Referencias
(1) “Clara Campoamor fundó, en 1931, la Unión Republicana Femenina, una asociación que llegó a contar en Madrid con más de mil afiliadas en apoyo de la República. Victoria Kent, por su parte, perteneció al Comité de Mujeres Antifascistas que el Partido Comunista, y especialmente Dolores Ibárruri, había impulsado a partir de la subida de Hitler al poder. El Primer Congreso Mundial de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo se celebró en París el 8 de agosto de 1934, y la delegación española estaba encabezada por Dolores Ibárruri. En ese mismo mes, tuvo lugar en Madrid el congreso fundacional del comité nacional de la Agrupación de Mujeres Antifascistas (AMA) (…) Mientras que el movimiento AMA agrupaba predominantemente a burguesas y a mujeres socialistas y comunistas, las libertarias crearon su propia asociación: Mujeres Libres”. Álvarez-Uría Rico, 2013, p. 638. Díaz Fuentes, 1995, p. 32. AMA (sin afiliación política específica, aunque predominaba el Partido Comunista de España, incluía a mujeres antifascistas de más de 250 agrupaciones diferentes) (contó con unas 65.000 afiliadas; Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, s.f.) y Mujeres Libres (integrada por anarquistas) fueron las dos principales organizaciones femeninas. Exposiciones Virtuales, 2021, pp. 4 y 11. Mujeres Libres “contó con un número apreciable de afiliadas, 20.000, la mayor parte obreras, con núcleos en gran parte del territorio leal a la República”. Nash, 2021, p. 6. “Es imposible determinar el número exacto de sus militantes, que oscilaba entre 20.000 y 60.000 según fuentes oficiales. No obstante, la cifra más creíble parece estar en torno a las 20.000 (Ruiz Eugenio y Siles Molina, 2009, p. 339), que es la que se utiliza con más frecuencia en los documentos internos cuando no es necesario inflar la afiliación”. Nash, 2022, p. 213. En el estudio de Mujeres Libres, los trabajos de Mary Nash (Martínez Rus, 2014, pp. 334-335), Martha Ackelsberg y Temma Kaplan son cruciales: “sin los trabajos de estas historiadoras, especialmente Mary Nash, la Historia de las mujeres españolas durante la Guerra Civil española podría no haberse estudiado tanto (…) el trabajo de archivo de Nash, Kaplan y Ackelsberg es sumamente crucial ya que sus obras hicieron menos invisibles a Mujeres Libres”. Yamaner, 2017, p. 14.
(2) “Himno Mujeres Libres. Letra de Lucía Sánchez Saornil, música de E. Sanginés, 1937. Interpretación de la Fanfarre Libertaria de Iruñea y el coro Iruñea Abesbatza, dirección musical y arreglos de Unai Otegi, producción de ZerikusiA, 2011”. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, s.f.
(3) Martha A. Ackelsberg, en su obra Mujeres Libres. El anarquismo y la lucha por la emancipación de las mujeres (Ackelsberg, 2005), señala que, tras entrevistar a algunas militantes de Mujeres Libres, quedó muy asombrada ante el rechazo que mostraban ellas mismas hacia la palabra “feminismo”. Ackelsberg, 2005, pp. 22-23. No podemos olvidar, amigas, que “Es el movimiento feminista en todas sus variantes (clase media, clase trabajadora, socia-lista, anarquista…) el que ha liderado el camino en la liberación femenina y no movimientos focalizados en la lucha de clase. (…) es al mismísimo feminismo al que debemos agradecer por cada avance real que las mujeres han hecho”. Hogan, 2016b, p. 148.
(4) Nash, 2021, p. 5.
(5) “La guerra alteró la vida cotidiana de las mujeres y los estilos de vida habituales, y generó una respuesta masiva e inmediata de apoyo activo contra Franco y la agresión fascista. Transformó la vida de las mujeres en muchos aspectos dándoles una mayor autonomía de movimiento y decisión de la que hicieron uso inmediatamente. A pesar de las duras condiciones, muchas mujeres vivieron la Guerra Civil como una experiencia emocionante que les permitiría desarrollar su potencial hasta un punto que la sociedad española nunca les había consentido con anterioridad. La nueva participación de las mujeres en tareas masculinas como la guerra de trincheras, los servicios comunitarios y la asistencia social, el trabajo en las fábricas o en los transportes, fue para muchas una experiencia liberadora. El amor propio y una mayor confianza en sus aptitudes aportaron a las mujeres nuevas expectativas respecto a su propio rol en la sociedad y una conciencia más amplia de sus derechos. Exigieron un mayor reconocimiento de su condición social como mujeres así como el derecho al empleo, la formación profesional y una participación directa en todas las esferas relacionadas con el esfuerzo bélico. El dinamismo femenino fue patente durante toda la guerra, como lo demostraron al emprender nuevas actividades sociales, económicas y militares. Se organizaron a una escala sin precedentes; crearon organizaciones femeninas específicas con el objetivo político de combatir el fascismo y contribuyeron eficazmente a promover un nuevo movimiento de masas femenino en los pueblos y ciudades de toda la España republicana. Demostraron una capacidad de organización considerable y canalizaron la respuesta colectiva y organizada de las mujeres al fascismo, al tiempo que concretaban sus preocupaciones y sus necesidades hasta entonces desatendidas”. “Indudablemente, las opciones de las mujeres aumentaron durante los años de la guerra, lo que significó un cierto reajuste de las normas de conducta de género que les permitió, por primera vez, el acceso a ciertos ámbitos de la vida pública que previamente estaban reservados a los hombres”. Nash, 2022, pp. 440-441 y 446. “Se puede afirmar que durante la Guerra Civil se revisaron los esquemas tradicionales que hacían de la mujer una persona casi marginada de la vida pública. En parte, ello se produjo por la propia dinámica del conflicto bélico y, principalmente, por las propias mujeres que estaban agrupadas en organizaciones o asociaciones, absolutamente impensable unos años antes”. Crusells Valeta, 1996, p. 295. “En tanto factor paradójico de progreso, la Guerra Civil española se caracteriza, desde el punto de vista republicano, por la prosecución de los progresos culturales y legislativos, favorecidos por la necesidad: formación profesional y alfabetización (1936); legalización de las uniones libres de mujeres e incluso de las viudas de milicianos, incorporación a la industria de guerra (1937); instrucción en la aviación (1938). Pero también la anarquista Federica Montseny, ministra de Salud, consigue que en octubre de 1936 se legalice el aborto (“la situación especial de las mujeres se convirtió en un tema político como resultado de las actividades de la anarquista y Ministra de Salud y Servicios Sociales, Federica Montseny, y del grupo de mujeres Mujeres Libres”; Kaplan, 1971, pp. 104-105) (…) en el caso de muchas mujeres jóvenes la guerra ha entrañado una modificación profunda de mentalidad”. Bussy Genevois, 1993, pp. 239-240.
(6) “Aranda elige a un grupo de mujeres pertenecientes a la organización anarquista ‘Mujeres Libres’ como protagonistas de su película. (…) En Libertarias, (…), el espectáculo ha sustituido a la historia. (…) La situación narrativa que abre Libertarias nos introduce de una manera abiertamente caricaturesca la actividad de ‘Mujeres Libres’. (…) el repertorio de figuras femeninas disponible desde el principio de la película (la monja de sensualidad naif (…), las prostitutas lascivas, las milicianas masculinizadas) establece en realidad una proyección de variadas fantasías masculinas. El recurso a mecanismos cómicos, como los apartes que señaló en boca de varias prostitutas, o la burda contraposición de los discursos de las dos mujeres anarquistas, reduce la psicología de los personajes a la objetivación que acabo de describir. (…) Libertarias sintetiza el debate sobre el papel de la mujer en la guerra en una reunión de Mujeres Libres en Barcelona. (…). Una dirigente se refiere al auditorio en los siguientes términos: Los dos sexos están oprimidos. No sólo las mujeres, lo cual quiere decir que sólo existe una liberación por la cual han de luchar tanto los hombres como las mujeres. […] Pero no todo consiste en el valor; es la hora de abandonar el fusil por la industria y la energía guerrera, por la dulzura que hay en toda alma de mujer. En este punto Concha Liaño interrumpe el discurso en señal de desacuerdo, ya continuación su compañera Pilar [interpretada por Ana Belén] remata el argumento iniciado por Concha: Queremos morir, pero queremos morir como hombres, no vivir como criadas. Me interesa señalar dos cuestiones (…). En primer lugar hay que notar que el discurso de la dirigente anónima está compuesto por citas textuales de dos fuentes distintas: la primera parte sobre la irrelevancia de un proyecto específicamente feminista proviene de las declaraciones de Federica Montseny, en ese momento ministra de Sanidad en el gobierno de Largo Caballero, al periodista HE Kaminski. La última sección reproduce un texto publicado en julio de 1937 por la revista Mujeres Libres. En primer lugar, resulta discutiblemente apropiado acudir a Montseny para armar un discurso que en la ficción se atribuye a un miembro de Mujeres Libres. La dirigente anarquista defendía la tendencia predominante del comunismo libertario – y de la izquierda en general – de subordinar la emancipación de la mujer a la revolución social, que precisamente por oposición a la postura de Mujeres Libres supuso que ésta última nunca fuera reconocida por la líder anarquista. Por lo que se refiere a la siguiente cita, parece seguramente inadecuada la elección de una declaración circunstancial de Mujeres Libres que no representa las bases teóricas de su fundamento (…) lo que me parece verdaderamente relevante es que la mujer contestataria que propone Aranda, (…), reclama el derecho de ser como un hombre. Con esto quiero decir, y ya he insistido sobre la tergiversación de los postulados fundacionales de Mujeres Libres que implica tal punto de vista en Libertarias, que esta mujer se imagina libre pero, al mismo tiempo, sin poner en peligro unas estructuras de organización simbólica muy masculinas. Esta representación masculinizante de la mujer, en un auténtico ejercicio narcisista en donde la mirada masculina no hace sino reproducir la fantasía de sí mismo, está cohesionada, además, por una intensidad violenta y pro-bélica. (…) La imagen de la mujer activa ideológicamente en una situación de violencia civil, queda en esta película limitada a una caracterización caricaturesca”. López, 2005. Pero Libertarias también “propone considerar el accionar femenino a partir de su participación activa en el conflicto desde el frente de combate, el lugar elegido no solamente para adherir a la causa republicana, sino también para pelear por la propia”. Sgandurra y Sana, 2021. “Su importancia radica en mostrarnos que la Guerra Civil española no solamente fue un conflicto de hombres (…) Lo que sucede con Libertarias es que una vez visionada parece como si todas las mujeres hubieran querido ir a luchar cuando la realidad es que fue una pequeña minoría”. Crusells Valeta, 1996, pp. 295-296. “La imagen de la miliciana con un arma está inserta en el imaginario colectivo gracias a la película ‘Libertarias’, de Vicente Aranda”. Montero, 2017. “El uso de la técnica documental y la representación utópica e idealizada de los hechos narrados (…) enfatizan el elemento de memoria histórica que da voz a las olvidadas Mujeres Libres y, segundo, representan una protesta política por la ausencia de reconocimiento a la organización en el contexto democrático de la España actual”. “Aranda (…) también denuncia la injusticia de la opresión de la mujer anarquista en su propia organización y en la sociedad democrática. La presencia de organizaciones femeninas antifascistas durante la guerra civil es limitada en los estudios históricos contemporáneos. Las muertes de sus protagonistas con las gargantas degolladas son claras metáforas de esta ausencia de voz”. Briones-Manzano, 2015, pp. 1074 y 1076.
(7) Que no, que yo no me lo invento, leed a la señora Mary Nash: “Mujeres Libres: La organización de mujeres anarquistas que defendía el anarcofeminismo y el antifascismo”. Nash, 2022, p. 14. “(…) su interés histórico radica, sobre todo, en el hecho de que Mujeres Libres planteó, por primera vez en España, la problemática de la mujer desde una perspectiva de clase: es decir, la liberación femenina desde la perspectiva de la emancipación de la clase obrera, que podemos denominar feminismo proletario por contraposición a los movimientos feministas de carácter burgués”. Nash, 2021, p. 6.
(8) Nash, 2021, p. 7. Quiñonero Hernández, 2007, pp. 108-109. Ramos, 1993, pp. 709 y 716. “La historia del anarcofeminismo en España se remonta a los postulados anarquistas del siglo XIX, los cuales fueron determinantes para las posturas políticas y sociales que protagonizaron los años veinte y treinta del siglo siguiente”. Real López, 2018, pp. 36-37. Para saber más sobre las mujeres en el anarquismo español, desde 1869 hasta los años 30 del siglo XX: Espigado, 2015, pp. 9-19.
