Corría el año 1993, se acababa el sangriento siglo XX que había tenido dos Guerras Mundiales. Pero no habíamos aprendido nada… En Sarajevo, la capital de Bosnia y Herzegovina actualmente, la vida era insostenible: un acto de supervivencia. El ruido de los obuses, las bombas incendiarias y las granadas de mortero, eran la banda sonora de la ciudad. Su perfume, el olor a pólvora que lo envolvía todo en una atmósfera irrespirable.
Welcome to Sarajevo
En este contexto, la explosión de la Biblioteca de Sarajevo [1] fue el preludio de la tragedia, pues se empieza con el culturicidio y se acaba cometiendo genocidio. Ardieron los libros y murió la inteligencia, la sabiduría. Se calcinó el alma de la ciudad. Y lo peor: sus habitantes estaban sitiados por toneladas de odio de la milicia serbia y su nacionalismo violento. Todo surgió tras la desmembración de la antigua Yugoslavia, después de la muerte de Tito [2].
Si durante un día la ONU, representada en la zona por los cascos azules [3], decretaba un alto el fuego, los sarajevitas salían a por pan [4], necesariamente. No obstante, la ayuda humanitaria llegaba con dificultad, pues la artillería pesada del enemigo había cerrado el aeropuerto. Y para colmo de males, no podían circular libremente: los francotiradores ya se encargaban de que esa falsa paz fuera una pesadilla…
Miss Sarajevo, la belleza salva al mundo
Existe un axioma o verdad evidente, a saber, las mujeres NO hacen la guerra. Ellas sufren sus consecuencias. E incluso se convierten en botín/arma de guerra, como ocurrió en Sarajevo con las miles de violaciones y ultrajes [5] que padecieron durante el asedio [6] del ejército serbio.
Por estas peligrosas circunstancias, las jóvenes vivían ocultas en los sótanos de los inmuebles derruidos. Y era tal el hartazgo, que a un grupo de chicas se les ocurrió organizar un concurso de belleza para elegir a miss Sarajevo.
Un reto a la paz en plena guerra de Bosnia
La idea era dar visibilidad al flagelo de la guerra de Bosnia -algo silenciada en los medios de comunicación- de una forma llamativa, a la vez que sembraban la esperanza. Ellas querían conseguir que la prensa internacional focalizara la atención en su dura realidad. De este modo, al margen de la cosificación de la mujer y las connotaciones machistas que suponen estos certámenes, Miss Sarajevo fue un reto a la paz.
Inela Nogić, una miss rubia y musulmana en Sarajevo
Y la ganadora fue… ¡Inela Nogić! Un bellezón de 17 años [7], de cabellos rubios y mirada azul. Algo que rompía estereotipos, ya que la afortunada era de religión musulmana, es decir, pertenecía a la etnia bosniaca [8]. Una más de la miscelánea de etnias y religiones existentes en las seis repúblicas que componían la antigua Yugoslavia [9].
Hablamos de un multiculturalismo mal entendido, no inclusivista, que propició el conflicto. En concreto, en Bosnia, con mayoría islamista, convivían también croatas (católicos) y serbios (ortodoxos). Así, el río Drina, frontera natural entre Bosnia y Serbia, separa dos países diametralmente opuestos [10]…
Miss Sarajevo no comía ensaladas
Volviendo al tema del concurso de belleza y mis Sarajevo, resulta que un voluntario [11] involucrado en la causa, se prestó a filmar el vídeo donde se mostraba el triunfo de la belleza frente a la destrucción y fealdad de la guerra. ¡Y la cinta dio la vuelta al mundo!
En la delgadez de los cuerpos de esas chicas se aprecia, no la anorexia, sino la hambruna de una ciudad desabastecida de alimentos desde hacía un año. Que quede claro: ellas no comían ligth. En otras palabras, que ni guardaban la línea, ni hacían dieta, ya que en Sarajevo, las únicas ensaladas eran de tiros.
El Día de la Bestia: Slobo, «el carnicero de Yugoslavia»
Los musulmanes reconocían su debilidad frente a los serbios [12]. Aún así, buscaban su independencia, su autodeterminación. Bosnia y Herzegovina celebró un referéndum y la independencia salió en las urnas en 1992.
Acto seguido, al dictador Slobodan Milosević, extremista ultranacionalista e ideólogo de la Gran Serbia, se lo llevaron los demonios. Y claro, instó al ejército para que cargara contra ellos… Se convirtió en una bestia furiosa. Slobo, como le llamaban despectivamente, se ganó a pulso el título de “el carnicero de Yugoslavia”. Culpable de que corriera la sangre en los Balcanes.
