Las elecciones de 1982 fueron un terremoto total. Cuando España solo llevaba en democracia cinco años, llenos de sobresaltos, llegaron esas elecciones de 1982 para hacer una “volea” a todo el sistema político.
¿Qué había pasado?
Vamos a ponernos en precedentes: antes había habido dos elecciones generales, en 1977 y 1979. Ambas fueron ganadas por Unión de Centro Democrático (UCD), formación de centroderecha que agrupaba a gente muy distinta, desde conservadores y democristianos a liberales y socialdemócratas. UCD ganó, pero con mayoría simple en ambas elecciones (1).
En segundo lugar había quedado el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), un partido histórico que había renovado todo su equipo en 1974, pasando a ser su secretario general un joven Felipe González. Muy por detrás estaban el Partido Comunista de España (PCE), comandado por el ya histórico Santiago Carrillo; y Alianza Popular (AP), un partido de derechas creado por varios antiguos cargos del Régimen franquista encabezados por el exministro Manuel Fraga.
La primera legislatura (1979-1982) fue tremendamente movidita. El consenso que se había conseguido entre 1977 y 1979 para redactar una nueva constitución se evaporó y la oposición fue a saco a por el Gobierno. Y lo peor, UCD comenzó a desmoronarse desde dentro debido a las diferencias políticas y personales que había en su interior. En resumidas cuentas, no se soportaban.
Calvo-Sotelo presidente y UCD como un aguardiente
Así, el presidente Suárez decidió dimitir (ahí lo lleváis, debió pensar). Tras un golpe de Estado entre medias (23-F), fue elegido Leopoldo Calvo-Sotelo como nuevo presidente. Este señor, desconocido hoy por mucha gente, pudo aguantar casi dos años más hasta que, harto de su propio partido y de sus peleas internas, adelantó las elecciones.
En ese tiempo, el PSOE se había presentado como un partido fiable, con un candidato que era el prototipo de buen yerno y que garantizaba el cambio de una vez. Así llegamos a la campaña electoral y a las mismas elecciones de 1982.
Las opciones de UCD según las encuestas eran casi nulas. Por ello, es curiosa la anécdota que vivió Calvo-Sotelo con el presidente de Italia en la final del Mundial de fútbol que se celebró en España ese año. La conversación tuvo que ser algo así (2):
Las elecciones de 1982. Una intensa campaña…
El proceso de formación de candidaturas fue, como mínimo, polémico. AP intentó que UCD fuese con ella en coalición, sin conseguirlo. O, mejor dicho, con lo que quedaba de UCD porque sus sectores democristiano y socialdemócrata habían “huido” ya con AP y PSOE respectivamente. Por otro lado, Suárez y sus apoyos crearon un nuevo partido: Centro Democrático y Social (CDS).
En el campo de la izquierda no hubo tantos movimientos ya que los comunistas se presentaron en solitario, aunque temiendo el auge que las encuestas daban al PSOE.
Felipe González y el PSOE llegaban a la campaña así, con el viento de cola y con los deberes hechos. Los adversarios de González dentro del partido habían sido laminados e incluso se había salido con la suya y había logrado extirpar la consideración marxista al partido, abrazando la socialdemocracia alemana (4). Los mismos socialistas alemanes habían visitado España dándole luz verde al PSOE como partido hermano.
El PSOE ya no era un partido solo para los obreros, sino un partido transversal que había logrado el voto de las clases medias urbanas. Incluso cuatro de cada diez de sus afiliados eran católicos practicantes.
… en la que nadie se leyó los programas
Y, ¿qué hay de los programas electorales? En 2018 casi nadie se los lee y en las elecciones de 1982 no era muy diferente. Aun así, había diferencias según los partidos: el PSOE presentó un programa resumido y de estética cuidada de 47 páginas, por las 189 de la coalición de AP con los ex democristianos de UCD (Partido Demócrata Popular). En cuanto a UCD, presentó un solemne tostón burocrático de 264 páginas (5).
Otro aspecto muy interesante de la campaña para elecciones de 1982 fue cuánto se gastó cada partido en la misma. Lo paradójico es que el partido que más se gastó fue UCD: 1.500 millones de pesetas. AP-PDP gastó 1.300 millones y el PSOE 1.129. Casi todo ese dinero se gastó en publicidad, mítines, etc. El poder (a veces destructivo) de las redes sociales todavía no existía.
Las estrategias maquiavélicas de cada partido
El PSOE sabía que iba a arrasar en las elecciones de 1982, la cuestión era por cuánto. Así, su campaña fue enfocada a eso: aplastar. Para ello, utilizó un lema rotundo: “Por el cambio”, que acompañaba a un Felipe González presente en todas partes, aunque siempre como la cara amable. El ácido quedaba reservado a Alfonso Guerra, número dos y responsable de machacar a los rivales políticos.
Los socialistas sobre todo atacaron a UCD y PCE, formaciones a las que podían arrebatar más votos acusándoles de estar entregados al gran capital y al leninismo respectivamente.
La derecha de AP-PDP dirigió su campaña por otros caminos. Sus lemas: “Es hora de soluciones” y “Es hora de Fraga”, vendían un producto todavía poco cocinado. Atacaron a los socialistas e ironizaron sobre el centro, al que pretendían birlar su existencia.
En cuanto a UCD, hizo una campaña penosa: su candidato, Landelino Lavilla, aparecía en los carteles con los brazos cruzados, en una campaña liosa y derrochadora. El PCE se centró en sobrevivir y hasta su lema parecía pedir a los votantes que le dejasen seguir “Para que nada se pare”. En lo que respecta al CDS, Suárez hizo una hiperactiva campaña, pero insuficiente.
Y se consuma la «volea»
Los resultados fueron rotundos: el PSOE no solo ganó, sino que arrasó y aplastó a sus rivales al lograr 202 escaños de un total de 350 (6). Es la mayoría absoluta más grande que ha habido en la Historia española desde 1977.
La coalición derechista logró derrumbar a UCD y se hizo con 107 escaños, a gran distancia del PSOE (más de 20 puntos porcentuales (7)). Sin embargo, fue un dato excelente para una AP que en 1979 solo había tenido diez escaños. UCD, como ya hemos dicho, quedó para el arrastre a la tumba: solo once diputados, 157 menos que tres años antes.
Los comunistas también se resquebrajaron: solo tuvieron cuatro escaños frente a los 23 de 1979. El CDS entró, pero muy discretamente puesto que solo consiguió dos diputados. En cuanto a la extrema derecha, en 1979 había logrado su primer y, hasta hoy, último diputado ya que en las elecciones de 1982 todo el voto conservador se centró en AP.
El PSOE se había convertido en el primer partido de España, atrayendo a la izquierda y al centro. AP sería la principal oposición, pero no llegaría al poder hasta mucho después, en 1996 y siendo ya Partido Popular. En cuanto al centro, el CDS recuperaría algo del rédito de UCD, pero por poco tiempo ante el auge del PP.
En las elecciones de 1982 se creó un esquema que perduraría en España hasta 2015 basado en lo que pomposamente se ha llamado “bipartidismo imperfecto” y que ahora podemos llamar “cuatripartidismo muy imperfecto”. El pastel es grande, donde comían dos, pueden comer cuatro.
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