(9) “Por el empeño en posicionarse como organización femenina independiente de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y de la Federación Anarquista Ibérica (FAI) [Mujeres Libres] no contó con el apoyo de personalidades anarquistas como Federica Montseny, quien no era partidaria de establecer la lucha femenina desde un frente diferenciado”. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, s.f. Federica Montseny “Asumió por entero el presupuesto de que no era necesaria ni conveniente una lucha autónoma de las mujeres ya que podía minar la unidad del movimiento (…) Federica se mostrase reticente a la creación en 1936 de Mujeres Libres, una organización anarquista exclusivamente de mujeres. Mujeres Libres partía del principio, no compartido por Federica, de que la mujer estaba sometida a una doble opresión, la de clase y la de género, por lo que se hacía necesaria una “doble lucha”: la revolucionaria contra el sistema capitalista, para eliminar la explotación social y económica y destruir el Estado; y la propiamente femenina, que acabara con la supremacía masculina y las estructuras patriarcales”. “Montseny, sin embargo, no sólo no militó en Mujeres Libres, sino que se negó a apoyarla, quizás por la razón fundamental de que podía hacerle la competencia a la CNT”. Sueiro Seoane, 2011, pp. 28 y 29.
(10) Esta campaña en pro de la educación sexual se dio a lo largo de los años treinta. Nash, 2021, p. 8. “Los anarquistas españoles habían dedicado una atención considerable a la liberación sexual, tanto para mujeres como para hombres. Abogaban por una mayor información sobre el sexo y la sexualidad, una mayor libertad sexual y la abolición del matrimonio legal y religioso en favor del ‘amor libre’, con lo que se referían a las relaciones contraídas voluntariamente que podían terminar por voluntad de cualquiera de los cónyuges. Un pequeño porcentaje de militantes anarquistas había intentado vivir de acuerdo con estos preceptos incluso en el período prerrevolucionario. Pero el advenimiento de la Guerra Civil y la revolución social hizo posible que un número mucho mayor de personas viviera de acuerdo con nuevas normas sexuales”. Ackelsberg, 2005, p. 167.
(11) Ackelsberg, 2017, p. 14. Aparecieron “Una serie de escritos publicados en la prensa, en los que se exponían las concepciones de la mujer vigentes en los círculos libertarios, concepciones a menudo heterogéneas, e incluso contradictorias, no sólo sobre la función y el papel de la mujer en la sociedad, como también sobre su propia naturaleza humana. Puede decirse que la diversidad de opiniones sobre la mujer refleja, grosso modo, dos tendencias en el planteamiento del problema”. Nash, 2021, p. 8.
(12) Real López, 2018, p. 37. Sánchez Blanco, 2007, p. 230. Tendencia fuertemente influenciada por el pensamiento de Proudhon, para quien “la función de la mujer se limitaba a la de ser «gestatriz y nodriza» y consideraba que moral e intelectualmente, y en su constitución física, la mujer era inferior al hombre. En los medios anarcosindicalistas y anarquistas de los años treinta todavía perduraban, entre bastantes militantes, aunque más suavizadas, estas ideas proudhonianas. (…) la función de la mujer en la sociedad estaba determinada por su biología, es decir, que su función era la reproducción de la especie, que su papel fundamental era la maternidad. Dado que la mujer se realizaba a través de la maternidad, su vida tenía que desarrollarse en el hogar. (…) el trabajo era, sino un monopolio, sí un privilegio del sexo masculino. Al mismo tiempo se pensaba que la mujer representaba un factor de competencia en el mundo del trabajo, aumentando el paro entre los obreros y una baja en los salarios. Se consideraba además que la mujer no podía participar plenamente en la lucha social, puesto que según se deducía de su falta de preparación cultural y política, así como de la mayor influencia sobre ella de la Iglesia y de los valores burgueses, no estaba preparada para esta lucha. La tarea de la mujer en la lucha social debía limitarse, pues, a ayudar a los hombres desde el hogar facilitándoles, con estímulo y comprensión, su participación en la misma”. Nash, 2021, pp. 8-10. “La modernización del discurso de género en las primeras décadas del siglo XX no significó un replanteamiento del eje vertebrador de la definición de la identidad personal y cultural de la mujer a partir de la maternidad. En el siglo XIX el discurso de la domesticidad y la definición de los roles de género se fundamentaron en el ideario cristiano del discurso religioso en torno a la mujer y en las teorías científicas del momento”. Nash, 1993, pp. 688-689. En cuanto al papel de las mujeres en los movimientos sociales españoles en el periodo 1900-1930: “las mujeres son, ante todo, madres (esposas, hijas, hermanas), madres en potencia, y como tal tienen el deber de dar y conservar la vida, ocuparse de la socialización de los hijos, cuidar del bienestar de la familia”. Ramos, 1993, p. 709.
(13) Por libertarios entendemos a anarquistas de orientación comunista: “filosofías políticas y movimientos sociales, relacionados con el anarquismo, centrados en la libertad”. Rankin 2020, p. 34. “En su proyecto de sociedad futura, los anarquistas de orientación comunalista, contemplaban una organización social no jerárquica, basada en el colectivismo, la autogestión y el espontaneísmo, en la que fuesen compatibles el comunismo y la libertad individual. Para ello, debían ser abolidos el Estado y el sistema de producción capitalista, por estar estos basados en relaciones autoritarias y opresoras”. Andrés Granel, 2021, p. 1.
(14) Hogan, 2016a, pp. 135-136. Real López, 2018, p. 37. Sánchez Blanco, 2007, p. 230. Tendencia “más de acuerdo con la concepción de Bakunin sobre la completa igualdad de la mujer y del hombre. (…) era la más extendida, al menos a nivel teórico, entre los anarquistas. (…) fue el criterio adoptado en el dictamen del Congreso de Zaragoza de mayo de 1936 sobre el Concepto Confederal del Comunismo Libertario”. Nash, 2021, p. 10. “Los bakuninistas, expulsados en 1872 de la Internacional, rechazaron el ‘socialismo científico’ y pusieron el acento en la individualidad, la libertad y espontaneidad, defendiendo los principios de autonomía y descentralización en oposición a lo que consideraron autoritarismo marxista. A diferencia del marxismo que consideraba que la emancipación de los trabajadores se alcanzaría mediante la toma del poder político por parte de la clase trabajadora, los anarquistas propugnaron la supresión del aparato estatal, que representaba la negación de la libertad humana al tiempo que tenía su única razón de ser en la protección de los intereses de la clase capitalista. (…) Defenderán así el amor libre, la igualdad de géneros y la elevación de una nueva moral que destruirá la vieja moral burguesa, estrechamente relacionada con los valores de la sociedad capitalista. (…) La estructura básica del anarquismo español (…) se conformaba por un movimiento sindicalista revolucionario que centró su actividad en una lucha económica entre clases, en su persecución de una revolución que se llevaría a cabo mediante la expropiación de la burguesía y la colectivización de los medios de producción, poniendo fin a la sociedad de clases. En esta lucha tendría un papel central la sindicación de obreros fabriles quedando relegados a un segundo plano los problemas específicos de las mujeres (Andrés Granel, 2006, p. 43), cuya especificidad sería ignorada e incluso negada. Así, la lucha contra otros sistemas de opresión como el patriarcado, quedaría desplazada por la lucha anticapitalista. La contradicción existente en un movimiento libertario que propugnaba en teoría la emancipación femenina pero mantenía una práctica patriarcal conducirá, como veremos, al surgimiento de la organización Mujeres Libres, que defenderá la emancipación femenina como condición esencial de la Revolución Social”. Andrés Granel, 2021, pp. 1-3. “Existe una relación cuanto menos extraña entre Anarquismo(s) y Feminismo(s). A nivel teórico, la filosofía anarquista llevaría implícita el Feminismo”. Méijome Tejero, 2013, p. 82. “Las mujeres anarquistas en España en la época de la revolución social en 1936 tenían quejas similares al encontrar que la igualdad hombre-mujer no se llevaba bien con las relaciones personales íntimas (…) hasta los anarquistas más comprometidos esperaban ser ‘amos’ en sus hogares (…) El sexismo también ocurría en la esfera pública, donde, por ejemplo, las militantes mujeres a veces encontraban que no eran tratadas seriamente ni con respecto por sus camaradas hombres”. Hogan, 2016b, pp. 145-146. “No hay razón para creer que la condición de las mujeres españolas habría cambiado fundamentalmente si los anarquistas hubieran ganado la guerra. Renuentes a tratar con conceptos de clase o instituciones representativas, se negaron a hacer provisiones especiales para grupos de interés particulares. Esta inhibición fue una razón crucial por la cual las reformas sociales logradas por los anarquistas después de 1918 y durante la revolución social de 1936-37 no intentaron transformar la vida de las mujeres de la clase trabajadora española.”. Kaplan, 1971, p. 102.
(15) Ackelsberg, 2005, pp. 115-120. Andrés Granel, 2006, p. 43. Nash, 2021, pp. 10-11. Prieto Borrego, 2012, p. 73. “Las semillas de lo que sería Mujeres Libres se sembraron y florecieron dentro del ámbito libertario de los años 20 y 30, herederas de los casi setenta años de militancia anarquista en España. (…) ni la teoría ni la práctica del anarcosindicalismo tal y como se desarrollaron en la península fueron igualitarias en un sentido integral del término. Aunque muchos autores parecían reconocer la importancia de la emancipación de las mujeres para el proyecto anarquista, y la importancia de las mujeres para el movimiento, pocos dieron prioridad a esas cuestiones. (…) muchos anarquistas trataron el tema de la subordinación de las mujeres, en el mejor de los casos, como algo secundario a la emancipación de los trabajadores”. Ackelsberg, 2017, pp. 13-14. “A partir de este momento, Mercedes Comaposada fue consciente de que para conseguir la igualdad era necesario crear una organización exclusivamente de mujeres. Este proyecto se lo comentó a la escritora Lucía Sánchez Saornil, otra anarquista que presenció la situación por la que pasó Mercedes Comaposada, y juntas comenzaron a trabajar en Madrid”. Sánchez Blanco, 2007, p. 231. “Mujeres Libres pretendía básicamente educar y elevar el nivel cultural de las mujeres obreras para lograr su emancipación y toma de conciencia revolucionaria, de modo que pudiesen incorporarse a la lucha revolucionaria. Creían imprescindible esta tarea, dada la actitud sexista de los propios compañeros de militancia anarquista y la evidencia de una práctica sindical fuertemente patriarcal que marginaba a las mujeres en los sindicatos y ateneos anarquistas, en clara contradicción con el igualitarismo teórico del ideal anarquista”. Sueiro Seoane, 2011, p. 28.
(16) Ackelsberg, 2005, p. 126. Álvarez-Uría Rico, 2013, p. 638. Andrés Granel, 2021, pp. 10-18. Cenarro, 2006, p. 171. Espigado, 2015, p. 67. Exposiciones Virtuales, 2021, p. 78. García Romero, 2016, p. 8. Kaplan, 1971, p. 105. Prieto Borrego, 2012, p. 54. Quiñonero Hernández, 2007, p. 108. Real López, 2018, p. 38. “El núcleo inicial de Mujeres Libres estaba formado por Lucía Sánchez Saornil, la doctora Amparo Poch y Gasccón y la periodista Mercedes Comaposada. Decidieron publicar un periódico llamado Mujeres Libres con el objetivo de suscitar el interés por los problemas sociales y, de ese modo, atraer a las mujeres hacia los ideales anarquistas”. Lucía Sánchez Saornil “era una telefonista, poeta y activista anarquista radical cuyas inquietudes feministas la llevaron en 1936 a ser una de las fundadoras de la organización anarquista Mujeres Libres”. Nash, 2022, pp. 218 y 66. “(…) fue tal vez el miembro más prolífico de Mujeres Libres. Colaboradora en revistas teóricas anarquistas, como «La Revista Blanca» y «Tiempos Nuevos», y en la prensa anarcosindicalista, concretamente en «Umbral», «Solidaridad Obrera», «El Libertario» y «CNT» de Madrid, desempeñó el cargo de Secretaria Nacional de Mujeres Libres y, en mayo de 1938, pasó, además, a ocupar el cargo de Secretaria del Consejo General de Solidaridad Internacional Antifascista. Mercedes Comaposada (una de las fundadoras de Mujeres Libres, escritora y periodista; Nash, 2022, p. 86) fue también colaboradora en la prensa anarcosindicalista, en «Ruta» y «Tierra y Libertad», y ocupó el puesto de redactora de la revista «Mujeres Libres». Amparo Poch y Gascón colaboró en «La Revista Blanca», «Tiempos Nuevos» y «Tierra y Libertad». Doctora en medicina, se interesó especialmente por la puericultura. Desempeñó el cargo de directora del Casal de la Dona Treballadora en Barcelona desde diciembre 1937”. Nash, 2021, pp. 12-13. Más sobre el Casal de la Dona Treballadora en: Rodrigo, 2021, pp. 295-320.
