La casa está en orden… o casi. El pulso de los Carapintadas al gobierno de Raúl Alfonsín

Si hay un momento de la historia reciente de Argentina en que el futuro democrático del país estuvo pendiente de un hilo, ese fue el que hoy recordamos. Era 19 de abril de 1987 y el recién estrenado primer gobierno democrático argentino, encabezado por Raúl Alfonsín (1), demostró que no era tan fácil como parecía enfrentarse a los fantasmas de un pasado reciente.

Ese día marcado para la historia cayó en domingo de Pascua. Quedaría grabado en el recuerdo de la población local y en la hemeroteca mundial por varios motivos. Entre ellos por una frase pronunciada por Alfonsín a la población y que hoy ya es parte de la historia del país: «¡Felices Pascuas!… La casa está en orden» (2).

Raúl Alfonsín se dirige a la población desde el balcón de la Casa Rosada
Raúl Alfonsín se dirige a la población desde el balcón de la Casa Rosada. Imagen.

Pero vayamos por partes. El discurso del presidente buscaba intentar apaciguar a una población preocupada, y en parte desilusionada, por las últimas actuaciones del primer gobierno democrático (3). El descontento que se estaba cociendo en el interior de los cuarteles amenazaba con terminar de manera abrupta con el corto periodo constitucional del país (4). Se volvían a atisbar las sombras no tan lejanas de la última dictadura (5).

Los golpistas contra Alfonsín.

Desde que Alfonsín asumió el poder el 10 de diciembre de 1983, amparado por una generalizada celebración de la población, la relación del gobierno con los militares no había dejado de ser tirante, pues el gobierno había decidido castigar a los culpables de las desapariciones y delitos de lesa humanidad y no cerrar en falso la última dictadura militar (6).

Raúl Alfonsín asume la presidencia ante una masiva celebración popular
Raúl Alfonsín asume la presidencia ante una masiva celebración popular. Imagen.

Cuatro días antes de asumir el poder, Alfonsín emitió un decreto para enjuiciar a todas las Juntas Militares que gobernaron el país desde el 24 de marzo de 1976, hasta la guerra de las Malvinas (7), en 1982. Además, ordenó la creación de la CONADEP (8) para llevar a cabo una investigación profunda de la actuación de estos grupos militares para con la población del país y contra los derechos humanos (9).

El escritor y presidente de la CONADEP Ernesto Sabato, entrega los resultados de la comisión al presidente Raúl Alfonsín
El escritor y presidente de la CONADEP Ernesto Sabato, entrega los resultados de la comisión al presidente Raúl Alfonsín. Imagen.

Esta actuación fue considerada por la mayor parte de la población local como una verdadera osadía (10). Algo necesario para el buen avance del país. Sin embargo, levantó ampollas entre los miembros del ejército argentino que habían participado en los grupos de tareas (11) de la dictadura. En su gran mayoría aún permanecían en activo (12).

Alfonsín contra los militares

En septiembre de 1984, la CONADEP presentó el libro que recogía todos los testimonios de las víctimas de la dictadura, llevaría el título de Nunca Más (13).

Nunca más sigue siendo el libro más vendido en el país tras la reinstauración de la democracia
Nunca más sigue siendo el libro más vendido en el país tras la reinstauración de la democracia. Imagen.

Un año después, el 9 de diciembre de 1985, la Cámara Federal condenó a prisión perpetua a Jorge Videla (14) y a Eduardo Massera (15), como máximos responsables de las fragantes violaciones de los derechos humanos de sus compatriotas (16). También encarcelarían con penas menores a otros jefes militares cercanos a ellos.

Arte urbano contra Videla y la última dictadura militar.
Arte urbano contra Videla y la última dictadura militar. Imagen autor.

Los argentinos estaban sorprendidos. La buena actitud que presentaba el gobierno de Alfonsín ante los culpables de la dictadura, hacía que incluso su inutilidad para salvaguardar la economía del país pasara desapercibida (17), aunque esta ya comenzaba a mostrar su tendencia catastrofista (18).

