Catacumbas de París: hogar de la resistencia en la IIGM y cultura underground en estado puro

Parafraseando a Víctor Hugo, en Los Miserables, París tiene, bajo el suelo, otro París (1). Porque así es: bajo París encontramos desde canales y embalses, hasta criptas, bóvedas y bodegas convertidas en discotecas y galerías. Y, por supuesto, están las carrières, las antiguas canteras de piedra caliza. Que, nombradas así, no os dirán nada. Pero, ¿y si os digo que parte de dichas canteras son las Catacumbas de París? Sí, las Catacumbas son el corazón de ese «otro París», siguiendo a Víctor Hugo, con sus calles, sus cruces, sus plazas, sus callejones sin salida, sus arterias y su circulación (2).

Las Catacumbas fueron el hogar de la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial, y, después, han acogido a toda una cultura underground, fascinante y clandestina (3), que despertará las pasiones de las más bohemias y soñadoras. Creedme. Porque, verdaderamente, el subsuelo de París contiene otra ciudad. Una realidad paralela y subterránea, repleta de historia y de arte.

«El subsuelo de París, si la mirada pudiera atravesar la superficie, brindaría la apariencia de una madrépora colosal. No cuenta una esponja con más boquetes ni pasillos que esa mota de tierra de seis leguas de circunferencia en la que reposa esta gran ciudad antigua. Por no mencionar las catacumbas, que son un sótano aparte». (Víctor Hugo) (4).

Pero, ¿cuál fue el origen de las catacumbas parisinas? ¿Y cómo es posible que este cementerio colosal se haya convertido en el templo de la cultura underground de París? ¿Acaso es la sublimación de que vida y muerte son las dos caras de una misma moneda?

El origen de las Catacumbas de París

A finales del siglo XVIII, los parisinos se enfrentaron a un problema de salubridad importante, relacionado con los cementerios de la ciudad. Así que, como ya no había espacio para tanto muerto y las condiciones higiénicas eran de aquella manera, tuvieron que tomar cartas en el asunto. ¿Qué decidieron las autoridades parisinas? Pues trasladar los restos de los difuntos a una ubicación subterránea. Y fueron muy prácticas, pues escogieron un lugar de fácil acceso, situado en la periferia de la ciudad: las antiguas canteras de Tombe-Issoire, bajo la Plaine de Montrouge (5). Dichas minas de piedra caliza, situadas bajo el suelo de París, se explotaban, como mínimo, desde el siglo XV (6).

carrières de Tombe-Issoire
Fuente: Musée Carnavalet.

Cuando los muertos se trasladaron bajo el suelo de París

El caso es que metieron mano a lo grande en eso de evacuar difuntos. Y empezaron a trasladar los restos fúnebres desde el cementerio más importante del París de la época: el Cementerio de los Santos Inocentes, que, finalmente, se clausuró (7). A cargo de la organización del traslado de los esqueletos estuvo Charles-Axel Guillaumot. Era el inspector del servicio de Inspección general de canteras de París, que tenía la misión de supervisar las minas, pues se habían producido varios derrumbes con consecuencias catastróficas para la ciudad (8).

Pero el trasiego de difuntos no cesó ni se limitó a dicho cementerio, sino que continuó durante el siglo XIX, hasta 1860. Así, consiguieron clausurar los cementerios del centro de la ciudad (9). En total, se llegaron a exhumar los restos de unos seis millones de parisinos (casi tres veces la población actual de París) (10). Durante años, todas las noches, vagones funerarios tirados por caballos, repletos de los huesos desenterrados, cubiertos de telas negras, y precedidos de antorchas y sacerdotes, iban desde los cementerios hasta el subsuelo de París (11). Escalofriante, sí. Debió ser todo un espectáculo lúgubre y siniestro, en el que participaban excavadores, limpiadores, apiladores, conductores, porteadores y supervisores (12).

¿Pero cuando se llamó «Catacumbas» a estas antiguas canteras de París?

Así, esos túneles y galerías – de 300 kilómetrosde las antiguas canteras (13) se convirtieron en lo que hoy es todo un reclamo para los turistas, amantes del inframundo: las famosas Catacumbas de París. Fue en abril de 1786 cuando las antiguas canteras se declararon «Osario municipal de París» y cuando se les empezó a llamar «Catacumbas». ¿Por qué? Pues fue en honor a las catacumbas de Roma. Por extensión, el término «Catacumbas de París» – atribuido, como os he contado, a la parte de la cantera transformada en osario, en el siglo XVIII – se utiliza erróneamente a día de hoy para nombrar a todas las canteras que recorren el subsuelo de París (14).

