Con este pequeño guiño a David Bowie (1), vengo a hablaros de un acontecimiento histórico muy ligado a la marcha. Una epidemia de baile mortal que tuvo lugar en Estrasburgo, en el siglo XVI (2), y que empezó con la señorita Frau Troffea. Dicha epidemia de baile, también llamada coreomanía, hizo que multitud de personas se sumasen a este Baile de san Vito (3), acabando en un baile mortal por agotamiento.
Pero esta epidemia de baile mortal no fue un fenómeno aislado en Estrasburgo. Ya se había dado con anterioridad por toda la Europa medieval, provocando acontecimientos como el que inspiró la leyenda del flautista de Hamelín (4). U otro hecho, en el que un grupo de unas doscientas personas bailaron sobre un puente, ocasionando así su derrumbe (5) y la muerte de los danzantes, claro está. Además, en la misma época de la epidemia de baile mortal de Estrasburgo, también se dieron «plagas» similares de Baile de san Vito en otros lugares (6).
En esta ocasión nos vamos a centrar en la epidemia de baile mortal que dio comienzo con Frau Troffea. ¡Os vais a quedar boquiabiertos, prometido!
Frau Troffea, la reina de la pista, impulsora del Baile de san Vito
Todo sucedió un día de verano de hace 500 años (7) en la bonita ciudad francesa de Estrasburgo. Fue entonces cuando una mujer, llamada Frau Troffea, apareció por la calle y comenzó una ferviente danza que duró casi una semana (8). No fue la única en bailar, ya que, al cabo de la semana, se habían apuntado a la fiesta unas treinta personas más. Pero no quedó ahí la cosa, puesto que la fiesta fue a mayores, llegando a unos cuatrocientos danzantes al cabo de un mes. ¡Ni las mejores raves! Para ponernos en situación, yo me imagino a aquella gente del siglo XVI bailando como Ian Curtis, del grupo Joy Division. ¡Echad un ojo a este vídeo!
Debía parecer que el pueblo entero estaba disfrutando de unas bonitas (y destructivas) fiestas populares, ya que durante todo ese mes se podía ver la ciudad llena de bailarines y personas dando saltos y agitando sus extremidades sin control. Pero nada más lejos de la realidad, ya que esa aparente fiesta, en verdad, era un auténtico sufrimiento. Y es que los «bailarines» no podían parar de danzar, por lo que muchos de ellos murieron (9) debido al agotamiento o a ataques al corazón. Es decir, que bailaron hasta morir. Tal y como nos cantaba Tino Casal (10), en plena Movida madrileña.
Por ejemplo, Frau Troffea fue llevada, tras tres días de baile, y previamente inmovilizada, a un santuario, con el fin de intentar sanarla. Con ese aguante, Frau Troffea sería la reina de cualquier festival, ¡y sin «magia» ni «agua con misterio»!, aparentemente. ¡Ni Pocholo con su mochila mágica!
La epidemia de baile la curaremos con más baile, ¡traed las orquestas!
Lo más curioso de esta epidemia fueron, sin duda, las medidas para remediarla. Quizás nosotros le pondríamos fin con algún anestésico, con reposo o con algún medio similar. Pero no fue así sino, más bien, todo lo contrario. Primero se llamo a los galenos, osea, a los médicos más punteros de la época. Estos desestimaron la idea de llevar a cabo sus habituales sangrías. ¡Por una vez se libraron de las sanguijuelas! Aunque diagnosticaron la enfermedad como una dolencia natural, producida por la sangre caliente. Según estos médicos, la sangre caliente había llegado a los cerebros de los afectados, produciéndoles un estado de locura y fogosidad. Así, creyeron que la mejor cura para estos danzantes imparables, sería el baile. Sí, ¡más todavía! Por tanto, decidieron contratar a más músicos y danzantes, para que el ambiente se animara y la gente siguiera danzando. ¡Como en las verbenas de los pueblos! ¡Alegría!
¿Cómo aguantaron tantos días bailando? ¿Qué invento es esto? El baile mortal
Las teorías actuales afirman que es imposible someter al cuerpo a ese esfuerzo, como hicieron Frau Troffea y sus seguidores, bailando de tres a seis días. Este ejercicio físico es tan sumamente alto, que ni los corredores de maratón lo podrían soportar. Además, estos bailarines ni siquiera paraban para hidratarse o comer. Por lo tanto, en apenas tres días, ya deberían de haber muerto prácticamente todos por deshidratación. Y, sin embargo, a pesar de parecer imposible, ¡lo hicieron! La historia, a veces, nos deja patidifusos.
¿Iban drogados o era cuestión de fe?
Son muchas las hipótesis que versan sobre las causas de esta epidemia. Una de las más viables puede ser la que habla de una posible intoxicación por un hongo (11), del cuál se sintetiza el LSD. Dicho hongo pudo haberse propagado por los diversos lugares a través de alimentos como el pan. Aunque no se conoce a ciencia cierta cuál sería el efecto que habría producido, ni su duración.
Actualmente, se vincula el Baile de san Vito con las enfermedades conocidas como Corea de Huntington y la de Sydenham. Estas implican la realización involuntaria de una serie de movimientos, que pueden asemejarse a un baile. El propio nombre de la enfermedad lo deja claro. Corea, viene del griego khoreia (baile). Pero estas coreas (12) son desestimadas por muchos autores, debido a que no explican ese contagio tan multitudinario que se dio.
Aunque quizás, esta plaga pudo venir de forma más misteriosa y enigmática, como defienden muchos autores (13). Afirman que la población sufrió una psicosis colectiva, fruto del estrés. Ello se debía a que, años atrás, se dieron una serie de períodos de hambrunas. Como consecuencia, se dio una gran mortandad entre la población. La gente de la zona creía que estas hambrunas fueron fruto de la ira de san Vito. Así, mucha gente salió a la calle a hacer esta especie de danza demoníaca. Pretendían con ello contentar al santo para de nuevo su ira en Estrasburgo. ¡Todo un espectáculo, el baile de estos malditos!
Es posible que la gente se sugestionase, debido a las supersticiones, a la angustia y a la devoción religiosa. Y es que una leyenda cristiana sostenía que la ira de san Vito podía enviar plagas de baile compulsivo, del famoso Baile de san Vito, que resultó ser un baile mortal.
Frau Troffeau, in memoriam. Fuente
Un misterio sin resolver
Con tantas teorías, quizás nunca conozcamos como se produjo. Pero, lo que sí sabemos, es como se fue: igual que vino, de un día para otro. De repente, la gente cesó de bailar (14). De lo que no cabe duda es de que se trata de un episodio increíble. Un acontecimiento que rebasa y rompe por completo todas las barreras científicas y racionales. Ninguna explicación que se haya tratado de dar al respecto, consigue satisfacernos del todo. Así, esta epidemia del baile es todo un misterio para el que, posiblemente, nunca hallaremos la solución. Pobrecita Frau Troffea, ¡tantos siglos después y seguimos sin poder comprender su danza obsesiva! ¡Sigue siendo una maldita incomprendida!