(17) Nash, 2021, p. 12. La “revista apareció por primera vez en mayo de 1936. La publicación de la revista fue precedida por más de dos años de organización activa entre las mujeres anarquistas, particularmente en Madrid, Barcelona y sus alrededores”. Ackelsberg, 2005, p. 115. “La revista Mujeres Libres fue el órgano de expresión de esta asociación (…) El primer número de la revista salió a la luz el 20 de mayo de 1936, es decir, casi dos meses antes del golpe de estado militar, y se agotó pronto. El siguiente se publicó el 15 de junio y el tercero, poco antes de estallar la guerra. En total, salieron a la luz 14 números mensuales hasta el año 1938, en el que la revista dejó de publicarse”. Álvarez-Uría Rico, 2013, pp. 638-639. “Lo que en un primer momento llevó a crear la organización femenina anarquista Mujeres Libres en abril de 1936 fue la conciencia de que la mayor parte de las mujeres que deseaban acceder a la cultura y la educación se desanimaban a causa de los obstáculos del antagonismo masculino y los prejuicios sexistas”. Nash, 2022, p. 86. “Mujeres Libres, (…), desarrolló programas con un enfoque dual en capacitación y captación: (a) empoderar a las mujeres para que pudiesen reconocer y actuar sobre su propio potencial y (b) movilizarlas en las organizaciones del movimiento libertario más amplio”. Ackelsberg, 2018, p. 87. Andrés Granel, 2006, pp. 45-46.
(18) “En una carta dirigida a la conocida dirigente anarquista norteamericana Emma Goldman para pedirle su apoyo, explicaban que el propósito del periódico era reclutar mujeres para el anarquismo: ‘Intentamos despertar la conciencia femenina a las ideas libertarias sobre las que la inmensa mayoría de las mujeres españolas, que están muy atrasadas social y culturalmente, no saben nada’. Emma Goldman (Méijome Tejero, 2013, pp. 89-90; Quiñonero Hernández, 2007, p. 111; Sánchez Blanco y Hernández Huerta, 2013, p. 387) respondió positivamente a la petición con un extenso artículo sobre la situación de las mujeres en la Guerra Civil española”. Nash, 2022, p. 218. “Goldman ofreció encantada su colaboración a Mujeres Libres cuando se la pidieron porque, al contrario que Montseny, creía necesario que las mujeres luchasen contra la opresión específica que sufrían por el hecho de serlo. Por supuesto que, en tanto que anarquista, consideraba que la lucha central debía ser contra la opresión económica de toda la clase obrera, pero no por ello creía que debía descuidarse la lucha contra la discriminación femenina en una sociedad patriarcal. Ella, en sus discursos y escritos, trató de animar a las mujeres a luchar contra unas estructuras sociales que constreñían sus posibilidades vitales. No había que esperar a la revolución. Había que ir preparando el camino. Consideraba fundamental una solidaridad de sexo (…) La lucha de Mujeres Libres era la suya, así que trató de recabar para ellas el apoyo de los líderes de la CNT, escribiendo al Secretario general, Mariano R. Vázquez, Marianet: Mujeres Libres no recibe ninguna ayuda […] y se ve postergada en todas partes […] Debes saber que hace años que vengo luchando por la emancipación de la mujer, es natural que me interese por el movimiento de Mujeres Libres, y estoy muy sorprendida de que nuestra organización de la CNT, de la FAI y hasta las JJ.LL. hayan hecho tan poco en su beneficio y demuestren tan poco interés. No consiguió que Federica, ni Marianet, ni ningún líder de la CNT se tomase interés”. Sueiro Seoane, 2011, pp. 31-32. “Goldman misma era una anomalía dentro del movimiento anarquista, pero una de sus voces más fuertes. Su participación en la Guerra Civil española la hizo consciente de las brechas entre su visión de la emancipación de la mujer y el movimiento anarquista internacional más amplio, pero específicamente el español. El grupo anarquista de mujeres en España, Mujeres Libres, fundado en 1936, tenía mucho en común con Goldman. Compartieron un objetivo común, la emancipación de la mujer, y adoptaron posturas similares en la mayoría de los problemas que enfrentan las mujeres, (…). Tanto Emma Goldman como Mujeres Libres son consideradas parte del canon feminista anarquista; pero ni Goldman ni Mujeres Libres se consideraban feministas”. “El cruce de Mujeres Libres con Emma Goldman se menciona en casi todas las crónicas sobre la vida de Goldman, así como en trabajos que analizan su ideología”. Wright, 2013, pp. 1 y 2.
(19) Sueiro Seoane, 2011, p. 32.
(20) “Por lo tanto, no fue una organización más de las surgidas a raíz de la guerra, aunque las peculiares circunstancias bélicas determinaron de una manera considerable la posterior trayectoria de la organización”. Nash, 2021, p. 14.
(21) “Editó, además, unos folletos muy elementales dirigidos a un público con poca preparación. Tenía en proyecto la publicación de un semanario que se redactaría en «lenguaje llano» y que fuera más accesible a las mujeres obreras y campesinas. Por razones de diversa índole este semanario titulado «Luchadoras» no llegó a publicarse”. Nash, 2021, pp. 28-29. “No hay que olvidar que aunque tuviera una marcada base anarquista y sus fundadoras pertenecieran a ella, Mujeres Libres pretendía llegar a un mayor número de mujeres y por eso rebaja en gran medida su discurso, dispuesto a llegar a un mayor número de mujeres que quizás no comulgaran totalmente con una ideología anarcosindicalista pero que si tenían la misma problemática por compartir su condición de mujer”. García Romero, 2016, p. 9. “La primera de las grandes publicaciones anarcofeministas en el estado español fue el proyecto archiconocido de Mujeres Libres entre los años 1936-1939, una preciosa publicación que combina en perfecto equilibrio la estética con la calidad de sus contenidos”. Hermida Martín, 2017, p. 37.
(22) Subtítulo en homenaje a “Cómo puedes organizar una Agrupación de Mujeres Libres en tu pueblo” (El Comité Nacional Publicaciones Mujeres Libres, s.d. s.l.); lo podéis leer en: Nash, 2021, pp. 90-102.
(23) Asensio Gómez, 2020, pp. 273-274. “El núcleo inicial de mujeres anarquistas que fundaron la revista «Mujeres Libres» a finales de abril 1936 se fue ampliando hasta incorporar a otras mujeres interesadas en mejorar la educación social y profesional de las jóvenes que acudían a las clases de la Federación Local de Sindicatos en Madrid. De ellas surgió la primera agrupación de la organización Mujeres Libres. En septiembre de 1936, el «Grupo Cultural Femenino», núcleo de mujeres libertarias de Barcelona, se unió a la agrupación de Madrid, constituyéndose así la segunda agrupación de la organización”. Nash, 2021, p. 13.
(24) “La región con más agrupaciones de Mujeres Libres fue Cataluña, donde, con excepción de las agrupaciones de las barriadas de la ciudad de Barcelona, se alcanzó el número de 40 agrupaciones en diversos pueblos y ciudades de la región. En Madrid, existían agrupaciones en 13 barriadas de la ciudad y, en la región del centro, unas 15 agrupaciones, principalmente en Guadalajara. También proliferaron en la región de Levante, donde se crearon unas 28 agrupaciones. En Aragón, se han citado 14 agrupaciones que formaban la Federación Provincial de Mujeres Libres, sin embargo, sólo se han podido localizar en 5 pueblos de esta región. El total de las agrupaciones de Mujeres Libres parece haber sido de 147, que reunían a unas 20.000 afiliadas, en su mayoría de clase obrera”. Nash, 2021, pp. 13-14. “Se establecieron cerca de 170 agrupaciones locales en ciudades y pueblos de toda España republicana, con una mayor incidencia en el centro y Cataluña, seguidas de Aragón, Valencia y Andalucía”. “Aunque algunas de sus dirigentes eran de clase media baja, la dirección estaba constituida principalmente por mujeres de clase obrera, muchas de las cuales eran autodidactas”. Nash, 2022, pp. 213-214 y 225. Espigado, 2015, p. 68. “Para la creación de esta agrupación, las más activas fueron las mujeres provenientes del ambiente anarcosindicalista de Cataluña, como Soledad Estorach, Pepita Carpena, Sara Berenguer, Azucena Fernández y Concha Liaño, pero no hay que olvidar a otras destacadas animadoras de ese proceso como María Jiménez, Pura Pérez, Suceso Portales y Antonia Fontanillas. El esfuerzo de todas las mencionadas y muchas otras se tradujo en una organización que afiliaba a más de 20.000 mujeres a finales de 1936, con particular presencia en Cataluña, Aragón y Valencia”. Monedero Morales, 2006, p. 3. Sobre Andalucía: “El sindicato anarquista organizó también en Andalucía y en el norte de África a las mujeres de sectores tan feminizados como el de la confección. Así, del Gremio de las Obreras de la Aguja, constituido en Ceuta y Melilla, saldrán militantes y activistas que desde una formación autodidacta, siguiendo la estela de la modista Lola Iturbe, desempeñarán durante la República y la guerra un papel destacado en la organización Mujeres Libres, como la citada Áurea Cuadrado y la rondeña Isabel Mesa, quien desde los 11 años militó en el sindicato ceutí de modistas de la CNT y se convirtió, en la Valencia republicana de 1937, en la secretaria local de la agrupación de Mujeres Libres. (…) el anarcosindicalismo se mostrará igualmente activo en otra de las zonas gaditanas de tradición anarquista, la campiña jerezana, comarca donde destacará la actividad de varias sindicalistas, como María Luisa Cobos y María Silva, que representan la interconexión entre la intelectualidad del feminismo anarcosindicalista y la militancia feminista de base. En Jerez de la Frontera (…) María Luisa se convertirá en la principal divulgadora de la revista Mujeres Libres en la provincia de Cádiz”. Prieto Borrego, 2012, pp. 67-68. Sobre Valencia: Asensio Gómez, 2020, pp. 273-288.
(25) Espigado, 2015, p. 67. Kaplan, 1971, p. 106. Nash, 2022, p. 22. Durante los días 20 y siguientes de agosto. Nash, 2021, p. 14.
(26) Ackelsberg, 2017, pp. 19-21. Ackelsberg, 2005, p. 115. Kaplan, 1971, p. 106. Monedero Morales, 2006, pp. 3-4. Nash, 2021, pp. 14-16. “Fundada oficialmente como organización federada en Valencia en 1937”. “Sus estatutos originales definían sus fines de la siguiente manera: (a) crear una fuerza femenina consciente y responsable que actúe como vanguardia del progreso; (b) Establecer a este efecto escuelas, institutos, ciclos de conferencias, cursillos especiales, etc., tendentes a capacitar a la mujer y a emanciparla de la triple esclavitud a que ha estado y sigue estando sometida, esclavitud de ignorancia, esclavitud de mujer y esclavitud productora”. Ackelsberg, 2018, pp. 85 y 87.
(27) Ackelsberg, 2005, p. 147. Briones-Manzano, 2015, pp. 1074-1075. Espigado, 2015, p. 68. Méijome Tejero, 2013, p. 89. Nash, 2022, p. 213. Ruiz Eugenio y Siles Molina, 2009, p. 339. Sánchez Blanco, 2007, p. 232. “El objetivo inicial de Mujeres Libres fue la emancipación de la mujer y su captación para el movimiento libertario”. Nash, 2021, p. 16.
(28) Ackelsberg, 2005, pp. 147-154. Nash, 2021, pp. 27-28. El énfasis y enfoque principal de Mercedes Comaposada dentro de la organización fue la educación “[formación]: en preparar a las mujeres, permitiéndoles encontrar su voz y alentándolas a asumir el trabajo de hablar en público, escribir y actuar para involucrar a otros”. Ackelsberg, 2018, p. 95. “El nombre de Mercedes Comaposada queda vinculado a la actividad de agrupación Mujeres Libres. Aunque algunas de sus integrantes han sido objeto de estudios posteriores, el nombre de esta libertaria es uno de los que han quedado silenciados en los estudios del anarcofeminismo”. Real López, 2018, p. 38.
(29) Nash, 2021, p. 28. Mujeres Libres fue “una de las revistas que vehiculó el pensamiento del anarco-feminismo”. Prieto Borrego, 2012, p. 54. “El objetivo educativo principal de la revista consistía en captar a las mujeres y después ofrecerles una formación cultural y laboral para conseguir la emancipación de las obreras, pues se consideraban esclavas de la ignorancia, del trabajo y de su condición sexual. Durante los tres primeros números, los artículos se dirigían a ese cometido, pero con el inicio de la contienda las mujeres asumieron otras funciones, como la de prestar ayuda en las tareas asistenciales de la retaguardia republicana, por lo que el contenido de la revista cambió. La liberación de las mujeres seguía tratándose, aunque muchas páginas se cubrían con noticias de carácter político y bélico”. Sánchez Blanco y Hernández Huerta, 2013, p. 385.
