Mary Shelley, más allá de Frankenstein: la reina maldita de los románticos

Mary Shelley (1), la hijísima de la pionera feminista Mary Wollstonecraft (2), ha vuelto a ser la reina de la gran pantalla. Esta vez, de la mano de la directora saudí Haifaa Al-Mansour e interpretada por Elle Fanning (3). Entre el reparto, también podemos encontrar a Maisie Williams, nuestra adorada Arya Stark (4), interpretando a Isabel Baxter, una amiga de Mary. ¿Y por qué han elegido este preciso momento para el estreno de la película? Pues porque este año ha sido el bicentenario de la novela más célebre de Mary Shelley: Frankenstein o el Moderno Prometeo (5). El monstruo más famoso de todos los tiempos, ¡ya no es ningún chaval! Monstruo que, por su parte, ha protagonizado innumerables versiones tanto en la gran como en la pequeña pantalla (6). Así, su creadora, la diosa de la novela gótica, se merece un buen homenaje que una servidora, humildemente, ha decidido brindarle.

El triste nacimiento de Mary Shelley y su inquietud por aprender

Cuando Mary Wollstonecraft alumbró a la pequeña Mary Shelley, el parto se complicó y Mary madre falleció (7). Por ello, la pequeña Mary Shelley –a la que, por cierto, le pusieron como primer apellido el de su madre (8)–, creció sin mamá. Aún así, fue educada divinamente por su padre, el filósofo William Godwin (9). Y leyó con fervor los escritos de su madre. Por lo que el influjo de Mary Wollstonecraft hizo mella en ella. Así, creció curtiéndose con la Vindicación de los Derechos de la Mujer (10), la obra por excelencia de la Wollstonecraft. Y oye, en una época donde la mujer era poco más que un cero a la izquierda, donde no tenía ni derecho a recibir la misma educación que el hombre, pues no estaba nada mal (11).

Mary Wollstonecraft y Mary Shelley la creadora de Frankenstein

Teniendo en un pedestal a su madre, no es de extrañar que Mary Shelley odiase a muerte a su madrastra (12). Además, cuentan las malas lenguas que la señora no es que se hiciese querer mucho (13). Pero dramas familiares aparte, Mary Shelley se convirtió en una adolescente con muchas inquietudes. Tenía una buena base cultural (14) y muchas ganas de comerse el mundo (15). Y, posiblemente con la intención de seguir fomentando su educación en filosofía, su padre la envió a vivir con la familia de un político y filósofo radical. Bueno, y porque el hombre estaba, económicamente hablando, regular tirando a mal. Así, la jovencita Mary Shelley cabalgó durante un par de años entre Londres y Escocia. Allí aprendió a dar rienda suelta a su imaginación y creció como escritora (16). Y entre viaje y viaje, conoció al que sería su gran amor y su futuro marido (17).

Percy Shelley, un buen pájaro

Percy Shelley es uno de los poetas románticos más famosos, junto con Keats y Lord Byron, ambos amiguetes suyos. Pues bien, el señorito Percy Shelley visitaba frecuentemente a William Godwin, padre de Mary. Era un niño rico que había decidido pulirse la fortuna familiar a base de socorrer buenas causas. Un chaval muy filántropo. Así, le había prometido al padre de Mary, al que admiraba profundamente, que le ayudaría a solventar sus deudas. Y claro, sus familiares se mosquearon bastante y decidieron cerrarle el grifo. Finalmente, tras varios meses de promesas incumplidas, Percy le retiró la oferta a Godwin. O bien porque no podía disponer del dinero que necesitaba para ayudarle, o bien porque ya no le apetecía pagarle las deudas. Sea como fuere, el padre de Mary no se lo tomó nada bien. Se sintió terriblemente traicionado y le declaró la guerra a Percy (18).

Elle Fanning y Douglas Booth, Mary Shelley
Elle Fanning y Douglas Booth, interpretando a Mary y Percy Shelley.

Pero, para aquel entonces, Percy y Mary ya se habían echado el ojo (19). ¡Y eso que Percy estaba casado (20)! ¡Uyuyuyuyuy! Las circunstancias, como os podéis imaginar, no les fueron favorables. Por un lado, el padre de Mary puso el grito en el cielo y desaprobó completamente la relación (21). Por otro lado, había una esposa, embarazada para más inri, bastante resentida (22). Aun así, estos dos locos enamorados se pusieron el mundo por montera, se liaron la manta a la cabeza y pusieron tierra de por medio. Ni cortos ni perezosos, se piraron a Francia acompañados por la hermanastra de Mary, Claire Clairmont (23). Siendo Percy tan picarón, ya os estaréis imaginando que esta muchacha no sería una simple sujeta velas

¡Arriba el amor libre!

Los tres «amiguitos» se trasladaron a la ciudad del amor, París. Y después, atravesaron Francia hasta llegar a Suiza. Mary y Percy, como dos tortolitos, escribieron un diario y continuaron su faena como escritores (24). Pero tres meses después, la falta de moniches les obligó a regresar a casa (25), y las cosas se complicaron para Mary. Se había quedado embarazada durante su escapada, no tenía dinero y su padre se negó a ayudarla (26).

Como si nada, la pareja siguió viviendo con Claire, la hermanastra de Mary, y continuaron escribiendo. Y, muy buenos anfitriones ellos, recibían la visita de algún que otro amigote de Percy (27). Éste, se piraba muchas veces para evitar a los acreedores, ya que empezaban a estar endeudados hasta las trancas. La vida romántica y bohemia nunca ha sido muy rentable. Y en esos períodos, Mary y él se enviaban unas cartas más que angustiadas (28). ¡Ay, el amor!

Pero el amor, queridos y queridas, a veces es complicado y duele. Nuestra Mary, embarazadísima, no solo tuvo que apechugar con el nacimiento inminente del hijo de Percy, fruto de su matrimonio; y con la consiguiente euforia que ello despertó en su amado. Sino que también se las tuvo que tragar dobladas, al ser testigo del tonteo máximo de Percy con su hermanastra, Claire (29). ¡Menudo pájaro estaba hecho Percy! Pero el amor libre empezaba a estar muy de moda y Mary, que era muy moderna, lo aceptó como buenamente pudo. Además, se consoló con uno de esos amigos que tanto los visitaban (30). Pero no seáis mal pensados, que la cosa, en teoría, nunca llegó a la cama. Y si llegó, pues oye, ¡ella que lo disfrutó (31)!

Un nuevo mazado del destino y una nueva esperanza

Mary alumbró prematuramente a su bebé, que falleció unos días después del parto (32). Esta pérdida la sumió en una profunda depresión. De hecho, hasta sufrió alucinaciones, viendo por doquier a su bebé muerto. Se recuperó unos meses después, cuando volvió a quedarse embarazada (33). Durante el siguiente año, el abuelo de Percy falleció y éste pudo heredar su fortuna, por lo que la pareja consiguió recuperarse económicamente (34). Mary dio a luz a su segundo hijo (35) y, ese mismo año, la pareja, su hijito y Claire, la hermanastra de Mary, alquilaron una casa cerca de la residencia de Lord Byron (36).

Claire Clairmont, Mary Shelley, Percy Shelley y Lord Byron
Claire Clairmont, Mary Shelley, Percy Shelley y Lord Byron. Fotograma de Mary Shelley.

El nacimiento de Frankenstein

Mary, Percy y Claire pasaban las tardes con Byron, hablando sobre misterios e historias de terror (37). ¡Pagaría un potosí por escuchar aquellas charlas! Seguro que no tenían desperdicio. A todas estas, Claire se había enrollado con Byron y estaba embarazada (38). ¡Ni una tragedia griega tiene tanto enredo!

Pero, lo importante es, que de aquellos coloquios nació Frankenstein (39). En parte, «por culpa» de Lord Byron, que propuso un reto. Cada uno debía escribir una historia de terror, basándose en las historias que leían aquellos días de tormenta (40). Y en la imaginación de la joven Mary Shelley, que sólo tenía 19 años, apareció Frankenstein (41).

Como poseída, Mary Shelley escribía. Casi hipnotizada, entre la vigilia y el sueño, visualizó al doctor Frankenstein frente al monstruo construido con sus propias manos (42). En un principio, comenzó a escribir un relato corto. Pero, con la ayuda de Percy, amplió el cuento hasta convertirlo en su primera novela: Frankenstein o el Moderno Prometeo (43).Mary Shelley Frankenstein

De vuelta a Inglaterra: dos nuevas tragedias

Ya os habréis percatado de que esta «pareja de tres» viajaba más que el AVE. Pues bien, cuando el verano terminó, volvieron a poner rumbo a Inglaterra. Allí esperaban mantener en secreto el embarazo de Claire (44). Porque, vamos a ver, no os penséis que porque esta pandilla dispusiese a su antojo de su cuerpo y fuesen unos auténticos libertinos, la sociedad del siglo XIX era igual de desinhibida. ¡Ni mucho menos! Estos pillines eran unos apestados sociales. De hecho, Mary Shelley cargó con los chismorreos y con las críticas hasta el final de sus días (45).

Aquel año tampoco estuvo exento de tragedias para los Shelley. Dos suicidios empañaron su felicidad: el de la hermana mayor de Mary (una hija ilegítima de Mary Wollstonecraft y de un estadounidense), y el de la esposa de Percy (46). Dos mujeres desesperadas, que se habían rendido.

Un bodorrio y la publicación de Frankenstein

Para poder hacerse cargo legalmente de los dos hijos de Percy con su mujer, recién fallecida, Mary y él decidieron casarse (47). Así, embarazada de nuevo, Mary por fin se convirtió oficialmente en la señora Shelley. Además, la boda ayudó a que William Godwin olvidase por fin todo el rencor acumulado e hiciese las paces con su hija (48). Entretanto, Claire, la hermanastra de Mary, dio a luz a su bebé, la hija de Lord Bryron (49). Aquel año, fue lo que se dice un año bien completito.

Pero, a pesar de todos los esfuerzos de los Shelley, se decidió que la custodia de los niños no debía caer en manos de Percy, y los chavales fueron a parar a la familia de un clérigo (50). Desolados, los Shelley se volvieron a mudar, como siempre en compañía de Claire, y Mary dio a luz a su tercer retoño (51).