Las Catacumbas de París son uno de los osarios más importantes del mundo y, además, son uno de los pocos que existen subterráneos. En general, los huesos que allí se amontonan están desarticulados (los vertieron y apilaron, sin más miras) y son anónimos, salvo contadas excepciones. – Unas de esas pocas excepciones, son el escritor Charles Perrault y los políticos Danton y Robespierre – (15). Los restos óseos más antiguos son de época merovingia; los más recientes, datan de época de la Revolución Francesa (16).

Visita turística al inframundo

En 1809, las Catacumbas de París se abrieron por primera vez al público. Y, a día de hoy, hay colas de horas para entrar a visitarlas (17). Admitámoslo: ¡nos encanta lo macabro! De cara a que el nuevo «Osario municipal de París» se convirtiese en una auténtica atracción turística, el inspector Héricart de Thury se encargó de acondicionar y reorganizar decorativamente la enorme cantidad de huesos allí apilados. Así, transformó las Catacumbas de París, para darles categoría de museo y de monumento (18).

restos óseos catacumbas de París
Fuente: Shea, 2011.

En general, la disposición de las Catacumbas seguía la tradición medieval de los osarios. Aunque para la decoración se permitió que volase la imaginación de los trabajadores. Cuando llegó Héricart de Thury, hizo que los huesos formasen una decoración funeraria monumental, enriquecida con pilares dóricos, altares y placas. – Cabe señalar la mítica frase que encontramos en la entrada de una de las galerías de las Catacumbas: “Alto, aquí está el imperio de la muerte” –. Además, a las distintas estancias, las llamó con nombres de inspiración antigua o literaria, para otorgar a las Catacumbas de París la dignidad de mausoleo (19).

Arrête, c’est ici l’empire de la mort
Fuente: Steemit.

En 2002, las Catacumbas de París se vincularon al Museo Carnavalet de Historia de París, que se sigue encargando de poner en valor y de ir restaurando y preservando el osario (20).

De centro de horticultura a hogar de la Resistencia francesa

A partir de 1820, los huesos depositados en las Catacumbas de París adquirieron una nueva función, cuanto menos, curiosa. Se utilizaron como campo de cultivo de hongos. Así, se fundó la Sociedad de Horticultura de París. Para 1940, había unos dos mil horticultores trabajando bajo el suelo parisino (21).

Pero las Catacumbas de París tomaron otro significado muy diferente durante la Segunda Guerra Mundial. Por un lado, la Resistencia francesa, durante los meses posteriores a la ocupación de París, tomó ciertas secciones de los túneles, utilizándolas como guaridas. Allí se reunían y se organizaban. Digamos que las Catacumbas se convirtieron en su cuartel general. Fueron unos estudiantes de medicina de Sainte-Anne los que se encargaron de mapear las Catacumbas, en 1943. Cuando la ciudad fue presa de los ataques aéreos de los nazis, la población civil de París siguió el ejemplo de la Resistencia y también se cobijó en las Catacumbas. Por otro lado, los nazis también usaron las Catacumbas de París, construyendo búnkeres a prueba de bombas, bajo el suelo del sexto distrito (22).

Algunos de estos refugios de la Segunda Guerra Mundial, a día de hoy, son el dormitorio perfecto para toda catáfila y todo catáfilo que quiere echar una cabezadita (23).

Pero, un momento… ¡¿Cata… qué?!

Las catáfilas y los catáfilos, lovers de las Catacumbas de París: arte, drogas y rock & roll

Y es que, en esta historia, lo más siniestro – y apasionante, a la vez – es que este cementerio colosal tiene sus propios groupies: las catáfilas y los catáfilos, “amantes de lo de abajo”. Estas y estos fans, desde que terminó la Segunda Guerra Mundial, han hecho de las Catacumbas de París su hogar. Sí, como lo leéis. Y como ya os he chivado, hasta instalan campamentos para pasar la noche (24). La catafilia floreció con fuerza en las décadas de los ’70 y los ’80 del siglo XX, cuando la cultura punk sacudió con fuerza París. En aquellos años, existían muchas más entradas por las que acceder a las Catacumbas de las que sobreviven a día de hoy (25).

Pero, ¿por qué esta gente se pira al subsuelo parisino? Pues porque allí respiran libertad. Montan fiestuquis, conciertos, proyectan películas, representan espectáculos, organizan firmas de libros y, porrillo va porrillo viene, crean arte del bueno. En honor a la verdad, sus pinturas, son dignas de ver. Están rodeados de millones de cadáveres, sí, pero ¡qué importa si hay talento! Es toda una cultura underground, donde no hay normas convencionales y reina la anarquía (26). Eso sí, tienen un código de honor: respetan, preservan y restauran las catacumbas. Además, crean cuidadosamente, sin destruir, no dejan basura, comparten todos los recursos y practican el trueque (27).

catáfilas catáfilos catafilia cataphiles
Fotografías de Stephen Alvarez. Fuente: Shea, 2011.

