A principios del siglo XX, bajo el reinado de Alfonso XIII, se potenció e impulsó el principal motor de la España actual: el turismo. Sí, hoy somos un referente en turismo en España es gracias en parte a Alfonso XIII y, especialmente, a Benigno de la Vega Inclán. El tío era un visionario y sabía el potencial que tenía España, aunque nadie daba un duro por nuestro país. Desde fuera nos veían como un país atrasado, con pocas infraestructuras y peligroso para el turista. Si Benigno viera ahora nuestras costas estaría orgulloso de su legado… ¿o no?
El turismo llega a las instituciones
Con el gobierno de José Canalejas (1) se creó la Comisaría Regia de Turismo y Cultura Popular (2). Se encomendó su dirección a Benigno de la Vega-Inclán y Flaquer, II marqués de la Vega-Inclán.
La elección del marqués como director de la Comisaría no fue al azar; Vega-Inclán tenía mucho mundo recorrido y una vasta experiencia que le hacían la persona idónea para el cargo. Formado como militar (3), dejó el ejército para recorrer el mundo y educarse en arte y política, además de hacer sus pinitos como gestor cultural y escritor. Y si todo esto no era suficiente; este «iluminado» del turismo era además arqueólogo, anticuario, restaurador, mecenas, diplomático y alguna cosa que otra más en sus ratos libres, que no debían ser muchos.
Pero, ante todo, el marqués fue un gran adalid del patrimonio español. Dedicó buena parte de su carrera política a recuperar y restaurar algunos de los espacios más importantes que tenemos actualmente. Junto con Alfonso XIII, fueron los grandes visionarios que vieron el potencial que podía tener el país.
Convencido regeneracionista, se rodeó de la flor y nata intelectual y artística de la época: Sorolla, Gregorio Marañón o Bartolomé Cossío (4), y estuvo muy ligado a la Generación del 98 (5) y la Institución Libre de Enseñanza (6). De esos vínculos no podía salir nada malo.
Los grandes hits del marqués de la Vega Inclán
Uno de sus primeros proyectos, totalmente innovador, fue la restauración de la Casa de El Greco, en Toledo; hoy el Museo del Greco (7). De forma autofinanciada, el marqués compró unos terrenos en los que se creía que había vivido El Greco durante su etapa toledana (8) e hizo una reconstrucción del ambiente histórico del siglo XVI. De hecho, podemos definir la Casa Museo del Greco como “el primer negocio turístico-cultural privado de la España moderna” (9).
Otra de sus intervenciones fue la creación de la Casa de Cervantes de Valladolid (10), con un modus operandi similar a la del Greco. El Marqués, junto a Alfonso XIII y Huntington (11), compraron una serie de casas donde se documentó la presencia de Cervantes (12) coincidiendo con la publicación de la primera parte de El Quijote.
Pero su proyecto más personal sería el Museo del Romanticismo, en Madrid. Inaugurado con su colección propia en la que cabían pinturas, mobiliario y artes decorativas en un edificio del siglo XVIII. Es uno de los museos más originales y bien merece una visita si lo que pretendes es hacer un viaje al siglo XIX y ver la recreación de una casa burguesa. Entre otras muchas obras, podemos ver una de especial relevancia y es el váter de Fernando VII. Su verdadero trono.
El origen de los Paradores Nacionales: un legado muy vivo
Si hay algo que a todos nos suena y de los que quizá, habéis hecho uso de ellos, son los Paradores Nacionales. Pues sí, también fueron obra de nuestro marqués de la Vega Inclán.
Alfonso XIII tenía en mente crear una estructura hotelera seria que diera acogida a viajeros internacionales y, de este modo, ir limpiando poco a poco la imagen que tenían de España en el extranjero. Para el resto de Europa, España se resumía en toros, bandoleros, Iglesia y flamenco. Olé.
El proyecto se lo encargó a Vega-Inclán y ambos eligieron como punto de partida de este ambicioso proyecto el entorno de la Sierra de Gredos, siguiéndole poco a poco el de Mérida, Úbeda y Oropesa.
En poco tiempo se creó una extensa red de Paradores, concebidos como hoteles de lujo en edificios de especial relevancia por su historia, antigüedad o arquitectura. Estamos hablando de una cadena hotelera con un envidiable patrimonio histórico-artístico, tanto por sus edificios como por las obras de arte que albergan (mobiliario, restos arqueológicos, arte contemporáneo, etc).
Precisamente por tratarse de edificios de especial relevancia y de un pasado histórico nada desdeñable, podéis imaginar todas las leyendas que hay en torno a ellos.
Por ejemplo, resulta sorprendente saber que el parador Hostal San Marcos, en León, fuera un hospital de peregrinos en el siglo XVI y actuara como prisión para Francisco de Quevedo durante cuatro años, por orden del conde duque de Olivares. O si nos vamos a Sigüenza, su castillo medieval del siglo XII, también convertido en Parador, fue escenario de reuniones entre una veintena de políticos, entre ellos Alfonso Guerra, que redactaron una propuesta constitucional para nuestra actual Carta Magna. Parece ser que no les molestó mucho el fantasma de doña Blanca, el que se dice que habita entre las paredes de esta fortaleza.
Y recordad que si vais al Parador Duques de Cardona, ubicado sobre el castillo medieval construido por Wilfredo el Velloso en el año 885, no debéis pedir la habitación 712, de hecho no os la darán salvo petición expresa. En esta habitación se oyen los lamentos de Adalés, hija del vizconde Raimon Folch, condenada a vivir encerrada en la Torre Minyona por haberse enamorado de un musulmán (13).
Sin duda, podemos afirmar que el marqués de la Vega Inclán ha sido uno de los personajes más revolucionarios en el plano de la museología; renovó las bases del concepto de museo e introdujo nuevas formas de acercar la cultura al público, desconocidas hasta entonces en España. El marqués de la Vega Inclán creó espacios vivos, escenarios recreados que permitían tener una experiencia más profunda. No se limitaba a exponer cuadros y obras en un espacio anodino, sino que las situaba dentro de un contexto figurado que permitía una mayor inmersión cultural.
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