8M: el origen del Día Internacional de la Mujer

De sobra es conocido que el 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer. Pero, qué se reivindica este día y por qué surgió esta iniciativa, son cuestiones que parece que no tenemos tan claras. Para quien a estas alturas aún lo desconozca, el feminismo es un movimiento político, sociocultural y filosófico y, como tal, tiene historia. Y es precisamente la Historia la que nos va a ofrecer todas las respuestas necesarias. Así, espero ayudar a esclarecer este asunto, para que el 8M deje de desvirtuarse y para que quede clarísimo que esto va de reivindicar los derechos de las mujeres.

¿Adónde nos vamos a tener que transportar? Pues a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, hasta la Primera Ola del Movimiento Feminista: el Sufragismo (1). Concretamente, haremos una visita a nuestras amigas feministas marxistas: Clara Zetkin, Alexandra Kollontai y Rosa Luxemburgo (2). Porque, ¡oh, sorpresa!, el sufragismo no fue un movimiento exclusivamente burgués como nos han intentado colar (3). Podría hablaros de muchas mujeres más, pero, por cuestiones de espacio, las he seleccionado a ellas, pues son las más representativas.

Clara Zetkin Alexandra Kollontai Rosa Luxemburgo feminismo marxista

Estas amigas se dieron cuenta de que la obrera sufría una doble opresión: por ser obrera (por su clase) y, además, por ser mujer (por su sexo). Soportaban jornadas más largas, tareas más pesadas y condiciones laborales peores que las de los hombres, por salarios más bajos. Y, además de ser explotadas laboralmente, eran oprimidas por «el patrón de su casa»: su marido (4). Y oye, que desde el marxismo (liderado por hombres) no se les tenía en cuenta (5). Así que decidieron unirse y, desde el feminismo, luchar por los derechos de las trabajadoras. Lucha feminista que acabará extendiéndose a todas las clases sociales y a todos los ámbitos de la vida (6).

El Sufragismo: los orígenes del movimiento feminista y del Día Internacional de la Mujer

Aunque hubo precedentes en la lucha por los derechos de las mujeres (7), consideramos que el movimiento feminista nació con el sufragismo. Por eso, lo llamamos «Primera Ola». Y, ¿por qué? Pues porque fue la primera vez que las mujeres se unieron y lucharon políticamente para reivindicar la igualdad entre sexos. Así, el feminismo comenzó su andadura como un movimiento político, sociocultural y filosófico a finales del siglo XIX (8). Porque sí, el feminismo es político; que nadie os diga lo contrario. Y sí, en aquel entonces ya nos difamaban y nos vejaban que daba gusto (9).

Así, en 1848 – año en que también se publicó el Manifiesto Comunista de Marx -, se celebró la Convención de Séneca Falls, en Nueva York (10). En ella, hasta el moño de estar encerradas en el ámbito doméstico y de que sus esposos fuesen sus dueños, y de no tener ni poder administrar sus propios moniches, las mujeres reivindicaron su derecho a optar a las mismas oportunidades educativas y laborales que los hombres. Además, decidieron que ya era hora de ser consideradas ciudadanas y defendieron su derecho a votar y a ser votadas (11). ¡Esfera pública, prepárate, que allá vamos las mujeres! Eran burguesitas, es cierto. ¿La más molona y subversiva? Nuestra Matilda Joslyn Gage.

Por su parte, las sufragistas inglesas pusieron todo el peso en luchar por la igualdad en la educación – la cultura nos da alas – y se radicalizaron. Tanto obreras como estudiantes se sumaron al movimiento, se colgaron por eslogan el Votes for Women e innovaron protestando: se inventaron la huelga de hambre. ¿El precio a pagar? ¡Pasar por la cárcel y a la clandestinidad! (12). Como muestra de su lucha, tenemos a Emily Davison, una mártir por la igualdad.

sylvia pankhurst sufragista y socialista

Suffraggettes around the world! Pero divididas

Pero, aunque siempre se hable del sufragismo estadounidense y del inglés, el feminismo cogió fuerza y se internacionalizó, extendiéndose por todo Occidente. ¡Hasta llegó a España! – No os perdáis la historia de nuestra Clara Campoamor -. Así, las feministas de la primera ola, europeas y americanas, se pusieron a trabajar codo con codo y a planificar qué agenda seguir. Y, como cabe esperar, en un mundo dividido entre liberalismo y socialismo, dentro del movimiento feminista se produjo también la escisión (13). Así, a principios del siglo XX, el feminismo se dividió: por un lado, estaban los grupos radicales (ejemplo: las inglesas) y, por otro, los elitistas (ejemplo: las estadounidenses) (14).

Pero también surgió el feminismo socialista o marxista organizado, y se presentó como una alternativa al feminismo de raíz ilustrada (burgués) (15). ¿Quién sentó las bases y se convirtió en la «madre» del mismo? Pues nuestra amiga alemana, Clara Zetkin (16). En 1907 organizó una Conferencia Internacional Socialista de Mujeres, que movilizó a las feministas marxistas a nivel internacional e hizo que se desligasen de las feministas burguesas (17).

Algunas feministas, como Sylvia Pankhurst en Inglaterra o Lily Braun en Alemania, impresionadas por las organizaciones de mujeres socialistas abandonaron por completo el feminismo de clase media para unirse a ellas (18).

El origen del 8M, el Día Internacional de la Mujer

En 1910, se celebró en Copenhague la II Conferencia Internacional Socialista de Mujeres (19). Se decidió que era prioritario luchar por los derechos civiles de la mujer y exigir reformas de las leyes y códigos vigentes. Así, denunciaron la discriminación educativa y reivindicaron la igualdad de salarios y de participación política con respecto al hombre (20). Además, Clara Zetkin propuso proclamar el 8 de marzo como el «Día Internacional de la Mujer», para revindicar la igualdad de derechos entre los sexos. Cosa que se aprobó por unanimidad (21). Entre las asistentes, se encontraban la rusa Alexandra Kollontai y la polaca Rosa Luxemburgo (22). ¿Por qué se eligió el 8 de marzo para reivindicar los derechos de las mujeres? Pues para conmemorar dos huelgas de trabajadoras, celebradas un 8 de marzo, en las que reivindicaron sus derechos y señalaron las infames condiciones laborales que sufrían (23).

clara zetkin rosa luxemburgo dia internacional de la mujer 8 de marzo 8M

El «Día Internacional de la Mujer Trabajadora»

Así, la primera vez que se celebró el 8 de marzo para reivindicar los derechos de las mujeres fue en 1911 (24). Pocos días después (25), ocurrió una tragedia. Una fábrica de camisas de Nueva York se incendió y fallecieron 123 trabajadoras y 23 trabajadores. La mayoría de las víctimas eran jovencísimas mujeres inmigrantes, que trabajaban diez horas diarias (26). ¿Lo más escalofriante? No pudieron escapar de las llamas porque, en horario laboral, los responsables de la fábrica las encerraban con llave. Según ellos, para evitar robos… Explotación capitalista salvaje se llama, dejemos los eufemismos aparte (27).

Incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York 8 de marzo Día Internacional de la Mujer
Incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York. Fuente: Wikipedia.

Este terrible suceso puso sobre la mesa feminista la urgencia de reivindicar los derechos laborales de las mujeres. Así, el 8 de marzo se empezó a llamar «Día Internacional de la Mujer Trabajadora» (28). Con el tiempo se vio que llamarlo así era un error. Primero, porque poquísimas mujeres no trabajan, aunque no se les remunere por ello (29). Y, segundo, porque la lucha del feminismo no se limita únicamente al ámbito laboral:

concierne la vida personal, la doble jornada, la sexualidad, el uso y abuso de nuestro cuerpo, las imposiciones y restricciones de todo tipo y, por supuesto, la violencia (Pilar Aguilar) (30).

La reivindicación de los derechos de las mujeres

Desde el feminismo se acordó volver a llamar al 8M con su nombre original: el «Día Internacional de la Mujer» (31). Y el objetivo del mismo no es otra cosa que seguir luchando por la igualdad entre sexos, por los derechos de las mujeres. Así, aunque es tradición manifestarse dicho día (cabe recordar, dadas las circunstancias de este año, que no es la única forma de reivindicar nuestros derechos), no se trata de un desfile, ni un despiporre, ni de la jarana nacional (32). El 8 de marzo es el día en que se pone en orden la agenda feminista, ni más ni menos. Porque, aunque hemos conquistado muchos frentes, aún nos quedan muchas cimas por alcanzar. En palabras de la compañera Pilar Aguilar:

No renegamos del componente festivo del 8 de marzo, claro que no. Nos alegramos de vernos juntas y celebramos nuestras conquistas -que son muchas-. Pero también y sobre todo proclamamos nuestra determinación de seguir luchando, exponemos las urgencias de nuestra agenda, en qué puntos hemos de concentrar nuestros esfuerzos, cuáles son nuestras exigencias más perentorias… Con debate e intercambio entre nosotras (33).

