Francesc d’Assís Vidal i Barraquer, el valiente cardenal que plantó cara a la Segunda República y a Franco

Vidal i Barraquer es una figura atrayente y de fuertes convicciones. No podría definirse de otra forma a alguien que tuvo que ser rescatado durante la Segunda República por el Gobierno de la Generalitat, el cuál facilitaría su salida del país. Posteriormente al estallar la Guerra Civil, Franco no le permitiría regresar a la península.

¿Como puede alguien ser exiliado de la zona republicana al estallar la Guerra Civil y ser proscrito por el franquismo una vez acabado el conflicto bélico?, en definitiva, ¿cuales fueron los pecados de Francesc d’Assís Vidal i Barraquer?

Vidal i Barraquer durante la Segunda República – Negociador y defensor de la Iglesia

En 1931, al proclamarse la Segunda República, Vidal i Barraquer ejercía el cargo de arzobispo de Tarragona y recibiría de parte del Vaticano poderes especiales para negociar con el gobierno de la República(1). Esto se debió a que el cardenal Pedro Segura, antiguo cardenal primado, tuvo que exiliarse tras publicar una «inocente» pastoral en la que incitaba sin maldad alguna a sus feligreses a levantarse contra el gobierno republicano, tras calificar las nuevas reformas llevadas a cabo como una persecución hacia la Iglesia. Algo así como una  versión “roja” de The walking dead (2).

Milicianos republicanos portando imágenes religiosas destruidas
Fuente: http://miprofedehistoriadeespana.blogspot.com/

El 14 de diciembre de 1931, hubo una reunión privada en el domicilio de Alcalá Zamora, presidente del gobierno provisional (3). En dicha reunión se abordó el tema eclesiástico. Pese a que Vidal i Barraquer no se alineaba con la República, intentó facilitar las negociaciones para que llegarán a buen puerto. Incluso llegó a realizar concesiones importantes para conseguir un resultado satisfactorio. Su objetivo era conseguir una relación cordial entre Iglesia y gobierno, pero finalmente estas no pudieron llevarse a cabo. Principalmente porque en las Cortes Constituyentes,  los extremistas de ambos bandos no aceptaron los puntos pactados(4).

Otro punto remarcable de la gestión de Vidal i Barraquer fueron las colectas. La Iglesia necesitaba fondos, porque el gobierno republicano había iniciado una serie de reformas secularizadoras y un recorte de sus privilegios(5). Vidal i Barraquer llevó a cabo una para ayudar a los sacerdotes de la zona tarraconense y algunas otras personas necesitadas. Esto no haría mucha gracia a Franco en el futuro, que tildaría la colecta de separatista.

¡A correr, que llegan los anarquistas!

Una vez estalló la Guerra Civil, Vidal i Barraquer se encontraba en Barcelona y fue a refugiarse al monasterio de Poblet, en Tarragona. Por desgracia debió olvidársele que eso de “acogerse a sagrado” era de otra época y los anarquistas no estaban mucho por la cuestión. Así que lo hicieron preso y únicamente la intervención del Gobierno de la Generalitat conseguiría que lo liberarán. Posteriormente la Generalitat  facilitaría su salida del país (6).

Aunque los anarquistas fueron contra él, Barraquer siempre mantuvo un firme rechazo a la beligerancia y al partidismo que mostraron numerosos altos cargos eclesiásticos de la Iglesia española. Se opuso tanto los que manifestaron su descontento con el gobierno de forma airada antes de que estallara el conflicto como los que lo hicieron después (7).

La carta colectiva de los obispos españoles, o como darte a conocer antes de Youtube

La falta de reconocimiento y legitimidad del Vaticano (8) a los sublevados  no sentó demasiado bien al futuro pequeño dictador. Franco pensó que se debía a un problema de imagen y era necesario que fuera de España se percibieran sus actos como una verdadera cruzada para salvar a la Iglesia de los violentos republicanos.

Carta franquista de los obispos españoles de 1936
Fuente: elPeriodico

No vamos a entrar en la guerra (ya que en Khronos Historia somos gente pacífica) de cuál fue el propósito que gestó la carta. Si la carta fue concebida y nació por petición expresa de Franco o simplemente se modificó una carta que muchos eclesiásticos planeaban difundir de todos modos (9).

