La España del siglo XIX era famosa por muchas cosas, algunas de ellas nada agradables: guerras, bandolerismo… Sin embargo, en esta ocasión vamos a hablar sobre una serie de “hombres verdes”. No hablamos de marcianos, si no de hombres reclutados y organizados desde el Estado. Su objetivo, luchar contra algunos de los grandes problemas que sufría el territorio y sus habitantes por aquel entonces. Hablamos de la creación de la Guardia Civil española.
La situación de España era realmente dramática (1), se podría hablar mucho sobre ello, pero debemos centrarnos en algunos aspectos. A la llegada de la década de 1840 España sufría tres grandes males (entre otros) (2):
–Bandolerismo (los maleantes, chorizos y sinvergüenzas de toda la vida).
–Inestabilidad política (causada por bandoleros dedicados a la política).
– Falta de un cuerpo nacional (una especie de policía), que pudiera mantener un mínimo de orden, enfrentando sobre todo al bandolerismo.
España, país de grandes hombres y mujeres, pero también de mangantes
En cuanto al bandolerismo, pese a ser un problema hoy también presente, en el siglo XIX era un problema muy grave. Un problema que se arrastraba desde hacía siglos (3). No era un bandidaje igual en toda la península. Dependiendo de la zona era distinto, pero especialmente dos zonas eran las peor castigadas por esta delincuencia: Andalucía y Cataluña (4).
Para luchar contra esta situación hubo intentos de crear cuerpos de “policía”, e incluso de encargar a las tropas el orden público (5). Desgraciadamente no lograban arrestar o capturar a estos delincuentes, ni disminuir el nivel de bandidaje general (6).
¿Por qué? entre otras cosas porque algunos de estos bandidos poseían experiencia, apoyos locales, conocimiento del terreno, etc. Algunos incluso podían ser antiguos guerrilleros de la Guerra de la Independencia, o antiguos carlistas, entre otros.
Es hora de trabajar…
Así se llegó a 1844, año en que era patente el otro gran problema diario de España: la inestabilidad política. Era el fruto de la división de los políticos españoles, que muchas veces se perdían en sus luchas por el poder (7). A esto se suma que no abordaban las políticas necesarias para sacar al país del atolladero económico y social. En ese momento, los liberales “moderados” estaban en el poder.
No debemos matar a nadie aburriendo con los detalles de unos y otros partidos. Lo que sí debemos hacer es hablar de la conciencia que tuvieron sobre el problema de la inseguridad social. Con tanto robo y asesinato, el Gobierno de turno volvió a idear la creación de alguna institución estatal. ¿Para qué? Para luchar contra el bandidaje en todo el territorio (8).
Se busca gran jefe «verde» para puesto complicado
Por este motivo, los Gobiernos moderados llamaron a un tal “duque de Ahumada”, que resultaba ser un oficial de la época de cierto prestigio, comentándole: “mire usted, estamos hasta el cuello de problemas, sobre todo de salteadores de caminos, pistoleros y demás, que roban, saquean y matan impunemente, tenemos una idea, pero queremos que la dirija su excelencia”.
El señor duque, tras pensárselo, aceptó bajo algunas condiciones. (9) Así, fue nombrado “Inspector general” (10). Después, regresó a Madrid desde Cataluña para organizar dos “depósitos” (11) donde formar a los futuros «hombres verdes». Y amigos, así es como nacía la benemérita.
Puesta en acción de la Guardia Civil española
Para la puesta en marcha de la benemérita se expedieron dos decretos fundamentales: el del 28 de marzo de 1844 y el del 13 de mayo de ese mismo año. ¿Para que esta manía de fechas y decretos? Desde luego no vamos a analizarlos al detalle, pero sí detenernos en ellos un momento.
El Real Decreto de marzo fue casi la fundación de la Guardia Civil española. Al ser Real Decreto provenía de la Reina y del Gobierno. Esto implica que estuvo autorizado por dos de los mayores poderes del momento.
Otra razón es uno de los objetivos del cuerpo que se plantearon: “defender el orden social, proteger las personas y propiedades” (12). Esta declaración que se puede ver como algo normal indicaba que, aunque fuera a ser un cuerpo público del Estado, estaría influido por los moderados (era su pequeñín), puesto que al “proteger la propiedad” se estaba enfocando la propiedad privada (la de los ricos, sobre todo).
Finalmente, en cuanto a los decretos, en el de mayo se puso en funcionamiento como tal el cuerpo.
¿Quiénes son estos hombres y como acaban comiéndose el marrón?
Pero antes de mandar a los “mangas verdes” a cumplir su cometido… ¡se necesitaban hombres! Para ello, el señor duque, como hemos visto, lo tenía todo preparado.
¿Qué clase de hombres? Se buscaron hombres honorables, disciplinados (es decir, que no roben ni se salgan de madre), competentes, quizás con experiencia militar, leales y humildes. Vamos, el yerno que toda suegra querría tener.