(30) Finalidad nº III – Estructuración. Finalidades (Folleto S.L.S.D): Nash, 2021, p. 84. Más sobre sus aportaciones para la inclusión y la culturización de las mujeres trabajadoras y campesinas (por ejemplo, a través de tertulias literarias): Ruiz Eugenio y Siles Molina, 2009, pp. 340-345.
(31) Nash, 2021, pp. 36-38.
(32) Ackelsberg, 2005, pp. 165-166. “(…) el proceso de formación del niño tenía que ser global, mediante un contacto constante con la realidad de la escuela, de hogar y de la calle. Al abogar por el contacto directo del niño con el mundo real, Mujeres Libres preveía también un contacto natural entre niños de ambos sexos, evitando todo tipo de prejuicios y tabúes en sus relaciones. (…) la coeducación en la escuela y la educación de los niños en completa igualdad sin distinción de sexos, facilitaría luego una mayor aproximación de las personas y un mejor desarrollo de las relaciones entre hombres y mujeres”. Nash, 2021, pp. 38-39. “Antonia Maimón, Julia Carrillo, María Luisa Castellanos, Etta Federn, Isabel Villamor, Pilar Granjel y Carmen Conde, con el seudónimo de Florentina, publicaron diversos artículos relacionados con la educación de los niños y de las niñas, donde se mantenían algunos principios anarquistas. (…) Lucía Sánchez Saornil se mostró contraria a cualquier tipo de autoridad, como demostró en sus escritos, y Etta Federn lo reiteró en la revista Mujeres Libres. Su artículo se dirigía a los padres para decirles que dejasen libres a sus hijos y eliminasen las amenazas y los castigos convencionales. El término de niño lo utilizaron las anarquistas en sentido genérico para referirse a los dos géneros; aunque consideraban que niños y niñas eran diferentes, ambos debían aprender juntos. Julia M. Carrillo explicó en otro artículo la importancia de la coeducación (…) La maestra y escritora Carmen Conde, con el seudónimo de Florentina, dedicó otro artículo a los niños, en el que destacaba la educación basada en la experiencia, mientras criticaba el aprendizaje teórico de una gran cantidad de conocimientos (…) La metodología consistía en que los niños aprendieran de la realidad misma; el modelo pedagógico defendía los principios de la Escuela Moderna: educación vitalista y activa (…) El profesor no desarrollaba los contenidos mediante el método memorístico (en un espacio cerrado), sino que promovía un aprendizaje significativo con actividades en la naturaleza (…) Las mujeres anarquistas pretendían derribar los muros de la escuela y enseñar al aire libre, para que aprendieran de la misma naturaleza. Además insistían en la importancia de que los niños y las niñas compartieran los mismos espacios”. Sánchez Blanco y Hernández Huerta, 2013, pp. 390-393.
(33) Mujeres Libres, 2018, nº 8, p. 6. La idea de Mujeres Libres sobre la educación de los hijos se sintetiza muy bien en esta cita: “No es mejor madre la que más aprieta al hijo contra su pecho que la que ayuda a labrar para él un nuevo mundo (Mujeres Libres. 4 Utopías. 4 Realizaciones)”. Nash, 2022, pp. 169-170.
(34) Nash, 2021, p. 29. “Por ello, toda la propaganda, todas las acciones a favor de la familia, de este ficticio calor hogareño, mantiene a la mujer en su posición de siempre: alejada de la producción y sin derecho alguno. Es una verdad axiomática que los deberes de trabajadora y de «ama de casa» se excluyen mutuamente”. (Mujeres Libres, nº 11): Nash, 2021, p. 228. “(…) las prostitutas no debían identificarse únicamente con mujeres que vendían su cuerpo en las calles o en burdeles. Mujeres libres insistía, como lo había hecho Emma Goldman algunos años antes, en que todas las mujeres que dependían de los hombres eran, en cierto sentido, prostitutas. (…) Solo la plena igualdad económica entre hombres y mujeres, que permita a las mujeres acceder al trabajo productivo remunerado en condiciones iguales a las de los hombres, podría abordar y eliminar las verdaderas causas de la prostitución”. Ackelsberg, 2005, p. 170.
(35) “El desarrollo de la organización femenina libertaria tuvo lugar en un período histórico de gran tensión social y fue este mismo momento histórico, de guerra y revolución, el que determinó de cierta manera el auge de Mujeres Libres”. Nash, 2021, p. 16.
(36) Nash, 2021, pp. 29-30.
(37) Ackelsberg, 2005, pp. 154-159. Nash, 2021, pp. 31-32. “Las mujeres anarquistas insistían especialmente en dirigir la preparación técnica como una forma para formar profesionalmente a la mujer y poder ser independiente del hombre, en lugar de ser un mero sustitutivo mientras durase la guerra”. Díaz Fuentes, 1995, p. 32.
(38) Nash, 2021, pp. 30-31. También llevaron a cabo campañas de sensibilización y apoyo al activismo de las mujeres: Ackelsberg, 2005, pp. 159-161.
(39) Nash, 2021, p. 17.
(40) “Mujeres Libres rechazaba, por lo tanto, el slogan según el cual se luchaba para ganar la guerra y defender la República Democrática y Parlamentaria. Para ellas, se trataba de algo más trascendental, que en ningún momento podía limitarse a la defensa de un Estado en el que ni siquiera se vieron defendidos los intereses de los trabajadores: se trataba, en realidad, de realizar la Revolución Social. De acuerdo con esta postura, Mujeres Libres llevó a cabo, en sus escritos, una crítica de las posturas políticas del Partido Comunista Español (PCE) y del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC), que se limitaban a defender este Estado Republicano, acusándoles de practicar una política antisindical y reformista, que favorecía los intereses, no de la clase obrera, sino de la pequeña burguesía”. Nash, 2021, pp. 17-18.
(41) “(…) también se negó a identificarse con las organizaciones femeninas cuyos programas se limitaban a la lucha antifascista y cuya razón de ser era la de ganar la guerra. Si bien en ciertas ocasiones, para la realización de programas concretos, se llegó a establecer una cierta colaboración entre Mujeres Libres y estas organizaciones, por norma general, Mujeres Libres mantuvo una línea de actuación independiente recalcando siempre la orientación anarquista de la organización y sus aspiraciones revolucionarias”. Nash, 2021, pp. 21-22. “Tanto AMA como Mujeres Libres contaron con una estructura sólida, uno de los requisitos fundamentales para alcanzar el deseado objetivo de ampliar sus bases sociales y encontrar un lugar en el estado republicano. A pesar de la lógica rivalidad por la captación de la clientela femenina, el discurso de dichas organizaciones no abundó en estas tensiones, sino que intentó diluirlas mediante un llamamiento universalista en el que cabían todas las mujeres con independencia de sus perfiles sociales o ideológicos”. Cenarro, 2006, p. 170.
(42) Espigado, 2015, p. 70. Nash, 2021, p. 17. Montero, 2017.
(43) “Mujeres Libres dedicó atención a los servicios de apoyo que tradicionalmente realizan las mujeres y las organizaciones de mujeres en tiempos de guerra. Estos programas se dividieron en dos categorías principales: (1) programas para refugiados que brindaban refugio, escuelas y otros servicios para el creciente número de adultos, ancianos y niños desplazados a medida que se alejaban las líneas del frente, y (2) asistencia para combatientes, incluidas las visitas a los soldados en el frente o en los hospitales, lavar o remendar ropa, etc. (…) muchos refugiados no lograron llegar a las principales ciudades y se quedaron en pueblos o aldeas más pequeños. Allí, Mujeres Libres cooperó con SIA para brindar servicios tanto a los refugiados (adultos y niños) como a los heridos”. Ackelsberg, 2005, pp. 173-174.
(44) “La incorporación de algunas mujeres a los frentes se produjo en las primeras semanas de la guerra, siguiendo la ola revolucionaria que había en el bando republicano. Pero esta actitud no fue muy bien recibida por algunos dirigentes de izquierda por considerarla más utópica que efectiva. En definitiva, la presencia de la mujer en los frentes de guerra no duró mucho porque durante el Gobierno de Francisco Largo Caballero se inició un esfuerzo propagandístico para convertir a la mujer en la responsable de la retaguardia. Una muestra de este cambio lo encontramos en las conclusiones finales que se aprobaron en el I Congreso de la Mujer Antifascista celebrado en Barcelona entre el 6 y 8 de noviembre de 1937: incorporación de la mujer al trabajo de la retaguardia para contribuir a la victoria de la causa republicana”. Crusells Valeta, 1996, p. 295. “Durante el verano de 1936, la desorganización general favorece la creación de milicias y la adhesión espontánea tanto de mujeres como de hombres. A partir del otoño, la organización de un ejército regular y la influencia cada vez mayor del estalinismo en los gobiernos que se suceden tendrán como consecuencia el aplastamiento, primero de la revolución trotskista, después de la anarquista, y finalmente el envío de las mujeres a la retaguardia. Entonces las organizaciones son fundamentales: la Unión de muchachas trabaja, en un Madrid sitiado durante tres años, en la defensa de la ciudad y por la emancipación de las mujeres; en Cataluña, Mujeres libres, anarquista, organiza la retaguardia y milita contra la prostitución; por último, la Asociación de mujeres antifascistas (AMA), bajo la dirección de Pasionaria, organiza en las fábricas tanto a comunistas como a no comunistas, y anima la ayuda internacional”. Bussy Genevois, 1993, pp. 240-241.
(45) “La actuación de algunos conocidos dirigentes anarquistas y anarcosindicalistas al colaborar con los organismos del Estado de la República, contradiciendo así sus principios ácratas, suscitó lógicamente reacciones opuestas entre los miembros de Mujeres Libres. Cabe señalar, no obstante, que no se llegó a criticar explícitamente esta política colaboracionista. Mujeres Libres, como organización libertaria, se identificaba con las aspiraciones del movimiento libertario español, y consideraba la organización femenina como parte integrante de este movimiento. Nunca se concibió como un organismo secundario dentro del movimiento anarquista y se rechazó cualquier tendencia que pudiera suponer su instrumentalización. Mujeres Libres insistía en señalar que esto era precisamente lo que lo diferenciaba de los demás organismos femeninos de otras tendencias políticas, ya que éstos no eran más que meros apéndices de los partidos políticos, o, como máximo, secciones femeninas subordinadas a estos partidos. (…) Mujeres Libres, según sus miembros, debía ser considerada al igual que la CNT, la FAI (Federación Anarquista Ibérica) y la FIJL (Federación Ibérica de Juventudes Libertarias), las tres ramas ya existentes en el movimiento libertario español (“Mujeres Libres quisieron ser una rama más del Movimiento Libertario, lo mismo que la CNT, la FAI o las JJLL”; Méijome Tejero, 2013, p. 89)”. Nash, 2021, pp. 18-19. Todos estos grupos anarcosindicalistas “organizaron gran parte de la respuesta inicial al levantamiento de Franco, así como a la Revolución Social de izquierda”. Rankin 2020, p. 33.
(46) Nash, 2021, p. 19. El Comité Nacional de Mujeres Libres escribió a la CNT en 1938, como parte de su campaña para ser reconocida como una “cuarta rama” autónoma del movimiento. Ackelsberg, 2018, p. 87.
