Sirva este artículo como un sincero homenaje a la figura de un político honesto. La figura de Julio Anguita (1), el famoso Califa Rojo, se encuentra presente hoy más que nunca. España está inmersa en una crisis sanitaria, en situación crítica por el dichoso virus COVID-19. Toda la población se encuentra confinada en sus casas como ejemplo de solidaridad con el de al lado. Estamos ante un enemigo común y los políticos de este país parece que todavía no se han enterado.
Y a todos les vendría bien conocer la figura de Julio Anguita, aunque no compartan su ideología.
La integridad y la dignidad no tienen color político – la vida del Califa Rojo
En sus propias palabras:
“La política es un arte agrario, en la política hay que roturar la tierra, hay que sembrar, hay que regar, hay que cuidar, tiene que pasar el sol, la luna, es un trabajo muy duro”. (2)
Julio Anguita vivió hasta el último día de su vida fiel a sus principios y luchó por la realidad que creía justa para todos. Hizo suyo el lema de Gandhi: “vivir sencillamente, para que los demás puedan, sencillamente, vivir” (3)
Decía Alfredo Pérez Rubalcaba (4) que “en España se nos da muy bien enterrar a las personas”, por aquello de ensalzarlas de manera póstuma y no tanto en vida. Pues bien, Rubalcaba tenía razón y Julio Anguita es una de esas personas. Quizá por su propia humildad y sus pocas ganas de protagonismo.
A modo de homenaje – Biografía de Julio Anguita, el Califa Rojo
Este texto y la persona que lo escribe, quiere acercaros un poco a la figura de Anguita, uno de los mejores políticos del siglo XX. No tanto por afinidad política o por su recorrido por las instituciones españolas, si no por su integridad y dignidad. (5)
Córdoba y su Califa Rojo
Julio Anguita se licenció en la Universidad de Barcelona. Maestro e historiador, sus fuertes convicciones políticas le llevaron a afiliarse al entonces clandestino Partido Comunista de España (PCE), en 1972. Franco todavía seguía con vida, por lo tanto, seguía con su plan represivo contra todas las fuerzas opositoras a su régimen, pero a los comunistas les “tenía cierto cariño”. Poco después, con Franco ya en Cuelgamuros (Valle de los Caídos) y el PCE legalizado, Anguita accedía al Comité Central de Andalucía en 1977. El 9 de abril de ese mismo año, el PCE era legalizado y dejó la clandestinidad. Recordemos que, desde el final de la Guerra Civil española en 1939, el PCE combatía el Régimen de Franco desde las sombras y el exilio. 38 años después, consiguieron salir de aquella oscuridad.
Alcalde de Córdoba
Malagueño de nacimiento (6), hizo de Córdoba su ciudad. Su primera experiencia política llegó en 1979, año en el que se presentó a la alcaldía de la ciudad andaluza. Era su primera vez, y ante todo pronóstico, sería el candidato más votado, aunque sin mayoría absoluta para formar gobierno. Decidió entonces, algo a lo que no estamos acostumbrados hoy, formar un gobierno de concentración, junto al Partido Socialista, la Unión de Centro Democrático y el Partido Andalucista.
Sí señores y señoras, partidos políticos con diferente ideología pactando para que una ciudad progresara, igualito que ahora. Como en muchas ocasiones una frase de Anguita se hizo célebre en aquellos momentos: “prefiero honra sin barcos, que barcos sin honra” (7).
A pesar de formar gobierno, tuvo que hacer frente a numerosos problemas de la ciudad, pero también dentro del gobierno. La compra de la empresa de autobuses Aucorsa, por aquel entonces en la ruina, produjo un enfrentamiento entre los socialistas y el nuevo alcalde, que prácticamente le acompañaría toda su vida. Hasta 1986, Julio Anguita fue alcalde de Córdoba, incluso con una mayoría absoluta que consiguió en 1983. No fue una tarea fácil a pesar de eso. Tuvo que hacer frente al problema ferroviario. La construcción de la nueva estación retrasó el desarrollo de la ciudad. Anguita estaba convencido de que los gastos tenían que venir de los fondos estatales y de la propia empresa RENFE. (8)
El Califa Rojo – cómo se ganó su apodo
Por aquel entonces, el gobierno estatal estaba regentado por los socialistas y Felipe González, uno de los mayores enemigos, entiéndase políticamente, de Julio Anguita. Se enfrentó a su política de fomentar la construcción desde los ayuntamientos para solucionar el paro y le exigió respetar la Ley de Suelo vigente para impulsar un modelo urbanístico sostenible. Como consecuencia, Anguita tomó decisiones consecuentes con su postura, congeló las licencias de obras y el Plan General de Ordenación Urbana. Que fueran sus ideas, no quiere decir que fueran aceptadas por los demás. Incluso su teniente de alcalde Herminio Trigo, lo criticó, junto a varios sectores de la ciudad cordobesa. Por aquel entonces Anguita estaba inmerso en su proyecto de una izquierda unida. La prensa le otorgó entonces el sobrenombre de “el Califa Rojo”, el único alcalde comunista de una capital de provincia. (9)
Un proyecto como forma de vida
El PCE venía de pegarse una hostia importante en las elecciones generales de 1982. Ese problema provocó una reorganización interna para intentar recuperar el peso político. Julio Anguita y el PCE andaluz dieron con la clave, al menos lo entendieron así.
