Yule: ¡Feliz… ¿Navidad?! ¡No! Se llama Solsticio de Invierno

¡Ay, la Navidad! Qué contentos se ponen los señores de Amazon y de El Corte Inglés en estas fechas, cuando todos somos dadivosísimos regalando y festejando el nacimiento del niño-dios, ¿verdad? Sí, es verdad que los grandes capitalistas se frotan las manos en estas fechas, pero ni Jesús nació un 25 de diciembre, ni lo que celebramos es una fiesta cristiana. Mejor dicho: la Navidad, con la que todos os convertís en elfos, os ponéis finos zampando manjares y pimplando pirriaque, y sois los más familiares del mundo, es la apropiación, by the face, que hicieron los cristianos de la festividad del solsticio de invierno. Es decir, Yule para los pueblos germánicos, o Saturnalia para los romanos (1). Así que lo que estáis celebrando es una fiesta pagana antiquísima. Fun, fun, fun.

Yule solsticio de invierno germánico nórdico vikingo escandinavo
Ilustración de IrenHorrors.

No os llevéis las manos a la cabeza, que ya os conté cómo los cristianos hicieron exactamente lo mismo con Ostara, tuneándola en la Pascua. ¿Y qué pasa con la noche de difuntos o Halloween? Pues lo mismo: es el Samhain celta. Fiestas paganas, transformadas por el cristianismo y convertidas en sus fiestas más representativas. Sí, tuvieron un morro exagerado y la originalidad no era su fuerte precisamente…

Pero, ¿qué era la fiesta de Yule? ¿Qué importancia tenía el solsticio de invierno para los pueblos germánicos?

Yule: la importancia del solsticio de invierno para los antiguos pueblos centroeuropeos y nóridcos

Los primitivos pueblos germánicos y escandinavos, cuya mitología podemos rastrear hasta la mitad del segundo milenio a.n.e. (2), vivían en pequeñas tribus (3), donde las relaciones sociales eran igualitarias, y su vida giraba en torno a la agricultura (4). Y en temas religiosos eran muy prácticos: ¿para qué recurrían y agasajaban a los Seres Supremos? Pues, básicamente, para que les premiasen con una buena cosecha, ya que les iba la vida en ello (5). Así, como no podía ser de otro modo, su religión estaba vinculada a la naturaleza (6) y se centraba en la fertilidad – comían de la tierra, lógico –. ¿Qué supone esto? Pues que, en aquellos tiempos, predominaban las divinidades femeninas o Matronae (7) – cosa que compartían con el pueblo celta (8) –. De hecho, sabemos que adoraban a la Diosa Sol (9).

Pero esto cambió cuando se convirtieron en pueblos guerreros y patriarcales (10), como los sajones y los vikingos. Soterraron a las Diosas de un plumazo y su mitología se llenó de dioses fornidos y temibles – Odín, Thor & company –. Sin embargo, siguieron conservando de la religión primitiva algo esencial: los grandes festivales. Y esas grandes festividades ni siquiera se perdieron cuando todos estos pueblos se cristianizaron (11). De hecho, las seguimos celebrando. Aunque, en muchos casos y por desgracia, sin saber que son prehistóricas, ni más ni menos, y, por supuesto, paganas (12).

Los grandes festivales germánicos y escandinavos

Al ser pueblos que vivían de la agricultura, los germánicos y escandinavos celebraban grandes fiestas a sus deidades – femeninas en un principio – en cada uno de los momentos clave del año agrícola. Esto es, en lo que nosotros conocemos como los solsticios y los equinoccios. Aunque ellos dividían el año únicamente en dos estaciones: los meses en los que la naturaleza estaba viva (verano) y los meses en los que la naturaleza estaba muerta (invierno). Y comenzaban su año con el invierno, con Yule (13). Como ya os he dicho, estas fiestas las seguimos celebrando a día de hoy. Eso sí, camufladas y cristianizadas (14). Entre ellas, la festividad de Yule transformada en la Navidad (15).

Estos festivales los oficiaban personas importantes de la comunidad – en tiempos primitivos, mujeres; cosa que cambiaría con la llegada de la guerra y el patriarcado – (16). Durante las fiestas, se realizaban procesiones, se alegraba el cotarro con música, se cantaba y se bailaba (17). Así fue durante siglos, hasta que llegaron los cristianos y les dijeron: «¡Eh! ¡Por ahí no!». Los cristianos le ganaron la batalla a los pueblos germánicos, prohibieron las celebraciones paganas y castigaron duramente a quienes osaban seguir practicándolas (18). Pero tontos tampoco eran: viendo el éxito que tenían estas grandes fiestas, las adaptaron a su religión (19).

Yule, una gran celebración invernal

Iól/Jól – Yule en inglés – era una de las dos grandes celebraciones invernales de los germanos (20). – La otra, era el Dísablót (Sacrificio a las Disas), que se celebraba a mediados de invierno (21) –. Yule era un festival en honor a los dioses de la fertilidad (diosas, en un principio) que se celebraba en el solsticio de invierno (22). Primitivamente, se llevaban a cabo grandes sacrificios a la diosa, para que les favoreciese con buenas cosechas, salud para los miembros del clan y sus animales, y demás necesidades de su vida cotidiana (23).

Yule Iól Giuli Solsticio de invierno wicca significado celta nórdico
Ilustración de Eva Sanjuán.

Por desgracia, no nos dejaron fuentes escritas contándonos cómo era su cultura y su religión. La historia de los pueblos germánicos y escandinavos la sabemos «por otros». Y esto, como imaginaréis, nos supone una limitación importante. – No es lo mismo que yo te cuente mi vida, a que te la cuente mi vecino del quinto –. Los escritos más antiguos que nos han llegado son griegos y latinos. Después, los cristianos también dieron su versión (24). Las fuentes escritas más amplias que tenemos son islandesas, del siglo XIII: la Edda poética (25) y la Edda prosaica (26). El problema es que se escribieron doscientos o trescientos años después de la cristianización de los germanos. Por lo que, en ellas, el antiguo paganismo está alterado, «adaptado» e incluso olvidado, puesto que se escribieron desde un punto de vista cristiano y muchos siglos después (27).

Con esta herramientas, como comprenderéis, no es fácil reconstruir la historia de Yule. Ni la historia del paganismo germánico, en general (28).

El ruido del paganismo moderno

Por si no lo tuviésemos bastante difícil, la Rueda del Año Wicca, así como otros modelos que presentan las distintas versiones del neopaganismo, son un batiburrillo medio celta / medio nórdico, que lo único que consiguen es confundir más al personal. Lo cierto es que en la literatura nórdica medieval sólo se habla de tres grandes festivales. Y sí, uno de ellos es Yule, la festividad del solsticio de invierno (29).

Yule en el mundo anglosajón

Lo que sí sabemos con certeza es que los antiguos sajones sí siguieron celebrando Yule, como sus antepasados. De hecho, en el siglo VIII, un cristiano nos dejó una prueba escrita de ello. Fue Beda el Venerable, en su obra De Temporum Ratione, donde nos habla de los meses del año ingleses, describiendo el año pagano anglosajón (30).

Beda describe un calendario lunar, marcado por los festivales paganos (intrínsecamente relacionados con los nombres de los meses), donde las diosas son las protagonistas. – Aquellas Matronae de las que os hablé -. Aunque muchos se han cuestionado si el relato de Beda fue pura invención, aceptamos lo que nos cuenta este monje benedictino anglosajón, porque su relato es congruente con otras fuentes – entre ellas, la arqueología – (31). Y, como planteó Jacob Grimm, en su Mitología Germana, ¿a santo de qué un cristiano devoto, como el amigo Beda, que no estaba por la labor precisamente de engrandecer el paganismo, se lo iba a inventar? (32). Además, lo que nos cuenta Beda está respaldado por otras fuentes de los siglos X y XI (33).

De Temporum Ratione Beda el Venerable
De Temporum Ratione. Fuente: The British Library.

La clave está en Giuli

Lo cierto es que Beda tenía razón y los antiguos sajones rindieron veneración religiosa a la noche, por lo que realizaron sus cómputos de tiempo a partir de la luna, y no sel sol. Cosa que las fuentes romanas también nos chivan (34). Además, en su obra, Beda nos da un dato importante. Para nosotros, el solsticio de invierno tiene lugar el 21 de diciembre, sin embargo, para los antiguos sajones abarcaba un tiempo más amplio. Beda nos cuenta que los sajones llamaban igual a diciembre y a enero: Giuli (35). Giuli proviene de Iól, que se traducirá al inglés como Yule (36). Así, el año sajón comenzaba en el solsticio de invierno, con Yule (Giuli) (37).