En verano, Mary por fin terminó de escribir Frankenstein. La novela se publicó anónimamente (recordad que en la época una mujer escritora sufría sus buenas trabas) a comienzos del siguiente año. Y los chismosillos del momento le adjudicaron la autoría a Percy Shelley (52). ¡Quién iba a pensar que detrás de tan magnífica novela gótica estaba una mujer!

Rumbo a Italia esta vez, no sin lágrimas

Entre las deudas que el matrimonio tenía acumuladas, y el bajón que sufrió Percy al no poder estar con sus hijos, los Shelley decidieron volver a trasladarse. Esta vez, a Italia. Y habéis acertado, una vez más iban acompañados por Claire y su hijita (53), a la que dejaron a cargo de su padre, Lord Byron, en Venecia (54). Y como le cogieron el gusto a esto de los viajecitos, se convirtieron en una especie de nómadas, que no aguantaban en el mismo lugar mucho tiempo. ¡Eran unos románticos! Resulta muy curiosa la analogía que existe entre la vida de Mary, tan movida, y la vida de su doctor Frankenstein con su criatura. Siempre viajando, siempre de aquí para allá (55).

Mary Shelley película
Douglas Booth (Percy), Elle Fanning (Mary) y Bel Powley (Claire). Cartel promocional de Mary Shelley.

Los Shelley, por el camino, iban haciendo amigos que se sumaban a ellos en sus escapadas. Sin embargo, no fue un camino de risas y rosas. La tragedia les seguía persiguiendo: los dos hijos de los Shelley fallecieron (56). En consecuencia, Mary Shelley sucumbió a una profunda depresión y se aisló de Percy (57). Solo encontraba consuelo en la escritura (58). Cuando volvió a quedarse embarazada, de su cuarto hijo, se recompuso un poco (59).

Escribiendo y amando, que son gerundios

Los años que pasaron en Italia les ofrecieron una libertad que no tenían en Inglaterra. Creativa e intelectualmente hablando, los Shelley estuvieron en la cresta de la ola (60). A pesar de que Mary cabalgaba entre depresiones y tenía que aguantar los tonteos de Percy con varias damas (61). Pero como la cosa iba de amor libre, Mary se dijo: ¡Qué narices! ¿Me voy a amargar yo la existencia con celos, con lo malos que son y con todo lo que una lleva ya a las espaldas? Así que la mujer se buscó sus propios «amiguitos» para pasarlo bien (62). ¡Y que viva el amor!

Tras una época en Nápoles bastante oscura (63) y rodeada de misterio (64), se mudaron a la costa, a un lugar remoto y aislado (65). Mary volvía a estar embarazada, y de nuevo, un niño moría. Esta vez, la hijita de Claire y Lord Byron (66). Como si fuera un presagio, Mary nunca fue feliz en aquel recóndito lugar (67) y sufrió un aborto espontáneo que casi le cuesta la vida (68). Además, Percy no es que le hiciese mucho caso en esa época. Él estaba a otras damas (69) y a su velero (70). ¿Se llamaría libertad, como el de Perales? Perdonad el chiste fácil, no lo he podido evitar. En verdad, se llamaba el Don Juan, que también tiene su guasa (71).

Cuidado Percy, los barcos los carga el diablo

Poseidón debió sentir celos de tanto amorío que se traía Percy Shelley. Demasiada hembra para un solo hombre. Así, en un ataque de furia, el dios del mar decidió tragarse a Percy, al velero y a todo aquél que surcaba los mares con él (72). ¡Esto se parece a aquella famosa canción de Mecano (73)! Mary correteó media Italia, desesperada, esperando que su amado apareciese, cual naufrago. Pero el cruel destino había decidido ofrecerle otro trago amargo. Diez días después de la tormenta que les hizo irse a la deriva, aparecían en la costa italiana los cuerpos de Percy y de sus dos compañeros de viaje (74). Percy Shelley había muerto. Mary se había quedado sin su otra mitad. No había cumplido los 25 años y ya había enterrado a tres hijos y al amor de su vida.

Mary Shelley estaba desolada. Veía el fantasma de Percy por todas partes. Vivió en Génova durante un año, dedicada a la escritura y al único hijo que le quedaba vivo. Pero su situación económica era desastrosa, por lo que decidió regresar a Inglaterra, al amparo de su padre, hasta que pudo permitirse independizarse de nuevo (75).

 Mary Shelley la creadora de Frankenstein
Fotograma de Mary Shelley. Fuente

De vuelta de todo, de vuelta de nada. De vuelta y vuelta (76)…a Inglaterra

Tras varias «peleillas» con su suegro (77) consiguió que éste le asignase a regañadientes un dinerico anual, para mantener a su hijo (78). Además, el churumbel se convirtió en el heredero legal de la finca familiar de los Shelley, por lo que el yayo aumentó la asignación anual. Pero nunca llegó a ver con buenos ojos a Mary (79). Daos cuenta de que para la familia Shelley, y para la sociedad en general, Mary era un putón destroza hogares. ¿Para qué iban a responsabilizar a Percy de lo ocurrido? ¡Si, además, tras su muerte, se había convertido en una especie de mártir! La «culpa» de todo la tenía Mary. ¡Mujer tenía que ser!

…Y Frankenstein por fin llevo su firma. Mary Shelley consagrada a la escritura

Mary Shelley se mudó al norte de Londres (80) y se dedicó de lleno a la escritura, tratando, en buena medida, de dejar huella de la memoria de su marido (81). Un actor estuvo rondándola e incluso hubo una propuesta de matrimonio, pero Mary Shelley la rechazó. Ella ya se había casado con un genio y nadie podría estar a su altura (82). Estaba y estuvo entregada, en cuerpo y alma, a su faena como escritora hasta el final de su vida (83). Los días de vino y rosas, de amantes y cachondeo, habían terminado para Mary Shelley… ¡Que no, que es broma! ¿De verdad os habíais creído que Mary se había convertido en una remilgada? Mary siguió teniendo amantes, de manera bastante discreta (84), pero muy centrada en su trabajo y en la crianza y educación de su hijo (85).

En 1831 se publicó la tercera edición de Frankenstein, por fin firmada por Mary (86). Años después, cuando falleció el yayo Shelley, madre e hijo pudieron ser independientes económicamente. Aunque la finca Shelley no era tan valiosa como esperaban (87). Por aquel entonces, los Shelley ya eran muy famosos. Así, Mary se convirtió en la víctima perfecta de varios chantajistas. Estos amenazaron con publicar cartas comprometidas de Mary y biografías maliciosas sobre Percy Shelley. Pero Mary no sucumbió ante ninguna de las amenazas y consiguió salir airosa (88). Después, su retoño se casó, y Mary se fue a vivir con la feliz pareja de tortolitos (89).

La muerte de la reina maldita

Mary Shelley vivió sus últimos años muy jodida, la verdad. La enfermedad la persiguió sin tregua durante doce años, que se dicen pronto (90). Falleció a los 53 años, posiblemente de un tumor cerebral (91). Al año, sus familiares revisaron su escritorio y se quedaron locos al ver lo que allí guardaba como reliquias. Hallaron mechones de cabello de los hijos que Mary había perdido y un cuaderno que había compartido con su marido, junto a una página de un poema de Percy. Ésta contenía algunas de las cenizas de Percy Shelley y… su corazón (92). Sí, habéis leído bien. Mary Shelley guardó, literalmente, el corazón de Percy Shelley toda su vida. Como si así su amor se inmortalizase, de manera incorrupta. Como si así pudiese conservar su amor hasta el final de su vida.

Corazón Percy Shelley
El corazón de Percy Shelley. Fuente

¡Larga vida a Mary Shelley!

Después de este repaso de la vida de Mary Shelley, estaréis de acuerdo conmigo en que ella fue la gran maldita, la diosa del romanticismo. Se ha mitificado mucho, por ejemplo, a Lord Byron, como el gran antecedente de los poetas malditos (93). Pero, ¡qué leches, no hubo nadie más maldito que Mary Shelley! Ella fue el drama, la lujuria, el terror, el amor, el escándalo, la locura en estado puro. Una vida llevada al límite, en todos los sentidos. Tanto en las alegrías, como en las penas. Si alguien puede personificar aquélla época romántica e intensa, es ella.

La madre de Frankenstein encarnó una vida mucho más fantástica y gótica que la de su propio doctor con su monstruo. Pero ella no fue una one hit wonder, amigos míos. Fue una célebre escritora, con muchas obras en su haber. Y no de un solo género, sino de lo más variopintas (94). Nunca dejó de escribir, ni en los peores momentos. Es más, la escritura fue su refugio, su consuelo en los malditos días de fantasmas y añoranza. Adorémosla y démosle de una vez el lugar que le corresponde y que merece. Ese lugar que la Historia patriarcal siempre le ha negado, injustamente. Marginada en su tiempo, maltratada por la Historia, ¡ya es hora de coronar a la reina romántica! God Save Mary Shelley!



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Referencias y bibliografía

Referencias

(1)  Mary Wollstonecraft Godwin, más conocida como Mary Shelley, nació en Londres, el 30 de agosto de 1797. Cross, 2013, p. 9. Spark, 2006, p. 9. Falleció, también en Londres, el 1 de febrero de 1851. Seymour, 2000, p. 540. Spark, 2006, p. 9. Fue una de las novelistas más importantes del romanticismo británico.

(2) Mary Shelley es hija de la filósofa feminista Mary Wollstonecraft – no olvidéis visitar nuestro artículo sobre ella –   y del padre del anarquismo filosófico, William Godwin (1756-1836). Charlotte Gordon tiene en el mercado una biografía paralela de las vidas de Mary Wollstonecraft y de Mary Shelley, muy interesante, que ayuda a comprender la obra de ambas, y como por su condición de mujeres no se les ha dado la importancia que merecen en la Historia Universal. Ver Gordon, 2015.

(3) Haifaa Al-Mansour es la primera directora de cine de su país, Arabia Saudita. Nacida en 1974, es especialmente conocida por su opera prima, Wadjda (La Bicicleta Verde), de 2012, y tiene un gran reconocimiento internacional. Elle Fanning es una actriz estadounidense, nacida en 1998, muy conocida por su papel en Super 8.

(4) Maisie Williams es una actriz británica, nacida en 1997, archiconocida en el mundo entero por dar vida en la famosísima serie, de HBO, Juego de Tronos, a Arya Stark.

