Hoy nos vamos a adentrar en la historia de Cicerón, el gran retórico romano. ¿Cómo un orador de su talla terminó siendo decapitado? Sigue leyendo para descubrirlo.
El Cicerón intelectual
Podemos considerar a Marco Tulio Cicerón como uno de los grandes oradores de Roma, es decir, como una de las personas que no podían callarse aunque lo intentaran. Eso sí, siempre con educación y buenas palabras, ya que nuestro protagonista hablaba de que el ser humano posee numerosas virtudes. La más importante de ellas era el decorum (1). Con esta palabra, se refería al conjunto de cualidades que hace al hombre discreto, cortés, educado, etc. Traducido al español del siglo XXI: di lo que pienses, pero no pierdas los modales, porque es lo que te distingue de los animales. Desde luego, en Telecinco no podría haber trabajado.
Por otro lado, Cicerón pensaba que desear el poder era algo natural. De hecho, afirmaba que dedicarse a la vida política era un deber para todos aquellos a los que la ley natural se lo hubiera mandado. Sin embargo, consideraba que había algunos hombres políticos que se dejaban en casa su decorum e impartían la injusticia. De hecho, Cicerón fantaseaba con un lugar al que irían a parar tras la muerte aquellos hombres de política que fueron justos (2) (3).
Cicerón opresor de políticos
Dejándose guiar por sus ideales filosóficos, Cicerón fue el azote de aquellos políticos que conspiraban contra el Estado romano. Así, consiguió destapar la llamada «conjuración de Catilina», conspiración llevada a cabo por el patricio romano Lucio Sergio Catilina, para tomar el poder por la vía de las armas en el año 63 a.C. También criticó duramente al célebre Julio César, del que decía que tenía demasiada ambición política y que suponía un peligro para la República romana (4).
Sin embargo, a pesar de que César era para él una tremenda molestia, Cicerón no participó en su asesinato ya que estaba en contra de toda acción violenta. Ahora bien, esto no quita para que el horror de presenciar la muerte del dictador diera paso a la alegría por la recuperación del orden republicano.
Objetivo de purgas políticas
Tras el asesinato de Julio César, Cicerón decidió retirarse de la política (5) y contemplar desde su gran villa, al sur de Italia, cómo los líderes políticos luchaban entre ellos. No obstante, él seguía criticando a unos y otros, entre ellos a Marco Antonio, el célebre amante de Cleopatra. A éste incluso le llegó a dedicar una obra completa en la que no se cortaba a la hora de ponerle a parir (6).
Cuando Marco Antonio y Octavio Augusto llegaron a un acuerdo político, ambos confeccionaron sus listas de purgas. Entre los nombres de esa lista, se encontraban tanto el de Cicerón como su hermano, Quinto. Era el año 43 a.C. cuando dos sicarios detuvieron la litera en la que viajaba al exilio Cicerón, con 64 años de edad.
Nuestro protagonista acabó ejecutado por orden de Marco Antonio. Sin embargo, éste no se contentó con matarlo, sino que fue más allá. Ordenó que se le cortaran tanto las manos como la cabeza, ya que con la primera hablaba y con las segundas escribía las críticas contra él. Tanto la cabeza como las manos fueron expuestas por orden de Marco Aurelio en la tribuna donde los oradores romanos se dirigían al público (7).
No deja de ser curioso, e incluso un capricho del destino, que la última vez que Cicerón se subió a esa tribuna, había sido aclamado por el pueblo romano. ¿Acabaría yendo finalmente Cicerón a ese cielo destinado a políticos justos?
No te pierdas más artículos interesantes en nuestra revista Khronos Historia