Cuando pensamos en la Gioconda siempre nos viene a la mente la imagen de la sala del Louvre que custodia la obra de Da Vinci, un lugar repleto de gente intentando sacar una foto a un cuadro cubierto tras un grueso cristal. Pero, ¿por qué tanta fama? Muchos piensan que esta obra es muy famosa debido a la identidad de la retratada, a su enigmática sonrisa o debido al autor… Pero realmente no tiene nada que ver con lo que vemos en el cuadro, sino con su historia.
La Gioconda
Todos conocemos esta imagen, pero ¿qué hacía en Francia? Sencillamente, Da Vinci fue invitado por Francisco I a Francia (1) con el fin de convertirse en pintor y arquitecto del rey. El pintor italiano viajó con varias de sus obras -supuestamente- favoritas y pasó en Francia los últimos años de su vida. Pintando y deleitando al monarca francés, conocido como el Padre y Restaurador de las Letras, con su presencia y sus dotes artísticas. Con ello, La Gioconda fue comprada por Francisco I (2) al pintor italiano que tanto admiraba.
El robo de la Gioconda
Todo ocurrió un lunes de 1911 (4), estando el Louvre cerrado -si, los museos ya cerraban los lunes- cuando un italiano, Vicenzo Peruggia (4) se acercó al cuadro de Leonardo. Este señor había estado, años atrás, haciendo varios trabajos de mantenimiento en el Louvre, por lo que todavía conservaba su uniforme, que reutilizó el día del robo. Su modus operandi fue bastante sencillo: descolgó la pieza y, en un lugar más apartado, desmontó el marco de la tabla y la guardó en una sábana para poderla transportar con mayor facilidad hasta su escondrijo, ya fuera del Louvre. De nuevo, otra obra robada, como el Políptico de Gante del que ya hablamos…
El autor del robo dijo que quería devolver a Italia la obra que, según él, robó Napoleón. Aunque también dicen que Peruggia quería venderla a coleccionistas estadounidenses y que tomó la obra por su tamaño (5) -relativamente sencillo de robar- ya que él no era un experto en arte.
La ausencia y el salto a la fama
Fue aquí cuando realmente la obra se hizo famosa, debido a la gran cobertura mediática que se hizo y a que, durante estos dos años de ausencia, se vio a la Gioconda en todo tipo de lugares: en cartones de leche, en prensa, en postales… Con ello su imagen apareció por todas las casas del planeta, dando lugar a posibles interpretaciones como la que hizo Duchamp años después (6).
Además, durante la desaparición de la pieza se acusó como principales sospechosos al pintor malagueño Picasso o al poeta Guillaume Apollinaire (7), ya que años atrás habían comprado varias esculturas que fueron robadas del Louvre. Eso hizo que ambos estuvieran vigilados durante un tiempo e incluso fueron detenidos e interrogados, ya que pensaban que, debido a sus nacionalidades, estos personajes podrían ser traficantes de arte.
De vuelta al Louvre
La pieza la encontraron dos años más tarde (8), cuando el señor Peruggia iba a vendersela al director de la Galleria degli Uffizi (9), en Florencia. Lo que no sabía el ladrón es que el director iba a ir acompañado por la policía. Una vez recuperada, decidieron exhibirla por Italia en una serie de exposiciones que pasaron por Roma, Florencia y Milán, para que los italianos pudieran ver esta icónica obra.
¿Y que hicieron con el ladrón? A decir verdad, nos puede parecer que robar una obra de este calibre pueda suponer una condena muy elevada, pero realmente fue algo más modesto. Solamente tuvo una condena de un año, que finalmente se redujo a siete meses (10). Vamos, que estuvo más tiempo la obra fuera del Louvre que Peruggia en el talego.
Actualmente sigue en el Louvre y es la pieza que todo el mundo desea ver, lo que hace que mucha gente entre al museo solamente por ella. Una experiencia que no vale la pena, ya que solamente ves personas amontonadas intentando sacar una buena foto al cuadro de Leonardo, mientras que las salas colindantes tienen cuadros espectaculares, de otros muchos autores, que la mayoría de la gente ni mira.
Sobre robos de obras arte sabía mucho otro de los protagonistas de nuestras pequeñas historias de la Historia… Erik el Belga