Este es uno de los mejores ejemplos que encuentro para demostrar que la cualidad más extendida entre los españoles, ensalzar lo que viene de fuera y desdeñar lo nuestro, prevalece como un mantra hasta nuestros días. Si los hallazgos de la sierra de Atapuerca, Excalibur entre ellos, se hubieran dado en territorio inglés, norteamericano y ya no digamos, francés, estaríamos de Atapuerca hasta los “atapuercos”.
¿Sabemos de verdad la importancia de los descubrimientos que allí se han producido?
La inteligencia nos salva
Menos mal que las mentes privilegiadas siguen proliferando como setas en nuestro país. Me refiero a Emiliano Aguirre, a los codirectores de la Fundación Atapuerca: Eudald Carbonell, Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro ¡ah!, y a un par de cientos de investigadores (1) que trabajan con pasión y criterio en esta sierra burgalesa. Incluida una mujer a la que admiro: la directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, CENIEH, la doctora María Martinón-Torres (2). Dejadme que saboree este descubrimiento que pone los pelos de punta y de paso os cuento lo que está pasando en Burgos, en Atapuerca.
Si no lo ves, no lo crees
¿Y qué se nos ha perdido en Burgos?,concretamente en la serranía de un pueblo como Íbeas de Juarros. (Estoy segura de que más de uno va a ir corriendo a buscarlo en Google). ¿Lo tienes?, pues sigue leyendo.
Los yacimientos de la sierra de Atapuerca comenzaron a tener especial relevancia científica y social a partir de los hallazgos en la Sima de los Huesos (3) y del descubrimiento de los restos humanos de una especie conocida como Homo heidelbergensis (4), un antepasado de los neandertales. En esta zona, Atapuerca digo, no os despistéis, es muy importante otra cueva denominada Gran Dolina en la que aparecieron los fósiles de los europeos más antiguos que se conocen: el Homo antecessor (5). Por eso, este yacimiento se estudia como uno de los más importantes en paleontología (6).
La Sima de los Huesos
Los hallazgos en una de las cámaras de esta cueva (7) han permitido a los científicos plantear nuevas hipótesis sobre la evolución humana. Aunque todavía queda mucho por excavar, la información que han aportado es muy interesante. De ellos destaca un cráneo bautizado como Miguelón. El nombre, como ya sospechas, se lo pusieron en honor al campeonísimo de la bicicleta, Miguel Induráin, que por entonces cosechaba éxitos uno detrás otro (8). Miguelón está considerado como el cráneo fósil mejor conservado del mundo.
El descubrimiento más importante
Pero centrémonos en la Sima de los Huesos. Aparte de los restos óseos de humanos, en esta cueva se han encontrado también restos de animales que parecen haber muerto al caer en la sima de forma accidental. Pero, y aquí está lo bueno, los individuos que han encontrado en el interior es muy probable que los trasladaran hasta la cueva a propósito, incluso algunos presentan fracturas compatibles con una muerte violenta. Se baraja la hipótesis de que no cayeron por accidente. Esto lo confirma la aparición de útiles, es decir, herramientas, junto a los cuerpos como el bifaz llamado Excalibur que tanto nos fascina.
Y con todo esto ya podemos afirmar de manera rotunda que la Sima de los Huesos es uno de los yacimientos más importantes del mundo. ¡Qué! ¿Cómo te quedas? Y lo tenemos aquí al lado.
Excalibur
La leyenda del rey Arturo nos dice que recibió la formidable espada llamada Excalibur de manos de la Dama del Lago. Cuando el monarca resultó gravemente herido en la batalla de Camlann (9), uno de los caballeros de la Mesa Redonda, sir Bedevere, se encargó de arrojar el arma a las mismas aguas de las que había salido. Se trataba de una espada poderosa, casi mágica.
El acierto del equipo de Atapuerca al nombrar así, Excalibur, al bifaz es acertadísimo. Un hacha a la que quizá nuestros antepasados otorgaban poderes mágicos y que depositaron junto a los cuerpos. ¿Quizá para que los protegiera? o ¿como señal de respeto? En cualquier caso, este descubrimiento ha llevado a los arqueólogos a plantearse que hace 350.000 años, el ser humano tenía un cierto sistema de creencias y ritos relacionados con el Más Allá.
