Desde tiempos remotos Madrid contaba con un sin fin de parroquias y conventos, construidas desde la orilla del Manzanares (1). Algunos de éstos ya desaparecidos en el reinado de Pepe Botella (2), la invasión francesa y las desamortizaciones (3).
La fuerte conexión entre la Iglesia y la monarquía a comienzos del siglo XX trajo un sentimiento anticlerical.
Con el inicio de la II República (4) se aprobó la libertad de cultos y la libertad de enseñanza religiosa, que la Iglesia nunca acató. En respuesta, se quemaron mas de una decena de edificios religiosos. En Madrid, fueron producto de una minoría. Después de lo sucedido el Gobierno frenó estos ataques, liberó a sacerdotes y se evitó el asesinato de los mismos y de militares (5).
Con la llegada de la Guerra Civil (6), las protestas se sucedieron y poco podía hacer el Gobierno para contener estos actos. Lo dijo el presidente Manuel Azaña en las Cortes: «España ha dejado de ser católica«; y la frase fue el preludio de todo lo que vino después…
Más se perdió en la Guerra… iglesias quemadas
Por suerte, solo durante los primeros meses del conflicto las iglesias y conventos fueron atacados hasta por los vecinos. Iglesias quemadas y plazas que fueron escenario de hogueras de las imágenes saqueadas. Se apresó y asesinó a muchos religiosos; éstos estaban contra el sector radical de las clases medias y el conjunto del movimiento obrero.
Indiscriminadamente, del cielo llovieron bombas que destruyeron la plaza de Cibeles y el Museo del Prado, entre otros bienes del Patrimonio Cultural de Madrid (7). España se convertía en campo de pruebas de la Segunda Guerra Mundial para las potencias fascistas, Italia y Alemania. Mientras los aviones italianos se ensañaban con las ciudades alejadas del frente, los alemanes se ocupaban de las cercanas a primera línea, particularmente de Madrid.
Haciendo un breve recuento, 150 iglesias quemadas, un total de 1.850 edificios demolidos y 4.850 dañados (7). Lamentable…
¡Booomba!
Efectivamente, una bomba acabó con la parroquia de San Sebastián, de la calle Atocha, construida en 1541, que terminó siendo otra de las iglesias quemadas. Y eso que ya a comienzos de la Guerra Civil, había sido saqueada e incendiada por milicias incontroladas. Ésta acabó sin retablos, imágenes y pinturas de gran valor, entre otros enseres. Cierto es, que no todo desapareció, algunos objetos de interés fueron guardados en la casa parroquial.
Pero a peor podía ir la cosa; en el mes de noviembre del mismo año, el templo fue destruido a consecuencia de uno de los muchos bombardeos. La explosión escombró completamente las naves, las bóvedas y casi todas las capillas.
Al finalizar la contienda, comenzó la reconstrucción de dicha iglesia (8), y los trabajos fueron muy costosos. Aunque se pusieron manos a la obra, porque «no hay daño que no tenga apaño»… ni las iglesias quemadas…
¡A la hoguera con ellas!
La misma mala suerte corrió la antiquísima parroquia de San Andrés, en el famoso barrio de la Latina, donde una de sus capillas, la de San Isidro, albergaba las reliquias del santo desde época de Felipe IV (9).
La restauraciones anteriores a la Guerra poco duraron, ya que fue incendiada por un tumulto de gente descontrolada y el fuego se propagó rápidamente. Si a eso le sumamos los impactos de artillería y la explosión de bombas de aviación, pueden imaginarse el aspecto desolador de tal escenario: restos calcinados, bóvedas hundidas, cascotes, etc.
Años después volvería a ser restaurada con la ayuda de fotografías tomadas en décadas anteriores (10).
Otro ejemplo de iglesias quemadas, la iglesia de las Escuelas Pías de San Fernando, que quedó en tan mal estado que nunca se recuperó como iglesia. Actualmente es una biblioteca en el barrio de Lavapiés. Fue bendecida a finales del siglo XVIII y contaba con una rica decoración interior, pero construida en ladrillo revocado con cal por falta de recursos, algo típico en la capital.
¿Que fue lo que le ocurrió? Pues en el verano de 1936, un tumulto de gente habían asaltado varias iglesias del barrio y no la pasaron por alto. ¡Los padres escolapios huyeron vestidos de paisano! El incendio tomó cuerpo destruyendo cuadros, ropas y joyas (11). La solidez del edificio impidió que se destruyera por completo, afortunadamente. Tras el fracaso anterior, se produjo un nuevo asalto con latas de gasolina y pilas de madera en el centro de la iglesia, que provocó uno de los incendios más aparatosos de Madrid en esos días. Se recuperaron algunas imágenes mutiladas, joyas y ornamentos para misa.
Salvar lo insalvable
Como podéis ver, la Guerra afectó gravemente al patrimonio artístico, arqueológico e histórico, sobre todo en los primeros momentos.
La preocupación por estas acciones y sus efectos creó organismos para salvar este patrimonio. La idea era la de proteger las obras de arte existentes en los edificios incautados (12). La destrucción y los esfuerzos de salvaguarda de bienes culturales fueron empleados como argumento recurrente en las campañas políticas, por uno y otro bando, para ganarse la opinión pública.
No era cosa fácil la protección de estos bienes cuando, además, en 1936 no existía un catálogo de obras de arte, y los fondos del presupuesto eran escasos para levantar tanta ruina.
El fin de la Guerra comenzaría preparando toda la información para recuperar los monumentos y los impredecibles gastos que supondría.
Los desastres de la guerra
Las fuentes hablan de un Madrid compuesto por numerosas parroquias y conventos patrocinados mayormente por la Corte. El paso de los siglos hizo desaparecer algunos de ellos y en la Guerra se cebaron con otros muchos. Las plazas públicas eran auténticos infiernos de fuego alimentados por las imágenes que antes decoraban estas iglesias y los numerosos objetos religiosos reducidos a cenizas. Dantesco…
Con el fin de la guerra comenzó un proceso de restauraciones (13). Sin lugar a dudas, los daños eran incalculables en número y en dinero (14). Las medidas de prevención adoptadas fueron de interés y sirvieron como modelo para la Segunda Guerra Mundial.
Sea como fuere, la Guerra Civil ocasionó daños irreparables humanos y de un patrimonio muchas veces irrecuperable. Nuestra contienda fue la lucha entre dos bandos, y si bien los dos tuvieron culpables e inocentes, también los dos trabajaron por el bien del patrimonio y la recuperación al acabar el conflicto. Así, podemos considerar que salvar el arte fue el vínculo de las «dos Españas». Al menos, en este aspecto llegaron a entenderse…
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¿Una foto de Notre Dame?
Cierto, hemos optado por seleccionar otra imagen. Gracias por su opinión.
Muy buen trabajo,he leído cosas que no sabía,como que fuimos capaces de unirnos por y para España.Gracias por tu excelente trabajo y la manera en como lo cuentas , pues se hace más ameno y comprensible