Mozart (1) fue un genio entre los más grandes de la música. Era un niño prodigio, con un talento fuera de lo común. Ya con cinco años tocaba y creaba piezas para interpretar. Estaba poseído por la música y sus obras han marcado un hito. Su padre (2) vio el filón y el niño Mozart se convirtió en el principal sustento de la familia, con giras por toda Europa. Menos mal que no existían en aquel tiempo OT Junior ni La Voz Kids. ¿Qué hubiera sido de ese chiquillo, de haber existido esos programas televisivos?
Digo lo que me sale… ¡del culo!
Mozart no tenía un gran físico (3), pero su piquito era de oro. Tenía un lenguaje sinvergonzón y una obsesión por el culo y por todo lo que salía de él. Era su tema recurrente pues, supuestamente, padecía el síndrome de Tourette (4). Vamos, que sufría meneos espasmódicos en la cara, hacía sonidillos con la boca y utilizaba un lenguaje obsceno. ¡Caca, culo, pedo, pis! Podía despedirse de su hermana dándole un beso en el culo, o ir de noche esparciendo los pedos con gran estruendo, haciendo rimas sobre marranadas. En sus cartasabundan las expresiones escatológicas (5). También compuso obras musicales sobre el tema, que fueron censuradas y adaptadas. Por ejemplo, Lámeme el culo (6), publicada como Déjanos ser felices.
Por lo demás, era un tío sano. Cuidaba su alimentación, no bebía (o lo hacía poco), no soportaba el humo del tabaco y no iba de putas (7). Eso sí, ¡le gustaba la fiesta como al que más! ¡No se perdía ningún sarao! Pero en las privadas era cuando estaba en su salsa. Con los familiares y amigos florecía su vena humorística, las bufonadas y payasadas (8). Surgía su ingenio innato.
Sus cartas no tienen desperdicio. Era bromista, divertido, charlatán, gracioso. Un virtuoso tanto de la música, como escribiendo cartas. Inventaba palabras para hacer rimas, escribía al revés, boca-arriba o cambiaba de idioma en varias ocasiones en la misma carta (alemán, italiano, francés y latín). ¡Quién le podía entender!
El despertar sexual de Mozart. Cuanto más primos, más me arrimo
Su prima (9) levanto sus instintos más sexuales y eróticos. De hecho, mantuvieron una relación de varios años y, posiblemente, se acostaron juntos. Lo que es seguro es que la prima ¡le había visto el culo a Mozart! Así se puede apreciar en este fragmento de una de las cartas que éste le envió, las cuales están repletas de temas y chistes soeces (10).
“…te escribo con una pluma que esta ya vieja y medio rota y no lo entiendo, pues, llevo cagando 22 años por el mismo agujero que tú conoces y no se ha roto todavía y cago bastante.”
Los primos hacían buena pareja y tenían la misma afición por los culos y las fiestukis. Cenita por aquí, concierto por allá, y ¡venga reír! ¡Se mofaban de todo el mundo! A toda la nobleza le sacaban motes. Además, eran bastante morbosos. Mozart le pidió encarecidamente a su prima un retrato a “la manera francesa”. Esto era la última moda en descotes y hombros al aire. Hablando en plata, la pornografía de la época.
Aquella relación, para nada seria, no fue más allá de los primeros filtreos de Mozart y su prima con el sexo, debido más a la subida de feromonas de juventud, que a otra cosa. Para nada fue un amor profundo y duradero.
¿Su primer amor verdadero o una simple obsesión platónica?
Mozart descubrió el amor con la hija mayor de los Weber (11). Era una cantante, muy coqueta y «malpensante», como la definiría mas adelante. Fue un flechazo, su primer amor. Aunque no fue correspondido, pues la chica nunca le demostró más que un buen aprecio. Al final, rechazó al joven Mozart. En una ocasión que Mozart fue a su casa ella no quiso saber de él y Mozart, ni corto ni perezoso, se sentó al piano y cantó en alto “la personaaaa que noooo me quiera me puede chupar el cuuulooooo”. ¡Sin complejos, que se entere todo el mundo!
Mozart estaba que ardía y se sentía humillado, dolido, solo, hundido. Y se le ocurrió buscar consuelo en su primita, ¡como no! Mozart le escribió, para que se encontrase con él en Múnich, esperando que ella tuviese las mismas ganas de verle que las que tenía él.
“…si no todo será una mierda, quizás el culo lacrarte, besarte por delante, por detrás lavarte, disparar salvas por el culo, soltar un pedo valiente por el trasero y algo más por el mismo agujero…”
Sera cosa mía, pero esta carta está llena de dobles sentidos…
Tú eres el amor de mi vida, pero a tu familia ¡que le den!