(5) Novela gótica publicada por primera vez el 11 de marzo de 1818, llevada al mundo del cine en numerosas ocasiones. La criatura del doctor Frankenstein se ha convertido en uno de los monstruos más famosos de la cultura popular. Se recomienda leer la obra: Shelley, 2004.

(6) Por nombrar algunas adaptaciones, señalaré la película de 1994 Frankenstein de Mary Shelley, de Kenneth Branagh, la mítica La novia de Frankenstein, de 1935, o la desternillante comedia de 1974, El jovencito Frankenstein. En cuanto al mundo, cada vez más de moda, de la pequeña pantalla, cabe destacar la serie de Showtimes Penny Dreadful. Ambientada en la Inglaterra victoriana, da cabida a famosas creaciones literarias como Frankenstein, Drácula o Dorian Gray. También debo nombrar la serie británica The Frankenstein Chronicles, de 2015, con Sean Bean a la cabeza del elenco (sí, nuestro amado Ned Stark), que brilla por su gran calidad, tanto a nivel argumental como interpretativo.

(7) Mary Shelley nació el 30 de agosto de 1797. Tras dar a luz a la niña, Mary Wollstonecraft manifestó síntomas de fiebre. Los médicos le diagnosticaron septicemia. Los primeros días, después del parto, el padre y las vecinas la acercaban a la madre. Tenía que alimentarse. Después, el médico la separó de la madre. Mary pasó a los brazos de la nodriza. A la madre le llevaron cachorros y se los prendieron al pecho para aliviarla. La madre, enferma, tenía convulsiones. La cama se sacudía con sus temblores. Dijo que ahora sabía lo que era el dolor físico. Cuando el dolor se volvió insoportable, le dieron vino. A los diez días, murió, el 10 de septiembre.  Mary, la recién nacida, quedaba con su padre y una media hermana de tres años: Fanny Imlay, hija de la historia complicada de su madre con el señor Imlay. Cross, 2013, pp. 9-11. Spark, 2006, p. 28.

(8) Antes de casarse, Mary se llamaba Mary Wollstonecraft Godwin. Cosa bastante inusual en la época. Los padres creían que llegaba un varón y habían decidirlo llamarlo William, como el padre: William Godwin. Pero fue una mujer y la llamaron como la madre: Mary Wollstonecraft Godwin. Cross, 2013, p. 9.

(9) William Godwin – ver (2) – educó a Mary Shelley animándola a seguir las teorías políticas liberales. Sunstein, 1989, p. 58. Godwin la instruyó en diversas materias. La educó con métodos educacionales antiguos (griegos). Además, ella tenía acceso a su biblioteca. También, tenía contacto con el gran número de intelectuales que los visitaban, como el poeta romántico Samuel Taylor Coleridge (uno de los fundadores del Romanticismo en Inglaterra). Bennett, 1998, pp. 16-17. Mary recibió una educación avanzada, para una niña de su época (recordemos que era una época en la que las niñas no recibían la misma educación que los niños – Ver (11) -). Tuvo una institutriz y una tutora, y fue instruida, con los libros para niños de su padre, en historia antigua de Roma y Grecia, en su lengua original. Seymour, 2000, p.  53. Sunstein, 1989, pp. 38-40.

(10) Mary Wollstonecraft escribió la Vindicación de los derechos de la mujer fuertemente influenciada por la Revolución Francesa. Se publicó por primera vez en 1792. Leer Wollstonecraft, 1994.

(11) En aquella época, la educación era diferencial y desigual para hombres y mujeres. El doble código de moralidad ilustrado, condenaba  a las mujeres al tutelaje masculino de por vida. La mujer estaba condenada a la heteronomía (ausencia de autonomía de la voluntad) moral: debía regirse por la moral masculina, ser “tutelada”. Frente a esto, la madre de Mary Shelley, Mary Wollstonecraft, defendió la universalidad del “buen sentido” como capacidad autónoma de juzgar, aplicable a ambos sexos, pues todos los humanos son seres racionales, y no únicamente los hombres. Es decir, que tanto los hombres como las mujeres debían ser tratados como seres racionales, y recibir la misma educación. Así, el objeto más característico y recurrente de la crítica feminista ilustrada será el de la educación diferencial para las mujeres, basada en la división según los géneros del espacio público y el espacio privado, así como en el doble código de moralidad. Amorós, 2010, p. 103.

(12) William Godwin – ver (2) y (9) – se casó en 1801, cuatro años después de la muerte de Mary Wollstonecraft, con Mary Jane Clairmont, una vecina que ya tenía dos hijos propios (de una de ellos, Claire Clairmont, hablaremos más adelante). St Clair, 1989, pp. 199-207. Antes, ya le había propuesto matrimonio, sin éxito, a dos mujeres de su círculo de amistades. Spark, 2006, p. 30. Mary Shelley llegó a detestarla. Seymour, 2000, p. 61. St Clair, 1989, p. 295. La pasión de Mary, en ese tiempo, estaba dirigida sobretodo contra la señora Clairmont. La odiaba. Cross, 2013, p. 40. Cuando Mary llegó a la adolescencia, había desarrolado su personalidad bajo la tutela de Godwin, y en su naturaleza se habían acentuado el resentimiento hacia su madrastra y la clásica idealización de la madre. Nunca tuvo una actitud tolerante con la madrastra. Spark, 2006, p. 32. Ver la carta de Mary a Percy Shelley, del 28 de octubre de 1814, Shelley, 1995, p. 3.

(13) La mayoría de los amigos de Godwin – ver (2), (9) y (12) – mostraron su desagrado hacia la nueva esposa, tachándola de problemática. Seymour, 2000, pp. 47-49. St Clair, 1989, p. 246. La nueva esposa no estaba a su altura (era una mujer corriente, de educación media, y la describieron con «habilidad para la invención maliciosa»). Así, la mayoría de los amigos de Godwin deploraban su trivial vulgaridad. Spark, 2006, p. 30. A pesar de ello, Godwin vivió felizmente a su lado. Seymour, 2000, p. 48. Mary Jane Clairmont – ver (12) – había favorecido a sus propios hijos, sobre Mary. St Clair, 1989, p. 295. Era consciente de su inferioridad, y se desquitó de modo irreflexivo, con las hijas de Godwin. Spark, 2006, p. 30.

(14) Ver (9).

(15) Su padre la describió a los quince años como una chica “singularmente valiente, algo arrogante y de espíritu enérgico. Sus afán de conocimiento es enorme, y su perseverancia en todo lo que emprende, casi invencible”. Spark, 2006, p. 32. Una obra que explora la profunda y extraña relación (a veces, incluso enfermiza), de Mary Shelley y su padre, William Godwin – ver (2), (9), (12) y (13) –, es Edmundson, 2012.

(16) Un admirador de Godwin, William Baxter (político liberal y filósofo radical), invitó a Mary a pasar unas largas vacaciones en su casa, cerca de Dundee (Escocia), con su familia. Así, en junio de 1812, Mary puso rumbo a Escocia. Su correspondencia con su padre, Godwin – ver (2), (9), (12), (13) y (15) –, nos proporciona una imagen objetiva de Mary y de la preocupación que su padre sentía por ella. Spark, 2006, pp. 33-35. Godwin escribió a Baxter: “Tengo empeño en que se eduque como una filósofa, incluso como una cínica. Esto intensificará enormemente la fortaleza y la valía de su carácter”. Seymour, 2000, p. 72. Spark, 2006, p. 35. Los historiadores han especulado sobre si Mary fue enviada fuera del país por razones de salud, para protegerla del lado oscuro de los negocios, o para instruirla en política radical. Seymour, 2000, pp. 71-74. Hay que tener en cuenta que el negocio familiar que había montado Godwin (una editorial), fracasó y le empujó a endeudarse de manera salvaje. St. Clair, 1989, pp. 283-287. Aunque logró salvar la situación, gracias a la ayuda económica que le prestaron sus amigos, como el filósofo Francis Place. St. Clair, 1989, pp. 308-309. Mary Godwin vivió en la casa de Baxter durante diez meses, tras los cuales regresó al norte, en el verano de 1813. Seymour, 2000, pp. 73-86. Spark, 2006, pp. 35-37. En la introducción de Frankenstein, de 1831, Mary escribió: “Imaginé este libro allí. Fue bajo los árboles que rodean la casa, o en las peladas faldas de las cercanas montañas, en donde nacían y crecían mis auténticas composiciones, los vuelos aéreos de mi fantasía”. Spark, 2006, p. 35. De Escocia volvió cambiada. Ahí se dio su primera conversión como escritora. En Escocia dejó de ser una chica que inventaba historias “llenas de lugares comunes” para convertirse en otra, que podía dar rienda suelta a la imaginación. Cross, 2013, p. 41.

(17) Mary debió conocer al poeta Percy Bysshe Shelley en el intervalo de sus dos viajes a Escocia. Bennett, 1998, p. 17. Seymour, 2000, p. 89. St Clair, 1989, p. 357. Percy Shelley fue un famoso poeta romántico inglés. Cabe destacar su soneto Ozymandias, publicado en enero de 1818.

Al mes de regresar de Escocia, Mary ya estaba enamorada de él. Había conocido a Shelley un año antes, con su esposa Harriet, pero entonces era una colegiala; ahora, su aspecto y su manera de ser deleitaban al poeta. Spark, 2006, pp. 41-42.

(18) En 1814, Percy Shelley, que se había separado de su esposa, visitaba asiduamente a William Godwin – ver (2), (9), (12), (13), (15) y (16) –, a quien le había prometido librarlo de sus deudas. Procuró considerables sumas de dinero y las puso a disposición de Godwin. Seymour, 2000, p. 88. Spark, 2006, pp. 37-38. St. Clair, 1989, pp. 329-335. Sunstein, 1989, pp. 70-75. El radicalismo de Percy, fuertemente influenciado por la obra de Godwin, lo había separado de su acaudalada familia aristocrática, pues él quería dedicar la fortuna familiar a obras de caridad. A partir de ese momento, Percy tuvo muchas dificultades para acceder a su fortuna, ya que su familia no deseaba que “desperdiciase la fortuna”. Desde que fue expulsado de Oxford y se distanció de su familia, a duras penas vivía con la pensión que le pasaba su padre. Spark, 2006, p. 37. Después de varios meses prometiéndole dinero, Percy Shelley anunció que no podría o no quería pagar las cuentas de Godwin, quien reaccionó con furia y se sintió traicionado. St. Clair, 1989, p. 355.

