A principio del siglo séptimo, la ciudad de La Meca se había convertido en un lugar súper importante, porque allí llegaban o vivían todos los comerciantes de la zona. En este lugar, un tal Mahoma empezó a predicar una nueva religión. Pero a los viejos líderes no les gustó nada, porque, seamos sinceros, esta religión incluía quitarles el monopolio del comercio y volver a Mahoma el jefe de la ciudad (1). Las cosas se pusieron tan calientes que a Mahoma y a sus seguidores no les quedó otra que salir corriendo de La Meca antes de ser asesinados.
El Escape de la Meca
Llegaron a Medina, literalmente un oasis en medio de uno de los desiertos más crueles de la tierra. Claro, la ciudad a la que llegó Mahoma no estaba vacía. Sino que había árabes politeístas, un gran número de judíos y algunos cristianos. Esta diferencia religiosa hacía que la ciudad fuera súper tensa y se dividieran al que mandaba dependiendo de la religión. Al principio eran los judíos, pero para el tiempo de Mahoma ya dominaban los árabes (2). Pero, ¡un momento!, la cosa era más compleja. Los grupos religiosos estaban divididos entre sí, así que también estaban enfrentados entre ellos.
Mahoma pescando en río revuelto
Mahoma fue un suertudo. Por venir de otra ciudad y no tener contacto con la gente importante, algunos hombres que lo conocían dentro de Medina lo propusieron para ser el mediador. Los otros grupos lo vieron como un buen candidato para ser el intermediario y juez de lo que pasaba en la ciudad (3). Claramente, su discursito religioso le ayudó a ganar autoridad. Ni corto ni perezoso Mahoma aceptó.
Según la narración mitológica, Mahoma, el primer viernes de su estadía en Mediana, soltó su camello favorito para quedarse donde este animal se detuviera (4). De hecho, esto fue una gran estrategia, porque así el inteligente Mahoma rechazó a los ricos de la ciudad que lo invitaban a quedarse con ellos y siguió siendo neutral (5). Y así, Mahoma mandó a construir una pequeña casa y mezquita, desde donde empezó a atender los problemas de los diferentes grupos de la ciudad. ¿Qué hizo para solucionar lar guerras internas de estos grupos? Pues le dio por crear un documento que es conocido como la primera constitución de la Historia.
Nace la constitución al antojo de Mahoma
Mahoma no era ningún bobo. El creó esta constitución para controlar a los árabes y judíos y sus clanes, pero también para darle un buen lugar a los recién llegados, llamados emigrantes ¡su grupo! Lo que hizo Mahoma con la constitución fue hacer una fuerte alianza entre él, sus seguidores (emigrantes) y los clanes árabes de la ciudad (6). Pero ojo, que esto tiene un par de trampitas. La primera era que para ser parte de esta súper alianza debían seguir la religión del propio Mahoma. Bastante conveniente, ¿no? La segunda era que si alguien no pertenecía a un clan, no le quedaba otra más que ingresar a uno para poder tener derechos. Así ganaba Mahoma y ganaban los clanes.
Antes de la Constitución, la ciudad de Medina era un caos. No tenía una organización central y las normas y la justicia dependían de las decisiones de cada grupo y sus intereses. Por lo que el buen Mahoma, con esta constitución, centralizó la justicia y reunió los clanes en una federación con objetivos y derechos en común. Nuevamente, esto fue un gana-gana. La gente por fin tenía claro qué pasaba cuando se cometía un delito y se buscó el fin de las guerras internas, para defenderse de ataques de otros lados (7). Se los dije, el loquillo de Mahoma era bien inteligente. ¿Recuerdan que era perseguido por la gente de La meca? Pues ahora, si lo atacaban iba a ser defendido por todas las fuerzas de Medina.
Sus intereses
Pero esperen, porque Mahoma no se quedó ahí. Como tenía «súper poderes» religiosos, declaró la ciudad santa, prohibiendo el porte de armas y las guerras o protestas dentro de ella. ¿Les das paz a la gente y qué obtienes? Pues en una ciudad pacifica el comercio crece y, ¡que coincidencia!, Mahoma no solo era profeta sino que tenía sus buenos negocitos. Además, ya que no peleaban entre ellos, pues por qué no atacar otras ciudades que tu líder religioso desee, para expandir su nueva religión. Mahoma tenía un par de buenas ideas.
Pero la paz para defenderse, el buen comercio y unión política para atacar enemigos no fue el techo de lo que Mahoma alcanzó con esta constitución. ¿Qué fue entonces? Pues fusionar el poder religioso y político para convertirse en la máxima autoridad a todo nivel (8). Claro, en realidad, según la constitución, todo el poder no era para él: el mandamás era Allá (9). Pero, como Dios no actuaba de forma directa, entonces al «sacrificado» de Mahoma le tocó hacerse cargo, como buen representante de Allá.
No todos tan dichosos con Mahoma y su idea
Así se hizo lo que se conoce como la primera constitución de la historia y, además, una súper conveniente para el buen Mahoma. Pero claro, no a todos se les hizo tan gracioso. El primer grupo en contra fue el de los árabes ricos que mandaban antes de Mahoma y su constitución (10). Pero nada, ya era muy tarde, Mahoma era demasiado respetado y con muchos seguidores. Era intocable.
El otro grupo que no lo aceptó fue el de los judíos. Los judíos habían sido muchos y muy poderosos en la ciudad, pero para este momento solo quedaban tres clanes con algo que hacer en contra del astuto Mahoma (11). La verdad es que si tenían sus buenas razones para no querer la dicha constitución. Primero, qué judío iba a aceptar que los mandara un pinche árabe que no hacía parte de su pueblo, el único pueblo que ellos consideraban el elegido. Y la segunda gran razón, fue que Mahoma sí les quería dar derechos, pero eso sí, siempre aclarando que ellos no hacían parte de la comunidad y que estaban en un lugar inferior al de sus queridos seguidores árabes (12).
Pero nada, Mahoma ya estaba del otro lado. Nadie le podía hacer frente y los pocos que lo hicieron recibieron una gran patada. Y así, con una linda constitución Mahoma empezó su grupito de amigos para luego ir a conquistar todo lo que se le atravesó.
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