Es de noche en Edo, Japón, finales del siglo XVIII. Y los yōkai están al acecho. ¿No sabes que son los yōkai? Pues lee con atención.
El frío se apodera de un bosque a las fueras de la ciudad. Nadie se atreve a adentrarse a esas horas; se sabe de los peligros que acechan en la oscuridad. De las ramas de los árboles cuelgan unas cabezas. No son del todo humanas y sus colores son de un fuego azulado, se llaman Tsurubebis. Todo el mundo sabe que si te acercas a una, podría atacarte…
Los hay para todos los gustos
No muy lejos de ahí, a orillas del río, se encuentra Kappa, un monstruo color verde con ancas de rana y un plato con agua en la cabeza. A Kappa le gusta tirar de las piernas de los inocentes nadadores para arrastrarlos hasta el fondo del mar para acto seguido, ahogarlos. Yukionna, observa a Kappa con algo de asco, también espera a los humanos pero a ella le gusta seducirlos con su belleza. Cuando ya se ha aburrido de su víctima simplemente decide congelarla. Tristemente para ella, su poder solo sirve en época de nevadas. Por mientras, espera pacientemente en la oscuridad junto con muchos otros yōkai.
Los yōkai
Tsurubebi, Kappa y Yukionna son yōkai (1). Existen cientos de ellos en el folclore japonés. Son fantasmas, monstruos y dioses que, según el imaginario colectivo, se creía que coexistían con los humanos. Algunos yōkai son buenos con las personas, otros son demasiado peligrosos. Muchos otros prefieren rehuir el contacto humano. En ocasiones si se les trata bien pueden ayudar o traer buena suerte pero, en cambio, si se les haces enojar pueden tomar venganza y, cómo Kappa o Yukionna, arrebatarle la vida a los seres humanos.
Los yōkai se han hecho famosos y han transcendido las fronteras del tiempo y del espacio gracias al anime, el manga y el cine japonés (2). Pero los artistas de la actualidad le deben mucho a las representaciones gráficas de los yōkai hechas por un artista del siglo XVIII.
El pintor de los yōkai
Su nombre era Sekien Toriyama (1712-1788). Más conocido como Sekien, es el seudónimo de Toyofusa Sano. Hombre de clase privilegiada y gran erudición, empezó a dibujar y a hacer grabados cuando tenía más de sesenta años. Sus obras más importantes constan de un bestiario de cuatro tomos sobre los yōkai. El desfile nocturno de los cien demonios ilustrado (1776), Cien demonios del presente y el pasado ilustrado (1779), Suplemento de los cien demonios del presente y el pasado (1780), y La bolsa de los cien utensilios aparecidos al azar (1784).
Antes de Sekien
Otros muchos artistas ya habían escrito relatos y dibujado a los yōkai; sin mencionar que la gente, de todas las clases sociales, conocía a estos seres sobrenaturales. Hablaban sobre ellos para asustar a los pequeños o para pasar el rato en las largas veladas familiares. Sin embargo, la obra de Sekien será de gran inspiración para otros artistas por ser el primero en recolectar de forma sistemática a todos los yōkai. Sus obras fueron las primeras en tener una gran difusión y en ser reeditadas para cumplir con la constante demanda de los admiradores del arte ukiyo-e.
¿Qué es el Ukiyo-e?
El arte de grabados ukiyo-e, a la que pertenecía Sekien. Se dio durante el periodo Edo(3). En el que se estableció una estricta división social en la que a los chōnin(4),clase media y baja, no se les tenía permitido adquirir tierras ni fincas. Los chōnin pronto superaron esa discriminación social y volcaron todo su dinero y energía en el ocio, el arte y la diversión. Así surgió ésta corriente artística que significan flotante (uki), mundo (yo) y pintura (e) Que se traducen como: «la pintura o grabado del mundo flotante”. Los temas de interés para los artistas del ukiyo-e fueron: las geishas, los actores del kabuki(5), las prostitutas, la vida nocturna de los chōnin. Y claro, los paisajes y el folclore de Japón.
Con el uso de la xilografía(6) que consistía en grabados que se elaboraban de forma masiva y a bajos costos, hizo posible que el ukiyo-e pudiera ser adquirido “incluso en el Japón más rural o menos pudiente”. Fue así como los retratos de los yōkai salieron de la mente de Sekien para posarse en la memoria de todos los japoneses.
Los yōkai de la naturaleza
Algunos yōkai representan la admiración, el respeto y el temor que sentían las personas por la naturaleza. La fortaleza de los árboles, la fiereza de las corrientes marinas o la crudeza de los inviernos son vinculadas con los poderes sobrenaturales de los yōkai.
Kodama es un dios que surge de un árbol de más de cien años de edad. “En caso de que alguien corte un árbol así, ésta persona y todo su pueblo sufrirán un maleficio”. Para cortar el árbol es necesario hacer una fiesta y honrar a Kodama para pedirle perdón por talarlo.
Tengu, otro yōkai, no es muy agradable a la vista, es de color rojo con una nariz muy alargada, de cabellos y barba blanca. Si lo haces enojar puede causar tempestades y fuertes vientos con el soplo de su aliento.
Las fabulas de los Yōkai
Otros seres sobrenaturales representaban las cualidades y defectos del espíritu humano. Algunos yōkai fueron seres humanos comunes y corrientes pero sus comportamientos reprobables y sus malos sentimientos como los celos o la codicia, provocaban que fuesen castigados y convertidos en monstruos o fantasmas.
Eso le sucedió a Kokuribaba, al ser amante de un monje recibió como castigo una apariencia monstruosa y se veía obligada a “robar el arroz y el dinero que daban los creyentes a un templo, se alimentaba de los cadáveres recién muertos, despellejándolos”.
Hashihime está condenada a permanecer soltera porque tiene una cara horripilante. Al no poder conseguir esposo, su corazón se ha llenado de odio hacia todo el mundo y disfruta mucho cuando una pareja no puede contraer matrimonio.
El miedo a la oscuridad
Es muy peligroso hablar de estos espíritus durante la noche. Si la gente se reúne a hablar sobre ellos deben hacerlo alrededor de una lámpara azul, si la luz se apagara sería fatal para los humanos. “En las noches oscuras no se debe de hablar sobre espíritus. Si las almas de los muertos se juntan, puede aparecer un monstruo: Aoando.” Su aspecto es el de una mujer de cabellera negra y larga, dientes afilados y con cuernos en la frente. Aoando es la síntesis de este miedo a lo sobrenatural.
El desfile nocturno de los cien demonios
Estos seres sobrenaturales no solo sirven para entretener y asustar a grandes y pequeños, también nos enseñan el temor y el respeto que sentía la cultura japonesa hacia todo lo referente a la naturaleza. Esta cultura ancestral, como muchas otras, siente una enorme fascinación por los animales y sobre todo, por la fuerza de los fenómenos naturales que son a la vez destructivos y a la vez beneficiosos para el mantenimiento de la vida.
Si bien los yōkai ya existían en el imaginario colectivo del antiguo Japón, gracias a Sekien adquirieron rostros y formas que aún hoy en día son recordados por medio de sus grabados. Es decir, él “transformó esas extrañas formas en dibujos que han sorprendido a la gente”, imprimiéndoles a sus figuras un estilo refinado pero también macabro.
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