(19) Percy Shelley estaba bien predispuesto porque Mary era la hija de sus héroes intelectuales. Cross, 2013, p. 44. Se empezaron a ver en secreto en la tumba de Mary Wollstonecraft, en St. Pancras Churchyard. Ella tenía 17 años, y él 22. Cross, 2013, p. 44.  St Clair, 1989, p. 358.

(20) Percy estaba casado con Harriet Shelley. Harriet estaba desesperada, pero todo lo que hizo para retener a Shelley fue inútil. Cross, 2013, p. 46.

(21) Godwin – ver (2), (9), (12), (13), (15), (16) y (18) – desaprobó la relación de su hija con Percy Shelley, y trato de sabotearla, con la escusa de salvaguardar la reputación de su hija. En verdad, Percy Shelley ya le había manifestado que no tenía intención de pagar sus deudas. Seymour, 2000, p.  94 y p. 100. St. Clair, 1989, p. 355. Goswin desaprobó la relación profundamente. Aunque muchos críticos lo achaquen al dinero, nada demuestra que la desaprobación paterna no surgiera del convencimiento de que Percy, un hombre casado cuyda esposa había sido una invitada habitual de los Godwin, era un compañero inadecuado para su hija. Spark, 2006, p. 42.

(22) Percy y Mary se conocieron sobre marzo de 1814, y el hijo de Percy con Harriet Shelley – ver (20) – nació a finales de ese mismo año. Mary tuvo que sobreponerse ante la gran alegría manifiesta de Percy por el nacimiento de su hijo. Fue para ella una enorme fuente de resentimiento. Spark, 2006, p. 64.

(23) Mary y Percy escaparon en secreto a Francia en julio de 1814, acompañados de la hermanastra de Mary, Claire Clairmont – ver (12) –. Cross, 2013, p. 46. Seymour, 2000, pp. 98-99. Spark, 2006, p. 46.

(24) Spark, 2006, pp. 46-59. En la historia de amor entre Shelley y Mary la escritura fue, probablemente, el pilar más fuerte. La escritura y las lecturas compartidas siempre seguían adelante, a pesar de los desencuentros y los dramas pasionales contenidos. Cross, 2013, pp. 55-56.

(25) La falta de dinero les obligó a regresar a Inglaterra, donde llegaron el 13 de septiembre de 1814. Seymour, 2000, p. 109 y p. 113. Spark, 2006, p. 50. Para subsistir, Shelley vendía lo que tenía, hasta el reloj y la cadena del reloj. Cross, 2013, p. 55.

(26) Bennett, 1998, p. 20. Seymour, 2000, pp. 115-116. St Clair, 1989, p. 373. Sunstein, 1989, pp. 88-89.

(27) La pareja se mudó con Claire Clairmont – ver (12) y (23) –. Mantuvieron su programa intenso de lectura y escritura y recibieron a los amigos de Percy Shelley, tales como Thomas Jefferson Hogg y el escritor Thomas Love Peacock. Spark, 2006, pp. 51-56.

(28) Percy abandonaba su casa por períodos cortos para eludir a los acreedores. Spark, 2006, pp. 60-63. St Clair, 1989, p. 374. Las cartas que se enviaban Mary y Percy durante esas separaciones, muestran el dolor y la angustia que sentían. Seymour, 2000, pp. 122-123. Sunstein, 1989, pp. 91-92.

(29) Ver (12), (23) y (27). Claire Clairmont siempre fue un problema para Mary. Eran amigas y rivales, y en el medio, estaba Shelley. Cross, 2013, p. 57. Mary se percató de la inconveniente práctica que suponía el hecho de que Claire les acompañara siempre. Spark, 2006, p. 58.

(30) Mary se consolaba con las visitas de Hogg – ver (27) –. Éste, en un principio, no le agradaba, pero pronto comenzó a considerarle un amigo. Ella comenzó a desear sus visitas diarias cuando sus frecuentes dolencias (sufría consecuencias físicas a consecuencia de todo el nerviosismo acumulado por las deudas que tenían) le impedían compartir las actividades de Shelley. Mary le escribió a Hogg varias cartas «de amor», pero los estudiosos del tema le dan a las mismas distintas interpretaciones. Parece que no le entusiasmaba coquetear con Hogg, pero no queda claro por qué se decidió a hacerlo. Lo más probable, es que Mary estuviese resentida por el tema de Claire, se sentía sola y Hogg aparció en el momento oportuno. Spark, 2006, pp. 65-73.

(31) Lo más probable, dadas las circunstancias, es que Percy quisiese que Mary y Hogg – ver (27) y (30) – se convirtiesen en amantes. St Clair, 1989, p. 375. No es que Mary descartase la idea, pues creía en el amor libre. Seymour, 2000, p. 127. Sunstein, 1989, pp. 94-97. No olvidemos que su padre, Godwin – ver (2), (9), (12), (13), (15), (16), (18) y (21) –, había descrito el matrimonio como “un monopolio represivo”, en su obra Justicia Política, de 1793, aunque más tarde se retractó. Cross, 2013, p. 57. St Clair, 1989, p. 373. Pero Mary estaba profundamente enamorada de Percy Shelley, por lo que no tuvo más que un flirteo inocente con Hogg. Seymour, 2000, pp. 126-27. Spark, 2006, pp. 41-46. Aun así, hay quien especula con que sí mantuvieron una relación. Ver Sunstein, 1989, pp. 98-99.

(32) El 22 de febrero de 1815, Mary Shelley dio a luz a una niña, dos meses prematura. Nunca se esperó que sobreviviese. Seymour, 2000, p. 128. Spark, 2006, p. 73. El dos de marzo, la familia se mudó a un nuevo alojamiento, con desastrosas consecuencias para el bebé, que murió cuatro días más tarde (el seis de marzo). Mary escribió a Hogg – ver (27), (30) y (31) – enseguida: «Mi querido Hogg, mi bebé ha muerto, venga a verme en cuanto pueda. Quiero verle. La niña estaba bien cuando me fui a dormir; me desperté de noche para darle de mamar, pero parecía dormir tan profundamente que no la desperté. Ya estaba muerta, pero no lo supe hasta la mañana siguiente; por su aspecto, es obvio que murió de convulsiones. ¿Querrá venir? Es usted una criatura sumamente sosegada, y Shelley teme que la leche me provoque fiebres, pues ya no soy madre». Spark, 2006, p. 73. Efectivamente, Mary acomodó a su bebé prematura en una cuna. Una noche, fue a darle de mamar pero no quiso despertarla porque, supuestamente, dormía profundamente. Al día siguiente, Mary se dio cuenta de que no estaba dormida, sino que ya estaba muerta. Por la expresión del bebé, era evidente que había tenido convulsiones. La niña aún no tenía nombre. Muchos padres esperaban el bautismo para nombrar a sus hijos pero ellos prolongan ese tiempo porque era una hija prematura, débil, de poca proyección. «Yo era una madre y ahora no lo soy», escribió. Cross, 2013, p. 71.

(33)  La hija se le aparecía en sueños por la noche, y de día era su obsesión. «Pienso en la criatura todo el tiempo», anotó en su diario. Cross, 2013, p. 71. Mary vivió obsesionada, sin dejar de pensar en su bebé, durante semanas. Soñaba con la niña y después, abatida, «pensaba en la criatura todo el día».Tras la muerte de la niña, Mary escribió tres cartas a Hogg más insinuantes que nunca; tras la muerte de su hija, su correspondencia adoptó un tono distinto, como si se hubiese dado cuenta de que había llegado el momento de convertirse en la amante de Hogg (cosa que no deseaba) o de rechazarlo. Pero Shelley parecía insistir para que el romance se produciese entre ambos; hasta escribió a Hogg incitándole al romance con Mary, y denominándola a ella «un placer compartido» entre ambos. Percy Shelley llevaba al pie de la letra cualquier modo de vida del que se considerase partidario: «le concedo poco valor al monopolio de la cohabitación exclusiva», le escribió también a Hogg.Su «tesoro en común», sin embargo, se escabulló astutamente de la transacción, y de dedicó al estudio de Ovidio. Spark, 2006, pp. 73-75. Se recuperó del mazazo durante el verano de 1815. St Clair, 1989, p. 375. En agosto, Mary escribió sobre la mejoría de su salud, de los cálidos días y de la tranquila felicidad de aquel verano, en sus notas póstumas a los poemas de Shelley. Spark, 2006, p. 78.

(34) Al morir su abuelo, Sir Bysshe Shelley, las finanzas del poeta se recuperaron, ya que heredó la finca familiar. Seymour, 2000, pp. 127-130. Sunstein, 1989, pp. 93-94 y p. 101.

(35) El 24 de enero de 1816, Mary dio a luz a su segundo hijo, al que llamaron William, en honor al padre de Mary. Cross, 2013, p. 6 y p. 71.

(36) En mayo de 1816, Percy Shelley, Mary y Claire Clairmont – ver (12), (23), (27) y (29) – alquilaron una casa en Suiza, la Maison Caphuis, cerca de la Villa Diodati, muy próxima al Lago Lemán o Lago Ginebra, donde vivía Lord Byron, en Cologny (una comuna suiza del cantón de Ginebra). Cross, 2013, p. 59. Lord Byron, fue un poeta inglés y el máximo representante del movimiento romántico (que consistió en una reacción revolucionaria, que priorizaba y exaltaba los sentimientos, contra el racionalismo de la Ilustración y el Neoclasicismo imperantes en la época). Debido a su atractivo, a su carisma, a su talento y a sus numerosos escándalos, es considerado toda una celebridad. Desde luego, es uno de los mejores poetas ingleses, y un clarísimo antecedente de los poetas malditos (una generación de artistas franceses, con un aire gótico y muy autodestructivos, como Baudelaire, Rimbaud, Corbière o Mallarmé, entre otros). Por supuesto, los Shelley también pertenecieron al movimiento romántico.

Mary, en cierto modo, se sentía intimidada por Byron, pues le admiraba pero no hallaba nada en sí misma que se ajustase a los modelos femeninos del poeta: no era dulce, dependiente ni sumisa. Spark, 2006, p. 80.

