A pesar de haber transcurrido miles de años, hoy en día nos seguimos fascinando por el mundo antiguo. Cuando había más dioses, dragones, grandes imperios, pirámides gigantescas «hechas por los alien» (según algunos). Lo más importante de estas épocas lejanas para nosotros, no es sólo lo que hicieron, sino los que nos legaron. Aquellos testimonios guardados y conservados para la posteridad como, por ejemplo, los jeroglíficos. Y sobre ellos voy a «dialogar» un poco.
¿Qué narices son los jeroglíficos?
Los jeroglíficos son un método de escritura con símbolos /signos que permitieron dejar testimonio físico de la “lengua egipcia” (1), durante el Antiguo Egipto (2). Pero no fue el único método de escritura, ya que, durante su Historia, Egipto tuvo hasta tres sistemas más: el hierático, el demótico y el copto. Qué locura usar hasta cuatro lenguas distintas, ¿verdad? Aunque a todos nos encantaría hablar de estas otras escrituras “egipcias”, en este caso, hablaremos de los jeroglíficos.
Actualmente, esta escritura está muerta. Calma, esto quiere decir que ya no se usa en el día a día. Sin embargo, gracias a las “cositas” que se encuentran determinadas damas y caballeros cuando les da por excavar, o a otros que les da por leer, se han encontrado estos textos egipcios y se han podido descifrar (en parte al menos).
También, gracias a esos divertidos (venga vale, quizás no) libros que toca estudiar en las escuelas, que nos han enseñado el mundo de aquellas gentes. Gracias a todo eso (y más) hoy conocemos los jeroglíficos y su larga vida (3).
Una de las cosas curiosas, es que los egipcios no llamaban a los jeroglíficos por ese nombre, puesto que “jeroglífico” es una palabra de origen griego. Los egipcios llamaban a esta escritura “ medu netjer” (palabras de dios) debido, entre otras cosas, a que los jeroglíficos habían sido creados por los dioses.
¿Desea saber más?
Desgraciadamente, en este caso no podemos tirarnos a la parte más interesante y profunda de la piscina. No obstante, sí que que hablaremos de algunas características fundamentales (de la chicha, que diríamos).
En primer lugar, como cualquier «mortal», la escritura “aprende”; es decir, con el tiempo pasa de ser más simple, a ser más compleja. Durante sus aproximadamente 4000 años de historia, la escritura jeroglífica fue adoptando más signos, haciendo que dichos signos adquirieran varias funciones, etc. (4).
Otra cosita destacada, es que se trata de una escritura “pictográfica”. Es decir, es una escritura cuyos signos representan seres, objetos o situaciones de la realidad (5).
Por otro lado, está el tema de la disposición de los signos en los textos, así como su lectura. Al parecer, a los escribas y artesanos no les apetecía crear un sistema que sólo se pudiera leer o colocar en un sentido o dirección. Así, los jeroglíficos se escriben y leen de izquierda a derecha o de derecha a izquierda. ¡E incluso de arriba abajo!
¿Y cómo demonios se leen los jeroglíficos?
Pues depende de cada texto. Para saber cómo leerlo hay que fijarse en los seres “vivos” (animales, personas, plantas incluso): dependiendo de hacia dónde miren, se leen en un sentido u otro (6).
Los jeroglíficos, además, se escriben seguidos, como una frase sin comas ni puntos. Obviamente, al transliterar y transcribir (es decir, al traducir su significado al cristiano), sí que se separan las palabras. Si no sería más complicado aún leer y entender su significado (7).
Si esto ya os parece chungo, cuando os cuente que es una escritura que anota “consonantes” y no vocales… vais a «alucinar» en colores. Ciertamente, la escritura jeroglífica es una escritura consonántica, de la que aún no se sabe todo. Así, para “poder” leerla, aparte de separar las palabras, entre consonantes se introduce una “e” (8).
¿Todos los signos son del mismo tipo o cumplen la misma función?
Como ya se ha dicho, no. En la estructura de los jeroglíficos distinguimos dos grandes grupos (9):
-Los fonogramas: donde tenemos signos que nos muestran un sonido. Por ejemplo, un signo que anota una “a”. Aunque el signo sea un pájaro, la imagen en sí no tiene nada que ver con lo que nos muestra.
-Los semagramas: estos signos tienen un significado relacionado con el ser, objeto o situación de la realidad que representa el signo. Por ejemplo, si tenemos un sol, que anota la palabra “re”, significa “sol” (10).
