El enigmático Manuscrito Voynich: un misterio sin resolver

Amigos del misterio, bienvenidos a uno de los enigmas que más cabezas sapientes ha partido en dos, a lo largo de la Historia: el Manuscrito Voynich. Es un libro, raruno como él solo, que criptógrafos y lingüistas de todo el mundo y todas las épocas, desde que apareció en escena, han tratado de descifrar, sin conseguirlo. No sabemos en qué idioma está escrito, ni quién leches lo escribió, ni qué carajo nos quiere decir (1). Eso sí, por las ilustraciones que contiene, se ve que es curioso y enigmático a partes iguales. ¡Ala, ya os he puesto los dientes largos!

¿De dónde sale el Manuscrito Voynich?

Vayamos por partes. Primero, ¿por qué se llama Manuscrito Voynich? Pues porque un librero y tratante de antigüedades de Nueva York, Wilfrid Voynich, un bibliófilo empedernido, lo descubrió (2). Fue a finales de 1912 (3), en la antigua biblioteca de un convento de Mondragone (cerca de Roma) (4). Al toparse con un documento tan rarísimo, al librero, que era muy avispado, se le encendieron todas las bombillas. Así que lo compró en una subasta. Por eso, el manuscrito lleva su apellido (5).

Wilfrid Voynich y Ethel Lilian Boole: dos camaradas como la copa de un pino

Pero ojo, porque el amigo Wilfrid era todo un personaje, tan pintón como el manuscrito que nos ocupa. De origen lituano, se graduó en químicas, en la Universidad de Moscú, y después obtuvo una licencia como farmacéutico. Pero lo más interesante y destacable, de sus años de buen mozo, son sus firmes convicciones marxistas y anarquistas. En 1885, puso rumbo a Polonia (de donde remanecía su familia) y se unió a la organización revolucionaria Proletarjat, donde conoció a grandes figuras revolucionarias, como nuestra querida Rosa Luxemburgo (6).

Wilfrid Michael Voynich
Wilfrid Voynich. Fuente.

Y el caso es que un amigo de su papi lo reclutó para una misión bastante peligrosa: liberar a dos prisioneros revolucionarios que el Estado Polaco había sentenciado a muerte. Con tal mala suerte, que un chivato traidor largó todo el plan de fuga y los delató. Por ello, Wilfrid Voynich acabó en prisión y condenado al destierro, en Siberia, donde, además de pelársele el culo de frío, hizo pandi con otros simpatizantes del bolchevismo (7). Finalmente, en 1890, logró escapar de Rusia y las pasó verdaderamente canutas hasta que consiguió llegar a Londres, donde conoció a la que sería su compañera de vida: Ethel Lilian Boole. Se casaron un año después (8) y ambos continuaron colaborando con los revolucionarios, hasta 1895. Por ejemplo, fueron los artífices de introducir en Rusia, de forma clandestina, traducciones del Manifiesto Comunista y de El capital (9).

Lo nuestro son los libros, cariño

Ethel, además de traducir obras a mansalva, tanto al ruso como al inglés, se convirtió en una escritora importantísima, que lo petó en la Unión Soviética. Su novela El Tábano, es todo un clásico (10).

Ethel Lilian Boole El tábano

En cuanto a Wilfrid, con tanto traducir y mover libros de aquí para allá, fue capaz de reunir la colección más completa de libros sobre los movimientos revolucionarios del siglo XIX. Así que fundó el Sindicato del Librero, con miras a que fuese una editorial del carajo. El proyecto fracasó, pero fue el primer contacto de Wilfrid con el oficio de librero y editor. Wilfrid empezó a interesarse por libros antiguos y raros y empezó a traficar con ellos. El vasto material político de su colección se encuentra actualmente en la biblioteca de la Facultad de Ciencias Económicas de Londres. Así, para 1897, Wilfrid ya se había convertido en un importante coleccionista, librero y vendedor de primeras ediciones y libros incunables. En 1902, ya era conocidísimo en Londres, donde tenía su negocio, en pleno centro de la ciudad (11).

En 1912, Wilfrid viajó a Italia en busca de libros raros, perdidos u ocultos en iglesias y monasterios, y encontró el Manuscrito que nos ocupa en esta ocasión (12). Cuando Wilfrid  falleció, en 1930, Ethel heredó el manuscrito. Esta, justo antes de morir, en 1960, se lo legó a una amiga, quien, en 1961, se lo vendió a otro anticuario neoyorquino (13). Este, al no conseguir darle salida ni sacarle unos cuartos, en 1969, se lo regaló a la Universidad de Yale (Connecticut, Estados Unidos) (14). Allí se encuentra en la actualidad, en la Biblioteca Beinecke de Libros Raros y Manuscritos, donde lo tienen catalogado como “Manuscrito Cifrado” (15).

¿Cuál es la pista más antigua del Manuscrito Voynich?

Pero, ¿de dónde venía el dichoso librito? ¿Cuál era su pasado? Resulta que, en el siglo XIX, tras haber pasado de mano en mano, y haber desafiado a las mentes más lúcidas, como Athanasius Kircher, un jesuíta, erudito y criptólogo, fan de los jeroglíficos egipcios, que acabó hasta la coronilla de no conseguir descifrarlo, el manuscrito quedó depositado en el convento de Mondragone (16).

Pero esta no es la pista más antigua que tenemos del manuscrito. En 1586, el emperador Rodolfo II de Habsburgo, que se volvía loco perdido con las ciencias ocultas, la magia y otras extrañezas varias, se lo compró por una elevada suma de moniches (exactamente, 600 ducados de la época, un buen pastizal), a dos buenos pájaros ingleses. Uno de ellos era John Dee, un matemático, que decía ser mago y que, además, afirmaba que podía comunicarse con los ángeles, ni más ni menos, a través de unas piedras. El otro, era Edward Kelley, de oficio cara dura, embustero y timador (17).

¿Cómo llegó hasta Mondragone?

Cuando Rodolfo II falleció, el manuscrito pasó a manos de un alquimista: el director de los Jardines Botánicos de Rodolfo, en Praga. En 1622, lo custodió otro alquimista, que fue quien le envió copias a Athanasius Kircher y le dejó el manuscrito en herencia a su amigo, el rector de la Universidad de Praga. Este se lo envió directamente a Kircher. El Voynich quedó almacenado con las pertenencias de Kircher, hasta que otro jesuíta del Colegio Romano se hizo con él. Finalmente, la colección de este señor se trasladó a Mondragone (18). Y el resto del cuento, ya lo conocéis.

Athanasius Kircher
Athanasius Kircher. Fuente.

Con todas estas premisas, comprenderéis que el propio recorrido del libro ya da para una buena investigación. Pero es que su contenido, y la impotencia de no poder descifrarlo, no hacen más que añadir misterio y curiosidad a la ecuación.

El desafío de poder entender un texto

Al no poder reconocer el idioma en el que está escrito, se barajan dos hipótesis: que se trate de una lengua desconocida (el voynichés se ha llamado), o que se trate de un texto cifrado o encriptado (19).

Los textos cifrados no son algo inaudito, sino que han existido desde tiempos antiguos. Todas las civilizaciones, a lo largo y ancho del planeta, han encriptado textos, con códigos secretos, si contenían algo de relevancia que no debiese estar al alcance de cualquiera. ¿Quiénes podían acceder al contenido de esos textos? Pues un puñado de privilegiados, que eran iniciados en el código correspondiente. Es más, en la época en la que podemos situar la creación del Manuscrito Voynich (siglo XV), los libros encriptados estaban de moda. La cosa es que todos estos textos, más tarde o más temprano, han sido descifrados, pero en el caso del Manuscrito Voynich, no ha habido manera. De hecho, es el único manuscrito medieval no descifrado que queda en el mundo (20).

Y mira que, desde el siglo XVI, alquimistas, bibliotecarios, profesores y otros eruditos y expertos en lingüística y criptografía lo han intentado. ¡Incluso expertos de la CIA y matemáticos que descifraron los códigos nazis y japoneses de la Segunda Guerra Mundial! Pero, uno tras otro, fracasaron (21). Alguno hay que hasta acabó trastornado perdido, por la obsesión que le provocó no poder resolver el enigma (22).

Por eso el Voynich se presenta como un auténtico desafío, que parece no tener fin. Sobre él se han aplicado técnicas tradicionales de criptografía (como sustituir una letra por otra, o asignarles un valor numérico), tarjetas perforadas y programas informáticos de lo más variopinto, sin llegar a ningún resultado. Así que, si es un texto encriptado, sus claves son terriblemente enrevesadas. Tanto, que nadie ha logrado descifrarlas (23).

¿Qué narices contiene el Manuscrito Voynich?