Yule en el mundo nórdico

Pero lo sajones ni inventaron Yule, ni fueron los primeros en celebrar el festival del solsticio de invierno. Más bien, lo heredaron de los pueblos escandinavos, es decir, de las tribus del norte, que primero poblaron Dinamarca, Suecia, Noruega y, después, Islandia (38). Sí, vikingos, para entendernos.

El festival de Jul/Jól (Yule), que se puede traducir como «rueda», porque se celebra el renacimiento del dios Sol (39) – diosa en un principio, como vimos –, era el más importante del año para los pueblos nórdicos. Lo solían celebrar bailando, bebiendo y gozando de buenos banquetes. El mes de Jul – también conocido como mes de Thor, de ahí que al festival de Yule también se le llame Thorabloth – comenzaba en la «Noche de la Madre» (21 de diciembre): en la noche más larga del año. El jolgorio se prolongaba hasta principios de enero. Y era un mes en el que se festejaba y se celebraba porque suponía el anuncio del regreso del sol, de la luz (40).

Yule se celebra desde tiempos inmemoriales, realizando sacrificios a los dioses – para que les recompensasen con buenas cosechas en la próxima temporada de cultivo (41) – y a través de otros ritos, a partir de diciembre – llamado por estos pueblos Hogmonat, que significa «el mes de la inmolación» o «de los sacrificios» –. Por lo que a Yule o Jól, también se le llamaba Hokanot. Vestigios de estos nombres se hallan en una cancioncilla popular que se canta en Inglaterra y en los países escandinavos, en Navidad: Hogmanay, Trollolay; Gie me o’ your white bread, I’ll hae nane o’ your grey. Hogmanay hace alusión directamente a Hogmonat, con lo cual, la relación con Yule/Hokanot es más que evidente (42). En cuanto a Trollolay, ¡ay, amigas! Agarraos que vienen curvas tenebrosas…

¡Qué elfo ni qué elfo! Criaturas mágicas asociadas a Yule que te harán temblar

Ya os hemos contado la historia del Krampus, ese demonio traviesillo pagano al que la iglesia católica se tuvo que tragar con patatas y acabar asociándolo a San Nicolás – Papá Noel para los amigos –. Pero no es la única criatura sobrenatural y terrorífica que los pueblos germánicos y escandinavos asociaban a la festividad de Yule. Es más, en el folclore islandés, siguen muy presentes en Navidad tanto Grýla – una giganta que se merienda a los niños que han sido traviesos – y sus trece chiquillos – unos bromistas de cuidado – como su gato gigantesco – conocido como «el gato de Yule», que se zampa a toda persona que no estrene ropita nueva en Noche Buena – (43).

No entraré en más detalles, porque os contaremos su historia en otro artículo. – Más pronto de lo que pensáis –. Pero, como veis, chantajear a los chavales para que sean buenos tampoco es un invento cristiano. Eso sí, aunque los regalos son golosos, los modos nórdicos parecen más efectivos, por drásticos y acojonantes.

Pero, volviendo a la cancionceja popular, a mí lo que me toca ahora es hablaros de trolls…

Los trolls y Yule

Con troll no me estoy refiriendo a un internauta anónimo y molesto que ha llegado a la fiesta para aguarla. ¡Qué va! Los trolls son parte del folclore escandinavo y existen leyendas en las que se les relaciona directamente con la festividad de Yule (44). De hecho, nuestra canción menciona Trollolay, aludiendo directamente a estos seres, que podríamos decir que son una especie de genios malignos, medio humanos medio sobrenaturales (45). Las leyendas cuentan que son una raza de monstruos antropomorfos que vivían en las montañas y en los bosques de Noruega. Se supone que mantuvieron relaciones con mujeres humanas y dieron lugar a una nueva raza de semigigantes, que, con el tiempo, acabaron convirtiéndose en meros seres humanos (46). Y si en algo eran habilidosos estos trolls, era en la magia (47).

Troll Trollolay Iól Giuli Yule
Fuente.

El caso es que los humanos estuvieron batallando contra estos trolls durante siglos – de ahí que, cuando se entona la canción popular de la que os estoy hablando, la costumbre sea llevar garrotes en las manos –. ¿Y cuándo se aparecían más estas criaturas y daban más por saco? Pues durante las largas noches de diciembre, es decir, durante el festival de Yule – igual que sucede con los gigantes, como Grýla – (48). En concreto, entre el 13 de diciembre (la Noche de Lussi), considerada en Noruega la noche más larga del año y asociada con el solsticio de invierno, y Jól/Yule. En esas fechas, todo tipo de trolls pululaban por ahí, haciendo de las suyas (49). Y, como veis, en Navidad, se sigue cantando para espantar a estos trolls, por lo que el festival del solsticio de invierno sigue vivo en la memoria popular (50).

Un momento, ¡¿quién es Lussi?!

Según la tradición noruega, el 13 de diciembre era una fecha especialmente peligrosa para salir y darte un garbeo. Era la noche más aterradora, llamada Lussinatta: la Noche de Lussi. Y es que aunque desde tiempos antiguos el festival de Yule implicaba reuniones familiares y buenos banquetes, también era una temporada de inquietud y miedo a las fuerzas oscuras. Lussi es una especie de demonio femenino que podemos encontrar no solo en los países nórdicos, sino también en el centro y el sur de Europa. Se conoce como «la oscura Lucía» y tiene su contraparte en «la bella Lucía» – la cual se apropiaron los cristianos y la convirtieron en Santa Lucía –. Se consideraba que Lussi era el antepasado de todas las hadas y duendes. Y también, con la cristianización, se la llegó a concebir como una manifestación de Lilith, la primera esposa de Adán (51).

13 de diciembre la Noche de Lussi

Lussi está relacionada con la realización de las tareas laborales. ¿Que no terminas equis trabajo? Pues Lussi vendrá y te castigará. ¿Y qué pasaba si los niños habían hecho travesuras? Pues que, el 13 de diciembre, Lussi bajaría por la chimenea y se los llevaría (52). ¿Para qué amenazar con carbón si tienes a un demonio que se lleva a los chiquillos? ¡A ver quién es la guapa o el guapo que se porta mal, con Lussi al acecho! Además, también están las leyendas de los Lussiferda: un grupo de «Lussis» que viajaban y se llevaban a la gente, cosa que también hacían los Jólaskreia… (53).

Los Jólaskreia, Odín y Yule

Los Jólaskreia (también llamados Oskoreia) eran una banda salvaje de jinetes fantasmas que se enfurecían en Yule. Viajaban por aire, tierra y agua, inquietando e incomodando al personal. – Aunque no se puede demostrar al cien por cien, todo indica a que el viajecito que se pega Papá Noel cada Navidad, con su trineo y sus renos, está inspirado en esta leyenda –. Pero, ¿quién lideraba esta banda de jinetes espectrales? Pues el mismísimo Odín. ¡Cáete muerta! A Odín se le llama Jólnir (Señor de Yule) en nórdico antiguo, cuando lideraba a los Jólaskreia (54).

Todo esto podría indicar que Yule también era un buen momento para comunicarse con los muertos (55). Pero, lo que está clarísimo, es que presentando a Odín como el Señor de Jól/Yule y comandando a estos jinetes, Yule era una fiesta sumamente importante para los pueblos nórdicos (56).

Yule, Thor y una cabra…

Pero al dios que sin duda encontramos vinculado a Yule es a Thor, que además de ser el dios del trueno – y un Avenger muy buenorro –, también lo era de la fertilidad y se asociaba a las cabras. Precisamente, dos machos cabríos tiran de su carro. – En la próxima entrega cinematográfica de Thor, podremos verlos; Marvel Studios nos lo han chivado en su cuenta de Twitter –. Los vikingos veneraban a Thor durante Yule y cuentan los mitos que, cada noche, sacrificaban las cabras en su honor. A la mañana siguiente, las cabrillas resucitaban, tan pichis (57). Así que uno de los ritos precristianos que se celebraban en Yule, era el sacrificio de un macho cabrío (la famosa cabra de Yule) en honor a Thor, para que este les concediese un año próspero (58).

