Todo el mundo siente auténtico terror cuando tiene que ir a visitar al dentista. La “fama” de los dentistas es universal. Pero, en este artículo, vamos a sacar su figura del barro. ¿Sabías que un dentista francés, Laurent Mourguet, inventó el teatro de marionetas? Sí, el guiñol o guignol. Vamos a ver porqué y cómo lo hizo.
Fin del siglo XVIII: cambios para Francia y para el mundo
A finales del siglo XVIII Francia andaba revuelta. La Revolución francesa acababa de estallar. Aquel conflicto abocaría al mundo occidental a un cambio de era. Dejábamos atrás la Edad Moderna y la Edad Contemporánea asomaba la cabeza. El país galo, se convirtió en el protagonista de uno de los hitos más relevantes de la Historia mundial (1).
Así, mientras el Antiguo Régimen caía, la nobleza y el clero perdían sus privilegios, y a veces la cabeza, los grandes ilustrados abanderaban una nueva forma de organizar la sociedad. Pero la gente de la calle seguía escribiendo sus páginas con letra pequeña. Para campesinos y obreros, la mayor preocupación seguía siendo el cómo llenar la panza. Ese desasosiego, muchas veces iba acompañado de un dolor insoportable en la boca. Y es que las caries eran habituales debido a la falta de higiene. Y agujereaban las muelas hasta llegar al nervio (2).
La medicina en la Edad Moderna, ¿un desastre?
La medicina de la Edad Moderna, podríamos decir que se desarrolló a dos marchas diferentes. Por un lado, para la gran mayoría de la gente, las prácticas medievales todavía estaban vigentes. Aún se catalogaban enfermedades, como la diabetes, en función del sabor más o menos dulce de la orina. O plagas, como la viruela, campaban a sus anchas por los campos y ciudades de Europa. Por otro lado, en las altas esferas, los avances científicos estaban a punto de inaugurar una época más eficaz para la medicina (3).
Las «dos corrientes» no se entrelazaron hasta bien entrado el siglo XVIII. Y fue con la extensión y reforma de los hospitales como centros de curación al alcance de todos. Así, todos los conocimientos adquiridos por la medicina se pusieron al servicio del total de la población, no sólo al alcance de los más ricos (4).
Los barberos-dentistas
En la Edad Media, los clérigos eran los encargados de la mayoría de las operaciones quirúrgicas. No, no estáis alucinando. Lo eran porque pertenecían a la clase más ilustrada, que sabía leer y escribir. Y, ni cortos ni perezosos, tomaron como asistentes a los más capacitados… ¡Los barberos! Éstos, ya practicaban con regularidad la extracción de dientes.
Pero dos concilios, a principios del siglo XII (5), prohibieron el ejercicio de la medicina y las operaciones quirúrgicas a los monjes y sacerdotes. Porque se consideró que sacar sangre del cuerpo humano era un sacrilegio para los ministros de Dios. Es así como estas funciones recayeron sobre los barberos.
A falta de calmantes y antibióticos, cuando el pinchazo dental aparecía, no había otra que arrancar de cuajo la pieza afectada. El oficio de «dentista» fue producto de una disputa constante entre los cirujanos y los barberos. Por un lado, se postulaban los cirujanos: hombres de estudios que cobraban más. Y por otro lado, los barberos, cuya cantidad de trabajo era mucho mayor debido a la diversidad de servicios que ofrecían.
Más adelante, ya entrados en época Moderna, aparecieron un sinfín de charlatanes y pseudo-médicos, que también llevaban a cabo el trabajo de los dentistas (6). Laurent Mourguet figuraba entre estos últimos. Afincado en Lyon, Laurent Mourguet se hizo popular por extirpar dientes y muelas a sus vecinos sin coste alguno. A cambio de esta buena obra, ganaba clientes a los que vender sus ungüentos y pócimas (7).
Laurent Mourguet el “espabilado”
Laurent Mourguet se las tenía que apañar con el instrumental y los escasos medios de la época, para realizar las extracciones. Aún quedaban unas cuantas décadas para que la cocaína y otros opiáceos se popularizasen en Europa como anestésicos locales. Así que a sus pacientes no les quedaba más remedio que apretar los puños y aguantar el dolor como buenamente pudieran (8). La situación no solo era angustiosa para los clientes. También debía serlo para el pseudodentista. Tanto para que buscase una forma de reducir su sufrimiento.
Laurent Mourguet, pensó que distraer a los pacientes antes de la intervención podría hacer que ésta, aunque no menos dolorosa, fuese más llevadera. Así es como se le ocurrió al “doctor” Mourguet montar una especie de teatrillo. Usaba unos cuántos títeres, que se cogían por la parte inferior, como si fueran guantes. Y montaba el show en la habitación que servía de sala de espera. ¡Et voilà!, ya tenemos en marcha el primer teatro de marionetas (9). Laurent Mourguet vio como su consulta se llenaba de gente, pero, para su sorpresa, muchos de los presentes no necesitaban sus servicios, si no que iban exclusivamente a ver las marionetas.
El primer teatro de marionetas
Tras el éxito alcanzado por su teatro, Laurent Mourguet decidió convertirlo en una auténtica atracción. Sus personajes fueron cada vez más famosos. Uno de los personajes fijos de estas representaciones, era Guignol. Se trataba de un humilde joven, cuyas correrías hacían vibrar a los asistentes. El protagonista de las obras de Laurent Mourguet, daría nombre al género que había inventado casi sin querer: el guignol o guiñol. Al protagonista, solía acompañarle su mujer Madelon y su amigo Gnafron. Aun así, más de 200 años después de su creación, todavía no hay consenso sobre cuál de los tres personajes fue el primero ideado por el dentista (10).
Tampoco se tiene muy claro de dónde provienen esos nombres. Sobre todo el de Guignol. Algunas teorías, aseguran que el personaje está inspirado en un vecino que residía en Lyon por esas fechas. Otros creen que fue tras la muerte del inventor cuando sus hijos decidieron bautizar a los muñecos (11).
Lyon: capital mundial del guignol
Tras la desaparición de su creador, los ciudadanos de Lyon pudieron seguir disfrutando del espectáculo de los títeres. La tradición del guignol se mantuvo en Lyon gracias a los herederos de Mourguet. Sus hijos decidieron seguir con el espectáculo que había creado su padre y que tanto éxito había cosechado entre la gente. Fueron ellos también los encargados de extender la fama del teatro de marionetas. Y ayudaron a la creación de compañías de espectáculo, que llevaron el teatro de marionetas por todo el país y, más tarde, a toda Europa (12).
Hoy, la ciudad sigue haciendo gala de ser la cuna del guignol, a través de instituciones como Le Petit Musée Fantastique de Guignol, dedicado íntegramente a estas marionetas tipo guante, con las que un sacamuelas del siglo XVIII se propuso hacer más soportable el trago a sus pacientes.
Laurent Mourguet: ¿precursor de la medicina moderna?
Laurent Mourguet no pasará a la historia por ser un dentista de renombre. Pero sí que contribuyó a la mejora de las condiciones de vida de la humanidad. Legó a sus sucesores una nueva forma de entretenimiento y dotó a la medicina de una mayor empatía hacia sus pacientes. Todavía hoy en día, sobretodo en hospitales infantiles, se organizan obras de teatro o actuaciones de payasos para entretener a los enfermos. Estas actividades, han demostrado ser de gran ayuda para la recuperación de los hospitalizados. Así pues, Laurent Mourguet fue un auténtico precursor de la medicina moderna, a parte de dar una nueva vía de expresión a la cultura popular (13).
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