El texto no tiene título, ni está firmado, ni fechado y tampoco está dividido en capítulos (24). Pero podemos situarlo en el tiempo, gracias a las pruebas del carbono 14. Según estas, pudo elaborarse entre 1404 y 1438 (25). Está escrito sobre un pergamino fino y se trata de 102 folios escritos e ilustrados por ambas caras. Algunos de estos folios son desplegables y se sabe que faltan (se han perdido) unos 28. Según la Universidad de Yale, consta de 252 páginas (el número de páginas varía según se cuenten los folios), que contienen alrededor de 40.000 palabras y de 19 a 28 caracteres (letras) diferentes. – Aunque un estudio reciente los reduce a 10 – (26).

El tipo de letra empleada en el manuscrito se ha identificado como cursiva humanística italiana o en caracteres latinos. Esta se usaba en Europa occidental, entre mediados del siglo XV y comienzos del XVI (27). Además, se demostró que, para escribirlo, se utilizó una pluma de ave y tinta de agallas de roble. – Ambas cosas, utilizadas comúnmente durante la Edad Media y el Renacimiento – (28). Según parece, fue escrito por un único autor (29), y la homogeneidad y regularidad de las letras – son prácticamente iguales, escritas de manera corrida y sin errores, algo muy poco común en un manuscrito – lleva a pensar que quizás pudo usarse una plantilla para trazarlas (30). – Si realmente fue así o no, lo desconocemos – (31).

Las «secciones» del Manuscrito Voynich

Pero lo que más llama la atención cuando se tiene el Voynich entre las manos – y la mejor pista que tenemos sobre de qué podría tratar el texto – es que está repleto de dibujos. De las 252 páginas, apenas 33 contienen solo texto. El resto de las páginas del manuscrito contienen ilustraciones. Y, según el tema de estos dibujos, podemos dividir el Manuscrito Voynich en cinco partes distintas (32).

1) Una sección botánica o herborística

Esta ocupa más de la mitad del manuscrito (unas 130 páginas) y contiene ilustraciones muy detalladas, acompañadas de texto, de 113 especies de plantas sin identificar (33). Aunque unos expertos en botánica y horticultura estadounidenses han encontrado similitudes entre estos dibujos y las ilustraciones de plantas utilizadas por los aztecas en los remedios herbales tradicionales, que se encuentran en los registros del siglo XVI de México. Así, han teorizado que el manuscrito podría ser mesoamericano (de la Nueva España colonial), y no europeo como se ha creído siempre (34). ¿Problema? La datación del Voynich que nos dio el carbobo 14, que no lo sitúa en el siglo XVI, sino a principios del XV (35).

sección botánica o herborística del manuscrito voynich

2) Una sección astronómica o astrológica

Esta contiene 25 diagramas astrales, acompañados de poco texto, en forma de círculos, con diferentes símbolos astrológicos, soles, lunas y estrellas. Lo más curioso, son unas espirales que recuerdan a las galaxias (se desconocían en el siglo XV) y unas constelaciones que no existen en la realidad. Algunas de las páginas de esta sección, son desplegables (36). – Hay quienes consideran uno de estos desplegables, con nueve medallones extraños, rellenos de estrellas y formas similares a las células, con estructuras fibrosas que vinculan los círculos, otra sección distinta, “cosmogónica” – (37).

sección astronómica o astrológica del voynich

Algunos de estos diagramas tienen el sol o la luna en el centro. Otros, contienen estrellas e inscripciones. Y hay otros con los signos del zodiaco (38).

3) Una sección, quizás, biológica o médica

Dicha sección contiene pequeños dibujos de desnudos femeninos, la mayoría con grandes caderas y vientres voluminosos – las ilustraciones más misteriosas del Voynich –, que podrían representar la reproducción. También hay quien ha achacado la voluptuosidad de estas figuras al ideal de belleza de la época. Destaca, además, la enorme cantidad de cisternas o grandes piscinas que aparecen, conectadas unas con otras a través de cañerías o canales, donde se bañan estas mujeres desnudas o ninfas. Teniendo en cuenta el agua representada y las cañerías, también se ha especulado con que estas ilustraciones pudiesen representar el sistema cardiocirculatorio o el aparato digestivo (39).

sección biológica del manuscrito voynich

4) Una sección farmacéutica

Contiene ilustraciones de más de 100 especies distintas de hierbas medicinales (con inscripciones identificativas y algo de texto) y de frascos (o vasijas) etiquetados, semejantes a los de la farmacopea tradicional . En este caso, dichas plantas medicinales sí están identificadas (40).

Páginas de la sección farmacológica
Páginas de la «sección farmacológica». Fuente: Historia National Geographic.

5) La última parte del Manuscrito Voynich, que se ha llamado Recetario

Consta de texto ininterrumpido, con estrellas en los márgenes (a modo de asteriscos, quizás) (41). La última página contiene, supuestamente, una “clave” cifrada, que hace referencia a Roger Bacon (filósofo y teólogo inglés), al que se le atribuyó la autoría del manuscrito (42). Sin embargo, Bacon vivió en el siglo XIII y el texto está fechado en el XV: otra conclusión incorrecta (43).

Recetario

¿Un libro sobre medicina o, tal vez, un libro esotérico? ¡Vaya usted a saber!

Todos estos dibujos, a primera vista, dan la impresión de que el texto podría ser una guía de medicina y farmacia tardo-medieval o renacentista (44). Pero, dada la rareza de muchos de ellos (las plantas de la primera sección, y que no se le encuentra sentido a la sección biológica ni explicación sólida a la astronómica), se ha deducido que el texto podría ser esotérico y tratar sobre ritos ocultos, y que las ilustraciones de astros, plantas y mujeres podrían ser símbolos alquímicos (45). Aunque esto tampoco deja de ser una especulación. Porque, a fin de cuentas, todas estas conclusiones solo se basan en el análisis de las ilustraciones que contiene el manuscrito (46).

¿Quién escribió el Manuscrito Voynich?

Aparte de la teoría fallida de que el autor del Voynich fue Bacon, han existido otras especulaciones que darían para un buen best seller. Estas oscilan tantísimo, que mientras unos señalan a los cátaros, otros incluso nombran a algún alquimista (47). Los hay que dicen que fue Leonardo Da Vinci – porque era zurdo y el texto parece haber sido escrito por un zurdo. Bueno, y porque al amigo Leonardo se le atribuye casi todo – (48). También hay quienes sostienen que el autor fue Filarete (arquitecto de mediados del siglo XV) – porque en el texto aparece la traza de un edificio parecido a su torre del castillo Sforzesco (Milán) – (49). Lo cierto, es que no hay pruebas concluyentes que respalden ninguna de estas hipótesis y que no tenemos ni pajolera idea de quién escribió el Voynich (50).

¿Un fraude? ¿Es el Manuscrito Voynich la mejor broma de la Historia?

Así, ante la imposibilidad de descifrar el manuscrito, muchos expertos han sostenido que el Voynich es un fraude o, quizás, una broma. Y que, por lo tanto, no contiene ningún mensaje (51).

Se especuló que fueron John Dee y Edward Kelley quienes crearon el manuscrito para tangar a Rodolfo II de Habsburgo, y que el Voynich no sería más que eso, una estafa (52). De hecho, a Kelley ya lo habían trincado anteriormente falsificando documentos en Inglaterra (53). Sin embargo, el manuscrito está datado, recordemos, a principios del siglo XV, y estos dos mangarrianes se lo vendieron al emperador en 1586: no cuadran las fechas, pues hay más de cien años de diferencia entre la creación del manuscrito y estos dos tipejos (54).

John Dee y Edward Kelley
John Dee y Edward Kelley. Fuente.

Por otro lado, si el Voynich se tratase de una broma, su autor se tomó demasiadas molestias para que le saliese redonda. Porque el texto no está redactado al tuntún, sino que respeta algunas normas formales: está escrito de izquierda a derecha y cumple la ley de Zipf. ¿Y esto qué significa? Pues que está escrito en una lengua natural, no inventada. Para que se entienda mejor: el élfico de Tolkien o el Klingon de Star Trek no cumplen esta ley, pero el voynichés, sí. Además, se percibe que el Voynich está escrito de manera fluida y que sigue algunas reglas ortográficas y gramaticales (55). Aunque cierto es que en el manuscrito no aparecen signos de puntuación y que muchas palabras se repiten en la misma línea y en la misma página (56).

Estos estudios que se han hecho sobre el manuscrito, han sugerido que el voynichés no es europeo (57). En cualquier caso, lo que sí sabemos es que el Voynich no se trata de una falsificación (58).

Conspiranoicos en modo on

Por supuesto, como en toda buena historia de misterio que se precie, también han rulado las teorías conspiranoicas y demás idas de pínfano alrededor del Voynich. Hay quien dice que es indescifrable porque los “Hombres de Negro” se encargaron de ello, cargándose sus claves, pues su contenido es peligrosísimo – firmado: Jacques Bergier – (59). O que es imposible que lo entendamos, porque lo escribieron seres de otro planeta – el chiste se lo debemos a Erich Von Däniken – (60). ¿Credibilidad racional y científica? Pues ninguna.