Las y los mejores guías de las Catacumbas de París

Las catáfilas y los catáfilos son auténticas y auténticos especialistas del mundo subterráneo parisino. Así que, si te quieres dar un pirulillo por las Catacumbas de París, ¡mejores guías – formato clandestino, eso sí – no vas a encontrar! Porque, seamos sinceras y sinceros, el inframundo nos pone (28). ¡Advertencia! Claustrofóbicas y claustrofóbicos, ¡absténganse! Porque verse allí abajo, impresiona y da yuyu. Tened en cuenta que, para llegar, tendréis que atravesar, por ejemplo, alcantarillas (29).

La catafilia y la clandestinidad

El acceso a las Catacumbas de París a toda persona no autorizada está prohibido desde 1955 – exceptuando la pequeña área abierta para fines turísticos –. Y hasta hay policías especializados que vigilan la red de túneles (los cataflics) (30). Estas restricciones se deben, básicamente, a que adentrarse bajo el suelo de París es bastante arriesgado y supone un peligro para la osada y el osado que se atrevan a sumergirse en las Catacumbas parisinas. Desde finales de los ’80, por el auge de las catáfilas y los catáfilos, las autoridades chaparon todas las entradas “no oficiales”, como pozos y alcantarillas, pues, como os digo, hay un riesgo de derrumbe importante. De hecho, ha sucedido muchas veces, cobrándose incluso vidas. Pero ni por esas han acabado con la catafilia (31).

La juventud se sigue aventurando en la inmensa red de túneles y galerías, a través de viejas vías ferroviarias abandonadas. Usan pseudónimos y se comunican a través de folletos, que depositan en lugares estratégicos – como hacía la resistencia francesa, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando usaban las catacumbas para reunirse –. Internet ha ayudado bastante a sus comunicaciones. Hasta elaboran sus propios mapas, donde marcan qué zonas están inundadas, cuáles son inasequibles y cuáles las más bellas. También documentan sus características, a través de fotografías y registros (una especie de archivo) (32). ¡No me digáis que no tienen clase!

Mapa para la exploración clandestina de las Catacumbas de París
Mapa para la exploración clandestina de las Catacumbas de París. Fuente: González Ibáñez, 2012, p. 94.

Como curiosidad, os contaré que en 2004 se encontró una auténtica sala de cine, pero bien completa, bajo la plaza de Trocadero. A los pocos días, la mayor parte del equipo desapareció y, en su lugar, se encontró una nota que decía «no intenten encontrarnos» (33). Sí, ¡hay que amarlos!

¿Cómo reconoceréis a una catáfila y a un catáfilo?

Pues los distinguiréis porque portan en sus cabezas un frontal (normal, en las Catacumbas de París no ves tres en un burro), llevan sudaderas con capucha y botas altas (hasta los muslos) y cargan a sus espaldas una pequeña mochila impermeable. Las catáfilas y los catáfilos «más profesionales», portan llaves de alcantarilla en el cinturón (34).

Si la osadía no es lo vuestro, siempre os quedará el «tour oficial» por las Catacumbas de París

De los casi 300 kilómetros que componen las Catacumbas de París, solo una pequeña parte, conocida como «el Osario Denfert-Rochereau», está abierta al público. La entrada turística y oficial a las Catacumbas de París está en la Avenue du Colonel Henri Rol-Tanguy (place Denfert-Rochereau). Y podéis reservar dos tipos de visita: autoguiada (vamos, a vuestra bola) o guiada. Recorreréis, aproximadamente, entre un kilómetro y medio y dos kilómetros durante, más o menos, 45 minutos. Os hartaréis de subir y bajar escalones y de recorrer pasillos estrechísimos, y tendréis que tener cuidadín, porque el suelo resbala que da gusto. Lógico, teniendo en cuenta la humedad que hay allí abajo (35).

Mapa turístico oficial de las Catacumbas de París
Mapa oficial de las Catacumbas de París. Fuente: Sachdeva, 2022.

Sea legal o clandestina, os aseguro que la visita a las Catacumbas de París merecerá la pena y que no os va a dejar indiferentes. Dejaos envolver por el inframundo parisino, lugar de muerte y de arte; lugar de Historia. Aunque, recordad: si optáis por la opción legal y segura, no recorreréis ni un 1% de las galerías de las Catacumbas de París (36). Os estoy tentando, sí, y lo hago además con alevosía. Qué queréis que os diga, el rollo de la catafilia me ha conquistado. Entono el mea culpa. Solo les reprocho el tema de los porrillos. Pero, recordad: drogarse no es obligatorio.



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Referencias y bibliografía

Referencias

(1) Hugo, 2021, p. 1558. Título original de la novela: Les miserables; publicada por primera vez en 1862: Hugo, 2021, p. 4.