(37) Percy Shelley, Mary y Claire Clairmont – ver (12), (23), (27), (29) y (36) – pasaban las tardes de lluvia en casa de Byron – ver (36) –, hablando sobre los misterios de la vida, leyendo historias folklóricas alemanas de terror, hasta altas horas de la noche. Cross, 2013, p. 59. Sunstein, 1989, p. 118. Entre otros temas, hablaban sobre los experimentos de Erasmus Darwin, del que se decía que había animado materia muerta, y de la posibilidad de devolverle la vida a un cadáver o a distintas partes del cuerpo. Holmes, 2003, p. 328.

(38) Claire Clairmont – ver (12), (23), (27), (29), (36) y (37) – había acosado a Byron – ver (36) y (37) – en Londres, hasta que éste sucumbió, y ahora, estaba embarazada. Cross, 2013, p. 64.

(39) De esas sesiones nocturnas, nació Frankenstein. Cross, 2013, p. 59.

(40) Cross, 2013, p. 63. En una de esas veladas, la conversación giró en torno a uno de los temas predilectos de Shelley: lo sobrenatural y el alcance de la ciencia. Entonces, Byron hizo la siguiente propuesta: «Cada uno de nosotros escribirá una historia de fantasmas». La sugerencia fue aceptada con entusiasmo y Mary produjo el mejor de aquellos relatos: Frankenstein. Spark, 2006, pp. 80-81.

(41) Cross, 2013, p. 67.

(42) Indaga la historia que encierra esa imagen, qué significa, qué pasó antes, a dónde lleva. Cross, 2013, pp. 72-73.

(43) Ver (5). Bennett, 1998, pp. 30-31. Sunstein, 1989, p. 124.

(44) A principios de septiembre de 1816, Mary y Percy Shelley regresaron a Inglaterra, y se mudaron, junto a Claire Clairmont – ver (12), (23), (27), (29), (36), (37) y (38) –, a Bath (en el sudoeste del país), donde esperaban mantener en secreto el embarazo de Claire. Especialmente, se lo pretendían ocular a los Godwin. Seymour, 2000, p. 165. Spark, 2006, pp. 81-82. Sunstein, 1989, pp. 124-125.

(45) Mary Shelley fue víctima de diversas acusaciones, difamaciones, chismorreos y de aislamiento social. Le daban de lado, no la querían ni respetaban. Cross, 2013, pp. 117-118.

(46) Fanny Imlay (legalmente Fanny Wollstonecraft) – ver (7) –, se suicidó el 9 de octubre de 1816. Era la media hermana mayor de Mary Shelley. Fanny viajó a Swansea y se tomó un frasco de láudano en el cuarto de una posada. Fue encontrada muerta el día 10, junto a una nota de suicidio. Cross, 2013, pp. 71-72. Fanny escribió a Mary una serie de cartas muy dolorosas, que la inquietaron bastante. Fanny estaba profundamente agobiada por temas económicos, además padecía melancolía y se encontraba muy sola. El 9 de octubre, Fanny se marchó de casa, y ese mismo día Mary recibió una carta suya, tras la cuál, Percy partió de inmediato hacia Bristol. Fanny se quitó la vida en una pensión de Swansea, dejando esta nota: «Hace tiempo que decidí que lo mejor que podía hacer era poner fin a la existencia de un ser cuyo nacimiento fue desgraciado y que a lo largo de su vida no ha hecho sino causar dolor a aquellos que arriesgaron la salid en aras de su bienestar. Tal vez os entristezca descubrir mi muerte, pero muy pronto tendréis la bendición de olvidar que existió una criatura llamada…». Había tachado la firma, quizá por respeto al nombre de Godwin. Tras el suicidio, Mary y Percy sintieron un gran remordimiento por haberle prestado tan poca atención a Fanny. Los Godwin echaron tierra sobre el asunto. Spark, 2006, pp. 82-84.

La esposa de Percy Shelley, Harriet – ver (20) y (22) –, se suicidó el 9 de diciembre de 1816. Se tiró al lago Serpentine, en Hyde Park. Fue encontrada ahogada al día siguiente. A esto hay que sumar que a Percy Shelley se le prohíbe ver a los dos hijos que tenía con Harriet. Cross, 2013, p. 72. Seymour, 2000, p. 175. Spark, 2006, p. 86. St Clair, 1989, p. 413.

(47) La familia de Harriet – ver (20), (22) y (46) – puso obstáculos para que Percy Shelley y Mary asumieran la custodia de los dos hijos de Harriet. Sus abogados les aconsejaron casase, para ganar puntos (si se casaban, tenían más posibilidades de retener a los niños). Así, él y Mary, embarazada otra vez, se casaron el 30 de diciembre de 1816 en la Iglesia Saint Mildred’s, en Bread Street, Londres. Seymour, 2000, p. 176. Spark, 2006, p. 87. St Clair, 1989, pp.  414-415. Sunstein, 1989, p. 129. Mary consintió casarse con el único propósito de apoyar las reivindicaciones de Percy. En aquella época, Hogg había pasado a un segundo plano para Mary. Su amor por Percy había madurado y la maternidad la había estabilizado. Spark, 2006, p. 87.

(48) Godwin – ver (2), (9), (12), (13), (15), (16), (18), (21) y (31) – y su esposa, Mary Jane Clairmont   – ver (12) y (13) –, asistieron a la boda, que terminó con las discordias familiares. Seymour, 2000, pp. 176-177. Spark, 2006, p. 87.

(49) El 13 de enero de 1817, Claire Clairmont – ver (12), (23), (27), (29), (36), (37), (38) y (44) – dio a luz a una niña: Alba Byron, rebautizada Allegra en 1818. Seymour, 2000, p. 177. Spark, 2006, p. 90.

(50) En marzo de 1817, la Corte declaró que Percy Shelley no era capaz de mantener la custodia de sus hijos – ver (47) –, por lo que los ubicaron con la familia de un clérigo, en Kent. Bennett, 1998, pp. 21-22. Spark, 2006, p. 91.

(51) También en marzo de 1817, Mary y Percy Shelley se mudaron con Claire – ver (12), (23), (27), (29), (36), (37), (38), (44) y (49) – y la hija de ésta, Allegra Byron – ver (49) – a Marlow. Spark, 2006, p. 90. Allí nació Clara, la tercera hija de Mary y Percy, el 2 de septiembre. Seymour, 2000, p. 185. Spark, 2006, p. 94. Sunstein, 1989, pp. 136-137.

(52) A principios del verano de 1817, Mary Shelley terminó Frankenstein, obra que fue publicada anónimamente en enero de 1818. Los críticos y lectores asumieron que Percy Shelley era el autor, ya que el libro había sido publicado con su prólogo y dedicado a su héroe político, William Godwin – ver (2), (9), (12), (13), (15), (16), (18), (21), (31) y (48) –. Seymour, 2000, pp. 195-196. En junio de 1818, Mary Shelley recibió un ejemplar de la revista Blackwood, con un comentario elogioso sobre Frankenstein, escrito por Sir Walter Scott. Como Shelley le había enviado el libro y Mary no lo había firmado, Scott estaba convencido de que el autor era Shelley. Cross, 2013, p. 90.

(53) La amenaza de prisión, combinada con su pobre salud y el temor a perder la custodia de sus hijos – ver (47) y (50) –, contribuyó a la decisión de la pareja de abandonar Inglaterra y vivir en Italia, llevándose a Claire Clairmont – ver (12), (23), (27), (29), (36), (37), (38), (44), (49) y (51) – y a Allegra Byron – ver (49) y (51) – con ellos. Seymour, 2000, pp. 191-192. Así, el 12 de marzo de 1818, los Shelley, Claire y los tres niños, pusieron rumbo a Italia. Spark, 2006, pp. 95-96. St Clair, 1989, p. 443. Sunstein, 1989, pp. 143-149. No tenían intención de regresar.  St Clair, 1989, p. 445.

(54) Byron – ver (36), (37) y (38) – había accedido a criar a la niña, Allegra Byron – ver (49), (51) y (53) –, ya que Claire – ver (12), (23), (27), (29), (36), (37), (38), (44), (49), (51) y (53) – no podía hacerse cargo de ella. Gittings, Robert y Manton, 1992, pp. 39-42. Seymour, 2000, pp. 205-206. Byron accedió a acoger a la niña a condición de que Claire renunciase a todo derecho sobre ella, incluso a verla. Spark, 2006, p. 97.

(55) Los Shelley eran nómades, acampaban y levantaban campamento. Llevaban muebles y biblioteca, conflictos, una familia, una revolución privada, un libro sobre un monstruo, fantasmas de hijos, amigos. Y desde donde estaban, formaban una trama de cartas y relaciones. Cuando empezó el peregrinaje, Shelley tenía veintitrés años. ¿Podían dejar de viajar? Eran románticos. El monstruo y el doctor también parecen personajes románticos por eso: se encuentran en Suiza, Alemania, Escocia, el Polo. Viven viajando, siempre se van. De pronto se detienen, pero son postas en un camino que se renueva a medida que avanzan, porque el mundo parece inagotable. Cross, 2013, pp. 82-85.

Los Shelley vivieron en Livorno, Bagni di Lucca, Venecia, Este, Nápoles, Roma, Florencia, Pisa, Bagni di Pisa y San Terenzo. Bennett, 1998, p. 43.

(56) Bennett, 1998, p. 46. Clara – ver (51) – murió de disentería, con un año de edad, en septiembre de 1818, en Venecia. Hay una anotación en el diario de Mary que lo cuenta; sin embargo, no pudo escribir sobre la muerte de su hija hasta mucho tiempo después. Cross, 2013, p. 91. Y William – ver (35) –, murió de malaria a los tres años y medio, en junio de 1819 en Roma. Cross, 2013, pp. 91-92. Seymour, 2000, pp. 214-216 y p. 231.

(57) Sunstein, 1989, pp. 170-171, pp. 179-182 y p. 191. Mary se sumió en una profunda crisi de pesimisto que, a partir de entonces, empezaría a sufrir cada vez más a menudo. «Tras la muerte de mi William sentía que el mundo se hundía bajo mis pies, como si de arenas movedizas se tratara…». Percy comprobó que Mary quedó sumida en una profunda melancolía: se había encerrado en sí misma y hubo de pasar mucho tiempo antes de que la comunicación se restableciese entre ellos. Spark, 2006, p. 107.