El 1 de Julio de 1937 se fechó dicha carta y se publicó en agosto. La carta (10) venía firmada por numerosos altos cargos de la Iglesia española, pero faltaban algunas firmas. Como ya estaréis suponiendo a estas altura, nuestro protagonista se negó a firmarla. Para ello aludió avispadamente que el contenido de dicha carta podría ser utilizado con objetivos políticos. También argumentó que podría poner en grave peligro a todos aquellos miembros de la Iglesia que se encontraran en zona republicana. (¿sabías que hubo un cura republicano que puso en jaque a los obispos que apoyaron a Franco?

Los pecados de Francesc d’Assís Vidal i Barraquer

La desconexión entre la alta jerarquía eclesiástica y sus feligreses

Este motivo fue uno de los que contribuyó a que fracasarán los acuerdos que se llevaron a cabo en esa primera reunión del 14 de diciembre de 1931(11).

Los problemas que la Iglesia muestra durante la Segunda República no aparecieron de la nada. Desde principios de siglo(12) la Iglesia se había relajado y no habían conseguido conectar con el pueblo como les gustaría, sobre todo en áreas metropolitanas y alejadas del campo.

Obispo españoles franquistas - la vida de Vidal i Barraquer
Fuente: www.pamiela.com

El propio Barraquer admite que la Iglesia no había hecho todo lo que estaba en su mano para acercarse a la gente de a pie (13). Entre otros muchos motivos, porque carecían de una línea clara de actuación.

Fue un error que en esa primera reunión, en casa de Alcalá Zamora, no se tuviera en cuenta la opinión de los feligreses o los importantes cambios que se estaban llevando a cabo. En un momento tan convulso para la sociedad, no tener en cuenta esto condenó el éxito del acuerdo.

Las colectas

Franco vería con muy malos ojos la colecta de Vidal i Barraquer por tener un carácter separatista(14), pero este no sería el único motivo. El pequeño futuro dictador se guardó otros “secretitos” relacionados con las colectas. Algunas de las colectas que se realizaron no fueron únicamente para garantizar la supervivencia de la Iglesia. Por ejemplo la que realizó Isidre Gomà i Tomàs, cardenal primado desde 1933 hasta 1940. El cuál pensó que la Iglesia debía contribuir a la “noble” cruzada de Franco no solo aportando la cruz, sino con una serie de donativos(15).

No caer en el juego Iglesia – Franco

Negarse a firmar la Carta Colectiva de los obispos españoles no sentó bien. Pero desde el primer momento Barraquer nunca se entregó a la dupla formada por Iglesia y sublevados (16). Sus convicciones no se lo permitieron, y pesé a no compartir los ideales republicanos nunca se entregó a los sublevados. Aunque sabía que podrían garantizar la supervivencia de su Iglesia  a cambio de legitimar la sublevación.

Para finalizar el artículo, podemos señalar que el anticlericalismo en la zona republicana jugó en contra de Vidal i Barraquer. Pesé a sus intentos de conciliación entre Iglesia y Estado, las connotaciones (17) que había adquirido la Iglesia pesaron más.

En referencia a los sublevados encontramos un escrito de José de Yanguas Messía, Embajador de España ante la Santa Sede, por parte del gobierno sublevado. Este escrito esta dirigido al Secretario de Estado de la Santa Sede, Giovanni Pacelli. En el se pide que Vidal i Barraquer sea removido de su sede tarraconense alegando los siguientes motivos:

  1. No es el Gobierno el que se declara incompatible con el cardenal; es el cardenal quien se ha declarado incompatible con España.
  2. Sus viejas maniobras a favor de una Iglesia antiespañola y catalanista lo hacen incompatible.
  3. Es incompatible por no firmar la Carta Colectiva del Episcopado español.
  4. Es incompatible por sus relaciones y enlaces con el Comité rojo, que tuvo su sede en Barcelona.

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Referencias y bibliografía

Referencias

(1) Según Callahan, el hecho de que Segura fuera expulsado y se designara a Barraquer como negociador fue un hecho muy positivo, pues Barraquer pesé a que era igual de conservador que Segura, era mas realista y sabía que la República perduraría y debía llegar a buenos términos con ella (Accidentalismo). Barraquer también tenía muy en cuenta los consejos de los arzobispos que formaban la Conferencia de Metropolitanos, a diferencia de Segura. Todo esto daría un carácter positivo a las futuras negociaciones. Callahan, 2007, p. 226.

(2) La pastoral en cuestión fue fechada el 1 de mayo de 1931. En dicha pastoral, Segura ataca a las autoridades de la República por promulgar proyectos secularizadores contra la Iglesia. También aprovecha para mentar que sin la creación de un frente unido de católicos, el gobierno tendría carta blanca para atacar a la Iglesia. Callahan, 2007, p. 225.