Los últimos iluminados que han intentado descifrar el Manuscrito Voynich

Lógicamente, un texto con tanto salpichurri no deja indiferente a nadie. Pasan los años, y siguen apareciendo expertos de las más diversas y distintas ramas, empecinados en que ellos serán más listos que nadie y lograrán, por fin, descifrar el dichoso Manuscrito Voynich. A ver, pensad que el día que alguien lo logre, si es que se logra, la afortunada o el afortunado avispada/o se llenará los bolsillos que dará gusto. Y se colmará de fama, que oye, siempre atrae. Así, motivación a la hora de meterle mano al Voynich, pues nunca falta.

Inteligencia artificial Vs Manuscrito Voynich

Unos de los últimos aventureros que se han atrevido a meterle mano al Voynich, en 2018, han sido dos expertos en computación canadienses (61). Estos aplicaron sobre el texto la inteligencia artificial y sentenciaron que estaba escrito en hebreo (62). ¿Problemilla? Que estos amigos compararon – de manera muy forzada, pues asumieron que las palabras del Voynich eran anagramas (cuando las letras están cambiadas de posición) (63) – un texto escrito en el siglo XV con lenguas actuales, lo que es, cuanto menos, una osadía. Para que os hagáis una idea, según su estudio, el siguiente idioma que más se parecía al del Voynich era el malayo, que no tiene nada que ver con el hebreo… Vamos, que podemos desechar directamente esta investigación (64).

El… ¿“pre-romance”?

En 2019, Gerard Cheshire, investigador de la Universidad de Bristol (Inglaterra), revolucionó la prensa afirmando que había resuelto el enigma del Voynich. ¡Y en solo dos semanas! (65). ¡Qué tío!

Según Chesire, no es un texto encriptado, sino que está escrito en lengua protorromance. Cabe aclarar, de entrada, que no tenemos ningún otro documento ni evidencia de dicha lengua (66). Chesire, además, afirma que fue compilado por una monja dominica, para María de Castilla, reina de Aragón. Y que se dirige a la salud física y mental femenina, pues consiste en una serie de remedios herbales, baños terapéuticos y lecturas astrológicas (67).

Aunque hay investigadores que le han seguido el rollo, en general, la comunidad científica se le echó encima inmediatamente (68). Primero, porque es poco creíble que en un par de semanas el gachón haya sido capaz de resolver un misterio que lleva volviendo locos a los estudiosos desde el siglo XVI (69). Y, segundo, porque el protorromance no existe (70). Por no decir que el estudio de este hombre está repleto de errores técnicos y tiene muy poca base científica (71).

También existe un estudio de 2020 que afirma que el Voynich está escrito en gallego medieval (gallego-portugués) (72). Pero, de momento, la comunidad científica se mantiene en silencio.

El Manuscrito Voynich: un enigma sin resolver, le pese a quien le pese

Hay veces en la vida que hay que resignarse y admitir que no tenemos ni pajolera idea de qué narices es el enigma que tenemos delante de nuestros ojos. Y este es el caso del Voynich. Lo cierto es que, tras tantas investigaciones y tras tanto estudioso observando el manuscrito del derecho y del revés, seguimos como al principio. No tenemos ni puñetera idea de los secretos que esconde el Voynich. A día de hoy, seguimos sin poder traducirlo a ningún idioma conocido. Y, si es que el texto está encriptado, seguimos sin conocer la clave que nos de la llave para poder comprenderlo (73).

¿Que nos pica la curiosidad? ¿Que desearíamos descifrar por fin sus enigmas? Pues sí. Pero que esas ansias no nos lleven a aceptar cualquier teoría de turno que nos intenten colar. Paciencia y pensamiento crítico, amigas. Suelen ser la clave de la sabiduría. Además, puede que haya llegado el momento de admitir que quizás jamás podamos conocer el significado del Manuscrito Voynich (74).



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Referencias y bibliografía

Referencias

(1) “El Manuscrito Voynich (…) ha frustrado a todos aquellos historiadores y criptógrafos que han intentado descifrarlo”. Forssmann, 2018. “(…) no está escrito en alfabeto latino, ni en ninguna otra escritura conocida”. Kennedy y Churchill, 2004, p. 28. “Está escrito en una lengua desconocida, que nadie ha podido descifrar”. Pascual Estapé, 2020. “Está repleto de imágenes y textos que ningún especialista ha podido descifrar todavía”. Corral, 2018. “(…) Ello provoca que aún se desconozcan su lugar de origen, su autor y, sobre todo, su contenido (su temática puede ser apenas adivinada a través de los dibujos y diagramas que ilustran el ejemplar) y las razones que motivaron tan férrea codificación”. Civallero, 2016.

(2) Civallero, 2016. Corral, 2018. Forssmann, 2018.

(3) Civallero, 2016. Forssmann, 2018. Pascual Estapé, 2020. Violat Bordonau, 2004, p. 3.

(4) Violat Bordonau, 2004, p. 3. Fue “en la Villa Mondragone, al sureste de Roma”. Forssmann, 2018. “La Villa Mondragone perteneció originalmente al cardenal Marco Sittico von Hohenems, llamado «de Altemps», nombre que responde a la italianización de su apelativo”. La adquirió en 1573; la construcción se terminó en 1577. “Villa Mondragone permaneció en poder de los Altemps durante muchos años (…). En 1613 ambas casas fueron vendidas al cardenal Scipione Borghese, luego papa Paulo V, y así fue como llegó la Villa Mondragone a manos de los Borghese. Tras la cesión a los jesuitas de 1865 y la venta definitiva a la Compañía de Jesús en 1896, la Villa fue vendida a la Universidad de Roma en 1981”. Dos Santos, 2005, pp. 81-82.

(5) Corral, 2018. El libro recibe su nombre actual de Wilfrid Voynich (en su honor; Pascual Estapé, 2020), quien lo adquirió en una subasta. Civallero, 2016. “Como el manuscrito no lleva título, siempre se le ha conocido por el nombre de su descubridor moderno: el Manuscrito Voynich”. “Pío X compró en secreto en el año 1912 más de 300 de los volúmenes de la biblioteca de Villa Mondragone, para donarlos luego a las Bibliotecas Vaticanas. Los comprobantes de la operación fueron destruidos. (…) El cliente que salió ganando se llamaba Wilfred Voynich. (…) Se le permitió a Voynich comprar apenas treinta volúmenes, y tanto su compra como la de Pío X se describen en detalle en el catálogo compilado trabajosamente por monseñor José Ruysschaert. (…) Las pruebas de que Voynich compró el manuscrito a los jesuitas del colegio de Villa Mondragone proceden de dos fuentes independientes”. Dos Santos, 2005, pp. 7 y 83-85.

(6) Wylfrid Michal Habdank Wojnicz, de ascendencia polaca. Nació el 31 de octubre de 1865, en Kaunas (Kowno), cerca de Grodno, Lituania. “Era hijo de un oficial subalterno del ejército polaco, y el magro salario de su padre le permitió estudiar y llegar a las universidades de Varsovia y San Petersburgo. Su talento innato para las ciencias le ayudó, muy joven, a graduarse como químico en la Universidad de Moscú, y obtener más tarde una licencia para ejercer la farmacia. (…) la influencia de Marx y Engels, así como la simpatía por los escritos anarquistas de Bakunin, lo arrastraron hacia el bando revolucionario y a la organización clandestina Narodnaya Volia (literalmente, «La voluntad del pueblo»), en donde, según algunos autores, también militaba Stepniak, nombre de guerra del militante anarquista Sergyei Kravchinsky. La Volia tenía la particularidad de ser la única organización revolucionaria rusa que preconizaba el terrorismo como método para realizar la revolución socialista”. Se unió a Proletarjat en Varsovia, “que había formalizado un pacto con su análoga rusa un año antes”. Dos Santos, 2005, p. 9. Kennedy y Churchill, 2004, pp. 17-18.

(7) “Allí militaba, además, un colega de su padre que había acabado siendo disidente y prorrevolucionario, el teniente coronel Bielanowsky. Éste, advirtiendo que Wojnicz venía del extranjero, y admirando la perfección con que hablaba el ruso —sin rastro de acento polaco—, lo reclutó para una peligrosa y difícil misión que debía llevarse a cabo de inmediato. Bielanowsky prestaba servicios en la Ciudadela, en cuya cárcel el Estado polaco tenía prisioneros a dos revolucionarios que habían sido sentenciados a muerte: Piotr Bardowski, de cuarenta años, y Stanislaw Kunicki, de tan sólo veinticinco. La idea era ayudarles a los dos a fugarse. Bielanowsky entregó a Wojnicz las contraseñas para entrar en la Ciudadela, y juntos elaboraron un minucioso plan de fuga para sus camaradas condenados. (…) Cuando intentaron huir las tropas los estaban esperando. Bielanowsky y Kunicki fueron ejecutados en la horca el 28 de enero de 1886. Wojnicz y otros revolucionarios fueron arrestados y enviados a prisión. (…) La sentencia del tribunal llegó en mayo de 1887, y el lituano salvó su vida pero no su libertad: la sentencia fue el destierro a la gélida y remota Siberia oriental. (…) Allí se encontró con una familia apellidada Karauloff, también simpatizantes del bolchevismo y amigos de Stepniak, que habían sido desterrados como él. Todos en Siberia deseaban escapar algún día, y tramaban complicados planes para lograr tal objetivo”. Dos Santos, 2005, op. 9-10. Kennedy y Churchill, 2004, pp. 18-20.

