La fascinación por los piratas a lo largo de la historia es una constante. A mucha gente le encanta conocer la vida de esos lobos de mar con grandes barcos, banderas negras con calaveras y mucho ron. Desde La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson a las películas de Piratas del Caribe, nos impresionan los relatos de capitanes con loros, parches y patas de palo. Nombres como Barbanegra, Hornigold o Drake resuenan en el imaginario colectivo casi como villanos o antihéroes míticos. Pero el pirata de este artículo, Stede Bonnet, es distinto.
Porque sí, la de hoy, es una historia de piratas. Pero no del tipo al que estamos acostumbrados. Hasta ahora sabíamos que los piratas robaban barcos y provenían de lugares de mala muerte. Pero a raíz de la serie Our flag means death (Nuestra bandera significa muerte), nuestras ideas previas cambian. Y es que sí, los piratas de la serie son -en gran medida- reales. Por eso, hoy os hablamos de Stede Bonnet, el Caballero Pirata.
Stede Bonnet: pobre niño rico
Stede Bonnet (1) nació en Bridgetown, Barbados, en una rica familia terrateniente de tradición inglesa. En verano de 1688 vino al mundo el único hijo de Edward Bonnet y Sarah (Whetstone) Bonnet (2). Pero sus desgracias comenzarían con apenas seis años de edad. Es entonces cuando muere su padre y, unos meses después, su madre, dejando completamente huérfano al pequeño (3). Lo criaría una tía (4) y recibiría una excelsa educación. Y es que parece ser que el joven Stede Bonnet era una rata de biblioteca desde bien pequeño.
Cuando Stede Bonnet cumplió la mayoría de edad recibió la herencia familiar: 400 hectáreas de plantaciones de azúcar, 2 molinos, 3 sirvientes blancos, 94 esclavos y un molino para el grano (5). Vamos, que dinero no le faltaba. Sin embargo, el hecho de que sus padres le dejaran tan pronto le marcó profundamente (6).
Stede y Mary Bonnet: una boda y un funeral
En noviembre de 1709, cuando Stede Bonnet tenía 21 años, se casó con Mary Allamby, de 16 años en aquel momento (7). Ambos provenían de familias de alto estatus y era más un matrimonio concertado que por cualquier inclinación romántica. Stede Bonnet ya ostentaba un buen cargo militar (8), tenía una pedazo de casa en la Bahía de Bridgetown y parecía vivir una vida de ensueño.
Sin embargo, la cosa empezó a torcerse cuando su primera hija, Allamby, murió con apenas cinco años. Aquel hecho dejó muy tocada a la pareja y Stede Bonnet cayó en una profunda depresión de la que pareció no salir (9).
Mary y Stede tuvieron otros tres hijos (Stede Junior, Edward y Mary Junior), pero los niños no parecían consolar la tristeza del padre (10). Varios historiadores coinciden en que Stede Bonnet no parecía estar muy bien. Quizá debido a la pérdida de sus padres a muy temprana edad y la muerte de su pequeña (11). Asimismo, la relación entre Stede y Mary no era la mejor (12).
Este cúmulo de elementos terminó por sembrar una idea en la mente de Stede: iba a hacerse pirata.
Stede Bonnet: el Quijote de Barbados
¿Qué llevó a Stede Bonnet a enterrar la cómoda vida en tierra y lanzarse nada más y nada menos que a la piratería? Daniel Defoe -el escritor de Robinson Crusoe– argumentó que no se encontraba cómodo en la vida marital, amén de que su esposa siempre buscaba algo con lo que molestarle y picarle (13).
Con 28 años, y aburrido de la buena vida, Stede Bonnet comienza los preparativos para levar anclas. Al igual que don Quijote de la Mancha con los libros de caballería, Stede Bonnet estaba fascinado por los libros de viajes de piratas de la época (14).
Por norma general, los piratas robaban sus barcos. Pero, como Bonnet era tan (asquerosamente) rico, compró uno y lo arregló a su gusto (15). El navío, el futuro Revenge, tenía capacidad para 12 cañones y 100 hombres (16). Y también para satisfacer las necesidades de un hombre ilustrado como Bonnet.
