El juego de pelota en Mesoamérica, ¿deporte o religión?

Las primeras evidencias del juego de pelota suceden en torno al año 1200 a.C., momento en el que la organización social y religiosa de las comunidades indígenas se vuelve más compleja. A lo largo de este periodo, se hace patente la influencia de la antigua cultura Olmeca en el territorio mesoamericano.

Diversos investigadores consideran que el origen del juego de pelota se encuentra estrechamente ligado con las actividades comerciales que efectúan los indígenas en la costa del Golfo de México, región que se denomina tradicionalmente con el apelativo de País del hule (1).

El desarrollo y la difusión de este deporte se producen por medio del comercio, ya que las comunidades indígenas mesoamericanas realizan intercambios de mercancías con las regiones más próximas. Asimismo, los comerciantes organizan expediciones y se desplazan a otros territorios para acceder a nuevas fuentes de materias primas. Estos viajes impulsan el surgimiento de una intensa aculturación o asimilación, por lo que la práctica del juego de pelota se expande íntegramente por Mesoamérica (2).

El origen del juego de pelota en el territorio mesoamericano

La cultura Olmeca también influye profusamente en el origen del juego de pelota. La sociedad olmeca es portadora de una religión novedosa y poderosa. En este nuevo culto sagrado, los hechiceros ostentan un importante rol social y tienen un estrecho contacto con las fuerzas sobrenaturales. Estas comunidades celebran diversas festividades que están íntimamente relacionadas con la agricultura. Las disputas deportivas del juego de pelota se practican inicialmente durante estos festejos sin el uso de canchas especiales, pues los jugadores compiten en campo abierto.

Los deportistas practican originariamente este deporte como parte de un ritual dedicado a la fertilidad natural de la tierra. Por lo tanto, el juego de pelota es una actividad deportiva que se efectúa a modo de invocación para propiciar la abundancia de precipitaciones con el propósito de obtener unas buenas cosechas (3). O sea, se produce una combinación simultánea entre deporte y religión.

El juego de pelota ostenta un carácter religioso que está asociado con los cultos relativos a las sociedades agrícolas mesoamericanas.
El juego de pelota ostenta un carácter religioso que está asociado con los cultos relativos a las sociedades agrícolas mesoamericanas. Fuente: Pixelbay.

Los expertos usan las figurillas de barro cocido que hallan en los yacimientos para elaborar un estudio minucioso sobre los conceptos y los preceptos de este deporte. Estas figurillas representan a los indígenas ejerciendo actividades de la vida cotidiana, como la práctica del juego de pelota. Dichas esculturas están relacionadas con un culto a la fertilidad de la tierra.

Estas imágenes muestran a diversos jugadores con protecciones en las manos, los brazos, la cabeza y la cadera, por lo que los investigadores suponen que los deportistas solían golpear la pelota con estas áreas del cuerpo. Durante los partidos, los jugadores también portan cuero de venado, a modo de taparrabos, para guarecerse del impacto de la pelota en la entrepierna, un braguero y una banda pintada de rojo, que representa un yugo (4).

El juego de pelota, entre el culto y la diversión

El éxito que presenta este deporte en las sociedades mesoamericanas propicia que estas culturas decidan construir lugares especiales para la práctica del juego de pelota. Los indígenas comienzan a erigir unas estructuras líticas a modo de canchas a finales del periodo preclásico, en torno al año 200 d.C.

El juego de pelota también ostenta un carácter religioso que está asociado con los cultos relativos a las sociedades agrícolas mesoamericanas. Este deporte se practica originariamente en espacios abiertos sagrados que se localizan cerca de los templos. Gracias al apogeo de los centros ceremoniales religiosos y al inicio de la arquitectura monumental, las culturas indígenas deciden trasladar la disputa de esta actividad en diversas estructuras líticas construidas específicamente para albergar dicho deporte (5).

¿El juego de pelota es un deporte o una religión? 

El juego de pelota es uno de los rasgos distintivos más característicos de las culturas indígenas mesoamericanas. El deporte consiste en golpear una pelota de hule mayoritariamente con el antebrazo y la cadera. La pelota debe rebotar en los muros laterales de la cancha y pasar por uno de los dos anillos que, colocados de forma vertical, se fijan en las paredes del campo de juego. Como veremos, esta disciplina es mucho más que un mero divertimento, ya que su práctica está directamente relacionada con la religión.