(58) Bennett, 1998, p. 47 y p. 53.

(59) El nacimiento de su cuarto hijo, Percy Florence, el 12 de noviembre de 1819, finalmente reconfortó a Mary. Spark, 2006, p. 110. Aunque mantuvo la memoria de sus hijos perdidos (como veremos) hasta el final de su vida. Sunstein, 1989, pp. 384-385.

(60) En esta época, en Italia, Percy compuso una serie de poemas, y Mary escribió la novela autobiográfica Mathilda, la novela histórica Valperga y las obras de teatro Prosperine y Midas. Spark, 2006, pp. 108-110.

(61) Mujeres como Sophia Stacey, Emilia Viviani y Jane Williams. Bieri, 2005, pp. 170-176. Seymour, 2000, pp. 267-270 y p. 290. Sunstein, 1989, pp. 193-195 y pp. 200-201. El affair de Percy con Emilia Vivani trajo de cabeza a Mary. Spark, 2006, pp. 114-118. En enero de 1821, aparecieron en sus vidas los Williams (Edward y Jane): una atractiva y joven pareja, no oficialmente casados, deseosos de unirse al grupo de los Shelley. Spark, 2006, p. 118. Los Williams, en Pisa, vivían a sólo dos kilómetros de la casa de campo de los Shelley, y se veían constantemente. Spark, 2006, p. 122. Shelley se prendó de la gracia y la encantadora voz de Jane Williams. Mary también se encariñó con ella; se veían casi a diario. Spark, 2006, p. 134.

(62) Como ya hemos visto, Mary Shelley compartía la creencia de Percy en el amor libre – ver (31) –. Así, tuvo vínculos amorosos con los hombres, e incluso con mujeres, de su círculo. Por ejemplo, tuvo una gran amistad con la pareja de Jane – ver (61) – y Edward Williams. Bennett, 1998, pp. 43-44. Gittings, Robert y Manton, 1992, pp. 61-63. Al círculo de amigos, también se unió Edward John Trelawny, a quien Mary consideróun complemento vigorizante para el grupo. En los diarios de Mary, se percibe su amistad especial tanto con él como con Jane Williams. Spark, 2006, pp. 133-137. Su concepción del amor queda bastante clara en estas palabras: «Dejad que, en mis allegados, ame lo que es y que no entregue mis afectos a una forma bella dotada de atributos imaginarios; dejadme amar y admirar la bondad, la amabilidad y el talento allí donde estén y en su justo valor, sin añadir ni restar nada». Éste era su manifiesto práctico del amor, que le permitió sentar las bases de una alianza duradera entre ella y Percy Shelley. Spark, 2006, pp. 137-138. Ver (80).

(63) En diciembre de 1818, los Shelley y Claire Clairmont – ver (12), (23), (27), (29), (36), (37), (38), (44), (49), (51), (53) y (54) – viajaron a Nápoles junto a sus sirvientes. Hay mucha polémica sobre estos años, con un bebé de por medio: unos antiguos criados (Paolo – un sirviente – y Elise – la niñera – Foggi) les acusaron de haber registrado como suyo un bebé que, en verdad, era de Claire. Sucedió el 27 de febrero de 1819. La niña, se llamaba Elena Adelaide Shelley. Gittings, Robert y Manton, 1992, p. 46. Seymour, 2000, pp. 221-224. Spark, 2006, p. 102. Los biógrafos han ofrecido varias versiones sobre lo que ocurrió: que Percy Shelley decidió adoptar a un niño italiano; que el bebé era suyo con la niñera denunciante (Elise Foggi), con Claire Clairmont o con una mujer desconocida; o que era de la niñera y Lord Byron – ver (36), (37), (38) y (54) –. Bieri, 2005, pp. 103-112. Seymour, 2000, p. 221. El caso es que Paolo (el antiguo sirviente) alimentó el escándalo, acusando a Percy de haber abandonado a un hijo ilegítimo, en un orfanato de Nápoles. Spark, 2006, p. 111.

(64) Los eventos ocurridos en Nápoles, permanecen rodeados de misterio. Establecer quiénes fueron los padres de Elena Adelaide Shelley – ver (63) – es uno de los grandes interrogantes que Shelley dejó a sus biógrafos. Bieri, 2005, p. 106. La niña,nació en diciembre de 1818 y murió en junio de 1820, en Nápoles. Bieri, 2005, p. 105. Spark, 2006, p. 111. Mary Shelley, más tarde, describió Nápoles como un paraíso habitado por demonios. Lo único que está claro de todo este embrollo, es que Mary Shelley no era la madre biológica de la niña. Seymour, 2000, p. 221.

(65) En el verano de 1822, Mary, embarazada, se mudó con Percy, Claire – ver (12), (23), (27), (29), (36), (37), (38), (44), (49), (51), (53), (54) y (63) – y Edward y Jane Williams – ver (61) y (62) –  a la aislada Villa Magni en San Terenzo, un caserío de pescadores en la bahía de Lerici. Cross, 2013, pp. 93-94 y p. 96. Seymour, 2000, p. 292. Spark, 2006, p. 139.

(66) Allegra Byron – ver (49), (51), (53) y (54) –, la hija de Claire Clairmont – ver (12), (23), (27), (29), (36), (37), (38), (44), (49), (51), (53), (54), (63) y (65) – y Lord Byron – ver (36), (37), (38), (54) y (63) –, también murió en ese tiempo en Italia, en un internado. Cross, 2013, p. 92. Una vez que se establecieron en Villa Magni – ver (65) –, Percy le reveló a Claire la noticia de la muerte de su hija (había muerto de tifus). Seymour, 2000, p. 292. Spark, 2006, p. 139.

(67) Mary describió Villa Magni – ver (65) y (66) – como un calabozo. Holmes, 2003, p. 717. Seymour, 2000, p. 301. Sunstein, 1989, p. 216. Mary estaba enferma y las tareas domésticas le irritaban. Spark, 2006, p. 141.

(68) El 16 de junio, Mary sufrió un aborto espontáneo, que le causó una gran pérdida de sangre y la puso en peligro de muerte. En lugar de esperar al médico, Percy hizo que se sentase en una bañera cubierta de hielo, para detener el sangrado. Fue un acto que le salvó la vida a Mary: se salvó gracias al ingenio de Percy. Gittings, Robert y Manton, 1992, p. 71. Spark, 2006, p. 143.

(69) La relación de Mary y Percy no fue muy estable ese verano, ya que Percy pasó más tiempo con Jane Williams – ver (61), (62) y (65) –  que con su deprimida y debilitada esposa. De hecho, la mayoría de los poemas de Percy de aquel período (tiernos y ligeros versos), están dedicados a Jane, y no a Mary Shelley. Holmes, 2003, p. 725. Seymour, 2000, pp. 270-273. Sunstein, 1989, pp. 217-218. Shelley no soportaba fácilmente la melancolía de Mary y pasaba mucho más tiempo con Jane Williams, cuya conversación no se agriaba por discusiones domésticas. Shelley se sentía muy atraido por ella, aunque sus sentimientos carecían de la pasión que había marcado su breve romance con Emilia Viviani – Ver (61) -. Jane era graciosa, femenina y complaciente, y ejercía estas cualidades sin esfuerzo, precisamente en un momento en que Mary no podía hacerlo. Percy se sentía herido por lo poco que Mary participaba en sus intereses y estaba desconcertado por su ensimismamiento. Pero Jane, aunque halagada, nunca intentó inter`ponerse entre Percy y Mary. Spark, 2006, p. 142.

(70) La cercanía de la costa les ofreció a Percy Shelley y a Edward Williams – ver (62) y (65) – la oportunidad de disfrutar de un velero. Gittings, Robert y Manton, 1992, p. 71. Holmes, 2003, p.  715. Spark, 2006, pp. 140-141.

(71) Cross, 2013, p. 99.

(72) El 1 de julio de 1822, Percy Shelley, Edward Williams – ver (62), (65) y (70) – y el Capitán Daniel Roberts, partieron desde la costa de Livorno, con rumbo sur. Allí Percy Shelley debatió con Lord Byron – ver (36), (37), (38), (54), (63) y (66) – y Leigh Hunt (otro poeta y ensayista inglés) el lanzamiento de una revista radical que se llamaría The Liberal. Holmes, 2003, p. 728.​ El 8 de julio de 1822, Edward Trelawny (el diseñador del velero de Shelley), acompañó a Shelley y a Edward Williams al Banco de Livorno y después, al puerto, a abordar el Don Juan. Despidió a Shelley, Edward Williams y al marinero Charles Vivian, de apenas dieciocho años. Fue el último en hablar con ellos. Vio zarpar el barco de Shelley. El Don Juan se alejó entre otros barcos. Cross, 2013, p. 99. El 8 de julio, Percy y Edward Williams iniciaron el viaje de regreso a Lerici, con su guía de dieciocho años, Charles Vivian. Seymour, 2000, p. 298. Nunca llegaron a su destino. El 8 de julio, llegó una carta de Leigh Hunt, destinada a Percy Shelley, a Villa Magni, que decía: «Te rogamos que nos escribas para decirnos cómo regresaste a tu hogar, ya que se dice que sufriste un tiempo adverso cuando partiste el lunes y estamos ansiosos». Mary se lo escribía a su amiga María Gisborne, en una carta fechada el 15 de agosto de 1815, diciéndole: «El papel se me cayó de las manos». «Me tembló todo el cuerpo». Shelley, 1995, p. 99.

(73) Me refiero a Naturaleza Muerta, del grupo de pop Mecano.