Alfonsín y la amnistía a los militares

Sin embargo, todo comenzó a cambiar al día siguiente de la publicación de las condenas. Alfonsín viró el rumbo y decidió aprobar la Ley de Punto Final (19), que ponía fecha límite a las denuncias contra las Juntas Militares, asegurando que de ese modo se buscaba cerrar la etapa pasada y avanzar en otras cuestiones primordiales para el avance del país (20).

Manifestación contra la Ley de Punto Final en 1986
Manifestación contra la Ley de Punto Final en 1986. Imagen.

Esta medida apareció para intentar contentar a los militares, culpables de los delitos de lesa humanidad, que estaban comenzando a alborotarse en los cuarteles, pero lo único que consiguió fue enfurecer a las víctimas y desilusionar a la población (21).

Aun así, durante los setenta días que duró la prórroga del gobierno, las denuncias llegaron por miles (22). En ellas se acusaban tanto a los jerarcas militares como a los mandos medios y rasos del ejército (23). Fue una bofetada en la cara de todos aquellos que pensaban que con trabas burocráticas sonseguirían acallar a las víctimas.

Nuevo intento de «amnistia» de Alfonsín

Viendo el cariz de los acontecimientos, así como el cabreo que se estaba cociéndose en los cuarteles, Alfonsín prometió llevar a la Cámara de los Diputados una proposición para que se discutiera la Ley de Obediencia debida (24), con la intención de librar de penas graves a los militares de baja graduación que supuestamente obedecían órdenes de sus superiores (25).

El 23 de junio de 1987 se aprobó la Ley de Obediencia Debida
El 23 de junio de 1987 se aprobó la Ley de Obediencia Debida. Imagen.

Intentaba, desesperadamente, que la olla militar perdiera presión, pero la discusión de la ley se fue alargando en el tiempo y en abril de 1987 todo estalló por los aires. Las víctimas se sintieron traicionadas y los verdugos no se fiaban de las intenciones del gobierno (26).

Los Carapintadas

Tiempo atrás en las Fuerzas Armadas Argentinas se habían creado una especie de comandos, con cierto carácter ultranacionalista, que recibían el apelativo de Los Carapintadas (27).

Dentro de estos comandos se encontraban los cabecillas del futuro intento de golpe de Estado. El detonante fue que, durante la dilatada discusión sobre la Ley de Obediencia Debida, el juez llamó a declarar como acusado de las tropelías de la dictadura militar a Ernesto Barreiro (28), Mayor del servido de inteligencia del ejército y miembro de Los Carapintadas (29).

Barreiro se negó a acudir ante el tribunal que debía juzgarlo por tortura y asesinato, y se amotinó con otras ciento treinta personas en el Comando de Infantería Aerotransportada de la ciudad de Córdoba (30). El amotinamiento se repitió en otras zonas del país, destacando entre ellos el de la Escuela de Infantería del Campo de Mayo (31) en la provincia de Buenos Aires con el teniente coronel Aldo Rico (32) a la cabeza. Era el Jueves Santo de 1987.

Aldo Rico junto al resto de Carapintadas en Campo de Mayo
Aldo Rico junto al resto de Carapintadas en Campo de Mayo. Imagen.

Los amotinados pedían al gobierno que hiciera dimitir a la cúpula actual de las Fuerzas Armadas Argentinas. También que los juicios a los militares que solo cumplían órdenes fueran más flexibles o se suspendieran (33). El gobierno desoyó la petición y pidió a los militares que obligaran a sus pares a finalizar con aquella actitud.

Un gobierno sin fuerza ni apoyos.

Solo el general Ernesto Elías (34), que sacó los tanques desde el II Cuerpo con sede en Rosario, respondió a la llamada gubernamental (35). Pero tardó varios días en recorrer los poco más de cuatrocientos kilómetros que separan la ciudad de Rosario del Campo de Mayo. La lentitud en el viaje se debió, en parte, al poco interés que tenían en un enfrentamiento armado y en la necesidad de buscar una solución pacífica.

La población contra los Carapintadas

Ante las primeras noticias sobre el amotinamiento de Los Carapintadas, miles de personas salieron a la calle, ocupando por completo la plaza de Mayo y pidiendo la rendición de los golpistas (36).

