Dentro del complejo catedralicio ovetense, ciudad inmortalizada por Clarín, encontramos uno de los edificios representativos del prerrománico asturiano (1) y Patrimonio de la Humanidad: la Cámara Santa de Oviedo. ¡Atención! El edificio está lleno de cosas. Ahí lo dejo…
Es tiempo de construir – La construcción de la Cámara Santa de Oviedo
Levantada en tiempos de Alfonso II El Casto (760-842), la Cámara Santa de Oviedo es un edificio martirial de planta rectangular (2) y dos pisos. En el inferior, se sitúa la Cripta y en su planta alta (originariamente solo accesible desde el palacio del rey) el oratorio, vamos, donde el monarca echaba unos rezos. Estas dos plantas no se comunican entre sí.
La Cámara Santa de Oviedo desde abajo
La cripta está formada por una bóveda de cañón (3) que empieza cerca del suelo. Posee un altar, que estuvo separado por canceles (4) (hoy desaparecidos) y alojaba los restos de Santa Leocadia, por ello se denomina Cripta de Santa Leocadia, traídos aquí huyendo de la dominación árabe (5). Alfonso III añadiría los restos de San Eulogio llegados desde Córdoba en 884, trasladados siglos más tarde al piso superior. ¡Cuántos más huesos mejor!
En el piso superior cabe de todo
Dedicado a San Miguel, consta de nave y ábside. Fue modificado en el siglo XII elevando la nave y cambiando la madera del techo por una bóveda (¡toda mejora es poca!). A los pies de la nave vemos un curioso Calvario formado solo por cabezas (Cristo, María y San Juan); tranquilos, nadie se ha llevado los cuerpos… en realidad, simplemente estaban pintados. Además, un Apostolado a modo de columnas dobles (dos apóstoles por columna) cada una con un capitel diferente, aguantan los tramos de bóveda. En cuanto al ábside, aloja reliquias y joyas. Está separado de la nave por una verja y en su cabecera puede verse una celosía prerrománica.
Reliquias en la Cámara Santa de Oviedo
Las reliquias se guardaban en el Arca Santa. La original procedía, según varias crónicas, del mismo Jerusalén. Acabó en nuestro país escapando de persas, árabes y otras gentes de mal vivir (es broma). En lo que coinciden todas es en su previo paso por Toledo (donde se realizó una nueva caja, faltaría más) antes de llegar a la capital asturiana en tiempos de Alfonso II. Ese traslado a Oviedo podría deberse a la huida de visigodos hacia el norte. De todas maneras, la relación de dicho rey con las reliquias, no aparece citada en las fuentes hasta el siglo XII.
Fama y dinero
Por supuesto, reliquias abundantes (6) son sinónimo de peregrinos, y peregrinos a montón dan a la ciudad prestigio y dinerín. De eso sabía el obispo Pelayo (ver artículo sobre la Catedral de Oviedo). Variaban de un inventario a otro: el Lignun Crucis, reliquias de la Virgen, el Santo Sudario (la considerada más importante y hoy en una vitrina) y un largo etc. que hacían las delicias de los creyentes. En tiempos contrarreformistas (siglos XVI y XVII) se intensificó el culto a las mismas (¡hay que diferenciarse de esos herejes protestantes!).
Y joyas
En la Cámara Santa destacan la Cruz de los Ángeles, la Cruz de la Victoria, la Caja de las Ágatas, todas ellas prerrománicas y el Arca Santa de las Reliquias (románica). Oro y piedras preciosas para aburrir, luego pasa lo que pasa (no sigo que no quiero hacer spoiler).
La Cruz de los Ángeles, fechada en 808 y ofrecida por Alfonso II (7), es de ciprés, forrada de lámina y cordoncillo de oro, piedras finas y semifinas; camafeo, entalles y piedras romanas grabadas y pintadas aprovechadas (8). Decorada a tope, tuvo función de relicario.