(8) Dos Santos, 2005, pp. 11-15. “Ethel Boole, nacida en 1864, la más joven de las cinco brillantes hijas del genio matemático George Boole, fue criada en Cork y Lancashire en una relativa pobreza, antes de sacar partido de una pequeña herencia para estudiar música en Berlín desde 1882 hasta 1885. En esa ciudad recibió la influencia de los escritos de Sergei «Stepniak» Kravchinsky, que describían vívidamente los horrores del dominio zarista. Stepniak debió huir a Londres en 1879 tras el asesinato del general Mezentsev en San Petersburgo. Cuando Ethel regresó a Inglaterra, lo buscó”. Kennedy y Churchill, 2004, p. 18.

(9) “Durante los años siguientes y ya casados, los Wojnicz se convirtieron en los colaboradores principales de Serguei Kravchinsky. Mientras el ruso firmaba como Stepniak, Wylfrid comenzó a escribir junto a él bajo el seudónimo de «Ivan Klecevski». Por su parte, la simpática Lily, la dulce Bulochka, se ocupaba de poner en marcha la primera imprenta de los conjurados en el exilio. A pesar de que Wojnicz y Lily eran una generación más jóvenes que los demás exiliados, pronto adquirieron gran influencia sobre las organizaciones en las que participaban, y la esposa siempre secundó a su marido con inconmovible lealtad en todas las disputas en que se enredaba con los otros revolucionarios. (…) Pronto Stepniak y los Wojnicz comenzaron a imprimir e introducir clandestinamente en Rusia las traducciones al ruso del Manifiesto comunista de Engels y de El capital de Marx, así como todo tipo de literatura revolucionaria y anarquista. (…) En diciembre de 1895 Stepniak murió en un accidente de tren, y, con su ausencia, Wylfrid y Lily Wojnicz abandonaron para siempre toda participación activa en los movimientos revolucionarios”. Dos Santos, 2005, pp. 16-18. Kennedy y Churchill, 2004, p. 20.

(10) “Los clásicos tuvieron también la atención de Lily: tradujo al inglés a los más importantes autores rusos, publicando varias colecciones a partir de 1893. También tradujo al inglés la colección completa de los panfletos y artículos de Stepniak al año siguiente. El año 1894 fue muy productivo para Ethel Lilian (…) En 1895, a su regreso a Londres, los Stepniak presentaron a los Wojnicz a un exiliado llamado Sidney Reilly (…) Reilly le contó a Lily la historia de su vida, que ella convertiría en su célebre novela The gudfly (El tábano). Fue publicada en junio de 1897 en los Estados Unidos, en septiembre en Inglaterra, y de inmediato se convirtió en el máximo best seller ruso. La administración soviética decretó su lectura obligatoria. En vida de Lily, el libro llegó a vender más de dos millones y medio de ejemplares solamente en la Unión Soviética”. Dos Santos, 2005, p. 17.

(11) “Cómo llegó a ser en apenas doce años un distribuidor de libros muy conocido y propietario de una librería con depósito en una lujosa zona comercial es todavía hoy otro de los interrogantes que rodean de oscuridad la historia del manuscrito que lleva su nombre. (…) No existen registros ni documentación que atestigüen de dónde obtuvo Voynich el dinero necesario para establecer su negocio, cómo pudo hacerse con las primeras colecciones y manuscritos para ofrecer a sus clientes ni cuáles fueron las bases financieras que le permitieron llegar en 1902 a ser llamado por los coleccionistas «un vendedor muy conocido» de libros y manuscritos antiguos en pleno centro de Londres. (…) En 1898 Voynich publicó el primer volumen de su catálogo de libros raros. (…) Los llamados «Catálogos Voynich» constituyen en sí mismos otro punto interesante, cuya existencia está también llena de misterios aún no explicados. (…) La tienda de libros de Voynich estaba ubicada en el número 1 de Soho Square, Londres, y había logrado su fama por vender, en palabras de su biógrafo Prinke, «su colección de libros extremadamente raros, incunables y ediciones desconocidas por los bibliófilos»”. Dos Santos, 2005, pp. 18-22.

(12) Dos Santos, 2005, pp. 22-23.

(13) “Heredado en 1930 por su viuda, la escritora Ethel Voynich, el libro fue legado en 1960 a una amiga (Anne Nill, la antigua secretaria de Voynich; Dos Santos, 2005, pp. 87-89; en 1960; Violat Bordonau, 2005, p. 4; Violat Bordonau, 2004, p. 4) que al año siguiente lo vendió a otro librero y anticuario, Hans Kraus (Hans Peter Kraus; Corral, 2018; MS 408, siglo XV, p. 2; Kennedy y Churchill, 2004, p. 21)”. Civallero, 2016.

(14) Civallero, 2016. Corral, 2018. MS 408, siglo XV, p. 2.

(15) Dos Santos, 2005, p. 24. MS 408, siglo XV.

(16) Athanasius Kircher, un jesuita, famoso por sus intentos de descifrar los jeroglíficos del antiguo Egipto; sin embargo, el Voynich se le resistió. Corral, 2018. Dos Santos, 2005, pp. 65-68.

(17) Corral, 2018. Dos Santos, 2005, pp. 33-54. Violat Bordonau, 2004, p. 3.

(18) “Habría pertenecido al emperador Rodolfo II del Sacro Imperio Romano Germánico (1552-1612), que habría pagado alrededor de dos kilos de oro por él, y tras su muerte habría llegado a manos de Jacobus Horcicky de Tepenecz (o Sinapius, 1575-1622), alquimista y director de los Jardines Botánicos de Rodolfo en Praga. Su firma aún puede verse, muy desvaída, en el manuscrito. En 1622 pasó a George Baresch (1590-1665), otro alquimista de Praga y responsable de la biblioteca del emperador, quien en 1637 envió copias de algunos párrafos del misterioso texto al célebre jesuita alemán Athanasius Kircher (1602-1680) para ver si lo podía traducir, sin ningún resultado. Después de morir Baresch el manuscrito fue legado a su amigo Jan Marek Marci (1595-1667), rector de la Universidad de Praga, que se lo envía directamente a Kircher junto a una carta en latín (que todavía estaba dentro del manuscrito cuando Voynich lo adquirió) en la que se indica que el autor podría haber sido el célebre Roger Bacon. En 1680 el libro fue almacenado, con el resto de las pertenencias de Kircher, en el Colegio Romano de los jesuitas (hoy la Pontificia Universidad Gregoriana), hasta que las tropas de Víctor Manuel II capturaron Roma en 1870, haciéndose con muchas propiedades eclesiásticas (incluyendo la biblioteca del Colegio Romano). Previendo tales acontecimientos, muchos de los libros fueron transferidos a las bibliotecas particulares de los jesuitas, que permanecieron intocadas. Eso ocurrió con el manuscrito Voynich, que todavía tiene el ex-libris (marca de propiedad) de Pieter Jan Beckx (1795-1887), el rector del Colegio en aquel momento. La colección de Beckx fue trasladada a Villa Mondragone, un palacio rural ubicado en la localidad de Frascati, a 20 km de Roma, adquirido por la Compañía de Jesús en 1866. En 1912, el Colegio Romano necesitaba dinero y vendió discretamente algunos de sus manuscritos; Voynich compró una treintena, entre ellos el misterioso ejemplar”. Civallero, 2016.

(19) Corral, 2018. Pascual Estapé, 2020. Violat Bordonau, 2017, p. 3.

(20) “Todas las civilizaciones han practicado estas técnicas, desde los sumerios a los griegos, los romanos, los mongoles, el Imperio español y, por supuesto, todos los países en el último siglo, especialmente en tiempos de guerra. (…) todos han sido descifrados con relativa facilidad analizando sus códigos, en general bastante simples. Con una excepción. (…) el Voynich, el manuscrito más extraño del mundo”. Corral, 2018. “El Manuscrito Voynich (…) Se trata del único manuscrito medieval no descifrado que queda en el planeta”. “Resistiendo a todos los intentos de decodificación y traducción, el manuscrito ha superado incluso a los códigos que durante mucho tiempo se pensaron indescifrables. (…) Ninguno de los procedimientos científicos utilizados para penetrar los secretos de otras lenguas y sistemas de escritura conocidos ha servido en absoluto para arrancar al Manuscrito Voynich de su silencio de siglos”. “Los libros escritos en un código cifrado fueron comunes entre los siglos XV y XVIII, por lo que el Manuscrito Voynich pertenece a esa moda histórica y literaria”. Dos Santos, 2005, pp. 2, 7 y 85.

