Todos conocemos a Mozart. Rebelde, gran maestro de la música clásica y autor de obras maestras que hoy en día se siguen representando (1). Sin embargo, pocos saben de la existencia de la hermana Mozart, llamada Nannerl o Marianne, un prodigio de la música, pero que, como su sexo era femenino, tuvo que abandonar su pasión por la música y convertirse en esposa y madre: el destino de toda mujer durante su época. ¡Hasta renunció al amor! Se llamó Maria Anna Mozart y era más que «la hermana de Mozart».
Nannerl vs. Amadeus – Los hermanos Mozart
La hermana mayor de Amadeus nació en la ciudad alemana de Salzburgo (2). Desde muy pequeña, su padre (3) le enseñó a tocar el clave (4) y el piano (5). Antes de los diez años empezó a destacar y dar conciertos. Al principio tocaba en solitario, pero en cuanto la familia, especialmente el padre, se dio cuenta del talento de su hermano pequeño, empezaron los viajes por Europa, principalmente Viena, París y Londres. La fama de estos virtuosos fue tan impresionante que incluso tocaron en la Corte de Versalles (6).
¿Hermanos y rivales? La familia Mozart
Ambos recibieron al principio la misma educación musical. Eran una familia feliz, donde reinaba la armonía y el amor. Sin embargo, no duró mucho esta familia perfecta. Amadeus estaba destinado a ser un maestro de la música, un compositor singular, pero Nannerl, la hermana de Mozart, estaba convirtiéndose en una mujer en edad de casarse. Era una «carga” para su familia, pero al mismo tiempo fue consciente de que su pasión por la música aumentaba.
Además de tocar los instrumentos antes mencionados, Maria Anna Mozart también cantaba, componía e incluso tocaba el violín de forma magistral. Su padre no podía tolerar tal aberración porque este instrumento de cuerda frotada solamente lo podían tocar los hombres; al igual que componer correspondía al sujeto dominante (7).
Mejor un varón, el destino de la hermana de Mozart
El progenitor se centró en su hijo para que desarrollara su talento y se convirtiera en un compositor de éxito (8). ¿Parece raro, verdad? Un padre centrándose en la genialidad de su hijo en vez de centrarse en su talentosa hija mayor, pero ella era una mujer y no interesaba que una mujer triunfara en un mundo de hombres, así que debía ser, tan solo «la hermana de Mozart».
La apasionada Maria Anna Mozart nació mujer y su futuro era ser esposa y madre, y abandonar la música. Aquello que la hacía sentirse útil y viva, en un mundo donde las mujeres eran silenciadas cuando mostraban públicamente un talento innato.
El matrimonio que «encarceló» a Maria Anna Mozart
Como toda muchacha en la plenitud de su juventud, se enamoró locamente de un joven alemán, amigo de su hermano (9); y quiso casarse con él. Sin embargo, su padre, bastante autoritario, estaba totalmente en contra. Él tenía pensado que debía casarse con alguien de más categoría.
En estos momentos, la joven prodigiosa ya no tocaba a dúo con su hermano y se quedaba en casa con su madre. Era el principio del fin de su carrera; dejaba de ser la genial Mozart para ser la hermana de Mozart.
Finalmente, a la edad de treinta y dos años Maria Anna Mozart se casó, muy a su pesar, con un magistrado viudo y millonario (10) casi veinte años mayor que ella. Su padre dio “el visto bueno”. Las nuevas responsabilidades como esposa y madre absorbieron todo su tiempo y el resto de su vida. Dos años después tuvo a su primer hijo (11) al que llamó Leopold, en honor a su padre.
Todo sacrificado por la compositora Nannerl
Tuvo que sacrificarlo todo y obedecer a su padre; renunciar y reprimir casi por completo dos de sus más grandes pasiones: la música y el amor verdadero. Además, la hermana de Mozart disminuyó el contacto con este que incluso nunca conoció a su cuñado (12). Se convirtió en una mujer desgraciada, con un papel limitado al mundo doméstico. Debía seguir las reglas establecidas para la mujer y reprimir esa pasión contra natura hacia la música. Finalmente pensaron que habían conseguido eliminar esa distracción de su vida…
¿Recordada por los músicos?
Tras quedarse viuda, siguió teniendo una vida acomodada, no solamente gracias la herencia paterna, sino a la de su marido. Aun así, su pasión por la música no se reprimió del todo y en los últimos años de vida fue profesora de piano, un instrumento que dominaba a la perfección. Sin embargo, poco a poco fue quedándose ciega. No obstante, eso no quiere decir que dejara de ejercer su profesión de docente. Solamente un genio es capaz de tener este don y Maria Anne Mozart lo tenía.
Una vida silenciosa
El contacto con su hermano fue cada vez menor. Eso no quiere decir que él se olvidara de ella. Se sabe que le dedicó varias melodías a finales del siglo XVIII.
Maria Anne Mozart, la hermana de Mozart, falleció a los setenta y ocho años (13) ¡Qué longeva! Una mujer de la que, desgraciadamente, no queda ninguna composición escrita y, que si no hubiera nacido mujer habría sido recordada por las futuras generaciones de músicos.
Tenemos el deber de rescatar a ella y otras mujeres que se dedicaron a la música de la invisibilidad impuesta por una sociedad misógina. Ninguna mujer debería de ser culpabilizaba por nacer con un talento innato y querer mostrárselo al mundo.
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Se queda una muerta al leer cosas así. Nunca lo hubiera imaginado.