La fundación de una “Izquierda Unida”
Donde confluyeron partidos como Izquierda Republicana, el PCE o el Partido de Acción Socialista. En un principio se denominó “Convocatoria por Andalucía” y sentó las bases, de la futura Izquierda Unida en 1986. La primera prueba, las elecciones andaluzas de ese mismo año. No salió nada mal, el proyecto tenía futuro y Anguita lo sabía. (10)
“Programa, programa, programa”
Frente a la rigidez partidaria, Julio Anguita defendió la creación de marcos horizontales de participación política. Sobre todo, su mayor obsesión fue la defensa de los espacios plurales que permitieran la búsqueda de puntos en común dentro de los programas políticos. Su mítico “programa, programa, programa”.
El Califa Rojo – Un líder nato
Poco tardaría Anguita en ser el líder que todos veían. Su carisma, sinceridad y valentía eran un ejemplo para todos. (11) Los locos años de la Movida (12) habían terminado. Los años de la década de 1990 serán recordados entre otras muchas cosas por las tensas batallas de gallos dentro de la izquierda española. En la esquina azul, Felipe González, socialista, en la esquina roja, Julio Anguita, comunista y republicano, azote de la corrupción. Famoso es el término que utilizó la prensa para denominar la pelea de IU con el PSOE por la hegemonía en la izquierda.
El sorpasso (sobrepasar, en italiano)
Nunca llegó a suceder, a pesar del empeño y las fuerzas de Anguita. (13) Sin embargo, fueron los mejores años electorales de la formación de izquierdas.
“Malditas sean las guerras y los canallas que las hacen”
A finales de siglo la vida dio un giro drástico para Julio Anguita. Un ataque al corazón en 1999, le empujó a dejar la política activa. La pasión que Julio entregaba por los demás, hizo que perjudicara su propia salud. Cuando se retiró de la vida pública, Anguita renunció a su paga vitalicia como diputado, y se jubiló con su sueldo de maestro. Uno no viene a la política a enriquecerse.
El dolor de perder a su hijo – Julio Anguita Parrado
No sería el último contratiempo, ni el peor, aunque lo parezca. Julio Anguita Parrado, periodista y corresponsal de guerra, era abatido el 7 de abril de 2003, en Bagdad. Fue un misil, el mismo que acabó con la mitad de vida de Julio Anguita padre. Que un padre entierre a su hijo es una de las mayores crueldades de la vida. A Julio la noticia le cogió a punto de dar un discurso en el acto organizado por la Unidad Cívica Republicana, en Madrid. Julio se armó de valor, aquel que se había llevado el misil que mató a su hijo y dijo:
“Mi hijo mayor, de 32 años, acaba de morir, cumpliendo sus obligaciones de corresponsal de guerra. Hace 20 días estuvo conmigo y me dijo que quería ir a primera línea. Los que han leído sus crónicas saben que era un hombre muy abierto y buen periodista. Ha cumplido con su deber y yo por tanto voy a dirigir la palabra para cumplir con el mío…/…Ha sido un misil iraquí, pero es igual, lo único que puedo decir es que vendré en otra ocasión y seguiré combatiendo por la tercera república. Malditas sean las guerras y los canallas que las hacen”. (14)
Julio Anguita – Un hombre de palabra
Dicen que los líderes políticos, cuando dejan de serlo, o conservan toda su autoridad o se convierten meras caricaturas, Julio Anguita acrecentó su autoridad y peso político cuando se retiró. Eso lo consiguen muy pocas personas. En la política hay bandos, como en todo en la vida, y que te respeten en ambos lados, es casi imposible. (15) Julio Anguita lo consiguió.
En 2020, el corazón que había puesto durante toda su vida al servicio de los demás, le abandonaba. Gracias por predicar con el ejemplo. (16)
Sit tibi terra levis Que la tierra te sea leve.
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