En sus aposentos, se hizo construir una biblioteca completa. Sí, habéis leído bien. Además, se preocupó de contratar a su tripulación y de pagarles de forma periódica un salario (17). Espera, ¿un capitán pirata pagando a su gente? Si esto os parece excéntrico, es que no conocéis a Stede Bonnet.
Afortunadamente, escogió a una tripulación que sí sabía cómo manejar un barco y que ya tenía experiencia en aquello de la piratería, porque Bonnet no tenía ni la más remota idea.
El primer viaje del Caballero Pirata
Una noche de primavera, en 1717, y casi a escondidas, Stede Bonnet se subió al Revenge con 70 personas que no le tenían ninguna clase de respeto (18). Porque aunque conocía a la perfección los modales aristocráticos, Bonnet no empezó siendo un buen capitán.
El primer destino fue la Colonia de Virginia (19). Durante el camino atacaron cuatro barcos en busca de provisiones. Cerca de la Bahía de Chesapeake prendió fuego al Turbet, una flota de bandidos que solían atormentar la costa de Barbados (20). Después, marchó a Nueva York, se hizo con otros dos barcos e hizo una paradita en la isla de Gardiners (21), donde aprovechó para hacer unas compras.
¿Y qué hacían los piratas si su barco quedaba tocado después de las batallas? Pues fácil: atracaban otro navío, saqueaban las piezas y quemaban los restos (22).
Stede Bonnet pensó dónde encaminar al Revenge después. Así que decidió ir a presentarse en sociedad a la República de los Piratas, una isla en Nassau conocida por ser el punto de encuentro de ladrones de todos los mares (23).
Sin embargo, tendría un encontronazo con una potente fragata española. Tanto el Revenge como el propio Bonnet quedaron bastante mal parados. El ataque redujo la tripulación casi a la mitad y los que no murieron estaban heridos (24). Pusieron rumbo lo más rápido posible a la República de los Piratas para poder descansar y recuperar provisiones. Allí, se encontró con alguien…
Cuando Stede Bonnet encontró a Barbanegra
Antes decíamos que había piratas que habían hecho historia. Uno de los más famosos sin lugar a dudas era el temible Barbanegra (25). Bueno, pues resulta que en toda la República de los Piratas, Edward Teach (el verdadero Barbanegra) se fijó en el Caballero Pirata.
Saltaba a la vista que Bonnet no tenía ni idea de lo que hacía, algo que corroboró toda su tripulación (26). Quizá sería su comportamiento lunático y excéntrico lo que llamó la atención de Barbanegra, quien se ofreció a tomar el mando del Revenge de forma temporal.
Como Stede Bonnet todavía estaba convaleciente, aceptó y se quedó como invitado de honor en el barco de Edward Teach aprendiendo de un «pirata de verdad» (27).
La estrambótica pareja levó anclas y pusieron rumbo a la Bahía de Delaware, donde se cargaron unos once barcos (28). Uno de los capitanes cuyo navío fue atacado por el Revenge durante esta época describió que:
Stede Bonnet estaba en la proa, aún curándose las heridas, en camisón y sin imponer absolutamente nada (29).
El 17 de noviembre de 1717 atacaron a una enorme nave cerca de la isla de Martinique, el Concorde. Este espectacular -y bien armado- barco pasaría a ser el famoso Queen Anne’s Revenge de Barbanegra (30).
La extraña pareja: Stede Bonnet y Edward Teach, Barbanegra
Bonnet y Barbanegra estuvieron viajando juntos varios meses, tras los que se separaron apenas unas semanas en las que Stede Bonnet -ya recuperado- volvió a tomar las riendas del Revenge.
Durante ese corto lapsus de tiempo, en marzo de 1718, al Revenge se le escapó de las manos un gigantesco mercante (el Protestan Caesar) por la zona de Honduras. Este hecho dejó sin ánimos de la tripulación por los suelos (31). Hasta que volvieron a encontrarse con Barbanegra.