(2) “(…) las carrières, las antiguas canteras de piedra caliza que se abren en abanico en una red profunda e intrincada debajo de muchos barrios, principalmente en la parte sur de la metrópoli”. Shea, 2011. Cita de Víctor Hugo: Hugo, 2021, p. 1558.

(3) “Durante la Segunda Guerra Mundial, los guerrilleros de la Resistencia francesa —la clandestinidad— se escondieron en algunas canteras; los alemanes construyeron búnkeres en otros. Hoy en día, los túneles son recorridos por un grupo clandestino diferente, una comunidad suelta y sin líderes cuyos miembros a veces pasan días y noches debajo de la ciudad. Se llaman catáfilos, personas que aman el París underground”. Shea, 2011.

(4) Hugo, 2021, p. 1559.

(5) Fernández, 2022. González Ibáñez, 2012, p. 82. Haro Cáceres y Resta Serrano, 2022, p. 200. Musée Carnavalet – Histoire de Paris, 2019, p. 26. Musée Carnavalet – Histoire de Paris, 2018. “La Llanura” de Montrouge. Macfarlane, 2019, p. 45. Sachdeva, 2022.

(6) “Gran parte de París se construyó a partir de su propio subsuelo (…). La explotación de canteras subterráneas comenzó en serio a fines del siglo XII, y la demanda de piedra caliza parisina creció no solo a nivel local sino en toda Francia”. Macfarlane, 2019, p. 45. “El París moderno se asienta sobre enormes formaciones de piedra caliza y yeso. Los romanos fueron los primeros en cosechar la piedra; sus casas de baños, esculturas y arena todavía se pueden encontrar en la Île de la Cité y en el Barrio Latino. A lo largo de los siglos, cuando la Lutecia romana se convirtió en París, los canteros excavaron más y más profundo, tallando la materia de los grandes edificios de la ciudad, el Louvre, por ejemplo, y Notre Dame. Los tajos abiertos se convirtieron en redes de galerías subterráneas. Al principio, las canteras se encontraban mucho más allá de los límites de la ciudad. Pero a medida que la ciudad creció, partes de ella se extendieron directamente sobre viejos túneles. Esta progresión sucedió durante generaciones y sin supervisión. Los canteros trabajaban en un mundo no regulado de antorchas, polvo asfixiante y accidentes aplastantes. Cuando agotaban una cantera, la rellenaban con escombros o simplemente la abandonaban. En la superficie, nadie prestó mucha atención. Nadie se dio cuenta de lo porosos que se habían vuelto los cimientos de París”. Shea, 2011. “Estas canteras, explotadas como mínimo desde el siglo XV y posteriormente abandonadas, son una pequeña parte del laberinto que se extiende bajo la ciudad, sobre una superficie aproximada de 800 hectáreas”. “Las canteras antiguas, que llegaron a alcanzar profundidades excesivas, evolucionan progresivamente hacia una explotación subterránea que supuso la excavación de galerías para llegar a las capas más inaccesibles en la roca. Para sostener los techos de las galerías, se colocaron pilares y, en el siglo XV, se puso en marcha un sistema de pozos para subir la piedra con mayor facilidad”. Musée Carnavalet – Histoire de Paris, 2018. “Las Catacumbas están situadas en una red de canteras mucho más profunda que las actuales instalaciones subterráneas de la ciudad (metro, alcantarillado, etc.), pero que no refleja la situación al comienzo de la explotación de la piedra parisina: en la Antigüedad, los constructores explotaban la piedra al aire libre, mordisqueando las colinas a lo largo del valle del Bièvre, en el margen izquierdo. Esta piedra se utilizó para construir los grandes monumentos de la ciudad: baños termales, anfiteatro («arènes de Lutèce»), foro… Luego, la demanda de piedra para la construcción cayó drásticamente: los problemas de los siglos IV y V llevaron a una urbanización retirada a la île de la Cité y los habitantes recurren a la reutilización de piedras de edificios abandonados. (…) A partir del siglo XII, la demanda aumentó considerablemente. Las construcciones iniciadas bajo los reinados de Luis VII y Philippe-Auguste requirieron una gran cantidad de materiales: catedral de Notre-Dame, muralla circundante, fortaleza del Louvre, etc. Luego pasamos de la cantera a cielo abierto a la cantera subterránea: tenemos que ir más lejos para extraer más, mientras salvamos tierras agrícolas en la superficie. La explotación se mueve fuera de los muros de una capital en plena expansión”. Musée Carnavalet – Histoire de Paris, 2019, p. 13.

