El cantautor asturiano Nacho Vegas ha publicado su último disco: Violética (1). En él, entre otras joyas, encontramos una canción con nombre de mujer: Aida. Esta nos relata la leyenda de Aida Lafuente, todo un referente de mujer revolucionaria. Es la versión que hace Vegas de todas las canciones populares que se le han dedicado a Aida (2). Una mujer jovencísima, que mostró tal valentía que la Historia la ha convertido en la protagonista de diversas canciones, leyendas y mitos. ¡Cómo no iba el asturiano a homenajearla! Ella es la Rosa Roja de Asturias, protagonista indiscutible de la Revolución de 1934.
Pero, ¿qué pasó en España en 1934?
Durante la Segunda República (3), el ambiente en España no hizo más que caldease. ¡Qué os puedo contar de las dos Españas que no sepáis! La cosa es que después de las elecciones de 1933, aquellas en las que por primera vez en nuestro país pudimos votar las mujeres (4), el Partido Radical (5) entró en el Gobierno. Pero no os penséis que eran la panacea del progresismo. Cojeaban más bien a la derecha, aunque iban por el centro.
Pues bien, el apoyo principal de estos señores en las Cortes, vino de la mano de la CEDA (6). Otros señores muy conservadores y católicos a más no poder, que no es que cojeasen a la derecha… ¡Ellos eran la derecha! Y los muy ansias no se conformaron con apoyar a los radicales. ¡La CEDA también quería su cacho de pastel! Así, exigieron participación en el Gobierno. Finalmente, el presidente de la República (7) decidió incluir a tres ministros de la CEDA en el Gobierno (8).
Y claro, esto a los comunistas y a los socialistas no les gustó ni un pelo. Que una cosa era aguantar al Partido Radical, con su centro-derecha, y otra muy distinta consentir que tres de estos carcamales aposentasen sus posaderas en el Parlamento. Por eso, como era de esperar, dieron un golpetazo en la mesa. Y qué mejor forma de hacerlo, que con una buena huelga, a modo de insurrección.
La Revolución de 1934
Así, llegamos a octubre de 1934. Ante un gobierno de derechas, y viendo que por la vía parlamentaria no iban a conseguir absolutamente nada, los grupos de izquierda optaron por la vía insurreccional. Hablando en plata: decidieron que la revolución debía darse en la calle, por la vía social (9). Por ello, en cuanto los tres miembros de la CEDA entraron a formar parte del Gobierno (10), la Comisión Mixta Socialista convocó la huelga general revolucionaria (11). Así comenzó la Revolución de 1934.
En Madrid, la huelga duró apenas ocho días. El Gobierno de la República se comió a los sublevados con patatas y, en menos que canta un gallo, todo volvió a la normalidad (12). Por otro lado, en el sur del país (13), los jornaleros no se sumaron a la huelga. Y es que estaban agotados de la dura represión que el Gobierno había ejercido sobre ellos, unos meses antes, con motivo de otra huelga general (14). Tres cuartas de la misma sucedió en Aragón y en La Rioja (15). Algo más sonaron las huelgas en Navarra, Valencia, Baleares, Cantabria y Castilla y León (16). Y tanto en el País Vasco como en Cataluña, los acontecimientos tuvieron mayor gravedad (17). Aunque donde de verdad se cortó el bacalao fue en Asturias.
La Revolución en Asturias de 1934
En Asturias, la CNT (los anarcosindicalistas) estaba más dispuesta a la formación de alianzas obreras que en otras partes de España. Así, estos anarquistas, la UGT, el PSOE y el Partido Comunista, entre otras organizaciones obreras, se unieron. De esta manera, se formó una gran alianza: la UHP (18). Y como bien dice el dicho: la unión hace la fuerza. Además, los mineros asturianos estaban bien armados y muy bien organizados.
En Oviedo se proclamó la República Socialista Asturiana, y atacaron a la Guardia Civil y a los ayuntamientos. ¿El resultado? ¡En tres días casi toda Asturias estaba en manos de los mineros! Y pasados diez días, unos treinta mil trabajadores formaban el Ejército Rojo Asturiano. ¡Al Gobierno republicano le temblaban las patillas! Y eso que no sabían que los mineros estaban planteándose marchar sobre Madrid. Sin embargo, la represión que ejercieron sobre los asturianos fue horrorosa (19).
