Nancy Wake, una heroína de la II Guerra Mundial con fusil y maquillaje

Nancy Wake podría haber sido un personaje de la película Casablanca(1). Me la imagino en la barra del Café de Rick, bebiendo gin-tonics (su bebida favorita) junto a Humphrey Bogart y Claude Rains, el cínico capitán Renault. Los tres haciendo el doble juego a los alemanes y colaborando a favor de la Francia libre. Dando, subterfugiamente,  salvoconductos a los perseguidos por la Gestapo y cantando con patriotismo “La marsellesa”.

Nancy Wake
Nancy Wake, Superwoman.

Pero la realidad supera la ficción. Nancy Wake no era una espía de celuloide, sino de carne y hueso: comprometida y humana. Y se jugó el cuello hasta convertirse en el símbolo de la Resistencia francesa al nazismo.

La verdad es que andamos escasos de heroínas, y hartos de falsos héroes. Por eso, ya es hora de romper estereotipos. A este respecto, la filósofa Simone de Beauvoir, clave del feminismo, decía que “la educación de la mujer siempre conspiró para impedirle el camino del conocimiento, la libertad y, por supuesto, el heroísmo” (2″.

Hoy vamos a reivindicar la figura de Nancy Wake como verdadera heroína de la II Guerra Mundial (3).

La bella Nancy Wake, nacida libre

Nancy Wake nació(4) en Wellintong, Nueva Zelanda, aunque enseguida su familia se trasladó a Australia. Desde la adolescencia dio muestras de su carácter indómito y valiente,  de su necesidad de independencia y su imperioso deseo de libertad. Aprendió pronto a sobrevivir, ya que su padre abandonó a la familia y vendió en secreto la casa donde vivían (5). Se quedó sin hogar, ¡qué palo más grande! Pero su destino como espía/heroína estaba escrito en las estrellas, a pesar de la adversidad de ese momento.

La suerte le sonrió y pudo salir de la indigencia gracias a las 200 libras que recibió de la herencia de una tía, y eso le dio alas… De manera que, como no tenía miedo a nada, se fugó de su casa con tan solo 16 primaveras.  Primero viajó hasta Nueva York, y luego a Londres, donde se pagó unos estudios de periodista. ¡Qué dinero más bien invertido! Sobre todo, maduró y se graduó en la escuela de la vida. Realmente, toda su biografía puede ser narrada como un gran libro de aventuras.

Tiene razón el filósofo Fernando Savater: “el mundo del héroe es la aventura, en ella hay que buscarle y allí alcanza la plenitud de su perfil” (6). Y la aventura exige libertad.

“La libertad es lo único por lo que vale la pena vivir porque, sin libertad, la vida no tiene sentido” (7). (Nancy Wake dixit).

Odio en Alemania, amor en Francia

Consiguió trabajo de periodista en París, en una importante agencia de prensa, por lo que la enviaron a cubrir la noticia del ascenso del nazismo en Alemania y Austria. Inevitablemente, Nancy Wake se horrorizó al observar in situ la dura realidad de los judíos, los crueles progromos o linchamientos contra ellos. ¡Incluso llegó a entrevistar a Hitler! Le repugnó. Sintió odio y rebeldía ante esa situación tan injusta. Y juró venganza.

Nancy Wake y Henri Fiocca
Nancy Wake y Henri Fiocca enamorados

En ese momento decidí que si alguna vez  tenía la oportunidad, haría cualquier cosa, por pequeña o grande que fuera, estúpida o peligrosa, para tratar de ponerle las cosas más difíciles a los nazis”(8).

Y su estrella seguía brillando… Conoció a Henri Fiocca, empresario francés con fama de vividor. Se enamoró locamente. Un hombre alto, guapo y millonario, ¡menudo chollo! Se casaron en Marsella y vivieron felices y no comieron perdices, sino caviar, ostras y champán.  Aunque los días de vino y rosas, de amor y lujo, duraron poco. Justo hasta que los soldados alemanes y los Panzer (9) llegaron a Francia y la Blitzkrieg (10) lo devastaba todo.

Henri Fiocca fue un ángel en la vida de Nancy Wake. En vez de huir a América como hacían todos los ricachones, puso su fortuna al servicio de la Resistencia. Compraron una ambulancia para ayudar a escapar a judíos, pilotos aliados y refugiados políticos hasta la España “neutral”, a través de la ruta de los Pirineos (11). Todo bien organizado y clandestinamente: él conduciendo y ella disfrazada de enfermera. Y de este modo también distribuían dinero, armas, ropa, alimentos y  mensajes a los maquis (guerrilleros). Nancy encontró en Henry a su media naranja. Detrás de una gran mujer no siempre hay un gilipollas.