Un grupo heterogéneo
Los restos humanos pertenecen a treinta individuos que aportan información fundamental sobre los pobladores de la Sierra de Atapuerca durante el Pleistoceno (10). La mayoría aparecieron a unos trece metros de profundidad. Junto a ellos encontraron también huesos de osos (11). Se trata así de un grupo heterogéneo de hombres y mujeres de distintas edades. Se sabe que tenían una estatura similar a la actual y que podían comunicarse entre ellos, es decir, que podían hablar. El equipo de Atapuerca siempre ha defendido que fueron transportados y arrojados en el fondo de la cueva por otros humanos.
Una mujer dio en el clavo, bueno, en la piedra
Ana Gracia (12) no estaba atenta al calor de aquel 10 de julio de 1998, fecha en la que se produjo el hallazgo de Excalibur. La bióloga y paleontóloga estaba pendiente de una pieza, la única en industria lítica (de piedra), hallada en la sima. Encontró un bifaz (13) tallado en cuarcita de color rojizo, con forma puntiaguda. Esta piedra nos provoca la curiosidad porque contiene varios enigmas. Por un lado, se encontró en un lugar no habitado por los humanos, por lo tanto, alguien tuvo que dejarla allí y por otro, el material en el que está fabricada. La cuarcita roja no se encuentra en la Sierra de Atapuerca.
Excalibur es una piedra roja con una capa exterior ocre. Una pieza muy rara por la tonalidad, pese a que hay cuarcita en la región, en las terrazas del río Arlanzón.
Otro misterio
¿De dónde procede entonces Excalibur? No lo sabemos. Alguien la transportó hasta el interior de la Sima de los Huesos (14) como si se tratara de un objeto precioso, quizá simbólico. Pudo ser una ofrenda o un homenaje a los difuntos. Lo cierto es que alguien consideró el hacha como un objeto especial.
Los cuerpos que se encontraron en la sima no habían sido descarnados. Esto implica comportamiento ritual. Es decir, lo más parecido a una práctica funeraria. Excalibur invita a pensar que en ese momento los humanos ya eran conscientes de la muerte. Y la revelación más importante es la prueba de la existencia de una conciencia humana que respetaba a sus muertos.
Una de cal y una de arena
Este descubrimiento va más allá de haber encontrado un depósito de fósiles. Por primera vez se intuye una conducta deliberada y humana. Lo que refuerza el argumento de que Excalibur era una pieza de ajuar funerario que fue arrojada a la Sima de los Huesos de Atapuerca con la sola intención de acompañar a los difuntos.
Y como todo descubriendo tiene sus detractores. Hay quien opina que Excalibur cayó de forma casual. Como nos es imposible preguntar a los protagonistas de esta historia cual era la función de Excalibur decir que es un elemento simbólico es muy arriesgado. No tenemos forma de demostrar la intencionalidad de la ubicación del bifaz. Sabemos que llegó a la Sima pero no cómo ni por qué.
Pudo caerse accidentalmente, pudo haber sido arrojado para deshacerse de él por cualquier motivo o se perdió en un descuido. Quizá incluso lo lanzaron allí varios años después de haberse producido la muerte de aquellas gentes.
Los pelos como escarpias
Lo que sí os puedo asegurar es la emoción que sientes frente a la vitrina del Museo de la Evolución Humana de Burgos, en la que Excalibur está expuesto. Del bifaz emana una luz especial, una especie de conexión, como un fogonazo. ¿Estoy exagerando? Quizá. La iluminación ambarina de la vitrina desvirtúa el poder del pieza. ¿Qué por qué digo esto?
Lo digo porque muy poca gente ha visto la pieza al natural. Pero dicen, cuentan, comentan que el color rojo del bifaz Excalibur al mojarse es tan intenso que parece que tener vida propia. Casi como un latido, como un eco ancestral.
Pásate un día de estos a verla de cerca y ya me contarás…
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