Tanngniother y Tanngriser tirando del carro de Thor Love and Thunder Marvel

Más tarde, el ritual del sacrificio de la cabra de Yule se sustituyó por una escenificación. El líder u oficiante se vestía con piel de cabra y se ponía una cabeza de cabra. Debía «morir» por la noche y volver a la vida al amanecer. Esto simbolizaría un sacrifico a Thor, para que les propiciase un buen año, y, además, podría simbolizar la muerte del invierno y la resurrección a un nuevo año próspero. De este ritual quedaron vestigios en las antiguas procesiones del Julbock («yule-buck»), en Noruega (59).

Julbock: la cabra de Yule

El Julbock era, originalmente, una tradición rural. Se trataba de un hombre joven que se disfrazaba con una máscara de cabra (con sus cuernos y su pelusilla) y deambulaba durante la festividad de Yule. Se dedicaba a entretener al personal haciendo la cabra, nunca mejor dicho: daba saltos, patadas violentas y cómicas e imitaba el canto de un chivo. Iba de casa en casa y, tras hacer su show, se le daba cerveza y algo de comer. ¿Que no le servías bien y el Julbock quedaba insatisfecho? Pues al año siguiente te quedabas sin la visita (60).

También existe la teoría que relaciona al Julbock con el Krampus: el acompañante de San Nicolás, encadenado y con cuernos. Es más, en Finlandia, encontramos la figura del Joulupukki (nombre que hoy se le da a Papá Noel, pero que, literalmente, significa «cabra de Yule»), un anciano disfrazado de cabra, que traía regalos en Yule (61). Fuera como fuese, a los cristianos eso de ir de cabra por la vida no les gustó ni un pelo, porque para ellos representaba a Satán. Así que prohibieron este tipo de espectáculos, lo mismo que hicieron con el Krampus. Pero, al igual que el Krampus, la cabra de Yule sigue dando guerra a día de hoy. Logró sobrevivir como adorno navideño, normalmente hecha de paja con cintas rojas, para colgar en el árbol. Aunque, por ejemplo, en Suecia, también exhiben una enorme cabra durante las fiestas, en pueblos y ciudades (62).

cabra de yule Gävle
La Cabra de Gävle (Suecia). Fuente.

Yule, Freya y un jabalí…

Pero la festividad de Yule también está conectada con la diosa nórdica de la fertilidad (también de la vegetación y de la buena cosecha): Freya (63).

En los países escandinavos, era costumbre sacrificar un jabalí, asociado con la diosa Freya, en Yule, en honor a dicha diosa. En Suecia, consumían parte de la carne y la restante la secaban y la guardaban hasta la primavera. Entonces, la rallaban con semilla de maíz y una parte se la comían los labradores y otra se la daban a los caballos con los que araban. Ese vínculo con el arado y con el pan se asocia a una diosa del grano mucho más antigua: una diosa de la fertilidad o Matronae (64).

En Yule era tradición darse un buen festín de jabalí. Después, salían de sus casas con antorchas, encendían un fuego, se cogían de las manos y bailaban en círculo, al son de las gaitas (65). Y ¿a que no adivináis con qué adornaban sus casas? Pues con coronas de muérdago, planta que consideraban sagrada, obligatoria en las festividades de invierno. Fijaos si el muérdago era importante que los cristianos hasta lo prohibieron, por su asociación al paganismo (66).

A día de hoy, no solo el muérdago sobrevive. También la tradición del jabalí, solo que se ha sustituido el sacrifico del animal por unos panecillos con forma de jabalí (julgalt – jabalí de Yule), que se hornean en Suecia durante Yule (67). En Escocia, también existe la costumbre de darle maíz al ganado en Yule – cosa que nos vuelve a recordar a la diosa del grano –, para que sea próspero durante todo el año (68).

julgalt dulces navideños Suecia
Julgalt. Fuente.

Otras costumbres asociadas a Yule: árboles mágicos

¿Qué me decís de los famosos troncos navideños que os apretáis entre pecho y espalda? Pues ese dulcecillo también tiene su origen en Yule, así como el típico adorno de un tronco cortado, sobre el que se colocan tres velas. En Yule, era costumbre quemar un enorme tronco, que tenía que durar toda la noche pues, si no, se consideraba un mal presagio. Los resto que quedaban de la quema se guardaban hasta el año siguiente, para prender el próximo tronco, o se esparcían sobre el techo de la casa (69). Dicha costumbre se llegó a extender por toda Europa (70), pero en los países escandinavos, se elegía para este ritual un árbol muy especial: el tejo, el fresno o el roble – hay discrepancias – (71), simbolizando el Yggdrasil («el caballo de Odín») de la mitología nórdica, un Árbol de la Vida (72).

Yggdrasil caballo de Odín
Yggdrasil. Fuente.

¿Adivináis ya de dónde viene la costumbre de poner un árbol en medio del salón y decorarlo? ¡Efectivamente! (73). –  Costumbre que, por cierto, la Iglesia tuvo que asimilar también, ante la imposibilidad de erradicarla (74), pero que condenó por pagana a mediados del siglo XX – (75). La leyenda nos dice que en el siglo VIII había un roble consagrado a Thor, en Alemania (76), al que, durante cada solsticio de invierno (Yule), se le brindaba un sacrificio. Hasta que llegó un misionero y lo taló, ofreciéndoles a los lugareños – que imaginaos con qué cara se quedaron – un abeto en su lugar. Y fue a partir de entonces cuando se empezaron a talar abetos a mansalva en navidades y a decorarlos (77).

De Navidad más bien poco…

Las conclusiones que podemos sacar después de todo lo que os he contado, son dos. Primero, que, al hacerse guerreros y patriarcales los pueblos germánicos y escandinavos, se fumaron la cultura de la Diosa. Aunque en Freya (/Frigg, pues podrían ser la misma diosa) encontremos huellas clarísimas de las Matronae (78). Pero con la cristianización, de aquellas pobres Diosas o Matronae no quedó ni humo (79). Aunque, como hemos visto, muchísimos rituales herederos del culto a aquellas diosas de la fertilidad siguen vivos a día de hoy, aunque tuneados y sin firmar por ellas (80). Y es que, segunda conclusión, las fiestas que celebramos estos días, de cristianas tienen poco, por no decir que nada. Ni siquiera en el Día de los Inocentes se conmemora lo que os han hecho creer.

La verdad es que todas las costumbres navideñas están directamente relacionadas con el paganismo, con el solsticio de invierno, con aquellos ritos paganos que se celebraban en Yule (o en las Saturnales romanas), que el cristianismo no pudo erradicar por completo, por lo que los tuvo que asimilar (81). Pero, oye, que tampoco quiero aguaros la fiesta. Está muy bien que os reunáis en familia, que cantéis villancicos y que os lo paséis pipa. Pero siempre estará mejor si conocéis la Historia y sabéis de dónde viene lo que festejáis con tanto ahínco. Feliz solsticio de invierno, amigas.



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Referencias y bibliografía

Referencias

(1) “Los ritos folclóricos de Navidad en las zonas germánicas no muestran con frecuencia ninguna relación con la fe cristiana y, por tanto, afirman que aquí se había celebrado una fiesta antes de que el cristianismo llegara a Europa”. Mottz, 1984, p. 159. “Otras dos fiestas romanas en esta época del año se incorporaron a las celebraciones cristianas de Navidad: las Saturnalia (a mediados de diciembre) y el Día de Año Nuevo, inicio del año oficial”. Eriksson, 2002, pp. 3-4.

(2) La historia de los germanos abarca más de tres mil años. Bernárdez, 2002, pp. 43-44. Bartolotti, 2011, p. 75.

(3) “Eran unos pueblos de lengua y cultura indoeuropeas surgidos en tomo a la mitad del primer milenio a.n.e. a partir de los pueblos asentados desde antiguo en el norte y de algunas tribus indoeuropeas llegadas del este que, poco a poco, fueron cambiando y diferenciándose de los otros pueblos de la familia. (…) la idea tradicional de los indoeuropeos como «invasores» ya no es defendible (…) se trató de (…) la expansión gradual de pequeños grupos que iban asentándose poco a poco por territorios cada vez más amplios. El resultado fue la creación de una identidad lingüística y cultural que identificamos con la etiqueta «germánica», que se decantaría de modo definitivo cuando el contacto con otros grupos indoeuropeos de la zona se rompió de modo prácticamente total hacia mediados del primer milenio a.n.e. (…) Las definiciones de «germano», «cultura germánica» y «religión germánica» serán siempre problemáticas y tendremos que contentarnos con ideas más bien genéricas y un tanto vagas, de límites difusos y además cambiantes a lo largo del tiempo. Eso sí: excepto los que vivían en inmediato contacto con el imperio Romano, nadie perteneciente a cualquiera de esas muchas tribus se denominaría a sí mismo, ni a la tribu de al lado, germano”. Bernárdez, 2002, pp. 41-43. “Si bien los romanos mencionaban como bárbaros (extranjeros) a todos los pueblos que no pertenecían al Imperio, tal denominación se concedía especialmente a las gentes del norte de Europa, adscritos al tronco racial germano de la más pura raigambre indoeuropea”. Cardona i Castro, 1999, p. 144.