Nancy Wake, la ratona presumida

Nancy Wake
Nancy Wake y su fusil

Nancy no era como la heroína Juana de Arco (12),que combatía contra los ingleses vestida de hombre, en plan chicazo. Todo lo contrario. Ella iba siempre muy femenina, cuasi femme fatale. De hecho, los maquis que dirigía logísticamente comentaban que “era la chica más guapa y femenina del mundo, pero que cuando empezaba la batalla era más dura que cinco marineros juntos (13)”. La respetaban y admiraban muchísimo. Y es que una cosa no quita la otra.

Su coraje le instaba a sabotear las infraestructuras de los alemanes con explosivos en carreteras, trenes, instalaciones eléctricas y comunicaciones. También a reclutar e instruir en estos menesteres a los grupos paramilitares de la Resistencia. En definitiva, a luchar contra el enemigo con todas las fuerzas.

Y Nancy cogió su fusil, pero también su maquillaje (14). O sea, armas de fuego y armas de mujer. Esto es fundamental, pues una mujer debe ir siempre bien arreglada. Sobre todo, si tiene previsto estrangular a un nazi con sus propias manos, como ella hizo en un par de ocasiones. Esa mezcla tan singular desconcertaba a la Gestapo, pues sus proezas eran tan brutales que pensaban que era un hombre.

Huidiza, lista e inasible como un ratón, Nancy llegó a convertirse en el quebradero de cabeza de los espías nazis, a pesar de que tenían pinchado su teléfono y su correo. Ni siquiera sabían su nombre, por eso la apodaron “weiße Maus”, es decir, “ratón blanco”. La seguían día y noche. Incluso pusieron precio a su vida: cinco millones de francos (15). ¡Malditos roedores!, pensarían…

¡Me encanta matar nazis!

La guerra es siempre un fracaso de la civilización. Un tiempo aciago en que se suspende la ética y se vulnera el precepto religioso de “no matarás”. Nancy Wake lo sabía.  No obstante, era la única forma que tenía de salvar vidas inocentes. Es decir, si se convirtió en verdugo es porque escuchó el grito de las víctimas. Estaba al tanto de las aberraciones cometidas por el régimen nazi. En su opinión, todos los alemanes eran como las impresoras: HP. Pensaba queel único alemán bueno era el alemán muerto. Y cuanto más muerto, mejor” (16).

Así que, por todos los colectivos asesinados (judíos, gitanos, comunistas, homosexuales, testigos de Jehová, minusválidos[17], etc.), se implicó y peleó con uñas y dientes.

Pero las cosas se pusieron feas para Nancy. Se sentía acorralada. Demasiado peligroso continuar allí. No tuvo más remedio que huir. Se despidió de Henri con un sentido beso, y se largó. El viaje a través de los Pirineos fue una odisea: saltó desde un tren en marcha, le dispararon soldados alemanes (18) y estuvo encarcelada en Francia. Por no hablar del hambre y del frío que pasó en aquéllas montañas… Al final, logró llegar a España escondida en un camión que transportaba carbón. ¡Y también en nuestro país pasó unos días en el trullo! Pero su estrella de la suerte no le abandonaba.

La heroína salta en paracaídas, ¿quién teme a Nancy Wake?

Sana y salva ya en Gran Bretaña, seguía con la obsesión de combatir a Hitler. Churchill había creado un ejército de élite, el famoso SOE (19), y por supuesto que la reclutaron, pues conocían el éxito de sus operaciones dentro de la Resistencia. Reconocían sus méritos, valor y esfuerzo. Con ellos se especializó en el arte de hacer el máximo daño posible a los nazis. E hizo un máster en llaves de judo, explosivos plásticos y en puntería con fusil Sten, el arma más utilizada por los soldados aliados británicos; también en organizar la guerra de guerrillas. Fundamentalmente, la necesitaban como agente especial para que actuara de contacto entre Londres y los maquis.

Nada la detenía en su misión. Así que Nancy Wake saltó en paracaídas desde un  avión bombardero B- 24 sobre la Francia ocupada para pasar información ¡asombroso! El plan era ayudar a las tropas Aliadas en el desembarco de Normandía (20). Ella y sus hombres lograron dejar un reguero de cadáveres con uniforme gris. ¡La guerra es la guerra!

El maquillaje lo disimula todo

Nancy Wake era imprescindible. En una ocasión se les estropeó el aparato de radio, y dependían de él para comunicar con Londres y  recibir su ayuda. El más cercano estaba a 200 kilómetros de distancia y ella se ofreció voluntaria para ir hasta allí en bicicleta. Sabía que si cualquiera de sus compañeros pasaba por un puesto de control alemán sería detenido y fusilado ipso facto. Sin embargo, ella lo tenía más fácil: con su belleza y su sonrisa podría saludarles y dejarles alelados, K.O. Y seguir el camino como el que no quiere la cosa, disimulando. En el peor de los casos, solía decir que:

Nancy Wake
Nancy Wake antes y después

basta con un poco de maquillaje y una copa en la mano” (21).

