Hay personajes cuya vida conocemos más por la leyenda que por la realidad. La apropiación histórica de algunos de estos personajes por diferentes bandos para reforzar sus opiniones o contradecirlas es un hecho. De entre estos, vamos a volcarnos en la vida de una mujer de la Antigüedad. Maestra, matemática, astrónoma, filósofa… lo que conocemos de Hipatia de Alejandría va más allá de su imagen mitificada (1). Aunque no se conservan apenas sus obras y es difícil encontrar información totalmente objetiva, sí podemos acercarnos a esta intelectual. Pero primero, vamos a conocer un poco el contexto político y social de Hipatia de Alejandría…
Alejandría, patria querida
Antes de entrar de lleno en la vida de Hipatia, hay que situarse un poco históricamente. Estamos en el siglo IV D. C. Alejandría es una de las ciudades más boyantes económica e intelectualmente (2).
Esta «nueva Atenas» no tiene nada que envidiar a su contraparte griega en cuanto a desarrollo de instrumentos y sede del conocimiento. Si bien en alguna ocasión se ha vinculado a Hipatia con la Gran Biblioteca de Alejandría, esta dejó de existir hacía más de dos siglos (3). Pero la Biblioteca no era un ente por sí solo. Estaba ligada de forma muy estrecha con el Museo (entendido como el templo de las Musas), siendo este el corazón y la Biblioteca el cerebro (4). El Museo era una suerte de centro de investigaciones científicas que, además de lugar de creación para los sabios, también servía de escenario para las fiestas, concursos y otros eventos literarios (5).
Cuando la Biblioteca se quedó pequeña para almacenar documentos y papiros, se creó una biblioteca filial o sucursal; el Serapeo (6). Este edificio sufrió un tremendo ataque durante la época de Hipatia, de ahí que pudiera haber alguna confusión (7).
Un cristiano, un pagano y un cristiano hereje entran en Alejandría…
En lo que respecta al tema político-religioso, es importante destacar el conflicto cristianismo/paganismo. El Patriarca de Alejandría que gobernaba cuando nació Hipatia, Teodosio II, no se opuso de forma directa a la existencia de la escuela neoplatónica (8). Aunque sí prendió fuego al Serapeo.
Sin embargo, el verdadero problema era interno, entre dos facciones del cristianismo. Por un lado, el patriarca/obispo de Alejandría aceptaba la doble naturaleza de la virgen María (como madre de Jesús y como madre de Dios). Por otro, el patriarca/obispo de Constantinopla solo tenía en cuenta la naturaleza humana (9).
Así que en la ciudad egipcia no solo se miraba mal a los paganos que adoraban al panteón clásico, sino también a todos aquellos cristianos que no iban con la «tendencia» del patriarca de turno.
De «Teón» palo, «Hipatia» astilla
En este contexto de tira y afloja nació Hipatia (10). De su madre apenas tenemos información, pero a quien sí conocemos es a su padre. Teón de Alejandría era matemático, astrónomo y profesor del Museo antes de su destrucción por el emperador Teodosio II (11).
«Teón era apodado el mayor entre los sabios. le llamaban insigne porque conocía bien los astros, realizaban mediciones astronómicas y predijo varios eclipses» (12).
A Teón le interesaban tanto los números como el esoterismo, la astrología y la magia. Aunque hay que tener en mente que muchos de estos elementos estaban presentes también en la ciencia. Al igual que para él, para otros muchos intelectuales de la época el movimiento de los astros y el cielo tenían un significado mágico (13).
No se puede olvidar que las artes adivinatorias de los matemáticos estaban de moda en Alejandría. Teón participó de esto como tantos otros de sus contemporáneos; e incluso escribió un tratado sobre «Las señales y el lenguaje de los pájaros y graznidos de lo cuervos» (14).
Hipatia, la hija del sabio
Hipatia fue hija única y recibió una cuidada educación por parte de su padre. Teón quería convertirla en el «ser humano perfecto» (15). Además de cultivar su cuerpo, Teón la inculcó la curiosidad científica y un espíritu abierto a todo el conocimiento. La pequeña Hipatia aprendió desde bien pequeña a leer y escribir, los conceptos aritméticos, las bases de la geometría y cómo entender el firmamento (16). Aunque a ella la parte más «mágica» no le iba mucho. Prefería dedicarse más a la filosofía.