(7) Entre 1785 y 1787. “(…) el Cementerio de los Santos Inocentes, clausurado en 1780, tras permanecer en uso ininterrumpidamente durante más de diez siglos”. Musée Carnavalet – Histoire de Paris, 2018. Sachdeva, 2022. “El cementerio de los Inocentes, en el barrio de Halles, el mayor cementerio parisino del siglo XVIII, se había convertido en un foco de infección para todos los habitantes del barrio. El Parlamento de París ordenó el cierre del cementerio en 1780 después de un incidente espectacular: el derrumbe de la pared de un sótano contiguo a una fosa común que provocó el vertido de cientos de cadáveres en el sótano de una casa en la rue de lingerie. El Consejo de Estado, por decreto del 9 de noviembre de 1785, pronunció el desalojo del cementerio de los Inocentes y su sustitución por un lugar público. Se tomó la decisión de utilizar las antiguas canteras conocidas como Tombe Issoire para depositar los huesos”. Musée Carnavalet – Histoire de Paris, 2019, p. 26.

(8) Musée Carnavalet – Histoire de Paris, 2019, p. 29. “Este servicio, instaurado el 4 de abril de 1777 por Luis XVI, tenía como misión supervisar y unificar las canteras abandonadas, tras producirse una serie de importantes hundimientos del suelo parisino durante el siglo XVIII”. Musée Carnavalet – Histoire de Paris, 2018. “El primer gran colapso ocurrió en diciembre de 1774, cuando un túnel inestable se derrumbó, tragando casas y personas a lo largo de lo que ahora es la Avenue Denfert-Rochereau. Se abrieron más agujeros en los años siguientes, lo que provocó que más casas cayeran en la oscuridad. El rey Luis XVI encargó a un arquitecto llamado Charles Axel Guillaumot que explorara, cartografiara y estabilizara las canteras. Lentamente, equipos de inspectores trabajaron a través de ellos, reforzándolos. Para facilitar su trabajo, cavaron más túneles para conectar las redes aisladas. Casi al mismo tiempo, cuando el rey decidió cerrar y vaciar uno de los cementerios llenos y putrefactos de la ciudad, se le pidió a Guillaumot que pusiera los huesos en algún lugar, y así algunas canteras parisinas se convirtieron en catacumbas”. Shea, 2011.

(9) “Los traslados continuaron tras la Revolución, hasta el año 1814, con la eliminación de los cementerios parroquiales del centro de París, como San Eustaquio, San Nicolás de los Campos y el convento de los Bernardinos. Los traslados se iniciaron de nuevo en 1840, durante las obras de urbanismo de Louis-Philippe y las obras haussmannianas entre 1859 y 1860”. Musée Carnavalet – Histoire de Paris, 2018.

(10) Gimena, 2014. Milhaud, 2010. París Tickets, 2022. Sachdeva, 2022. Shea, 2011.

(11) Milhaud, 2010. Los sacerdotes cantaban la Misa de Muertos. Macfarlane, 2019, p. 45. “Se vaciaron las sepulturas, las fosas comunes y los osarios y los huesos se transportaron al caer la noche para evitar las protestas de la población parisina y de la Iglesia. A continuación, los huesos se descargaron a través de dos pozos de servicio de la cantera para su posterior distribución y apilado en las galerías por los canteros”. Musée Carnavalet – Histoire de Paris, 2018. “La transferencia de los huesos (del Cementerio de los Santos Inocentes) duró más de 6 meses. La ceremonia era siempre la misma: al caer la noche, una procesión de sacerdotes cantando el Oficio de Difuntos acompañaba el recorrido de los volquetes cargados de huesos y cubiertos con un velo negro. Llegados a su destino, los huesos son arrojados por viejos pozos de extracción de canteras y se amontonan en el fondo, destrozados. En los años siguientes, los huesos de los demás cementerios de París fueron trasladados allí también”. Musée Carnavalet – Histoire de Paris, 2019, p. 28.

(12) “Para esta tarea se estableció una línea de producción lúgubre y ritualizada” en la que participaban todos los profesionales nombrados. Macfarlane, 2019, p. 45.

(13) El Rincón de Sele, 2010. Fernández, 2022. Gimena, 2014. González Ibáñez, 2012, p. 82. Yanes, 2018.

(14) “El nombre de «Catacumbas» se le dio al osario en referencia a las Catacumbas de Roma. Pero no es en modo alguno una antigua necrópolis cristiana. Es un osario municipal”. “(…) fue inaugurado y consagrado el 7 de abril de 1786. Entonces se adoptó definitivamente el nombre de ‘Catacumbas’, en referencia a las catacumbas de la Antigüedad (“Inspirándose en los cementerios del siglo V en Roma, las catacumbas romanas, los parisinos comenzaron a llamar a este sitio las catacumbas de París. El área total de las Catacumbas en la capital francesa es de 11,000 m2, y tiene 20 metros (65 pies) de profundidad, equivalente a un edificio de 5 pisos”; Sachdeva, 2022). Este nombre solo designa el osario, y no todas las canteras subterráneas de París (“Por extensión, el término «Catacumbas de París» –nombre propio atribuido a la parte de la cantera transformada en osario en XVIII– se utiliza actualmente por error para designar las canteras que recorren el subsuelo de París y, en ocasiones, rebasan los límites de la propia ciudad”; Musée Carnavalet – Histoire de Paris, 2018)”. Musée Carnavalet – Histoire de Paris, 2019, pp. 26 y 29. “Las catacumbas propiamente dichas, la zona utilizada como cementerio y osario, representan sólo una fracción diminuta del laberinto de las antiguas canteras subterráneas de donde se extraían piedra caliza y yeso para la construcción”. Yanes, 2018.