(3) En dicha reunión estaban presentes Niceto Alcalá Zamora y Fernando de los Rios, presidente del gobierno provisional de la Segunda República y ministro de justicia respectivamente. Por parte de la Iglesia acudieron  Federico Tedeschini, nuncio apostólico, y Vidal i Barraquer. El objetivo de la reunión era que gobierno e Iglesia convergieran en la cuestión religiosa. Raguer, 2001, p. 52 – 53.

(4) “De esta forma – y abstracción hecha, por supuesto, de la permanente minoría de edad política del pueblo en la cristiandad peninsular – va a producirse por vez primera en la trayectoria del catolicismo hispano la ausencia de correlación entre el pensamiento y las metas de los dirigentes y los elementos de base, con los consiguientes desajustes y contradicciones que esta dinámica produce en cualquier cuerpo social. Percatados de ello, los dirigentes no lograron conocer el grado de confianza, el punto extremo al que podrían conducir a sus militantes sin provocar irreparables fricciones ο rupturas; en tanto que éstos, aun privados de toda capacidad de iniciativa y obedientes en ultimo extremo a las consignas emanadas desde las alturas, nunca acabaron por sintonizar por completo con sus lideres”. Cuenca, 1996, p. 820.

(5) Con la aprobación de la constitución en 1931, se estableció una importante línea divisoria entre Iglesia y República. «En España la Iglesia perdió, o estaba a punto de perder, los privilegios que la habían sostenido durante la Restauración y la dictadura. Por consiguiente, se encontró ante una crisis económica de graves proporciones y permaneció sujeta a controles regalistas en ciertos campos de actividad». Callahan, 2007, p. 231.

(6) Vidal i Barraquer fue liberado gracias a que Lluís Companys, presidente de la Generalitat, envió una carta a la prisión de Montblanc. Barraquer se encontraba retenido allí y a punto de ser ejecutado. Gracias a dicha carta se le permitiría abandonar la prisión y posteriormente saldría hacia tierras italianas. La Generalitat facilitó numerosos pasaportes y salvoconductos para que diversas personas pudieran abandonar la península ante el conflicto armado. Raguer indica que el consulado italiano también ayudó. Raguer, 2001, p. 264.

(7) Raguer recoge en su obra un escrito enviado por Vidal i Barraquer al cardenal Pacelli, secretario de estado de la Santa Sede en aquel momento: “Los extremistas de la derecha, unos por temperamento, otros con finalidades políticas que anteponen a todo, y algunos por falta de visión, creen que, contando con un buen número de diputados, pueden enseguida ser abolidas, por una especia de golpe de estado o apelando a la violencia, todas las leyes que les contrarían, y aún la misma constitución” . Raguer, 2001, p. 60.

(8) El Vaticano desde el inicio de la guerra se mostró muy cauto y nunca se pronunció a favor de ninguno de los dos bandos. Ejemplo que no siguió la alta jerarquía eclesiástica española, quienes si se posicionaron. Desde el Vaticano se percibía con mucho recelo los movimientos totalitarios, pues la Iglesia alemana había tenido muchos problemas con Hitler.

(9) Hay dos teorías en cuanto al nacimiento de la carta. La primera de ellas afirma que la carta colectiva ya estaba en marcha antes de que Isidre Gomà, cardenal Primado de España, recibiese el encargo de Franco. Esto sería el 10 de mayo de 1937, cuando Franco instó a Gomà a redactar un documento para ganarse la simpatía de los cristianos fuera del país. Por este motivo el mensaje original mutó e incorporó tintes propagandísticos para satisfacer al futuro dictador. Aisa, 1981, p. 349.

La otra teoría sostiene que no había ninguna intención de redactar dicho documento antes del encargo de Franco. Raguer, 2001, p. 152.

(10) Bolado sintetiza el contenido diferencial de la carta en 3 afirmaciones. Como Bolado explica, los“aspectos diferenciales del discurso son lo que la Carta Colectiva omite, añade o modifica respecto al discurso que la Iglesia de España venía haciendo desde el principio.”

1a. En España no sólo hay, lamentablemente, guerra. La tenía que haber. Y debe ser llevada hasta el fin, en bien de España y de todos.

2a. La guerra es un «plebiscito armado». Pero sólo el triunfo del bando nacional («del movimiento nacional») puede traer la justicia y la paz.