(47) Monedero Morales, 2006, p. 4. Nash, 2021, pp. 19-20. Nash, 2022, pp. 24 y 235-236. “Ni siquiera fue admitida la presencia de Mujeres Libres en el Pleno Regional de 1938, a pesar del enorme esfuerzo que las mujeres habían realizado ya por entonces en la economía de guerra. Sólo se permitió que estuviera presente en la sesión, en calidad de observadora, Emma Goldman”. “Mujeres Libres nunca encontró un reconocimiento oficial dentro del movimiento anarquista. Fracasó en su intento de ser equiparada y reconocida como una rama independiente del movimiento hispano, junto con CNT, FAI y Juventudes Libertarias”. Sueiro Seoane, 2011, pp. 29 y 32. “A pesar de los fuertes lazos y el sentido de comunidad que las mujeres activistas desarrollaron a través de su participación en sindicatos, ateneos y grupos juveniles, incluso las mujeres más activas informaron que sus amigos varones no siempre las trataban con respeto. Las experiencias variaron, pero el mensaje fue el mismo: a pesar de su compromiso con la igualdad, los niños/hombres no tratarían a las niñas/mujeres como sus iguales. ‘Es cierto que hemos luchado juntos’, recuerda Enriqueta diciendo a sus compañeros de las juventudes y del ateneo, ‘pero ustedes siempre son los líderes y nosotras siempre las seguidoras. Ya sea en la calle o en la casa. ¡Estamos un poco mejor que los esclavos!’. Aquellas mujeres que eran miembros activos de los sindicatos de la CNT o que participaban en ateneos o en grupos de la FlJL siempre fueron una minoría. Sus esfuerzos por incorporar a otras mujeres al núcleo activista nunca parecían llegar muy lejos, ya fuera por el sexismo de los hombres, la timidez de las mujeres o una combinación de ambos”. Ackelsberg, 2005, pp. 115-116. “Las organizaciones del movimiento – la CNT, la FAI y las Juventudes Libertarias (JJ.LL.) – querían que Mujeres Libres funcionara como algo secundario a ellas; es decir, querían que aquellas organizaciones determinaran las prioridades de Mujeres Libres. Es más, desde el punto de vista de las otras organizaciones libertarias, no era necesario montar actividades de capacitación en plena guerra; la única meta importante era la captación. Algunos compañeros y sindicatos ofrecían su apoyo a Mujeres Libres, pero la organización nunca recibió el reconocimiento que esperaba. A nivel nacional, Mujeres Libres fue siempre considerada ‘sospechosa’ por la CNT y la FAI, las cuales acusaron a Mujeres Libres de ‘separatismo’ y de socavar la solidaridad por tratar de establecer ‘sindicatos de mujeres’ (…) Así, Mujeres Libres nunca consiguió el reconocimiento que deseaba como ‘cuarta rama’ autónoma del movimiento libertario”. Ackelsberg, 2017, p. 23. “Mujeres Libres pagó un alto precio por su autonomía, nunca tuvo los fondos o el apoyo organizativo que sus líderes habían deseado. Les fue negado el acceso a las discusiones y a los debates sobre tácticas políticas en curso, limitación que intentó superar solicitando la incorporación autónoma al movimiento en octubre de 1938; pero el Movimiento Libertario negó dicha incorporación y no llegó a incorporar plenamente a las mujeres ni los temas de su interés en sus programas”. Vicente, 2014, p. 97.
(48) “La organización femenina libertaria representaba una experiencia innovadora dentro del mundo del anarcosindicalismo y del anarquismo español, experiencia que no era del completo agrado de los militantes libertarios, puesto que la postura feminista de Mujeres Libres fue criticada por los diversos organismos. Las relaciones entre Mujeres Libres y la CNT, la FAI y la FIJL se desarrollaron en un ambiente de tirantez. Mujeres Libres consideraba que la incomprensión de los organismos libertarios y su postura, entre excesivamente crítica y frívola por un lado, y condescendiente por otro, hicieron que la tarea de Mujeres Libres dentro del movimiento anarquista fuera particularmente difícil”. Nash, 2021, p. 20. “Ese rechazo y esa falta de sensibilidad hacia las peticiones de Mujeres Libres demuestran una vez más la gran contradicción entre la teoría igualitaria y la práctica sexista dentro del movimiento anarquista. (…) El rechazo, la indiferencia y el sexismo de los militantes anarquistas eran fuente de irritación constante”. Nash, 2022, pp. 236-238. “’Pero nuestros camaradas están demasiado absortos en ganar la guerra antifascista para dedicar mucho tiempo a este tipo de labor necesaria. Por supuesto, se ha dado un comienzo. Pero no se puede barrer la ignorancia, el prejuicio y la superstición de un pueblo en cuatro meses’. Este suspiro de insatisfacción que se encuentra en una carta de Emma Goldman a su sobrina Stella Ballantine destaca la raíz de la frustración de Goldman con el movimiento de emancipación de la mujer española en el contexto de la Guerra Civil española: simplemente no avanzaba lo suficientemente rápido”. Wright, 2013, p. 1.
(49) Nash, 2021, pp. 20-21.
(50) “Mujeres Libres consideraba que los constantes roces y fricciones que tenía su organización y la CNT, la FAI, y las FIJL se debían, entre otras causas, a la perduración de los prejuicios machistas y a la aversión a dejar en manos de mujeres tareas incorrectamente consideradas como del dominio exclusivo del hombre”. Nash, 2021, p. 21.
(51) Nash, 2022, p. 228.
(52) Ilse, “La doble lucha de la mujer”, Mujeres Libres, VIII Mes de la Revolución. Nash, 2022, pp. 228-229. López, 2005. Mujeres Libres, 2018, nº 7, p. 8.
(53) “En realidad, se aleccionaba a las mujeres para que no confiaran en que los hombres las fueran a apoyar para lograr su autonomía. En un artículo sobre la doble lucha femenina publicado en Mujeres Libres, una militante advertía que el más considerado y bienintencionado de los hombres era misógino e impedía el desarrollo del potencial femenino: ‘Tiene tanta vanidad oculta que, sin darse cuenta, y bajo las apariencias de amor y amistad, a menudo obra en contra de la liberación de la mujer’. En el peor de los casos, el sexismo flagrante y la defensa de los intereses masculinos impedían el auténtico compromiso para impulsar la emancipación femenina. En el debate sobre la mujer celebrado justo un año antes, el conocido activista Mariano Vázquez había admitido con franqueza que no era de esperar que los hombres, anarquistas incluidos, abandonaran sus privilegios y renunciaran a su hegemonía”. Nash, 2022, p. 229.
(54) Mariano R. Vázquez, “Por la elevación de la mujer. Avance”, Solidaridad Obrera, 10 de octubre de 1935 Nash, 2022, pp. 229-230.
(55) “Mujeres Libres no se limitó a ser un medio aglutinador de obreras españolas, sino que fomentó en todo instante una personalidad propia, asumiendo al mismo tiempo la función de ser, no sólo una organización libertaria, sino también feminista”. Nash, 2021, p. 23. “Mujeres Libres se presentó desde el principio como una iniciativa específicamente femenina dirigida a las mujeres e impulsada por ellas. Por lo tanto, la creación de una organización femenina nunca fue un proyecto oficial del movimiento anarquista, sino más bien ‘una tarea personal realizada por amor a las ideas y a nuestro sexo’. Una de las razones principales que había detrás de la creación de una organización femenina en la que se pudieran abordar y atender sus intereses específicos era el descontento producido por la hostilidad masculina y la indiferencia hacia las mujeres que existían dentro del movimiento anarquista”. “Mujeres libres no se identificaba con el término feminista. De acuerdo con otras mujeres anarquistas, lo asociaban al feminismo político burgués de clase media y lo rechazaban por sus limitaciones sociales. Con todo, es indudable que la teoría y la práctica de Mujeres Libres puede calificarse de anarcofeminismo porque la organización reconocía la especificidad de la opresión femenina y la necesidad de una lucha autónoma para superarla”. Nash, 2022, pp. 219 y 226-227. Fue una “organización anarquista feminista y, sin ninguna duda, feminista, pese a su explícito rechazo al calificativo ‘feminista’”. “Mujeres Libres fue una organización anarquista y dado su carácter antiparlamentario no podía vincular el progreso a los derechos políticos. Su rechazo al calificativo ‘feminista’ se debe a esa equiparación entre feminismo y sufragismo”. Andrés Granel, 2006, pp. 43 y 50. “Aunque Mujeres Libres no se definía a sí misma como feminista, muchos de los escritos de sus fundadoras que aparecieron en revistas tanto antes como durante la Guerra Civil prefiguraron efectivamente los análisis feministas de mediados del siglo XX sobre la construcción social de la subordinación de las mujeres, así como las afirmaciones del feminismo sobre la relación entre ‘lo personal’ y ‘lo político’. (…) Al comparar las perspectivas de Mujeres Libres con el análisis feminista de finales del siglo XX, deseo enfatizar sus contribuciones a la teoría feminista, en gran medida no reconocidas, y las formas en que los problemas que enfrentaron al tratar de negociar su condición como mujeres dentro de las organizaciones anarcosindicalistas todavía están en discusión”. Ackelsberg, 2018, pp. 84-85. “Mujeres Libres, que nunca fue reconocido por el movimiento anarquista, sí tenía una vocación más decididamente feminista. Es cierto que no reivindicaban el término, y que existen declaraciones de miembros puntuales que en ocasiones contradicen lo que, por otra parte, era la línea de actuación esencial de Mujeres Libres: la distinción entre los antagonismos de clase y género, en el sentido de que, al contrario de lo que opinaba la izquierda en su conjunto, una revolución en el sistema de producción no iba a significar la inmediata emancipación de la mujer. La opresión de género era, por lo tanto, independiente de la opresión de clase”. López, 2005. “Mujeres Libres, tanto la organización como la revista con el mismo nombre (…) tienen una naturaleza feminista además de anarquista, ya que reivindicaban la liberación de las mujeres como consecuencia de su papel de subordinación con respecto a los hombres”. “Si buscamos un punto de partida para abordar el Anarcofeminismo en el estado español en el último siglo, tendremos que prestar especial atención a la organización Mujeres Libres”. Méijome Tejero, 2013, pp. 85 y 88. “Mercedes Comaposada, Lucía Sánchez Saornil y Amparo Poch resultan ser en 1936 uno de los hilos conductores de las ideas feministas y libertarias, aunque ellas no acabaron de ponerse de acuerdo sobre si llamar feminismo a su lucha y, en ocasiones, lo denostaron por considerarlo burgués. (…) Mujeres Libres es una preciosa joya para el feminismo contemporáneo, una especie de diamante sin pulir, tal como son las maravillas de la naturaleza. Una fuente de energía, de ideas, de cambios que se ven frustrados a la vez que ponen de manifiesto que otra forma de vivir es posible”. Quiñonero Hernández, 2007, p. 109. El anarcofeminismo conecta “la lucha contra la explotación de clase y la opresión a la mujer. La libertad verdadera, para mujeres y hombres, sólo puede llegar en una sociedad sin clases, donde los lugares de trabajo son auto-gestionados, la propiedad privada es abolida y la gente que toma decisiones es la gente afectada por ellas”. Hogan, 2016a, p. 137. “Un profundo vínculo entre feminismo y anarquismo se establece desde los orígenes de ambas corrientes, luego de la Revolución Francesa y en los comienzos del capitalismo industrial en Europa Occidental, de manera que en precursoras como la inglesa Mary Wollstonecraft (1759-1797)2 o la francesa de ascendencia peruana Flora Tristán (1803- 1844) se evidencia afinidad con las mismas tendencias sociopolíticas e intelectuales que en el segundo tercio del Siglo XIX, con Pierre J. Proudhon y Mijail Bakunin como sus figuras más destacadas, darían pie al ideal socialista libertario moderno”. Méndez, 2002, p. 31.
(56) Nash, 2021, pp. 23-24.
