Federico II de Prusia (1) sigue levantando pasiones en Alemania. El propio Hitler lo usó como modelo por sus importantes conquistas, y como referente de la raza aria (2). Es un ejemplo de la “masculinidad prusiana” y de potencia militar. ¡Incluso Merkel tiene sus libros en su mesilla de noche (3)!
Pero sigue habiendo un aspecto de su vida que continúa generando polémica: su sexualidad. Puede parecer algo nimio, comparado con el extraordinario crecimiento económico que Prusia experimentó durante su reinado. Pero era un asunto de mucha importancia para Federico II de Prusia (4). Aunque antes de hablar de este gran general gay, hay que contar algo de su infancia, fundamental para comprenderlo.
Federico II de Prusia: una infancia de infierno
Hay un personaje importante en esta historia, que es sustancial para la vida de Federico II de Prusia: su padre (5). El entonces rey era un hombre tremendamente estricto, hipermasculino, colérico y militarista en grado superlativo. Quería que sus hijos se formaran como gente común y no como realeza (6).
Después de esta descripción, parecería que el padre de Federico era un varón prototípico de aquella época, nada más. El problema es que Federico II de Prusia pronto empezó a mostrar una mayor sensibilidad hacia la cultura. Poco a poco, se hizo con una biblioteca secreta –ayudado por su tutor (7)- y mantuvo correspondencia con las élites ilustradas. Además, tocaba la flauta y, ¡lo peor!, llevaba el pelo largo.
Aquello era una ofensa para un rey tan “macho” como su padre, aunque probablemente fuera envidia. Sin embargo, no dudaba en pegar, humillar públicamente a su hijo y arrastrarlo del pelo. Digamos que no era un padre ejemplar.
Odio a papá
Como era de suponer, Federico II de Prusia odiaba a su padre. Y este odio no hacía más que crecer, ya que era obligado a obedecer y cumplir las demandas de éste (8). Esto hizo que el príncipe lo intentase todo por llevarle la contraria a su progenitor, actividad con la que disfrutaba (9).
Pese a todo, había una persona en la Corte que apreciaba a Federico II de Prusia. y que además, hacía de su confidente. Era su hermana (10). Ella fue una de las primeras que vio cómo su hermano se paseaba más por la otra acera que por debajo de las faldas de las señoritas.
Los primeros escarceos amorosos de Federico II de Prusia
En plena adolescencia (11) mantuvo una “estrechísima” relación con su paje (12). El muchacho, de 13 años, fue descrito por la hermana de Federico como “inteligente, pero sin educación”. Afirmaba que servía a Federico II de Prusia con absoluta devoción y le mantenía informado de todas las acciones del rey. Incluso llegó a enfatizar en el hecho de que los dos se habían vuelto inseparables. Esta cercanía no era visible solo a los ojos de su hermana. Su padre, que se olía lo que de verdad pasaba, decidió exiliar al paje para zanjar el asunto.
Con el fin de acallar las malas lenguas, Federico II de Prusia hizo un intento de liarse con una condesa (13). Pero las mujeres no le interesaban, tal y como le confesó al ministro de su padre (14).
Un amor prohibido: Federico II de Prusia y Hans von Katte
Pero el que de verdad prendó el corazón de Federico II de Prusia, fue el teniente Hans von Katte (Hans en la intimidad). Compartían el gusto por la literatura y una intensa relación, cuando el príncipe tenía 18 años y el teniente 22 (15). Disfrutaban juntos de la poesía, la flauta y el francés. Tanto es así, que su correspondencia versaba en esta lengua. En la Corte pronto corrió el rumor de que se comportaban como una pareja de casados (16).
Camino al paraíso: el viaje a Inglaterra
Tal era el amor que se profesaban, que decidieron emprender la huida de la Corte. Asfixiado por las presiones de su padre por casarlo con una princesa austríaca, país que aborrecía, Federico II de Prusia decidió marcharse a Inglaterra de forma clandestina (17).
La idea de huir de Prusia no era del agrado de Hans (18). Pero, a pesar de todo, Hans acompañó al príncipe en su empeño. Sin embargo, nada salió como lo planeaban…
Una tragedia peor que Bodas de sangre
Era una noche apacible, cuando el príncipe y Hans se disponían a abandonar Prusia. Contaban con el apoyo del paje de Federico II de Prusia y de su hermana. Hans partiría antes, para allanar el camino ante posibles problemas, y había quedado con Federico cerca de una fortaleza.
Pese a que todo parecía bien atado, el hermano del paje de Federico II de Prusia (recordemos, aquél con quien el príncipe tuvo una relación muy cercana, que llevó a su padre a exiliar al muchacho), les delató y dio la voz de alarma a la guardia real (19). El sueño de Federico y Hans se vino abajo. Pronto fueron capturados y arrestados en la fortaleza donde debían encontrarse (20). El padre de Federico, furioso, acusó a ambos de deserción y traición (los peores crímenes de la época).
Durante varios meses, Hans y Federico fueron encarcelados, separados y sometidos a torturas impensables para miembros de la élite (21). Asimismo, varios colaboradores y amigos del príncipe también fueron hechos presos y perseguidos.
El fin de un amor sincero
El rey quería ejecutar al príncipe, pero los jueces (22) no le dieron la razón: Federico II de Prusia era el heredero. Esto enfadó aún más al rey quien, para vengarse de su hijo, al que “apreciaba” mucho, como hemos visto, decidió tomarla con su teniente. Federico, desesperado, rogó a su padre que no ejecutase a Hans. Imploró por la vida de su amante a cambio de ceder el trono.