(4) “En aquella época, los asentamientos germánicos eran pequeños, las relaciones sociales igualitarias y vivían de la agricultura: eran una sociedad netamente agraria. Además, comerciaban con otras tribus, por lo que los enfrentamientos eran más bien esporádicos. Las cosas siguieron así hasta que a partir del siglo VII a.n.e. empezaron a cambiar”. Bernárdez, 2002, p. 47.

(5) “La religión no era para ellos una cuestión de profundas creencias, sino algo que cumplía unos objetivos tanto sociales como individuales. Si éstos no se realizaban, era señal de que algo iba mal y que quizá la solución estaba en adoptar otros dioses”. Bernárdez, 2002, p. 15.

(6) Para ellos, los lugares sagrados eran lugares naturales. Bernárdez, 2002, p. 106. Desde la Edad del Bronce, se hacían ceremonias en claros del bosque, entre círculos de piedra y en túmulos megalíticos. Bernárdez, 2015, p. 5.

(7) “En esta sociedad netamente agraria, la religión estaba claramente centrada en todo lo referente a la fertilidad; quizá con predominio de las divinidades femeninas, a juzgar entre otras cosas por la frecuencia de elementos femeninos en los depósitos votivos arrojados a los pantanos en la llamada «fase V» de esta era, entre el 900 y el 700 a.n.e.”. “Los germanos de estos primeros tiempos, como sus predecesores de la Edad del Bronce, adoraban sobre todo a la diosa de la vida y la fertilidad, que no sería una figura claramente personificada y además variaría de un lugar a otro (…) gracias a las diosas el ganado se reproducía, pero también eran las causantes de la muerte de las crías; y del nacimiento de los hijos y también de su muerte, y de la enfermedad y la salud. Así que ¿cómo conseguir de ellas y ellos las cosas buenas y evitar las malas? Para eso están los ritos y los sacrificios (de animales, plantas e incluso vidas humanas)”. “El término general para «dios» (…) En germánico común, la forma básica era guða, palabra que, curiosamente, era de género gramatical neutro. Más tarde, para poner de relieve la virilidad de su dios, el cristianismo lo masculinizó, reservando el neutro para los dioses paganos (Bernárdez, 2015, p. 4), de manera que el alemán Gott, por ejemplo, es ya gramaticalmente masculino”. Bernárdez, 2002, pp. 47, 56-57 y 68-70.

(8) Las Matres (se usa en Inglaterra y Galia), Matrae (limitado al sur de Francia) o Matronae (nombre habitual en el Bajo Rin), eran grupos de diosas adoradas en el área germánica que entró en contacto con Roma, durante los primeros cinco siglos más o menos d.n.e. El culto a ellas era tanto germánico como céltico (Lindow, 2002, p. 224; Matronae era un apodo honorable que incluía una función protectora, similar a la del “patrón” masculino; en su apogeo, el culto a ellas ciertamente puede verse como un fenómeno romano-celta-germánico: la piedra votiva de matrona más antigua encontrada, data del 70-89 d.n.e.; las inscripciones en las piedras votivas consisten en casi todos los casos de contracciones, abreviaturas y truncamientos de expresiones; Goos, 2020, pp. 7-8) – en algunos casos, los nombres mismos de las divinidades, apunta a poblaciones mixtas germano-celtas – y casi no hay diferencias entre la manera de representar las célticas y las germánicas: sólo el nombre nos permite reconocer uno u otro origen. Normalmente, encontramos denominaciones colectivas (estos nombres  son difíciles de interpretar; algunos hacen referencia a topónimos e incluso a nombres de persona), pero también hay piedras dedicadas a diosas individuales, como Eostra/Ostara. Bernárdez, 2002, pp. 144-145. Shaw, 2011, pp. 41-45. En la zona del Bajo Rin en el noroeste de Alemania, lo que era la provincia romana de Germania inferior, se han hallado altares dedicados a las diosas madres nativas (Matres o Matronae). En 1958, en Morken-Harff, cerca de Bedburg, se descubrieron más de 150 piedras que datan de aproximadamente del 200 d.n.e. Se recuperaron más de mil fragmentos de un altar, restos arquitectónicos y ánforas rotas. Todas las piedras del altar, excepto una, parecen haber estado dedicadas a las diosas madres nativas, conocidas como Matronae Austriahenae (Shaw, 2011, p. 41); su nombre se obtiene claramente de la raíz «Austri», que, si es germánica, estaría relacionada con la Eostre de Beda. Sermon, 2008, pp. 338-340.

(9) A pesar de que no nos dejaron testimonios escritos, sí contamos con una gran cantidad de pinturas rupestres al aire libre, en las que descubrimos que, en aquel entonces, adoraban a la Diosa Sol (Bernárdez, 2019, pp. 65-67). Nos interesan las efectuadas en el sur de la península escandinava, desde casi los comienzos mismos de la Edad del Bronce (hacia el 1500 a.n.e.), hasta principios de la del Hierro (hacia el 500 a.n.e.). La religión de esta época parece centrada en dos temas estrechamente relacionados: el sol y la fertilidad. «Sol» era una diosa en el mundo germánico, fenómeno no muy frecuente; esta peculiaridad germánica de «una Sol» puede rastrearse por muchos sitios a los que llegaron los pueblos germánicos, incluso en España. Bernárdez, 2002, pp. 47-51.

(10) “Cuando la guerra se convirtió en una actividad regular, las consecuencias sociales y religiosas fueron trascendentales”. La guerra se convirtió para ellos en una actividad principal, de la que quedaban excluidas las mujeres, y también los niños, los ancianos y los enfermos. Con los jefes militares, se originó la realeza, hasta entonces desconocida para los germanos. “Ahora tenemos comunidades mayores (hemos pasado de tres o cuatro docenas de personas a dos o más centenares), con diferencias sociales y económicas internas permanentes y con una élite militar cuyos miembros no tenían que pertenecer todos a la misma familia y ni siquiera al mismo clan, que vivían un tanto al margen del resto de la gente y que se debían sobre todo a su jefe, a su druhtinaz, por encima de las lealtades tradicionales. Este grupo militar era el más rico y el más prestigioso, y además estaba limitado a los varones”. “Podemos definir el druht como una agrupación estable de guerreros comandada por un jefe, el druhtinaz, que no sólo los dirigía en el combate sino que era también su líder en las cuestiones políticas y económicas y, seguramente, también en las religiosas. La institución se mantuvo casi intacta mientras existió la cultura tradicional germánica”. Bernárdez, 2002, pp. 59-61 y 65.

(11) Todos los pueblos germanos acabaron cristianizándose: “Los visigodos de España perdieron pronto su lengua y muchas de sus costumbres (…) como para entonces la religión oficial del Imperio Romano era el cristianismo, se cristianizaron. Mucho más tarde, en el año 911, sucedió lo mismo con los vikingos daneses y noruegos que, tras saquear París varias veces, decidieron aceptar la oferta (…) de hacerse cristianos y vasallos feudales del rey. Como la oferta era interesante, se dejaron bautizar, abandonaron bastante pronto su lengua, invadieron Inglaterra en 1066 como buenos cristianos y se quedaron hasta hoy mismo allí y en Normandía”. “La cristianización fue un proceso violento en general, que comenzó muy pronto (hacia el siglo V) en algunos pueblos y no concluyó hasta el XII en Suecia. Hubo víctimas por ambos lados (…) La persecución de los paganos por los cristianos fue muy distinta, además de más frecuente y constante y ciertamente muchísimo más efectiva (…) cuando el muerto es cristiano se le llama mártir, mientras que el pagano sufre un justo castigo por ser recalcitrante, apóstata o hereje y nunca es objeto de persecución sino de justicia”. Bernárdez, 2002, pp. 15 y 18.