(74) Durante días, Mary Shelley, Claire Clairmont – ver (12), (23), (27), (29), (36), (37), (38), (44), (49), (51), (53), (54), (63), (65) y (66) – y Jane Williams – ver (61), (62), (65) y (69) – esperaron novedades en la Casa Magni – ver (65) y (67) –. Mary se imaginaba la verdad, después se ilusionaba. No podía dormir. Tomaba láudano, miraba el mar por el telescopio que Shelley tenía en la terraza. Cross, 2013, p. 100. Mary Shelley y Jane Williams fueron desesperadamente a Livorno y a Pisa, con la esperanza de que sus esposos aún estuviesen vivos. Diez días después de la tormenta, aparecieron tres cuerpos en la costa cercana a Viareggio, a mitad de camino entre Livorno y Lerici. Edward Trelawny – ver (72) –, Lord Byron – ver (36), (37), (38), (54), (63), (66) y (72) – y Leigh Hunt – ver (72) –  incineraron el cadáver de Percy Shelley en la playa de Viareggio. Seymour, 2000, pp. 302-307. Mary mandó a hacer un cajón para su marido, pero tuvo que devolverlo al carpintero porque las leyes sanitarias de Italia dispusieron que los cuerpos de Shelley y Edward Williams – ver (62), (65), (70) y (72) – fueran cremados cerca del mar, donde los habían enterrado. El diligente Trelawny regresó a Via Reggio para hacerse cargo de la cremación. Se sumaron Lord Byron, el escritor Leigh Hunt, varios soldados del gobierno local. La cremación del escritor era una cuestión sanitaria. Llegaron botes y carruajes con hombres y mujeres de la zona, que nunca habían visto una cremación y no querían perderse el espectáculo. Caminaron hasta la sepultura, marcada con tres varas blancas clavadas en la arena. Cavaron una fosa de treinta metros de diámetro. Tardaron una hora en dar con el cuerpo. Cross, 2013, p. 103. Encontraron el barco hundido días después de encontrar los cuerpos. Reflotaron el Don Juan. Estaba casi intacto. Mary tuvo que venderlo para pagar deudas. Cross, 2013, p. 100. Fue Trelawny quien reconoció los cuerpos de Shelley y Edward Williams. El tercer cuerpo estaba en pésimas condiciones pero decidieron que era el del marinero Charles Vivian. Tenía que ser él: un cuerpo joven, parte de la ropa, las coordenadas. El cuerpo de Shelley había flotado varios días en el mar. Las olas lo arrastraron a la orilla, lleno de algas. No tenía cara, los dedos eran huesos y las muñecas estaban quebradas. Había partes completamente descarnadas. Cross, 2013, p. 102.

(75) Después de la muerte de Shelley, Mary veía su fantasma. «Sentí su espíritu, que caminaba entre las cuevas solitarias de la orilla», le escribió a Jane Williams – ver (61), (62), (65), (69) y (74) – . Cross, 2013, p. 98. Tras la muerte de Percy, Mary Shelley vivió durante un año con Leigh Hunt – ver (72) y (74) –   y su familia en Génova. Allí, a menudo veía a Lord Byron – ver (36), (37), (38), (54), (63), (66), (72) y (74) – y transcribía sus poemas. Decidió vivir para sus obras y para su hijo, Percy Florence – ver (59) –, pero su situación financiera era muy precaria. Por ello, el 25 de julio de 1823, abandonó Génova para irse a vivir a Londres, donde convivió con su padre, William Godwin – ver (2), (9), (12), (13), (15), (16), (18), (21), (31), (48) y (52) –, y su madrastra, Mary Jane Clairmont – ver (12), (13) y (48) –, en Strand, hasta que una pequeña ayuda de su suegro le permitió irse a vivir sola a una pensión cercana. Spark, 2006, pp. 148-154. Sola, en Italia, con un hijo, sin recursos, Mary Shelley tenía miedo. Claire Clairmont – ver (12), (23), (27), (29), (36), (37), (38), (44), (49), (51), (53), (54), (63), (65), (66) y (74) – se había ido a Viena, a trabajar como institutriz. Hubiese preferido las tensiones con Claire Clairmont al desprecio que recibía, en general, de las personas. Cross, 2013, p. 109. Su padre la alentaba a regresar a Londres. Cross, 2013, p. 110.

(76) Guiño a la canción de Jarabe de Palo, De vuelta y vuelta, por tener una letra tan oportuna, en relación con la vida de Mary Shelley: “tan joven, y de vuelta”. Recapitulemos: Mary Shelley solo tenía 25 años cuando Percy Shelley falleció – ver (72) y (74) –; había perdido a tres hijos – ver (32), (33) y (56) – y había sufrido un aborto – ver (68) –; su madre murió a los pocos días de nacer ella – ver (7) –, y su hermana se había suicidado – ver (7) y (46) –…Pues eso, que Mary estaba de vuelta de todo, y la primavera nunca llegaba, como dice la canción.

(77) Al principio, Sir Timothy Shelley (padre de Percy Shelley), había aceptado mantener a su nieto, Percy Florence – ver (59) y (75) –, solo si era criado por un tutor. Mary Shelley rechazó la idea al instante. Seymour, 2000, pp. 321-322. Spark, 2006, pp. 154-155.

(78) Logró que Sir Timothy le otorgase una suma de dinero anual, la cual tendría que devolver en cuanto Percy Florence – ver (59), (75) y (77) – hubiese heredado la finca. Pero hasta el final de su vida Sir Timothy se negó a conocerla en persona o a llegar a un acuerdo: solo se comunicaban mediante los abogados. Mary Shelley se mantuvo ocupada editando los poemas de su esposo, entre otros trabajos literarios, pero la preocupación por su hijo la absorbía demasiado. Sir Timothy amenazó con dejar de darle dinero si era publicada cualquier biografía del poeta. Bennett, 1998, p. 65. Seymour, 2000, pp. 336-337. Spark, 2006, pp. 154-155. La familia Shelley, y los difamadores de turno, no querían a Mary. A veces la trataban como si fuera invisible. A Percy Shelley le perdonan muchas cosas, porque la muerte favorece la imagen, pero ella carga sola con las culpas. Shelley no está para recibir los golpes. Al lado de Harriet Shelley – ver (20), (22), (46) y (47) –, la primera mujer de Percy Shelley, Mary parece una mujer calculadora, masculina, maníaca de los celos, que destruyó una familia. La acusan por el suicidio de Harriet. Esa acusación va a perseguirla siempre, hasta después de muerta. Cross, 2013, p. 117. Incluso le echan la culpa de la muerte de Percy Shelley, dicen que lo descuidó porque estaba triste por la muerte de sus hijos. Cross, 2013, p. 118.

(79) En 1826, Percy Florence – ver (59), (75), (77) y (78) – se convirtió en el heredero legal de la finca Shelley, tras la muerte de Charles Shelley, el hijo de Percy y Harriet Shelley – ver (20), (22), (46), (47) y (78) –. Sir Timothy aumentó la paga de Mary de 100 libras al año a 250 libras, pero continuó siendo tan duro con ella como lo había sido siempre – ver (78) –. Seymour, 2000, p. 362. Spark, 2006, p. 160.

(80) En el verano de 1824, Mary Shelley se mudó a Kentish Town, en el norte de Londres, para estar cerca de Jane Williams – ver (61), (62), (65), (69), (74) y (75) – . Parecía sentir más que una amistad por ella. Spark, 2006, pp. 162-168. Jane, más tarde, la desilusionó: Jane se marchó de Kentish Town, al casarse con Hogg – ver (27), (30), (31), (32), (33) y (47) – y quedarse embarazada. Poco después de su marcha, Mary se enteró de que su amiga la había estado criticando, se había jactado de su ascendencia sobre Percy al final de la vida de éste y había propagado historias acerca de la incompetencia de Mary como esposa. Mary se sintió herida en su punto más vulnerable: su orgullo. Spark, 2006, p. 169. Jane poseía los elegantes versos que Percy había compuesto para ella en sus últimos meses de vida – Ver (69) -. Mary consideraba que el respeto de todos sus conocidos dependía de que éstos reconocieran el lugar primordial que ella había ocupado en la vida y en la obra de Percy; así, en aquellos momentos le dolió que las imprudentes palabras de la que había sido su íntima amiga viniesen a demoler los fundamentos de la consideración que ella merecía. Fue un golpe muy duro para Mary; hay que reconocer que, en cierto modo, Mary se había enamorado un poco de Jane. Las repetidas referencias a Jane que aparecen en sus cartas y diarios, revelan una actitud obsesiva, y no es exagerado decir que Mary sublimó sus pasiones y su emotividad en su amor por Jane. De hecho, en 1835, Mary confesó a Trelawny: «Hace diez años estaba dispuesta a entregarme, y, temerosa de los hombres, era perfectamente capaz de ponerme melosa con las mujeres». Mary había descubierto con consternación que Jane no correspondía a su ardiente devoción, pero jamás había sospèchado que la odiase. Mary sufrió una crisis nerviosa tras descubrir la traición de Jane, y trató de consolarse, en vano, con otras amistades, como, por ejemplo, con Frances Wright, una emancipada emigrante estadounidense, discípula de La Fayette y miembro activo de la causa abolicionista. Sin embargo, nunca sintió deseos de hacer causa común con ella. Será Isabel Robinson quien, por un tiempo, sustituyó a Jane en su corazón. Pero su amistad con la familia Robinson también tuvo fecha de caducidad. Spark, 2006, p. 170-174. El punto álgido de la vida afectiva de Mary quedó atrás con el desencanto provocado por Jane Williams. Después, su existencia empezó a perder intensidad. Spark, 2006, p. 183.

(81) A finales de 1827, Mary regresó a Londres, para instalarse en Somerset Street. Spark, 2006, p. 174. En Londres, Mary ya era una escritora profesional. Cross, 2013, p. 117. Mary Shelley, en esta época, trabajó en su novela El último hombre (1826) y ayudó a una serie de amigos a escribir las memorias de Lord Byron – ver (36), (37), (38), (54), (63), (66), (72), (74) y (75) – y Percy Shelley. Éste fue el inicio de sus intentos para inmortalizar a su esposo. Seymour, 2000, p. 341 y pp. 363-365.

(82) El actor estadounidense John Howard Payne, se enamoró de ella en 1826 y le propuso matrimonio. Mary Shelley lo rechazó, diciéndole que tras haberse casado con un genio, solo podría casarse con otro. Seymour, 2000, pp. 370-371. Spark, 2006, pp. 163-166.

