El mes de marzo es un mes clave para el feminismo. Aprovechando la celebración del 8M, vamos a visibilizar el trabajo de una de las mujeres más ignoradas a lo largo de la Historia: María de Maeztu. En España, parece que su nombre ha quedado doblegado al de uno de sus hermanos. Sin embargo, su labor fue más que importante. Aunque, antes de entrar de lleno en su vida, hay que tener en mente algunas consideraciones del contexto histórico y social.
A finales del siglo XIX, España sigue anquilosada en cuanto a nivel de analfabetismo y atrasada a nivel social. En 1898, se pierden las últimas colonias de ultramar, lo que se conoce como el Desastre del 98 (1). Desde hace tiempo, se necesitan vientos de cambio (que prácticamente no llegarán hasta la Primera República).
Llama la atención que, si bien el país parece no salir del Antiguo Régimen, se produce a la vez la llamada Edad de Plata de la cultura y de la literatura (2). Con el nuevo siglo, el objetivo fundamental de la mayoría de intelectuales es modernizar España. Para ello, serán importantes nombres como Moyano o Fernández Giner de los Ríos y, por supuesto, María de Maeztu.
La familia de María de Maeztu
María de Maeztu Whitney nació en Vitoria, en el verano de 1881. Formaba parte de la prestigiosa y dura estirpe que encabezaban su padre Manuel de Maeztu y su madre Juana Whitney y Doré (3). La pareja, que nunca llegó a casarse, se conoció en París y poco después se instaló en el País Vasco. Su padre, ingeniero, proporcionaba una buena situación económica gracias a sus negocios en Cuba (4). Ante la crisis en la colonia de ultramar, viajó hasta Cuba, donde murió accidentalmente.
Los problemas empezaron a asolar a la familia. Juana Whitney y sus hijos (Ramiro, Ángela, Miguel, Gustavo y María) se trasladaron a Bilbao. Uno de los hándicaps de que no estuvieran casados vino, justamente, con la muerte del padre, por problemas de herencia (5).
La Academia Maeztu
La joven María de Maeztu mamó el interés por las clases desde bien pequeña. Su madre, Juana Whitney, abrió la Academia anglo-francesa, donde daba clase junto con su hermana Ángela (6). Aquí, por ejemplo, estudiaron las hijas de Indalecio Prieto, dado que tenía cierta fama de escuela laica (7). María de Maeztu se apuntó a la Escuela Normal de Magisterio, donde se licenció y, posteriormente, estuvo unos meses en la escuela anglo-francesa de su madre.
«es verdad el dicho que la letra con sangre entra. Pero no ha de ser con la del niño, sino con la del maestro» (8).
Poco después, se trasladó a Bilbao para dar clases en la enseñanza pública, en el barrio «chino», que se encargó de preparar (9). Empezó Filosofía y Letras en Salamanca, donde tuvo como profesor a don Unamuno (10). Pero la carrera la terminó en 1905 en Madrid. Y aquí es donde de verdad comienza su andadura.
María de Maeztu de camino a la Residencia
En Madrid, María de Maeztu conoció al que sería su mentor: Ortega y Gasset (11). Gracias a la guía del filósofo, pudo entrar en los círculos intelectuales más boyantes de la capital. Además, la gran capacidad y labia de María de Maeztu pronto se ganaron a los miembros de la Junta de Ampliación de Estudios (JAE en adelante) (12).
La JAE becó a la joven para poder completar sus estudios en el extranjero. María de Maeztu, que además de castellano era bilingüe en inglés (por su madre) y muy hábil para los idiomas, aprovechó cada segundo de sus viajes. Justamente, por esto la nombraron miembro de la comisión del Gobierno para el certamen pedagógico de Londres (13). De la misma forma, Ortega la animó a acudir a diversas conferencias y charlas neokantianas en Alemania. En 1910, salió de España en su primer viaje a Bélgica.
Una de las grandes aportaciones de la JAE fue el desarrollo de varios programas «Erasmus» y de estancias en el extranjero. Su fin era permitir a los estudiantes españoles salir de la autarquía intelectual en la que estaba el país (14).
El proyecto de una vida: la Residencia de Señoritas de María de Maeztu
La fascinación de María de Maeztu por el sistema educativo estadounidense vino de la mano del Instituto Internacional. Este, originalmente el International Institute for Girls, era el centro educativo femenino liberal más importante en Madrid (15).
La directora del Instituto Internacional, Susan Huntington (16), hizo muy buenas migas con María de Maeztu. Fruto de esta relación nacería el gran proyecto de vida de María de Maeztu: la Residencia de Señoritas.