Realmente, a la hora de colocar los jeroglíficos, se disponen en filas o columnas, dentro de unas “cajas de escritura” rectangulares. Este elemento es parecido a nuestros cuadernos “pautados” (que en vez de cuadrícula “tienen líneas horizontales) (11).
Muy bonito todo, pero… ¿dónde escribían?
En general, el «pájaro/pájaro» y otros signos (también hay cocodrilos, peces…) se podían escribir, tallar (a martillazo limpio), pintar y esculpir. ¿Dónde? Pues en soportes “duros”, como diferentes tipos de roca, madera, metal, cerámica y joyas (12).
Pero los jeroglíficos también se podían plasmar en soportes blandos, como los legendarios papiros. Este elemento, al igual que nuestro papel, procedían de plantas que había en el Nilo (13).
¿Servían para algo?
¡Por supuesto! Precisamente, la escritura en general es útil. Hoy tiene propósitos varios: transmitir mensajes, llevar la contabilidad (tanto la “A” como la “B”), dar instrucciones...
En el Antiguo Egipto también tenía varios propósitos parecidos. Sin embargo, hay una gran diferencia entre aquellos tiempos y éstos. Hoy, la mayoría de la población sabe leer y escribir. Sin embargo, en aquellos tiempos, la mayor parte de la población egipcia no sabía leer ni escribir (14).
Esto supone que la gente que sí sabía escribir, eran prácticamente una élite social, con un poder enorme (tenían el poder de la vara… de escribir claro).
Que sí, que vale cansino, pero … ¿Los jeroglíficos tenían utilidad o son sólo dibujos bonitos?
Los reyes y reinas, así como los gobernadores de cada provincia (nomo) de Egipto, fueron conscientes de ese poder. Por su propio bien (así como el del reino), había que cuidarlo y controlarlo para gobernar. También los sacerdotes, entre los cuales había gente que sabía leer y escribir para llevar a cabo los ritos.
Así, estos señores que solían integran el cuerpo de «escribas», eran los típicos funcionarios dedicados sobre todo a «escribir». Por ello, se encargaban de asuntos como mandar órdenes de todo tipo «por carta certificada», de grabar mensajes en edificios, papiros, tumbas, anotaciones del comercio, de la contabilidad, de la construcción… (15).
La misión importantísima de todo esto era establecer una red de comunicaciones en todo el reino. Así, unos pocos al mando del faraón controlaban todo Egipto.
¡Ahhhhmigo! Entonces nuestros dibujitos favoritos se dedicaban a temas contables, mensajes, órdenes, espionaje del bueno, decorar los edificios (arte), medir el tiempo y crear literatura.
La importancia de la religión en Egipto
En el tema religioso, los egipcios consideraban que como “palabras de dios”, los jeroglíficos tenían origen divino y poder mágico. Los mortales no eran dignos de crear un lenguaje tan perfecto. Esta visión implicaba que aparecían los dioses en los textos. También que se podían usar fórmulas para alejar el mal, o para atraer el favor de los dioses. Incluso para saber qué hay tras la muerte. Es decir, que estas “palabras” tenían el poder de explicar y alterar la realidad de alguna manera (16).
El aspecto religioso y mitológico era fundamental en toda la sociedad egipcia, con el faraón a la cabeza. Así se explican las pirámides, que son tumbas gigantescas, o los templos funerarios, como el de la reina Hatshepsut en Deir el Bahari en el Nilo (17).
Crónicas de…. ¿Egipto?
Después de miles de años nos puede parecer poco útil conocer cómo fue el Antiguo Egipto. Su modo de vida, sus creencias, su economía… Si embargo, con esa mentalidad lo llevamos crudo. Gracias al estudio y el conocimiento de civilizaciones como la egipcia, hoy se conoce parte de la historia de la escritura en el mundo, así como sus diferentes tipos y peculiaridades.
También las funciones que cumplen, mediante el contacto con otras civilizaciones. Hoy gracias a todo ello, conocemos como funcionaban: el comercio a través de rutas, la agricultura, el trabajo de los metales. También las enfermedades, cómo levantar edificios, que materiales usar… etc.
Es decir que para conocer Egipto, así como el mundo en el que vivió, es importante conocer los jeroglíficos. Éste es el gran legado que nos han dejado los hombres y mujeres (y dioses), de una tierra que no se llamaba a si misma Egipto (que es otra palabra griega), sino “kemet”: “la Tierra Negra” (18).
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