Pero el rey era cabezota en sus ideas y preparó todo para el asesinato público de Hans. Lo único que concedió fue que Hans fuera decapitado, en lugar de desgarrar sus miembros (23). Para más inri, el rey obligó a Federico II de Prusia a mirar, a través de los barrotes de su torre, cómo a su amante se le daba muerte. Los relatos de la época subrayan las muchas veces que se desmayó el príncipe durante el ajusticiamiento y cómo los guardias debieron agarrarlo para evitar que se cayera (24).
Federico, hundido por la muerte de Hans
Este hecho fue profundamente traumático para Federico II de Prusia, quien pasó dos días perseguido por pesadillas y una fuerte fiebre que casi acaba con su vida (25). Este estado de depresión duró varios meses, sumado a las dos semanas que estuvo confinado en la torre. Y se prolongó hasta un año después de este suceso.
Federico se cerró en sí mismo y acató todas las órdenes de su padre. Intentó olvidar a Hans, centrándose en trabajos administrativos y esperando a poder marcharse -con el permiso paterno- de Prusia.
Los años dorados de Federico: de retiro idílico a autor de bestsellers
Los años venideros a la liberación de Federico fueron tiempos tranquilos para el príncipe. Se apartó prudentemente del poder y se instaló en un palacio paradisíaco (26).
El propio Federico II de Prusia afirmó que aquí pasó los mejores años de su vida. En dicho castillo reunía a la cumbre intelectual de la época. Entre otras personalidades, se encontraba Voltaire (sí, sí, el filósofo), con quien mantuvo una larga correspondencia. Durante esta etapa de retiro, Federico II de Prusia se dedica a leer, a componer, a ir al teatro, a escuchar música y a escribir (27).
Voltaire, Federico II de Prusia y una esposa en segundo plano
Probablemente, la persona que más conocía los affairs de Federico fuese el propio Voltaire. En algunas de sus cartas alude a un soldado que consoló al príncipe mientras estuvo preso. Pese a que no volvió a tener a nadie como Hans, Federico se refugió en los brazos de Michael (28). Éste pasó de mero paje a canciller y se trasladó al palacio de Federico II de Prusia, junto con el resto de la comitiva.
Cabe hacer una mención a la pobre esposa de Federico (29). Obligada a casarse con un príncipe cuya homosexualidad era un secreto a voces, vivió en una zona bien diferenciada de la de su marido, en el Palacio de Berlín. Aunque hay fuentes que afirman que Federico II de Prusia era impotente y por eso no llegó a tener hijos (30), lo cierto es que a su mujer no la veía ni en pintura. Sin embargo, sí que pidió que se la tratase como lo que sería: una reina.
Federico II de Prusia. El Grande
Con 28 años, Federico II de Prusia sustituyó a su padre en el trono (31). Acabó con las últimas instituciones feudales y apostó por la centralización del poder en su persona. Además de mejorar el aparato administrativo. En resumen, sus cuatro décadas y media de reinado trajeron a Prusia un favorable desarrollo económico (32).
Pero aquí no hemos venido a narrar la aburridísima política económica de Federico II de Prusia, sino sus líos amorosos con personalidades de la época.
Durante las Guerras de Silesia (33), tuvo un curioso encuentro con uno de los generales (34), durante el primer enfrentamiento. Para entrar en contexto: campamento base prusiano, ha sido un largo día de batalla y Federico teme por el ataque de los franceses. Federico, después de una copiosa cena y algunas copas de más, se despide de los militares. Pero hay uno por quien siente algo más que admiración. El hombre, ya maduro, cae ante el coqueteo del joven Federico.
La homosexualidad de Federico II de Prusia: un secreto a voces (ya se encargaba Voltaire de ello)
Cuando Federico II de Prusia se asentó en el trono una vez muerto su padre, ya no había nadie que frenase su libertinaje. El propio Voltaire distribuyó la teoría -evidente- de la homosexualidad de Federico. Y no solo eso, sino que se permitía comentarios (no está claro si con orgullo o desprecio) de la siguiente índole. Se refería al rey como “amable ramera” y escribió sobre los gustos sexuales del monarca, que gustaba de orgías con jovencitos. Aunque hacía especial hincapié en el hecho de que Federico era el pasivo de la relación (35).
Pero Voltaire fue el confidente de Federico en más de un sentido. En la larga correspondencia que mantenían, Federico le envió un poema a Voltaire para que juzgara su calidad. Podría parecer algo nimio, pero el poema estaba dedicado a un amigo del rey (36) y versaba sobre cómo el monarca experimentaba el orgasmo. ¿Cómo? ¿Un rey hablando del orgasmo? ¿De los orgasmos que tenía con hombres? Sí, sí. No es broma. El poema llevaba por título “El gozo” (37). Era bastante evidente lo que se proponía Federico. Aun así, la obra canta el encuentro entre el amigo del rey -el cisne de Padua- y Cloris (una ninfa) (38).
Sin embargo, no ha sido publicad
o por los medios hasta hace más bien poco. Federico II de Prusia sigue levantando pasiones, y ahora se ha convertido en un icono gay de la cultura popular actual. ¿Qué hubiera pasado si Federico el Grande hubiera nacido hoy en día? Probablemente sería el rey… ¡de la carroza del Orgullo Gay alemán!
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Interesante pero la sorna está de más.