maga y experta en drogas, vivía allí sola con sus criadas. Y se dedicaba a convertir a los hombres en animales (17). Odiseo, advertido antes por el dios Hermes de lo tramposa que era esta tipa, consiguió vencerla y liberar a sus compañeros. No sin antes de que ella le metiera en la cama (18). Así, se da la imagen de que las mujeres que viven solas sin hombres son peligrosas y retorcidas. Hechiceras misteriosas y muy listas, que intentan hacerte la trece catorce si te despistas.

Circe, la mujer bruja en la antigua Grecia
Circe ofreciendo la copa a Odiseo. Waterhouse. 1891. Fuente: Art UK.

Medea, la despechada

Otra mujer que dio mucho que hablar fue Medea: cruel, despechada y asesina de sus hijos. Pero antes, fue princesa de la Cólquide, y ayudó al héroe Jasón a encontrar el vellocino de oro con su hechicería (19). El héroe se casó con ella, tuvieron hijos y se fugaron a Grecia. Hasta aquí, como cualquier cuento de princesas.

Pero Jasón terminó dejándola en la estacada por una princesa de más estatus (20). Medea no podía volver a su casa, porque traicionó a los suyos para ayudar a Jasón. Pero tampoco tenía a dónde ir en Grecia, porque siendo mujer, extranjera y sola, su futuro no sería nada bueno. Desesperada y buscando venganza, asesinó a los hijos que tuvo con Jasón. Éste le contestó con la frase:

«Ninguna mujer griega se hubiera atrevido jamás a esto» (21).

Con ello, se refirió a su condición de extranjera. Ya que toda buena griega nunca hubiera rechistado con la decisión de un hombre. Pero ella venía de fuera, de sitios menos civilizados. Así, la literatura griega juzgó como «mala malísima» a cualquier mujer que se saliera del modelo sumiso establecido para ellas.

Medea mujer en la Grecia de la Antigüedad
Medea (Anthony Frederick Augustus Sandys, 1868). Fuente: Wikipedia.

Amazonas: las antisistema del mundo griego

«La mujer es un hombre incompleto». Aristóteles (22).

Otro mito que recaía sobre la mujer fue la leyenda urbana de las amazonas. Una sociedad de mujeres guerreras, a caballo y que se quemaban uno de los pechos para poder disparar mejor con el arco. La norma decía que no eras realmente un héroe hasta que no luchabas contra las amazonas. Desde Aquiles que mató a la reina Pentesilea en Troya (23) (mujer y ayudando a los troyanos en la guerra), hasta Heracles. Éste, en uno de sus doce trabajos, tenía que robarle un cinturón mágico a Hipólita, regalo del dios Ares (24). Pentesilea e Hipólita, dos reinas poderosas que mandaban y peleaban.

Escena de Amazonomaquia. Mausoleo de Halicarnaso. 370-350 a. c. Fuente: British Museum.

Su nombre significa «matadoras de varones», en boca de Heródoto (25), historiador griego del S. V a. C.  Él nos cuenta que los escitas, señores que vivían en la zona del Mar Negro, se enfrentaron a ellas creyendo que eran hombres (26). Estas antagonistas del mundo griego se vestían como los hombres y preferían las armas al telar (27). ¡Así no iban a encontrar nunca novio! No sabían manejar barcos (28), así que no eran ni muy listas ni muy civilizadas, y saquearon todos los pueblos que encontraban a su paso. Algo que solo hacían los bárbaros. Las amazonas también se salieron del canon, pero ellas, no contentas con ir a contracorriente, encima hacían «cosas de chicos». Atribuyéndose esos roles que la sociedad no veía bien si eras chica. Machorros de la Antigüedad.

¿Mujeres mandando?

No hay nada que descoloque más a un griego antiguo que la falta de orden. Lo demás es barbarie. El papel de la mujer griega está es la casa y la política no es cosa suya. ¿Ellas que sabrán?

Lisístrata, primer personaje en declarar una huelga y encima sexual, era un peligro para la sociedad. Aunque la muchacha quisiera dejar de financiar la guerra. Pero convenció a las demás mujeres griegas de desobedecer a sus maridos.

«No hay fiera más mala de combatir que la mujer, ni siquiera el fuego, ni hay pantera alguna tan sinvergüenza». El Corifeo (29).

Aristófanes, en su comedia, presenta a una Lisístrata que se preocupa por la fama que les dan los hombres a las mujeres. Su amiga Cleónice le contesta que cómo van a hacer algo inteligente, si solo saben hacer cosas de casa y estar guapas. Por lo que empiezan a reunir a todas las mujeres de Grecia y juntas hacen que firmen la paz unos hombres con otros.

