Actualmente, la monarquía inglesa presenta una imagen estable y poderosa, pero ni la imagen ni la realidad han sido siempre así. Para encontrar sus vacas flacas donde las cualidades que podríamos asignarla serían variante y débil, nos desplazaremos hasta la Edad Media, en concreto, el final del siglo X y gran parte del siglo XI, la época de los vikingos en Inglaterra.
El preámbulo – Los vikingos en Inglaterra
Toda historia tiene un comienzo y, para esta, fue el 8 de junio de 793, cuando llegó la primera incursión vikinga al reino de Northumbria. El monasterio de Lindisfarne (1) sufrió un saqueo, definido por Alcuino (2) con gran desesperación y sorpresa:
“Nunca antes se ha visto semejante atrocidad en Britania como la que hemos sufrido a manos de un pueblo pagano” (3)
La unión hace la fuerza – Los ataques vikingos en Inglaterra
Tras la primera incursión, los ataques vikingos en Inglaterra se convirtieron en el pan de cada día para los anglosajones, exceptuando algunos momentos de relativa paz (4). La isla estaba dividida en diferentes reinos: Northumbria, Wessex, Anglia Oriental, York, Mercia… situación que favorecía a atacantes para salir victoriosos en sus incursiones.
Los vikingos en Inglaterra fueron atacando y conquistando hasta que, viéndose rodeado, Alfredo el Grande (5), el rey de Wessex, se dio cuenta del problema de la desunión y tomó cartas en el asunto. Pero al verse incapaz de conquistar la totalidad de la isla terminó pactando con los invasores y dejó la unión como deberes para sus sucesores.
Finalmente, su nieto, Eadredo (6) sería quien, gracias a las conquistas de su padre y hermanos, pudo unificar el territorio inglés (7) bajo la dinastía de Wessex.
Cría débiles y perderán Inglaterra
Edgardo el Pacífico (8) tuvo un reinado sin incursiones vikingas, esta tranquilidad pudo verse truncado en el momento de su sucesión, puesto que enfrentó sus hijos Eduardo, el primogénito contra Etelredo, primer hijo de su última mujer.
Finalmente, ambos bandos llegaron a un acuerdo sin batallas y Eduardo el Mártir fue coronado en 975. Su reinado fue breve ya que fue asesinado en una partida de caza en 978 (9).
Un inicio poco envidiable
La coronación de Etelredo siguió en pie pese a las acusaciones por el asesinato de su hermano, sospechas que, junto a su capacidad de hacer oídos sordos con sus consejeros, le proporcionaron el apodo de “Uneready” (10) traducido como: mal aconsejado.
Tan solo dos años después de su coronación, los vikingos arribaron de nuevo en las costas inglesas atacando Kent, Southampton y Cheshire.
Y llegaron en oledas – La presencia de vikingos en Inglaterra
Primera oleada: Olaf Tryggvason
Olaf Tryggvason quería ganarse una reputación y adeptos para poder luchar por su deseado trono noruego y vio en las tierras inglesas un destino muy oportuno para conseguirlo.
Tras desembarcar en Folkestone en 991 comenzaría el saqueo vikingo a través del Támesis hasta vencer en la Batalla de Maldon al conde de Byrthtnoth.
Tras la derrota en Maldon el rey fue aconsejado a pagar el Danegeld, una especie de tributo (11) y, finalmente, entregaría más de 4.500 kilos de plata.
Segunda oleada: Olaf y Svend Barba Partida
Olaf, consciente de la debilidad inglesa, encontró un aliado para volver a dirigir más incursiones. En 994 volvió con Svend Barba Partida a las costas inglesas y, tras saquear Essex, Kent, Sussex y Hampshire, Etelredo volvió a recurrir al Danegeld para acabar con los saqueos, esta vez con 7.200 kilos de plata.
Tras esta incursión Olaf se vio lo suficientemente poderoso como para ir a Noruega a ser nombrado rey, consiguiéndolo en 995, lo que sirvió también para entretener a Svend intentando expulsar a Olaf del trono de su padre, lo que conseguiría en 1000. Coincidiendo con una década en la que no hubo grandes líderes que llegasen a Inglaterra.