(12) “Hacia el 1500 a.n.e., en el norte de Alemania y sur de Escandinavia comenzó a desarrollarse una cierta población, con testimonios arqueológicos claros, que seguramente creó también los grabados rupestres de ciertas zonas de Escandinavia y fue responsable de los sacrificios de objetos, armas, animales e incluso personas. Sin duda, estos pueblos tenían ciertas creencias religiosas que fueron evolucionando con el tiempo y que, ciertamente, no eran monolíticas e indiferenciadas pero poseían numerosos rasgos comunes”. “El periodo prehistórico denominado Edad del Bronce nórdica abarca los que luego serían territorios germánicos, es decir, la parte central y septentrional de la actual Alemania, así como el territorio danés y el sur de Suecia y Noruega (…) los contactos de los pregermanos con preceltas, prebaltos y preeslavos debían de ser cotidianos”. Bernárdez, 2002, pp. 44 y 46-47.

(13) “Se celebraba una fiesta de especial significación en cada uno de los momentos clave del año agrícola; esto es, en los equinoccios y solsticios de invierno y verano (…) Los germanos dividían sus años en sólo dos estaciones, que convencionalmente denominamos «verano» e «invierno» (Céspedes, 2009, pp. 36 y 44; como nos informa Beda: Venerabilis, 1862, cap. XIII; comenzando siempre con el invierno: Callander, 1823, p. 4; solsticio de invierno – Yule: Perales Fernández, 2012, p. 213;) pero que propiamente son, respectivamente, los meses en los que la naturaleza está viva y aquellos en los que parece muerta”. Bernárdez, 2002, p. 108.

(14) Yule (Solsticio de Invierno) se convirtió en la Navidad, Ostara (Equinoccio de Primavera) en la Pascua, Litha (Solsticio de Verano) en San Juan y el Samhain (Equinoccio de Otoño) en Halloween. Bernárdez, 2002, p. 109. “Las temporadas más importantes de la vida pagana, y del drama precristiano, fueron el solsticio de invierno y la celebración de la nueva temporada de la vida a principios de la primavera. (…) no es accidental que las principales temporadas cristianas, y los ciclos dramáticos que las acompañan, se convirtieran en las obras de la Pasión en Pascua y en las obras de la Natividad en la Navidad”. Eriksson, 2002, p. 2.

(15) “El festival del solsticio nórdico se convirtió, a través del cristianismo, en una celebración del nacimiento de Cristo, como sucedió en todos los países europeos”. “En la mayoría de los países europeos, la cristianización de la fiesta pagana se estableció bastante temprano (…). En los países nórdicos, sin embargo, se ha mantenido el nombre antiguo. Incluso en finlandés, la palabra Joulo se usa para la Navidad, una palabra prestada del antiguo nórdico que proviene de un período anterior a la época vikinga. Parece lógico suponer que el festival del solsticio tuvo una posición particularmente fuerte en el norte, donde las estaciones son tan distintas”. Eriksson, 2002, pp. 3 y 6. “Los primeros misioneros cristianos, percatándose de la extrema popularidad de esta fiesta (Yule), pensaron que sería mejor alentar a beber a la salud del Señor y de los doce apóstoles cuando comenzaron a convertir a los paganos nórdicos”. Hampton Belton, 2009, p. 407. Real Instituto de Jovellanos, 2010, p. 221. “El solsticio de invierno ha sido trasladado por el cristianismo al 25 de diciembre como nacimiento del niño-Dios”. Calvera, 2005, pp. 251-252. “La prioridad que nuestros antepasados sajones dieron a la noche está claramente determinada. Pero, después de su conversión al cristianismo, sustituyeron la fiesta religiosa de la Navidad por los ritos del paganismo utilizados en esta Noche de la Madre, a partir de la cual comenzaron sus cómputos; y en esto han sido seguidos por nuestros historiadores ingleses más antiguos, Florencia de Wigorn, Guillermo de Malmesbury, Matthew Paris y muchos otros. Esta alteración, sin embargo, de las ceremonias religiosas en el mes de diciembre, no modificó el nombre. Continuó llamándose Helig Monat, o el Mes Sagrado”. Callander, 1823, p. 4.

(16) “Los germanos tenían sacerdotes para algunas de las celebraciones principales, y algunos de ellos debieron de ser personas destacadas en su comunidad, pero no existía nada parecido a una clase sacerdotal, a una institución estable del sacerdocio (…). Según las fuentes, por ejemplo Tácito, había sacerdotes que se vestían de mujer, algo de lo que creemos tener alguna prueba arqueológica, al menos en Inglaterra. Esto no es nada infrecuente, y hay ejemplos en otras muchas culturas. Quizá apunte a una época más antigua en la que el sacerdocio estaba en manos de las mujeres, situación que cambió con la transformación de la antigua religión en otra más belicosa y masculina”. Bernárdez, 2002, p. 110.

(17) Bernárdez, 2002, pp. 112-113.

(18) Bernárdez, 2002, p. 114.

(19) “Huellas de ellos se encuentran aún en las celebraciones cristianas de Navidad, que corresponde al antiguo tiempo de Iól, inglés Yule, la otra gran celebración invernal”. Bernárdez, 2002, p. 109.

(20) Bernárdez, 2002, p. 109. El origen de la palabra Jól (Iól/Yule) no lo sabemos con certeza. Eriksson, 2002, p. 2. “Sabemos a través de los textos nórdicos antiguos que en los países escandinavos una fiesta igualmente importante [que la Navidad], a menudo llamada Jól (Yule), se había celebrado en la época pagana”. Mottz, 1984, p. 159. “Como esta fiesta siempre se celebraba en el solsticio de invierno, cuando el sol regresa sobre el zodíaco, se llamaba Iól (Yol), de ahí formamos la palabra Youl o Yule, el nombre común que todavía usan nuestros campesinos para la Navidad”. Callander, 1823, p. 5. “Yule y yuletide (…) son términos arcaicos para referirse a la festividad que conocemos como Navidad. (…) En el inglés antiguo, gêol era un festival de mediados de invierno. Estaba relacionado con el antiguo término nórdico jól, de donde viene la palabra en inglés jolly (alegre). Las fiestas de Yule se celebraban cada solsticio de invierno”. Villatoro, 2009, p. 204.

(21) Su fecha concreta variaba de un sitio a otro. Bernárdez, 2002, p. 108.

(22) Bernárdez, 2002, p. 109. Yule: “palabra que sirve para referirse al período del solsticio de invierno”. Díaz Sánchez, 2018, p. 148. “Observamos que la actividad de las deidades se desarrolla casi siempre en la temporada de invierno, y más específicamente, en la última parte de diciembre y principios de enero”. Mottz, 1984, p. 159.

(23) Bernárdez, 2002, p. 108.

(24) “Para el periodo más antiguo, escritos de autores latinos y griegos, muy especialmente la descripción de Germania que, con este nombre, redactó el romano Tácito (en su Germania, hacia el 98 n.e.; Bernárdez, 2015, p. 3; Bernárdez, 2019, pp. 71-77; Bartolotti, 2011, p. 110; Cardona i Castro, 1999, p. 145) a fines del siglo I de nuestra era (…) sería absurdo esperar que el cien por cien de su información fuera totalmente veraz. Más tarde hay referencias dispersas en muchas fuentes cristianas europeas (…) Tenemos incluso viajeros exóticos que levantan acta muy fiel de lo que veían (…) Tenemos también las inscripciones rúnicas más antiguas (ver: Céspedes, 2009), y aunque su interpretación suele ser complicada y hay bastantes ininteligibles, encontramos en ellas referencias que podemos encajar con lo que sabemos de otras fuentes”. Bernárdez, 2002, pp. 24-25.

(25) El término Edda proviene de la palabra nórdica poesía. Díaz Sánchez, 2018, p. 46. Es “una amplia colección de poemas de tradición antigua, realizada como tal colección en Islandia a principios del siglo XIII (…) tratan sobre los antiguos héroes y dioses, proporcionándonos información importantísima sobre divinidades, mitos, lugares míticos, seres mitológicos e incluso, indirectamente, sobre ritos y prácticas”. Bernárdez, 2002, p. 27. Bernárdez, 2019, p. 24. McCoy, 2016, pp. 17-20. La mayoría de estos poemas (unos 35) están en un solo manuscrito, visto por primera vez en el siglo XVII, por el obispo Brynjólfur Sveinsson, quien percibió una similitud con el libro llamado Edda de Snorri Sturluson  e imaginó que este manuscrito, otra ‘Edda’, había sido compuesto por Sæmund Sigfússon el Sabio, sacerdote que floreció alrededor del 1100 y que según la tradición fue el primer historiador islandés, aunque no se conservan obras suyas. Por lo tanto, este manuscrito se llamó no sólo «La Edda de Sæmund», sino también «Elder Edda» (Edda Mayor; Lanceros, 2001, p. 17), ya que Sæmund había vivido un siglo antes que Snorri. Ya nadie se toma en serio que Sæmund tuviese algo que ver con la composición de esta obra o que precedió a Snorri, pero todavía la llamamos ‘Edda’: la Edda Poética (Bartolotti, 2011, p. 90). Debido a que el manuscrito se convirtió en parte de la colección de la Biblioteca Real de Copenhague, ahora lo llamamos «Codex Regius (manuscrito real) de la Edda Poética», y llamamos a los tipos de poemas que contiene «poesía eddica». Lindow, 2002, p. 12. El Codex Regius en el que se encuentran es de 1270. Bernárdez, 2015, p. 2. También tenemos los poemas de los escaldas. “Poemas que con frecuencia son tan antiguos como los incluidos en la Edda, o incluso más que varios de éstos: los compuestos por los escaldas, poetas cortesanos que iban de corte en corte por Escandinavia y las Inglaterra e Irlanda escandinavas recitando complejos poemas en honor de sus anfitriones. Compuestos por paganos para paganos“. Bernárdez, 2002, p. 27. Bernárdez, 2019, p. 24.