3a. La iglesia no se encuentra arbitrariamente en el «bando nacional». Previamente a la guerra, fue aventada de la convivencia con el otro por una legalidad «persecutoria» y antidemocrática; llevada a la práctica, además,«ilegítimamente»; y ya en la guerra, el bando «rojo» intentó raerla de España con inhumanidad y crueldad inconcebibles. Su toma de partido por el «bando nacional» es, una garantía de que éste no degenerará hacia la autocracia. Bolado, 1996, p.160.

(11) En dicha reunión se alcanzaron una serie de puntos en los que tanto gobierno como Iglesia convergían.

El primero de ellos reconocía la personalidad jurídica de la Iglesia en su estructura jerárquica, régimen propio, libre ejercicio del culto, y en la propiedad y usos de sus bienes.

El segundo punto preveía un convenio entre República y Santa Sede en forma de concordato.

El tercero garantizaba el respeto a todas las Congregaciones religiosas en su constitución, régimen y bienes.

El cuarto reconocía la libertad de enseñanza, sometida siempre a la inspección del Estado.

El quinto hacia referencia al presupuesto del culto y clero. Aseguraba los derechos adquiridos por el personal eclesiástico, pero las partidas se amortizarían a medida que las vacantes se fueran produciendo.

(12) Callahan remarca que desde principios del siglo XIX vemos a una iglesia en plena lucha para adaptarse a las nuevas condiciones que imperaban en el país. Básicamente hace referencia al liberalismo en la política. También remarca que algunos clérigos y laicos sentían que las cosas no se estaban haciendo bien ya que la Iglesia no era capaz de encontrar nuevos mecanismos para abordar este nuevo panorama. Prosigue diciendo que los intentos de organizar a los obreros y peones industriales en grupos sindicales o círculos no dio buenos resultados. En parte por que  que la Iglesia utilizaba estos grupos, para identificar e intentar que no prosperasen corrientes de pensamiento no convenientes para ella. Callahan, 2007, p. 269-270.

(13) Encontramos el siguiente fragmento en un texto de unos colaboradores de Barraquer: «La falta de religiosidad ilustrada entre las élites, el alejamiento de las multitudes, la ausencia de una verdadera estructura de instituciones militantes, la escasa influencia de la mentalidad cristiana en la vida pública, eran signos que no permitían abrigar una confianza firme».

Incluso Gomà en otro escrito parece coincidir con ellos: «Hemos trabajado poco, tarde y mal…» Raguer, 2001, p. 56-57.

(14) La colecta sería considerada separatista por Franco por que Vidal i Barraquer pediría ayuda a otros países, sin consultar a nadie, para destinar ese dinero únicamente a su diócesis. Lo que no se explica es que antes de las colectas, Barraquer ya intentó crear un fondo común entre todas las diócesis a nivel nacional. Pero este plan no fue aprobado. Barraquer se quejaba de que las diócesis más ricas eran las que menos aportaban.

(15) Raguer indica que para el gobierno de Burgos el objetivo de la colecta de Gomà era distinto del original. Él pretendía utilizar los fondos recaudados para adquirir suministros militares. Por otra parte quería utilizarlo para denunciar el trato que había dado el bando republicano a la Iglesia. Raguer, 2001, p. 112.

(16) Como hemos visto a lo largo del artículo Barraquer no era partidario de mezclar política e Iglesia. Tal vez fue uno de los pocos que entendió que en manos de Franco, la fe cristiana era un instrumento y no un fin. Por eso se negó a ver a la Iglesia utilizada como una marioneta por parte de los sublevados.

(17) La Iglesia era percibida como una herramienta de poder y control de la Restauración borbónica. En la zona republicana se enmarcaba a los que la componían en una clase superior. Por eso el anticlericalismo podemos enmarcarlo en una lucha de clases.


Bibliografía

  • Álvarez Bolado, A., 1996, Para ganar la guerra, para ganar la paz: Iglesia y guerra civil (1936-1939), Universidad Pontificia Comillas, Madrid.
  • Callahan, W. J., 2007, La iglesia católica en España, Crítica, Barcelona.
  • Cuenca Toribio, J. M., 1996, Pio XI y el episcopado español, Publications de l’École française de Rome, núm 223, pp. 811 – 824.
  • Raguer Suñer, H., 2001, La pólvora y el incienso: La Iglesia y la Guerra civil española (1936 – 1939), Atalaya, Barcelona.
  • Rodríguez Aisa, Mª. L., 1981, El cardenal Gomà y la Guerra de España: Aspectos de la gestión pública del primado 1936 – 1939, Consejo Superior de Investigaciones Cientificas, Madrid.
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Daniel Donate Montero
Graduado en Historia por la Universidad de Barcelona.

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