Los hombres de Bonnet le dejan para irse con el increíble Edward Teach, quien propone a Stede Bonnet poner un capitán de confianza (32) a mandar en el Revenge y le da la oportunidad de vivir a cuerpo de rey en el Queen Anne’s Revenge. Literalmente le dijo:
Que sería mejor dejar el mando del barco, dado que no estaba acostumbrado a tales fatigas, y que viviera buscando su placer en un barco como aquel, donde no estaría obligado a más deber que el de seguir sus propias inclinaciones (33).
Así que Bonnet se dedicó a hacer lo que más le gustaba: leer y vivir la buena vida. Aunque esto ya lo hacía cuando capitaneaba solo el Revenge, saliendo muy poco de sus aposentos y siempre con el libro que estaba leyendo en las manos (34).
Si bien Barbanegra se aseguró de cuidar de Bonnet (35) y le dijo que el Revenge estaba en buenas manos, una serie de pensamientos intrusivos poblaron la (frágil) mente de Stede.
Acto de gracia
A solas con su cabeza, a Stede Bonnet le dio el bajón y le confesó a algunos miembros de su tripulación -aquellos con los que más confianza tenía- que estaba pensando en abandonar la piratería y exiliarse a algún lugar de España o Portugal (36).
Bonnet navegó junto con Barbanegra y los nuevos barcos que iban capturando hasta Carolina del Sur. En la isla de Topsail hicieron una parada para descansar y llenar la despensa y fue allí donde parece que perdieron al Queen Anne’s Revenge (37).
Dejaron a resguardo los navíos -incluido el Revenge– y viajaron juntos hasta Bath, la capital de Carolina del Norte (38). Allí, tanto Barbanegra como Stede Bonnet solicitaron al Gobernador el Acto de Gracia del rey George I.
El «Acto de gracia» era una forma bonita de firmar un documento por el que se renunciaba a la piratería -y se perdonaban los crímenes asociados a ella- a cambio de 10 años de servicio a la marina real de Inglaterra (39).
El Gobernador les concede el perdón. Stede Bonnet permanecerá algo más de tiempo para pedir una autorización que le permitiera llevar el Revenge a Santo Tomás -una colonia danesa-. Allí tenía intención de comprar una licencia gubernamental para atacar a barcos españoles (40).
Sin embargo, algo no salió como esperaba…
La traición de Barbanegra
Cuando Bonnet regresó a la isla de Topsail, descubrió que Barbanegra le había dejado atrás, sin barco y sin nada.
A finales de junio – principios de julio, Bonnet recuperó el Revenge. Lo encontró varado junto con unos pocos hombres de los originales que partieron con él desde Barbados (41).
Además, reforzó la mínima tripulación con algunos marineros que Barbanegra abandonó a morir en un banco de arena apenas dos días antes (42). Esto resulta un poco extraño, porque Barbanegra parecía saber que Stede Bonnet encontraría a aquellos hombres antes de que pereciesen, dado que los dejó en un islote vacío muy cerca de Topsail.
En su trayecto, unos mercantes le dicen que han visto al Queen Anne’s Revenge cerca de Ocracoke (43). Furioso y con el corazón roto, el Caballero Pirata iza las velas y parte en busca de Barbanegra -para pedir explicaciones o vengarse, no está claro-.
Pese a que Bonnet partió en su búsqueda en seguida, no podrá dar con él y sus caminos no volverán a cruzarse (44).
El siguiente objetivo de Bonnet es llegar hasta Santo Tomás, tal y como le dijo al gobernador, pero el hecho de Barbanegra le hubiera dejado bajo mínimos le animó a volver a la piratería.
El Caballero Pirata ataca de nuevo
Stede Bonnet aprovechó un vació legal y cambió su nombre por el de Capitán Thomas y el Revenge pasó a ser Royal James (45). Aunque siguió tratando de enmascarar lo que hacía, pronto tiró por la borda esa fachada y regresó a la vida pirata con todas las letras (46). Barbanegra le había enseñado bien. Es entonces cuando su tripulación comienza a respetarle y él se vuelve más duro. Será en el verano de 1718 cuando, a la altura de la Bahía de Delaware, se hará con casi 11 veleros (47).