Una vez aclaradas las cosas y puestos los puntos sobre las íes, volvamos a nuestras tres protagonistas. Porque, al conmemorar el 8 de marzo, no podemos olvidarnos de Clara Zetkin, Alexandra Kollontai y Rosa Luxemburgo (34). Pues ellas fueron quienes decidieron, por primera vez en la Historia, realizar una reunión internacional de feministas, para analizar los graves problemas de desigualdad a los que se estaban enfrentando las mujeres, agravados con el avance del capitalismo (35). Mi obligación es rescatar a las «madres» del Día Internacional de la Mujer; ellas no pueden ser borradas – ni ninguna mujer, añado -.

Clara Zetkin: la mujer que introdujo la «cuestión femenina» en la Segunda Internacional

Clara Zetkin era la hija de un maestro de un pueblecito de Alemania (36). Cuando tenía 17 años, empezó su formación para seguir los pasos de su padre, con la suerte de que una de sus profes era la lideresa del movimiento feminista alemán (37). Además, durante los cuatro años que duraron sus estudios, Clara entró en contacto con estudiantes que migraron de la Polonia rusa (38). Así, se formó en marxismo y se familiarizó con las luchas intelectuales del movimiento obrero ruso (39).

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Con 24 años, feminista y marxista convencida, se afilió al Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) y actuó desde la ilegalidad – porque a Bismarck, canciller alemán de aquél entonces, no le gustaba un pelo el socialismo y lo había ilegalizado – (40). Y, como expulsaron a su marido de Alemania por ser un «extranjero indeseable», Clara Zetkin estuvo recorriendo Europa, participando activamente en el movimiento socialista (41). ¡Y tanto que participó! Pues fue una de las organizadoras de la Segunda Internacional (42). Participó en todos los congresos y no se olvidó de señalar la importancia de la mujer para la revolución socialista, así como reivindicar la igualdad de derechos para las mujeres (43). Pues era muy consciente de que la mujer proletaria no solo era oprimida por su clase, sino también por su sexo. En palabras de Clara:

Mientras las mujeres luchan codo con codo con los trabajadores socialistas, están dispuestas a compartir todos los sacrificios y las penurias, pero también están firmemente resueltas a asumir después de la victoria todos los derechos que les corresponden (44).

¡Ay! ¡Se me ponen los pelos como escarpias! Pues era la primera vez que una mujer defendía la igualdad de la mujer en una asamblea internacional (45).

Mujeres proletarias, ¡uníos a la revolución!

¿El resultado de la intervención de Clara? Muchas mujeres se unieron a la revolución socialista y, además, el SPD exigió la plena igualdad económica, política y jurídica de la mujer, en 1890, cuando ya no era ilegal (46). Clara regresó a Alemania y lideró el movimiento de mujeres del SPD, del que Rosa Luxemburgo también formó parte y con la que mantuvo una estrecha y preciosa amistad. Ambas defendieron la importancia política de la huelga de masas en la lucha revolucionaria (47). – Podíamos tomar nota para este año, ejem ejem -. Clara también fue redactora jefe del periódico de las trabajadoras alemanas – donde instaba a los lectores para que educasen a sus hijos rompiendo los roles de género – (48). ¿Objetivo? Movilizar a las mujeres obreras, llamarlas a sus filas y alejarlas del feminismo burgués (49).

Así, consiguió que el feminismo marxista alemán se desarrollase desde el principio como parte integral del movimiento obrero, e independientemente del sufragismo burgués (50). Para Clara, la emancipación de la mujer solo sería posible acabando con la explotación capitalista y construyendo una sociedad socialista (51). En sus palabras:

La lucha de liberación de la mujer de la clase trabajadora no puede ser, como lo es para la mujer burguesa, una lucha contra los hombres de su clase… El objetivo final de su lucha no es la libre competencia contra los hombres, sino lograr el dominio político de la clase trabajadora. De la mano de los hombres de su propia clase, la mujer obrera lucha contra la sociedad capitalista (52)

El Día Internacional de la Mujer y una patada en el trasero

Clara, desde 1900, organizó una conferencia internacional de mujeres periódica, que se celebraba cada dos años, en asociación con los congresos del partido socialdemócrata de Alemania. Ya os he contado cómo en 1907 organizó la I Conferencia Internacional Socialista de Mujeres y, en 1910, la II, en la que se proclamó el 8 de marzo, a petición de Clara, como el Día Internacional de la Mujer (53).

Pero, como de desagradecidos está el mundo lleno, y los «camaradas» de Clara tenían de marxistas lo que yo de postmoderna – de feministas, ya, ni os digo -, en 1910 el SPD, además de convertir el periódico de Clara en un despropósito de «revista femenina» – ya me entendéis – le dio una patada en el culo a la propia Clara, expulsándola de la dirección del movimiento socialista de mujeres. Y es que, para estos señoros, Clara era demasiado revolucionaria y radical (54). ¡Tócate los pies! ¡Vaya mierda de «aliados»!, ¿verdad? ¿Supuso el fin del activismo de Clara? ¡Qué va! Hizo campañas contra el militarismo, el imperialismo y el colonialismo y les sacó los colores más de una vez a los vendidos de sus ex-amiguitos (55):

Ya no hay ningún sinvergüenza político, económico o financiero de la burguesía que los líderes de la Segunda Internacional no estén dispuestos a tolerar, apoyar y cooperar (56).

Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo y Alexandra Kollontai: amigas y camaradas

Clara, Rosa Luxemburgo y Alexandra Kollontai se opusieron a la Primera Guerra Mundial – argumentaba Clara que interesaba a los terratenientes y al gran capital – (57). Organizaron la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas contra la guerra, y utilizaron el periódico de Clara – antes de ser destituida – para hacer campaña antibelicista (58). ¿Consecuencias? No solo la expulsaron definitivamente del periódico, sino que, además, la encarcelaron por «intento de traición» (59). En cuanto la liberaron, se apropió de otra publicación, no problem! (60).

Clara no tenía ninguna intención de olvidarse de la lucha política, así que fundó, junto con Rosa Luxemburgo, la Liga Espartaquista (61). Después de la guerra, junto a los marxistas revolucionarios, se unió al Partido Socialdemócrata Independiente y, finalmente, al Partido Comunista de Alemania, formando parte de su Comité Central – desde 1920, fue elegida regularmente como diputada en el parlamento alemán – (62). Además, Clara simpatizó y apoyó la Revolución Rusa, dirigiendo el Secretariado Internacional de Mujeres de la Internacional Comunista, así como la Organización Internacional de Ayuda a los Revolucionarios (63).

El poético final de Clara Zetkin

En 1932, con Hitler ya en escena, Clara fue invitada a pronunciar un discurso para inaugurar el parlamento alemán – pues era diputada veterana -. Tuvo los ovarios de pronunciar un magnífico discurso revolucionario contra los fascistas (64). Con él, además, saldó cuentas con sus ex-amiguis: expuso alto y claro que la victoria del fascismo en Alemania tenía sus raíces en la bajada de pantalones de la socialdemocracia alemana ante la burguesía (65).

Poéticamente, pocos meses después de que Hitler llegase al poder, Clara falleció en Moscú (66). Nacía el monstruo y moría la heroína. Tuvo un funeral solemne, acompañada por los principales miembros de la Internacional Comunista, que enterraron sus cenizas en el Muro Rojo del Kremlin (67). Que la tierra te sea leve, camarada.

Rosa Luxemburgo: la mártir marxista

Rosa Luxemburgo era una judía polaca (68), activista del movimiento socialista desde los 16 años (69). Cuando tenía 18, sus actuaciones llegaron a oídos de la policía y tuvo que abandonar Polonia, para no ser encarcelada (70). Así que se asentó en Suiza e ingresó en la universidad, mientras continuaba inmersa en la lucha revolucionaria (71). Con apenas 20 años, Rosa ya era reconocida como lideresa teórica del Partido Socialista Revolucionario de Polonia (SDKPL) – lo siguió siendo hasta el final de su vida -. Como se enfrentó a los socialistas «moderados» y a su posición nacionalista, se tuvo que tragar injurias la mar de saladas, como que era agente de la policía secreta zarista (72). Y hablando de nacionalismo, supuso un tema de disputa entre ella y el mismísimo Lenin (73).

Rosa Luxemburgo feminismo biografía

Intelectualmente hablando, Rosa crecía a pasos agigantados y se convirtió en colaboradora principal del periódico del SDKPL (74), así como del periódico teórico marxista más importante de la época (75). En 1898, se metió de lleno en el movimiento obrero alemán, entregándose en cuerpo y alma a la causa (76). En este punto, su vida y la de Clara Zetkin se entrecruzaron en el SPD. Lógicamente, al igual que Clara, se sumó a la parte más revolucionaria del movimiento, defendiendo el marxismo con uñas y dientes (77).

Una pacifista dando con sus huesos en la cárcel en varias ocasiones

Pasó un mes en prisión por «insultar al Káiser» (el emperador del Imperio Alemán: Guillermo II, el último Káiser) (78) y, cuando estalló la Revolución Rusa, defendió una posición muy cercana a la de Trotsky – postura impopular entre los marxistas – (79). Entró ilegalmente en la Polonia rusa (80), cuando la represión contra los revolucionarios estaba afilando el diente, y fue arrestada y encarcelada durante cuatro meses. Como tenía nacionalidad alemana, la liberaron y la expulsaron del país (81). Pero en Alemania la volvieron a enchironar otros dos meses, por «incitar a la violencia», ya que defendió en un mitin la huelga de masas (82).