El campo recrea el cielo y los jugadores son considerados dioses. La pelota también se asocia con el antagonismo entre la luz y la oscuridad.
La pelota recrea el antagonismo entre la luz y la oscuridad. Fuente: Infobae.

Esta práctica se realiza como deporte o como parte de algunas ceremonias religiosas. La estructura del juego de pelota suele constar de dos plataformas paralelas de unos 90 metros de largo por 250 metros de altura. Ambas delimitan un espacio interior, que se denomina cancha. La cancha suele presentar una extensión de unos diez metros de ancho y posee unas estructuras en sus extremos que se llaman cabezales. El campo de juego tiende a ser una planta de tipo cerrado (6).

El simbolismo del juego de pelota en las culturas precolombinas

La pelota, fabricada con hule, presenta una gran relevancia en la vida de las culturas prehispánicas en el ámbito religioso y sagrado debido al significativo simbolismo que representa. La bola es muy elástica, posee un diámetro de unos diez centímetros y pesa alrededor de 3,5 kilogramos.

El desplazamiento de la pelota a lo largo de la cancha ostenta un significado simbólico. Este juego representa el movimiento de todos los astros, cuya salida y descenso se compara con el deslizar de la bola por los orificios de los anillos de piedra. De esta forma, el campo recrea el cielo y los jugadores son considerados dioses. La pelota también se asocia con el antagonismo entre la luz y la oscuridad (7).

El juego de pelota: sangre y sacrificios humanos

Asimismo, los investigadores relacionan este deporte con los sacrificios humanos y la lucha en la guerra. Este hecho se debe a que la pelota simboliza y recrea la cabeza de un ser humano muerto. Esta actividad también presenta un marcado carácter sagrado. Los indígenas efectúan unas ceremonias religiosas muy complejas antes de la disputa de cada partido, en donde la pelota se usa como ofrenda a los dioses.

El hule, materia prima con la que se fabrican las bolas, reviste un significativo simbolismo sagrado. Los indígenas identifican este material con la sangre, el líquido que sustenta la vida de los seres humanos y de los dioses. De esta forma, los nativos riegan la cancha con la sangre de los sacrificados tras el término del partido y untan las imágenes de las divinidades con hule derretido.

La cultura espiritual zapoteca

Los zapotecos practican la zoolatría, es decir, el culto a ciertos animales. Los indígenas elaboran diversas piezas cerámicas que representan figuras de animales, como tejones y guacamayos. Estos individuos también creen en la existencia de una deidad eterna, que se denomina Coqui-Xee. Asimismo, los zapotecos rinden veneración a otros dioses, como Petela, que es considerado el primer guía de la tribu (8).

Tras la muerte, los nativos creen que van a desplazarse hasta un lugar cautivador y hermoso, en donde abundan los jardines florecidos y los arroyos de aguas tibias y perfumadas. En esta área, los indígenas residen en un estado de eterna juventud, rodeados de todos los placeres existentes en el universo.

Los zapotecos practican rituales solemnes y sagrados de sacrificios humanos. El sumo sacerdote baja las escalinatas del templo entre nubes de humo perfumado y va acompañado por una abundante comitiva de dignatarios eclesiásticos. El vulgo social no se atreve a levantar la vista por temor a la muerte.

El juego de pelota de la cultura Zapoteca recrea la eterna lucha de los poderes antagónicos, como son la vida y la muerte o el día y la noche
El juego de pelota recrea la eterna lucha de los poderes antagónicos, como son la vida y la muerte. Fuente: Pixelbay.

¡Corazones palpitantes para agradar a los dioses!

El supremo sacerdote musita una serie de oraciones para conjurar a los malos espíritus e invocar la presencia de las deidades. El religioso convulsa tras contactar con los dioses. En este instante, los acólitos sacan a los prisioneros de guerra o a las doncellas de la propia tribu que van a ser sacrificadas durante la ceremonia.

los nativos riegan la cancha con la sangre de los sacrificados tras el término del partido.
Los nativos riegan la cancha con la sangre de los sacrificados tras el término del partido. Fuente: Infobae.