Y ¡oh, sorpresa! Entró en escena un amiguete conocido por todos: Paquito Franco. A él se le encargó dirigir la represión de los insurrectos desde Madrid (20). Y al hombre, «que era muy bueno», como temía por la vida de los pobres soldaditos peninsulares, se le ocurrió una idea brillante. Mandó traer las tropas de la legión y de regulares desde Marruecos (21). Decisión que al Partido Radical le pareció fabulosa (22). Poner en peligro la vida de los moros y de cuatro chalados legionarios era mejor que jugarse la vida de los españoles.
El resultado fue que Oviedo quedó arrasada. Edificios ardiendo y muertos en cada esquina (23). Toda una estampa dantesca. La represión fue brutal. Y sí, lo habéis adivinado: la Guerra Civil española empezaba a gestarse (24). ¡A Paquito le gustó el poder!
Aida Lafuente, la Rosa Roja de Asturias
Aida Lafuente (25) tenía la tierna edad de 19 años cuando corría octubre del 34. Era militante comunista, y tenía toda la vida por delante. Sin embargo, su vida se terminó en aquel octubre. Murió en aquella Revolución de 1934, luchando heroicamente y a manos del Ejército republicano. Aquel que organizaba Franco desde los madriles, para reprimir la rebelión. Aida Lafuente ha pasado a los anales de la Historia como uno de los nombres más conocidos de aquella Revolución. Aunque, desde luego, no fue ni la única valiente, ni la única víctima. Fue rebautizada como la Rosa Roja de Asturias y se convirtió en la protagonista de toda clase de leyendas. De hecho, las canciones populares no dan una versión exacta de su muerte. Y han sido varios los mitos que han circulado en torno a su corta vida (26).
Aida Lafuente era una joven dirigente revolucionaria que estuvo muy implicada en la Revolución de 1934 (27). El 13 de octubre, día en que su vida llego a su fin, actuaba de enlace entre el Comité Revolucionario de Oviedo y los grupos que defendían el oeste de la ciudad (28). Y, prácticamente sola, armada con una ametralladora, salió a detener con un par de ovarios a los legionarios de Franco. Todo sucedió en los alrededores de la iglesia de San Pedro de los Arcos de Oviedo. Y claro, fue un uno contra veinte; Aida no salió viva de allí (29). Eso sí, antes de caer tuvo entretenido al ejercito de Franco varias horas (30). Su cadáver se encontró en la fosa común que cavaron junto a una tapia de la iglesia (31).
El mito de Aida Lafuente
Dos años después, cuando estalló la Guerra Civil (32), el Partido Comunista convirtió a Aida Lafuente en uno de sus principales símbolos (33). Su mito fue recuperado con fuerza en los años de la decadencia de la Dictadura franquista y durante la Transición (34). Aunque se ha tergiversado bastante la realidad de lo que le sucedió a Aida. En lugar de mostrarla como una heroína fallecida en combate, la retrataron como a una niñita que jugaba a la comba cuando estalló la Revolución de 1934. Así comienza, por ejemplo, la canción popular, en bable, que popularizó el grupo asturiano Nuberu (35).
La versión que nos ofrece la canción Aida Lafuente del cantautor asturiano Víctor Manuel, se adapta mejor a la realidad:
Dispuesta camarada,
Apenas hizo historia
Pero de su valor sí que hay memoria.
Su nombre circuló de boca en boca
De la revolución, la rosa roja.
Aida Lafuente, la comunista libertaria
Por su parte, Nacho Vegas recoge la versión más romántica de la muerte de Aida. Afirmando que «¿murió gritando ¡viva la revolución!«, nos ofrece una muerte muy distinta a la que en verdad sufrió. Nacho nos canta que Aida fue fusilada (36) a manos de dos fascistas. Estos le preguntaron su nombre antes de asesinarla y ella, sin pestañear, «dijo, puño en alto, ❝comunista libertaria❞«. Y es que Aida, además de ser conocida como la Rosa Roja de Asturias, también se convirtió en «La libertaria» (37). El mismísimo Rafael Alberti la bautizó así en un poema (38).
Sin embargo, Aida Lafuente, con su valiente y triste historia, sigue siendo una gran desconocida. Los libros de Historia de España de los colegios e institutos se siguen olvidando de ella. A pesar de haber sido cantada y escrita por tan aclamados músicos y poetas. A pesar de haber sido historia viva de nuestro país (39). Por eso, en honor a su memoria, cantemos bien alto con Nacho:
Cuando haya otra revuelta, No habrá nadie tan valiente, Que ponga su pecho al frente, Como Aida de Lafuente
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