En definitiva, darles voz solo traía caos: como el que suponía la esfinge o las sirenas, monstruos fantásticos que traían la muerte. Casualmente, con formas femeninas y con voz para engañar (30). En el mundo antiguo clásico, diseñado por y para hombres, el papel de la mujer griega era ser una ameba. Desde monstruos con forma de mujer, hasta las que querían acabar con los roles de la esposa obediente cogiendo espadas, viviendo solas u opinando en política (31), la propaganda contra las mujeres que tenían un mínimo de iniciativa se reflejaba rápido como algo peligroso contra la sociedad.


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Referencias y bibliografía

Referencias

(1) Hesíodo, 2013, pp. 55-56. Hijo de Crono y Rea. Su padre quiso devorarlo como la resto de sus hermanos (Histia, Deméter, Hera y Hades), para que ninguno lo destronara. Cuando nació Zeus, Rea engañó a Crono dándole una piedra envuelta en pañales y escondió a su hijo. Una vez Zeus creció, derrotó a su padre y liberó a sus hermanos.

(2) Hesíodo, 2013, pp. 62-65. Hijos de Urano. La titanomaquia enfrentó a los dioses olímpicos, dirigidos por Zeus, contra los titanes.

(3) Ovidio, 2014, pp. 33-37. Zeus se enamora de Io y cubre con niebla el paisaje para no ser descubiertos manteniendo relaciones sexuales. Como Hera sospechaba, Zeus convirtió a la joven en vaca y se la dio como regalo. Para que este no la robara, Hera encargó al gigante Argos su custodia.

(4) Hesíodo, 2013, p. 52. Madre de Ártemis y Apolo.

(5) Ovidio, 2014, pp. 75-77. Muere fulminada.

(6) Hesíodo, 2013, p. 75. Hijo de Zeus y Alcmena.

(7) Hesíodo, 2013, p. 74.

(8) López y Unceta, 2011, pp. 78-79.

(9) Hesíodo, 2013, p. 44.

(10) Ovidio, 2014, p. 256.

(11) Hesíodo, 2013, pp. 86-87.

(12) Hesíodo, 2013, pp. 167-168.

(13) Hesíodo, 2013, pp. 46-47.

(14) Ovidio, 2014, pp. 114-116.

(15) Homero, 2013, p. 202.

(16) Homero, 2013, p. 205.

(17) Homero, 2013, p. 205.

(18) Homero, 2013, p. 207.

(19) Ovidio, 2014, pp. 163-176.

(20) López y Unceta, 2011, pp. 83-87.

(21) López y Unceta, 2011, p. 86.

(22) Jaramillo, 1997, p. 53.

(23) Pomeroy, 1999, p. 39.

(24) Pomeroy, 1999, p. 39.

(25) Heródoto, 1994, p. 405.

(26) Heródoto, 1994, pp. 205-406.

(27) Heródoto, 1994, pp. 407-408.

(28) Heródoto, 1994. pp. 405-406.

(29) Aristófanes, 1989. p. 157.

(30) López y Unceta, 2011, pp. 70-75.

(31) López y Unceta, 2011, pp. 65-66.


Bibliografía

  • Bermejo, J., Bermejo Barrera, J. C., González García, F. J. y Reboreda Morillo, S., 1996, «Cap. VII: Mito e ideología: supremacía masculina y sometimiento femenino en el mundo griego antiguo», Los orígenes de la mitología griega, pp. 163-216, Akal, Madrid.
  • Herodoto, 1994, Historias. Libros I-IV, Akal, Madrid. Edición de Antonio González Caballo.
  • Hesíodo, 2013, Teogonía. Trabajos. y días. Escudo. Certámen, Alianza Editorial, Madrid.
  • Homero, 2013, Odisea, Colección Austral – Espasa, Barcelona.
  • Jaramillo, J., 1997, ¿El sexo débil de la mujer?, Universidad de Costa Rica, Ciudad Universitaria Rodrigo Facio.
  • López, R. y Unceta, L. (coord.), 2011, Ideas de mujer. Facetas de lo femenino en la antigüedad, Colección Lilith, Centro de estudios sobre la mujer, Universidad de Alicante, Alicante.
  • Ovidio, 2014, Las metamorfosis, Editorial Juventud, Barcelona.
  • Pomeroy, S. B., 1999, Diosas, rameras, esposas y esclavas. Mujeres en la antigüedad clásica, Akal, Madrid.
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