Estos individuos son asesinados en honor a las divinidades. Los zapotecos tienden a las víctimas sobre una losa, les rajan la carne y les arrancan el corazón. Los acólitos le entregan el órgano palpitante al sumo sacerdote para que lo ofrenda a los dioses. Los cadáveres de los sacrificados son arrojados a un sepulcro común (9).

Algunos fanáticos zapotecos llegan a solicitar ser enterrados con vida en el templo. Estos individuos piden este deseo, ya que consideran que van a alcanzar la inmortalidad en el más allá. Los sumos sacerdotes aceptan estos sacrificios de forma gustosa, por lo que las víctimas acaban muriendo de hambre y sed en estas oquedades lúgubres y sacras.

El juego de pelota de los zapotecos

En un principio, la práctica de este deporte no requiere de la construcción de ningún área o complejo especial, siendo solo necesario limpiar y marcar un espacio de juego determinado con marcadores y delimitadores de cancha móviles, que son colocados al realizarse el juego. Con el paso del tiempo, el terreno se dispone en una orientación astronómica norte-sur y se diseñan unos patrones arquitectónicos propios para el desarrollo de este deporte (10).

Los zapotecos denominan con el apelativo de gueya al recinto en el que se desarrolla el juego de pelota. Estos individuos llaman con el nombre de lachi a dicho deporte. Estos indígenas practican esta actividad usando una pelota fabricada con hule macizo. Los jugadores, denominados peni coquijalchi, suelen golpear y pasarse el esférico con la cadera.

Las reglas del juego: el duelo estelar de los dioses

Los deportistas portan un yugo alrededor de su cintura para dar impulso a la pelota. Los zapotecos también llevan diversos elementos de protección, como rodilleras y cascos. Los jugadores practican esta actividad deportiva, religiosa y simbólica enmascarados con una especie de careta elaborada con maderas y juncos entrelazados. Esta careta conforma una retícula que impide que la pelota golpee directamente en el rostro de los deportistas. En un primer momento, el juego solo consiste en anotar un tanto tras hacer pasar la pelota al fondo de la zona del equipo contrario y, posteriormente, se instituyen los anillos-marcadores (11).

Algunas canchas de los juegos de pelota no poseen anillos-marcadores con los que materializar los tantos. Los investigadores consideran que este hecho se debe a que estos elementos son móviles y se colocan expresamente en el momento en el que se disputan los encuentros. Existen nichos abiertos en las esquinas de los patios cabezales. Los zapotecos crean estos nichos para albergar las esculturas que representan a las deidades relacionadas con dicho juego o con los equipos que lo practican.

La posición privilegiada de los sacerdotes a la hora de presenciar los envites

El complejo en el que se desarrolla el deporte presenta una plataforma a ambos lados de la cancha central. Esta construcción no posee una gran altura y es plana por encima. En la zona de mayor altitud, se erigen diversos templos que permiten a los sacerdotes, gobernantes y altos funcionarios contemplar la disputa del juego de pelota desde una posición privilegiada. Toda la plataforma se encuentra cubierta de estuco. El patio central está limitado por banquetas, de las que salen muros en talud. Estas estructuras albergan a la mayor parte de los espectadores que pertenecen a la plebe (12).

El campo recrea el cielo y los jugadores son considerados dioses.
El campo recrea el cielo y los jugadores son considerados dioses. Fuente: El Mundo.

El juego de pelota de la cultura Zapoteca recrea la eterna lucha de los poderes antagónicos, como son la vida y la muerte o el día y la noche. Este deporte también refleja la representación del Cielo y su movimiento. El Cielo es el lugar en el que habitan los dioses y el espacio en donde se desarrolla una pugna eterna entre el Sol, que es el creador de la vida, y Mictlantecuhtli, que es el señor de los muertos (13).

El juego de pelota también es el área en el que se desarrolla esta pugna. Las canchas se edifican en los espacios ceremoniales y estas construcciones forman parte de los ritos religiosos y sagrados de la comunidad. Los hombres mortales disputan este deporte, por lo que el juego es una extrapolación del constante duelo estelar de los dioses.