Como Clara, mantuvo posiciones feministas, antiimperialistas y antimilitaristas, y participó en las Conferencias Internacionales Socialistas de Mujeres, de las que ya os he hablado, apoyando a Clara para que el 8 de marzo se convirtiese en el Día Internacional de la Mujer (83). Y, también como a Clara, sus posturas le costaron caras. Las diferencias entre Rosa Luxemburgo y la dirección del SPD se hicieron cada vez más profundas e insalvables (84). En 1913, publicó La Acumulación del Capital, la obra más importante sobre economía marxista junto con El Capital de Marx (85).

Al igual que Clara, se opuso a la Primera Guerra Mundial y fue arrestada y encarcelada un año por incitar a los soldados a la rebelión (86), por decir:

Si ellos esperan que asesinemos a los franceses o a cualquier otro hermano extranjero, digámosles: ‘No, bajo ninguna circunstancia’ (87).

No agachó la cabeza, sino que se defendió condenando el imperialismo y la guerra brillantemente (88). Fue en esta lucha en contra de la guerra cuando Clara y ella fundaron la Liga Espartaquista (89), y continuó, desde prisión, dirigiendo, inspirando y organizando a los revolucionarios, levantando las banderas del socialismo internacional (90).

El vil asesinato de Rosa Luxemburgo

En noviembre de 1918 liberaron a Rosa y siguió sumergida con toda su energía en la lucha revolucionaria. La Liga Espartaquista pasó a ser el Partido Comunista Alemán (KPD), cuyo programa fue redactado por Rosa. Pero las fuerzas reaccionarias tenían mucho poder y estaban más que dispuestas a deshojar a nuestra Rosa. Los líderes más conservadores de la socialdemocracia y los generales del viejo ejército del Káiser unieron fuerzas para acabar con los revolucionarios. Asesinaron a miles de trabajadores y, en medio de esta masacre, el 15 de enero de 1919, acabaron con Rosa Luxemburgo. El culetazo del rifle de un soldado destrozó su cráneo (91). Rosa Luxemburgo, la feminista marxista, «la más genial discípula de Karl Marx» (92), había sido asesinada. En palabras de su amiga y camarada, Clara Zetkin:

Rosa Luxemburgo simboliza la espada y la llama de la revolución, y su nombre quedará grabado en los siglos como el de una de las más grandiosas e insignes figuras del socialismo internacional (93).

Alexandra Kollontai: la feminista bolchevique

Alexandra Kollontai nació en Rusia, cuando aún gobernaban los zares; de hecho, su padre era un general al servicio del zar (94). Así, su familia estaba bien posicionada y recibió una buena educación, gracias a su padre. Y fue a través de esa educación como entró en contacto con las teorías revolucionarias (95). Se llegó a casar, pero abandonó a su marido para irse a estudiar a Suiza – como Rosa Luxemburgo -, donde las jóvenes estudiosas afines a las ideas marxistas se concentraban. Allí, se radicalizó y comenzó su compromiso político, convirtiéndose en una auténtica revolucionaria (96).

alexandra kollontai biografía feminista bolchevique

Después, se afilió al Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (97) y pasó a la acción revolucionaria sin descanso. Además de formar parte de las Conferencias Internacionales Socialistas de Mujeres que ya hemos comentado, y ser otra de las madres del 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, – como Zetkin y Luxemburgo, también formó parte del SPD en Alemania -, también se opuso a la Primera Guerra Mundial y estuvo más que presente en la Revolución Bolchevique (98). De hecho, justo cuando estalló la Revolución, fue la primera mujer elegida por el Comité Central del Partido Bolchevique (99) y la primera mujer en el gobierno, como comisaria del Pueblo para la Seguridad Social (100).

La defensa de los derechos de las mujeres obreras

Tres años después, Lenin la nombró directora de la Organización de Mujeres Soviéticas (101). Porque, una vez tumbado el régimen zarista, Alexandra se dedicó – al igual que Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo – a hacer ver a las obreras la doble explotación que sufrían, por su sexo y por su clase (102).

Alexandra lo tuvo claro: se centró en eliminar el concepto de familia patriarcal, que oprimía a las mujeres, imponíendoles el cuidado de los hijos y las tareas domésticas (103). Y fue muy rompedora en sus planteamientos: puso sobre la mesa que las mujeres que ponen por encima de todo el amor – aunque ese «amor» sea nocivo -, están alienadas. – Kate Millet rematará esta idea en los años ’70, cuando suelte eso de que «el amor es el opio de las mujeres» -. También sentenció que para que una relación sentimental sea sana, la pareja debe respetarse mutuamente y olvidarse de los celos y del instinto de posesión. Ella lo llamaba «amor-camaradería» (104). ¡Qué genia!

Kollontay no se limita a incluir a la mujer en la revolución socialista, sino que define el tipo de revolución que la mujer necesita. No basta con la abolición de la propiedad privada y con que la mujer se incorpore a la producción; es necesaria una revolución de la vida cotidiana y de las costumbres, forjar una nueva concepción del mundo y, muy especialmente, una nueva relación entre los sexos (105).

Además, Alexandra, legalmente, consiguió varias victorias para las mujeres: que el matrimonio fuese igualitario entre cónyuges, que la asistencia maternal en los hospitales fuese gratuita, el divorcio y protección estatal para madres e hijos – leyes que Stalin mandará al carajo – (106).

La Mujer Nueva

Alexandra Kollontai, en definitiva, definió a la «Mujer Nueva», que exigía el respeto de los hombres, rechazaba las dependencias materias y afectivas y se rebelaba contra los obstáculos socioeconómicos, la doble moral y el «cautiverio amoroso». Una mujer que defendía, imponía e interiorizaba su valor (107). Una fantasía de mujer, sí.

En lugar del matrimonio indisoluble, que se funda en la servidumbre de la mujer, se verá nacer la unión libre, que debe su fuerza al amor y el respeto mutuos de dos miembros de la ciudad del Trabajo, iguales en derechos y en obligaciones (108).

Problemillas con el camarada Lenin

Que el objetivo de Alexandra Kollontai era la liberación de la mujer, estaba más claro que el agua. Y oye, se ve que a Lenin las ideas de Alexandra le parecieron demasiao’ pa’ su body. Porque esa intención de la Kollontai, después de liberar a la mujer del hogar y de la carga de la maternidad – el estado socialista se haría cargo tanto del cuidado de los hijos como de las tareas domésticas -, de apostar por la liberación sexual, a Lenin ya no le gustó. Además, las mujeres socialistas tampoco la apoyaron, pues eran demasiado tradicionales en este sentido. Así que Lenin la destituyó de su cargo de directora de la Organización de Mujeres Soviéticas (109) y la destinó a tareas diplomáticas: Alexandra se convirtió en la primera mujer embajadora (110).

La iniciativa de Alexandra de acabar con el modelo de familia patriarcal no salió bien. La guerra civil que se produjo tras la Revolución Bolchevique dejó a Rusia hecha mistos, y la gente se aferró a la familia tradicional (111). Así que atacaron a Alexandra, diciendo que descuidaba la lucha de clases y que alentaba a la anarquía sexual (112). – La Iglesia hasta la acusó de hereje (113) -. Pero nuestra Alexandra no se rindió, y estuvo difundiendo el feminismo marxista (o socialista) – que, sin duda, le debemos a ella – por Europa y Estados Unidos la tira de años (114). Falleció en 1952, en Moscú (115).

8 de marzo: Día Internacional de la Mujer para reivindicar nuestros derechos

Hermanas, tras haber surfeado por la vida y obra de estas tres referentes del feminismo – porque ellas sí son referentes, no Lola Flores -, hagamos justicia a su memoria y no olvidemos nunca por qué se celebra el 8 de marzo. El objetivo del Día Internacional de la Mujer no es otro que seguir luchando para conseguir la igualdad real entre los sexos. Aclaremos que sexo (biológico, realidad material, no es una identidad) no es igual que género (los roles y estereotipos socioculturales que nos imponen y con los que se nos educa por nuestro sexo), no nos confundamos. En boca de la compañera Paula Fraga:

No somos un colectivo ni una diversidad porque somos la mitad de la población con una agenda de emancipación clara. No somos una identidad porque nacer mujer determina nuestra posición estructural en el mundo, nuestra posición subordinada en la jerarquía sexual (116).

El feminismo, como movimiento político que es (117), siempre está en construcción, pero existen unos principios básicos inamovibles, que no se pueden quebrantar. Para empezar, el sujeto político del feminismo somos las mujeres. Y luchamos por la abolición del género, pues es el «culpable» directo de la opresión patriarcal al que estamos sometidas. Sumemos la abolición de la prostitución y de la pornografía (desde el feminismo no se puede tolerar la explotación sexual de la mujer) y de los vientres de alquiler (tampoco la explotación reproductiva), con la cosificación y violencia que conllevan. Y, por lógica, el feminismo debe enfrentarse al capitalismo, pues es el sistema político y económico que nos explota y oprime y nos convierte en mercancía (118). Si alguien reniega de estas bases, no, no es feminista y esta no es su lucha ni el 8 de marzo su día.