Todo dio un giro durante la mañana del 20 de abril. Alfonsín se asomó al balcón de la Casa Rosada, y dirigiéndose a la abarrotada plaza aseguró que se iba a reunir con el cabecilla de la revuelta en Campo de Mayo, e instaba a la población arremolinada en la plaza principal de la ciudad a que le esperasen allí hasta que volviera con la solución (37).

carapintadas argentinos y Raúl Alfonsín
Alfonsín se dirige a parlamentar con Los Carapintadas en Campo de Mayo. Imagen.

Pasaron un par de horas y Alfonsín se asomaba de nuevo al balcón de la casa de gobierno. Su primera frase, «¡Felices Pascuas!», daba esperanzas a los millones de argentinos que esperaban ansiosos por saber. El discurso siguió asegurando que el problema había finalizado, que los rebeldes había decidió deponer su actitud y que serían detenidos y llevados ante la justicia (38).

Cambio de rumbo de Alfonsín

A pesar del tono triunfante de Alfonsín, fueron muchos los que advirtieron en él un cambio de timón. Algo había cambiado en su discurso (39).

Poco después el presidente intentó limpiar, en parte, el nombre de los golpistas. Llegaría a asegurar ante un auditorio, tan incrédulo como abarrotado, que la intención de los militares no era dar un golpe de Estado, sino reclamar sobre su situación en el ejército (40).

Llegando, en un momento de vergüenza ajena y colectiva, a alabarlos por ser héroes de la guerra de las Malvinas (41). Una actitud, en mitad de un levantamiento golpista, que mostraba un quiebre en el gobierno (42).

El primcipio del fin de Alfonsín

Por ello, para una gran parte de argentinos, el momento en que Alfonsín pronunció la segunda parte de su famosa frase, esa que aseguraba «La casa está en orden y no hay sangre en la Argentina», fue el principio del fin de su gobierno (43).

Tapa del diario Página/12 que conmemora la última parte del gobierno Alfonsín tras el golpe de Estado. Imagen.

Desde luego, la ilusión de sus votantes y de los argentinos que veían en él la figura de un prócer al que seguir por su valentía ante los tiranos, había muerto ese domingo de Pascua en la plaza de Mayo.



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Referencias y bibliografía

Referencias

(1) Raúl Ricardo Alfonsín (Chascomús, Buenos Aires; 12 de marzo de 1927-Buenos Aires, 31 de marzo de 2009) fue un abogado, político, estadista y promotor de los derechos humanos argentino. Fue concejal, diputado provincial, diputado nacional, senador nacional y presidente de la Nación Argentina. Se destacó como dirigente de la Unión Cívica Radical y de la Unión Cívica Radical del Pueblo. También se desempeñó como vicepresidente de la Internacional Socialista. Muchos sectores lo reconocen como el padre de la democracia moderna en Argentina. El día de 10 de diciembre, día en que asumió el poder, se sigue celebrando el Día de la Restauración de la Democracia.

Tras dejar la presidencia realizó el Pacto de Olivos con Menem, que permitió la realización de la reforma constitucional argentina de 1994. Unos años después participó en la formación de la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación, que llevó al gobierno a Fernando de la Rúa al poder. Ejerció brevemente como senador por la provincia de Buenos Aires entre 2001 y 2002, cuando renunció a su banca, no volviendo a ocupar cargos electos. Falleció el 31 de marzo de 2009 debido a un cáncer de pulmón. Se decretaron tres días de duelo nacional y miles de personas concurrieron a la ceremonia de entierro. Se mantuvo su féretro en el Congreso y luego lo trasladó al Cementerio de la Recoleta.

(2) Sylvestre, 2016, p. 117.

(3) Constenla, 2009, p. 248.

(4) McAdam, Sukup, Kaliz, 1999, p. 142.

(5) El Proceso de Reorganización Nacional​ (PRN)​ fue una dictadura cívico-militar que gobernó a la República Argentina entre el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 y la entrega incondicional del poder a un gobierno constitucional el 10 de diciembre de 1983. Adoptó la forma de un Estado burocrático-autoritario y se caracterizó por establecer un plan sistemático de terrorismo de Estado, que incluyó robo de bebés, y ocultamiento de su verdadera identidad, y secuestro, tortura, asesinato y desaparición de personas.

(6) Zanini, 2018, p. 134.