El juego de pelota de los zapotecos como elemento político

Asimismo, esta actividad presenta un marcado carácter político, pues la práctica del juego de pelota se convierte en un elemento decisivo en la resolución de los problemas estatales y militares que surgen entre los diferentes señoríos zapotecas.

Estos indígenas realizan sacrificios humanos como parte del ritual del juego de pelota. Estos sacrificios se efectúan con el propósito de elaborar un rito propiciatorio relacionado con la fertilidad humana. Los zapotecos consideran que la sangre de los hombres es un elemento dador de vida.

Los deportistas juegan con sus destinos y con la muerte en una armoniosa conjunción entre lo profano y lo divino.
Los deportistas juegan con sus destinos y con la muerte en una armoniosa conjunción entre lo profano y lo divino. Fuente: Infobae.

La pelota de hule representa al Sol que se mueve en la bóveda celeste entre las regiones de la luz y de la oscuridad. La estrella necesita el alimento de la sangre humana para fortalecerse y salir triunfante cada mañana y, con su luz y calor, dar vida a los seres humanos, animales y plantas. De esta forma, la práctica de este deporte presenta un profundo carácter religioso.

Como conclusión, esta actividad ostenta un complejo simbolismo y está estrechamente ligada con elaborados rituales (14). El juego de pelota no solo implica diversión y entretenimiento, sino que también provoca emociones y sentimientos encontrados, como angustia y júbilo. Esto se produce porque los deportistas juegan con sus destinos y con la muerte en una armoniosa conjunción entre lo profano y lo divino.


Más artículos muy interesantes en nuestra revista de Historia onlne



Referencias y bibliografía

Referencias

(1) Krickeberg, 1966, p.192.

(2) Ochoa, 1992, p.34.

(3) Krickeberg, 1966, p.193.

(4) Matos, 1968, p.98.

(5) Ochoa, 1992, pp.37-38.

(6) Serra & Durand, 1992, pp.17-25.

(7) Krickeberg, 1966, p.192.

(8) Mendez, 2011, pp.46-59.

(9) Rojas, 1949, pp. 95-98.

(10) Carmona, 1992, pp.63-64.

(11) Whitecotton, 1977, pp.85-89.

(12) Carmona, 1992, p.66.

(13) Whitecotton, 1977, pp.85-89.

(14) Whitecotton, 1977, pp.73-75.

Bibliografía

  • Carmona, M.,1992, El juego de pelota entre los zapotecos y los mixtecos de la antigua Oaxaca, Fundación Folch, Barcelona.
  • Durand, K. R., Serra, M. C., 1992, El juego de pelota en Mesoamérica, Fundación Folch, Barcelona.
  • Krickeberg, W., 1966, El juego de pelota mesoamericano y su simbolismo religioso,  Sociedad Mexicana de Antropología, México.
  • Matos, E., 1968, Un jugador de pelota en el Museo de Cuicuilco, Boletín del INAH, México.
  • Méndez, E., 2011, Historia de los pueblos indígenas de Oaxaca. Extractos de las obras palestra historial y geográfica descripción. Escritas por el fraile dominico Francisco de Burgoa, Fundación Alfredo Harp Helú, México.
  • Ochoa, P., 1992, La pelota prehispánica y el origen del juego en el altiplano central mexicano, Fundación Folch, Barcelona.
  • Rojas, F., 1949, Los zapotecos: monografía histórica, etnográfica y económica, Imprenta universitaria, México.
  • Whitecotton, J., 1977, Los zapotecos: príncipes, sacerdotes y campesinos, Fondo de Cultura Económica, México.

4.9/5 - (7 votos)
Artículo anteriorEl final de los anglosajones: la irrupción vikinga (Parte 1)
Artículo siguienteBaltasar Carlos, el heredero al trono de España que pudo serlo todo y no fue nada
Eduardo Acín Garcés
Grado en Periodismo y Máster en Historia Contemporánea. Actualmente estoy estudiando el Grado de Historia. "Escribiendo recuperaba retazos de paz y volvía a ser un HOMBRE. Ni mártir, infame o santo. Un HOMBRE normal que mira al futuro y al pasado", Primo Levi en "Si esto es un hombre".