Su padre la llevó desde siempre por los círculos intelectuales donde se movía. Si hay algo especialmente importante que aprendió Hipatia fue a no callarse, a decir lo que pensaba y a no dejarse pisar por las voces masculinas (17).
Padre e hija trabajaron juntos en varias obras comentadas a obras importantes de la astronomía como el Almagesto de Ptolomeo o Las tablas (18). En este momento los científicos eran más comentaristas y recopiladores que investigadores «puros». Aunque gracias a esta labor crítica han llegado hasta nuestros días varios textos fundamentales de la ciencia (19).
Hipatia nunca se quedó a la sombra de su padre, sino que llegó a superarle en varios aspectos (20). Encontró su propio camino en busca de la sabiduría que la conduciría a la verdad, a la armonía y a la belleza; una sola cosa en la filosofía clásica (21).
“FUE LA ÚLTIMA CIENTÍFICA PAGANA DEL MUNDO ANTIGUO, Y SU MUERTE COINCIDIÓ CON LOS ÚLTIMOS AÑOS DEL IMPERIO ROMANO. (…) HIPATIA HA LLEGADO A SIMBOLIZAR EL FIN DE LA CIENCIA ANTIGUA” (22).
La amada maestra: Hipatia de Alejandría
Si hay algo en lo que destacó Hipatia fue su labor como maestra. A diferencia de su padre, ella no ejerció nunca en el Museo ni en el Serapeo. Entre otras cosas, porque cuando tenía veinte años lo quemaron. Su labor académica la desarrolló en su escuela privada (en su casa) (23). Aquí, recibió a sus discípulos. Tal era su fama que no solo acudían hijos de ilustres familias alejandrinas, sino también de otras partes de África, Europa y Asia (24).
Hipatia se formó con su padre Teón en lo que respecta a matemáticas, geometría y astronomía. En cuanto a su faceta filosófica, se cree que estudió en la Escuela neoplatónica de Atenas (25). Cabe señalar la rivalidad existente entre las escuelas neoplatónicas atenienses (que daban importancia a la magia y a lo oculto) y las alejandrinas (menos esotéricas) (26). Hipatia era una filósofa pagana, aunque era respetuosa con todo tipo de creencias (muchos de sus discípulos eran cristianos) y en su academia abogaba por el respeto y la tolerancia (27).
Si bien se conoce más o menos la parte filosófica de Hipatia, las facetas de matemática y astrónoma han quedado en un segundo plano. Por ello, aunque sea algo un poco más técnico, es necesario recalcar la labor editorial y crítica de Hipatia de acuerdo a textos científicos.
“Vestida con el manto de los filósofos, abriéndose paso en medio de la ciudad, [Hipatia] explicaba públicamente los escritos de Platón y Aristóteles a todos los que quisieran escuchar” (28).
Hipatia. La encantadora de números
En primer lugar, hay que subrayar que la mecánica y el álgebra también formaban parte de su filosofía, dado que el platonismo recibe mucha influencia pitagórica (29).
Una de las pasiones de Hipatia de Alejandría era el misterio del universo y de los astros. En esta línea, analizó y comentó la obra de varios astrónomos. Entre otras, hizo una edición revisada del Comentario de Teón de Alejandría sobre el Libro III del “Almagesto” de Ptolomeo. Así como de El canon astronómico y una nueva edición de Las tablas, añadida a la de su padre (30).
Junto con Ptolomeo, Diofanto era el científico que más le interesaba a Hipatia. De él hizo una edición comentada de su Aritmética, gracias a la cual se conoce su obra (31). Por citar un aspecto importante de Diofanto, fue el creador de unos signos matemáticos que simplificaban y agilizaban las operaciones y cálculos matemáticos (32). Estudió y analizó las figuras cónicas de Apolonio de Pérgamo, fundamentales para el desarrollo de la astronomía (33). Asimismo, comentó La dimensión del círculo y La esfera y el cilindro, ambas de Arquímedes (34).