Durante un par de años (la Residencia no se inauguró hasta 1915), estuvo preparando el espacio que aunaría el modelo de los women colleges americanos con los principios de la Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Ríos (17). Además, sentó las bases de lo que hoy se conoce como «educación internacional», esto es, una educación basada en alianzas educativas con centros extranjeros, aprendizaje mutuo y personal (18).
[La residencia de señoritas] «no era ni un convento ni un college, sino un lugar en el que las alumnas podían completar su formación académica u cultural con conferencias, cursos, etc.» (19).
Mujeres tejiendo redes
Se podría decir que la Residencia de Señoritas fue para las mujeres intelectuales de la época lo que la Residencia de Estudiantes para los varones.
Grandes personalidades literarias, científicas y de todos los ámbitos de la cultura pasaron por la Residencia. El espacio ofrecía tanto un lugar de estancia, como clases, como laboratorios y un punto de encuentro. Por ejemplo, Federico García Lorca, gran amigo de Maeztu, leyó allí su poemario Poeta en Nueva York. Incluso allí se realizaron los primeros ensayos de La Barraca (20).
También se alojaron allí Marie Curie y Victoria Ocampo. Y María Montessori dio conferencias sobre su método en varias ocasiones. Gabriel Mistral, Victoria Kent y Clara Campoamor eran asiduas de la Residencia y buenas amigas de María de Maeztu (21).
«Los viajes y su relación con pedagogas y profesoras de otros países deja er que los avances educativos de la mujer van a tener como consecuencia el desarrollo de una conciencia política y social» (22).
El éxito fue rotundo: había más estudiantes de licenciaturas y doctorados que aspirantes a maestras. A la Residencia podía acceder cualquier chica mayor de 17 años que cursara sus estudios en Madrid o que preparase su acceso a la Universidad, incluidas chicas extranjeras. También se impartían cursos y conferencias. La propia María de Maeztu daba clases complementarias en Pedagogía y Filosofía. Sin embargo, María de Maeztu no paró con esto. Apenas tres años después de inaugurar la Residencia de Señoritas, María de Maeztu tiene otro proyecto en mente.
La educación soñada por María de Maeztu: el Instituto Escuela
A consecuencia de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el Instituto Internacional estuvo al borde de la extinción. Pero con ayuda de la JAE, se creó el Instituto Escuela en 1918, de marcado carácter internacional/estadounidense y femenino (23).
El Instituto Escuela tenía por objetivo establecer un modelo educativo en infantil, primaria y secundaria que integrase los principios de la Institución Libre de Enseñanza. Aunque María de Maeztu terminó por centrarse en Primaria.
Esto incluía sacar al alumnado mixto fuera de las aulas, hacer excursiones asiduamente, deporte, no emplear libros de texto, sino incentivar la capacidad analítica y crítica de los niños y niñas y que la educación fuera laica (24). Por supuesto, esto no gustó demasiado a ciertos sectores de la población.
El siguiente año, María de Maeztu hizo su primer viaje al otro lado del océano. Allí, empezó a establecer buenos lazos con las universidades americanas, que le ayudarán enormemente en el futuro (25).
La revolución de las faldas
Este término, acuñado por María Teresa León, se empleó para designar a todas las comunidades y asociaciones de mujeres que empezaron a proliferar con la Primera República (26).
Sin embargo, hay que tener en cuenta que el voto femenino no se consiguió hasta 1931. Y, aún así, María de Maeztu y otras doce mujeres fueron miembros de la Asamblea Nacional durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), en la sección de educación (27).
«Soy feminista, me avergonzaría no serlo» (28).
María de Maeztu comprobó en sus viajes al extranjero la importancia del papel de las mujeres a nivel político y educativo. El feminismo que defiende recuerda mucho al de Concepción Arenal , Rosalía de Castro y Emilia Pardo Bazán, en tanto que es de tipo jurídico y educativo (29). Por ello, en 1926, junto con Victoria Kent y Zenobia Camprubí (entre otras) fundaron el Lyceum Club.
La sororidad hecha espacio: el Lyceum Club
A lo largo del siglo XX se abrieron en Europa los Lyceum Clubs. Centros no mixtos femeninos donde se podía salir de la monotonía del hogar (30). En el caso de España, permitió a un importante número de mujeres salir del encorsetado rol de ángel del hogar. Con ello, se pretendía suscitar la generación un «movimiento de fraternidad femenino» (sororidad).
