Esa delgada línea divisoria que separa la genialidad de la locura, es siempre objeto de debate; así artistas malditos en su día , como Van Gogh, hoy son de lo más cotizados en el mercado del arte. La misma duda, sobre la originalidad o la extravagancia de Gaudí, sobre si era un genio o un loco, asaltó a Elías Rogent, director de la escuela de arquitectura de Barcelona, en 1878 (1).
« No sé si hemos dado el título a un loco o a un genio, el tiempo lo dirá.»
Hoy día es considerado el buque insignia del modernismo. Sus obras, tanto dentro de Cataluña (la inmensa mayoría) como fuera de ella son un patrimonio de incalculable valor.
La Infancia de Gaudí en el Baix Camp de Tarragona
De Gaudí sabemos con exactitud la fecha de su nacimiento, el 25 de junio de 1852, pero no tanto si fue en Reus o en Riudoms. El lugar fue en una masía, donde solían veranear los Gaudí. Los límites municipales no estaban muy claros, y ninguno de los dos municipios quiere renunciar al título de «lugar de nacimiento del genio Gaudí«.
Quinto hijo de Francesc Gaudí y Antonia Cornet, una familia de la calderería industrial, plasmará esta tradición metalúrgica en su trabajos de forja, presentes en los balcones de la Pedrera, en las puertas del palau Güell o en las de la finca Güell. Gaudí tuvo un reumatismo infantil que hizo de él un niño contemplativo, dotado de una visión extraordinaria (2). Tal observación detallada y exhaustiva será la que después permita hacer de su obra todo un homenaje e imitación a la naturaleza. Ya en su pubertad, estudiando en los escolapios de Reus, proyectó una restauración del monasterio de Poblet , siguiendo a su admirado Viollet-le-Duc, quien «restauró» la catedral de Nôtre Dame de París y la muralla de Carcassone (3).
Una ciudad en crecimiento.
Barcelona durante la primera mitad del siglo XIX contaba con una gran densidad de población intramuros, acentuada por la instalación de fábricas téxtiles, en un tipo de urbanismo medieval, que hacía abundaran los estrechos callejones y con ellos las plagas, como sucedió con la fiebre amarilla (5). Vivirá la ciudad a partir de 1854 una expansión, «l’eixample», según el trazado hipodámico (6) de Ildefons Cerdá. En lo monumental también será un crecimiento, se pasa del estilo historicista (7) inicial, para evolucionar hacia una versión propia del art-nouveau, el modernismo (8).
El primer Gaudí
Barcelona (4) no será la misma tras Gaudí. Llegó allí en 1868, año de la caída de Isabel II. La dinastía Borbón desaparece durante el sexenio democrático (hasta 1876), y con ella la ciudadela, erigida en Barcelona tras el sitio del 11 de septiembre de 1714. En su lugar se ubicará el parque de la ciudadela, allí Gaudí hará su debut proyectando la cascada. Gaudí era un joven socialista que diseñó en 1878 la cooperativa obrera mataronense, un falansterio (9): fábrica, casas, jardines y casino. Fue en este proyecto donde introduce su el arco catenario. El arco mecánico por excelencia, que distribuye las cargas uniformemente y permite la reducción de costes de construcción.
En sus primeros edificios, como el capricho de Comillas (1883-1885) o la casa Vincens (1883-1885), reina un aire oriental neomudejar que estaba de moda (18). Su final del siglo XIX es neogótico, con tejados de pizarra y altivas agujas, como en el palacio obispal de Astorga (19) (1889-1914) o en la torre Bellesguard de Barcelona (1900-1909).
El mecenazgo Güell y el giro copernicano
La vitrina de la guantería Comella atrajo la atención de Eusebi Güell, quien la vio expuesta en París y a su vuelta a Barcelona, contactó con tan singular arquitecto. Comenzó así una amistad de por vida, prolífica en cuanto a obras arquitectónicas: finca, palau, cripta y park Güell (1900-1914), donde su estilo modernista de vivos colores y formas curvas, como en la naturaleza, irá tomando forma. Allí encontraremos sus cruces tridimensionales, sus característicos trencadís (10) y la sinuosidad en las líneas. En lo personal, Güell irá influyendo a Gaudí hacia el cristianismo. Catapultado a raíz del encargo en 1883 de la construcción del templo expiatorio de la Sagrada Familia y derivó en su candidatura a la beatificación (12).
