La ciudad de París está plagada de galerías y pasajes que embellecen su paisaje urbano ya desde el Siglo XIX. El Passage des Panoramas, Passage du Caire, Galerie Colbert y la Galería Vivienne, son algunas de las más antigua (1). Y su desarrollo no es exclusivo de esta ciudad. Pronto, las galerías cubiertas se extendieron al resto de las ciudades europeas, hasta llegar a otras ciudades del mundo en el Siglo XX: Madrid, Milán, Londres y hasta San Petersburgo.
¿Pasajes o galerías cubiertas?
La primera confusión en torno a esos espacios es su nombre. Usamos términos “pasaje” y “galería” para hablar del mismo tipo de espacio. Aunque, en sentido estricto, una “galería” es un “pasaje” con mayor lujo u opulencia (2). Lo cierto es que, habitualmente, ambos términos se usan sin hacer distinción entre ellos, y eso es correcto.
La segunda confusión tiene que ver con su origen. Algunos piensan que las galerías cubiertas son variantes de los centros comerciales o malls. En realidad, las galerías son consideradas el origen de los actuales centros comerciales. Y eso es porque, aunque surgieron como una respuesta al denso tráfico de París, los pasajes y galerías cubiertas se cubrieron de tiendas y locales comerciales, convirtiendo a estos espacios en los primeros paseos de compras.
Una construcción entre vecinos
En un principio, los pasajes fueron creados por un grupo de vecinos en París. Era habitual que los vecinos se pusieran de acuerdo y decidieran unir los distintos patios de manzana, hasta formar el pasaje. Este atajo era la manera perfecta de atravesar la manzana de forma rápida y segura (3).
Pero luego llegó la Revolución Industrial y estos caminos se empezaron cubrir con vidrio y hierro, dando como resultado un pasaje que protegía al peatón de la lluvia, al mismo tiempo que dejaba entrar la luz del sol mientras se lo atravesaba.
Los patios que se unían para dar lugar al pasaje no siempre estaban alineados, por lo que su recorrido era una copia exacta de la unión que se lograba dar entre los espacios vacantes. Por esto, los primeros pasajes eran verdaderos laberintos.
Es posible encontrar incluso, en las galerías más antiguas, las ventanas que antes miraban al jardín de una casa, ahora mirando al interior del pasaje (4). Ventanas donde antes se colgaba la ropa y se procedía a todo tipo de ritual doméstico.
Las galerías cubiertas, ¿las precursoras de los centros comerciales?
Pero, como decíamos inicialmente, estos pasajes no daban únicamente la posibilidad de transitar, sino que también generaban la situación ideal para el comercio. Su perímetro estaba constituido por tiendas. Vitrinas donde exponían las mercancías que la revolución industrial generaba.
El pasaje se convertía en un lugar seguro y ocioso, donde la actividad comercial empezaba a vivir su apogeo convirtiendo a los pasajes en la tipología arquitectónica propia del capitalismo naciente (5).
El misterio de los pasajes
Otras miradas, desde perspectivas más bohemias, describían a los pasajes como lugares cautivantes, plagados de misterio y encanto. La luz a gas que los iluminaba en sus inicios contribuía a ello (6). Los faroles a gas, que permitían que los pasajes pudieran ser recorridos durante la noche, emitían una luz discontinua. La iluminación era una especie de pulsación que era sensible al viento y a todo tipo de contingencia. Esta situación, sumada al reflejo de los espejos que cubrían las paredes y el humo de las pipas, convertían en misterioso todo lo que se veía.
El encantamiento aparente desapareció con la llegada de la luz eléctrica. La luz de las farolas terminó por extinguir el juego de luces y sombras que tantas realidades paralelas les había hecho sentir a sus transeúntes.
Las galerías cubiertas de los arquitectos
Pero eso no es lo único que cambió a lo largo del tiempo. La fisionomía de los pasajes también se fue adaptando a las nuevas tecnologías y posibilidades constructivas. Por ejemplo, lo que antes era laberíntico, luego se convirtió prácticamente en una carretera. Los pasajes se volvieron rectilíneos cuando empezaron a ser especialmente construidos como paseos de compras (7). Los grandes comerciantes invirtieron todo su dinero en la construcción de estas lujosas galerías, dando como resultados pasajes diseñados por los mejores arquitectos en los sitios más privilegiados de París y del mundo.
En Madrid, por ejemplo, también contamos con antiguos pasajes y galerías propios de ese pasado esplendoroso del siglo XIX (8).
El Pasaje Murga o Pasaje del Comercio de Madrid
El Pasaje Murga (o Pasaje del Comercio) por ejemplo, es uno de los más antiguos (9). Construido a la manera parisina, viviendas arriba y locales abajo, era un espacio plagado de tiendas por el que las personas paseaban bajo la protección de un techo acristalado. Hoy en día, ese techo ha desaparecido y las tiendas han sido reemplazadas por restaurantes. Pero aún es posible caminar por este pasaje y comprobar por nosotros mismos como la ciudad parece detenerse en cuanto paseamos por él.
La Gran Galería de Madrid
También podemos encontrar el caso de la “Gran Galería” que fue la construcción de mayor envergadura de la década en 1940 en la ciudad madrileña (10). Este recorrido en forma de “s”, plagado de tiendas, conecta la Avenida Gran Vía con la calle San Bernardo. Se la conocía por el nombre “Los Sótanos” por los locales que se podían encontrar en el subsuelo. Con el tiempo la actividad fue decayendo, pero aún es posible recorrerla y visitar algunas de sus tiendas.
El destino de todo pasaje y galería cubierta
Aunque parezca curioso, el proceso de auge, decadencia y posterior restauración es una dinámica que se repite en todas las ciudades del mundo. Hacia finales del Siglo XIX, los primeros pasajes de París empezaron su camino a la decadencia.
El ensanchamiento de las aceras, la llegada de la luz eléctrica, la cultura del aire libre y hasta la prohibición de la prostitución, hicieron que esos antiguos espacios de lujo se conviertan en el hogar de los marginados de la ciudad, donde lo prohibido e ilegal siguieron su curso habitual (11).
Y luego, en el siglo XXI, los pocos pasajes que han sobrevivido al vértigo de las renovaciones urbanas han comenzado a ser protegidos por distintos organizamos de cuidado del patrimonio arquitectónico en todo el mundo.
Los pasajes y las galerías cubiertas en las letras
El filósofo Walter Benjamin dedicó una gran investigación al estudio de estos lugares. En el Libro de los Pasajes los considerada el molde donde se vertió la modernidad. Estudiar los pasajes para Benjamin es estudiar el origen del capitalismo (12).
Desde la ficción encontramos el cuento “El Otro Cielo” del escritor Julio Cortázar, en el que las galerías son las grandes protagonistas del cuento (13). Cortázar las describe como lugares de ensueño, que con sus adornos y recovecos nos transportan a otro lugar.
Esta característica de las galerías cubiertas es la que las personas suelen describir en muchas de las galerías que están desparramadas por el mundo.
Levantar la mirada estando dentro de una galería se convierte casi en un acto mágico. Y, por eso, estos lugares nos resultan tan cautivantes, sólo tenemos que levantar la mirada y dejarnos llevar.
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