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Referencias y bibliografía

Referencias

(1) Morillas Cobo, 2018, pp. 187-188. Esta primera oleada se centró en conseguir mejoras económicas y legales imprescindibles para que la mujer pudiese lograr su independencia (Miyares  en Stanton, 1997, p. 13); lucharon para conseguir un sufragio universal, pues su equiparación política a los hombres era la llave para lograr otras transformaciones (Pérez Garzón, 2011, p. 98; Valcárcel, 1994, p. 38). Morillas Cobo, 2018, p. 196.

(2) La liberación de la mujer fue un tema candente en los movimientos socialistas que surgieron a finales del siglo XIX; las mujeres ejercieron considerable presión sobre los nuevos movimientos y consiguieron introducir sus casos dentro de la argumentación general a favor del socialismo. Rowbotham, 1978, p. 116. Como veremos, Zetkin, Luxemburgo y Kollontai son las «madres» del Día Internacional de la Mujer.

(3) Uno de los tópicos “es que el feminismo era el credo de las mujeres de clase media, sin ninguna relación o interés por las mujeres de clase trabajadora (…) que en realidad fue una revolución minoritaria de un grupo de mujeres en defensa de su status, frente a los hombres y mujeres de clases inferiores”. Miyares, 1994, p. 1. Sin embargo, una de las características más fascinantes del movimiento sufragista, es que fue interclasista (Miyares en Stanton, 1997, p. 14), pero desde el marxismo y la izquierda tradicional lo tacharon de «feminismo burgués» y se desentendieron de su lucha (sin embargo, el sufragismo atendió cualquier problema social o laboral que afectase a las mujeres incluyendo, por supuesto, a las mujeres obreras; Amorós, 2008, p. 80). Obviamente, la derecha liberal tampoco las trató mejor. La falta de apoyos políticos (masculinos, lógicamente) marcó el trayecto de la lucha sufragista. Morillas Cobo, 2018, p. 188.

(4) Miyares, 1994, p. 6.

(5) En aquel entonces, el debate político se centraba en la batalla entre el liberalismo y el socialismo. El liberalismo político luchaba por su concepto de individualidad y el socialismo por su concepto de clase. Las mujeres no eran consideradas individuos de pleno derecho ni tampoco, como colectivo, tenían el potencial de una clase. Amorós 2008, p. 77. “Por parte de los sindicatos existía una fuerte oposición a que las mujeres se sindicalizaran y más aún tendían a aunar sus esfuerzos para que las mujeres pudieran estar en su debida esfera, el hogar y el cuidado de los hijos”. Miyares, 1994, p. 6.

(6) Históricamente, ni el liberalismo ni el socialismo clásico han satisfecho plenamente las exigencias y expectativas de las mujeres, de ahí que el feminismo, en cuanto teoría política, se presente hoy en día como una tercera vía ético-política; véase Miyares, 2003. “La solución a estos problemas sólo podía venir por la formación de sindicatos femeninos. Estos se materializaron en Gran Bretaña y Estados Unidos durante la década de 1870. Fueron creados por feministas de clase media (…) resultaron, en la mayoría de los casos, inoperantes para las mujeres obreras. Al final del siglo la desilusión hizo que las mujeres activas del proletariado confiaran cada vez más en sus propios recursos y se separan de los ideales individualistas y liberales. Las insuficiencias y limitaciones de la ideología liberal las condujo al socialismo, encontrando en éste una alternativa a la teoría individualista liberal de los derechos de la mujer”. Miyares, 1994, p. 6.

(7) Como Olympe de Gouges o Mary Wollstonecraft.

(8) “Las mujeres hacen su aparición en la escena social y política del siglo XIX, con los notables precedentes ilustrados”. Miyares, 1994, p. 1. “Estas mujeres luchaban para gozar de los mismos derechos y libertades que sus compañeros masculinos: pretendían ser ciudadanas. (…) Y es que la mujer continuaba siendo una esclava doméstica, vinculada y dependiente de los varones. Era una subordinada, una niña, poco más que un cero a la izquierda”. Morillas Cobo, 2018, p. 188. Porque, en palabras de Simone de Beauvoir: “había (y sigue habiendo, añado yo) dos tipos de personas: los seres humanos y las mujeres”. Amorós, 2008, p. 81.

(9) La fuerza del patriarcado es tal, que ha logrado imponer en el imaginario colectivo la imagen de las feministas como «marimachos» inadaptadas, ya desde la primera ola sufragista (Amorós, 2008, p. 81); locas, histéricas o el famoso “feminazi”, entre otras lindezas. Morillas Cobo, 2018, pp. 189-190.

(10) Amorós, 2008, pp. 77-78. Miyares, 1994, p. 2. Se reunieron unas 70 mujeres y 30 hombres y se estudiaron las condiciones y derechos sociales, civiles y religiosos de la mujer. Morillas Cobo, 2018, p. 191. Sobre el Manifiesto Comunista: Rowbotham, 1978, pp. 92-94.

(11) Miyares en Stanton, 1997, pp. 12-15. Miyares, 1994, pp. 2-3. Pérez Garzón, 2011, pp. 99-101. También llevaron a cabo una relectura de la Biblia: la mujer es igual al hombre, eso es lo natural, y si es que existe un Dios justo, así lo debería de promulgar (La Biblia de la Mujer, publicada en 1895: Stanton, 1997). Al terminar la asamblea redactaron la «Declaración de Séneca Falls» o «Declaración de Sentimientos», donde manifestaron sus exigencias para alcanzar la ciudadanía civil y los principios necesarios para modificar las costumbres y la moral imperante. Morillas Cobo, 2018, pp. 191-193. Las sufragistas pedían para las mujeres lo que su época ofrecía de novedoso para el hombre: su derecho a votar y a poder ser elegidas como cargos públicos, la democracia, la ciudadanía, la libertad de conciencia, la razón religiosa por encima del fundamentalismo y la liberalización de las costumbres. Valcárcel, 1997, pp. 60-63. Los varones habían legitimado la subordinación femenina alegando que era algo «natural»; en la Convención se alegó que lo natural era que una mujer fuese verdaderamente feliz, por lo que cualquier ley que reprimiese a la mujer era antinatural. Amorós, 2008, p. 78.

(12) Morillas Cobo, 2018, pp. 193-195. Miyares, 1994, pp. 3-5 y 7-8. El movimiento sufragista inglés creció sobre todo entre 1850 y 1920, influyendo en el resto de Europa. Estuvo liderado por mujeres como Harriet Taylor Mill y Anne Knight. Pretendían conseguir la igualdad de derechos y de privilegios sociales a través de la educación, de nuevas leyes y de la participación política. Crearon varios centros universitarios para mujeres pioneros en Europa, de cuyas promociones salieron feministas decididas, que se fueron organizando: publicaron un periódico feminista; lanzaron una editorial, Victoria Press, solo para publicar obras de mujeres; y fundaron la Sociedad de Promoción del Empleo Femenino. La primera propuesta de sufragio universal que presentaron en 1866 fue rechazada y las distintas agrupaciones sufragistas se fusionaron (en la Sociedad Nacional pro Sufragio de la Mujer), pero se escindió una rama más radical del movimiento (la rama feminista moderada, liderada por Millicent Garret Fawcett, en 1897 creó la Unión Nacional de Sociedades pro Sufragio de la Mujer; las feministas más radicales, lideradas por Emmeline Pankhurst, en 1903 fundaron la Unión Social y Política de las Mujeres); a ellas se sumaron miles de obreras sindicadas y mil licenciadas universitarias. Sus prácticas fueron castigadas por las autoridades por alteración del orden. Emplearon la huelga de hambre como forma de protesta desde 1909. El primer ministro llegó a ordenar la alimentación forzosa. En 1912, el Gobierno ilegalizó la formación de Pankhurst. Pérez Garzón, 2011, pp. 101-108.

(13) Cuando la revolución social dejó paso a una revolución política, la tendencia liberal y la tendencia socialista designaban usos y actuaciones políticas inconciliables. Las propias mujeres irían transformando sus reivindicaciones de sociales en políticas, agudizándose a su vez las escisiones en el seno del feminismo. 1848 marca la revolución social, 1871 marca el inicio de la revolución política y  1900 supone la radicalización de la política. Miyares, 1994, p. 2.

(14) “A comienzos del siglo XX el liberalismo se fue alejando de los dogmas individualistas y los ideales progresistas, acercándose a una mayor creencia en la intervención del Estado. El liberalismo abandonó sus tesis igualitarias para ganarse el beneplácito de las élites dominantes. El feminismo sufriría ese cambio transformándose o bien en grupos de actividad radical o bien en organizaciones marcadamente morales cuyos mensajes eran literalmente elitistas. Inglaterra ejemplificaría la primera vertiente, Estados Unidos, en cierto modo, la segunda”. Miyares, 1994, p. 7.

