Las creencias de una sociedad, sus mitos, sus dioses, las criaturas mágicas que habitan esos mundos de fantasía, pueden revelar mucho sobre las personas que dieron forma a dicha mitología. La mitología era utilizada para explicar aquello que resultaba incomprensible en la Antigüedad, y para fijar unas normas morales. En este caso, dirigiremos nuestra mirada hacia la mitología nórdica (1), centrándonos en los dioses y los gigantes, dos clases de seres que tenían un fuerte impacto en la vida diaria de los pueblos nórdicos.
Los dioses de la mitología nórdica – fuerzas vitales del universo vikingo
Hay varios elementos que diferencian a los dioses nórdicos de otras deidades. Para empezar, no eran inmortales, pues todos mueren en el Ragnarök (2), eran fuerzas vitales del universo(3), directamente vinculadas al cosmos. Otro rasgo distintivo de las divinidades de la mitología nórdica era que se trataba de entidades muy humanas, demasiado complejas como para asociarlas a un único elemento. Thor es denominado Dios del Trueno, pero también era venerado en otros campos, y lo mismo ocurría con Odín (4).
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En cuanto a la relación entre los dioses y los hombres, en la mitología nórdica era parecida a la que encontramos en otras culturas: los hombres realizaban ofrendas a los dioses a cambio de su ayuda. Esta ayuda podía ser para ganar una guerra, permitir que los cultivos crecieran, o bendecir a una pareja con un hijo. Además de ayudar a los vikingos a progresar, los dioses también se encargaban de mantener a raya a los gigantes. Thor los combatía de forma diaria, evitando que las fuerzas del caos causaran daño a los habitantes del mundo.
Los gigantes nórdicos – fuerzas de la naturaleza
Si los dioses eran las fuerzas que mantenían el orden en el universo y permitían que este se desarrollara, en la mitología nórdica, los gigantes eran la cara opuesta de la misma moneda; y su principal objetivo era acabar con ese orden. El hogar de los dioses era imaginado como una gran fortaleza, en la que cada dios tenía su espacio privado. El mundo de los gigantes era visto como un lugar inhóspito, salvaje, desconocido (5); algo que puede ser debido al clima y paisaje en el que vivía la sociedad escandinava.
A pesar de esta imagen “salvaje”, sería erróneo asumir que los gigantes eran seres malignos. Son muchos los mitos (6) de la mitología nórdica en los que estas criaturas mantienen una buena relación con los dioses, es más, los gigantes proporcionaban a los dioses los materiales básicos para la construcción. Incluso Odín y sus hermanos usaron los restos del primer gigante para dar forma al universo. (7)
La relación entre los dioses y los gigantes en la mitología nórdica era tan estrecha, que hasta participaban en banquetes juntos y tenían hijos los unos con los otros. Thor, sin ir más lejos, es hijo de Odín y Jord (8).
Esta relación entre dioses y gigantes puede ser un reflejo de lo que ocurría en la realidad vikinga, donde a pesar de contemplar la naturaleza como algo salvaje y desconocido, seguían obteniendo materiales de ella para cosas tan básicas como construir sus hogares, o la comida que obtenían de la pesca o la caza(9). De hecho, los propios nórdicos hacían ofrendas a los gigantes, con la esperanza de mantenerlos alejados de sus casas.
Esta visión cambiará con el tiempo, pasando de ser criaturas inteligentes, a ser monstruos grandes, tontos y torpes. Se convirtieron en criaturas de gran fuerza física, pero que podían ser burladas con facilidad. Es muy posible que este cambio en la mitología nórdica, estuviera motivado por la influencia cristiana sobre los pueblos nórdicos (10) pues en la creencia cristiana, los gigantes suelen ser seres malignos.
El significado del Ragnarök – el fin del mundo nórdico
No obstante, a pesar de las puntuales relaciones amistosas, dioses y gigantes estaban destinados a enfrentarse. Tal es el caso de Thor y Jörmungandr (11), quienes se odiarán desde el momento en el que el dios descubra la existencia de la criatura, o de que Odín y sus hermanos asesinaran a Ymirv (12).
Esta rivalidad se hará presente en los últimos momentos del Ragnarök, cuando según la mitología nórdica los dioses y los gigantes se encuentren en el campo de Vígríðr (13). Los dioses respaldados por las almas de aquellos guerreros que hayan muerto con honor en el campo de batalla y los gigantes acompañados por las almas de Hel (14). Empezará entonces el enfrentamiento final entre las fuerzas del orden y las hordas del caos, y todos morirán.
Thor dará muerte a Jörmungandr, pero no sobrevivirá a las heridas que le infligirá esta serpiente. A Odín lo devorará Fenrir (15). Heimdall (16) y Loki (17) se batirán en un duelo del que ninguno de ellos saldrá con vida. En los últimos instantes, Surtur (18) blandirá su espada, incendiando el árbol del mundo (19) y reduciendo el cosmos a la nada.
Los vikingos no consideraban el Ragnarök como un acontecimiento aterrador o desastroso. Asumían que ese era el destino del universo, que era inevitable, pues ni siquiera los dioses pueden cambiar el destino. Lo importante no es lo que les ocurriría en el futuro, sino lo que hacían en el presente.
