Hatshepsut quizás no sea de las mujeres más conocidas de la Historia, pero su figura dejó huella en el Antiguo Egipto. Tuvo una vida intensa, digna de telenovela. Por primera vez en la historia de los faraones, una mujer decidía en todos los aspectos, hasta el punto de que esta reina de Egipto llegó a proclamarse faraona , porque sí y «porque yo lo valgo«.
Apuntando maneras: los años mozos de Hatshepsut
Poco sabemos de los primeros años de nuestra faraona, salvo que era la hija de Tutmosis I (su padre no pertenecía al linaje real) y Ahmosis (su madre, de sangre real). Se estima que nació en torno al 1499 a.C., siendo la menor de cuatro hermanos. Lo tenía difícil para ser reina de Egipto porque, en principio no pintaba mucho en la línea sucesoria y su vida no interesaba, salvo que sirviera para legitimar y limpiar la sangre de algún bastardo descarriado del harén. Ironías del destino, sus tres hermanos mayores murieron, quedando ella como representante del linaje real. Pero no pasaba nada, papá Tutmosis lo arregló todo.
Un matrimonio de conveniencia
La joven Hatshepsut se casó con su medio hermano menor, Tutmosis. Ella lo legitimó en el poder y él acabó siendo coronado como Tutmosis II. ¡Todo solucionado! De este faraón se nos dice que era apenas un niño cuando llegó al poder “Un halcón en el nido” (1), que debió ser poco espabilado y bastante débil. Eso de casarse entre hermanos se repitió más veces…
Regente del Alto y Bajo Egipto, por un rato
Con la muerte de Tutmosis, Hatshepsut quedó viuda a los 20 años y con dos niños pequeños: Neferure (8 años) hija del matrimonio real y Tutmosis (4 años), hijo del faraón y una esposa secundaria del harén. Quizá Tutmosis II no fuera tan débil como nos lo han pintado. Así que le llegó el turno a su hijo, la historia se repite. Tutmosis se casa con Neferure y es coronado como Tutmosis III. Hatshepsut queda como regente hasta la mayoría de edad. Hasta ahí todo iba sobre lo previsto, pero ya estaba Hatshepsut para marcar los límites y comenzar a acumular poder de forma progresiva.
¡Guía práctica para la acumulación de poder de forma sutil!
- Paso 1. Hizo limpia en la Corte. Apartó de la esfera de poder a aquellos que habían sido fieles a su difunto esposo.
- Paso 2. Se rodeó de funcionarios de su máxima confianza.
- Paso 3. Se hizo cargo de la educación del faraón, sacándolo de la esfera del harén. Mejor controlar al niño, no vaya a ser que nos salga rebelde.
- Paso 4: Otorgó protagonismo a su hija Neferura al entregarle varios títulos (3), convirtiendo a Tutmosis III en un segundón.
- Paso 5. Decidió construirse «una tumba digna de su estatus». Amplió la tumba de su padre Tutmosis I en el Valle de los Reyes para enterrarse con él.
- Paso 6. Favoreció al clero de Amón, el más poderoso de Egipto.
- Paso 7: Decisión final: coronarse faraona. Esto sucedió en torno al año séptimo de su regencia.
Yo soy la faraona de Egipto por obra y gracia de Amón
Durante los últimos años de su regencia, Hatshepsut prácticamente actuaba como faraona, pero oficializó su situación a través de la invención del clero de Amón y sus fieles funcionarios.
A partir de este momento, nuestra faraona, hizo grabar la historia de su nacimiento divino en el templo funerario Deir El Bahari y en un obelisco de Karnak. Una buena campaña publicitaria, oiga.
Soy única, cuando nací se rompió el molde
En su teogamia (la historieta que contaba su relación con el dios) se decía que era hija directa del dios Amón, quien tomó la apariencia de su padre y yació con su madre. Era tan presuntuosa que proclamaba que el dios Jenum había modelado su cuerpo, que el dios Thot había anunciado su nacimiento y que la diosa Hathor la había amamantado. Nada como tener el favor de los dioses y que tu padre sea el más importante del panteón.