(15) De Miguel, 1994, p. 10. “La primera edición del libro de Bebel La mujer y el socialismo marcaría las líneas del feminismo socialista organizado (Rowbotham, 1978, pp. 118-125). Apareció en 1879 (…) estimuló la igualdad de derechos y el sufragio de la mujer, pero, sin embargo, se mantenía dentro del universo naturalista. En la futura sociedad socialista las mujeres realizarían tareas adaptadas a sus capacidades, y Bebel insistía mucho en que serían distintas de las de los hombres. Las mujeres, pensaba, estaban adaptadas por naturaleza a la maternidad y la crianza de los hijos”. Miyares, 1994, p. 6.

(16) “Las bases para un movimiento socialista femenino fueron puestas por Clara Zetkin. Amparándose en las tesis de Bebel, subrayó que la lucha de las mujeres obreras por su emancipación era parte integrante de la lucha del proletariado. Insistió en la imposible comunidad de acción entre burguesas y proletarias, y organizó la estructura del movimiento de mujeres del SPI alemán. Sus presupuestos fueron aceptados por el partido como el medio más adecuado de evitar una tendencia separatista por parte de las mujeres”. Miyares, 1994, p. 6.

(17) Miyares, 1994, p. 6. Participaron 59 mujeres de 15 países. Las opiniones marxistas consistentes de Clara Zetkin, apoyadas por Alexandra Kollontai y otras, ganaron la partida, en parte, debido al predominio preponderante de la delegación alemana. Las resoluciones señalaron que “los partidos socialistas de todos los países tienen el deber de luchar enérgicamente por la introducción del sufragio universal para las mujeres” y que “las mujeres socialistas no deben aliarse con las feministas burguesas, sino liderar la batalla codo a codo con los hombres socialistas”. Singh, 1988.

(18) Miyares, 1994, p. 7.

(19) Singh, 1988. El 10 de marzo de 1910. Left Zimmerman, 1977, p. 91. Especialmente, reivindicaban el derecho al voto. Asistieron más de cien mujeres, procedentes de 17 países. Aguilar, 2019. Corral, 2020. Montagut, 2015.

(20) Además pidieron protección a la maternidad. Left Zimmerman, 1977, p. 91.

(21) Aguilar, 2019. Corral, 2020. Montagut, 2015. “En 1910, en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, Clara Zetkin planteó la cuestión de organizar un Día Internacional de la Mujer Trabajadora. La conferencia decidió que cada año, en cada país, se celebrase el mismo día un ‘Día de la Mujer’ bajo el lema ‘el voto de la mujer unirá nuestra fuerza en la lucha por el socialismo’”. Kollontai, 2017.

(22) Como apoyaron en la propuesta a Zetkin, también se consideran «madres» del Día Internacional de la Mujer. Montagut, 2015.

(23) Se produjeron en 1857 (protagonizada por las mujeres trabajadoras de una fábrica textil de Nueva York) y en 1908 (40.000 costureras de muchas grandes fábricas del país se declararon en huelga para reclamar la igualdad de derechos). Por eso se eligió el 8M como el Día Internacional de la Mujer. Corral, 2020.

(24) Primera celebración del Día Internacional de la Mujer. Corral, 2020. Kollontai, 2017. Kollontai, 1921, p. 38. Montagut, 2015. Singh, 1988.

(25) El 25 de marzo de 1911. Aguilar, 2019. Montagut, 2015.

(26) Cotton Textil Factory, en Washington Square. Corral, 2020. Procedían de Europa del Este y de Italia; tenían entre 14 y 23 años. Aguilar, 2019. Montagut, 2015.

(27) Aguilar, 2019. Corral, 2020.

(28) Aguilar, 2019. Montagut, 2015. En palabras de Alexandra Kollontai: El Día Internacional de la Mujer o Día Internacional de la Mujer Trabajadora «es un día de solidaridad internacional, y un día para pasar revista de la fuerza y la organización de las mujeres proletarias. Pero este no es un día especial solo para las mujeres. El 8 de marzo es un día histórico y memorable para los obreros y los campesinos, para todos los trabajadores rusos y para los trabajadores de todo el mundo. (…) ¡El Día de la Mujer trabajadora pasa de ser un día de lucha por el sufragio a un día internacional de lucha por la plena y absoluta liberación de la mujer, lo que significa una lucha por la victoria de los soviets y por el comunismo!”. Kollontai, 2017.

(29) Como clamamos en las manifestaciones: “Queremos empleo, trabajo nos sobra”. Aguilar, 2019.

(30) Aguilar, 2019.

(31) La ONU declaró el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer en 1975. Corral, 2020. Montagut, 2015.

(32) “Durante años, a pesar de nuestros esfuerzos, solo las feministas sabíamos que existía el 8 de marzo (…) Poco a poco, la fecha del 8 de marzo se fue conociendo en círculos más amplios aunque, claro, en una variante descafeinada y adulterada. Algo del tipo: «¡Fiesta de las mujeres porque son tan cariñosas y guapas!», «Felicita a tu mejor amiga», «Regala un ramo de flores a tu madre o a tu novia y agradécele los muchos servicios prestados», etc. A medida que la “fiesta” se expandía, muchos ayuntamientos se fueron apuntando y organizando actividades lúdico-recreativas “adaptadas” a nosotras: talleres de peluquería, maquillaje, macramé… Algunos llegaron incluso a celebrar visitas a salas de Boys y/o misas en honor de vírgenes y santas que, se supone, encarnaban idílicos modelos femeninos (…) no seamos ingenuas, ahora siguen otra táctica: intentan hacer con el 8 de marzo lo que ya hicieron con el día del Orgullo gay: convertirlo en una fiesta supermegaguay para ‘modernes’”. Aguilar, 2019.

(33) Aguilar, 2019. Apuntadlo para este Día Internacional de la Mujer de 2021.

(34) Habría que sumar a esta lista a Nadiazda (Nadezhda) Krupskaya (González Forster, 2019, pp. 48-66) y a Inés Armand, entre otras. Left Zimmerman, 1977, p. 91.

(35) Left Zimmerman, 1977, p. 91.

(36) Nació el 5 de julio de 1857 (De Miguel, 1994, p. 12), en el pueblo de Wiederau, cerca de Chemnitz, en la provincia alemana de Sajonia, en la familia de H. Eissner, un maestro de escuela rural. Singh, 1988.

(37) Ingresó en el Leipzig Teachers ‘College for Women, una escuela privada de formación de maestras, donde estudió durante cuatro años. En esta institución, Clara Zetkin recibió su educación con Auguste Schmidt, quien fue la lideresa del movimiento feminista en Alemania hasta el cambio de siglo. Singh, 1988.

(38) Entró en contacto con un círculo de estudiantes socialistas revolucionarios y emigrados de la Polonia rusa, uno de los cuales, Osip Zetkin, se convirtió posteriormente en su marido. Singh, 1988.

(39) Singh, 1988.

(40) A partir de la década de 1870 Clara Zetkin se incorporó al movimiento socialista alemán y en 1881, año en que estaba en vigor la Ley Excepcional contra los Socialistas impuesta por Bismarck (D’Atri, 2006, p. 87), se afilió al partido socialdemócrata alemán y participó en su labor ilegal. Singh, 1988.

(41) Zetkin participó en los movimientos socialistas de Francia, Austria e Italia. Durante su estancia en Suiza, editó el periódico ilegal Der Sozial Demokrat de Zurich y ayudó a organizar su distribución en Alemania. En París se acercó a Laura Lafargue, la hija de Karl Marx, así como a destacados líderes del movimiento socialista francés como Paul Lafargue y Jules Guesde. Singh, 1988.

(42) Fue una de las organizadoras del congreso fundacional de la Segunda Internacional celebrado en París en 1889. Singh, 1988.

(43) En el congreso habló sobre el papel de la mujer en la lucha revolucionaria por el socialismo, destacando la necesidad de un programa para el movimiento proletario de mujeres. Singh, 1988.

(44) Singh, 1988.

(45) Singh, 1988. Fue una de las pioneras de la organización de mujeres a nivel internacional desde una perspectiva de clase. De Miguel, 1994, p. 12.

(46) El Programa de Erfurt del partido socialdemócrata de 1890. Singh, 1988.

(47) Tras la muerte de su marido, regresó a Alemania en 1890, donde se había derogado la Ley Excepcional contra los Socialistas.  Singh, 1988. Tanto ella como Rosa Luxemburgo defendieron que las huelgas de masas – tanto políticas como económicas – constituían un elemento cardinal en la lucha revolucionaria. Cliff, 1969, pp. 11-12.