(21) Dos Santos, 2005, pp. 7-8, 55-68 y 90-100. Violat Bordonau, 2004, p. 4. “Lo intentaron en el siglo XVII el alquimista Jacobus Horcicky de Tepenecz, el bibliotecario imperial Georg Barsche y el profesor de la Universidad de Praga Johannes Marcus Marci. Se envió al jesuita Athanasius Kircher (…) Lo analizaron expertos estadounidenses en gliptografía (estudio de las inscripciones sobre piedra) aplicando algunas técnicas experimentadas en la segunda guerra mundial, y filólogos profesionales y aficionados. Todos fracasaron”. Corral, 2018. “Los más prestigiosos criptógrafos y lingüistas del mundo han intentado descifrar la escritura del códice Voynich, sin éxito. Desde expertos de la CIA a matemáticos que rompieron los códigos de los nazis en la Segunda Guerra Mundial (“criptógrafos militares que rompieron los códigos alemanes y japoneses en la Segunda Guerra Mundial”; Dos Santos, 2005, p. 2), nadie ha podido traducir esta lengua desconocida. Incluso la Inteligencia Artificial se ha rendido”. Pascual Estapé, 2020. A principios de septiembre de 2017, Nicholas Gibbs, un medievalista inglés, publicó una breve y presunta traducción del Manuscrito Voynich; “pretendía haber descifrado el voynichés, la lengua en la que está escrito el Manuscrito Voynich. Según él cada uno de sus extraños caracteres (glifos) no es una letra (…) sino una ‘abreviatura latina’: el manuscrito, según esta hipótesis ya tan manoseada, habría sido escrito en una especie de latín abreviado, condensado en anagramas (…) El sistema de Gibbs es altamente especulativo e imaginativo pero no sistemático ni riguroso (…) ha resultado ser un mero espejismo”. Violat Bordonau, 2017, pp. 1-12.

(22) “Ya en el siglo XX, el profesor Willian R. Newbold, de la Universidad de Pensilvania, intentó descifrarlo en 1921, e incluso llegó a trastornarse por ello”. Corral, 2018.

(23) Corral, 2018.

(24) Corral, 2018. Forssmann, 2018.

(25) Corral, 2018. Jiménez, 2018. Realizadas en 2009. Civallero, 2016. Con una fiabilidad del 95%. Pascual Estapé, 2020. Se acepta que este “misterioso libro ilustrado” es del siglo XV. Forssmann, 2018.

(26) El pergamino en cuestión, se conoce como vitela (Corral, 2018). “Las páginas (…) fueron numeradas, reorganizadas y reordenadas en tiempos posteriores a su creación; algo similar ocurrió con las ilustraciones, que fueron coloreadas (a veces de forma bastante tosca) por manos distintas a las que realizaron los dibujos originales”. Civallero, 2016. “(…) el manuscrito lleva varios folios desplegables, que no siempre están numerados correctamente. (…) debemos concluir que el manuscrito ha perdido o le han sido extraídos 28 folios (Violat Bordonau, 2004, p. 3) (acaso 56 páginas o más, si este grupo incluía hojas desplegables). De esta manera, tampoco conocemos el número total u original de folios y páginas del Manuscrito Voynich. La cantidad actual, según los distintos autores y el modo en que se cuenten los folios desplegables, oscila entre 234 páginas (según Pedro Alberto Gallardo), 235 páginas (Juan Ignacio Cuesta), 246 (Gordon Rugg) y 252 (Biblioteca Beinecke/Universidad de Yale). De modo que si los folios ausentes eran todos simples (una sola hoja escrita por ambas caras), la cifra total de páginas del Manuscrito Voynich pudo haber sido de 256, 290, 291, 302, 310 o incluso más si las hojas que nos faltan incluían algunas dobles, triples, etcétera”. “El sistema de escritura voynichés parece estar compuesto por entre 19 y 28 caracteres distintos, dependiendo de cómo se considere que se dibujaría cada letra aislada. (…) El manuscrito contiene, en total, unas 40.000 palabras”. Dos Santos, 2005, pp. 24-25 y 26. Estudio que reduce el alfabeto Voynich a 10 símbolos: Matlach, Janečková y Dostál, 2021; ver sus conclusiones en Matlach, Janečková y Dostál, 2021, pp. 24-25.

(27) Corral, 2018. “El análisis detallado de los caracteres utilizados en el manuscrito permite a los expertos —por ejemplo, al italiano Sergio Toresella— definir la caligrafía como «cursiva humanista italiana», un estilo de escritura que estuvo en boga durante un par de décadas del siglo XV, lo cual es completamente coherente con las fechas que se conocen acerca de su composición. No hay un solo código cifrado de su época que se le parezca siquiera remotamente”. Dos Santos, 2005, p. 26. “Se supone que el libro fue realizado en Europa, dada la semejanza de formato y estilo con los de otros volúmenes contemporáneos. Algunos sitúan su lugar de origen en el norte de Italia debido a la presencia, entre sus dibujos, de un castillo con almenas ‘en cola de golondrina’ originarias de esa zona”. Civallero, 2016.

(28) Civallero, 2016. Pascual Estapé, 2020.

(29) “Parece escrito por una sola mano”. Corral, 2018.

(30) “Todo el texto del Manuscrito Voynich está escrito de manera corrida y sin errores. Su escritura es elegante y fluida, obviamente obra de un hombre educado y culto y experto en ese sistema de escritura”. Dos Santos, 2005, p. 25. “(…) con trazo fluido y seguro, letras homogéneas y muy regulares, prácticamente idénticas, sin un solo error, algo extraordinario en un manuscrito”. Corral, 2018. “No hay puntuación visible, ni los tachones o señales de corrección de errores habituales en un manuscrito. La escritura parece fluir de manera totalmente natural, sin interrupciones de ningún tipo, algo bien distinto de lo que ocurre en la mayoría de los textos codificados”. Civallero, 2016.

(31) “¿Se escribió usando una plantilla o un sistema de matrices para trazar letras y palabras? El enigma quizá nunca se resuelva”. Corral, 2018.

(32) Civallero, 2016. Corral, 2018. Dos Santos, 2005, pp. 26-27.

(33) “La primera sección se ha llamado Herborística (o botánica; Folios 1r-66v; Kennedy y Churchill, 2004, p. 23). Es, con diferencia, la más extensa y compleja del manuscrito (“ilustraciones de plantas con breves párrafos de texto, con una estructura similar a la de los herbarios medievales”; Civallero, 2016; “no se han podido identificar con ninguna especie real”; Corral, 2018). Ocupa unas 130 páginas, es decir, poco más de la mitad del total del libro”. Dos Santos, 2005, p. 27. “Contiene dibujos de 113 plantas sin identificar”. Pascual Estapé, 2020.

(34) “A ambos nos llamó la atención de inmediato la similitud de xiuhamolli/xiuhhamolli (planta de jabón) ilustrada en el folio 9r del Códice Cruz-Badianus de México de 1552 (a veces conocida como la “hierba azteca”) con la planta de la ilustración del folio 1v del Manuscrito Voynich. (…) Esta posible indicación de un origen del Nuevo Mundo nos colocó en un camino que diverge de la mayoría de los investigadores anteriores del Voynich. Si nuestras identificaciones de plantas, animales y minerales son correctas como originarios de México y áreas cercanas, entonces nuestro razonamiento abductivo debe enfocarse en Nueva España desde 1521 (la fecha de la Conquista) hasta el 1576 (la fecha más temprana posible en que el Manuscrito Voynich pudo haber aparecido en Europa con alguna documentación)”. Tucker y Talbert, 2013. La investigación de Tucker continuó: basándose en la identificación de plantas, animales y un mineral del Nuevo Mundo, así como ciudades y volcanes del centro de México, los autores afirman que el Voynich es claramente un documento de la Nueva España colonial. Afirman también que el ilustrador y el autor se identifican como nativos de Mesoamérica, en base a un nombre e iniciales grabadas en la primera ilustración botánica: Janick y Tucker, 2018.

(35) Según Tucker, en su artículo de 2013, el Manuscrito Voynich se puede rastrear, como mucho, hasta el “1576-1612, en la corte de Rodolfo II (1552-1612) en Austria. Cualquier origen anterior a este tiempo es estrictamente una conjetura (…) con nuestros variados antecedentes y puntos de vista como botánicos y como tecnólogos de la información con experiencia en botánica y química (…) decidimos observar las plantas del mundo sin prejuicios en cuanto al origen para identificar las plantas del Manuscrito Voynich. (…) Los autores de este artículo emplean el razonamiento abductivo, que consiste en enumerar todas las observaciones y luego formar la mejor hipótesis”. Tucker y Talbert, 2013. Sin embargo, las pruebas del Carbono 14 no mienten: ver (25).