Mozart se trasladó a vivir a Viena y alquiló una habitación en casa de los Weber. Después de un tiempo empezaron los chismorreos sobre su relación con Constanze Weber (12). Cotilleos que Mozart no podía soportar. Era un Sálvame Deluxe a la vienesa. Aunque él no se quedó atrás y dio un repaso a la familia Weber de aquí te espero. A una de las hermanas le dijo que era grosera y caradura. A la más joven, una «cabeza-ligera». Y con la que había sido su primer amor, que ya estaba casada, ¡se quedó a gusto! Le dijo que era una «malpensante», una coqueta sin corazón, y que él, fue un tonto por amarla. El marido de la susodicha también recibió la estopa de Mozart, lo llamo bobo celoso. Un poco receloso estaba Mozart, ¿no os parece?
En cuanto a Constanze, la cosa cambiaba. Para Mozart era la mártir de las hermanas, ¡la mejor de todas! Con sus ojazos negros, su figura, bien desarrollada y pulcra. Se peinaba ella sola, esos peinados rococó, ¡con lo difíciles que eran! Tenía el mejor corazón del mundo, la amaba, y ella lo amaba a él también (13). No permitió que nadie se inmiscuyera en su relación y, sin permiso paterno, se casaron (14). Así contrajeron matrimonio, ante el cura, dos testigos, la madre Weber y hermana pequeña, los únicos invitados a la boda. Fue el amor de su vida.
En las cartas que escribió a su esposa, Mozart desplegó su faceta más picantona y erótica. En ellas, le pedía que preparase «su precioso y bello nidito»… Vamos, ¡que se hiciese las ingles brasileñas, que su «pequeñín» quería guerra! Se ve que cuando estaba lejos de su mujer, Mozart «se limpiaba a gusto el sable» (15). ¡Qué calentón tenía!
Sin flores y en una fosa común. La muerte del genio
La carrera de Mozart se truncó cuando solo tenía 35 años. Pero, para aquel entonces, ya había compuesto más de 600 obras de todos los géneros, consiguiendo con ello gran fama. Fue amortajado según el ritual masón (manto negro con capucha) y enterrado en una fosa común, sin cortejo. Es más, se desconoce su tumba (16).
Hay muchas teorías referentes a su muerte: fiebres, gripe… ¡incluso asesinato! Dos meses antes de su muerte le comentó a su mujer que creía que lo estaban envenenando, porque notaba un regusto a metal en la boca. Esta obsesión, no podía quitársela de la cabeza. Una última teoría apunta a que un mes y medio antes de su muerte, comió cerdo. Dicha carne pudiera estar en mal estado y así Mozart pudo haber muerto de triquinosis (17). De lo que no murió seguro, es de un ataque de hemorroides, ¡con lo suelto que tenia el vientre y la facilidad con la que cagaba!
Réquiem por un genio, vulgar como el resto de los mortales
Mozart era capaz de rozar lo divino y lo humano. Las cartas que redactó, muestran un Mozart que posiblemente desconocíais, pero, ante todo, descubrimos con ellas a un genio, lleno de vida y muy divertido. Seguramente, a partir de ahora escucharéis sus operas de otra manera. En alguna nota distinguiréis un pedo en Re Mayor, una caca piano-piano o una mierda dura en una obertura.
Pero, padeciera Mozart o no algún trastorno (18), nada de esto desmejoró al genio. Al contrario, lo hace real como la misma vida. También todos cuando vamos al váter miramos lo que hemos cagado, si no, observad. ¿Qué esperáis, encontrar un rolex? Mozart adivinó la venganza de los dioses, ¡el culo!, que nos recuerda, cada vez que vamos al váter, que somos simples mortales. Además, nos iguala a todos los seres humanos.
Es curioso que el español, es el único idioma donde el término «escatología», puede describir dos cosas enteramente distintas. Por una parte, alude al apocalipsis, al fin de los tiempos, y por otra, a todo lo referente con los excrementos. Dos cosas tan extremas, acaban dándose la mano por detrás. Será porque, de una forma u otra, todos acabamos en la mierda.
Disculpad, creo que tengo el vientre suelto y tengo que dejar de escribir. Oidda (19).
“…debo ir al excusado -¡ya está! ¡Ah! – ¡vuelvo a sentirme ligero! – Me he quitado un buen peso de encima – ¡ahora ya puedo volver a hartarme! – oh, oh, cuando se ha vaciado a fondo, la vida resulta más agradable.”(20)
hola
Ok