(57) “Mujeres Libres se identificaba con el ideal revolucionario anarquista y, por lo tanto, con sus aspiraciones de establecer una sociedad en la que existiera una igualdad auténtica de derechos y deberes entre los sexos y cuyo sistema social se basara en el Comunismo Libertario. Consideraba que los cambios sociales y económicos, que suponía la Revolución Social, tendrían que ir acompañados de unos cambios cualitativos en la persona que permitirían la formación del nuevo hombre revolucionario, el hombre «integral» anarquista. Sin embargo, para los miembros de Mujeres Libres, la labor de transformación revolucionaria de la sociedad tendría que ser íntimamente ligada a la tarea de derrocamiento de una sociedad patriarcal basada en el autoritarismo masculino”. Nash, 2021, p. 24. Mujeres Libres “Admitía explícitamente la existencia de un sistema patriarcal, la ‘civilización masculina’ a la que se refería Suceso Portales (“Necesitamos una moral para los dos sexos”, Mujeres Libres, nº 10) en el que las mujeres padecen una subordinación por mor de su sexo. Es todavía más significativo el hecho de que Mujeres Libres desarrollara una estrategia de resistencia fundada en la idea de la ‘doble lucha’ y creara una organización femenina autónoma para llevarla a cabo”. Nash, 2022, p. 227. “El anarcosindicalismo español, centraría su actividad en una lucha económica entre clases, en su persecución de una revolución que se llevaría a cabo mediante la expropiación de la burguesía y la colectivización de los medios de producción, poniendo fin a la sociedad de clases. En esta lucha tendría un papel central la sindicación de obreros fabriles quedando relegados a un segundo plano los problemas específicos de las mujeres, cuya especificidad, será ignorada e incluso negada. Esto será común a los distintos movimientos obreristas para los que la lucha anticapitalista y la cuestión económica ocuparán un lugar central, marginando de este modo la lucha contra otros sistemas de opresión como el patriarcado. Por otra parte, los movimientos feministas, se ocuparon de la lucha contra la subordinación de las mujeres en el contexto de una sociedad patriarcal que establecía relaciones de poder de carácter estructural entre hombres y mujeres, en ocasiones sin tomar en consideración la opresión económica característica de las sociedades capitalistas y luchando por el acceso de las mujeres a los espacios de poder en el sistema vigente. El anarcofeminismo supondrá una crítica a ambas posturas proponiendo una doble lucha, contra el sistema capitalista y contra el sistema patriarcal. De este modo, propugnará la emancipación de las mujeres trabajadoras sobre las que se ciernen dos esclavitudes: de clase y de género. Su análisis tendrá en cuenta la interacción de ambas categorías de opresión, situando la lucha en el seno de un movimiento revolucionario global que aspira a una transformación social profunda y radical”. Andrés Granel, 2006, p. 44. “Mujeres Libres fue una organización anarquista y dado su carácter antiparlamentario no podía vincular el progreso a los derechos políticos. Su rechazo al calificativo ‘feminista’ se debe a esa equiparación entre feminismo y sufragismo. Mujeres Libres despreciaría ese feminismo burgués por su carácter reformista y propondría un anarcofeminismo revolucionario que articularía una doble lucha: la lucha contra el Estado y el sistema capitalista, y la lucha contra el sistema patriarcal”. Andrés Granel, 2006, p. 50. “Mujeres Libres (…) defendía el antifascismo y la revolución social, sin perder de vista las reivindicaciones específicamente femeninas”. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, s.f. “En el momento en el que aparece Mujeres Libres no podía eludirse la inhumana situación que soportaban las mujeres en las fábricas cuando se incorporaron al trabajo asalariado sin haberse desprendido de las carga familiares que, por defecto, les eran propias. Esto provocó que antes de la mitad del siglo XX, en el estado español, la reivindicación de la emancipación femenina estuviera situada en el centro de la lucha social y política. Se produjo así una alianza histórica, la del Feminismo con los movimientos obreros”. Méijome Tejero, 2013, p. 89. “Durante la Guerra Civil, llegaron a promover una fórmula de doble lucha: una lucha antifascista, revolucionaria y anarquista, y una paralela lucha de emancipación femenina. Esta propuesta de autonomía dentro del Movimiento Libertario no fue bien recibida y las relaciones con la CNT, la FAI y las Juventudes Libertarias se desarrollaron en un ambiente de considerable tensión. Mujeres Libres intentó, con dificultades derivadas de la mencionada tensión, que los organismos libertarios percibieran la necesidad de integrar a la mujer en todos los aspectos de la vida política y económica”. Vicente, 2014, p. 97.
(58) Nash, 2021, pp. 24-26. “Debemos diferenciar entre feminismo burgués y feminismo obrero, ya que no podemos hablar de feminismo interclasista hasta la década de los sesenta, con el desarrollo del llamado feminismo de segunda ola. Mujeres Libres propondría un feminismo proletario y de clase, que lucharía por la transformación de las propias estructuras sociales”. “La aspiración final de Mujeres Libres era en definitiva la plena integración de las mujeres, en igualdad de condiciones, al movimiento revolucionario, su plena contribución a una lucha conjunta por la emancipación humana global. Emancipación femenina y emancipación humana son pues dos procesos que se conciben de forma paralela y no excluyente, dado que una no existe sin la otra. La lucha contra el Estado y el sistema capitalista no era suficiente para superar la subordinación de las mujeres, pero la emancipación femenina solo era realmente posible en el marco de un movimiento revolucionario global que transformase por completo la sociedad y las relaciones humanas”. Andrés Granel, 2006, pp. 51 y 53.
(59) “Para Mujeres Libres, la dependencia económica de la mujer, en la mayoría de los casos la esclavizaba y le quitaba libertad en el terreno sexual. El problema sexual estaba íntimamente ligado a los problemas sociales y económicos y, por lo tanto, Mujeres Libres consideraba que debía buscarse una solución global de tipo social. Para Mujeres Libres las anteriores campañas en pro de una libertad sexual, que tanto auge tuvieron en los medios anarquistas y anarcosindicalistas, habían, por lo general, perjudicado a la mujer. Estas campañas no habían logrado crear una auténtica comprensión de lo que representaba la libertad sexual; al contrario, en la mayoría de los hombres había cuajado una concepción superficial que, de hecho, iba en contra de los intereses de las mujeres. Los miembros de Mujeres Libres criticaban la acusación de muchos militantes que se tenían a sí mismos como anarquistas y que, en sus relaciones con las mujeres que acudían a ateneos o a lugares de reunión, las consideraban como un objeto sexual cuya función era la de satisfacer el instinto sexual del hombre. La libertad sexual que se realizaba, según los anarquistas, en el amor libre, debía ser una superación y una sublimación del amor en el que, en un plano de completa independencia, se alcanzaría una compenetración entre el hombre y la mujer a todos los niveles. Pero, para Mujeres Libres, los anteriores intentos de libertad sexual no se acercaron siquiera a esta concepción e incluso resultaron negativos para las mujeres; en primer lugar por llevarlas a una pseudolibertad que, en realidad, no hacía más que reforzar su esclavitud sexual anterior; y en segundo lugar, por desviar toda la amplia problemática social y económica al terreno exclusivamente sexual. Advertía también que el intentar establecer una libertad sexual bajo las estructuras económicas y sociales vigentes era partir de un falso planteamiento del problema, puesto que, bajo el régimen capitalista, solo una pequeña minoría de mujeres podría aspirar a esta libertad, excluyendo por completo a la mayoría de las masas trabajadoras”. Nash, 2021, pp. 32-34.
(60) “Hemos llenado periódicos y revistas y hasta libros condenando los viejos formulismos matrimoniales y relacionándonos, muy acertadamente, con lo que era la base del sistema capitalista: la prostitución. La prostitución en todos sus aspectos: la prostitución del hombre que precisaba hipotecar su pensamiento y sus ideas para comer; la prostitución de la mujer que había, por la misma causa, de llegar hasta la venta de su propio cuerpo. La prostitución, consecuencia obligada de la explotación”. (Lucía Sánchez Saornil en Horas de Revolución, pp. 24-26): Nash, 2021, p. 223.
(61) Ackelsberg, 2005, p. 167. Andrés Granel, 2021, p. 23. “Amparo Poch y Gascón obtuvo el premio extraordinario de Medicina en 1929, escribió ‘La vida sexual de la mujer’ en 1932 y trabajó para Federica Montseny en el Ministerio de Sanidad”. Montero, 2017. “Uno de los ejes en los que se basó el ideario anarcofeminista fue en el control de la natalidad, ofreciendo soluciones como los métodos anticonceptivos. (…) El control de la natalidad pasó a ser una de las estrategias más importantes para la emancipación de la clase obrera, dicho de otra forma, la superpoblación obrera llevaba a una sobrexplotación por parte del patrón. Así pues la teoría neomalthusianista, ya alejada de la teoría originaria que le da base, se centra en los anticonceptivos como forma de control de la natalidad, así como la reivindicación de una maternidad consciente y voluntaria”. Es aquí donde se posicionó Amparo Poch y Gascón, como veremos. García Romero, 2016, pp. 6-8.
(62) Ackelsberg, 2005, pp. 167-168 y 171-172.
(63) Nash, 2021, p. 34. García Romero, 2016, p. 7. Kaplan, 1971, p. 101. Prieto Borrego, 2012, p. 61. “(…) el anarquismo español como movimiento social mostraba contradicciones evidentes entre la teoría y la práctica. La contradicción entre el igualitarismo teórico y el ejercicio autoritario masculino era todavía palpable unos meses antes del estallido de la guerra. (…) En los años treinta, algunas mujeres, cada vez más conscientes del sexismo existente, pusieron en tela de juicio la actitud contradictoria de los militantes anarquistas y sus organizaciones. Activistas como María Luisa Cobos y Trinidad Urién habían denunciado cómo las ridiculizaban, ignoraban y trataban como si fueran objetos sexuales cuando asistían a las actividades culturales. En efecto, la marginación femenina era algo normal en los artículos anarquistas. (…) En el otoño de 1935, Lucía Sánchez Saornil (…) denunciaba la actitud de muchos revolucionarios declarados que defendían un papel doméstico tradicional para las mujeres y querían que sus compañeras se mantuvieran alejadas de toda actividad dirigida a ellas. (…) Las actitudes sexistas, la asignación de la esfera doméstica como espacio de actuación femenina y el mantenimiento de la hegemonía masculina, todo ello contribuía a disminuir la participación femenina en las organizaciones anarquistas”. Nash, 2022, pp. 214-215. “Los escritos posteriores de Lucía que critican la institución del matrimonio, que se derivan lógicamente de su petición anterior de no ignorar a las ‘mujeres’ en favor de las ‘madres’, adquieren aún más poder cuando nos damos cuenta de que ella era lesbiana y vivía abiertamente con su pareja, América Barroso, durante un período en que tal inconformidad sexual, incluso dentro del movimiento libertario, estaba lejos de ser común. De hecho, ambas continuaron viviendo juntas durante su exilio en la posguerra”. Ackelsberg, 2018, p. 93.
(64) Ackelsberg, 2005, pp. 161-165. “Esta postura, defendida por algunos miembros de Mujeres Libres, encabezados por Lucía Sánchez Saornil, suponía que la maternidad no era más que una de las múltiples posibilidades de la mujer para realizarse. La mujer, como madre, no tenía que gozar de una posición prioritaria sobre la mujer como trabajadora o como militante en la lucha social. En los medios libertarios no predominaba este criterio sobre la maternidad; se la concebía más bien como algo que complementaba a la mujer como tal y que la llevaba a la cima de su desarrollo como persona. La tónica imperante era, pues, la exaltación de la mujer como madre y la mistificación de los hijos como medio de la realización completa de la mujer. Entre los miembros de Mujeres Libres se encontraban también partidarias de esta concepción de la maternidad, preconizada en especial por Amparo Poch y Gascón. Pero, pese a la heterogeneidad de opiniones, todas estaban de acuerdo en la necesidad de desarrollar un sentimiento de maternidad consciente entre las mujeres trabajadoras”. Nash, 2021, pp. 34-35. “Fueron muy excepcionales las expresiones críticas con respecto a la construcción de la identidad personal y cultural de la mujer a partir de la maternidad. Habría que esperar hasta los años treinta para encontrar de pluma de una mujer un rechazo abierto a esta definición de género. En el otoño de 1935 la anarquista Lucía Sánchez Saornil, más tarde cofundadora de la organización de mujeres anarquistas, Mujeres Libres, estableció, en las páginas de Solidaridad Obrera, una abierta polémica con el discurso predominante de género basado, en gran medida, en los planteamientos de Marañón. Para Sánchez Saornil la definición de la mujer como madre representaba la subyugación de las mujeres a un proceso biológico: la reproducción. (…) Para esta dirigente feminista anarquista la maternidad nunca podía anular a la mujer como individuo. Argumentaba que el desarrollo del potencial humano de la mujer tenía que plantearse más allá de los límites de su capacidad reproductiva. Sin embargo, su postura subversiva de presentar la maternidad como sólo una entre las múltiples opciones que tenían las mujeres para realizarse fue absolutamente excepcional incluso en las filas anarquistas donde dirigentes de la categoría de Federica Montseny seguían manteniendo una sublimación de la maternidad”. Nash, 1993, pp. 697-698. “Con la excepción de voces aisladas, en el anarquismo español existía la consideración de que el rol maternal de las mujeres era un hecho biológico natural. (…) libertarias como Federica Montseny o la maestra naturista Antonia Maymón, habían mantenido la idea de que la maternidad era el eje central de la identidad femenina. Federica Montseny, que abogó en sus escritos por un nuevo tipo de mujer ‘indomable’, no rompió en ningún momento con este discurso que identificaba a las mujeres con la maternidad. Su modelo era pues una mujer emancipada del varón pero siempre definida como madre: ‘Mujer sin hijos es árbol sin frutos, rosal sin rosas, la cuestión está en saber ser madre y serlo consciente y voluntariamente’. Amparo Poch tampoco pareció romper totalmente con esta identificación de las mujeres con la maternidad, y en su texto ‘La vida sexual de la mujer’, establecía unas etapas de la vida sexual relacionadas con la fertilidad y la maternidad: pubertad, embarazo, parto y menopausia. (…) De hecho, la postura de Lucía Sánchez Saornil con respecto a la maternidad fue excepcional, mostrando su preocupación por el hecho de que anulase la individualidad de las mujeres. Para ella, las mujeres son ante todo individuos autónomos y califica de ‘terrible cantidad de egoísmo masculino’ la actitud de aquellos que argumentan que ‘la mujer es ante todo y por encima de todo, la madre’, que la mujer ‘ha nacido para destinos más altos, más en armonía con su naturaleza’. Lucía denunciaba que a través de este ‘encendido ardor por la sublime misión de la mujer’, lo que asomaba era en realidad la afirmación de Oken: ‘La mujer es solamente el medio, no el fin de la naturaleza. La naturaleza no tiene más que un solo fin y objeto: el hombre’”. Andrés Granel, 2021, pp. 23-25.
