La transición a la democracia en España se tornó como un periodo convulso y sangriento. Las divergencias político-ideológicas pusieron sobre el escenario una oleada de terrorismo sin precedentes. Un terrorismo que intentó sembrar el miedo y el terror para lograr sus intereses políticos, destacando tres vertientes. Por un lado, tendríamos el terrorismo, revolucionario o contrarrevolucionario, es decir, de izquierda y derecha. De aquéllos que quieren cambiar el sistema y de aquéllos que no quieren que se toque ni un pelo. Por otro lado, el terrorismo independentista, de los que consideran su tierra como una nación independiente a España. Y por último, el contraterrorismo o terrorismo de Estado: cuando un gobierno utiliza sus medios y fuerzas para acabar con un enemigo al que considera peligroso. Continúa leyendo, hoy contamos la historia de una de las épocas más trágicas y violentas del siglo XX español.
Euskadi Ta Askatasuna
ETA nació en 1958, de la mano de un grupo de jóvenes que había intentado formar una unidad de acción en el Partido Nacionalista Vasco, aunque sin éxito (1).
El caso de ETA es el ejemplo de terrorismo político de tinte nacionalista que, en los inicios de la democracia, era ya un enemigo consolidado del Estado (2). Antes fue enemigo de Franco, lo que le iba a granjear el apoyo de agrupaciones y partidos de izquierdas, que los consideraron compañeros de lucha por la libertad (3).
Esta organización se nutrió de varios principios propios del Partido Nacionalista Vasco (PNV). Entre ellos, la defensa de la raza vasca, el catolicismo, el antiliberalismo, y el antiespañolismo. Pero también de una confluencia con las ideologías revolucionarias (4), con la idea de la Guerra de liberación nacional, propia de los países de África y Asia, bajo yugo colonial (5).
Ya en los años 60, la práctica de guerra revolucionaria o guerra de guerrillas pasó a formar parte de su ideario (6). Así, conformaron pequeños grupos armados que atentaron contra personalidades concretas. La finalidad de este terrorismo selectivo era poner en práctica el esquema de acción-reacción. Es decir, realizar un atentado que conllevase una fuerte represión por parte del Estado. Con esta violencia, pretendían abrir los ojos al pueblo vasco, haciéndole ver lo opresor que era el Gobierno español (7).
Tras la escisión de ETA en dos organizaciones distintas, a partir de 1974, comenzaron sus atentados más indiscriminados. Uno de éstos fue el cometido en la cafetería Rolando, dónde murieron 14 personas (8). O el atentado de Hipercor, el más sangriento de la historia de ETA. Perpetuado el 19 de junio de 1987, mató a 21 personas, entre ellas a 4 niños (9).
Terrorismo de izquierdas: hoz, martillo y rojo sangre
El terrorismo de izquierdas fue visible en los últimos meses del franquismo y en los albores de la democracia. Es aquí dónde nace el «Eurocomunismo», que proponía abandonar el modelo soviético y aceptar ciertos designios capitalistas, lo que para muchos fue una verdadera traición. Por ello, optaron por la vía violenta como único instrumento de lucha (10). Sin embargo, solo dos organizaciones, el FRAP y los GRAPO, apoyaron realmente la violencia revolucionaria.
El FRAP: Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico
Las estrategias de esta agrupación fueron in crescendo. Desde huelgas y mítines, hasta el despliegue de una guerrilla urbana, ejerciendo lo que ellos denominaban “autodefensa”. Es decir, responder con violencia a la violencia del Estado (11). Su momento álgido fue en agosto y septiembre de 1975, cuándo acabaron con la vida de cuatro agentes de las fuerzas de seguridad (12). Este atentado se saldó con la condena a muerte de 8 de sus miembros y con la ejecución de tres, en la madrugada del 27 de septiembre de 1975 (13).
Los GRAPO: Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre
Eran el brazo armado del PCE(r) (14). Su objetivo primordial era una guerra popular prolongada (15), para derrocar al régimen y otorgar el poder al pueblo.