(36) “Folios 67r-73v. Sección astronómica o astrológica. Contiene 25 diagramas astrales en forma de círculos, (…). Escaso texto ininterrumpido”. Kennedy y Churchill, 2004, p. 23. “(…) diagramas circulares con soles, lunas y estrellas, que sugieren textos astronómicos o astrológicos; algunos de ellos en láminas desplegables”. Civallero, 2016. “(…) ha sido llamada Astronómica por la cantidad de dibujos de soles, lunas y estrellas que ostenta, así como símbolos astrológicos. Se observan también unas extrañas figuras espirales que recuerdan galaxias, objetos celestes completamente desconocidos en el siglo XVI. Varios dibujos de bóvedas celestes se muestran plagados de constelaciones que no existen en el cielo real”. Dos Santos, 2005, p. 28.

(37) Sección “’cosmológica’ (diagramas circulares de naturaleza más oscura que los ‘astronómicos’; uno de ellos, en un desplegable de seis páginas, muestra un mapa de nueve islas conectadas por caminos)”. Civallero, 2016. “Folios 85r-86v. Esta hoja plegada equivalente a seis folios contiene una elaborada serie de nueve medallones, rellenos de estrellas y formas parecidas a células, con estructuras fibrosas que vinculan los círculos. Algunos medallones adornados con rayos dispuestos como pétalos contienen estrellas. Otros contienen estructuras semejantes a pilas de tubos”. Kennedy y Churchill, 2004, p. 24.

(38) Corral, 2018.

(39) “Folios 75r-84v. Sección «biológica». Contiene dibujos de desnudos femeninos a pequeña escala, en su mayor parte con vientres abultados y caderas exageradas, sumergidas o saliendo de fluidos, o de tubos y cápsulas interconectadas («pequeñas figuras femeninas bañándose en piscinas conectadas por tubos que recuerdan aparatos, órganos o sistemas»; Civallero, 2016). Estos dibujos son los más enigmáticos del manuscrito y se ha sugerido que representan simbólicamente el proceso de la reproducción humana y el procedimiento mediante el cual el alma se une con el cuerpo…”. Kennedy y Churchill, 2004, p. 24. “Uno de los rasgos más interesantes de la tercera sección, la sección Biológica, es la enorme cantidad de dibujos de cisternas o grandes piscinas, conectadas unas con otras por medio de canales o cañerías, dotadas de compuertas, sifones y derivaciones. Las obras de fontanería que unen las cisternas parecen de gran complejidad, como para trasladar en forma eficiente el agua —en rigor, un extraño líquido verde— de que están llenas. En la mayor parte de esas cisternas o piletas se observan numerosas figuras de pequeño tamaño, que representan a ninfas o mujeres desnudas bañándose en el líquido. Se ha especulado con cierta lógica que tales dibujos son una representación figurada de los vasos sanguíneos, el sistema cardiocirculatorio, el aparato digestivo y el sistema genitourinario. También pueden verse diminutas figuras humanas vestidas al modo europeo dentro de lo que parecen ser cubos de basura”. “Las figuras femeninas de la parte Médica ostentan en su mayoría unos vientres prominentes. Muchos autores aseguran que representan mujeres en estado de gravidez. (…) La conclusión de Stolfi es que las mujeres del Voynich no representan embarazos, sino que el ideal de belleza de mediados del siglo XV incluía grandes y sensuales «barrigas de cerveza» (de hecho, en La Fortuna de Durero el vientre es más voluminoso que las nalgas y los pechos sumados)”. Dos Santos, 2005, pp. 28 y 113-114.

(40) Dos Santos, 2005, p. 29. “Folios 87r-102v. Sección farmacéutica. Contiene dibujos de más de 100 especies diferentes de hierbas y raíces medicinales, todas ellas con inscripciones identificativas (“100 especies de plantas medicinales identificadas”; Pascual Estapé, 2020). En casi todas las páginas hay dibujos de tarros farmacéuticos, parecidos a jarrones, en rojo, verde y amarillo, o azul y verde (“partes de plantas, entre lo real y lo fantástico, junto a jarras que se asemejan a las de la farmacopea tradicional»; Civallero, 2016). Vienen acompañados de fragmentos de texto ininterrumpido”. Kennedy y Churchill, 2004, p. 24.

(41) “(…) consta de varios cientos de breves párrafos (Civallero, 2016), indicado cada uno de ellos por el dibujo o viñeta de una estrella de ocho puntas en el margen izquierdo, tal como nosotros destacamos parágrafos con asteriscos”. Dos Santos, 2005, p. 29. “Folios 103r-117v. Texto ininterrumpido, con estrellas en el margen interno de la página derecha y en los márgenes externos de la izquierda”. Kennedy y Churchill, 2004, p. 24.

(42) Corral, 2018. Dos Santos, 2005, pp. 69-76. “El folio 117v [sic] incluye una presunta «clave» de tres líneas, con una referencia a Roger Bacon en anagrama y cifrada”. Kennedy y Churchill, 2004, p. 24. “Si bien la hipótesis de la autoría del filósofo franciscano inglés Roger Bacon (1214- 1294) no ha sido tomada con mucha seriedad, algunos autores han especulado que las murmuraciones sobre tal autoría pudieron haber surgido del matemático inglés John Dee (1527-1608), admirador de Bacon que vivió varios años en Bohemia”. Civallero, 2016. “En 1919, llegan unas fotocopias a manos del profesor William Romaine Newbold, decano de la Universidad de Pensilvania. Newbold tiene entonces 54 años. Es especialista en lingüística y en criptografía. (…) Trabajó durante dos años. Afirmó haber encontrado una clave, después de haberla perdido en el curso de las búsquedas, lo que es singular. En 1921 comenzó a hacer conferencias sobre sus descubrimientos. (…) Según Newbold, Roger Bacon sabía que la nebulosa de Andrómeda era una galaxia como la nuestra. Además según él, Bacon conocía la estructura de la célula y la formación del embrión a partir del espermatozoide y el óvulo. Fue una sensación mundial. (…) Murió en 1926. Su colega y amigo, Roland Grubb Kent, publicó sus trabajos. (…) Después una contraofensiva comenzó, dirigida en particular por el Padre Manly. No estaba de acuerdo con el descifrado de Newbold. Pensaba que ciertos signos auxiliares eran deformaciones del papel. Y rápidamente no habló más de este manuscrito. (…) Para mí, Newbold borró conscientemente la pista, pues habría recibido amenazas. Tenía relaciones muy extrañas con todo tipo de sectas. Sabía lo suficiente para entender que ciertas organizaciones secretas son realmente peligrosas. Y estoy convencido de que, a partir de 1923, fue amenazado, y por temor a sufrir graves represalias, dio un paso atrás. Ocultó lo esencial de su método, y su clave principal nunca fue encontrada”. Bergier, 1971, pp. 47-48. Sí, el chiste se cuenta solo; ver (59) para entender “de qué iba” Bergier.

(43) Corral, 2018.

(44) Civallero, 2016. Violat Bordonau, 2004, p. 3.

(45) Civallero, 2016. Corral, 2018. Violat Bordonau, 2004, p. 3.

(46) “A la sección ‘biológica’ no se le ha encontrado ningún sentido, ni siquiera alquímico, y las interpretaciones de la sección ‘astronómica’, más allá de algunas referencias más o menos obvias a los signos del Zodiaco, son simplemente especulativas”. Civallero, 2016. “Este libro fue considerado desde hace siglos como un manual de medicina, un libro esotérico o un herbario medieval. Estas apreciaciones están basadas sólo en el análisis de las profusas ilustraciones que cubren casi todas sus páginas, porque la escritura nunca ha podido ser descifrada”. Dos Santos, 2005, p. 7.

(47) También se ha especulado con “que es una adaptación de un texto ucraniano con letras latinas”. Corral, 2018. “Las pistas anteriores apuntan inequívocamente, de nuevo, a Praga como lugar en el que pudo haber sido escrito el manuscrito (…) ¿En qué lugar podemos encontrar un grupo de escribas y copistas expertos en signos alquímicos, astrológicos y mágicos que tengan una grafía similar (…)? evidentemente en el estudio de un alquimista (…) ¿Había en Praga un grupo de trabajo similar?: sí, el estudio del alquimista Simón Bakalar (…) el Manuscrito Voynich es una especie de ‘compendio’, ‘enciclopedia’, ‘manual’ o incluso ‘Diario de Laboratorio’ con los conocimientos y experimentos llevados a cabo por Simón Bakalar y ayudantes en su gabinete alquímico (…) escrito en Praga por los ayudantes del alquimista Simón Bakalar Hájek con posterioridad al año 1518”. Violat Bordonau, 2005, pp. 6-9.

(48) Alegan que “contiene elementos propios del Renacimiento italiano”. Corral, 2018.

(49) También “unos dibujos que recuerdan a los tubos de desagüe que este arquitecto diseñó para el Hospital Mayor milanés”. Corral, 2018.

(50) Civallero, 2016.