(7) La guerra de las Malvinas, conflicto del Atlántico Sur o Falklands War, fue un conflicto armado entre la Argentina y el Reino Unido desatado en 1982, en el cual se disputó la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, ubicadas en el Atlántico Sur. Comenzó en abril con la ocupación de puerto Stanley por parte de tropas argentinas, bajo órdenes de la Junta Militar. Como respuesta, el gobierno británico desplegó una enorme fuerza expedicionaria que al cabo de 10 semanas de batalla desalojó a las fuerzas argentinas. La victoria británica precipitó la caída de la dictadura argentina y el inicio de recuperación del Estado de derecho, al tiempo que contribuyó a la reelección del gobierno conservador de Margaret Thatcher en 1983. Ambos países cortaron relaciones diplomáticas hasta 1990. La ONU continúa considerando los tres archipiélagos con sus aguas circundantes como territorios disputados.

(8) La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) fue una comisión creada por el presidente de la Argentina, Raúl Alfonsín ,el 15 de diciembre de 1983 con el objetivo de investigar las reiteradas y planificadas violaciones a los derechos humanos ocurridas durante el período del terrorismo de Estado en Argentina en las décadas de 1970 y 1980, llevadas a cabo por la dictadura militar denominada Proceso de Reorganización Nacional. No fue instituida para juzgar, sino para indagar sobre la suerte corrida por los desaparecidos. La comisión recibió varios miles de declaraciones y testimonios, y verificó la existencia de cientos de lugares clandestinos de detención en todo el país. El encargado de presidir la comisión fue el escritor Ernesto Sabato.

(9) Zanini, 2018, p. 136.

(10) Bergman, 2016, p. 35.

(11) Dentro de la jerga del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional y en el marco del terrorismo de Estado, los grupos de tareas o GT, también llamados vulgarmente patotas, fueron grupos conformados por miembros de las diversas Fuerzas Armadas, de los cuerpos de seguridad del Estado y de grupos paramilitares, que tenían por función el secuestro, tortura, asesinato y desaparición de los objetivos señalados por la dictadura además de la gestión de los distintos centros clandestinos de detención. Los grupos de tareas estaban formados tanto por personal estable como rotativo, incluyendo personal militar de todas las graduaciones. Ejemplo de esto es que incluso Emilio Massera, jefe de la Armada Argentina, formó parte de uno, participando activamente en la tortura de desaparecidos.

(12) Larraquy, 2017, p. 607.

(13) Nunca más: informe final de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas o simplemente Nunca más es un libro que recoge el informe emitido por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas respecto a las desapariciones ocurridas en la Argentina durante la dictadura militar (1976-1983). Es conocido también con el nombre de Informe Sabato,​ puesto que fue el escritor Ernesto Sabato quien presidió la comisión que lo entregó el 20 de septiembre de 1984 al entonces presidente, Raúl Alfonsín. El título Nunca más fue propuesto por Marshall Meyer, debido a que había sido el lema utilizado originalmente por los sobrevivientes del Gueto de Varsovia para repudiar las atrocidades del nazismo. A día de hoy sigue siendo uno de los libros más vendidos en Argentina.

(14) Jorge Rafael Videla (Mercedes, Buenos Aires; 2 de agosto de 1925-Marcos Paz, Buenos Aires; 17 de mayo de 2013) fue un militar, político y dictador, miembro de la Junta Militar de Gobierno entre 1976 y 1978 y presidente de facto con poder legislativo de la Nación Argentina desde el 29 de marzo de 1976 hasta el 29 de marzo de 1981. Gobernó la Argentina desde el 24 de marzo de 1976 hasta el 10 de diciembre de 1983. En el Juicio a las Juntas de 1985, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, fue condenado a la pena de reclusión perpetua, inhabilitación absoluta perpetua como autor de 469 crímenes de lesa humanidad (66 homicidios, 306 secuestros, 97 torturas y 26 robos).​ En 1990 recibió el indulto del presidente Carlos Saúl Menem, declarado nulo de nulidad absoluta en 2006.