Logró llegar al  operador de radio pedaleando sin parar y Londres les lanzó una nueva radio y nuevos códigos secretos. Volvió al campamento con heridas en la parte interna de los muslos (22), pero muy orgullosa de su hazaña. Así que, ¡donde se ponga el maquillaje y la fuerza de voluntad de esta Superwoman, que se quite la capa roja de Superman!

Medallas, gin-tonics y… recuerdos

Acabada la guerra, Nancy nunca encontró la paz. Lo primero que hizo fue buscar a Henri, pero se enteró de la terrible noticia: fue torturado y asesinado por los nazis. Quisieron sacarle el verdadero nombre de Nancy y su paradero, mas él prefirió morir antes que delatarla.

Nancy Wake bebiendo gin-tonic

Se volvió a casar con un piloto australiano, aunque lo más seguro es que nunca olvidara a Henri. Ninguna mujer olvida a un hombre extraordinario. Su recuerdo la acompañaría siempre.  Volvió a Australia con su segundo marido e intentó en este país meterse en política, pero fracasó. No obstante, consiguió ser la mujer más condecorada de la II Guerra Mundial (23). Póstumamente, también los franceses pusieron en valor la bondad y filantropía de Henri Fiocca, pues dieron su nombre a una calle del centro de Marsella. 

Pese a todo, la verdad es que a Nancy las medallas le importaban une merde: las vendió (24) para poder desayunar gin-tonics en un hotel de Londres, cerca de Picadilly. Volvió a La City a la muerte de su segundo marido.

Su estrella se apagó definitivamente a punto de cumplir los 99 años, en una residencia de veteranos de guerra. Pero Nancy Wake sigue brillando.

Como en el fondo era una sentimental, pidió que sus cenizas fueran esparcidas en el lugar donde fue más feliz. Esto es, en el bosque de Verneix (Montluçon, Francia), donde estaba ubicado el cuartel de la Gestapo que ella misma hizo explotar por los aires lanzando granadas de TNT. ¡Qué bonito! Me estoy emocionando…

¡Te queremos, Nancy!


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Referencias y bibliografía

Referencias

(1) Curtiz, 1942.

(2) Caballé Masforroll,2019, p. 11.

(3) Para saber más sobre el crucial papel de las mujeres durante la II Guerra Mundial, recomiendo leer el excelente artículo de Eva Sanjuán Iglesias, “Battlefield V: mujeres en pie de guerra”.

(4) El 30 de agosto de 1912.

(5) López, 2018, p. 19.

(6) Savater, 1992, p. 169.

(7) Cívico y Parra, 2016, p. 76.

(8) Atwood, 2013, p. 194.

(9) Tanques blindados alemanes.

(10) Guerra relámpago. Táctica militar alemana utilizada para invadir territorios atacando por sorpresa.

(11) La ruta Garlow, llamada así por Iam Garlow, el militar escocés que la creó como vía de escape entre Francia y España.

(12) Militar y santa de la Baja Edad Media.

(13) Cívico y Parra, 2016, p.78

(14) Atwood, 2013, p. 197.

(15) Ibídem, p. 195.

(16) López, 2018, p. 19.

(17) Con el plan llamado Aktion T4, los nazis asesinaron a 300.000 minusválidos físicos y psíquicos.

(18) Atwood, 2013, p. 195.

(19) Special Operations Executive.

(20) Operación naval de los Aliados para liberar a Europa del nazismo. Comenzó el 6 de junio de 1944 o Día D.

(21) Cívico y Parra, 2016, p. 78.

(22) Atwood, 2013. p. 197.

(23) Teruel, 2011.

(24) López, 2018, p. 19.


Bibliografía

  • Atwood, J., 2013, Heroínas de la II Guerra Mundial, 26 historias de espionaje, sabotaje, resistencia y rescate, EDAF S.L., Madrid.
  • Caballé, A., 2019, Breve historia de la misoginia, antología y crítica, Ariel, Barcelona.
  • Cívico, I., Parra, S., 2018, Las chicas son guerreras, 26 rebeldes que cambiaron el mundo, Penguin Random House, Barcelona.
  • López Valle, D., 2018, “Nancy Wake, de ratonas y hombres”, Cuaderno de vacaciones para adultos, Blackie Books S. L., Barcelona.
  • Savater, F., 1992, La tarea del héroe, Ediciones Destino, Barcelona.
  • Teruel, A., Nancy Wake, 2011, “La partisana más buscada por la Gestapo”, elpais.com, 10 de agosto de 2011. [En línea] Disponible en: https://elpais.com/diario/2011/08/10/necrologicas/1312927203_850215.html (25 de marzo de 2019).
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