El segundo episodio de esta historia terminó con el fallecimiento de Julio II en 1513. Como a rey muerto rey puesto, fue sucedido por León X, un Médici, hijo de Lorenzo el Magnífico.
Este Papa será recordado por unos problemillas con un tal Martín Lutero (1)…
León X
Aunque León X seguía implicado en la construcción de la basílica de San Pedro (que no se terminaría hasta 1626), tenía proyecto también para la Sixtina. Las falsas cortinas pintadas del tramo inferior de la misma le parecían poco. Decide entonces encargar unos tapices para las ocasiones especiales. ¿A quién? Pues a Rafael Sanzio (2). El pintor no era nuevo en el Vaticano, ya había trabajado para Julio II; y era, desde 1514, el arquitecto de San Pedro (Bramante había fallecido).
A ver Rafael, quiero unos tapices…
En realidad, lo que Rafael realizó fueron los cartones (3) en los que luego se basarían los tapices. Hacia 1515 comienza a diseñar lo que posteriormente se enviaría a Bruselas, al taller de Pieter Van Aelst (4). El tema: los hechos de los Apóstoles, sobre todo de San Pedro y San Pablo. Pero, tras ser tejidos, no se devolvieron a Roma, los cartones se quedaron en Bruselas. Serán comprados, en Génova, por el monarca británico Carlos I en 1623, por lo que hoy se pueden ver (los siete que quedan) en el Victoria and Albert Museum de Londres.
¿Qué pasó con los tapices?
Se colgarían nueve de ellos aprovechando la Navidad. Por desgracia no todos se conservan en la actualidad. Durante el llamado Saco de Roma (5) algunos fueron quemados para extraer los hilos de oro y plata, otros fueron robados (6). ¡Qué desastre!
En 2010 se realizó una exposición en el museo Victoria and Albert, coincidiendo con la visita de Benedicto XVI a Londres, que mostraba cuatro tapices y los cartones originales.
El regreso de Buonarroti
León X se muere en diciembre de 1521. Su sucesor, Adriano VI, solo lo sería poco más de un año. Clemente VII, otro Médici (7) se hace con el poder. Este último quiso reformar el Altar Mayor de la Sixtina. Y, siendo un Médici, ¿a quién va a llamar? ¡A Miguel Ángel! Pero poco después fallece. ¡Ya se quedó el pintor sin trabajo! Nooo, su sucesor Paulo III (también conocido como impulsor de la Inquisición) le dice que adelante, que pinte… Además, le nombra arquitecto y pintor jefe del Vaticano.
Vuelta al andamio para hacer el Jucio Final
Miguel Ángel ya es sesentón empezóa a pinta el Juicio Final. Se modificó la pared (8) tapando ventanas y revistiéndola con ladrillos de forma que quedase algo inclinada (9) (notad que el Juicio Final tiene la forma de las Tablas de la Ley que Dios dio a Moisés en el Sinaí). ¡Vuelta a la pintura al fresco! Se pueden apreciar cuatro niveles en la obra:
En la parte alta del Juicio Final vemos ángeles (sin alas) portando los símbolos de la Pasión de Cristo: la cruz, la corona de espinas y la columna de flagelación. En el centro, Cristo Juez al lado de la Virgen María (9). Esta representación no es habitual, pues suele estar en un trono, llevar barba; aquí es un joven rubito y musculoso (10), tampoco aparece la Trinidad, solo el Hijo… Rodeándolos, los bienaventurados, los justos… Vamos, los que ya están salvados. Justo debajo de Cristo se sitúan los ángeles que anuncian el fin de los tiempos.
En la parte de abajo del Juicio Final, a la izquierda, algunos cuerpos resucitan y consiguen ascender, parece que han sido buenos. A la derecha los condenados, esos malos malísimos a punto de quemarse en el Infierno…
Mucha gente, incluso contemporáneos
En un espacio sin la clásica perspectiva renacentista aparecen cuerpos desnudos o medio en bolas; todos ellos habituales de los gimnasios a juzgar por sus musculaturas, algo a lo que el florentino tenía acostumbrados a sus clientes. Son reconocibles algunos santos y mártires con los instrumentos de su tortura: San Juan Bautista, San Pedro y sus llaves, San Lorenzo con la parrilla, San Bartolomé con su piel (Miguel Ángel se retrata en la misma), Santa Catalina con la rueda dentada…
Existe un guiño a la mitología, representada por Caronte y su barca, así como al rey Minos (11) al que dota con los rasgos de Biagio da Cesena, maestro de ceremonias del Papa (¡qué cachondo Miguel Ángel!). También se dice que el Infierno de Dante y su Divina Comedia influyeron en la composición.
¡Ya está!
En 1541 nuestro pintor termina el Juicio Final, a los 66 años. La iconografía de la misma es una mezcla de doctrina de la Iglesia y poder papal. El Juicio Final advierte del destino que aguarda a la Humanidad y en aquel tiempo podría interpretarse como advertencia hacia el protestantismo que desafiaba el poder del Papa, la Venganza Divina. Además, Miguel Ángel no pasaba por un buen momento personal (12).
Si bien en un primer momento, la obra fue bien acogida, la Contrarreforma se escandalizó viendo a tanta gente en pelota picada en un templo cristiano (13). Pío V (Papa de 1566 a 1572) quiso tapar la vergüenzas a todos ellos y encargó a Daniele da Volterra que pintase bragas y calzones a diestro y siniestro, de ahí su sobrenombre: Il braghettone. Este fallecería poco después dejando el trabajo inacabado, aunque habría otras intervenciones similares. Por suerte para él, Buonarroti fallecería en febrero de 1564 a los 88 años.
Ya en nuestros días…
Aunque se habían realizado otras, entre los años ochenta y noventa del siglo XX, se completó una restauración de la Capilla Sixtina. Los colores, tapados por siglos de suciedad y humo de los cirios, tomaron de nuevo la Capilla Sixtina. También permitiría conocer mejor el método de Miguel Ángel (14).
Si vais a Roma no os perdáis esta obra de arte, mezcla de religión, poder, orgullo, megalomanía, etc. Eso sí, preparaos a dar codazos para poder ver algo… ¡Estáis avisados!
Más artículos de historia en Khronos Historia