(15) Macfarlane, 2019, p. 45. Musée Carnavalet – Histoire de Paris, 2018. “(…) literalmente vertidos en viejos túneles de canteras (…). Todos son anónimos, desarticulados. Toda individualidad olvidada”. Shea, 2011. “Entre los huesos se encuentran los de muchas personalidades trasladadas desde su cementerio parisino, como los escritores François Rabelais, Jean de la Fontaine y Charles Perrault (Fernández, 2022), el escultor François Girardon, el pintor Simon Vouet, los arquitectos Salomon de Brosse, Claude Perrault o Jules Hardouin -Buhardilla. En la época de la Revolución, algunos muertos habrían sido enterrados directamente en las Catacumbas: los cuerpos de los Guardias Suizos asesinados durante la toma de las Tullerías el 10 de agosto de 1792, así como las víctimas de las matanzas de septiembre de 1792. Finalmente , los restos de los guillotinados fueron trasladados desde sus primeras fosas funerarias: Lavoisier, Madame Elisabeth, Camille y Lucile Desmoulins, Danton, Robespierre… El osario les roba su individualidad: todos mezclados, celebridades y anónimos se codean indiscriminadamente”. Musée Carnavalet – Histoire de Paris, 2019, p. 29.

(16) Es decir, que los restos más antiguos tienen más de 1.200 años. Shea, 2011.

(17) Sachdeva, 2022. “A partir de 1809, las Catacumbas se abren al público con cita previa. Al final del recorrido, se pone a disposición de los visitantes un libro de visitas para recoger sus impresiones y que se llena con gran rapidez debido al gran interés que esta visita despierta tanto entre la población francesa, como entre los extranjeros. Con el paso de los años, el osario recibió la visita de numerosos personajes ilustres: en 1787, el conde de Artois, futuro Carlos X, acude en compañía de damas de la corte; en 1814, recibe la visita del emperador de Austria, Francisco I, y en 1860, es Napoleón III quien las recorre acompañado de su hijo. Durante el siglo XIX, las modalidades de visita no dejan de cambiar, entre cierres totales y aperturas mensuales o trimestrales. En la actualidad, todo el mundo puede acceder a ellas sin necesidad de una autorización. Las Catacumbas de París reciben a casi 550 000 visitantes al año”. Musée Carnavalet – Histoire de Paris, 2018. Musée Carnavalet – Histoire de Paris, 2019, pp. 31-32. “Los turistas (…) soportan largas esperas para entrar”. Shea, 2011.

(18) Milhaud, 2010. Entre 1810-1814. “Los huesos, que hasta ese momento yacían esparcidos por doquier, se colocan cuidadosamente tomando como modelo los pequeños muros de la cantera. En la fachada, las filas de tibias se alternan con filas de cráneos, mientras que tras los paramentos se apilaron los huesos restantes, a menudo muy fragmentados como consecuencia de su caída. Asimismo, a lo largo del recorrido, se dispusieron construcciones de albañilería de estilo antiguo y egipcio con formas de columnas dóricas, altares, cipos o sepulturas. A determinadas zonas se les dieron nombres inspirados en la literatura religiosa o romántica y de la Antigüedad: el sarcófago de Lacrimatorio, la fuente de la Samaritana o la lámpara sepulcral, por ejemplo. Deseoso también de aportar una dimensión educativa al recorrido, Héricart de Thury hizo construir vitrinas inspiradas en las vitrinas de curiosidades, una dedicada a la mineralogía y otra a la patología. Esta última mostraba especímenes relacionados con las enfermedades y las deformaciones óseas según las investigaciones que el doctor Michel-Augustin Thouret llevó a cabo en 1789. La última herramienta pedagógica es el conjunto de placas adornadas con textos religiosos y poéticos repartidas por las galerías, concebidas para sumergir al visitante en un estado de introspección y reflexión ante la muerte”. Musée Carnavalet – Histoire de Paris, 2018.