(51) Corral, 2018. Dos Santos, 2005, pp. 101-112. “Si bien es un elemento demasiado complejo y elaborado como para ser un mero fraude, la opinión más extendida es que el manuscrito no es más que un engaño. De hecho, entre 1976 y 1978 el artista italiano Luigi Serafini demostró que con paciencia y habilidad es posible producir una obra semejante: su Codex Seraphinianus es un libro absolutamente fantasioso con imágenes misteriosas y un alfabeto y un idioma que han sido estudiados por los lingüistas durante décadas y nunca pudieron ser comprendidos (básicamente porque, como confesó el propio Serafini en 2009, no hay nada que comprender). Sin embargo, ni estas teorías ni ninguna otra (falsificación del propio Voynich, broma a Kircher) poseen demasiadas pruebas a su favor y tienen varias en contra, comenzando con la datación de C-14”. Civallero, 2016.

(52) Civallero, 2016. Corral, 2018. “A partir de 2000, el más importante de los investigadores modernos del Manuscrito Voynich entró en escena. Se trata de un psicólogo inglés de cuarenta y ocho años llamado Gordon Rugg, que enseña ciencias de la computación en la Universidad de Keele, y su trabajo (…) ha revolucionado la ciencia lingüística criptográfica conocida como voynichología. (…) [sus descubrimientos sobre el Manuscrito Voynich] los publicaría en 2004 a través de la célebre revista Cryptologia. (…) el voynichés no parecía ser un código cifrado. Si Manly, Friedman, Reeds y Guy no habían conseguido descifrarlo, era muy improbable que nadie más pudiese. Cabía preguntarse entonces si en vez de un código el voynichés era un idioma desconocido. (…) Dice Rugg: «Estas características hacen muy improbable que el voynichés sea un lenguaje humano: simplemente es demasiado diferente de los demás idiomas». (…) Gordon Rugg pasó a la tercera posibilidad: la del engaño deliberado. Sin embargo, los mismos expertos que aseguraban que el Voynich no estaba escrito en ningún idioma encontraban también que sus características eran demasiado sofisticadas para constituir una simple estafa. (…) «El falsificador tiene que haber usado un método que no era al azar en el sentido estadístico más estricto del término», declaró el estudioso británico. «Entonces, comencé a pensar que el libro había sido escrito mediante un aparato o procedimiento muy conocido en aquellos tiempos pero olvidado hoy para nosotros.» Rugg se dedicó a buscarlo. Y lo encontró. (…) Rugg cree, sobre la base de sus experimentos de aquellos años, que la grilla de Cardano y las tablas de sílabas fueron, en consecuencia, las herramientas utilizadas por el autor del manuscrito. (…) Piensa que el autor del manuscrito fue Edward Kelley, que engañó a John Dee con él (…) El investigador afirma que, sin embargo, es casi imposible comprobar sin asomo de duda que el manuscrito sea un fraude”. Dos Santos, 2005, pp. 101-112. Violat Bordonau, 2017, pp. 6-7.

(53) Corral, 2018.

(54) “Ante la imposibilidad de traducir su contenido, Gordon Rugg, profesor de Psicología de la Universidad de Reading, insistió en 2000 en la teoría del fraude. Pero la tesis presenta un problema: el manuscrito ya existía un siglo antes de que Edward Kelley lo hubiera podido falsificar”. Corral, 2018. Ver (52).

(55) “Si se trataba de una broma, el autor se tomó muchas molestias. (…) sí respeta algunas normas formales, como que está escrito de izquierda a derecha (Civallero, 2016) (…). El texto también cumple la llamada ley de Zipf, que señala que ‘en las lenguas conocidas la longitud de las palabras es inversamente proporcional al número de veces que aparecen’”. Corral, 2018. “Sigue la Ley de Zipf, formulada en 1940, según la cual en todas las lenguas humanas naturales si coges la palabra más usada en un texto largo, se repite el doble de veces que la segunda más frecuente, el triple de veces que la tercera, etc. Esta ley no se cumple en los lenguajes artificiales como el élfico de Tolkien o el Klingon de Star Trek, pero sí en el voynichés. Y su autor no podía conocerla 500 años antes de que se formulase. Además toda la escritura es fluida, como ocurre con una lengua natural cuando se escribe. No hay pausas en el trazo para inventarse palabras o escribir al azar. Y se han detectado reglas ortográficas: letras que siempre van juntas, otras que nunca van juntas, etc.”. Pascual Estapé, 2020. Las palabras “parecen obedecer a las normas ortográficas y gramaticales más habituales en las lenguas naturales: algunos caracteres aparecen en todas las palabras (como las vocales del español), algunos caracteres nunca siguen a otros, algunos pueden ser dobles o triples pero otros no, etc. Todos los análisis estadísticos, de hecho, muestran patrones similares a los de las lenguas naturales”. Civallero, 2016. “Desde los años 60, sabemos que se trata de una lengua natural (o de un código relacionado con una lengua natural) porque cumple la Ley de Zipf, una regularidad empírica que solo se da en las lenguas naturales y que describe la frecuencia aparición de las palabras. Los lenguajes inventados (sobre todo, los lenguajes inventados en el siglo XV) no la cumplen”. Jiménez, 2018.

(56) “(…) la disposición de lo escrito no responde a las normas que rigen la estructura semántica de cualquier idioma: muchas palabras se repiten, en ocasiones hasta tres veces en la misma línea y quince en la misma página (por ejemplo ‘ollcet, ollcetcius, ollcetcius…’). (…) carece de signos de puntuación –algunos párrafos van precedidos de estrellas y asteriscos–”. Corral, 2018. El voynichés tiene “algunas extrañas peculiaridades tales como su alta redundancia o la ‘mutación’ de las palabras a lo largo de las frases (…) palabras repetidas varias veces en cada línea, palabras con idénticas desinencias, repeticiones de raíces, concatenación de sílabas idénticas y otras que encontramos abundantemente a lo largo del códice”. Violat Bordonau, 2017, p. 12.

(57) “Esos mismos estudios sugieren que el idioma del manuscrito Voynich no es europeo: casi no hay palabras con menos de dos letras o más de diez, la distribución de letras dentro de las palabras es muy peculiar (algunos caracteres aparecen solo al inicio de la palabra, otros al final y otros en el medio, lo que recuerda a la estructura de los alfabetos semíticos en general y del árabe en particular), y el texto parece más repetitivo que lo que sería esperable en una producción europea”. Civallero, 2016.

(58) Pascual Estapé, 2020.

(59) La tesis principal de su libro, Los Libros Condenados (Bergier, 1971), es una teoría conspiparanoica, que sugiere que es posible que exista una antigua sociedad de «hombres de negro» encargada de destruir a través de los siglos libros peligrosos, que desvelaban información demasiado avanzada que podría acabar con la humanidad. “¿Cómo consiguió Bacon hacerse con este documento? De momento, sólo podemos presumirlo e imaginar que los «Hombres de Negro» no constituyen un grupo monolítico, sino que entre ellos hay algunos que quieren descubrir los secretos y lo consiguen, al menos en parte. Podemos imaginar también que estos «Hombres de Negro» son una organización terrestre muy localizada, ayudada en ocasiones por seres extraterrestres a título experimental”. Bergier, 1971, p. 51.

(60) Erich von Däniken pretendió demostrar que, en un pasado, la Tierra fue visitada por seres de otro planeta y que hay muchos testimonios y pruebas que lo demuestran. Pruebas que, según von Däniken, han sido y son olvidadas cuando no ocultadas por la historia oficial: Von Däniken, 2010. ¿Queréis un ejemplo de sus argumentos? ¡Ahí va!: “Contemplen, estimados lectores, la imagen del Manuscrito Voynich con las tres franjas con escrituras que forman un círculo, las estrellas y el Sol en el centro. Del sol central salen hacia el exterior abanicos rojos azulados y entremedias hay estrellas en cantidades desiguales. ¿Ha contado los abanicos rojos azulados? Son doce. Observe el círculo como si se tratara de un reloj y reconocerá «letras» a «las nueve horas» y enfrente, aproximadamente, a «las tres horas». Son las mismas en ambos casos, si bien a «las tres horas» están al revés. Evidentemente, se expresa lo mismo dos veces. Doce abanicos que salen del sol y pasan entre las estrellas, y todo esto dividido por la mitad. ¿Qué ponía en el texto de Enoc? (…) Enoc habla de en total «doce torres», subdivididas en seis. La representación en el Manuscrito Voynich muestra exactamente lo mismo. Ahora bien, puede tratarse de una coincidencia, pero puede servir de ayuda a los criptógrafos para descifrarlo, ya que por lo menos ahora se puede vislumbrar de qué se trata”. Von Däniken, 2010, pp. 56-57. También afirma, con todo el cuajo del mundo, que la Universidad de Yale “se niega a datar el Manuscrito Voynich mediante la prueba del carbono 14” (Von Däniken, 2010, p. 14), cosa que, como ya hemos visto, no es cierta: ver (25).

(61) Greg Kondrak (profesor de ciencias de la computación) y Bradley Hauer (estudiante de postgrado), ambos de la Universidad de Alberta (Canadá). Corral, 2018. Forssmann, 2018.