Faraona de Egipto hasta las últimas consecuencias
Hatshepsut, se hizo coronar en el Palacio real de Tebas: “…Entonces ella se convirtió en rey, a sí misma, en la Sala de Audiencias de la congregación sacerdotal del oeste, y todas las gentes se postraron en la Sala de la Protección Mágica…” (4). Ella no necesitaba a nadie para ser reina de Egipto.
Asumió la iconografía faraónica (doble corona, faldellín, barba postiza, cetros…) y los epítetos, excepto el de Toro Poderoso (no quería ser avariciosa). Se hizo representar como un hombre y suprimió la desinencia femenina. No contenta con ello, también celebró su Heb Sed (5), fiesta ritual por la que el faraón regeneraba su poder para poder seguir gobernando (6). Ella era el ojito de derecho de Amón y podía hacer lo que quisiera.
No todo fue acumulación de poder…
Mientras fue reina de Egipto realizó una gran labor: reorganizó el Estado, dio estabilidad (7), emprendió la expedición comercial al Punt (8) para llenar las arcas y organizó seis campañas militares en Nubia y Siria-Palestina. Las dos últimas comandadas por Tutmosis III, lo cual indica que la relación entre ambos no debía ser mala.
La fiebre constructiva de Hatshepsut, marketing a la egipcia
Destacó además por su actividad arquitectónica: construyó nuevos templos (9), erigió varios obeliscos y reconstruyó la fortaleza de Gurna; fomentó el empleo en el gremio de la construcción y casi dejó la cantera de Asuán sin piedras.
Destaca su templo funerario, Deir El Bahari (en el lado opuesto del Valle de los Reyes). Un edificio distribuido en tres terrazas a diferentes niveles, conectadas por una rampa y rematado por una pirámide (hoy perdida). Su arquitecto fue Senenmut. En su interior se relatan sus andaduras por el mundo: nacimiento, coronación, expedición al país de Punt…
Senenmut, ¿relación laboral o amorosa?
Uno de los grandes misterios de la vida de Hatshepsut es cuál fue el tipo de relación que mantuvo con Senenmut «Hermano de la Madre» (10). Él era su funcionario más «allegado». El acercamiento comenzó cuando fue designado como preceptor de la princesa. Ahí comienza el amorío… Una vez en afincada en el poder, ella fue acumulando autoridad en la persona de Sennemut, llegando a ostentar este hasta 92 títulos (11). “…Él era el gran amigo que ella ama, el gran confidente de la Esposa del dios que no cesa de satisfacer a la Señora de las Dos Tierras…”(12). Es decir, un chico para todo: servidor y muy posiblemente amante. A todo esto se une otra evidencia muy significativa: él fue un solterón a lo largo de toda su vida (algo raro en Egipto). No tuvo hijos ni esposa.
Persecución. ¿Qué fue de ella?
Cuando llevaba 15 años como reina de Egipto, su figura comienza a perder poder. Hubo una extraña sucesión de muertes en su entorno, en un periodo de cinco años. Primero muere su hija Neferura y después su “especial colaborador” Senenmut. La existencia de un heredero joven y cualificado hizo que, de forma voluntaria, se fuera apartando (siendo Hatshepsut, la que rompió el molde a nacer, nadie la echaba del poder). Hasta que el año 22 murió a los 40 años, de cáncer en la sangre y diabetes.
La olvidada reina del antiguo Egipto
El legado de esta reina de Egipto fue sometido al olvido sistemático, (cría cuervos que te sacarán los ojos). Llegaron a quitarla de la lista oficial de los faraones. A pesar de ello, su figura no se olvidó del todo porque Tutmosis IV asoció su nombre al de la anterior reina de Egipto.
Pese a que algunas de sus representaciones fueron respetadas, la tendencia general fue atacarla. Así martillearon su nombre y sus imágenes, su figura se transformó en otros faraones o cosas (13), los obeliscos se borraron hasta el quinto registro (más no, total tan alto no se va a ver…). Destruyeron sus estatuas a golpe de cincel. Los ojos, la nariz y las orejas; para que no viera, no oliera ni oyera en el Más Allá. Les faltó volar por los aires Deir El Bahari. La castigaron por no obrar bien y no estar en su sitio, quizá, no le perdonaron ser una mujer con poder.
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