El señor de los hippies, ¿un hobbit? La obra de Tolkien y el movimiento hippie

Drogas, sexo, rock ‘n’ roll, una guerra (Vietnam), Nixon presidente y un movimiento feminista incipiente, caracterizan los años 60 y 70 de EE.UU. (1). En medio de todo ello, se encuentra un hobbit (2): Frodo. Éste, tiene una única misión: destruir el Anillo Único en el Monte del Destino (3). Lo que nadie le había dicho a Frodo, ni tampoco a J.R.R. Tolkien (4), su creador, es que iba a convertirse en todo un símbolo. Y ¿símbolo de qué? Pues de uno de los grandes movimientos contraculturales (5) de la segunda mitad del siglo XX: el movimiento hippie. Lo mismo ocurre con tantos otros personajes de la trilogía El Señor de los Anillos (6) y que moran en la Tierra Media (7).

“Los artistas mienten para decir la verdad”

J. R. R. Tolkien está claro que compartiría la idea de V (8) de que:

«los artistas mienten para decir la verdad, mientras los políticos mienten para ocultarla».

No hay más que leer su obra para darse cuenta de ello. Pese al componente fantástico e imaginario que destilan sus libros, y que para muchos críticos de la obra es sinónimo de mentira, Tolkien supo transmitir auténticas verdades (9). Por ejemplo, experiencias que lo marcaron durante la Primera Guerra Mundial (10). Y también, su sentir religioso, a través de la creación de toda una mitología. Ésta, posee elementos que recuerdan a las mitologías del norte europeo. Gracias a ello, el autor nos brinda una visión muy particular de la época que le tocó vivir.

Los mitos y las verdades trascendentales

Está claro, entonces, que para entender sus libros hay que tener en cuenta el Romanticismo europeo (11). Y a autores como Goethe, Schiller o Byron (12). Ellos se sentían, al igual que Tolkien en su momento, atraídos por los poemas del ciclo irlando-escocés de Ossian (13). O por el Beowulf anglosajón (14). Sin olvidarse tampoco de Wagner y su tetralogía El anillo de los nibelungos (15). Pero también se debe tener en cuenta el momento en el que surge la propia obra de Tolkien. Un momento en el que el mundo está dominado por la automatización (16) y el neo-racionalismo (17).

Quizás en todo ello radique la genialidad y el gran éxito que cosechó su obra en plena efervescencia hippie. Bueno, eso y ciertos problemas que hubo en EE.UU. sobre los derechos de autor. Lo que permitió “piratear” la obra de Tolkien. Y fue vendida a muy bajo precio (18). Claro, esto motivó su compra. Fuera como fuese, es indudable que las novelas logran involucrar al lector en la narración. Y lo hacen a través de la reflexión que se da sobre diversas verdades trascendentes y atemporales. Por ejemplo, el Poder y la Corrupción, la lucha entre el Bien y el Mal o la importancia de la amistad y la lealtad (19).

Melancolía por el fin de una época

Es una obra en la cual, el mal se encuentra encerrado en el Anillo Único. Y sólo puede ser derrotado por la solidaridad. Con esta premisa, el autor transmite el principio del fin de una época estable y tranquila, debido al estallido de una Segunda Guerra Mundial. Y lo expresa a través de un mundo lleno de misticismo y simbologías. Éstas, marcan el desarrollo histórico tanto de los libros, a través de sus diferentes edades, como de la realidad vivida por el autor.

La nostalgia y la melancolía de lo que no se puede recuperar, impregna el desarrollo global de la saga, con un sello imborrable. El mundo que Tolkien conocía no volverá jamás. Ante ello recupera, en pleno siglo XX, los mitos. Trata así una realidad que le resulta intolerable. De esta forma, convierte su saga en expresión global de una realidad que examina y juzga. Y lo hace a través de un mundo ficticio.