Tercera oleada: Svend Barba Partida
Etelredo cansado de la presencia e incursiones danesas quiso librarse de esta población y el día 13 de noviembre de 1002 se llevó a cabo la masacre del Día de San Brice, donde según la Crónica anglosajona:
«el rey ordenó que se matase a todos los daneses que había en Inglaterra» (12)
En dicha masacre asesinaron a la hermana de Svend, quien no dejaría pasar este ataque desapercibido y en 1003 volvería a atacar las islas, ese mismo año recibiría cerca de 10.000 kilos de plata. Dos años después esperando otro ingreso cuantioso, saqueó East Anglia para en invierno volver a Dinamarca y sin dejar un respiro a Etelredo, apareció el verano siguiente manteniendo su presencia hasta 1007 con otro pago de 16.300 kilos de plata.
Cuarta oleada: Thorkell el Alto
En agosto de 1009, tras un intento fracasado de crear una flota para proteger Sandwich, llegó a este puerto un nuevo jefe vikingo: Thorkell el Alto. El ejército danés consiguió estar durante dos años seguidos arrasando los reinos de Wessex y de East Anglia sin enfrentarse a los ingleses debido a su mala organización.
Antes de la Pascua del tercer año de saqueos y tras la caída de Canterbury, Etelredo ofreció a Thorkell una recompensa de más de 20.000 kilos de plata para acabar con sus actividades. Este pago no solo consiguió disolver el ejército invasor, sino que también que Thorkell junto a 45 de sus barcos se unieran a la defensa de la isla (13).
Quinta oleada: Svend y Canuto
La incursión de Thorkell empezó a chirriar en los oídos de Svend por miedo a que reclamase el trono danés y dirigió una nueva partida hacia Sandwich para acabar con este nuevo jefe vikingo.
Tras un año de ataques, en febrero de 1014, el jefe vikingo murió tras conseguir que Etelredo huyese y fue sustituido por Canuto, su hijo, pero poco después fue sorprendido por el ejército inglés y tuvo que abandonar la isla y volver a Dinamarca.
Sexta oleada: la llegada definitiva de Canuto
En su tierra natal Canuto se vio traicionado por su hermano Harald, al cual habían nombrado rey. Para evitar una guerra civil se ofreció a ayudarle a conquistar Inglaterra. Canuto aceptó la ayuda y arribó de nuevo en Sandwich unido a Thorkell el Alto y otros jarls escandinavos poderosos.
Tras esta llegada Etelredo cayó enfermo y fue su hijo Edmundo Flanco de Hierro quien tuvo que dirigir la defensa del norte de la isla mientras que el earldorman de Northumbria se encargaría del sur.
Una traición por una corona
El ejército sureño traicionó a Edmundo nada más ver al ejército vikingo y se unió a sus filas, pero el nuevo rey inglés no se amedrentaría sino que incluso fue capaz de vencer en tres ocasiones a Canuto y librar Londres del sitio que ejercieron los vikingos desde su llegada.
Con estas noticias Eadric se replanteó sus alianzas y traicionó al jefe danés (14), aunque en la Batalla de Assandun el 18 de octubre de 1016 (15) abandonó su posición dejando que Edmundo sufriese una derrota suficientemente demoledora como para aceptar un pacto con Canuto.
La firma del fin anglosajón – Los vikingos en Inglaterra se hacen con el poder
En la isla de Anley tendría lugar el encuentro donde ambos reyes firmarían el acuerdo con el mismo nombre, en el cual se dividían el territorio isleño: el norte del Támesis para el danés y el sur lo mantendría Edmundo, y acordaban que tras la muerte de uno de ellos el otro se quedaría con todo el territorio.
Esta última cuestión fue resuelta el 30 de noviembre con la muerte de Edmundo y Canuto fue coronado como rey de Inglaterra con asentimiento (16).
Acabando así por primera vez con la dinastía anglosajona de Inglaterra y dando paso a la vikinga.
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