(26) Contamos también con las sagas en prosa, como la Edda en prosa o Edda de Snorri. O Edda Menor. Lanceros, 2001, p. 19. Lindow, 2002, pp. 335-336. McCoy, 2016, pp. 17-20. “Sagas y otros textos semejantes en prosa, que tratan de personajes de la historia propia islandesa, de los reyes de Noruega o de héroes vikingos (…) escritas por cristianos en época cristiana (…) tiene especial interés el Libro de la colonización de Islandia (Landndmabók) (…) Y claro, está el libro del más grande intelectual islandés del Medievo, Snorri Sturluson (1179-1241). (…) Snorri escribió hacia 1220 un libro en el que explicaba las cosas que debía saber un poeta (…) Suele conocerse como Edda en prosa o Edda de Snorri (…) Esta obra es fundamental, junto con la otra Edda, para conocer la base mitológica, digamos narrativa, del paganismo escandinavo (…) Saxo Gramático (1150-1220), este monje danés escribió, también a principios del siglo XIII, una historia más bien legendaria de los reyes de Dinamarca que incluía abundante información que nosotros juzgamos mitológica y religiosa”. Bernárdez, 2002, pp. 28-30. Bernárdez, 2019, pp. 24-25. Cardona i Castro, 1999, p. 148. Díaz Sánchez, 2018, pp. 46-47. También tenemos la Gesta Hammaburgensis ecclesiae pontificum de Adán de Bremen, de finales del siglo XI. Bernárdez, 2015, p. 2.

(27) «Snorri y Saxo escriben a principios del siglo XIII, cuando Dinamarca llevaba ya casi trescientos años de cristianismo oficial e Islandia unos doscientos. Los dos escribían desde su conocimiento de la literatura medieval cristiana e incluso del clasicismo latino, sobre todo en el caso de Saxo. Los dos veían a los dioses (…) como antiguos héroes divinizados por sus grandes hazañas. La visión de ambos era indudablemente cristiana”. Bernárdez, 2002, pp. 25 y 30. “Esos narradores y compiladores eran ya cristianos desde hacía varias generaciones y estaban bien instruidos en la mitología clásica y las letras cristianas (…) Podemos esperar que esos autores islandeses del siglo XIII adaptaran el relato mitológico a los ya conocidos, además de asimilarlo a la nueva ideología –mucho más centrada en el varón”. “La versión que nos proporcionan los textos escritos es necesariamente parcial, vaga y ambigua; no hay que otorgarle credibilidad total”. Bernárdez, 2015, pp. 1 y 9. “(…) reflejan con suposiciones —más que con una exposición exacta de las antiguas creencias—, el deseo de fijar, según los criterios de la época, los mitos más antiguos antes que sean erradicados por la nueva religión”. Bartolotti, 2011, p. 7.

(28) “Tendemos con frecuencia a interpretar el paganismo germánico en términos parecidos a como interpretamos las grandes religiones de Estado, pero sería absurdo esperar algo así de una religión que no era parte de un Estado que ni siquiera existió hasta la desaparición misma del paganismo”. Bernárdez, 2002, p. 14.

(29) “Los diversos ‘años rituales’ paganos modernos son, en cierta medida, construcciones artificiales. Los eruditos han argumentado que incluso la Rueda del Año Wicca no es principalmente de origen celta, sino que se deriva de modelos anglosajones (…) algunos grupos paganos prefieran celebrar solo los tres festivales discutidos en la literatura nórdica medieval (…) Sigrblót (…) tiene lugar aproximadamente al mismo tiempo que Ostara (…) Los otros dos días santos atestiguados en fuentes medievales son Vetrnaeter (Noches de invierno) y Jul (Yule)”. Cusack, 2007, p. 33. “Actualmente en la cultura neopagana, estas celebraciones han sido reconstruidas en muy variados grupos, como es el caso de la religión Wicca, en la que se celebran las fiestas a través de ‘ocho días solares festivos’, llamados comúnmente ‘Sabbats de la rueda anual’”. Villatoro, 2009, p. 204. Estos Sabbats son: Yule, Imbolc, Ostara, Beltane, Litha, Lammas, Mabon y Samhain. Hermosillo Jaramillo, 2016, p. 102. “Kathy Jones estructura su rueda de tal modo que en los puntos cardinales se sitúan las Diosas «matronas» de los cuatro elementos y en los cuartos intermedios los arquetipos de Diosas que tienen que ver con las etapas de la vida (…) El Norte representa el Aire, el espacio, el vacío cósmico, el sonido. La Diosa irlandesa Danu ocupa este lugar y su fiesta se celebra en el solsticio de invierno (Yule)”. Perales Fernández, 2012, pp. 212-213.

(30) Cusack, 2007, pp. 22-23. Davidson, 2001, pp. 20-21. GardenStone, 2015, pp. 7-13. Goos, 2020, p. 238. Grimm, 1835, pp. 239-240. Shaw, 2011, p. 49. Venerabilis, 1862, cap. XV. Wagenheimer Belmaia, 2016, pp. 89-90. Beda, escribió su obra, El cálculo del tiempo, en el 725 d.n.e. Murphy y Ameen, 2020, p. 223. Sermon, 2008, p. 333.

(31) Cusack, 2007, pp. 23-29. Davidson, 2001, pp. 20-21. Murphy y Ameen, 2020, p. 223. Shaw, 2011, pp. 49-51. Se acusó a Beda de haber creado una fantasía etimológica, en torno a la influencia pagana en una de las mayores celebraciones del calendario litúrgico de la Iglesia medieval. Wagenheimer Belmaia, 2016, p. 89. Las versiones de los sajones occidentales de los nombres de estos meses también aparecen en varias fuentes de los siglos X y XI. Además, tenemos evidencia continental del reinado de Carlomagno (rey de los francos y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, un 742-814) que puede dar peso a la descripción de Beda del año anglosajón. Sermon, 2008, pp. 333-334 y 337-340.

(32) Jacon Grimm alega que Beda solía minimizar su cobertura de la religión antigua. Cusack, 2007, p. 25. GardenStone, 2015, p. 19. Grimm, 1835, p. 240. Shaw, 2011, p. 51. Wagenheimer Belmaia, 2016, p. 96.

(33) “Las versiones sajonas occidentales de los nombres de estos meses también aparecen en varias fuentes de los siglos X y XI, incluido In Byrhtferth’s Handbook”. Sermon, 2008, p. 334.

(34) “En la tradición germánica, (…), la noche se dedicaba con frecuencia a los ritos religiosos”. Mottz, 1984, p. 163. “Todas las tribus del norte rindieron una especie de veneración religiosa a la noche más que al día. Esta costumbre no ha escapado a la observación de César y Tácito. (…) Esta predilección por la noche indujo a nuestros antepasados, los sajones, a comenzar todos sus cálculos del tiempo a partir de la noche en lugar del día; y el comienzo de su año desde el invierno en lugar del verano. Trajeron esta costumbre con ellos cuando se establecieron en Gran Bretaña; y sus vestigios aún se encuentran en las antiguas leyes sajonas y en nuestra forma común de hablar”. Callander, 1823, p. 3.

(35) Venerabilis, 1862, cap. XV. El 21 de diciembre se celebra el solsticio de invierno, Yule. Calvera, 2005, p. 251. Céspedes, 2009, p. 37.