(83) Entre 1827 y 1840, Mary Shelley trabajó como editora y escritora. Escribió las novelas Perkin Warbeck (1830), Lodore (1835) y Falkner (1837). Contribuyó con cinco volúmenes de Vidas de los escritores y científicos más eminentes de Italia, España y Portugal, incluyéndolos en las Biografías de la Enciclopedia Cabinet, de Dionysius Lardner. También escribió artículos para revistas de mujeres. Ayudaba a su padre, William Godwin – ver (2), (9), (12), (13), (15), (16), (18), (21), (31), (48), (52) y (75) –, a que pagase sus deudas, y ambos buscaban editores el uno para el otro. Cross, 2013, p. 117. Seymour, 2000, p.  404, pp. 433-435 y p. 438. En 1830, vendió los derechos de autor para una nueva edición de Frankenstein, por 60 libras, a Henry Colburn y a Richard Bentley, para su nueva serie Standard Novels. Seymour, 2000, p. 406. En 1836, al morir su padre, comenzó a reunir sus cartas y sus memorias para publicarlas, como él había pedido en su testamento. Pero tras dos años de trabajo, abandonó el proyecto. Seymour, 2000, p. 450 y p. 455. Trabajó con la poesía de Percy Shelley, promoviendo su publicación y mencionándolo en sus obras. Para 1837, las obras de Percy eran reconocidas y cada vez más admiradas. Seymour, 2000, p. 453. En el verano de 1838, el editor Edward Moxon le propuso publicar una colección de las obras de Percy Shelley. Mary recibió 500 libras por editar Obras poéticas (1838), en la cual Sir Timothy – ver (77), (78) y (79) – insistió en que no debía incluir una biografía – Ver (78) –. No obstante, Mary encontró la forma de contar la historia de la vida de Percy: incluyó notas biográficas amplias junto a los poemas. Seymour, 2000, p. 465. Spark, 2006, pp. 189-193.

(84) En 1828, conoció y tuvo una relación romántica con el escritor francés Prosper Mérimée, pero la única carta que se ha encontrado redactada por ella parece ser una evasión de su declaración de amor. Véase la carta de Mary Shelley, del 24 de mayo de 1828, Shelley, 1995, pp. 198-199. También mantuvo correspondencia, bromeando sobre un posible matrimonio, con su viejo amigo de Italia, Edward Trelawny – ver (72) y (74) –. Sin embargo, su amistad se resintió porque Edward no quiso colaborar en la biografía de Percy Shelley. Seymour, 2000, pp. 401-402. Spark, 2006, p. 177-179. Las referencias indirectas en sus diarios, (una «A» misteriosa) desde principios de 1830 hasta 1840, hacen entender que Mary Shelley tenía sentimientos románticos hacia el político radical Aubrey Beauclerk. Pero no hay ninguna alusión directa que demuestre que Mary se enamoró de él. Seymour, 2000, pp. 425-426. Spark, 2006, pp. 194-195.

(85) La preocupación principal de Mary Shelley, durante esos años, fue el bienestar de Percy Florence – ver (59), (75), (77), (78) y (79) –. Cumplió el deseo de Percy Shelley de que su hijo asistiese a una escuela pública y, con la ayuda de su suegro, Sir Timothy – ver (77), (78), (79) y (83) –, el niño recibió su educación complementaria en Harrow. Para evitar pagar la cuota, Mary se mudó a Harrow on the Hill, para que Percy Florence pudiese recibir una beca. Seymour, 2000, p. 424. Spark, 2006, p. 195. Percy Florence asistió al Trinity College, en Cambridge, y se especializó en política y leyes, pero no tenía el talento de sus padres. Fue un fiel devoto de Mary Shelley, y cuando terminó la universidad, en 1841, volvió a vivir con ella. Seymour, 2000, p. 429 y pp. 500-501. Spark, 2006, p. 198.

(86) En la tercera edición de Frankenstein, de 1831, la historia aparecía revisada, adaptada a las exigencias morales de su tiempo. La novela era la principal fuente de ingresos de Mary y era mejor evitar asociaciones antipáticas y escándalos. Tenía que vivir de su escritura, despejar el camino para que su hijo, Percy Florence – ver (59), (75), (77), (78), (79) y (85) –, pudiera heredar el título de la familia Shelley y las propiedades. Tenía que adaptarse para sobrevivir. Cross, 2013, p. 119. Para saber más sobre la creación de Frankenstein, el desarrollo de la obra, sus revisiones y su repercusión, así como para descubrir los paralelismos con la propia vida de Mary Shelley, consultar Mellor, 2012.

(87) En 1844, Sir Timothy Shelley – ver (77), (78), (79), (83) y (85) – falleció, a los noventa años. Por primera vez, Mary Shelley y su hijo, Percy Florence – ver (59), (75), (77), (78), (79), (85) y (86) –, eran independientes económicamente, aunque la finca de la familia Shelley resultó menos valiosa de lo que esperaban. Seymour,  2000, p. 495. Spark, 2006, p. 208.

(88) A Mary, a veces la criticaban – ver (45) y (78) – y a veces la extorsionaban. Cross, 2013, p. 118. En 1845, un político italiano exiliado, llamado Gatteschi, a quien había conocido en París, la amenazó con publicar las cartas que ella le había enviado. Un amigo de Percy Florence – ver (59), (75), (77), (78), (79), (85), (86) y (87) –, sobornó a un jefe de policía para que incautase los papeles de Gatteschi, incluyendo las cartas, que acabaron siendo destruidas. Seymour, 2000, pp. 506-507. Spark, 2006, p. 203. Poco tiempo después, Mary compró unas cartas escritas por ella misma y por Percy Shelley a un hombre que presumía de ser el hijo ilegítimo de Lord Byron – ver (36), (37), (38), (54), (63), (66), (72), (74), (75) y (81) –, y que se hacía llamar G. Byron. Seymour, 2000, pp. 508-510. Spark, 2006, pp. 204-205. En el mismo año, el primo de Percy Shelley, Thomas Medwin, se puso en contacto con Mary, diciéndole que había escrito una biografía sobre Percy, en la cual éste resultaba perjudicado (decía tener evidencias relacionadas con los sucesos de Nápoles. Medwin es la fuente que respalda la teoría de que la bebé registrada por Percy en Nápoles, era hija de una mujer misteriosa – ver (63) y (64) –). Dijo que la destruiría por 250 libras, pero Mary Shelley no accedió a la extorsión. Bieri, 2005, p. 112. Seymour, 2000, pp. 515-516. Spark, 2006, pp. 207-208.

(89) En 1848, Percy Florence – ver (59), (75), (77), (78), (79), (85), (86), (87) y (88) – se casó con Jane Gibson St. John. El matrimonio resultó ser feliz, y Mary Shelley y su nuera congeniaron bien. Los tres vivieron en la antigua finca de los Shelley y en Londres. Además, Mary los acompañaba durante sus viajes. Seymour, 2000, p. 528. Spark, 2006, pp. 208-210.

(90) Desde 1839, Mary Shelley comenzó a sufrir horribles dolores de cabeza y ataques de parálisis en distintas partes del cuerpo, que solian impedirle leer o escribir. Hacia finales de enero de 1851 había sufrido varios ataques y yacía inmóvil en Chester Square, atendida por su hijo y su nuera. Spark, 2006, pp. 209-210.

(91) Mary Shelley falleció el 1 de febrero de 1851, en Chester Square, de lo que su médico sospechó que era un tumor cerebral. Spark, 2006, p. 210. Según su nuera, Jane Gibson St. John – ver (89) –, Mary Shelley había pedido ser enterrada junto a sus padres. Pero Percy Florence – ver (59), (75), (77), (78), (79), (85), (86), (87), (88) y (89) – y Jane, alegando que el cementerio de St. Pancras estaba en malas condiciones, decidieron enterrarla en la iglesia St. Peter, en Bournemouth. Seymour, 2000, p. 540.

(92) Sunstein, 1989, pp. 384-385. Cuando incineraron a Percy Shelley, lo más llamativo, entre los restos de huesos, era el corazón intacto. Estaba ahí, entero. El corazón de Shelley. “Me quemé la mano al sacarlo de las llamas”, contó Trelawny – ver (72), (74) y (84) –. Dicen que en realidad Trelawny guardó un manojo de cenizas para Mary, algunas partes de huesos para Claire Clairmont y él mismo, y que el corazón se lo dio a Leigh Hunt – ver (72), (74) y (75) –, el amigo de Shelley. Dicen que Mary forcejeó con Leigh Hunt para que le diera el corazón de su marido. Hunt dijo que tenía tanto derecho a conservarlo como Mary. Byron – ver (36), (37), (38), (54), (63), (66), (72), (74), (75), (81) y (88) – se puso de parte de Mary. Jane Williams – ver (61), (62), (65), (69), (74), (75) y (80) –, la viuda de Edward Williams – ver (62), (65), (70), (72) y (74) –, convenció a Hunt para que le diera el corazón a Mary. Entonces Mary Shelley envolvió el corazón en las primeras páginas de Adonais, un poema de Shelley. Ésa fue la reliquia que se llevó de Italia a Inglaterra. Cross, 2013, pp. 104-105. El corazón de Shelley quedó con su mujer pero la urna con las cenizas pasó por varias manos antes de llegar al Cementerio Protestante de Roma. Ahí estaba su hijo, William (el segundo hijo de Mary y Percy) – ver (35) y (56) –, y a Shelley le gustaba el lugar. Cross, 2013, p. 106.

(93) Ver (36).

(94) Entre sus obras, se hayan novelas, con tintes autobiográficos (como Mathilda – ver (60) –), feministas, políticos, históricos (como Valperga – ver (60) –) y filosóficos (como El último hombre – ver (81) –), historias cortas (como el cuento corto El mortal inmortal – publicado en 1833 –), libros infantiles (como Proserpina – publicado en 1832 –), libros de viajes (como Historia de una excursión de seis semanas – publicado en 1817 o Caminatas en Alemania e Italia – publicado en 1844, la última de sus obras que se llevó a la imprenta –), diarios y cartas, biografías – ver (83) –, poemas… Para dar un repaso por sus obras mas importantes, ver el artículo Romero, s.f.


Bibliografía

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Ana Inmaculada Morillas Cobo
Escritora y divulgadora. Redactora, revisora de contenidos y editora de Khronos Historia. Mis áreas de mayor interés - como comprobaréis si me leéis - son la Historia de la Mujer, la Historia de las Religiones, la Filosofía Política y la Antropología. Como buena cinéfila y melómana, me encanta practicar la miscelánea cuando escribo (llamadme friki). De firmes posiciones feministas y marxistas.

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