En junio de 1998 fue detenido nuevamente tras la resolución del juez Roberto Marquevich por apropiación de menores durante la última dictadura,​ sin embargo, después de pasar treinta y ocho días preso, la Cámara Federal de San Martín, con la firma de los jueces Hugo Rodolfo Fossati y Francisco Juan Lugones, le concedió el beneficio del arresto domiciliario en atención a su edad. Seguía gobernando Carlos Menem. En octubre de 2008, el juez Norberto Oyarbide, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, dispuso su traslado a la cárcel, teniendo en cuenta la gravedad de los hechos por los que fue condenado.​ Estuvo encarcelado en la base militar de Campo de Mayo desde octubre de ese año hasta junio de 2012, cuando fue trasladado a la cárcel de Marcos Paz, donde fallecería el 17 de mayo de 2013 tras un accidente cardiovascular.

(15) Emilio Eduardo Massera (Paraná, 19 de octubre de 1925-Buenos Aires, 8 de noviembre de 2010) fue un militar argentino que entre 1976 y 1978 formó parte, junto con Jorge Rafael Videla y Orlando Ramón Agosti, de la Junta Militar que gobernó de facto la Argentina durante el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional tras el derrocamiento de María Estela Martínez de Perón. Durante el Juicio a las Juntas, fue destituido y condenado a reclusión perpetua e inhabilitación absoluta como autor responsable de los delitos de homicidio agravado por alevosía, privación ilegítima de la libertad calificada por violencia, tormentos reiterados y robo. Falleció a los 85 años sin haberse arrepentido de ninguno de sus crímenes.

(16) Bonasso, 1994, p. 381.

(17) Constenla, 2009, p. 272.

(18) Para 1987 comenzaba a hacerse evidente que era necesaria una reforma económica estructural que resolviera la brecha entre recursos con que contaba el Estado, y las funciones que desarrollaba. El desfinanciamiento crónico del Estado ya no podía ser resuelto ni recurriendo a los fondos de pensiones, ni por el endeudamiento interior y exterior, ni por la emisión monetaria. En julio de 1987 los ministros de Economía, Sourrouille y de Obras y Servicios Públicos, Terragno anunciaron conjuntamente un paquete de medidas para la reforma del sector público. El gobierno de Alfonsín no pudo avanzar mucho en este plan de reforma del Estado, en parte por la oposición del peronismo en el Congreso, y en parte porque los partidos políticos populares de entonces, incluido el suyo, la Unión Cívica Radical, se encontraban sumamente comprometidos con las ideas estatistas y nacionalistas que habían dominado la mayor parte del siglo XX.

En abril de 1988, Argentina entró en moratoria del pago de su deuda externa. Llegado agosto la inflación alcanzaba el 27,6% mensual. En octubre el gobierno de Alfonsín puso en práctica un plan de salvación denominado Plan Primavera, cuyo objetivo primordial era llegar a las elecciones con la economía bajo un mínimo de control. Básicamente consistía en un acuerdo de moderación del aumento de precios con la Unión Industrial Argentina y la Cámara Argentina de Comercio y un nuevo régimen cambiario, en el que el Estado intermediaba en la compra y venta de divisas. No lo consiguió y el resultado fue una hiperinflación salvaje que durante el año 1989 obligó a que muchas de las transacciones comenzaran a realizarse mediante trueque o utilizando al dólar estadounidense como referencia.

(19) Alfonsín necesito convencer a su propio partido para que le apoyaran en la aprobación de esta ley, pues aseguraba que el tema de las Juntas Militares no podía dilatarse en el tiempo de forma indeterminada, pues era un tema tan grave que no permitiría avanzar al país en otras cuestiones primordiales. Por ello se dieron sesenta días para que todas las personas que tuvieran que denunciar alguna violación, abuso, muerte o desaparición llevada a cabo por los militares lo hiciera dentro de ese margen de días, pues después no se aceptarían. Algo que, evidentemente, enfureció a las víctimas y a la población general que veían como de ese modo el gobierno se plegaba en parte a las peticiones de los asesinos.

(20) D´Andrea, 1999, p. 168.

(21) D´Andrea, 1999, p. 168.

(22) Rey, 227, p. 176.

(23) Ferrari, Ricci, Spinelli, 2007, p. 189.