El Lyceum Club contó con 150 socias fundadoras de todo el espectro político. Allí se organizaban charlas, talleres y ponencias de público eminentemente femenino. Había secciones de literatura, de ciencias, de Artes plásticas e industriales, de música y hasta internacional (31). Allí acudieron, entre otros, Lorca, Ortega y Gasset, Machado y Unamuno. Pero no todos se sentían cómodos con que las mujeres tuvieran su propio espacio…
Haters gonna hate
Por supuesto, no podía faltar un «notas». Jacinto Benavente se negó a asistir como invitado alegando que no tenía tiempo para «hablar a tontas y a locas» (32).
Además, debido a su marcado carácter laico, sectores ultraconservadores de la Iglesia escribieron varios artículos (33) sobre el Lyceum Club en los que se podían leer las siguientes lindezas:
«La sociedad haría muy bien recluyéndolas como locas o criminales, en lugar de permitirles clamar en el club contra las leyes humanas y divinas. El ambiente moral de la calle y de la familia ganaría mucho con la hospitalización o el confinaminto de esas féminas excéntricas y desiquilibradas» (34).
Desde el Lyceum Club no dudaron en enfrentar estas virulentas críticas y llevaron el caso a los Tribunales. El juicio por injurias lo ganaron Victoria Kent y Matilde Huici (35). El Lyceum Club resistiría hasta 1939.
1936: el año en que cambió todo
A medida que la tensión se apoderaba de los órganos de la República, María de Maeztu vio cómo sus proyectos se rompían. El primer signo que le hizo huir del país antes de que fuera demasiado tarde fue la muerte de su hermano. En el primer año de la Guerra Civil fusilaron a Ramiro de Maeztu (36). Esto supuso un durísimo golpe para María de Maeztu (37).
Tras este acontecimiento, dimitió de la dirección de la Residencia de Señoritas y del Instituto Escuela. Preparó su salida de España con la ayuda de Gabriela Mistral y de Victoria Ocampo (38).
«Se enfrenta a la terrible realidad que ha de compartir con todas aquellas pioneras que trataron de luchar por el avance del país. ahora deben marcharse» (39)
Fijó su residencia en Buenos Aires, tras impartir allí una serie de conferencias. Su universidad le concedió la cátedra de Historia y Educación, donde dio clases hasta su fallecimiento (40). Una de las razones por las que se asentó en Argentina fue la promesa de poder crear allí una nueva Residencia de Señoritas. Pero, con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, no hubo posibilidad (41).
«Sana y salva pero desecha y llorosa» (42)
En 1945, volvió a España por la muerte de su madre (que se había mudado a Navarra) y, dos años después, por la de su hermano Gustavo (43). Fue testigo impotente de cómo todo el trabajo de su vida fue asesinado por los principios del nacional-catolicismo.
Sin embargo, en los últimos años de su vida, dio un cambio político radical. Llegó a defender a la ultra derecha. Aunque probablemente esté motivado por el dolor causado por la muerte de su hermano. Justo por esto, la izquierda nunca la perdonó, condenándola al olvido. A la par, la derecha receló de ella por su asociación con los intelectuales liberales que sostuvieron la JAE (44).
Falleció en 1948, en tierras argentinas con 66 años. Sus restos volverían a España para enterrarse en el panteón familiar en Navarra (45).
Lo que quedó por aprender de María de Maeztu
En España, el gobierno confiscó el Lyceum Club, que pasaría a ser el Club Medina de la Sección Femenina de la Falange (46). Muchos años después, sobre las cenizas del Instituto Internacional, germinó el Colegio Estudio. Tres de sus alumnas y seguidoras más acérrimas (47) intentaron devolver algo de los principios que María de Maeztu y la Institución Libre de Enseñanza habían inculcado en la educación española.
Pese a los intentos por borrar las ideas que inspiró María de Maeztu, son varias las propuestas que se han hecho para preservar su legado.
Antes de cerrar el artículo, me gustaría dedicárselo al Espacio de Igualdad María de Maeztu (en Carabanchel). Por su constante labor por formar, ayudar y animar a mujeres a crecer y a tejer redes entre ellas, creo que es obligatorio darlo a conocer. Además de haber inspirado este texto, quiero subrayar su importancia.
¿Te has quedado con ganas de saber más sobre María de Maeztu?
Aquí tienes una conferencia de Carmen Guruchaga sobre María de Maeztu
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¡¡Ayyyy!! Lo primero es lo primero: ¡¡qué bien escribes!!
Hay un montón de datos que desconocía de ella, como que había sido estudiante de Unamuno y de Ortega y Gasset! Además, en la residencia de señoritas que fundó…¿estuvo alojada Marie Curie? WOW.
Esta señora ha lucha tanto… pero tanto, tanto, que no puedo más que admirarla.
No hay Benavente ni Lyceum que puedan con ella!!!