En todos los idiomas del mundo el nombre de Judas es sinónimo de traidor. Asimismo, de judío [1], y de ahí radica el antisemitismo que vertebra nuestra tradición cultural. Y es que posiblemente el beso de Judas Iscariote a Jesús en Getsemaní sea el más famoso de la Historia. Pero, ¿y si os digo que no expresa traición?
Podemos estar equivocados desde hace siglos y, por ello, el sufrimiento del pueblo de Israel ha sido inenarrable.
En este breve artículo vamos a revisar la figura de Judas Iscariote a la luz de los Evangelios canónicos [2]. Aunque para configurar mejor su perfil contrastaremos con un manuscrito desenterrado de las arenas de Egipto y oculto en una cueva. Hablo del censurado y misterioso Evangelio de Judas [3], escrito en tiempos de las primeras comunidades cristianas. Este tesoro fue encontrado en los años setenta por unos campesinos árabes y su autenticidad está certificada por expertos en arqueología bíblica y por el método del carbono 14 [4].
Es posible que a partir de ahora veamos a Judas Iscariote con otros ojos, y que incluso le quitemos la mala fama, pues en absoluto es culpable de la crucifixión de Jesús, sino todo lo contrario…
El manuscrito que lava la imagen de Judas Iscariote
Así las cosas, se descifró con rigor el manuscrito, que estaba escrito en copto [5] y…¡sorpresa! Este texto cambia por completo la imagen del mencionado apóstol de Jesús. En otras palabras, pone patas arriba toda la Historia Sagrada, pues enaltece a Judas. Este pasa de traidor a héroe.
Fue redactado a mediados del siglo II y estuvo durante siglos perdido. Cuando se encontró, este viejo e incompleto pergamino desveló un secreto demoledor. Lo cierto es que hizo añicos certezas de las Sagradas Escrituras, puesto que
“solo Judas entre todos los discípulos entendió el mensaje de Jesús, e hizo lo que el propio Jesús quería, entregándolo a las autoridades para que lo crucificaran” [6].
Desde esta óptica revolucionaria, Judas es inocente. Es comprensible que los padres de la Iglesia [7] condenaran como herejía el apócrifo Evangelio de Judas.
Las amistades peligrosas de Jesús y el beso de Judas Iscariote
Jesús parecía un sedicioso [8]. El establishment (los sadúceos [9], los poderosos) no entendían su predicación centrada en los pobres [10], los marginados y en el amor al prójimo. Por consiguiente, esta nueva escala de valores causaba escándalo porque alteraba el statu quo de Judea, provincia de Roma.
Pensaban que ¡cómo va a ser Rey de los Judíos si se rodea de los desheredados de Jerusalén! Sencillamente, Jesús era un profeta molesto y sobraba [11]… Fue prendido con nocturnidad y alevosía mientras rezaba en Getsemaní, después de la cena de Pascua. Judas se acercó y le besó [12], y este gesto infame le delató ante la guardia del Templo. Primero, fue flagelado por los soldados romanos, a instancias del gobernador Poncio Pilato. Pero en vista de que no era suficiente escarnio para los judíos, se le condenó a morir en la cruz. La pena máxima. ¡Qué injusticia!
No obstante, el Mesías sabía que su final estaba cerca y que sería asesinado violentamente [13]. Y su dolorosa muerte era la misión confiada a Jesús por el Padre [14]. Este es el quid de la cuestión.
¡Crucifícalo! ¡crucifícalo! Jesús es condenado por alta traición
Lo más irritante es que este tipo de muerte, la crucifixión, los romanos la reservaban para los culpables de alta traición, para los agitadores políticos. Fundamentalmente, para los criminales y los zelotas rebeldes. Esta secta judía era cuasi terrorista e instaba al levantamiento armado contra la dominación romana, hartos de pagar tributos. Judas era uno de ellos.
Pero Jesús no era zelota. Él era un Mesías pacífico que esperaba su muerte por asfixia [15]en la cruz para salvarnos. Su sufrimiento queda patente en la desesperada pregunta: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” [16]
Judas vendió a Jesús al Sanedrín por treinta cochinas monedas de plata. Después, se arrepintió y se suicidó ahorcándose [17] en una higuera. No pudo soportar el remordimiento: sus manos estaban manchadas de sangre inocente. Los dos murieron el Viernes Santo.
Hasta aquí, el relato ortodoxo de la Pasión según la Biblia.
El secreto de Judas Iscariote
Efectivamente, hay algo que no nos cuadra y nos asaltan las preguntas. A saber, si Judas era lo peor, ¿por qué confiaban en él los Doce, hasta el punto de ser el tesorero [18] de la comunidad de Jesús? ¿Por qué Jesús en la Última Cena lavó los pies del traidor que le condujo hasta la muerte? ¿Qué hacía un zelota sicario [19] junto a un Jesús pacifista? Y por último, ¿por qué Jesús el Mesias-Hijo de Dios, que veía en el fondo del alma, no sabía del odio furibundo de Judas Iscariote? En la Biblia se nos dice que: “Satanás entró en Judas Iscariote” [20].
Por el contrario, en el Evangelio de Judas, Jesús pide a su querido amigo Judas que le “traicione” y le ayude en su misión salvífica de la Humanidad. Pues con la muerte Jesús libera su ser divino [21]. La clave está en la frase que Jesús le dice a Judas en el mencionado Evangelio:
“Pero tú Judas los superarás a todos ellos, porque tú sacrificarás el cuerpo en el que vivo” [22]…
Solo hay dos seres capaces de responder a estas preguntas y son los mismos que conocían el secreto de Judas. Ellos son Jesús y el mismo Judas. Pero nosotros… nada sabemos.
¡Alabado sea Judas!
A partir de ahora, cambia todo. Judas no es un ser despreciable, sino un ejemplo a seguir. Ya no es la manzana podrida de los apóstoles de Jesús. Tampoco es la oveja negra de su rebaño.
Al revés: el duodécimo apóstol demostró ser el más perfecto, el que mejor comprendió a Jesús en su cometido divino. A este respecto, Judas sabía que todo estaba escrito, y que la muerte del Maestro era necesaria para conseguir el perdón de los pecados [23]. La expiación.
Los amigos no traicionan. Los amigos apoyan hasta el sacrificio, y esa es la Buena Noticia [24] del Evangelio de Judas: el amor y la complicidad entre Judas y Jesús. La Historia está llena de errores. En esencia, estamos en deuda con Judas Iscariote y por eso reseteamos su figura.
Al fin y al cabo, sin el beso de Judas no habría tenido lugar la muerte y la Resurrección de Jesús. No habría redención ni Vida Eterna. Luego, el cristianismo y la fe de millones de personas tampoco tendrían ningún sentido. Entonces, ¡Alabado sea Judas!
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