¿Alguna vez has oído hablar de Teresa de Cartagena? Participó en la Querella de las Mujeres y decía cosas como esta:
«Deven notar los prudentes varones que Aquel que dio yndustria e graçia a Iudit para fazer un tan maravilloso e famoso acto, bien puede dar yndustria o entendimiento e graçia a otra qualquier henbra para fazer lo que a otras mugeres, o por ventura algunos del estado varonil no sabrían (…)» (1).
¿Nadie te había hablado nunca de la primera mística en romance castellano (2)? Sería un error por nuestra parte encasillar a esta mujer en dos estereotipos concretos:
- Que sea una mística que responde a visiones, éxtasis, fe ciega y sin razón.
- Que sea una mujer que pudiésemos encajar desde una visión presentista, de hoy en día.
Para cuando termine este artículo, espero haberos desvelado por qué no debemos pensar así de esta MUJER con mayúsculas. Espero acercaros también a la importancia del recogimiento y la reflexión en un mundo cada vez más acelerado, más cambiante, donde parece que tenemos que saber TODO lo que ocurre y tener que opinar de TODO.
¿Por qué Teresa de Cartagena, si era de Burgos? Vida y educación
Teresa de Cartagena nació en 1425, en Burgos. Era un momento en que, como mi profesora de Historia Medieval suele decir, a la Edad Media cada vez le estaban más ajustadas sus vestimentas. Cada vez había más cambios y se acercaban nuevas visiones sin abandonar completamente los anteriores paradigmas. Teresa pertenecía a un linaje converso de gran relevancia. Su abuelo, el rabino Salomón Haleví, se convirtió al catolicismo y fue nombrado obispo de Cartagena, con el nuevo nombre de Pablo de Santa María (3). Entre sus tíos se encontraban Alvar García de Santamaría (cronista del reinado de Juan II), y el prehumanista Alfonso de Cartagena. De ahí lo de Cartagena.
La educación lo es todo
Visto lo visto, no es de extrañar que ella hubiese recibido una formación a la altura de sus parientes. La alfabetización femenina era muy reducida en la Edad Media (y lo seguirá siendo después). A pesar de ello, la educación y formación intelectual de la mujer sí fue una preocupación en ciertas esferas sociales (4). Se cree incluso que podría haber estudiado en la Universidad de Salamanca. También resulta coherente que hubiese adquirido sus conocimientos a través de las escuelas conventuales (5).
Ella ingresó en la orden franciscana en 1440, aunque en 1449 se cambió a un convento cisterciense también de Burgos. Antes de los cuarenta años de edad, Teresa se quedó sorda. Quedó privada así de altas dignidades y posibilidades vitales, como podría haber sido el cargo de abadesa (6). ¿Se quedó de brazos cruzados? NO. Escribió “La arboleda de los enfermos”, donde puso de manifiesto que sus limitaciones físicas no la habían sino ayudado a afrontar la vida con humildad, paciencia, soledad, con la virtud suficiente para merecer gracias a Dios la salvación (7) de su alma. Hay que tener en cuenta que esto era como la máxima aspiración del habitante “average” en la Edad Media.
Teresa de Cartagena, una mística racional y femenina
Para ella, el recogimiento interior que suponía la enfermedad fue decisivo para alcanzar la ciencia verdadera de su verdadero maestro, Dios. No es una mística que entre éxtasis gracias a una visión que luego transcriba en poemas donde usa términos maritales (8). Todo lo que le había ocurrido tenía un sentido y le había permitido llegar hasta donde estaba gracias a su reflexión, su razón, su introspección y su fe.
¿Podía alcanzar tanta fama una mujer escritora en una sociedad eminentemente patriarcal del siglo XV? Sería difícil hablar aquí del impacto que pudo tener la “Arboleda de los enfermos”, pero la introducción de su siguiente libro “Admiraçión Operum Dey” nos estaba diciendo ya algo muy importante… La habían acusado de HABER COPIADO su anterior libro. ¿Con qué argumentos? Que una mujer (y encima sorda) jamás podría haber escrito semejante libro, lo cual ya nos habla de la calidad del libro y de la educación de Sor Teresa (9).
No debemos olvidar que Teresa fue una mujer de su contexto (el medieval), que no cuestionaba el orden divino de la naturaleza: el hombre en el espacio público y la mujer en el privado. Sin embargo, sí cuestionaba que Dios hubiese querido establecer una jerarquía entre hombres y mujeres (10). Posiblemente, Teresa nos viese más como a colaboradores, como un equipo que debe mantener un equilibrio.
Sorda y en casa, pero no callada
Con todo, dentro de ese equilibrio, el espacio privado de la mujer habría podido favorecer la reflexión, el cultivo del intelecto quizá de forma más natural que en los hombres, más propensos a la actividad física. Es así que Teresa concluye que, el que la mujer ponga por escrito la ciencia verdadera revelada por Dios a ella misma, no debería resultar tan extraño.