¿El masón Gaudí?
Se especuló mucho sobre si Gaudí fue masón (13). Si bien tenía a Dios como el «gran arquitecto del universo», no hay más que indicios basados en la numerología. Como el cuadrado mágico de la sagrada familia, un sudoku cuyos números tanto vertical, como horizontal y diagonalmente suman 33. Número de peldaños de la escalinata del park Güell. Cifra tanto de los grados de la masonería como de los años de Jesucristo.
Gaudí: un asceta en pleno siglo XX
Gaudí fue un hombre sentimentalmente parco. Pretendió a Pepeta Moreu, maestra de la cooperativa mataronense, para después optar por el celibato. Dejó de lado la apariencia de dandy, para llevar una vestimenta humilde (14), una estricta dieta vegetariana con duros ayunos (15), misa por la mañana y rosario por la tarde. Tanto es así, que su amigo pintor Josep Llimona le escogió en 1902 como modelo para sus cuadros de San Felipe Neri, advocación de la iglesia preferida de Gaudí.
No puede extrañar que sintiera como propia la destrucción anticlerical que estalló en la semana trágica, vió horrorizado los incendios desde su casa del park Güell, en la parte alta de la ciudad (16). Al año siguiente, retiró a Puigcerdá para sanar de unas fiebres de malta. Estas le van a ocasionar un episodio crítico en el que se ve morir; el cual le sirvió de inspiración para diseñar la fachada de la pasión de la Sagrada Familia (17).
Gaudí: un genio en apogeo.
Dos de sus obras maestras se ubican en el barcelonés paseo de Gracia, donde la burguesía competía por erigir el edificio más rompedor de la» manzana de la discordia» (20). La casa Batlló (1904-1906), está llena de alegorías a Sant Jordi, caballero que acaba con un dragón para liberar a una princesa; con el tejado en forma de lomo de dragón, la torre como una lanza, la fachada con escamas, los balcones imitando al yelmo y las columnas de los ventanales en forma de huesos. Muy cerca está la casa Milá (1906-1910), conocida como la pedrera (21), que lleva al límite el uso de la línea curva en su fachada ondulante, prolongada esta sinuosidad en su tejado y en sus chimeneas.
La Sagrada Familia: Un proyecto faraónico
A partir de 1914, en una Europa que colapsa con la gran guerra, se dedica por completo a su obra maestra, un proyecto que llenará su vida, como él afirmaba.
Mis grandes amigos están muertos; no tengo familia, ni clientes, ni fortuna, ni nada. Así puedo entregarme totalmente al Templo. (22)
Inicia así un último periodo, centrado por completo en la construcción y financiación de la última «catedral» de occidente, en la que aunar todo su conocimiento técnico, creando un bosque interior a través de las columnas hiperbólicas (23), con su profunda religiosidad, orientando las fachadas al recorrido solar (Este: nacimiento, Sur: gloria, Oeste: pasión) y hacer analogía del sol con Jesucristo (24).
La Sagrada Familia: Un proyecto inacabado
Sólo pudo ver la fachada del nacimiento y parte de una nave, pero fue suficiente para que sus sucesores prosiguieran sin él. En 1926 le pilló la parca en forma de tranvía, sin que su proyecto apenas empezara a despuntar. A pesar de los múltiples avatares sufridos, durante la guerra civil se quemó el estudio de Gaudí y peligró su suerte durante el verano libertario de 1936 (25). Se espera tener terminada la construcción del templo en 2026. Coincidiendo con el centenario de la muerte de ese genio que diseñó una moderna maravilla o la de ese «loco» embarcado en un proyecto que no sabía cómo se iba a financiar.
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