La vergüenza del diablo
Hay que decir que Milosević admiraba a Hitler, y consiguió estar a su altura [13]…
En su perfil psiquiátrico figura que sus padres sufrían depresión y que ambos se suicidaron [14] cuando él tenía apenas 20 años: nada es casualidad. Tal vez tuvieran una premonición de las atrocidades perpetradas en Sarajevo y el genocidio [15] -la mayor violación de los Derechos Humanos- de bosnios musulmanes en Srebrenica. Todo dirigido por su hijito.
Es comprensible que, con estos ataques tan crueles, mezcla de xenofobia y locura, el patriarca de la Iglesia ortodoxa de Serbia afirmara de su política:
“con los crímenes y el odio hemos llegado tan lejos que hasta el diablo puede tener vergüenza de nosotros” [16] .
Ratko Mladić, la otra bestia parda carnicera
Conocido también como “el carnicero de los Balcanes”, este general serbobosnio fue el leal colaborador de Milosević. Ambos convirtieron los Balcanes en un campo de batalla. Pero Mladić en concreto sentía un odio enfermizo por los musulmanes. No en vano fue quien acuñó la aciaga expresión de “limpieza étnica”.
Resumiendo, Mladić fue el principal responsable del asedio de Sarajevo [17], instigador de las violaciones a las mujeres de Bosnia y de la matanza de Srebrenica. Un hombre de sangre fría e imperturbable en su cometido de aniquilar a la población musulmana.
Como todas las bestias, era desalmado y sádico.
En una entrevista que concedió a la revista Interviu, se atrevió a decir:
“en Sarajevo no ha muerto nadie, sólo 17.000 musulmanes” [18]
Mayor desprecio no cabe. No sé cómo el periodista no le partió la ceja de un derechazo, por lo menos.
Radovan Karadzić, la bestia psiquiatra y poeta, y el cobarde Thom Karremans
Pero Mladić no estuvo solo. El pirado psiquiatra Radovan Karadzić, líder político serbobosnio, le ayudó en las labores de higiene: la limpieza étnica pasaba por eliminar a los bosniacos del territorio. Los dos tienen las manos manchadas de sangre [19].
Lo más desconcertante de este siniestro personaje, prófugo de la justicia internacional, es que escribía desgarradores poemas cuando su trabajo de asesino en serie se lo permitía. Efectivamente, eran “malos tiempos para la lírica” [20], y Karadzić poseía un corazón empedernido, o sea, de piedra. Creo que la muerte sería su musa inspiradora… Inaudito.
La inoperancia de los cascos azules holandeses
Y lo más terrible del asunto fue que toda la zona estaba siendo protegida por los cascos azules holandeses, al mando del coronel Thom Karremans [21]. El susodicho no cumplió su misión y no evitó la masacre de musulmanes bosniacos. De facto, de la misma ralea que los otros…
Las bestias pecan por acción y los cobardes por omisión. La indiferencia es un mal, no lo olvidemos.
Ana Mladić, la desdichada hija de la bestia
La gran injusticia de la vida es que no elegimos a nuestros padres; tampoco el país donde nacemos. Y esto nos determina.
Ana era la niña de los ojos de Ratko Mladić, y ella le profesaba un cariño y admiración incondicional. Era su héroe. El hombre de su vida sin lugar a dudas.
Su padre le decía a menudo: “ningún hombre te querrá tanto como te quiero yo. No voy a consentir que te cases con nadie, los compararás conmigo y te parecerán poco”[22] … Simula una tierna declaración de amor paternofilial, pero nada más lejos de la realidad. En cierto modo, es pura egolatría.
La culpa la tienen los musulmanes…
En un primer momento, Ana pensaba en los mismos términos que su progenitor, y decía: “los musulmanes son los que han empezado la guerra de Bosnia”… Y también, “si no les hacemos frente, nos obligarán a las mujeres serbias a cubrirnos con el velo”[23] . Todos los padres son buenos y justos. Siempre tienen razón, nunca cometen errores…
¡Mi padre es un criminal!
Pero un día, Ana se tomó la pastilla roja (en sentido figurado, como el protagonista de la película Matrix) [24], se le cayó la venda de los ojos y descubrió toda la verdad. En un viaje de estudios a Moscú, tuvo acceso a prensa extranjera donde, sin sesgo nacionalista ni censura, informaban de las monstruosidades cometidas por su padre.
Ella, una chica sensible de 24 años que estudiaba medicina en Belgrado para salvar vidas. Y su padre, una bestia parda asesina. Un criminal.