La existencia de una vida posterior a la muerte es uno de los temas centrales de la mayoría de religiones. La mitología vikinga no es una excepción, y la aceptación del inevitable destino que es la muerte, juega un papel muy importante. Pero hay un rasgo que hace destacar la creencia vikinga entre las demás, la creencia de que la vida tras la muerte no era eterna.
El Valhalla y Helheim
Al igual que muchas religiones, la mitología vikinga creía en la existencia de una vida posterior a la muerte. Los espíritus de los difuntos tenían dos posibles destinos: el Valhalla (20), donde eran tratados como héroes, o Helheim (21), el reino de los muertos. Hasta aquí puede parecer que la mitología nórdica sigue los mismos pasos que otras creencias. No obstante, todo cambia con la llegada del Ragnarök (22). El desenlace de la batalla destruirá tanto las almas del Valhalla, como a los espíritus de Hel (23).
Y es este el hecho que marca la diferencia entre la mitología vikinga o nórdica y otras creencias, al sugerir que el alma no es inmortal y que puede ser destruida. Pero lo que nos interesa de este mito no es el hecho en sí, sino como lo veían los vikingos. Para ellos, el Ragnarök no era algo que les preocupara, por una sencilla razón, estaban convencidos de que era inevitable.
El destino nórdico es inevitable, y punto
La mitología viinga deja algo claro, que el destino era completa y absolutamente inamovible. Ni siquiera los dioses eran capaces de cambiar lo que estaba predestinado. El Ragnarök es un buen ejemplo, aunque en el Fáfnismal también se menciona que es inútil resistirse al destino (24). La figura del destino está representada por las Nornas (25). Estas son mujeres encargadas de tejer el destino de los seres que habitan en el cosmos, aunque las fuentes no dejan claro si son ellas las que deciden el destino, o son unas simples mensajeras.
Hay otros ejemplos de cómo el destino influía en los en los habitantes del cosmos, siendo Odín (26) el principal. Odín es un dios al que le gustan principalmente dos cosas: el poder y el conocimiento. Para obtener el poder de las runas, se colgó a si mismo durante nueve días, herido por una lanza (27), y sacrificó uno de sus ojos para poder beber del pozo del conocimiento (28). Además, es frecuente verlo reunido con gigantes o adivinos que sean capaces de ver el futuro, tratando de aprender que le depara el destino, y buscando el modo de evitarlo (29).
Esto es importante, porque muestra que Odín es consciente de su futuro. Sabe que morirá devorado por Fenrir (30) durante el Ragnarök, igual que sabe lo que ocurrirá tras la batalla.
Pero Odín, en lugar de resignarse y aceptar ese destino, toma la decisión de plantarle cara. A pesar de saber que no puede evitar lo que va a ocurrir, decide reunir en el Valhalla a todos aquellos guerreros que sean dignos de formar parte de su ejército, para que, llegado el momento, le protejan durante su combate contra el gran lobo.
No podemos escoger como morir, pero sí como vivir
Es precisamente esa actitud la que los vikingos consideraban honorable y representan en la mitología vikinga. No era el destino lo que importaba, sino como llegabas hasta él.
«Todo arderá en el Ragnarök, sin importar lo que los dioses o los humanos hagamos. El desenlace de nuestras acciones, nuestro destino, ya está decidido, no importa lo que hagamos. Lo que es importante es la actitud que adoptamos para afrontar dicho destino.» (31)
La creencia de que, incluso tras la muerte, nuestra existencia tiene fecha de caducidad no es muy frecuente. La mayoría de las religiones emplean la vida tras la muerte como una forma de reconfortar a las personas. Pero los vikingos afrontaban la inevitabilidad de la muerte de forma distinta, convirtiéndolo en un desafío. Tal vez no podían esquivar el fatal destino que les aguardaba, pero tenían el control sobre sus propias decisiones. Con un poco de suerte, morirían en el campo de batalla, demostrando a Odin que eran dignos del Valhalla.
El mundo después de Ragnarök
Es cierto que algunos poemas (32) mencionan que, tras la destrucción provocada por los acontecimientos narrados en el Ragnarök, el mundo resurgirá de sus cenizas, y algunos dioses habrán sobrevivido a la contienda. No obstante, esos poemas están escritos tras la llegada del cristianismo a la región escandinava. Eso plantea la duda de hasta qué punto los textos de la mitología vikinga fueron influenciados por la nueva religión.
Uno de ellos, el Völuspá, menciona que, tras el cataclismo, un dios todopoderoso aparecerá para gobernar con justicia ese nuevo mundo (33). Eso parece indicar una clara influencia del cristianismo en ese texto. Y aunque eso fuera cierto, tampoco serviría para desmontar del todo la teoría de que los nórdicos consideraban que la existencia tenía un final, pues, aunque el mundo vuelva a resurgir de sus cenizas, las almas de los difuntos siguen sin ser mencionadas, por lo que se deduce que estas no reaparecen.
El problema está en que los mitos escandinavos se transmitían de forma oral. Eso supone que no haya quedado registro escrito de los mitos que se contaban al principio, de modo que no podemos saber cuál era la creencia original en la mitología vikinga. En consecuencia, resulta difícil hacer una afirmación absoluta. Pero se puede llegar a la conclusión de que a los vikingos no les preocupaba tanto la muerte o el Más allá, para ellos lo importante era vivir la vida de un modo del que te pudieras sentir orgulloso, pues luego todo terminaba de forma brusca.
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