(36) Callander, 1823, pp. 5-6. Giuli (Beda) – Æfterra Geola (Sajón Occidental) – Later Yule (Traducción al inglés) – January /Enero (equivalencia). Giuli (Beda) – Ærra Geola (Sajón Occidental) – Earlier Yule (Traducción al inglés) – December / Diciembre (equivalencia). Sermon, 2008, p. 333.

(37) “El año comenzaba en el solsticio de invierno con Yule (Giuli), que fue precedida por un festival conocido como Noche de las Madres (Modra Nect) – ver (40) –. Yule no solo era el nombre de pleno invierno, sino también los meses anteriores y después del solsticio”. Sermon, 2008, pp. 333-334.

(38) Callander, 1823, p. 5.

(39) En Yule: “Se celebra el renacimiento del dios Sol”. Calvera, 2005, p. 251. “Porque se suponía que el Sol se parecía a una rueda girando rápidamente a través del cielo”. Real Instituto de Jovellanos, 2010, p. 221.

(40) Hampton Belton, 2009, pp. 92 y 406-407. Esta fiesta de invierno también se llamaba Haukunott o Hokanot y Thorabloth (bloth, en el antiguo islandés, significa un sacrificio). De la palabra Iól, viene lolbock, lulbrod y lulhalm, que son todos términos escandinavos. Callander, 1823, pp. 5-7. En el caso de Escandinavia, se celebraba en enero. Real Instituto de Jovellanos, 2010, p. 221. “La palabra jól era en tiempos precristianos el nombre de una fiesta celebrada con sacrificio en la noche de mediados de invierno, el 12 de enero. Según el historiador noruego Olav Bø, el géol anglosajón y el yule inglés son la misma palabra. De estas palabras se derivaron los nombres de los ‘meses de Navidad’: noviembre / diciembre y diciembre / enero: la antigua palabra nórdica ýlir marcaba el tiempo desde el 14 de noviembre al 13 de diciembre, la palabra anglosajona giuli se usaba tanto para diciembre como para Enero, y la palabra gótica jiuleis denota diciembre. Parece lógico que estos nombres apunten hacia un origen germánico común para una fiesta pagana de mediados de invierno, que aquí en Noruega todavía se llama jul”. Eriksson, 2002, p. 2. “Los escandinavos celebraron la festividad de Yule desde el 21 de diciembre (Noche de la Madre) hasta el 1 de enero, la Noche de Yule (…) y terminaron con la quema de troncos”. Victorovna, 2020, p. 18. “Yule en pleno invierno, a fines de diciembre y principios de enero, que, con la llegada del cristianismo, se convirtió en Navidad”. McCoy, 2016, p. 95. El Sol comienza a renacer en Yule; “su poder aún es pequeño pero comienza a ganar fuerza con el pasar del tiempo y las estaciones”. Hermosillo Jaramillo, 2016, p. 102. “Jól (Jul/Yule) se celebraba para superar el invierno y para el regreso de la luz”. Holst, Jorgensen y Warners, 2017, p. 94.

(41) McCoy, 2016, p. 95.

(42) Hogmanay es sólo una corrupción del islandés Hogmanat y Hokanot, los nombres originales de este festival. Callander, 1823, pp. 1 y 5-7.

(43) A Grýla se le menciona originalmente como una giganta, en la Edda en prosa o Edda de Snorri (siglo XIII) – ver (26) –, pero no se relaciona con la Navidad hasta el siglo XVII, en el Poema de Gryla. Más información en: Embassy of Iceland Washington D.C., s.f. “Las gigantas pertenecen claramente a la temporada de invierno (…) Los gigantes y las gigantas siguieron viviendo en las creencias populares y mantuvieron su fuerte asociación con la fiesta del pleno invierno. (…) Grýla de Islandia, con su séquito, rondan las tierras cubiertas de nieve en la época navideña”. Mottz, 1984, p. 162.

(44) Hay leyendas en las que se relaciona Yule con un trol. Díaz Sánchez, 2018, p. 148.

(45) En Trollolay encontramos rastros claros de la palabra islandesa Trolldr, “con la que los escandinavos denotaban a esos genios malvados que devoraban a los desafortunados mortales que se acercaban a sus lugares predilectos”. Sobre estos seres se habla en la Edda poética – ver (25) – y también encontramos relatos sobre su naturaleza en los monumentos históricos antiguos. “Hay muchos lugares en Escandinavia que aún conservan el nombre de estos trolldr”. Callander, 1823, pp. 7-9.

(46) Callander, 1823, p. 8.

(47) “Su habilidad en la magia tenía una reputación tan grande que Troll, en general, se usa para significar magia”. Callander, 1823, p. 9.

(48) Callander, 1823, p. 10. Mottz, 1984, p. 162.

(49) Eriksson, 2002, p. 5.

(50) “La canción (…) usada en Navidad, derivara su origen y lenguaje de la antigua fiesta escandinava llamada Giul, o lól, de donde viene nuestro término Yule”. Callander, 1823, p. 12.

(51) Lucia die dunkle (la oscura Lucía) / Lucia die helle (la bella Lucia). “La tradición de Santa Lucía, (…), es otro ejemplo de cristianización de creencias y costumbres paganas (…) Hay rastros de las leyendas de Santa Lucía incluso en los países nórdicos en la Edad Media, y su día de recuerdo también es el 13 de diciembre (al igual que el de Lussi). Sin embargo, otro nombre es relevante aquí, a saber, Lucifer. Su nombre tiene el mismo trasfondo etimológico (lux en latín significa ‘luz’). Una vez que fue un ángel de luz, luego fue destronado y se convirtió en el Príncipe de las Tinieblas. Y para completar el círculo aquí, Lussi también fue concebida como la primera esposa de Adán, ella que era el antepasado de todas las hadas, duendes, gente pequeña, una figura de Lilith”. Eriksson, 2002, pp. 5-6.

(52) Eriksson, 2002, p. 5.

(53) Los Lussiferda “fueron nombrados como en un verso: Lisle-Ståli y Store-Ståli, Ståli Knapen y Tromli Harebakka, Sisill y Surill, Hektetryni y Botill”. Eriksson, 2002, p. 5.

(54) Otro nombre para este fenómeno es Aasgaardsreia. Eriksson, 2002, pp. 2 y 5.

(55) “Podría haber una conexión aquí con una fiesta teutona de los muertos en el solsticio de invierno, y con Yule como el momento para comunicarse con los muertos”. Eriksson, 2002, p. 2.

(56) Eriksson, 2002, p. 6.

(57) También podría haber una conexión con el dios nórdico del invierno Ullr, además de con su padrastro Thor. Eriksson, 2002, p. 2. “Thor es acompañado por dos chivos de nombre Tanngniother y Tanngriser, los cuales tiraban de su carro”. Díaz Sánchez, 2018, p. 68. “Thor cabalgando por el cielo en su carro, tirado por las cabras Tanngrisnir (Tanngrísnir, ‘Snarl-Tooth’) y Tanngnost (Tanngnóstr, ‘Gnash-Tooth’).”. McCoy, 2016, p. 29. “Tanngrisnir y Tanngnjostr, quienes tiraban del carro de Thor”. Holst, Jorgensen y Warners, 2017, p. 66.

(58) Eriksson, 2002, p. 4.

(59) Eriksson, 2002, pp. 2-4.

(60) “Los historiadores de todo el país (hablamos de Noruega) han informado de diferentes variaciones locales de la tradición del yule-buck”. Eriksson, 2002, pp. 4-5.

(61) “Hay desacuerdos entre los investigadores sobre si el julebukk pertenece a antiguas tradiciones paganas de fertilidad (…), o si es más probable que sea un remanente de procesiones eclesiásticas de la Edad Media, (…) sugiere (…) que (…) proviene de la figura vestida con piel de oveja y encadenada que acompañó a San Nicolás en sus vagabundeos en diciembre (…) La pareja simbolizó la victoria del bien sobre el mal. Más adelante en la historia los dos se separaron; San Nicolás se convirtió en Julenissen o Papá Noel y julebukken siguió su propio camino”. Eriksson, 2002, p. 5. “Joulupukki es en la actualidad un hombre similar al Santa Claus estadounidense que todos conocemos, salvo por la diferencia de que no se esconde de los niños y les entrega en mano los regalos. Sin embargo, en sus orígenes, Joulupukki, cuyo significado podría ser algo así como ‘Macho cabrío de Navidad’, era una horrible criatura que venía para asustar a los niños en vez de ofrecerles regalos, azotaba en el culo a los peores e imponía miedo en todos y cada uno de ellos”. Coordenadas con Historia, 2018.