Cuando el movimiento hippie conoce a Tolkien

Por lo tanto, no es de extrañar que la saga fuese acaparada por determinados movimientos socio-políticos. Sobre todo, cabe destacar el movimiento hippie. Los valores por los que Tolkien aboga en su obra, serán los mismos ideales que el movimiento hippie defenderá en su momento. Así, el movimiento hippie hizo suya la trilogía de Tolkien. Ya no sólo porque planteaba una huida, a parte de las drogas, de una realidad insufrible. Sino que se hacen eco de los diversos temas tratados en la saga de Tolkien.

Bien es cierto que uno de los temas de sus novelas, el cultivo de drogas, puede haber servido como uno de los ganchos iniciales para la generación Boomer (20). Recordemos el gusto de Gandalf por las hierbas de la Comarca. Y también que, en el prólogo del primer libro, La Comunidad del anillo, Tolkien nos brinda una buena descripción sobre el gusto de los hobbits por la hierba de pipa (21).

Bárbol y el Flower Power

Donde unos, a simple vista, solo observan orcos, magos y un Señor Oscuro; otros ven la lucha entre el Bien y el Mal. Así, ven en la lucha entre Saruman (22) y los Ents (23), una lucha entre la Revolución industrial y la naturaleza (24). Saruman, ha convertido a Isengard (25) en una fábrica de uruk hai (26). Y los Ents, liderados por Bárbol, lucharán contra el mago para evitar que destruya su bosque, Fangorn (27) (28).

El autor contrapone:

«a la dulzura, simplicidad y amor por la naturaleza de los hobbits y los elfos, la industria contaminante de los orcos. La tala de árboles. El humo que emponzoña los cielos antes azules» (29).

Es decir, la defensa por la naturaleza que también enarbolará el movimiento hippie en su ideario. No en vano, el movimiento hippie utilizaba las flores para mostrar su inconformismo con la guerra. Y para defender la paz. Esto no es otra cosa que el movimiento conocido como Flower Power. En los libros, se carga contra la guerra y defienden la paz a través de una amistad. Sí, la representada por la férrea unión entre Frodo y Sam (30). Los dos hobbits que luchan hasta su último aliento por llegar a Mordor (31). Aquella tierra inhóspita y llena de peligros, donde sólo se tienen el uno al otro. Una clara referencia a los jóvenes soldados de la Segunda Guerra Mundial; que se hallaban atrapados en las malditas trincheras, en el frente occidental, rodeados de muerte y destrucción.

Gandalf, un mago presidente

Por lo tanto, no es raro hablar de que eslóganes como «¡Frodo vive!» o «Gandalf Presidente» (32), estuviesen entre los más populares en los años 60 y 70. De esta manera, los personajes de Tolkien se convierten en iconos del movimiento hippie

.«Tolkien y su obra fueron para este grupo la ocasión de una corriente de «empatía» que les hizo adoptar como propia la imagen de Frodo, ser libre y triunfador sobre la opresión» (33).

Ficción y realidad de la mano

Movimiento y libro se retroalimentaron. El libro les dio a los hippies una forma de fugarse de la realidad. Así como iconos. Y ellos, a cambio, lo encumbraron. Haciendo de la trilogía una de las sagas más vendidas y con mayor éxito de todos los tiempos.

Tenemos un mundo mágico, que también es real. Y, una vez más, el pasado es “tímidamente” representado en lo presente. Para intentar explicarlo, juzgarlo y reflexionar sobre el mismo. Rompiendo así tanto el concepto de espacio como de tiempo. El Señor de los Anillos, es un ejemplo, al igual que Harry Potter, a finales de los años noventa, de un fenómeno de la cultura popular con un gran atractivo para las masas. Y supo crear un universo equilibrado y detallado al milímetro (34). De hecho, a día de hoy, sigue siendo todo un referente. Tolkien ha creado un mundo atemporal con tal cantidad de matices que, sin duda, en este artículo sólo se ha arañado la superficie.

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