Alrededor de mediados de agosto, encallaron en el estuario del Cape Fear River. En aquel embudo atraparon y destrozaron un pobre barco que pasaba por allí para reparar al Revenge. Según miembros del equipo de Bonnet, las reparaciones corrieron a cargo de los prisioneros bajo amenaza de abandonarles a su suerte (48). Además, Cape Fear River era un buen lugar donde esperar a que amainara la temporada de huracanes.
Sin embargo, el gobernador de Carolina del Sur (49) mandó a su coronel (50) a limpiar aquella zona de piratas.
El desastre de Cape Fear River
Tras algunas incursiones a modo de advertencia, Stede Bonnet escribió una carta al gobernador de Carolina del Sur amenazándole con que, si no le dejaba en paz, arderían todas las naves de la Bahía de Charles Town (51).
El 27 de septiembre comienza el fuego abierto. El Revenge evita que las dos naves contrarias lo cierren encaminándose a la entrada del río. Pero se encalla en el fondo. Los barcos del coronel de Carolina del Sur se lanzan a por él, cometiendo el mismo error (52).
La batalla se libra ahora cuerpo a cuerpo. Después de seis horas de intensa lucha, la tripulación de Bonnet tiene todas las de perder. Pese a que dieron buena cuenta de los oponentes, estaban en proporción tres a uno (53).
Al final, los marineros del Revenge se rinden y los hacen prisioneros el 3 de octubre.
Los llevan hasta Charles Town, donde parece que no había espacio suficiente en la cárcel, por lo que Stede Bonnet y otros dos compañeros se quedan bajo custodia en la casa del coronel (54).
Tras tres semanas a la espera de juicio, algo sucede.
¿El fin del Caballero Pirata?
La noche del 24 de octubre Stede Bonnet y uno de sus hombres escapan, pese a los guardias que vigilaban la casa donde estaba recluidos (55).
El coronel recibió acusaciones de soborno y de que les había dejado escapar. A esto se le suma el creciente revuelo y temor porque Bonnet volviera a liarla parda en las aguas (56).
Por ello, el gobernador prometió una recompensa de 700 libras (un pastizal) a quien diera con él (57). Además, facilitó varios barcos con soldados armados para buscarle (58).
Mientras, Stede Bonnet estaba escondido en un velero por Northward, pero tuvo que volver a la isla de Swillivants (cerca de Charles Town) a por suministros (59). Como ya se había corrido la voz de que estaba en busca y captura, pronto dieron con él y el otro pirata.
El segundo murió durante la detención y Bonnet se rindió y pasó a custodia judicial el 6 de noviembre.
Cuatro días después, la resolución es firme: condena a Bonnet y sus hombres por piratería y encima saltarse la promesa del Acto de Gracia (60).
El verdadero bien del Caballero Pirata
Los veinte y pocos hombres que quedaban de la tripulación de Stede Bonnet murieron en la horca (61). El juez que llevó el caso del caballero Pirata dejó patente que era un hombre letrado y sumamente culto (62).
Desde que partió de Carolina del Norte, Bonnet atacó a más de 13 barcos y mató -aunque quizá lo hiciera más su gente- hasta 18 personas (63). El saltarse la prohibición del Acto de Gracia era una doble condena.
Sin embargo, a esas alturas de la película, Stede Bonnet daba más pena que otra cosa. Lloraba y pedía clemencia. Pero la sentencia era firme:
«Que tú, Stede Bonnet, te irás de aquí al lugar de donde viniste, y desde allí al patíbulo, donde se te colgará del cuello hasta que mueras» (64).
El 10 de diciembre se pone fin a la historia de Stede Bonnet, el aristócrata que quiso ser Caballero Pirata.
¿Te has quedado con ganas de más?
Stede Bonnet ha aparecido tanto en series, como cómics y películas. Además de la ya mencionada Our Flag Means Death (Nuestra bandera significa muerte):
También se le puede encontrar en:
- Imaginary lives, deMarcelSchwob
- On stranger tides, de Tim Powers, autor de Las puertas de Anubis
- Kate Bonnet: the romance of a pirate´s daughter, una novela paródica del siglo XIX por Frank Stcokton
- En los videojuegos Sid Meier’s Pirates y Assassin’s creed IV: Black flag
- Real Pirates, un podcast
También se le dedicó una placa conmemorativa en Southport, Carolina del Norte.
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