La leyenda de la Cámara Santa de Oviedo
Según La Crónica Silense (9) la hicieron dos ángeles. Sí, sí, como lo oís. A Alfonso II lo visitaron dos peregrinos diciendo ser orfebres, aquel les entregó los materiales (¡qué confiado!) y les indicó donde podían trabajar. Avisado el rey de que de dicho lugar salía mucha luz, éste fue a cotillear. Los artífices se habían marchado dejando una cruz que desprendía más luz que mil bombillas juntas. Evidentemente, dichos peregrinos no podían ser otra cosa que ángeles (o empleados de una eléctrica). Por ello dos figuras angélicas la acompañan en la Cámara Santa y le dan nombre. Aparece en la bandera de Oviedo.
Un siglo más tarde…
La Cruz de la Victoria data del 908, es de roble revestido de oro, piedras preciosas, un medallón en el centro… y con una inscripción que nos informa de la fecha y lugar de fabricación. Se decía que su alma de madera era la misma que Pelayo había izado en la batalla de Covadonga y que se había conservado en Cangas de Onís hasta que a Alfonso III se le ocurrió engalanarla. Parece haber tenido un uso procesional. Es el símbolo de Asturias.
Poco después…
La Caja de las Ágatas, rectangular, es de madera de ciprés recubierta de oro, ágata y ónice, su base es de plata. Una inscripción nos dice que fue ofrecida por Fruela (hijo de Alfonso III el Magno) y su esposa en 910. Al parecer, no se describe hasta el siglo XIV, siendo un contenedor de reliquias (¡qué de cosas!)
En el nuevo milenio de Nuestro Señor
El Arca Santa es un relicario fechado entre 1075 y 1102, románico, realizado en madera de roble y plata. Como viene siendo habitual, una inscripción, esta vez en la tapa, nos informa de las reliquias que contiene (10) y que la misma fue donada por Alfonso VI, (sustituyendo a la que habían realizado en Toledo, que le pareció muy pobre) y se puede ver una Crucifixión de Cristo. Decorada con escenas de la vida de Cristo y de la Virgen, tuvo también función de altar en la Cámara Santa. Lujo y más lujo.
El Siglo XX y la Cámara Santa de Oviedo
Mucho tiempo después, el 12 de octubre de 1934, durante los disturbios de la Revolución de Octubre, una explosión destroza parte del edificio. Por suerte, las joyas no sufrieron daños irreparables, aunque salieron volando y aterrizaron prácticamente en la calle.
Tras la Guerra Civil, que ocasionaría más desperfectos en San Salvador, la reconstrucción y restauración terminarían en 1942. Momento publicitario: Franco Bahamonde porta la Cruz de la Victoria en procesión por las calles de Oviedo. No hay que olvidar que él fue el encargado de sofocar los disturbios de octubre de 1934.
La Cámara Santa de Oviedo en la década de los 70…
El 10 de agosto de 1977, mientras Oviedo dormía, un ladrón (11) asaltó la Cámara Santa. El robo fue descubierto por las señoras de la limpieza a la mañana siguiente. Las dos Cruces y la Caja de las Ágatas estaban completamente desguazadas. ¡Qué desastre!
El ratero sería detenido en Portugal, ¡robando en otra iglesia! Antes, se había librado de las piedras preciosas, abandonándolas. Otra parte del botín se halló en una mochila en la estación de San Bento en Oporto y una tercera parte apareció en una escombrera de Gijón.
¡Nos han robado!
Faltaba el camafeo de la Cruz de los Ángeles y algunas partes de la madera y bastante oro. El remate de la tapa (12) de la Caja de las Ágatas no apareció hasta 1989 de forma algo rocambolesca. Se realizó una restauración con añadidos (13) pues nunca aparecería todo el material.
La Cámara Santa de Oviedo en la actualidad
No se había vuelto a tocar desde la posguerra y la verdad, necesitaba un arreglo. En la década que ahora termina, la Cámara Santa se ha sometido a una restauración a fondo (14), tanto de continente como de contenido, y con estupendos resultados. ¡Venid a verla!
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