(62) Corral, 2018. Según su investigación, más del 80% de las palabras del Voynich aparecen en un diccionario hebreo. El reto consistiría en saber si esas palabras tienen algún sentido tal y como aparecen en el manuscrito. Según estos expertos, el traductor de Google dio con una frase que era gramatical y podía interpretarse (“Ella hizo recomendaciones al sacerdote, al hombre de la casa, a mí y a la gente”), pero hasta aquí han podido llegar. A día de hoy, lo cierto es que el Voynich sigue sin poder traducirse a ningún idioma conocido. Forssmann, 2018. “(…) lo que ha dado más fuerza a la idea es que han sido capaces de traducir la primera línea del libro. Sin embargo, también hay trampa: en el mismo trabajo explican cómo tuvieron que cambiar la traducción para que tuviera sentido dado que los primeros resultados no fueron ‘muy coherentes’”. Jiménez, 2018.

(63) Forssmann, 2018. “(…) su metodología llegó a la conclusión de que el manuscrito está escrito en hebreo. ¿Cómo es posible? Asumiendo ciertas ideas que, desde luego, no están justificadas. Por ejemplo, Kondrak y Hauer recogieron una idea que llevaba años dando vueltas entre los voynichólogos: las palabras son anagramas; es decir, palabras que resultan de la transposición de las letras de las palabras originales. Eso les daba una enorme capacidad de combinación en idiomas como el hebreo antiguo que no usaba vocales”. Jiménez, 2018.

(64) “Si nos fijamos en los detalles de la historia, lo único que ha demostrado esta inteligencia artificial es que frente al manuscrito Voynich está tan perdida como nosotros. (…) Kondrak y Hauer decidieron comparar el texto del manuscrito con la Declaración de Derechos Humanos y sus 380 traducciones. Ese fue su primer error. No porque no funcionara (que lo hizo); sino porque el documento se escribió hace más de 500 años. Compararlo con lenguas actuales es, cuanto menos, arriesgado. (…) lo que dicen Kondrak y Hauer es que el hebreo es la lengua que más se parece (hasta un 80% de las palabras del Voynich puede reordenarse para ser palabras hebreas); pero el siguiente idioma era el malayo. Hebreo y malayo son dos idiomas muy diferentes cuyo único punto de conexión es que el malayo se puede escribir en una versión del alifato árabe (una que tampoco tiene vocales). (…) Shlomo Argamon, un lingüista computacional del Instituto de Tecnología de Illinois, explicaba en Verge que se trata de un método poco riguroso que les da ‘una gran libertad para hacer este tipo de interpretación impresionista’. Demasiada, de hecho. El trabajo de Kondrak y Hauer (…) los han llevado a ver regularidades donde solo parece que hay malas decisiones de investigación”. Jiménez, 2018. “Incluso la Inteligencia Artificial se ha rendido”. Pascual Estapé, 2020.

(65) Europa Press, 2019. “Cheshire asegura que descubrió los misterios del manuscrito en solo dos semanas «utilizando una combinación de pensamiento lateral y de ingenio»”. Redacción Red Historia, 2019. El estudio en cuestión es: Cheshire, 2019, pp. 30-67.

(66) “El científico cree que el manuscrito no está codificado, sino que su lenguaje y sistema de escritura eran comunes en el momento en que se escribió, y afirma que el documento es el único texto sobreviviente escrito en protorromance”. Redacción Red Historia, 2019. “Cheshire describe cómo descifró con éxito el códice del manuscrito y, al mismo tiempo, reveló el único ejemplo conocido de lengua proto-romance”. Europa Press, 2019.  “El manuscrito utiliza un idioma que surgió de una mezcla de latín hablado, o latín vulgar, y otros idiomas del Mediterráneo durante el período medieval temprano después del colapso del Imperio Romano y posteriormente evolucionó a los muchos idiomas romances, incluido el italiano. Por eso se le conoce como proto-romance (…). Durante mucho tiempo se planteó la hipótesis de que era el vínculo lógico entre el latín hablado y las lenguas romances, pero nunca antes se había encontrado evidencia documentada”. “(…) el manuscrito MS408 es inmensamente importante, porque es la única documentación de una lengua que alguna vez fue omnipresente en el Mediterráneo y posteriormente se convirtió en la base de la lingüística del sur de Europa en la actualidad”. Cheshire, 2019, pp. 34 y 63.

(67) “Las traducciones revelan que el manuscrito es un compendio de información sobre remedios herbales, baños terapéuticos y lecturas astrológicas sobre asuntos de la mente y el cuerpo femeninos, la reproducción, la maternidad y el corazón, de acuerdo con las creencias religiosas católicas y romanas paganas de los europeos mediterráneos durante el período medieval tardío (…). Más específicamente, el manuscrito fue compilado por una monja dominica como fuente de referencia para la corte real femenina a la que estaba afiliado su monasterio. Dentro del manuscrito hay un mapa pictórico desplegable que brinda la información necesaria para fechar y ubicar el origen del manuscrito. (…) El manuscrito se origina en Castello Aragonese, una isla castillo y ciudadela frente a Ischia, y fue compilado para María de Castilla, reina de Aragón (1401-58), (…) El manuscrito tiene muchas imágenes de mujeres desnudas bañándose en ellos, tanto de forma recreativa como terapéutica. También hay imágenes de la reina María y su corte realizando negociaciones comerciales mientras se baña. Claramente, el estilo de vida del spa era muy apreciado como una forma de limpieza física y comunión espiritual, así como un medio general de relajación y ocio”. Cheshire, 2019, pp. 32-33.

(68) “Este nuevo estudio y más bien, su afirmación sobre el ser descifrado, ha sido fuertemente criticado por la comunidad científica”. Redacción Red Historia, 2019. “Sus puntos de vista sobre los idiomas y la lingüística son los de un adolescente que acaba de descubrir que los alfabetos secretos son muy divertidos”. “Sigue siendo un misterio cómo este ‘artículo’ de aficionado pudo haber pasado la revisión por pares de una revista académica indexada. Un segundo misterio es la poderosa campaña promocional que acompañó a la publicación”. Keldan, 2020, pp. 2 y 15.

(69) “Se sabe que el texto está codificado, siendo imposible incluso para el célebre Alan Turing descifrarlo (Turing es quien descifró los códigos nazis durante la Segunda Guerra Mundial). Incluso muchos expertos de todo el mundo han fallado al intentarlo”. Redacción Red Historia, 2019.

(70) “Una de las más críticas fue la doctora Lisa Fagin Davis, directora ejecutiva de la Academia Medieval de América: ‘Lo siento, pero el lenguaje protorromance no existe’ y añadió que ‘esto es solo una tontería aspiracional, circular y autocumplida más’”. Redacción Red Historia, 2019. “(…) su teoría del ‘Proto-Romance’ revela que tampoco entiende nada en el campo de la lingüística romance y, más en general, en el estudio de las relaciones genéticas entre lenguas. En varias ocasiones muestra un profundo desconocimiento también en otros campos”. Keldan, 2020, p. 2.

(71) Keldan, 2020, pp. 2-15. “(…) la mayoría de los expertos en Codicología coincide con lo expresado por Fagin Davis, y que contiene muy pocas bases científicas y muchos errores técnicos”. Redacción Red Historia, 2019.

(72) Gladyševa, 2020, pp. 22-23.

(73) “(…) aunque sí se han hecho ciertos adelantos al respecto, el Voynich no tiene traducción alguna en ningún idioma conocido, ni se ha hallado la clave que haga posible su comprensión, si es que existe”. Corral, 2018. “¿Es una lengua perdida? ¿Un lenguaje inventado por un lingüista, que aplicó reglas gramaticales reales? ¿Una obra de fantasía extraordinariamente elaborada? De momento, no tenemos respuesta…”. Pascual Estapé, 2020.

(74) “Como ocurre con otros textos similares –por ejemplo, el Códice Rohonc o Rohonczi –, quizás nunca se sepa su significado original”. Civallero, 2016.


Bibliografía

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  • Cheshire, G., 2019, “The Language and Writing System of MS408 (Voynich) Explained”, Romance Studies, vol. 37, nº 1, pp. 30-67.
  • Corral, J. L., 2018, “El Códice Voynich, el manuscrito más extraño del mundo”, Historia National Geographic, 1 de febrero de 2018. [En línea] Disponible en https://historia.nationalgeographic.com.es/a/codice-voynich-manuscrito-mas-extrano-mundo_12344 (9 de febrero de 2022).
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Ana Inmaculada Morillas Cobo
Escritora y divulgadora. Redactora, revisora de contenidos y editora de Khronos Historia. Mis áreas de mayor interés - como comprobaréis si me leéis - son la Historia de la Mujer, la Historia de las Religiones, la Filosofía Política y la Antropología. Como buena cinéfila y melómana, me encanta practicar la miscelánea cuando escribo (llamadme friki). De firmes posiciones feministas y marxistas.