(62) “La iglesia se opuso a los ritos paganos, tan amplia y universalmente arraigados en Europa e Inglaterra. Los Santos Padres opusieron de todas las formas posibles las fiestas paganas a las fiestas espirituales y reverentes que emanaban de la Santa Iglesia. Pero a pesar de las estrictas leyes y castigos que los sacerdotes prometían por blasfemias y atrocidades en la fiesta de la Natividad del Señor, el clero no podía apartar a la gente de costumbres que la Iglesia equiparaba a atrocidades y libertinaje. La festividad ganó gradualmente tal popularidad que ya no fue posible abolirla o prohibirla. En última instancia, la iglesia reconoció esto y siguió el principio bien conocido: lo que no puede ser prohibido debe ser dirigido”. Victorovna, 2020, p. 20. “Ninguna otra tradición fue condenada con tanta frecuencia y coherencia (…) las mascaradas de bestias también formaron parte de la fiesta romana de mediados de invierno (…) Las bestias y su personificación todavía prevalecen en las tradiciones populares modernas de la temporada navideña. El julbukk (julbock) y jolegeiti de Noruega (el macho y la hembra ‘cabra de Yule’) son marionetas de paja o jóvenes disfrazados con paja o pieles, al gusto, de las bestias”. Mottz, 1984, p. 159.

(63) Eriksson, 2002, p. 3.

(64) Davidson, 2001, pp. 63-64. Hampton Belton, 2009, pp. 92 y 407. “El plato ritual de la fiesta era la cabeza de jabalí. Solo a las personas virtuosas se les permitió cortar la cabeza sagrada”. Victorovna, 2020, p. 18.

(65) Gritaban “¡Haile, Yule, Haile!”. Victorovna, 2020, p. 18.

(66) Christ, 1997, p. 29. También podían ser de hiedra. “Los celtas también creían que el muérdago tenía poderes curativos mágicos y lo usaban como defensa contra los espíritus malignos. El muérdago fue una de las pocas plantas que floreció en los fríos meses de invierno en lo que hoy es Gran Bretaña, el muérdago de hoja perenne fue percibido por los celtas como un símbolo de vida y renacimiento (un prototipo del árbol de Navidad). Los romanos adoraban el muérdago como símbolo de paz y amistad (…) El muérdago fue posteriormente prohibido en las iglesias debido a asociaciones paganas”. Victorovna, 2020, pp. 18-19.

(67) Davidson, 2001, p. 134. “Pasteles horneados en la temporada navideña, con frecuencia, tienen la forma de un animal: un ciervo, un jabalí, un lobo o una cabra; en Escandinavia, estos pasteles pueden llamarse julgalt (jabalí de Yule), juleoksen (buey de Yule) o jolegeiti (cabra de Yule)”. Mottz, 1984, p. 160.

(68) Davidson, 2001, pp. 75-76.

(69) Christ, 1997, p. 29. Hampton Belton, 2009, p. 407.  Hermosillo Jaramillo, 2016, pp. 108-109. Victorovna, 2020, p. 19.

(70) “Se utilizaron diferentes especies de árboles en los diferentes países. En Inglaterra – roble, en Escocia – abedul, en Francia – cereza”. Victorovna, 2020, p. 19.

(71) Victorovna, 2020, p. 19. Villatoro, 2009, p. 200. El error puede estar en que el tejo es llamado “fresno aguja”. De él  se obtiene una toxina alucinógena, que se utiliza para experiencias shamánicas. Céspedes, 2009, p. 37. “Su nombre, como su especie, variaba de una fuente a otra, otro recordatorio de la diversidad y maleabilidad de la religión nórdica”. McCoy, 2016, p. 54

(72) “El Árbol de la Vida es el árbol divino o árbol de los dioses (…) este árbol simbólico es la esencia de muchísimas religiones y culturas alrededor del mundo. (…) era adorado en los países nórdicos como Yggdrasil (…). En la mitología nórdica es un fresno perenne, cuyas raíces y ramas mantienen unidos los nueve diferentes mundos (…) conecta con sus ramas y raíces los tres niveles de los nueve mundos, o sea, al cielo con el inframundo. (…) De su raíz emana la fuente que llena el poco del Conocimiento (…) los árboles de la vida podían ser de cualquier especie, de acuerdo a la cultura de donde provenían. En muchos casos, el Árbol de la Vida está íntimamente relacionado con el árbol-mundo, un majestuoso árbol que generalmente se identifica con el tejo o el fresno. Tanto el fresno como el roble eran considerados árboles de la vida por teutones, druidas y celtas”. Villatoro, 2009, pp. 198-200. “El otro mundo nórdico (…). En su centro había un árbol poderoso, más comúnmente llamado Yggdrasil (Yggdrasill), ‘el caballo del Terrible’, es decir, Odín, una referencia a Odín que comúnmente usa sus ramas y raíces en expansión para viajar a través del otro mundo”. McCoy, 2016, p. 54. “En la mitología nórdica, el número nueve se menciona en varios contextos: en su autosacrificio, Odín colgó del árbol del mundo Yggdrasil durante nueve días y cada novena noche, ocho anillos de igual peso gotearon de su anillo Draupnir (‘gotero’)”. Holst, Jorgensen y Warners, 2017, p. 53.

(73) Christ, 1997, p. 29. Hermosillo Jaramillo, 2016, pp. 107-108. Villatoro, 2009, pp. 201-204.

(74) Redacción Historia National Geographic, 2015.

(75) En el Concilio Vaticano II (1962-1965). Villatoro, 2009, p. 204.

(76) En la región de Hesse, en el centro de Alemania. Redacción Historia National Geographic, 2015.

(77) “El misionero Bonifacio taló el árbol ante la mirada atónita de los lugareños y, tras leer el Evangelio, les ofreció un abeto, un árbol de paz que ‘representa la vida eterna porque sus hojas siempre están verdes’ y porque su copa ‘señala al cielo’”. Redacción Historia National Geographic, 2015.

(78) Ya os expliqué, en mi artículo sobre Ostara, que, según los mitos que conocemos, la diosa de la primavera y de la fertilidad es Freya («la Señora»), pero, posiblemente, Frigg y Freya sean, originalmente, la misma diosa. «Freya» solo existe en Escandinavia, sin embargo la extensión de «Frigg» en el mundo germano es mucho mayor; una Matronae de la fertilidad, camuflada y relegada a la sombra del gran Odín.

(79) “El cristianismo mostró cierta tolerancia (a posteriori) ante las historias de dioses, mientras que el culto popular a las diosas desapareció como tal, fue perseguido y despreciado y tuvo que esconderse en formas nuevas y adoptar elementos cristianos como, sobre todo, el culto de la Virgen María y el de algunas santas, «reales» como santa Ana o inventadas como santa Brígida”. Bernárdez, 2002, p. 149.

(80) “Cuando los emperadores cristianos prohibieron el culto a la Diosa, la religión de la Diosa pasó a la clandestinidad. Algunas de esas viejas tradiciones, particularmente las relacionadas con el nacimiento, la muerte y los rituales de fertilidad de la tierra, han continuado hasta el día de hoy sin muchos cambios en algunas regiones, en otras, fueron asimiladas”. Christ, 1997, p. xiii.

(81) “La Navidad se origina en dos antiguas fiestas paganas: la festividad escandinava de Yule (…) y la festividad romana de las Saturnales”. “Es interesante notar que en los primeros sermones navideños, los Santos Padres llamaron a Jesucristo el ‘Sol de la Verdad’ o el ‘Sol de la Justicia’, lo que indirectamente indica que la iglesia cristiana primitiva todavía estaba estrechamente relacionada con las costumbres paganas”. “Ninguna de las costumbres navideñas modernas se ha tomado de los cánones teológicos y, de hecho, está directamente relacionada con el paganismo. Lo que tradicionalmente se considera una tradición navideña proviene de ritos paganos. (…) Se puede afirmar que el cristianismo no pudo erradicar por completo la cosmovisión pagana”. Victorovna, 2020, pp. 18, 20 y 23.


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Ana Inmaculada Morillas Cobo
Escritora y divulgadora. Redactora, revisora de contenidos y editora de Khronos Historia. Mis áreas de mayor interés - como comprobaréis si me leéis - son la Historia de la Mujer, la Historia de las Religiones, la Filosofía Política y la Antropología. Como buena cinéfila y melómana, me encanta practicar la miscelánea cuando escribo (llamadme friki). De firmes posiciones feministas y marxistas.