Por último, confeccionó un planisferio e inventó un destilador (una artefacto para medir el nivel de agua) y un precursor del aerómetro; un hidrómetro graduado para medir la densidad relativa de los líquidos (35).
La clase del 393
Muchos fueron los discípulos que provenían de familias ilustres de la ciudad: gobernantes imperiales, extranjeros, eruditos, científicos, políticos y funcionarios acudieron a la Academia de Hipatia. De todos los discípulos que pasaron por las enseñanzas de Hipatia, vamos a destacar a dos en concreto: Sinesio de Cirene y Orestes.
Sinesio de Cirene (posteriormente obispo) acudió, al menos, durante dos años a las clases de Hipatia (36). Es gracias a él y a su vasta correspondencia por lo que se conoce la obra de Hipatia de Alejandría y quiénes formaban parte de su círculo intelectual. Hipatia lo inició en la filosofía neoplatónica, en las ciencias ocultas y en las ciencias aplicadas. En todas sus cartas Sinesio de Cirene se dirige a Hipatia como su maestra, con un tono de verdadera admiración. Con ella se seguirá escribiendo incluso después de abandonar Alejandría (37).
Otro de sus alumnos más importantes fue Orestes, futuro prefecto de Alejandría. Orestes, aunque originalmente también era pagano, se convirtió al cristianismo antes de que pudieran nombrarle prefecto (38). La relación entre Orestes e Hipatia será clave para los futuros acontecimientos en Alejandría.
La profe Hipatia era la verdadera influencer
Hipatia enseñaba en un atmósfera neutra en cuanto a creencias, aunque todos provenían de familias acomodadas e interesadas en la cultura griega. Los compañeros que relata Sinesio de Cirene en sus cartas también compartían un gran respeto y admiración por su maestra Hipatia (39).
El vínculo con sus discípulos era personal e incluso afectivo. Los alumnos acudían a la Academia todos los días y constituían una peña cerrada y exclusiva (40). Aunque varios se enamoraron de ella y le mostraron sus afectos, ella siempre los rechazó (41).
Se podría decir que Hipatia era la «influencer» intelectual de la época y sus palabras eran escuchadas en las altas esferas políticas. Esto, quizá, fue uno los de los hándicaps de su vida.
La muerte de Hipatia. De la realidad al mito
La muerte de Hipatia de Alejandría es lo que la ha convertido en el personaje que conocemos ahora. Su asesinato por parte de un grupo de fanáticos cristianos y las inexistentes represalias tras este, condenaron a Hipatia al olvido.
Si bien su muerte es importante para entender el contexto histórico y político de Alejandría, todas sus contribuciones científicas se quedaron en el olvido.
En marzo del 415, durante la Cuaresma católica, Hipatia volvía en carruaje a su casa. Antes de llegar, una muchedumbre la atacó. Después de golpearla y arrastrarla por las calles de Alejandría, la llevaron a una Iglesia cercana. Allí, la desnudaron y despellejaron. Posteriormente, cogieron sus restos y los quemaron en el crematorio de la ciudad (42). Por aquel entonces, Hipatia rozaba los 60 años (43). Para comprender el porqué de este cruel asesinato, hay que tener en cuenta tres elementos fundamentales.
La verdad y nada más que la verdad
El primero hace referencia al papel del obispo/Patriarca Cirilio en la muerte de Hipatia. Si bien no participó de forma directa, su influencia en este acto es clara (44). Cirilio no tenía una buena relación con Hipatia, dado que era buena consejera del prefecto Orestes. Cirilio y Orestes ya tuvieron algún rifi-rafe por el apoyo de Orestes a la comunidad judía que el obispo y patriarca quería expulsar y que se saldó con una pedrada a Orestes (45). Tras detener y condenar al agresor a muerte, Cirilio lo convirtió en un mártir de su causa (46). Las malas lenguas decían que la causante de esta confrontación era Hipatia.
«Sucedió que [hipatia] pasaba mucho tiempo con orestes, lo que provocó calumnias contra ella entre gentes de la iglesia, como si fuera al culpable de que orestes no se entendiera con el obispo» (47).