(65) Lucía Sánchez Saornil, Solidaridad Obrera, Barcelona, 15/10/1935, n° 1090: Sánchez Saornil, 2022, pp. 44-46.
(66) Ackelsberg, 2005, p. 169. Nash, 2021, p. 35.
(67) Nash, 2021, p. 229.
(68) Nash, 2021, p. 35. Díaz Fuentes, 1995, p. 32. “La tarea más urgente a emprender en la nueva estructura social es la abolición de la prostitución”., Rankin 2020, p. 35. Mujeres Libres, 2018, nº 5, p. 8.
(69) Nash, 2021, p. 232.
(70) Ackelsberg, 2005, p. 169. Andrés Granel, 2006, p. 48. Nash, 2021, p. 35. Mujeres Libres, 2018, nº 5, p. 8. “Liberatorio de Prostitución: Iniciativa propuesta por la organización de mujeres anarquistas Mujeres Libres para la creación de hogares de liberación para la rehabilitación de prostitutas”. Nash, 2022, p. 13. “Mujeres Libres está organizando liberatorios de prostitución, que empezarán a funcionar en plazo breve. A este fin se destinan locales adecuados en distintas provincias, y en ellos se desarrollará el siguiente plan: 1º Investigación y tratamiento médico-psiquiátricos. 2º Curación psicológica y ética para fomentar en las alumnas un sentido de responsabilidad. 3º Orientación y capacitación profesional. 4º Ayuda moral y material en cualquier momento que les sea necesaria, aun después de haberse independizado de los liberatorios. (…) Esperamos que todas las organizaciones obreras, asociaciones femeninas, partidos políticos y todas las mujeres y los hombres conscientes colaboren en esta obra, en la que Mujeres Libres pone todo su entusiasmo emancipador y constructivo” (Mujeres Libres, 65 días de la Revolución): Nash, 2021, p. 231. . “(…) lucha persistente contra la prostitución indicando soluciones humanas y eficaces para suprimirla” (Mujeres Libres, «Ruta», 30 abril 1937): Nash, 2021, pp. 112-113.
(71) Ackelsberg, 2005, p. 170. Nash, 2021, p. 207. Mujeres Libres, 2018, nº 9, p. 9. “Por capacitación se entendía el compromiso de Mujeres Libres de posibilitar el que la mujer trabajadora saliera de su estado de subordinación y reconociera y actuara según su propio potencial”. Ackelsberg, 2017, p. 21.
(72) Ackelsberg, 2005, p. 170. Nash, 2021, pp. 205-206.
(73) Mujeres Libres, 2018, nº 9, p. 9.
(74) Nash, 2021, p. 35. “(…) había algunos grupos dentro del movimiento [anarquista] que insistían en que la prostitución no podía eliminarse; en el mejor de los casos, se podría proteger a las prostitutas de la explotación a través de la sindicalización. (…) En general, el movimiento anarquista parece haber sido bastante laxo en este punto: tanto los artículos en Mujeres Lihres como las entrevistas con participantes señalaron que los hombres anarquistas eran mucho menos propensos a estar a la altura de su ideología en este aspecto que en muchos otros. (…) Aunque las condiciones de guerra impidieron que el proyecto de liberatorios de prostitución saliera adelante de manera formal, Mujeres Libres hizo un llamado a las prostitutas para que abandonaran su ocupación y se unieran al movimiento”. Ackelsberg, 2005, pp. 169-170.
(75) Nash, 2021, p. 205. Mujeres Libres, 2018, nº 9, p. 9.
(76) Ackelsberg, 2017, pp. 25-26. Nash, 2021, pp. 39-40. “Si bien la guerra proporcionaba un sentido de la inmediatez que alentaba el rápido crecimiento de una conciencia feminista, las dificultades bélicas impedían el desarrollo inequívoco de una clara plataforma de actuación anarcofeminista”. Nash, 2022, p. 223.
(77) Nash, 2022, p. 223. “A medida que la guerra se prolongó y exigió cada vez más sacrificios, materiales y de otro tipo, algunas de las demandas más radicales (particularmente en el campo de la sexualidad) parecen haber sido relegadas a un estatus secundario”. Ackelsberg, 2018, p. 102. “Convencidas por la ideología del Frente Popular de que no era posible un cambio real en sus vidas personales antes de obtener la victoria en la guerra, las mujeres anarquistas se organizaron para ayudar al esfuerzo bélico y subordinaron sus propias demandas a la tarea de ganar la guerra. (…) La mayoría estaba persuadida o convencida de que, pasada la guerra, triunfada la revolución, en algún momento del futuro, sin lucha, la vida de las mujeres españolas se transformaría”. Kaplan, 1971, p. 110. “No sabemos qué hubiera sido de sus vidas, de su organización de no haber sido atravesadas por la guerra, la española y la europea. Lo que si sabemos es que su proyecto solo podía prosperar en paz y en libertad: y ambas les fueron negadas en sus destinos. Las caracteriza su heterogeneidad, siendo como eran libertarias. Y en cualquier caso, carecieron de la oportunidad de darle a sus ideas un cuerpo teórico mayor”. Quiñonero Hernández, 2007, p. 114.
(78) “Aunque la presión de la guerra y los acontecimientos políticos a lo largo de los meses produjo un cierto decaimiento de su tesis feminista, lo que, en efecto, puede percibirse en el tono y el contenido de su revista Mujeres Libres, el objetivo definitivo de la emancipación femenina y social seguía siendo inmutable. El reconocimiento de un proceso de transformación social que exigía una atención específica a las mujeres y su visión de la Guerra Civil desde la óptica de género se tradujeron en una distinta vivencia femenina de la lucha antifascista”. Nash, 2022, p. 245. “Pero incluso en medio de la guerra civil, Mujeres Libres insistió en la importancia del respeto y la dignidad de las mujeres, y la importancia continua de los programas de capacitación. Al hacerlo, reflejaban no solo el compromiso general del movimiento libertario con la inseparabilidad de la guerra y la revolución, sino también sus propios objetivos de captación y capacitación, un reconocimiento de la inseparabilidad de la liberación personal y colectiva, el entretejido de ‘lo personal’ y ‘lo político’”. Ackelsberg, 2018, pp. 102-103.
(79) “Como colectivo social, también superaron su silencio histórico. Impusieron su voz y expresaron públicamente su opinión colectiva sobre la política, la guerra, el antifascismo, el feminismo y las necesidades de las mujeres. Editaron y publicaron numerosos periódicos y revistas; algunos ejemplos, como el de Mujeres Libres, eran proyectos exclusivamente femeninos (…) demostraron que las mujeres tenían capacidad de organización así como iniciativa para crear plataformas literarias y medios de comunicación para sus ideas y para la expresión concreta de una interpretación de la guerra desde la perspectiva de género. (…) Las mujeres expresaron con palabras su compromiso con el esfuerzo bélico antifascista y sus voces fueron escuchadas. Estas publicaciones fueron también instrumentos decisivos para atraer a otras mujeres a la causa. Sin embargo, el alcance de los artículos y debates iba más allá de la política antifascista y, a menudo, las mujeres se dedicaban a fijar sus propios intereses con respecto a la guerra y la revolución, así como a suministrar recursos para las iniciativas culturales femeninas. Esta comunicación cultural entre las lectoras, escritoras y editoras de estas revistas creó un universo específico para mujeres, una importante experiencia de afirmación en una cultura femenina tradicionalmente oral”. Nash, 2022, pp. 443-444. “La originalidad de Mujeres Libres estriba en no haber aceptado parte del legado doctrinal del pensamiento anarcosindicalista, aquel que precisamente subordinaba la emancipación femenina a los logros de la revolución general y que solicitaba de la mujer el sacrificio de sus intereses particulares en beneficio de la lucha conjunta con el hombre en pro del nuevo orden”. Espigado, 2015, p. 72. “El discurso de Mujeres Libres supone en cierto sentido la lógica continuidad y culminación de determinados planteamientos específicamente feministas que encontramos en el discurso anarquista al tiempo que un precedente a determinadas propuestas del feminismo de segunda ola. Sin embargo, su importancia reside no tanto en su discurso a nivel teórico sino en su capacidad de concretar esas propuestas en una organización autónoma de mujeres dispuestas a romper esa dicotomía entre discurso y realidad, teoría y práctica, que se plasmaba en una flagrante contradicción: la marginación de las mujeres en la lucha libertaria”. Andrés Granel, 2006, p. 55. “Para aclarar que no hablamos de un colectivo cuya existencia fuese básicamente testimonial o teórica, se impone destacar la labor concreta que en menos de 3 años de existencia realizó la Agrupación: – Aparte de la revista (…) muchas de las agrupaciones locales de MM. LL. tenían sus propias publicaciones, además de difundir textos e informaciones en el resto de la prensa libertaria. También hay testimonio de la impresión de un sinnúmero de folletos, hojas de propaganda, afiches y libros, (…). – Realización de una amplísima labor de capacitación educativa básica y aprendizaje laboral dirigida a las mujeres obreras y campesinas. Para ello, en muchos sitios se participó dentro de las iniciativas impulsadas por los sindicatos, mientras que en Barcelona MM. LL. puso en marcha de modo independiente el «Casal de la Dona Treballadora», donde se atendían entre 600 y 800 mujeres en clases de alfabetización, instrucción básica, mecánica y agricultura, sin olvidar enseñanza sindical y temas económico-sociales. – Vale indicar que si bien en los primeros días de la Guerra Civil hubo una espontánea integración de mujeres a las milicias anarquistas, eso no ocurrió por iniciativa de MM. LL., desde donde se hizo todo lo posible a favor de esas combatientes, que fueron excluidas de la línea de batalla con la militarización de las milicias en noviembre de 1936. En todo caso, MM. LL. mantendría su esfuerzo a favor de canalizar el máximo de suministros hacia el frente. – Se promovieron jornadas de agitación y propaganda, programas de radio, bibliotecas móviles y eventos culturales resaltando el papel de las mujeres organizadas para transformar por si mismas las condiciones de la existencia femenina, lo que resultaba imprescindible en el proceso hacia la revolución social que proponía el anarquismo. Se enfatizó en orientar estas actividades hacia las colectividades agrarias e industriales impulsadas por la CNT y la FAI. – Participación directa en la creación y gestión de guarderías y comedores populares, respondiendo a una reivindicación inmediata de las trabajadoras. También se impulsó el funcionamiento de orfanatos y centros de apoyo a los refugiados, en auxilio a las víctimas más desvalidas del conflicto armado. – En el área de salud, MM. LL. fomentó la creación de una Escuela de Enfermeras y el Instituto Materno-Infantil Louise Michel, ambos en Barcelona. Debe decirse que – habiendo tomado la CNT la polémica decisión táctica de participar en el gobierno republicano – la Ministra de Sanidad era Federica Montseny, a quien correspondería la paradójica circunstancia, para una anarquista, de ser la primera mujer en el mundo que ocupase una cartera ministerial. – También en conjunto con el Ministerio de Sanidad, se trabajó en hacer funcionar los «liberatorios» de prostitución”. Méndez, 2002, pp. 35-36.