(48) Desde 1892, del Die Gleichheit (La Igualdad; D’Atri, 2006, p. 83). La revista estaba dirigida principalmente a las activistas del movimiento socialista de mujeres, más que a la masa de trabajadoras. El periódico instaba a sus lectores a educar a sus hijos de tal manera que las niñas rompan con los roles tradicionales de género y los niños también participen en las tareas del hogar. Pero en este asunto, Clara Zetkin era una pequeña minoría en el partido. A partir de 1908, cuando a las mujeres se les permitió convertirse en miembros de partidos políticos, la dirección del partido socialdemócrata, cada vez más reformista, ejerció un impacto negativo en el periódico. Como resultado, el control editorial de Clara Zetkin se debilitó. En 1910, Die Gleichheit contenía diseños de vestidos, recetas y artículos sobre moda y cocina. Singh, 1988.

(49) Consideró que su objetivo principal era despertar a las mujeres de la clase trabajadora para que comprendieran su verdadero interés de clase y salvarlas de la trampa del movimiento de mujeres burguesas. Singh, 1988. A pesar de esto, Zetkin defiende el apoyo a las reivindicaciones del movimiento feminista burgués, especialmente el derecho al voto. Zetkin lo reivindica desde el pragmatismo: así las proletarias podrán luchar codo con codo junto a los proletarios por la conquista del poder político. De Miguel, 1994, pp. 12-13.

(50) El trabajo de Clara Zetkin y otras mujeres socialistas como Louise Zietz y Ottilie Baader en la organización de las mujeres en los sindicatos socialistas fue fundamental para la tarea de ganar a las mujeres de la clase trabajadora para el movimiento obrero. Singh, 1988.

(51) Singh, 1988.

(52) Discurso “Sólo con las mujeres proletarias triunfará el socialismo” de Clara Zetkin, entregado al congreso del partido socialdemócrata en Gotha en 1896; el acta de dicho congreso, en consonancia, registró: “A pesar de los muchos puntos de contacto en las demandas legales y políticas de reforma, la mujer de clase trabajadora no tiene puntos en común con las mujeres de otras clases, en cuanto a los intereses económicos decisivos. La emancipación de la mujer de la clase trabajadora, por lo tanto, no puede ser lograda por mujeres de todas las clases”. Singh, 1988.

(53) Clara Zetkin jugó un papel destacado en el movimiento internacional de mujeres. Singh, 1988. Sin duda, es la «madre» del Día Internacional de la Mujer.

(54) Ver (48). El partido socialdemócrata sacó a Clara Zetkin de la dirección del movimiento socialista de mujeres y la reemplazó por la reformista Luise Zietz. Singh, 1988.

(55) Junto con socialistas de izquierda como Karl Liebknecht, Zetkin hizo una campaña activa contra el militarismo, el imperialismo y el colonialismo. En 1912, en el Congreso de Basilea de la Segunda Internacional, instó al movimiento obrero internacional a luchar activamente contra la amenaza de la guerra imperialista. Con el inicio de la Primera Guerra Mundial, Zetkin condenó las políticas chovinistas e imperialistas del partido socialdemócrata (en flagrante oposición a las resoluciones de la Segunda Internacional, que habían llamado a una acción masiva contra la guerra imperialista, el partido socialdemócrata alemán se deshonró al votar por créditos militares al gobierno del Kaiser en el Reichstag, en agosto de 1914). Singh, 1988.

(56) Zetkin, en un artículo escrito en 1915. Singh, 1988.

(57) D’Atri, 2006, p. 88. Lo manifestó en un artículo titulado “Mujeres de la clase trabajadora, prepárense”, publicado en Die Gleichheit el 5 de agosto de 1914. Singh, 1988.

(58) En el breve período entre el comienzo de la guerra y la destitución por parte de la dirección del partido socialdemócrata de Clara Zetkin del consejo editorial de Die Gleichheitla, la revista se convirtió en el órgano clave opuesto a la guerra: Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin ayudaron a organizar la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Berna, Suiza, contra la guerra. Singh, 1988.

(59) Clara Zetkin fue encarcelada por “intento de traición” por el gobierno del Kaiser y destituida de la dirección editorial de Die Gleichheit por el partido socialista. Singh, 1988.

(60) Después de su liberación, Clara, Zetkin regresó a Leipzig donde editó el suplemento para mujeres del Leipziger Volkszeitung. Singh, 1988.

(61) Con Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht, Franz Mehring y otros, Clara Zetkin se convirtió en miembro fundador de la internacionalista Spartacus League. Singh, 1988.

(62) Singh, 1988.

(63) Clara Zetkin acogió con entusiasmo la revolución rusa y ayudó a montar un movimiento de solidaridad con el nuevo gobierno obrero. Participó en las actividades de la Internacional Comunista desde el Segundo Congreso, en 1920 y, al año siguiente, se convirtió en miembro de su Comité Ejecutivo. Zetkin dirigió el Secretariado Internacional de Mujeres de la Internacional Comunista y la Organización Internacional de Ayuda a los Revolucionarios, más conocida popularmente como ‘Red Aid’. Singh, 1988.

(64) El 30 de agosto de 1932, fue uno de sus últimos grandes discursos en el ámbito internacional. A pesar de su dolencia viajó de Moscú a Berlín para esta función y, a pesar de las advertencias de la prensa fascista -que amenazaba con ajustar cuentas con ella si se atrevía a aparecer en el Reichstag-, pronunció un magnífico discurso revolucionario contra los fascistas. Singh, 1988.

(65) Singh, 1988.

(66) En Arkhangelskoe, cerca de Moscú, el 20 de junio de 1933. Singh, 1988.

(67) Junto a Lenin y otros grandes revolucionarios. Singh, 1988.

(68) Nació en la pequeña población polaca de Zamosc, el 5 de marzo de 1871 (Cliff, 1969, p. 8), en el seno de una familia judía. D’Atri, 2006, p. 73.

(69) Se unió a un partido revolucionario llamado Proletariat, fundado en 1882, que estuvo desde sus comienzos, tanto en principios como en programa, señaladamente adelantado con respecto al movimiento revolucionario en Rusia. Pero en 1886 fue prácticamente decapitado por la ejecución de cuatro de sus líderes, el encarcelamiento de otros veintitrés bajo largas condenas a trabajos forzados y el destierro de otros doscientos. Sólo se salvaron pequeños círculos, y a uno de ellos se unió Rosa Luxemburgo, a los 16 años. Cliff, 1969, p. 8. D’Atri, 2006, p. 73.

(70) Alrededor de 1889. Cliff, 1969, p. 8. D’Atri, 2006, p. 73.

(71) En Zurich; estudió ciencias naturales, matemáticas y economía. Tomó parte activa en el movimiento obrero local y en la intensa vida intelectual de los revolucionarios emigrados. Cliff, 1969, p. 8. D’Atri, 2006, p. 73.

(72) En 1894, el nombre del partido, Proletariat, cambió por el de Partido Social Demócrata del Reino de Polonia; muy poco después, Lituania se añadió al título. Rosa siguió siendo líder teórico del partido -el SDKPL- hasta el fin de su vida. En agosto de 1893, representó al partido en el Congreso de la Internacional Socialista, siendo una joven de 22 años, y se enfrentó a veteranos muy conocidos de otro partido polaco, el Partido Socialista Polaco (PPS), cuyo principio más importante era la independencia de Polonia. Rosa cuestionó al PSS, acusándolo de tendencias claramente nacionalistas y de propensión a desviar a los trabajadores de la senda de la lucha de clases; se atrevió a tomar una posición diferente a la de los viejos maestros y se opuso al slogan de “independencia para Polonia”. Sus adversarios acumularon injurias sobre ella: algunos, como el veterano discípulo y amigo de Marx y Engels, Wilhelm Liebknecht, llegó a acusarla de ser agente de la policía secreta zarista. Cliff, 1969, pp. 8-9.

(73) Entre 1903-1904, Rosa se entregó a una polémica con Lenin, con quien disentía en la cuestión nacional y en la concepción de la estructura del partido y la relación entre el partido y la actividad de las masas. Cliff, 1969, pp. 10-11. Ella planteó que la autodeterminación de los pueblos era una herencia de la revolución burguesa, no una tarea socialista, diferenciándose de Lenin, que sostenía el derecho a la autodeterminación de las naciones oprimidas. D’Atri, 2006, p. 74.

(74) Sprawa Rabotnicza (La Causa Obrera), publicado en París. Cliff, 1969, p. 8. D’Atri, 2006, p. 74.

(75) Die Neue Zeit. Cliff, 1969, p. 9.

(76) Colaboraba y dirigía periódicos, preparaba mítines y tomó parte enérgicamente en todas las tareas que el movimiento le requería. Cliff, 1969, p. 9.

(77) El movimiento de Alemania se dividió en dos tendencias principales, una reformista (con fuerza creciente; se alejaba de la revolución y se inclinaba con gran ímpetu hacia los que ya proclamaban el cambio gradual o el reformismo como meta; el principal vocero de esta tendencia era Eduard Bernstein, quien atacaba cada vez más abiertamente los principios del marxismo) y la otra revolucionaria. Estalló una larga y amarga discusión. Rosa Luxemburgo, que acababa de ingresar en el movimiento obrero alemán, inmediatamente salió en defensa del marxismo. Cliff, 1969, p. 10.