Incluso, llegó a emplear en esta segunda obra metáforas alusivas del hombre como portador de un conocimiento superficial (la corteza) y a la mujer como la portadora de la Ciencia verdadera (el “meollo”). Se veía incluso capaz de equipararse a Judith, la heroína bíblica que defendió su fe con una espada (11).
«Ca asý como las henbras estando ynclusas dentro de las puertas de su casa se exerçen en sus propios e onestos ofiçios, asý el entendimiento, retraýdo de las cosas de fuera y ençer[r]ado dentro de las puertas de la secreta cogitaçión, se exerçe [con] más vigor en su propio oficio. Mas <de> aquel entendimiento [que] anda vagando fuera de la posada [o] estudio ynterior [e] se enbuelve mucho a menudo en las negoçiaçiones mundanas, él por esta causa no vale más, e su hazienda, que es el ánima, vale m[en]os» (12).
Teresa de Cartagena, una pionera
Queridos lectores del siglo XXI, llegados a este punto, no querría por nada del mundo que asumieseis como vuestras unas ideas llenas de oposiciones binarias del siglo XV. Más bien, quedaré satisfecho si tras leer este pequeño aporte, podéis reconocer por fin a una mujer que desafió a un ideario el cual le negó sus más que merecidas capacidades y obras. Todo esto lo consiguió una mujer medieval bien formada y con discapacidad auditiva. No se negó a defenderse a sí misma, a pesar de su ya sospechosa “baxeza e grosería de mi mujeril yngenio”.
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Referencias
(1) Hutton, 1967, p. 120. En la Biblioteca del Escorial se conservan los dos tratados copiados en un códice del siglo XV (Ms. h-III-24 Arboleda de los Enfermos (ff. 1r-49v) y Admiraçión operum Dey (ff. 50r-65v).
(2) Cortés Timoner, 2004.
(3) Cortés Timoner, 2004, pp. 31-33.
(4) Segura Graíño, 2007, pp. 65-83.
(5) Estas escuelas conventuales tenían distintos niveles: en el propio convento, en la escuela provincial de la Orden, la escuela general de la Orden, o la propia Universidad. Véase: Cortés Timoner, 2016, p. 150.
(6) Yonsoo, 2008, pp. 160-161.
(7) Cortés Timoner, 2016, p. 153.
(8) Cortés Timoner, 2016, p. 151.
(9) «creo yo, muy virtuosa señora, que la causa porque los varones se maravillan que muger aya hecho tractado es por no ser acostumbrado en el estado fimíneo, mas solamente en el varonil» (p. 115: J.L.Hutton, 1965) / «Mas sola esta es la verdad: que Dios de las çiençias, Señor de lasvirtudes, Padre de las misericordias, Dyos de toda consolaçión, el que nos consuela en toda tribulaçión nuestra, Él solo me consoló, e Él solo me enseñó, e Él solo me leyó». Cortés Timoner, 2016, p. 131.
(10) «E sy queredes bien mirar las plantas e árboles, veréys commo las cortezas de fuera son muy rezias e fuertes e sofridoras de las [ten]pestades que los tienpos hazen, aguas e yelos (…). El meollo asý como es flaco e delicado, estando yncluso, obra ynteriormene, da virtud e vigor a las cortezas e asý lo uno con lo ál se conserva e ayuda e nos da cada año la diversidá o conposidad de las frutas que vedes. E por este mismo respeto creo yo quel soberano e poderoso Señor quiso e quiere en la natura umana obra[r] estas dos contraridades, conviene a saber: el estado varonil, fuerte e valiente, e el fimíneo, flaco e delicado (…). E asý se conserva e sostiene la natura humana». Hutton, 1965, pp. 117-118.
(11) Cortés Timoner, 2016, p. 157.
(12) Hutton, 1967, p. 138.
Bibliografía
- Cortés Timoner, M. M., 2016, «Fue levado mi entendimiento: Teresa de Cartagena y la escritura mística en femenino», Revista internacional de literatura i cultura medieval i moderna, nº 8, p. 153.
- Cortés Timoner, M. M., 2004, Teresa de Cartagena, primera escritora mística en lengua castellana, Universidad de Málaga, Málaga.
- Hutton, J. L., 1967, Admiraçion Operum Dey, Anejos del Boletín de la Real Academia Española, 16, Madrid.
- Segura Graíño, C., 2007, «La educación de las mujeres en el tránsito de la Edad Media a la modernidad», Historia de la Educación, nº 26, pp. 65-83.
- Yonsoo, K., 2008, El saber femenino y el sufrimiento corporal de la temprana Edad Moderna, pp. 160-161, Universidad de Córdoba, Córdoba.[/su_spoiler] [/su_accordion]