Los atentados iban dirigidos contra personas de extrema derecha, miembros de las fuerzas del Estado, medios de comunicación, etc. También contra personalidades concretas, como el caso del presidente del Consejo de Justicia, Emilio Villaescusa (16). El máximo atentado que se les adjudica es el acaecido en la cafetería Californía 47 de Madrid, el 26 de mayo de 1979, cuando ocasionaron la muerte de 8 personas (17). Cabe destacar también los asesinatos del 1º de octubre de 1975, cuándo fueron asesinados cuatro policías (18). O los asesinatos entre enero y noviembre de 1977, cuándo mataron a ocho personas.
Terrorismo de derechas: patria, Dios y caudillo
El terrorismo de extrema derecha tenía una única finalidad: impedir el proceso de liberalización a nivel social y político (19). Para ello, llamaban al orden y a la tradición del pasado franquista. Grupos como el Batallón Vasco Español (BVE), la Alianza Apostólica Anticomunistas (Triple A), o los Guerrilleros de Cristo Rey, son algunas de las organizaciones más destacadas.
Especial mención tienen los sucesos del 24 de enero de 1977, con la trágica matanza de Atocha (20), cuándo varios miembros de la Triple A asaltaron un despacho de abogados laboralistas, asesinando a cinco de ellos. También destacamos el asesinato de Yolanda González Martín, una joven bilbaína de 19 años a la que secuestraron y ejecutaron a sangre fría en un descampado (21).
Estos ataques indiscriminados mostraron que el terrorismo de ultraderecha no tenía ni objetivos, ni tendencia y organización clara. No tenían un camino coherente, o unos principios y finalidades, como la extrema izquierda y ETA (22). Más bien se trataba del terror por el terror.
La Guerra sucia contra la violencia: El terrorismo de Estado
Por último, os hablaré del terrorismo de Estado. Es decir, aquél legitimado por parte de un gobierno, encubierto a menudo, caracterizado por el uso de amenazas, represalias y ataques, con el fin de establecer la obediencia y la sumisión social o política.
En los últimos años de la dictadura franquista, así como durante los primeros años de la democracia, existieron organizaciones variopintas que ejercieron la violencia como medio de lucha contra la organización etarra, denominándose también “Terrorismo vigilante” (23).
En este “contraterrorismo”, hallamos a El Batallón Vasco Español (BVE), que permaneció activo entre 1975 y 1981. Y a los GAL, Grupos Antiterroristas de Liberación, fundado en 1983 y activo hasta 1987 (24), máximo exponente de la lucha contra el terrorismo de ETA desde los márgenes de la legalidad (25). El caso más destacado de los GAL fue el de Jose Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, comúnmente conocido como Caso Lasa-Zabala. Dos miembros de ETA que fueron secuestrados, torturados, ejecutados y enterrados con cal viva (26).
Balance de sangre
Si el FRAP, ETA y los GRAPO buscaban acabar con el sistema, el terrorismo de la extrema derecha nacía como elemento puro de reacción. Igualmente, podemos decir lo mismo del terrorismo de Estado, puesto que no buscaba ningún cambio político, sino encauzar las aguas desbordadas por los intentos separatistas, que suponían una amenaza para el Estado español.
La brutal represión estatal, en un intento de controlar las calles, alimentó la violencia y el descontento existente, lo que desembocó en una oleada de atentados que solo trajeron más inestabilidad política. En total, desde la muerte de Francisco Franco hasta el 30 de diciembre de 1983, fueron 2663 las víctimas, entre heridos y fallecidos (27). Por un lado, a la extrema derecha se le atribuye el asesinato de unas 67 personas durante este periodo. Por otro lado, a la extrema izquierda, 75, siendo 66 de ellos realizados por los GRAPO. A ETA 376 víctimas, y al terrorismo de Estado, 178 (28).
Como hemos podido ver, la transición de la dictadura franquista a la democracia que hoy conocemos, no fue un proceso sencillo y mucho menos pacífico. La inestabilidad del momento, por el periodo de incertidumbre que se abría, supuso el impulso necesario para el estallido de las luchas internas que llevaban décadas en silencio. Luchas que se llevaron consigo muchas vidas, dejando teñido de sangre el camino y la memoria de la recién nacida democracia.
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