(80) Monedero Morales, 2006, pp. 8-9. Montero, 2017. Real López, 2018, p. 38. Sánchez Blanco, 2007, p. 237. “El nuevo aprendizaje social de las mujeres, sus experiencias innovadoras y sus esfuerzos sociales durante la guerra constituyeron un legado magnífico para el futuro del movimiento femenino. El trágico resultado de la Guerra impidió su desarrollo. La desoladora derrota final de las fuerzas republicanas el 1 de abril de 1939 dio paso a cuarenta años de dictadura bajo el mando de Franco. La Segunda República fue aplastada implacablemente y España perdió la democracia, la libertad constitucional y los derechos políticos hasta 1978, fecha en la que se instauró una constitución democrática. El nuevo régimen autoritario estaba marcado por una represión brutal (“La mayor parte de las mujeres que fueron represaliadas fueron conscientes de que se las castigaba porque algunas de las funciones asumidas durante la República y la guerra eran consideradas contrarias a su condición de mujeres.”; Prieto Borrego, 2012, p. 74), la eliminación de los derechos políticos e individuales y la abolición de la legislación democrática de la Segunda República. Franco creó un nuevo Estado basado en una estructura estrictamente jerárquica en la que los pilares de la nueva España eran el nacionalsindicalismo y el nacionalcatolicismo. La propaganda franquista trató de desacreditar al régimen democrático anterior afirmando que era depositario de la decadencia política y cultural. En esta crónica difamatoria destacaba los factores culturales y de género como culpables de la alteración de los valores sociales tradicionales como la irreligiosidad y, muy especialmente, dele cambio en la situación femenina. Se afirmaba que el feminismo y las demandas de igualdad habían demostrado plenamente la creciente corrupción de las mujeres y el rechazo de su misión biológica natural como madres. El tradicional modelo femenino de ‘ángel del hogar’, la esposa y madre dedicada y sumisa, se había deteriorado al otorgárseles los derechos políticos (en España, a comienzos del siglo XX, ya se había superado esa imagen de la mujer: “la imagen y la representación cultural de la mujer pasó de la tradicional figura de ‘Ángel del Hogar’ o ‘Perfecta Casada’, a la de ‘Mujer Nueva’ o ‘Mujer Moderna’”; Nash, 1993, p. 687). Así, la emancipación femenina fue acusada de ser un signo de la decadencia moral del régimen democrático republicano”. “Bajo el mandato de Franco, la política, la cultura y la economía eran dominios que estaban exclusivamente en manos de los hombres. Durante los años de la dictadura se silenciaron las voces de las mujeres; el régimen fomentó la amnesia histórica respecto a su pasado y a su capacidad para el cambio social. Las nuevas generaciones de españolas, nacidas y educadas bajo la dictadura, no pudieron beneficiarse de la experiencia de sus antecesoras. Durante más de treinta y cinco años fueron educadas en los códigos de género del ideal femenino de la mujer franquista y en la ignorancia de la práctica democrática del pasado. Sin embargo, el historial femenino en la lucha contra el fascismo y la ‘civilización masculina’ no se perdió por completo. A principios de los años setenta, el floreciente movimiento feminista, las activistas de la oposición política a Franco y las historiadoras especializadas en estudios de las mujeres, se las ingeniaron para reconstruir el eslabón perdido y recuperar la visibilidad y el papel de las mujeres en la guerra y la revolución”. Nash, 2022, pp. 451-452 y 457. “Los estudiosos tuvieron que esperar hasta la muerte de Franco (1975) para llegar a las fuentes primarias relacionadas con la guerra”. Yamaner, 2017, p. 10. Para leer un buen repaso de los estudios más significativos que se han publicado sobre Mujeres Libres y el papel de la mujer en la guerra civil: Martínez Rus, 2014. “(…) el estado de espíritu forjado por la guerra y el franquismo no puede admitir heroínas históricas que no estuvieran sometidas a la divinidad, ni mujeres que no estuvieran sometidas a la maternidad: Pilar Primo de Rivera se dirige al Caudillo en mayo de 1939, en presencia de 10.000 miembros de la Falange Femenina, para ‘festejar la victoria’, pues ‘la única misión que la Patria asigna a las mujeres es el hogar’. Ya en el verano de 1934, el cardenal Goma había consagrado a este tema editoriales de periódicos femeninos (…) sobre todo desde enero de 1938, cuando resulta ya probable la victoria franquista, en las revistas de esa tendencia [derechas] se convierte en tema frecuente el rechazo de esas ‘viragos’, ‘guarras’, monstruos ‘hambrientos de sangre’, o, en otros términos, mujeres de izquierdas. Ellas, al destruir el hogar cristiano y el pudor de las mujeres españolas, son responsables de la catástrofe (…) La Falange Femenina colabora en la producción de una imagen ideal: contribuye a la reeducación de las ‘rojas’ y de sus hijos y crea el ‘servicio social’, contrapunto femenino del servicio militar obligatorio so pena de privación de pasaporte”. Bussy Genevois, 1993, pp. 242-244. Con Pilar Primo de Rivera “Comenzó así una nueva etapa para la historia de las mujeres españolas. Las falangistas abandonaron el trabajo en hospitales, talleres y lavaderos. Llegaba para ellas la hora de reorientar su cometido hacia la educación femenina. El Servicio Social y los cursos de economía doméstica serían sus principales instrumentos. (…) Gracias a su «labor callada y continua», la Sección Femenina consiguió convertirse en la principal plataforma para la nacionalización de las españolas en el marco de la dictadura. (…) Con la derrota de la República y el fin de sus propuestas democráticas e igualitarias había quedado erradicada la vía modernizadora que perseguía la plena ciudadanía de las mujeres. Las falangistas, en definitiva, consiguieron retardar esta fórmula para la integración femenina en el Estado durante casi cuarenta años, los mismos que ellas disfrutaron de su lugar en el «Paraíso erecto»”. Cenarro, 2006, p. 182. “Los historiadores franquistas se aseguraron de que las mujeres que lucharon en la guerra civil española no quedasen reflejadas en los libros de historia más que como prostitutas que seguían caprichosamente a los hombres jóvenes, camino del frente, en los emocionantes primeros días de la contienda (…) En el caso de España y de la guerra civil española, el relato de guerra es la versión franquista de los hechos, la visión de la Iglesia, según la cual la política progresista de la Segunda República amenazaba con desgarrar el tejido de la sociedad española al dar voz y poder a las mujeres y a las clases trabajadoras”. Herrmann, 2002, pp. 245-246.
(81) “En febrero de 1939, Mujeres Libres desapareció en el exilio, pero la iniciativa que tuvo marcó en España el inicio del anarcofeminismo y sus ideas se extendieron a otros países”. Sánchez Blanco, 2007, p. 237. Lucía Sánchez Saornil vivió con su pareja, América Barroso durante su exilio en Francia; siguieron viviendo juntas después de su regreso clandestino a Valencia (aproximadamente en 1941 o 1942) y hasta la muerte de Lucía, en 1970. Durante los años de la dictadura Lucía se dedicó a retocar fotografías y escribir poesía (nada de esta poesía tardía se publicó). Ackelsberg, 2018, pp. 93-94. García Romero, 2016, p. 14. Quiñonero Hernández, 2007, p. 107. “Defino como interesada la ocultación como referente lesbiano de una de las personalidades más relevantes del anarcofeminismo español: Lucía Sánchez Saornil, y la califico de esa manera debido a los sesgos bi-lesbofóbicos con los que se han justificado cínicos olvidos en la mención de su vida amorosa, argumentos cercanos al descrédito personal y la homo-bifobia”. “Una muestra de que la matriz de pensamiento heterocentrada no nos es ajena, y la gran mayoría de nosotras la ha reproducido, es la ausencia de reflexiones sobre estas cuestiones en el ideario anarcofeminista de los grupos de Mujeres Libres y Mujeres Libertarias durante los años 30, el Exilio y la Transición. (…) Un ejemplo de esto, es el siguiente argumento de la historiadora y antigua militante de Mujeres Libertarias de Zaragoza durante la Transición: Laura Vicente (…) La mayoría de las mujeres del grupo tenían relaciones heterosexuales y una minoría relaciones lesbianas o bisexuales. No fue un tema al que se le dedicara atención en el grupo y se aceptaba con naturalidad partiendo de la idea de que las relaciones que predominaban eran las heterosexuales (…). En aras de su escaso número no se da importancia a las múltiples opresiones que las atraviesan en tanto que mujeres, trabajadoras y disidentes de la heterosexualidad”. Hermida Martín, 2021, pp. 294 y 295. Sobre el exilio en Francia de Amparo Poch y Gascón: Rodrigo, 2021, pp. 323-387. “La médica anarquista, Amparo Poch y Gascón, articuló su defensa hacia las relaciones lésbicas. (…) Defendió el amor lésbico desde el candor, la inocencia y la naturalidad. Excluyó de pecado y de culpa al lesbianismo y criticó a quienes llamaban «perversión», a esta forma de homosexualidad (…) Amparo Poch llegó a escribir un texto sobre la homosexualidad femenina en 1964 en el que se puede encontrar su defensa hacia el lesbianismo (…). resalta la posibilidad de que la propia doctora Poch, quien experimentaba su propia sexualidad fuera de los rígidos cánones del heteropatriarcado, mantuviera relaciones homoeróticas”. Hermida Martín, 2021, pp. 302-303. “Tras la derrota en España, el exilio francés les deparó más riesgos, más dolor; después, una espera larga, inacabable. Mercedes Comaposada encontró en París el apoyo de Picasso, siguió unida a su compañero y durante años fue secretaria del pintor malagueño, a la vez que trabajaba en la promoción de la obra de Baltasar (su marido, el escultor Baltasar Lobo; Real López, 2018, p. 36)”. Quiñonero Hernández, 2007, p. 115. Mercedes Comaposada pasó a llamarse Mercedes Gillén cuando partió al exilio: Real López, 2018, pp. 58-60. “Toda esa fulgurante actividad y reflexión se vio truncada por el triunfo de los fascistas de Franco, que condujo a estas mujeres a la cárcel, al exilio, a volver a la situación contra la que se habían rebelado, o lo que tal vez fue peor, a un silencio que negaba a muchas tan siquiera mencionar la experiencia más rica de sus vidas. Entre la desesperanza y debilitamiento que significó el exilio para el anarquismo español, parte de lo peor le tocó a las veteranas de MM. LL., a quienes ni siquiera les fue posible mantener estructuras organizadas en la clandestinidad o en el exterior, como si pudieron hacerlo otras expresiones del movimiento libertario ibérico. Apenas si se registró el esfuerzo, iniciado por Suceso Portales, Sara Berenguer y otras, de publicar la revista MUJERES LIBRES DE ESPAÑA EN EL EXILIO, que comenzó a aparecer en Londres en 1964, luego se siguió editando en Francia y se mantuvo por 47 números hasta 1976, pero que fue prácticamente desconocida fuera de reducidos círculos de la envejecida emigración ácrata española”. Méndez, 2002, p. 36.
(82) Mujeres Libres (Barcelona, 1976-1978) “nace tras el resurgir del movimiento libertario en Catalunya tras la muerte del dictador (…) lo que denominaron: ‘la II época de Mujeres Libres’ (…) Aunque la agrupación catalana recoge el testigo que le pasan las libertarias exiliadas, no hacen referencia alguna a esa etapa previa a su revista y comienzan a publicar en 1977 una nueva publicación que volverá a ser exclusivamente creada por mujeres y con el cuidado por mantener cierto grado de anonimato y promover la responsabilidad compartida de todo el grupo de MM.LL. que redacta y edita esta revista. (…) En varios números podemos encontrar artículos que analizan las diferentes violencias cotidianas que sustentan el sistema de opresión del patriarcado y que explican las distintas situaciones de discriminación que se dan a lo largo de la vida de las mujeres, especialmente resaltan aquellas que se desarrollan en el ámbito doméstico, enfatizando como la familia es una institución de poder que el capitalismo refuerza para dominar el ámbito doméstico, donde tienen lugar todas las actividades responsables de la reproducción de la especie”. Mujeres Libertaras (Madrid, 1985-1987) “ya asentada la nueva etapa democrática un grupo de mujeres jóvenes del entorno anarquista deciden retomar el proyecto de realizar su propia publicación, nace así en Madrid la revista Mujeres Libertarias en 1985 continuará casi una década concluyendo en 1993 con su número 14 (…) Desde su posición de libertarias aportan reflexiones que sostienen su posicionamiento como antimilitaristas en sus críticas a los diferentes conflictos internacionales y su defensa al movimiento insumiso. Que explican su visión de la revolución social a través de sus análisis en torno a la drogadicción, las migraciones, la seguridad ciudadana y su oposición al estado democrático del PSOE, etc.”. Hermida Martín, 2017, pp. 39-44.
(83) “La historia de la represión que se ejerció sobre las mujeres se diferencia sólo parcialmente de la historia de los hombres: el exilio, las ejecuciones, la prisión, la delación, las interdicciones profesionales y la quema de libros alcanzaron a todos los republicanos. Pero las mujeres supieron de violaciones, conocieron el aceite de ricino, el corte de cabello, la reeducación de sus hijos y las prisiones religiosas, sin perjuicio de las ejecuciones”. Bussy Genevois, 1993, p. 244. “La sociedad en la que ahora vivimos, lo sepa o no, es parte de aquel esfuerzo, está ligada a sus intentos, a sus consecuencias, al entresijo de la vida y de la historia que continúo tras la victoria de Franco. Varias generaciones más tarde, cuando pareciera que la represión, el dolor y el silencio había acabado con todo, vuelve a brillar con luz propia las propuestas de la iniciativa de aquellas mujeres cargadas de osadía. Se proclamaron libres a sí mismas y volaron audaces, aún después de su dispersión y de su éxodo, con sus alas rotas, cuando parecían eliminadas de la faz de la Historia”. Quiñonero Hernández, 2007, p. 108.
(84) Sánchez Saornil, 2022, p. 2.
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