(24) La Ley de Obediencia Debida fue una disposición legal dictada en Argentina el 8 de junio de 1987, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, que estableció una presunción (es decir, que no admitía prueba en contrario, aunque sí habilitaba un recurso de apelación a la Corte Suprema respecto a los alcances de la ley) de que los delitos cometidos por los miembros de las Fuerzas Armadas cuyo grado estuviera por debajo de coronel (en tanto y en cuanto no se hubiesen apropiado de menores o de inmuebles de desaparecidos), durante el terrorismo de Estado y la dictadura militar no eran punibles, por haber actuado en virtud de la denominada «obediencia debida». Este es un concepto militar según el cual los subordinados se limitan a obedecer las órdenes emanadas de sus superiores.

(25) Palombo, Crinigan, Villarruel, 2019, p. 32.

(26) Lorenzetti y Kraut, 2021, p. 202.

(27) Las sublevaciones carapintadas fueron una serie de cuatro sublevaciones militares ocurridas en la Argentina entre 1987 y 1990. En ese contexto un grupo de militares del Ejército Argentino, conocido como los «carapintada», definido así por periodistas debido al hecho de que se presentaban con pintura facial de camuflaje como en la guerra, desobedecieron la cadena de mando.

Las sublevaciones fueron consideradas que se llevaron a cabo por desconocimiento de los mandos naturales, y se cometieron contra los gobiernos constitucionales de Raúl Alfonsín y Carlos Menem respectivamente. Pese a haber sido derrotados, las sublevaciones carapintadas presionaron al poder democrático e influyeron en las llamadas «leyes de impunidad», sancionadas durante los gobiernos de Alfonsín y Menem, que liberaron a los acusados y dejaron sin efecto las investigaciones y condenas dictadas contra los autores de crímenes de lesa humanidad. Aunque se arrestaron, juzgaron y condenaron a prisión a los líderes militares, la mayoría no recibió castigo alguno.

(28) Ernesto Guillermo Barreiro (Córdoba, 1947), cuyos apodos fueron «Nabo», «Gringo», «Hernández» y «Rubio», es un exmilitar argentino que está condenado a prisión perpetua. por su comisión de delitos (228 privaciones ilegítimas de la libertad, 211 imposiciones de tormentos, 65 homicidios calificados, 13 tormentos seguidos de muerte y el robo de un menor de 10 años) durante la dictadura militar iniciada en 1976. En su momento participó del alzamiento carapintada de 1987, motivo por el cual se le dio de baja del Ejército.

(29) Larraquy, 2017, p. 633.

(30) Arias, 2013, p. 396.

(31) Arias, 2013, p. 397.

(32) Aldo Rico (Buenos Aires, Argentina, 4 de marzo de 1943) es un militar y político argentino. Fue jefe de la Compañía de Comandos 602 en la Guerra de las Malvinas. Lideró dos sublevaciones carapintadas en Campo de Mayo y Monte Caseros en 1987 y 1988. Fundó el Movimiento por la Dignidad y la Independencia, fue intendente de San Miguel, ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, diputado de la Nación y convencional constituyente. En el año 2016 participó junto a veteranos de Malvinas del desfile por el Bicentenario de la Independencia Argentina en Buenos Aires, lo que levantó bastantes ampollas entre varios sectores sociales y políticos del país.

(33) Arias, 2013, p. 397.

(34) Si bien el alzamiento contó con gran apoyo del personal tropa, la actitud del resto de las Fuerzas Armadas fue unánime: Alfonsín no contó con la subordinación necesaria entre la tropa para sofocar militarmente a Los Carapintadas. El momento de mayor desconcierto para la población ocurrió cuando el gobierno reconoció que no tenía capacidad, ni fuerzas para reprimir la insurrección. Eso también frenó en seco el viaje del general Elías hacia Buenos Aires.

(35) Lorenzetti y Kraut, 2021, p. 211.

(36) Otras muchas personas decidieron rodear la Academia militar del Campo de Mayo. Dese el interior se les avisó, en tono amenazante y con las armas a la vista, de que si intentaban entrar en el recinto serían masacrados sin miramientos.

(37) Muiño, 2013, p. 503.

(38) Muiño, 2013, p. 504.

(39) Costenla, 2009, p. 308.

(40) Sylvestre, 2016, p. 117.

