Cuando T-800, Schwarzenegger (“Chuache” para los amigos), dijo aquello de “volveré”, no se imaginaba el tono mesiánico que tenía la frase… Todos sabemos quién es el “mesías” por excelencia, Jesús de Nazaret, y todos conocemos a su madre, la Virgen María. Pero en este mundo actual, en el que los mitos se renuevan una y otra vez, el salvador de la humanidad no se iba a quedar atrás. John Connor es el nuevo mesías, encargado de salvar a la humanidad de la amenaza que las máquinas suponen. Aunque quizás su madre, Sarah Connor (1), lo supere en fama. Ella, Sarah Connor, es la virgen versión 5.0 dolby atmos.
Vale, vale, vale, ya sé lo que estáis pensando, “¡¿Sarah Connor virgen?! ¡Esa no es la peli que yo recuerdo!”. Empecemos aclarando términos. El concepto de virgen, de virginidad, ha cambiado desde los inicios de lo que podríamos considerar nuestra civilización.
Que no me caso, ¡leñe!
En la antigua Grecia el termino virgen era usado para referirse a la diosa Atenea, Atenea Parthenos, y a la diosa Artemisa. Ambas divinidades rechazaban cualquier tipo de relación con el género masculino, tanto física como sentimental, más allá de lo que sería la protección como diosas patronas a las que encomendarse (2).
“Cuando las relaciones entre una diosa y un mortal eran de inspiración o protección, encontramos a menudo que la diosa era virgen […] El temor a la madurez sexual femenina quiere decir que estos hombres (héroes) sólo se sentían seguros ante una virgen” (3)
Ambas, por lo tanto, rechazaban el matrimonio. En este momento de la historia la finalidad de las mujeres era casarse y tener hijos. (Sí, ya lo sé, eso también es lo que pasaba hasta no hace mucho aquí. Pero es que las cosas cuesta mucho cambiarlas, siglos como podéis ver…). Así que este rechazo al matrimonio era símbolo de independencia y de autonomía, de no tener que depender de una figura masculina (4).
Dicho rechazo al matrimonio fue identificado erróneamente durante generaciones posteriores con la virginidad. Pero, aunque sí es cierto que estas diosas se mantuvieron sin relaciones sexuales, una cosa no implica la otra (5). De hecho, como siempre, tenemos la excepción que confirma la regla, nuestras amigas las amazonas. Aunque ellas rechazaban también el matrimonio eran consideradas cualquier cosa menos vírgenes… (6).
Danae y la Virgen María
Posteriormente con el cristianismo el término virginidad se identificó con la figura de la Virgen María, madre de Jesús de Nazaret. Ya que ésta “permaneció virgen antes, durante y después” de haber traído al mundo al salvador. Pobre José de Nazaret… ¡Eso sí que era amor incondicional!
Pero la Virgen María no fue la primera en gestar gracias a la ayuda divina, y conservando su virginidad. Los griegos ya lo habían hecho antes. Bueno, concretamente, el padre de todos los dioses, Zeus. La pobre de Dánae fue fecundada por Zeus aún estando encerrada entre cuatro paredes (7). Su padre, Acrisio, había ido a consultar al oráculo y este le dijo que su hija lo iba a hacer abuelo. Pero también le advirtió que ese niño lo mataría. Así que, ¿qué podía hacer el pobre? Pues encerrar a la niña para que nadie pudiera ponerle la mano encima (8).
Las similitudes entre la Virgen María y Dánae son evidentes. Dos jovencitas, que no han conocido varón en su corta vida, se convierten en madres, ¡y del hijo de Dios ni más ni menos! Aquí Iker Jiménez tendría para varios programas…
“¿Cómo será esto, si yo no tengo relaciones con ningún hombre? El ángel le contestó: El espíritu Santo vendrá sobre ti y te cubrirá con su sombra; […]” (9).
Corre Sarah Connor, te persigue el cyborg (10)
Veinte siglos después, la industria de Hollywood decidió darle una vuelta de tuerca al mito del mesías, del salvador. Quizás, por aquello que dice la Biblia de «una segunda venida». Así, lo adaptaron a los nuevos tiempos. El salvador llegará a la Tierra para salvar nuevamente a la humanidad, amenazada esta vez por la revolución de las máquinas, que deben de estar en plena adolescencia y por eso hacen lo que les da la gana y se saltan todas las reglas y leyes (11).
Pero, años antes de que T-800 irrumpiera en nuestras vidas hubo otra llegada a la tierra de otro salvador. Uno venido de las estrellas y lleno de bondad. Y no, no era ni un pájaro, ni un avión, ¡era Superman! No se me ha ido la pinza, tranquilos.
Si habéis visto la última peli de Superman (12), la de Henrry Cavill, veréis que toda la historia de Kahl-El tiene un tono más que mesiánico. Desde esos arrebatos de ira siendo un niño (como Jesús en el templo), hasta su descenso desde los cielos como si de un dios se tratase. Sin olvidarnos de su edad cuando se da a conocer al mundo, como el salvador que la humanidad necesita. Sí, lo habéis adivinado, 33 añitos.
Pero volviendo a Terminator y Sarah Connor…
“Sarah Connor es la madre del mesías, una leona protectora cargada con el deber de salvar al mundo dando a luz al salvador de la humanidad. Ella puede que sea María Madre, pero está armada con una ametralladora” (13).
¡Nada más que decir señoría!
En el nombre de la madre, de la hija y del «girl power«
Está claro que los tiempos han cambiado, y mucho, y que en esta nueva mitología apocalíptica casi es más importante la madre que el hijo. Porque, casi siempre, el salvador es masculino, salvo en el caso de mi querida Diana de Themyscira, Wonder Woman para los amigos (14). Girl Power!
El papel pasivo de la mujer, de la madre, deja paso a una figura femenina fuerte, luchadora, equiparable a la mismísima Atenea. El siglo XX fue un auténtico revulsivo en cuestión de inversión de roles. Las mujeres ya no necesitan ser salvadas, al contrario. Igual que ocurre con John Connor, el hijo de Sarah Connor, la humanidad necesita una mujer que la salve, ya sea de una amenaza presente, futura o alienígena… Como una imagen vale más que mil palabras, ahí os dejo a estas cuatro mujeronas, ejemplo vivo de este empoderamiento de los personajes femeninos.