¿Nunca os habéis preguntado cómo fue posible que los nazis, quienes tenían tantísimo apoyo, acabaran perdiendo? Es cierto que es resultado de muchos factores, pero un papel fundamental lo tuvieron algunas personas que arriesgaron su vida ofreciendo resistencia sin que nadie lo supiera. A estas personas, se las denomina espías. Seguro que en el cine has visto alguna de estas historias. Pues bien, entre estas personas también había españoles. Una de las que contribuyó a que esto se hiciera realidad fue la española Marina Vega de la Iglesia. Ahora, nos adentraremos en su historia ¡Seguro que os parece la mar de interesante!
La chispa – el origen de Marina Vega
Cántabra de nacimiento, a la pobre le pilló la Guerra Civil española, por lo que su familia la mandó a Francia con tan solo 14 años para protegerla, pero lo peor no fue el estar separada de su familia (a quien por cierto echó mucho de menos), sino el miedo al saber que su padre fue enviado a prisión por masonería y su madre vivía oculta en las sombras, pues era republicana.
Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial se vio obligada a volver a España, y fue entonces cuando, a la temprana edad de 17 años, un diplomático francés la convenció para que entrase en la red española de las Fuerzas Francesas Libres (se ve que no tenía nada mejor que hacer y decidió que sería buena idea, ¡además de una emocionante aventura!)
Comienza el trabajo – Marina Vega se convierte en espía
Al principio, pensaría que sería un trabajo fácil, simplemente, se dedicaba a tareas muy sencillas, como es pasar dinero o personas francesas o inglesas por la frontera con Francia (o eso supuso, porque nunca intercambió ni una palabra con ellos ¡qué aburrido tuvo que ser el viaje!), muy probablemente judíos. Además, siempre que tenía que viajar usaba una identidad falsa y un falso motivo (¡Cómo en las películas de acción!). Lo curioso es que siempre viajaba con compañeros a los que hacía pasar por sordomudos, se ve que el francés no era lo suyo.
Pero no solo eso, sino que además siempre viajaba con toda clase de lujos y, citando textualmente:
“La mejor forma para que no te pregunten nada es ir bien vestido y aparentar tener dinero”(1)
Por mucho que aparentase, había veces en las que la espera se hacía mortal o que su jefe se encontraba con imprevistos… Una de las veces más sonadas fue cuando:
“Una vez estuve esperando a uno de mis jefes tres días en la frontera con Francia. Al final, apareció. Tenía un aspecto terrible. Estaba sucio, machacado de la huida por el monte. Él sí me agradeció mucho que le hubiera esperado”(2).
Bueno, no todo podía ser tan fácil y de color de rosas, en 1944 la Segunda Bis (que así se llamaba el servicio de contra-espionaje español) la pilló “in fraganti” y tuvo que mudarse a Francia, aunque allí siguió realizando trabajos de información y dando por saco a los nazis. Claro, todo esto conlleva mucho riesgo, y no siempre es tan fácil como esconderse detrás de una cortina, a veces les pillaban. Entonces es cuando podemos comprobar la sangre fría que había que tener pues, como ella dijo:
“Tenías una pastilla de cianuro. Si pasaba el peligro, la escupías. Si no, la tragabas”(3).
La Guerra termina… La amenaza continúa
Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial no creáis que ya estaba todo resuelto, ahora llegaba la parte más entretenida. Ser un soldado sin uniforme. Buscaban a los nazis y colaboracionistas para mandarles a juicio. !Hicieron toda una escabechina¡
Pero tampoco para nuestra heroína la historia termina aquí. Siguió dando guerra, organizando manifestaciones en contra de Franco, entre otros, lo que hizo que tuviera que ir a prisión más de una vez.
Pero es que además, la chica que se ve que sabía aprovechar su tiempo, se encargó de cuidar a su padre cuando este salió de prisión. ¡Podemos afirmar que es una muchacha todo-terreno!
Finalmente, en 1950, se da por concluido su trabajo y decide instalarse en España, eso sí, jamás dejó de lado sus ideales republicanos, y ella misma se considera:
“masona, republicana, roja, y a mucha honra”(4)
No todo es un cuento de hadas en la vida de Marina Vega
Como es lógico, todo tiene sus pros y contras. En su caso:
“Hice mi primera amiga hace 30 años”(4).
Imaginaros lo que es vivir sin poder confiar en nadie, ¿quién sabe si con quién te cruzas es un espía? Por si eso no fuera lo suficientemente chocante, también ha admitido que jamás le dedicó tiempo a su vida personal y siempre le dio igual jugarse la vida. ¡Eso si que es no tener miedo!
Muchos pensaréis que ha tenido una vida ajetreada, os vais a quedar como locos cuando oigáis la siguiente afirmación:
“La parte más interesante de mi vida no la puedo contar. Hay cosas que no se deben saber. Yo no creo mucho en la mentira, pero en la omisión, sí”.(6)
¿No te hace esto pensar en todo lo que oculta?
Conclusión
Todos sabemos que sin cada granito de arena, las cosas no habrían sucedido de la manera en que lo hicieron, y afortunadamente ganaron los buenos. Marina Vega es un claro ejemplo de ello. Su papel fue muy importante porque, además de pasar judíos por la frontera, luego dedicó parte de su vida a arrestar a los nazis.
Sin su papel, probablemente, no nos encontrásemos tal y como estamos ahora y, quién sabe, ¡quizás nos encontráramos rodeados de nazis!
Es sumamente importante conocer la historia, no solo de esta chica, sino también de muchos otros que lucharon por la libertad, para que esto no vuelva a suceder en un futuro no tan lejano…
Elaborado por: Sara Dulce Sánchez López – alumna de 1º de Bachillerato del I.E.S. Santa Catalina de Alejandría (Jaén).
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