No pudo soportarlo. Se pegó un tiro en la sien [25] con la pistola militar de su padre, una oscura madrugada. Fue el propio Mladić quien maquilló el cadáver de su hija con inmenso dolor y aún conserva la bala que le levantó la tapa de los sesos.
Aunque no nos engañamos: Ana fue una víctima más de su padre.
El final de la Guerra de Bosnia y el enemigo vencido
El brazo de la justicia agarró por el cuello a las bestias.
Slobo Milosević apareció fiambre sobre su cama [26], en una celda de la prisión de la Corte penal internacional, sita en la Haya (Holanda)[27]. Estaba siendo juzgado por crímenes de guerra y genocidio. Aun así, el alto tribunal de la ONU tuvo que realizar una autopsia para eludir sospechas sobre la muerte.
El general Ratklo Mladić y el líder Radovan Karadzić, a día de hoy, cumplen cadena perpetua, acusados de crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y genocidio. A pesar de que los dos estuvieron años evadidos de la justicia, se reencontraban en la prisión de Scheveningen [28].
Los juicios espectáculo en La Haya
Los juicios a estas bestias duraron años y fueron un circo mediático, donde no faltaron los insultos, los gritos, los amagos de infarto, los careos, etc. Además, Mladic, en cierta ocasión, se negó a declarar porque había perdido su dentadura postiza. ¡De traca! Hasta hubo otro Slobodan [29] bestia que se suicidó en directo al escuchar el veredicto…
Sin embargo, el coronel Thom Karremans, aun siendo responsable de la inacción de los cascos azules holandeses y, por ende, de tener un porcentaje de culpa en la matanza de Srebrenica, ahora vive tan ricamente en su chalet de la playa. En Costa Blanca, Alicante [30], para más inri. Un poco más y se nos va de rositas a Marina d´Or Ciudad de Vacaciones…
Todos fueron el terror de los musulmanes de Bosnia. Y ellos perdonan, pero no olvidan sus nombres…
Inela Nogić y Ana Mladić como símbolos pacifistas
Inela y Ana nunca se conocieron. Llevaban vidas muy distintas, aunque las dos sufrieron la misma estúpida guerra.
Miss Sarajevo, al finalizar el conflicto, se casó con un periodista holandés, tuvo dos hijos, y se divorció pocos años después. Actualmente, vive feliz en el país de los tulipanes, dedicada por completo a la moda [31]. Ciertamente, supo aprovechar su fama, y deslumbra en las pasarelas como modelo y diseñadora. ¡Y también tiene página de Facebook! En definitiva, salvó su vida.
Réquiem por Ana Mladic
Desgraciadamente, Ana no quiso seguir viviendo. Le pesaba demasiado su apellido. Está enterrada en un cementerio a las afueras de Belgrado, en pleno bosque. Su lápida de granito gris con el nombre inscrito en cirílico [32], interpela la conciencia de su padre.
Como opinaba la conocida activista alemana Petra Kelly, la guerra es un producto del patriarcado [33]…
Aunque Ana Mladić jamás se consideró precisamente una miss y estaba acomplejada de sus granos [34], el amable lector y yo convenimos en proclamarla -al igual que Inela Nogić-, reina de la belleza. Ambas son auténticos símbolos de la resistencia noviolenta frente a la barbarie. Reivindicando la femineidad frente a un mundo cruel y absurdo cargado de testosterona.
¡Don´t let them kill us! (¡No dejéis que nos maten!)
Y la esperanza de paz vino de la firma de los Acuerdos de Dayton [35]; también de la mano de una emblemática canción: Miss Sarajevo [36], tema de la mítica banda irlandesa U2. Resulta que las imágenes del concurso de belleza, junto con las grabaciones que mostraban las explosiones en la ciudad, conmovieron a estos artistas e inspiraron esta joya musical. Fue toda una revolución.
La música amansa a las fieras…va por ellas
La canción Miss Sarajevo es un bello alegato contra la guerra de Bosnia. Por tanto, puede ser considerada como un himno, o como una ondeante bandera blanca.
¡Bono y el gran tenor Luciano Pavarotti la cantaron a dueto! La ocasión lo merecía. Memorable.
Como se puede ver en la foto y en el vídeo que aparece al final del artículo, las candidatas del concurso de Miss Sarajevo portan una pancarta con un mensaje de SOS: ¡no dejéis que nos maten! La belleza nunca debe morir. Por eso la música llegó en su auxilio y obró el milagro, pues ya sabemos que amansa a las fieras…
Por Inela y Ana y las chicas participantes en el certamen; y por las madres de los 8000 bosnios musulmanes asesinados en Srebrenica… Por todas ellas, como un sentido homenaje, va dedicada Miss Sarajevo. ¡Que suene la música!
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