Culturalmente, es de mala educación hablar de nuestras necesidades biológicas. Sin embargo, desde tiempos ancestrales nos ha encantado hablar «de mierda». Los sumerios dejaron constancia del primer humor escatológico, hablando de flatulencias (1). Los siempre tan perfectos griegos, en las comedias de Aristófanes (2), con chascarrillos sexuales. El marqués de Sade, escribiendo en las paredes del manicomio de Charenton, con sus propios excrementos (3)… O el tan famoso «caca, culo, pedo, pis», con el que los niños pequeños (y no tan pequeños) se ríen. Así que Piero Manzoni, no fue el primero.
Y es que, por mucho que queramos ir de finolis, algo tan básico ha estado presente a lo largo de la historia. Hasta en el arte. Avisamos al lector de que la cosa se pone muy muy escatológica.
Piero Manzoni antes de Manzoni
Años treinta; Piero Manzoni di Chiosca e Poggiolo, Piero Manzoni para los amigos, nació en el norte de Italia, en Soncino (4), en una familia de bien.
Aunque desde que era joven pintaba todo lo que veía y más, cuando nuestro querido Piero pasó con letras grandes a ser Manzoni fue a partir de la década de los 50. En esos años pululaban varios movimientos artísticos. Entre ellos, el arte conceptual, más preocupado por la idea de lo que se representaba que por el objeto, influyendo a Manzoni (5).
Así que, ¿por qué no? Manzoni se puso el mundo por montera y creó su propia idea de lo que podía o no ser arte. Yo me lo guiso y yo me lo como.
Esto es arte porque sí, lo digo yo
Su vida y su obra fueron breves, murió en 1963, pero le dio tiempo a poner el mundo del arte patas arriba. Y para muestra algunas de sus obras:
– Aliento de artista (6): Una serie de globos inflados con un aire muy especial… El suyo (7), sin el cual no podría existir la obra. Convirtiendo su aliento en arte.
– Esculturas vivientes (8): Donde todas las personas se convierten en arte en cuanto Manzoni las toca. Firmaba los cuerpos tanto de las modelos, como de cualquiera del público que se animara a participar. Dándoles después un certificado de autenticidad.
– La Base Mágica (9): Un pedestal de madera. Sí, eso mismo. Donde cualquiera que suba puede convertirse, por arte de magia, en una obra de arte, hasta que le de la gana de bajarse.
Para rizar más el rizo, creó también la Base del Mundo (10). Otro pedestal, pero esta vez de metal (11) y con las letras boca abajo. La idea era que fuera capaz de sujetar el planeta entero, para que el resto de mortales pudiéramos verlo como una obra de arte.
Para Manzoni, el artista podía cuestionar las cosas. Sembrando la duda y burlándose de todo. Como si fuera un juego (12). Pero también todo podía ser arte si el artista en cuestión quería (13). Como si fuera alguien que ayudara a ver más allá. Un loco y el más cuerdo, todo en uno.
«Mierda de Artista», mejor que un yogur con bífidus
«Si al posible comprador de una de mis latas de mierda le parece el precio demasiado elevado, le propongo venderle la mierda al precio que él desee, envuelta en una hoja de papel higiénico, una vez cogida de la taza con una cucharilla» (14).
En 1961, el artista francés Bernard Aubertin (15), visitó a su amigo Piero en su piso de París. Cuando Manzoni le abrió la puerta, le contó que se había pasado toda la mañana en el váter, trabajando en su nueva obra (16): Mierda de Artista.
Se trataba de una serie de latas (noventa ni más ni menos) (17) donde Manzoni había defecado. Y después las había sellado, poniendo una etiqueta de lo que había dentro y su peso (18): unos 30 gramos de heces por lata, en cuatro idiomas, para que todos pudieran entender lo que había dentro. Aunque, según las malas lenguas, algunas estarían a punto de explotar por los gases de la descomposición (19), o estarían vacías (20). Algo que nunca sabremos, ya que si se abren, perderían su valor.
¿Piero Manzoni nos tomó el pelo? ¿Arte? No es oro todo lo que reluce
«En Manzoni hay ironía violenta, deseo de cambiar las cosas» (21).
Manzoni, en un principio, vendió sus noventa latas por su peso equivalente en oro (22): treinta y siete dólares (23). Y su precio ha ido subiendo desde entonces. (24)
Pero Manzoni, como muchos artistas, tuvo que enfrentarse al mercado del arte, quien decidía lo que valía y lo que no. Si ellos iban a criticar su obra, él haría lo mismo con esos snobs. Demostrando que, hiciera lo que hiciera, tuviera o no talento, lo que vendía era una firma de alguien famoso. ¿Fue un geta? Sí, no o puede. Pero a lo largo de su breve vida y obra, demostró la superficialidad de todo un mercado.
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