(19) “La disposición de las Catacumbas sigue la tradición medieval de los osarios, enriqueciéndola con nuevas decoraciones dejadas a la imaginación de los trabajadores. El método se basa en la técnica de haya y relleno, como las canteras: consiste en construir un paramento en la fachada donde se superponen cráneos y huesos largos, que conserva el resto de los huesos. (…) Abandonado durante la Revolución, el osario fue reorganizado en 1809 por Louis-Etienne François Héricart de Thury, quien asumió la dirección del IGC. (…) Héricart de Thury organiza las Catacumbas para recibir a los visitantes, transformando el osario en un museo subterráneo y misterioso ambulante. Los huesos están cuidadosamente dispuestos en una decoración funeraria monumental, enriquecida con pilares dóricos, altares, placas grabadas. ‘Alto, aquí está el imperio de la muerte’: la escenificación de la muerte va acompañada de numerosos dichos y máximas que añaden una dimensión meditativa al viaje. Los diferentes espacios del osario están bautizados con nombres de inspiración antigua o literaria, como el pilar del Memento o el gran sacellum de los Obeliscos. El objetivo es dotar al lugar de la dignidad de un mausoleo. Además, los gabinetes mineralógicos exhiben muestras de rocas para explicar al público la geología parisina: también es un lugar diseñado para la edificación e instrucción del público”. Musée Carnavalet – Histoire de Paris, 2019, pp. 29-30. “¡Alto! ¡Está usted entrando en el reino de los muertos! Es la leyenda que aparece en una de las entradas a las catacumbas”. París Infinito, 2019. “(…) frase que aparece grabada en un dintel en la entrada a las catacumbas”. Haro Cáceres y Resta Serrano, 2022, p. 200. “Arrète!  C´est ici l´Empire de la Mort reza una inscripción a la entrada de una de las galerías subterráneas del decimocuarto arrondisement (distrito) de la ciudad de París”. El Rincón de Sele, 2010.

(20) En 2017 se inauguró la nueva salida y la tienda-librería; en 2019, se inauguró la nueva entrada y un espacio de comunicación en el Pabellón Ledoux restaurado.  Musée Carnavalet – Histoire de Paris, 2018.

(21) “A partir de la década de 1820, los huecos de las canteras recibieron un nuevo uso como campos de hongos: húmedos y oscuros, proporcionaban los espacios de crecimiento perfectos para los hongos, que brotaban de hileras de estiércol de caballo. (…) Se fundó la Sociedad de Horticultura de París, siendo su primer presidente un ex inspector general de minas. En 1940 había unos 2000 cultivadores de hongos trabajando debajo de París”. Macfarlane, 2019, p. 46. “(…) los agricultores cultivaron hongos en ellos, y en un momento dado produjeron cientos de toneladas al año”. Shea, 2011.

(22) González Ibáñez, 2012, p. 128. “Durante la Segunda Guerra Mundial, la Resistencia francesa se retiró a secciones de los túneles en los meses posteriores a la ocupación. Lo mismo hicieron los civiles durante los ataques aéreos, y también lo hicieron los oficiales de Vichy y Wehrmacht, que construyeron búnkeres a prueba de bombas en el laberinto bajo el sexto distrito”. Macfarlane, 2019, p. 46.

“En 1943 un grupo de estudiantes de medicina elaboró un mapa de la red subterránea parisina para la Resistencia. (…) Un día de 1943, los estudiantes del Sainte-Anne decidieron abrir el candado de una misteriosa verja situada al fondo de un sótano del hospital utilizado como refugio antiaéreo. (…) Tras aquella puerta, los estudiantes descubrieron una escalera de caracol que descendía a las famosas catacumbas de París. (…) A lo largo de un año, los estudiantes del Sainte-Anne dedicaron las noches a recorrer los pasadizos de un tenebroso submundo que hoy continúa cerrado al público en su mayor parte. El objetivo era confeccionar un mapa para entregar a la Resistencia”. Yanes, 2018. “Durante la Segunda Guerra Mundial, después de la rendición de París, las catacumbas se convirtieron en el cuartel general de la resistencia, ya que el complejo pasadizo era un escondite sin igual. También las tropas alemanas terminando ocuparon parte de esta compleja red subterránea para formar bunkers, lo que generó que durante la segunda guerra mundial hubiera en estas catacumbas fuertes enfrentamientos entre ambos bandos. Estos enfrentamientos clandestinos se mantuvieron en las catacumbas desde la ocupación de París en junio de 1940 hasta su liberación en Agosto de 1944”. Milhaud, 2010. En cuanto a los bunkers: “Uno de ellos situado en los jardines de Luxemburgo y otros en la Gare de l’Est e incluso bajo la Torre Eiffel. Estos nichos subterráneos servían para establecer comunicaciones secretas entre puntos estratégicos de la ciudad como por ejemplo las estaciones”. París Infinito, 2019.