El segundo deja claro que Hipatia no gozaba de prestigio entre el populacho al no moverse entre la gente a pie de calle (48). El tener varias distinciones cívicas y estar muy bien considerada en las altas esferas no la ayudó. Cirilio supo movilizar a una turba fácilmente irascible para que actuase contra la «bruja peligrosa».
El tercer aspecto es la falsa creencia de que Hipatia era la oposición directa al cristianismo imperante. Hipatia se mantuvo pagana, sí, pero no mostraba rechazo a otras creencias; es más, compartía bastantes cosas con el cristianismo (49).
El último punto importante es que la filosofía neoplatónica no dejó de enseñarse con la muerte de Hipatia (50). Su asesinato, eso sí, provocó que varios intelectuales paganos huyeran o achacaran malos tiempos si defendían su politeísmo. El propio Orestes marchó de Alejandría. Pidió una investigación sobre la muerte de su maestra y amiga, aunque se pospuso por «falta de testigos» (51).
Hipatia no es una mártir…
Se suele presentar a Hipatia de Alejandría como una «víctima inocente del naciente fanatismo cristiano» (52). También como el ocaso de la filosofía y la ciencia en Alejandría. Se ha hecho uso de la figura de Hipatia en dos contextos muy señalados.
«DESPUÉS DEL ASESINATO DE HIPATIA, ALEJANDRÍA NO VUELVE A VERSE MOLESTADA POR FILÓSOFOS» (53).
Por un lado, la ven como mártir de la ciencia. Esta imagen vino con la Ilustración, donde intelectuales como Voltaire la ponen como el ejemplo claro de cómo el fanatismo religioso y los dogmas católicos atentan contra la verdad y el progreso (54). Todo esto viene aparejado a la teoría de quienes consideran que el cristianismo es la principal causa de la caída de la civilización antigua (55).
En este grupo también están todos aquellos ilustrados y autores decimonónicos que solo entienden a Hipatia como una «bella mártir pagana». Introducen el elemento erótico -pese a que en el momento de su muerte era una mujer madura ya- y resaltan la virginidad de Hipatia sin tener en cuenta su sabiduría y labor pedagógica (56). Es necesario mencionar, a modo de anécdota, que Hipatia acabó «cristianizada» y convertida en Santa Catalina de Alejandría (57).
«La muchacha descrita en la leyenda, bella y virgen, rebate a 50 filósofos inspirada por el Espíritu Santo y usando frases de Platón y de los Profetas. Por ello es la patrona de profesores, estudiantes y universitarios.» (58).
Hipatia tampoco es una bruja
Por otro, está el bando que la considera una bruja practicante de magia negra. Hipatia aparece asociada al demonio y a prácticas satánicas (59). Además, varios religiosos la consideran responsable no solo del conflicto entre Cirilio y Orestes, sino también entre cristianos y judíos. Por supuesto, justifican el terrible asesinato por las «provocaciones» de Hipatia (60).
«Hipatia fue la primera mártir de la misoginia que más adelante llegará al frenesí con la caza de brujas» (61).
El movimiento feminista rescata la figura de Hipatia como una de las primeras matemáticas y astrónomas (62). Sin embargo, el hecho de que no se hayan conservado sus obras y todo lo que se sepa de ella sea gracias a sus discípulos hacen que Hipatia de Alejandría siga cubierta no solo con el manto de la filosofía, porque también fue una de las primeras filósofas, sino del misterio.
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Aunque presentan una visión un poco idealizada de la filósofa y astrónoma, Hipatia de Alejandría es uno de los personajes principales en la película Ágora, de Amenábar.
En cuanto a novelas, destacamos el thriller histórico de José Calvo Poyato, El sueño de Hipatia. Para un público más infantil, está el cómic Hipatia. La verdad en las matemáticas de Jordi Bayarri. También la biografía de Luisa Moraro e ilustrada por Susana Miranda.
El asteroide 238 (descubierto en 1884) lleva su nombre. También tiene un cráter lunar en su honor.
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