(78) En 1904; fue sentenciada a nueve meses de prisión, de los cuales cumplió solo uno. Cliff, 1969, p. 11. D’Atri, 2006, p. 74.

(79) En 1905, con el estallido de la primera revolución rusa, escribió una serie de artículos y panfletos para el partido polaco, en los que exponía la idea de la revolución permanente, que había sido desarrollada independientemente por Trotsky y Parvus, pero sostenida por pocos marxistas de la época. Cliff, 1969, p. 11.

(80) En diciembre de 1905. Cliff, 1969, p. 11.

(81) Fue arrestada el 4 de marzo de 1906. Cliff, 1969, p. 11.

(82) Cliff, 1969, p. 12.

(83) En 1907, participó en el Congreso de la Internacional Socialista celebrado en Stuttgart. Habló en nombre de los partidos ruso y polaco, desarrollando una posición revolucionaria coherente frente a la guerra imperialista y al militarismo. Cliff, 1969, p. 12. Como ya hemos comentado, ese mismo año participó en la I Conferencia Internacional Socialista de Mujeres, organizada por Clara Zetkin – ver (17) –, informando de la labor de la Oficina Socialista Internacional, de la que era la única mujer miembro. D’Atri, 2006, p. 79. También participó en la II Conferencia Internacional Socialista de Mujeres y apoyó a Zetkin para proclamar el 8M como el Día Internacional de la Mujer.

(84) Entre 1905 y 1910, la escisión entre Rosa Luxemburgo y la dirección centrista del SPD – del que Kautsky era el portavoz teórico –  se hizo más profunda. El punto culminante llegó en 1910, cuando se produjo una ruptura total entre Rosa y Karl Kautsky por la cuestión de la vía de los trabajadores hacia el poder. Desde ese momento, el SPD se dividió en tres tendencias diferenciadas: los reformistas, que progresivamente fueron adoptando una política imperialista; los así llamados marxistas de centro, conducidos por Kautsky, quien conservaba su radicalismo verbal pero se limitaba cada vez más a los métodos parlamentarios de lucha; y el ala revolucionaria, de la que Rosa Luxemburgo era la principal inspiradora. Cliff, 1969, p. 12.

(85) Este libro, con su caudal de erudición, brillantez de estilo, vigoroso análisis e independencia intelectual, es de todas las obras marxistas, la más cercana a El Capital de Marx. Cliff, 1969, pp. 12-13.

(86) El 20 de febrero de 1914. Cliff, 1969, p. 13. Ante los preparativos de la Primera Guerra Mundial, las críticas contra Rosa arreciaron en las propias filas del SPD. Era presentada por la prensa como “la polaca sanguinaria”. D’Atri, 2006, p. 79.

(87) Cliff, 1969, p. 13.

(88) En el Tribunal se transformó de acusada en acusadora, y su disertación -publicada posteriormente bajo el título Militarismo, guerra y clase obrera- es una de las más inspiradas condenas del imperialismo por parte del socialismo revolucionario. Se la sentenció a un año de prisión, pero no fue detenida ahí mismo. Al salir de la sala del tribunal fue de inmediato a un mitin popular, en el que repitió su revolucionaria propaganda antibélica. Cliff, 1969, p. 13.

(89) Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, prácticamente todos los líderes socialistas fueron devorados por la marea patriótica. El 3 de agosto de 1914, el grupo parlamentario de la socialdemocracia alemana decidió votar a favor de créditos para el gobierno del Káiser. (Alexandra Kollontai fue testigo de ello: Kollontai, 1921, p. 46). El mismo día que los diputados de la socialdemocracia se unieron a las banderas del Káiser, un pequeño grupo de socialistas se reunió en su departamento y decidió emprender la lucha contra la guerra. Este grupo, dirigido por Rosa, Karl Liebknecht, Franz Mehring y Clara Zetkin, finalmente se transformó en la Liga Espartaco (o Espartaquista). Cliff, 1969, p. 13. “En este campo, Rosa encontró a su aliado más fiel, Karl Liebknecht, con el que también coincidía en el internacionalismo. Juntos crearon, en enero de 1916, la fracción dentro del partido socialdemócrata con el nombre de Espartaco, en honor al legendario jefe de la rebelión de los esclavos romanos”. D’Atri, 2006, p. 80.

(90) La revolución rusa de febrero de 1917 concretó las ideas políticas de Rosa: oposición revolucionaria a la guerra y lucha para el derrocamiento de los gobiernos imperialistas. Desde la prisión, seguía febrilmente los acontecimientos, estudiándolos a fondo con el objeto de recoger enseñanzas para el futuro. Emitió constantes llamamientos a los trabajadores y soldados alemanes para que emularan a sus hermanos rusos, derrocaran a los junkers (terratenientes) y al capitalismo. Cliff, 1969, p. 14.

(91) “La traición de la socialdemocracia se evidenciaba plenamente. Entonces, de las mismas filas espartaquistas surge el Partido Comunista Alemán (KPD), el cual se instituye en un congreso celebrado entre el 30 de diciembre de 1918 y el 1º de enero de 1919: nacía el primer partido comunista en un país económicamente desarrollado. Rosa fue quien redactó el programa de la nueva organización revolucionaria que se aprobó en el congreso fundacional (…) El 15 de enero, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht fueron asesinados (Cliff, 1969, p. 14) por soldados que cumplían órdenes del ministro socialdemócrata Noske. El día 25 es el entierro de Liebknecht y de los demás combatientes revolucionarios asesinados. Pero el cadáver de Rosa aún no había aparecido”. D’Atri, 2006, pp. 83-84.

(92) Zetkin, 1919.

(93) Zetkin, 1919.

(94) “Aleksandra Mijáilovna Kollontái nació el 31 de marzo de 1872 (en San Petersburgo; González Prado, 2014, p. 150) (…). Pertenecía a una familia aristocrática rusa de origen ucraniano que anclaba sus raíces más allá del siglo XIII. Su padre, Mikhail Alekseevich Domontovich, era un general al servicio del zar, y su madre, Alexandra Androvna Masalina-Mravinskaia provenía de una familia de campesinos finlandeses que había hecho una gran fortuna en la industria maderera”. Ferrer Valero, 2011. Kollontai, 1921, p. 5.

(95) De origen noble, tuvo  una infancia acomodada y soñadora. Duby y Perrot, 2000, p. 288. Su padre le inculcó el interés por la historia y la política. Con su madre tendría algún que otro conflicto, sobre todo cuando mostró interés por continuar sus estudios, algo que para su madre, no era apto ni necesario para una mujer. Ferrer Valero, 2011. Kollontai, 1921, p. 5. “El movimiento obrero europeo se empezaba a hacer sentir en el país entre intelectuales, jóvenes de la burguesía y la nobleza veían en la comuna rural rusa (obschina) la base estructural para un posible socialismo ruso campesino”. González Prado, 2014, p. 150. A finales del siglo XIX en Rusia, más de 70% de la población era campesina, el 80% era analfabeta; el clero rural ignorante y oscurantista contribuía al atraso cultural de la población campesina. Kollontai, 1978b, p. 26.

(96) A los 19 conoció al que sería su marido, Vladimir Ludvigovich Kollontai. Ferrer Valero, 2011. “Me casé muy pronto, en parte para protestar contra la voluntad de mis padres. Pero, tres años más tarde, me divorcié de mi marido, Vladimir Kollontai, ingeniero, y asumí completamente la educación de mi hijo”. Kollontai, 1921, p. 5. “se casa para huir de su medio, a los veintiséis abandona a su marido, se marcha a estudiar a Zúrich, la Meca de las intelectuales rusas, se compromete políticamente, milita, se radicaliza y se convierte en revolucionaria profesional”. Duby y Perrot, 2000, p. 288. Kollontai, 1921, p. 7.

(97) En 1899. Ferrer Valero, 2011.

(98) “En 1901 partí al extranjero. Allí tuve contacto personal con Rosa Luxemburg en Zúrich”. “En el otoño de 1906 conocí a Rosa Luxemburg en Finlandia. Siguiendo su consejo, asistí al Congreso de Mannheim del Partido [Socialdemócrata] alemán, en relación con el cual se convocó una conferencia de mujeres socialdemócratas. La conferencia me ofreció un punto de apoyo en la cuestión del trabajo entre las mujeres Las reuniones y conversaciones con Clara Zetkin, con la obrera Ottilie Baader, con Margarethe Wengels y otras personas me convencieron de lo correcto de mi esfuerzo por crear un aparato para el trabajo entre las mujeres dentro del partido”. “Estuve exiliada en el extranjero desde diciembre de 1908 hasta marzo de 1917, es decir, durante más de 8 años (…) Una vez en el extranjero me adherí inmediatamente al Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) y comencé a militar como propagandista, conferenciante y escritora”. “En agosto de 1910, como delegada de la Asociación de Trabajadores Textiles (rusos), participé en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas y en el Congreso Socialista Internacional en Copenhague (…) Apoyé allí al ala izquierda dirigida por Clara Zetkin (…) Durante todos esos años conservé lazos de amistad con Karl Kautsky y Rosa Luxemburg (…) El Día Internacional de la Mujer se celebró por primera vez en 1911 (…) participé en la preparación de esa jornada”. (Podéis leer sus alegatos sobre el Día Internacional de la Mujer de 1913 en: Kollontai, 2020, pp. 57-62). “A fines de enero, o a principios de febrero de 1915, pasé de Dinamarca a Noruega donde quedé libre, por fin, de la vigilancia policial. Con energía redoblada me volqué a la idea de organizar el 8 de marzo una manifestación internacional de trabajadoras contra la guerra, idea apoyada por Clara Zetkin; pero la desfavorable acogida de los dirigentes del Partido Socialdemócrata alemán y la prohibición que lanzaron contra la materialización de nuestra iniciativa destruyeron todos nuestros esfuerzos”. Kollontai, 1921, pp. 10, 21, 34, 36-38 y 46-47. La Revolución Bolchevique estalló en 1917. Ferrer Valero, 2011. Kollontai, 1921, pp. 49-55.