El proceso de reclutamiento de este tipo de personas no nos interesa. A pesar de eso sí debemos hablar sobre algunos aspectos concretos.
En primer lugar, la mayor parte de los futuros guardias fueron reclutas venidos del ejército o de las milicias provinciales, puesto que podían reunir algunas de esas características que destacamos junto a otras también fundamentales (13).
Por otro lado, Ahumada trató de prevenir un mal que sufría y sufre el ejército: su influencia ideológica y/ política. Esto fue una constante durante muchos años que hizo que interviniera de distintas maneras en la política.
También fue gente de origen humilde (los ricos pueden preferir evitarse ese “mal trago” o evitárselo a sus hijos).
Ni que decir tiene que para que los guardias conozcan al dedillo sus obligaciones y normas, se hicieron reglamentos varios para controlar el oficio de Guardia Civil (lo mismo para sus salarios). (14)
¿Dónde se reunieron los primeros reclutas? En Leganés y Vicálvaro, desde donde fueron formados y divididos en compañías de infantería y caballería. Después se agruparon en “tercios” (15). Al principio se dividieron en nada más y nada menos que 12 tercios (16).
¿Dónde van a vivir?
Un último aspecto importante de todo esto es: a diferencia de otros intentos anteriores de crear unidades o instituciones para luchar contra el bandidaje, las compañías de “civiles” encargadas del orden serían permanentes allí donde fueran destinadas. Ya sabemos que la Guardia Civil eszpañola no descansa nunca, pero aún así había que dotarles de un lugar para su “día a día”.
En un principio, al no disponer de viviendas, se valieron de alojamientos variados (entendamos por esto que durante un buen tiempo pobres paisanos tuvieron que alojar en sus casas a los siempre simpáticos «civiles») hasta que se construyera la “casa-cuartel”, un recinto de uno o más edificios, donde pudieran vivir los «hombres verdes».
La familia a cuestas
Los guardias debían mantener la disciplina con sus compañeros y vecinos, así como tener a sus familias cerca. Así se facilitaba el trabajo y se eliminaba una posible añoranza a los familiares (el ejército no poseía dicho privilegio en sus cuarteles) (17). Además, había que tener cuidado de que nadie ajeno al «hábitat» accediera a la casa cuartel.
Estas familias a su vez hicieron su vida diaria en los cuarteles igualmente, por lo que estaban en “zonas seguras”. Por otro lado, este carácter de “guarnición” permanente de una población supuso una situación nueva también para los chorizos, asaltantes y demás. Por ello, se vieron obligados a cambiar su modus operandi (18).
El renacer de la justicia de la Guardia Civil
Sin embargo, el papel de la Guardia Civil no se limitaba a los bandoleros, ya que a la hora de organizar y delimitar su papel mediante decretos en vista de algunas posibles campañas exteriores del ejército en torno a 1847, se ampliaron sus funciones.
En esos casos hubo compañías y unidades de Guardia Civil integradas, que debían vigilar a los soldados. ¿Cuál era la idea? Que no se cometieran abusos, protegiendo y guardando el orden de las poblaciones ocupadas (19).
Es decir, tenían doble papel: policía civil y militar. Una vez con hombres, armados(20), formados y organizados, los hombres fueron agrupados en esos tercios y distribuidos. Estuvieron bajo la tutela del Ministerio de Guerra y del Ministerio de Gobernación (en teoría futuro ministerio del Interior) (21).
Posteriormente fueron destinados a las provincias y poblaciones donde se les necesitase. La colaboración con las autoridades locales fue estrecha, ya que fueron las que al principio solicitaron a los Ministerios unidades para luchar contra el desorden y los saqueos. (22).
La intención es lo que cuenta
Finalmente… ¿Por qué hablamos de una “policía”? No era la primera ni en España ni en Europa. Sin embargo, vemos un gran intento por parte del aparato estatal moderado, de crear una fuerza profesional, permanente y bien preparada para luchar contra uno de los mayores azotes nacionales. La intención, como vemos, era importante.
Si estuviéramos en aquella época veríamos un país arrasado por dos grandes conflictos: la corrupción y la lucha fraticida (entre hermanos). A lo que hay que sumar la incapacidad para subir al tren de la modernidad y ejercer las reformas necesarias en un país que parecía ser presa de muchos parásitos.
Abocados por momentos a un aislamiento internacional, con las calles convertidas en una «Purga» (sí, como en las películas) debido a la inseguridad y continuos pronunciamientos, sin dinero en las arcas públicas tras la pérdida de las colonias… De Imperio español sólo quedaba el nombre.
Así, la labor de la benemérita era ambiciosa y complicada. No lograron limpiar el país de bandoleros, ni rápido ni totalmente. No obstante, sí lo fueron reduciendo progresivamente. Capturaron y ajusticiaron a bandoleros famosos, como los Siete niños de Écija, logrando aportar cierta tranquilidad a un país que era un mar de nervios.
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