(41) Sylvestre, 2016, p. 117.

(42)  El alzamiento deterioró al gobierno que perdió de pronto el apoyo de un importante sector de la población que veían en la figura del presidente a un baluarte contra los abusos continuos de los sectores más radicales del ejército que aún resistían en sus puestos de mando a la llegada de la democracia. Lo que ocurrió ese día en el país fue un jarro de agua fría para sus esperanzas. Años después, Aldo Rico se vanagloriaría en una entrevista de que de no haber sido por ellos Alfonsín aún seguiría gobernado.

(43) Al día siguiente de aquel domingo de Pascua, los diarios argentinos informaban que el Poder Ejecutivo estaba impulsando la Ley de Obediencia Debida. Dos semanas después esta ley sería aprobada, complementando la Ley de Punto Final, que libraba a la mayoría de los militares, aún en servicio, de enfrentarse a juicio por sus actuaciones durante la dictadura. Inmediatamente, las personas que aquel extraño Domingo de Pascua habían vitoreado a Alfonsín frente a la Casa Rosada, comenzaron a criticarle de manera pública. El gobierno y el propio Raúl Alfonsín, a pesar que con su actuación posiblemente hubiera frenado ese día una matanza indiscriminada, habían sucumbido a las presiones de los golpistas. De este modo perdió todo el prestigio ganado con el juicio de las Juntas, y la creación de la CONADEP.


Bibliografía

  • Arias, M.E, (2013), Fechas clave en la historia reciente de la Argentina (1952-2011), Editorial Dunken, Buenos Aires.
  • Bergman, S, 2016, Coronados de gloria, Ediciones B, Buenos Aires.
  • Bonasso, M, 1994, Recueros de la muerte, Txalaparta, Tafalla.
  • Constenla, J, 2009, Raúl Alfonsín: biografía no desautorizada, Vergara, Barcelona.
  • D´Andrea, J.L, 1999, Memoria debida, Colihue, Buenos Aires.
  • Ferrari, M, Ricci, L y Spinelli, M.E, 2007, Memorias de la Argentina contemporánea, 1946-2001. La visión de los mayores, Editorial de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Mar del Plata.
  • Larraquy, M, 2017, Argentina: un siglo de violencia política (1890-1990). De Rosas a Menem. La historia del país, Sudamericana, Buenos Aires.
  • McAdam, A y Sukup, V, 1999, Raúl Alfonsín y la democracia a pesar de todo, Corregidor, Buenos Aires.
  • Muiño, O, 2013, Alfonsín. Mitos y verdades del padre de la democracia, Aguilar, Madrid.
  • Lorenzetti, R y Kraut, A, 2011, Derechos humanos: justicia y represión, Sudamericana, Buenos Aires.
  • Palombo, G, Crinigan, A y Villarruel, V, 2019, La nación dividida. Argentina después de la violencia de los 70, Ediciones Lilium, Buenos Aires.
  • Rey, E (dir), 2007, Memoria de violencia en Uruguay y Argentina. Golpes, dictaduras, exilios (1973-2006), Servizo de publicacións da Universidade de Santiago de Compostela, Santiago de Compostela.
  • Sylvestre, G, 2016, Intrigas, alianzas y traiciones: El detrás de la cámara de nuestra democracia, Ediciones B, Buenos Aires.
  • Zanini, E, 2018, Raúl Alfonsín; el hombre que hizo falta, Marea Editorial, Buenos Aires.
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Eduardo Fernán-López
Villalpando (Zamora-1985) Estudió Historia del Arte en la facultad de filosofía y letras de Valladolid. Gracias a una beca cursó estudios de historia y antropología en la facultad de letras de Lisboa. Tras vivir varios años en Madrid, Dublín y París, realizó un Máster en Estudios Hispánicos en la universidad de Cádiz, donde también se doctoró en Historia Contemporánea y Constitucionalismo, consiguiendo la mención internacional por su estancia doctoral de investigación en la Universidad Nacional de la Plata (Buenos Aires). En la actualidad vive en Oporto, donde entremezcla su labor investigadora con la divulgación cultural de la historia portuguesa, y en su tiempo libre, sobre todo de madrugada, con la literatura.