(99) También en 1917. Duby y Perrot, 2000, p. 288. Kollontai, 1921, p. 52.

(100) Kollontai, 1921, p. 52. O para la Salud. Participó activamente en la elaboración del Código de 1918 y fue miembro activo de la Oposición obrera entre 1920-1921. Duby y Perrot, 2000, p. 288.

(101) En 1920, conocida como Zhenodtel (Ferrer Valero, 2011) – Jenotdel o Sección Femenina del Comité Central. Duby y Perrot, 2000, p. 293. “Pasé el invierno de 1918-1919 en Moscú, militando entre las mujeres como miembro de la Comisión Central de las Obreras y realizando propaganda general (…) En el 7º Congreso de los Soviets de nuevo fui elegida miembro del comité central ejecutivo. En la primavera de 1920 procedí, por intermedio del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, a la convocatoria de la Primera Conferencia Internacional de Mujeres Comunistas. (…) Desde octubre de 1920 he dirigido el Departamento de Mujeres del comité central. He sido adjunta al Secretariado Internacional de Mujeres de la Internacional Comunista, y en calidad de tal miembro del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista. También he sido, desde 1919, miembro de la Comisión Contra la Prostitución creada a iniciativa mía (…) Durante el invierno de 1920-1921, trabajé sobre todo en el Departamento de Mujeres del comité central y en el Secretariado Internacional de las Mujeres Comunistas”. Kollontai, 1921, pp. 53-55.

(102) González Prado, 2014, pp. 150-151. Kollontai, 1978a, pp. 163-164. “Kollontai propone una síntesis de marxismo y de feminismo (…) en la que el primero haría posible el segundo, con una pizca de utopía fourierista. Toma ideas de Marx y de Engels: la disolución de la familia burguesa, la renovación de la familia tras la Revolución. Y toma mucho de Bebel: una cierta unidad de las mujeres en la opresión”. “Es una de las primeras en vincular sexualidad y lucha de clases”. Duby y Perrot, 2000, pp. 289 y 291.

(103) “Alexandra Kollontai ocupa el corazón mismo del debate sobre la mujer y la familia en la primera década de los Soviets”. Duby y Perrot, 2000, pp. 288 y 290-291. “Siguiendo las ideas marxistas que situaban a la familia burguesa en el centro de unas estructuras sociales opresivas e inmorales propias del capitalismos, Aleksandra definió su política social y feminista alejada de la estructura familiar. Para ella, como para muchos socialistas, era necesario eliminar el concepto de la familia patriarcal opresora y trasladar la responsabilidad de los hijos y el hogar a la sociedad. Para ello, Lenin y Kollontai imaginaron una red de instituciones como casas-cuna y guarderías, restaurantes y lavanderías públicos, que liberaran a las mujeres de las tareas del cuidado de los niños y de la casa”. Ferrer Valero, 2011. González Prado, 2014, pp. 155-158. Kollontai, 1978b, pp. 110 y 164-178. En Kollontai, 1978a podéis leer todos sus planteamientos; también es de imprescindible lectura “El Comunismo y la Familia”: Kollontai, 2020, pp. 19-46.

(104) De Miguel, 1994, pp. 15-17. Kollontai, 1978a, pp. 151-156. “(…) es menester cambiar la mentalidad y las costumbres para garantizar un nuevo contenido a la pareja. (…) insiste en la voluntad codificadora de los hombres y en la alienación de las mujeres que prefieren un matrimonio cualquiera a la soledad y ponen por encima de todo el amor (…) desarrolla una pedagogía sentimental: la práctica del ‘amor-juego’, delicada amistad erótica basada en el respeto mutuo, debe dejar de lado los celos y el instinto de posesión”. Duby y Perrot, 2000, p. 290. Kollontai, 1978b, pp. 73-74. Una de las críticas que hizo Kollontai al amor burgués – diferenciándolo del amor-camaradería– fue su construcción desde el individualismo, la concurrencia desenfrenada y la emulación, no dejando lugar para la amistad considerada como factor social. González Prado, 2014, p. 153.

(105) De Miguel, 1994, p. 13.

(106) Ferrer Valero, 2011. La Constitución de 1936 significó un grave retroceso respecto a las conquistas obtenidas en 1917 por el movimiento de emancipación femenino. En 1930 Kollontai tomó posición pública a favor de Stalin y a partir de entonces guardo un hermético silencio, hasta su muerte. Seguramente, el porqué de tal actitud se debió a que, por diversas razones, muchos de los campeones de la lucha proletaria se convirtieron unos en víctimas, otros en instrumentos de represión y otros fueron condenados al silencio. Kollontai, 1978a, p. 64.

(107) Es un tema recurrente en su obra. La define mediante la energía y la afirmación de sí misma. Autónoma y activa, la mujer conoce entonces “la monogamia sucesiva”. Duby y Perrot, 2000, pp. 290-291. De Miguel, 1994, pp. 14-15.

(108) Duby y Perrot, 2000, p. 291.

(109) En el momento en que Lenin dejó de darle su apoyo destituyéndola de la dirección de la Zhenodtel, hizo decaer su influencia política. Ferrer Valero, 2011. “En el seno del Partido Bolchevique Alexandra Kollontai será acusada de descuidar la lucha de clases”. “En la URSS de los años veinte, Kollontai tiene pocos adeptos”.  Fue destituida en 1922. Duby y Perrot, 2000, pp. 289 y 291-293. “Desde 1922 hasta su muerte, no volvió a participar en ninguno de los numerosos debates que tuvieron lugar en el seno del Partido Comunista Ruso”. Kollontai, 1978a, p. 63.

(110) “En 1922 se convierte en la primera mujer embajadora del mundo. A partir de entonces, su carrera diplomática en el extranjero la aleja de Moscú hasta el año 1945”. Duby y Perrot, 2000, p. 289. El cargo se le asigna con el evidente propósito de alejarla de Rusia. Kollontai, 1978a, pp. 63-64.

(111) Ferrer Valero, 2011.

(112) Duby y Perrot, 2000, p. 291. El debate sobre la relación entre la liberación de la mujer y la revolución socialista estaba candente. Rowbotham, 1978, p. 145. La relación entre feminismo y socialismo fue compleja. González Forster, 2019, pp. 45-48.

(113) Kollontai, 1978b, p. 107.

(114) Durante más de 20 años. Ferrer Valero, 2011. Se dedicó a su trabajo diplomático y a su labor como escritora (tanto literatura como sus artículos sobre la mujer y la nueva moral proletaria). Kollontai, 1978a, p. 64. Fue Alejandra Kollontai quien articuló de forma más racional y sistemática feminismo y marxismo. En su teoría no tiene sentido hablar de “un aplazamiento” de liberación de la mujer, en todo caso, habría que hablar de un aplazamiento de la revolución. Tal y como ha señalado Ann Foremann, Kollontai “fue la única de los dirigentes bolcheviques en integrar teóricamente los problemas de la sexualidad y la opresión de la mujer, dentro de la lucha revolucionaria”. De Miguel, 1994, pp. 13-14.

(115) El 9 de marzo, tenía 79 años. Ferrer Valero, 2011. Kollontai, 1978a, p. 65.

(116) Imprescindible este artículo de Paula Fraga: Fraga, 2020.

(117) Para comprender mejor porqué el feminismo es una teoría política: Valcárcel, 1994, pp. 35-65.

(118) En boca de Paula Fraga: “Tenemos que defender que el sujeto político del feminismo somos nosotras, las mujeres, y seguir luchando (…) por la abolición de todas y cada una de las instituciones y prácticas sociales que subordinen y dañen a las mujeres, vengan de donde vengan y las revistan de la modernidad que las revistan”. Fraga, 2020. Vital para este Día Internacional de la Mujer de 2021.


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Ana Inmaculada Morillas Cobo
Escritora y divulgadora. Redactora, revisora de contenidos y editora de Khronos Historia. Mis áreas de mayor interés - como comprobaréis si me leéis - son la Historia de la Mujer, la Historia de las Religiones, la Filosofía Política y la Antropología. Como buena cinéfila y melómana, me encanta practicar la miscelánea cuando escribo (llamadme friki). De firmes posiciones feministas y marxistas.