(23) “Llegamos a una zona llamada los Bunkers. Una amplia avenida-túnel está bordeada por una serie de cámaras semicirculares en arco con techos reforzados. Son de origen de la Segunda Guerra Mundial, dice Lina, refugios adaptados para resistir el bombardeo. Al principio de la ocupación fueron utilizados por la Resistencia; más tarde albergaron a oficiales de alto rango de las SS y la Wehrmacht cuando los ataques procedían del sur de Inglaterra. Ahora son dormitorios ideales para catáfilos cansados. Allí, con una cámara de búnker para cada uno, nos instalamos. El lejano paso de los trenes hace vibrar las paredes”. Macfarlane, 2019, p. 57.

(24) “Después de la guerra, el culto a las catacumbas comenzó a crecer. Un número cada vez mayor de personas fueron atraídas hacia ellas con fines de ocultamiento, crimen o placer. Estos usuarios de la red se conocieron como ‘catáfilos’, ‘amantes de lo de abajo’”. Macfarlane, 2019, p. 46.

(25) Shea, 2011.

(26) “En lugares que solo ellos conocían, los catafilos festejaban, organizaban espectáculos, creaban arte, consumían drogas. La libertad reinaba bajo tierra, incluso la anarquía”. Shea, 2011. Macfarlane, 2019, p. 46.

(27) “Surgió una cultura comunal, con sus propios códigos de honor. Las reglas eran pocas y claras. Respeta el pasado de las catacumbas. Saca lo que ingieres. Los recursos deben ser compartidos, incluso con extraños. Ni vender ni comprar: el trueque-intercambio o el regalo son los únicos modos aceptables de transacción. Se debe brindar ayuda donde sea necesario. Crea con cuidado y no destruyas”. Macfarlane, 2019, p. 46.

(28) “París mantiene especialmente activo el interés por su inframundo, donde existe la posibilidad de sumergirse bajo tierra y visitar las catacumbas de manera oficial o contactando con explora- dores clandestinos”. González Ibáñez, 2012, p. 15. “Los catafilos son algunos de los mejores guías del inframundo parisino. La mayoría de los parisinos son vagamente conscientes de su extensión, aunque, mientras viajan en metro, pueden estar volando sobre los huesos de sus antepasados”. Shea, 2011.

(29) Shea, 2011.

(30) Shea, 2011. Apodados también ‘catacops’. Macfarlane, 2019, p. 46.

(31) Macfarlane, 2019, p. 46. Shea, 2011.

(32) González Ibáñez, 2012, p. 128. Macfarlane, 2019, p. 46.

(33) “Nunca encontraron a los responsables de este cine ilegal, convirtiéndose en uno de los muchos misterios que rodean a esta tétrica ciudad bajo tierra”. Fernández, 2022.

(34) Macfarlane, 2019, p. 46.

(35) El Rincón de Sele, 2010. Gimena, 2014. París Tickets, 2022. Sachdeva, 2022. La entrada a las Catacumbas se encuentra en el recinto de los Labradores Generales, que fue destruido en 1860. Musée Carnavalet – Histoire de Paris, 2019, pp. 23-24.

(36) Fernández, 2022.


Bibliografía

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  • Fernández, C., 2022, “¿Crees que has visto las Catacumbas de París? No has recorrido ni el 1% de sus galerías”, RTVE, 24 de febrero de 202. [En línea] Disponible en https://www.rtve.es/television/20220224/catacumbas-paris/2296241.shtml (19 de noviembre de 2022).
  • Gimena, 2014, “Catacumbas de Paris, el hechizo del arte macabro”, Las Mil Millas, 30 de septiembre de 2014. [En línea] Disponible en https://lasmilmillas.com/2014/09/30/catacumbas-de-paris-el-hechizo-del-arte-macabro/ (19 de noviembre de 2022).
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  • Hugo, V., 2021, Los Miserables, Orhi (Versión Electrónica).
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  • Shea, N., 2011, “Under París”, National Geographic, vol. 28, nº 2, pp. 48-69. [En línea] Disponible en https://www.nationalgeographic.com/magazine/article/paris-catacombs (19 de noviembre de 2022).
  • Yanes, J., 2018, “Los neurólogos que mapearon las catacumbas de París para luchar contra los nazis”, El Español, 5 de marzo de 2018. [En línea] Disponible en https://www.elespanol.com/ciencia/investigacion/20180305/neurologos-mapearon-catacumbas-paris-luchar-nazis/288972170_0.html (19 de noviembre de 2022).
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Ana Inmaculada Morillas Cobo
Escritora y divulgadora. Redactora, revisora de contenidos y editora de Khronos Historia. Mis áreas de mayor interés - como comprobaréis si me leéis - son la Historia de la Mujer, la Historia de las Religiones, la Filosofía Política y la Antropología. Como buena cinéfila y melómana, me encanta practicar la miscelánea cuando escribo (llamadme friki). De firmes posiciones feministas y marxistas.

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